Scott Gagnon

De carácter duro, frío, decidido y orgulloso que por muchos será más bien cruel y despiadado pues nunca da su brazo a torcer, nunca cede y siempre intenta hacer las cosas a su modo y forma. Es un líder innato, por lo que solo permite que aquellos a quienes considera superiores sean los que le llamen la atención o le digan que hacer o como comportarse, de los demás no recibiría de buena manera sugerencias y mucho menos ordenes.

Siempre obtiene lo que busca sin importar lo que ese algo sea y una vez que lo obtiene se vuelve extremadamente posesivo, aspecto que le torna demasiado violento cuando se meten con aquello que considera suyo. En la familia en la que creció se debía ser el mejor en cualquier cosa que se decidiera ser, por eso es que es muy seguro de si mismo y de sus habilidades, esas que van desde físicas hasta intelectuales, siendo con estas habilidades con las que busca la pertenencia a un mundo hasta ahora no accesible para él y para entrar se encuentra dispuesto a hacer cualquier cosa. Tiene un gran sentido de la responsabilidad y no soporta decepcionar a otros o más bien, no tolera decepcionar a sus padres.

Su ambición, su anhelo de perfección y poder es quizás su mayor defecto y lo que podría llevarlo a la ruina.

Cuando la esposa de Antoine Aubriot dio a luz, no trajo al mundo solamente a Darcell, el primogénito de la familia, sino que sin saberlo, también dio a luz a Scott que a diferencia de su gemelo resultó ser muy pequeño, tan pequeño, que Jacobella, la mujer que ayudo a la esposa de Antoine durante el parto, creyó que no sobreviviría. Y fue la idea implantada en la mente de Jacobella por su esposo Dean, de que los débiles no tenían cabida en el mundo, lo que llevó a la mujer a ocultar al segundo hijo y a sacarlo de la mansión entre sus ropas, todo con la finalidad de deshacerse de él para hacerle un bien a los Aubriot, así, la mujer abandono la zona de mansiones y se dirigió a las zonas más alejadas de París, donde vivían ella y su esposo.

Al llegar a su hogar, Jacobella dejó a un pequeño e indefenso bebé sobre la mesa de su humilde casa y cuando la mirada curiosa de su esposo se posó en el enclenque chiquillo, ella confeso su heroica misión a Dean, quien orgulloso de haberla elegido como su compañera de vida la felicito como nunca antes, todo para después tomar al bebé y caminar hasta los límites de su hogar en los bosques, sitio donde dejo al pequeño para ser devorado por los animales salvajes y tras hacerlo, regreso al lado de su esposa para celebrar aquel bien que habían hecho al mundo.

A la mañana siguiente, el matrimonio salió con rumbo a la ciudad y fue cuando pasaban cerca del sitió donde Dean abandonara al pequeño que ambos escucharon el llanto del niño. Sorprendidos, fueron hasta el lugar que se suponía sería la tumba del bebé, a quien encontraron con hambre pero en perfectas condiciones y sin dudarlo, ambos supieron que aquel bebé era un luchador, un ser fuerte que merecía ser entrenado por ellos, más sabiendo que si se quedaban cerca de París serían descubiertos por los Aubriot, decidieron mudarse, llevándose al que sería su hijo, con ellos.

Scott no tuvo pues una infancia sencilla. Su padre siempre fue demasiad estricto con él, haciéndole saber constantemente que o era el mejor en todo lo que le enseñaba o mejor se moría y dejaba de ser un estorbo, pues en el mundo en que vivían, solo los mejores tenían el derecho a vivir y mejor aún, solo los mejores tenían la oportunidad de encontrarse y ser perdonados por quienes tanto Dean como Jacobella consideraban la raza superior, vampiros. De niño, Scott escuchó un sin fin de veces la historia de cómo su padre había sido perdonado por un ser inmortal, únicamente por mostrar fuerza y admiración; siendo esa historia, lo que genero en él el deseo de formar parte de aquella raza superior a la que pocos eran invitados.

Con lentitud, los años fueron pasando y mientras más crecía, Scott se volvía más implacable y más fiel a las creencias de sus padres. Por eso fue que a la edad de 16 años se atrevió a enfrentarse una noche de luna llena con una manada de licántropos, seres a los que consideraba bestias sin consciencia, animales inferiores. Y aunque el muchacho les dio buena batalla, las bestias resultaron ser tantas, que estuvo a punto de ser asesinado, de no haber sido en ese momento rescatado por una inmortal de rubios cabellos, una guerrera implacable que fue capaz de exterminar a las bestias, no sin llevarse algunas heridas que debieron ser atendidas por la familia de Scott. La inmortal aquella resultó tan fascinante a un joven Scott que aún después de que ella se recuperase y después desapareciera sin decir nada, permanece en la mente del hombre en que ahora él se ha convertido.

Ya con 31 años, con una personalidad atemorizante para muchos pero que lo hace a él sentirse orgulloso, Scott ha regresado a las cercanías de París al lado de sus padres, quienes esperan ser bendecidos con la presencia de algún inmortal que viva en la ciudad, inmortal al que ellos planean serle devotos, a cambio de que les permita simplemente estar en su presencia; aunque claro, esas son las ideas de sus padres, porque la idea de Scott, va mucho más allá de ser un simple espectador de inmortales.