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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Mayo 09, 2018 3:32 am

El Templo de Uppsala se encontraba emplazado en Gamla Uppsala, una localidad actualmente ubicada a las afueras de la ciudad de Uppsala en Suecia.
Nai observaba aquel lugar que para nosotros era místico, cargado de leyendas, de mitos y donde nuestros dioses nos honraban con su presencia escuchando nuestras suplicas.
-Los dioses, en un primer momento, se asentaron en Suecia y construyeron varios templos dispersos: Odín en Sigtuna, Njörð en Noátún, Frey en Uppsala, Heimdall en Himinbjörg, Thor en Þrúðvangr, Baldr en Breiðablik y así fue como Odín fundó los cinco estados de Suecia. Con el tiempo, Frey se convirtió en el rey de los suecos y comenzó a recibir tributos por ello, por lo que decidió construir un Templo en Uppsala, que convirtió en su residencia -Expliqué a la que pronto se convertiría según mis ritos en mi esposa pues según los suyos ya estábamos casados.

Deslicé mis labios por su cuello mientras la abrazaba desde atrás caminando hacia aquel templo que una vez visité con ella pero en otra realidad.
Nuestra sonrisa en aquel momento delataba nuestro grado de felicidad y no pude olvidar que sa noche en le bosque pediría a Freya un linaje, algo que hasta hoy los dioses parecían negarme.
El templo propiamente dicho estaba íntegramente construido en oro, y tenía una cadena, también de oro, que colgaba de la fachada y del tejado deslumbrando a todo aquél que se acercaba, efecto que se veía provocado ya que el santuario se encontraba en un valle rodeado por montañas que le daba un espectacular aspecto de anfiteatro. En su interior se encontraban tres estatuas o ídolos de madera que representaban a los tres principales dioses nórdicos con sus atributos característicos. En el medio Thor con su martillo. A los lados; Odín con su armadura, comparado con Marte, y Frey con un gran falo. Adam de Bremen nos cuenta, además, que cada dios tenía asociado una especie de sacerdote que se encargaba de recoger las ofrendas específicas que se le destinaban a cada uno: A Thor, como dios protector de los humanos en Midgard, ofrendas para las epidemias, las enfermedades y los temores del día a día, a Odín, como dios de la victoria y la sabiduría, para las buenas campañas y a Frey, como dios de la fertilidad, para los matrimonios con hijos y las buenas cosechas.

Aquella noche nuestras familias se unirian frente al templo, la sacerdotisa oficiaría la ceremonia y como la ley vikinga ordenaba recogería a mi esposa del rio en el que ataviada de blanco y con flores bajaría en un Drakkar.
Después llegaría la ofrenda a Frigg, la representación más expresiva de la antigua Diosa Madre, para atraer sobre nosotros el bienestar y la fertilidad.
Nai escuchaba cada una de msi palabras mientras admiraba aquel lugar dodne tambien se ofrecian sacrificios a lso dioses, muchos de ellos humanos, mas cuando me quedé frente a ella plantado ladeando la sonrisa la egipcia supo que me tramaba algo.
Me deje vencer frente a ella con una rodilla anclada al suelo, mis orbes pardos se elevaron y tomé su diestra con msi manos.
-He tardado mucho y confieso que ni de lejos es este el modo en el que hubiera pedido a ninguna mujer matrimonio, pero se que nada te puede hacer mas feliz que recordar esta petición y quería hacerlo frente a mis dioses, para que entiendan que mi amor por ti es imperecedero, que eres y siempre seras la mujer con la que quiero pasar la vida hasta que Odin me reclame para irme al Valhalla. Nai ¿quieres casarte conmigo?
De mi chaleco saqué una pequeña caja, este anillo nada tenia que ver con el que le di en la boda ni con ese que pendió de mi cuello y que dejé caer sobre su regazo en Egipto, un legado de mi madre, este lo había comprado en París, era una joya de gran valor económico, quería que su padre entendiera que si así era como él quería las cosas me valía, porque yo amaba a su hija y hacerla feliz para mi era suficiente motivo para hacer estas cosas que no iban conmigo.
-Te quiero Nai, así que por favor di ya que si, me muero de vergüenza aquí arrodillado -apunté tirando de ella hasta que la senté sobre mi regazo buscando sus labios.


Última edición por Ubbe Cannif el Lun Jun 11, 2018 12:23 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Mayo 10, 2018 11:16 am

Sabíamos que el viaje estaba llegando a su fin y, por mucho que quisiéramos alargarlo un par de días más pronto llegaríamos a Upsala para visitar ese templo donde el vikingo quería casarse. No tuvo ninguna duda en decir que era allí donde quería que nos uniéramos frente a sus dioses, sabía que aunque nos habíamos casado en París y habíamos intentado hacer un guiño a nuestras costumbres para él era mucho más importante hacerlo en su tierra, en su hogar y en un lugar que para él era muy importante y que tenía mucho significado, porque había escuchado las historias que contaban sobre Upsala y el enorme valor y significado que tenían para ellos aquel templo en especial... así también como el bosque donde había esa leyenda referente a Freya y al linaje, y es que después de lo que habíamos pasado no veía mejor manera para hacer una ofrenda a sus dioses que en ese lugar tan emblemático para él. Quería hacerlo porque a él le hacía mucha ilusión, no sabía de dónde venía la idea de casarse en Upsala pero desde que me lo dijo no me negué en absoluto, él concedía muchas cosas por mí y yo encantada estaba de celebrar allí la ceremonia si ese era su deseo. Era cierto que yo había “visitado” Upsala en otra ocasión aunque no sabía si esa podía contarla, en aquel mundo alternativo y paralelo donde por fin pude hacer que despertara el vikingo, y sentía mucha curiosidad por saber cómo sería realmente el templo después de haber escuchado tantas leyendas y tantas historias. El viaje por el norte había sido... mágico, si tenía que describirlo con una sola palabra sin duda alguna era esa. Me había llevado a todos y cada uno de los sitios que había querido visitar mientras me hacía de guía, algo que no lo había hecho para nada mal y tarea, de la cual, me había dado cuenta de que sabía muchas más cosas de las que hacía creer a simple vista sobre su tierra, me había sorprendido con muchas cosas y también me alegré conocer esa otra parte suya que solamente en un viaje como el que habíamos hecho podría haber visto. Se notaba muchísimo lo feliz y contento que estaba de estar en el norte, nada más había que ver sus brillantes mares para darme cuenta de ello, lo feliz que estaba de enseñármelo y que compartiera con él algo que era íntegro suyo, que era lo que lo definía y lo había marcado. Su cultura, como la mía, estaba plagada de dioses, de leyendas y de mitos que había escuchado de sus labios dejando que me lo contara viendo que eso le sacaba una sonrisa. Su naturaleza era muy diferente a la egipcia y había quedado prendada de su belleza, de sus paisajes, de sus aldeas... eso me hacía saber por qué defendía con tanto fervor esas tierras, hacerme comprender aún más el motivo por el que daba su vida.

Finalmente llegamos hasta el templo que se veía diferente a cuando lo había visto la otra vez, brillaba con la luz del sol por esa cadena de oro que llevaba y de la cual me había contado el vikingo, situado el templo en un valle rodeado de montañas, el templo estaba un poco lejos de la ciudad pero sin duda alguna merecía la pena ir a verlo. Ubbe me iba contando sobre la ubicación de otros templos que había por el país y que cada uno tenía una representación de un dios y que aquel era sobre el dios Frey, ya que era representado como dios de la fertilidad, para los matrimonios con hijos y las buenas cosechas. Al parecer aquel templo había sido el lugar de residencia de Frey y por eso además era tan importante, sonreí dejando que me contara aquellas cosas porque me gustaba que lo hiciera, sus brazos rodeaban mi cintura pegando su pecho a mi espalda y sus labios se deslizaban por mi cuello mientras nos adentrábamos, donde nos encontramos con tres estatuas que representaban a tres importantes dioses con sus atributos que los hacía distinguirse unos de otros, según el vikingo estaban Thor, Odín y Frey. Me soltó dejándome un poco a mi aire para que pudiera admirar más el lugar y saciara esa curiosidad que siempre tenía tan innata, fijándome en cada nimio y pequeño detalle. Vi las tres estatuas más de cerca escuchando las palabras del vikingo, sabía que tenían ciertos rituales para las bodas y aunque había leído sobre eso lo cierto es que no me acordaba demasiado, por lo que tendrían que guiarme un poco en ese aspecto. Mis dedos estaban enlazados con los suyos mientras escuchaba todo lo que tenía que decirme, me hablaba sobre cada uno de los dioses y las representaciones que había en cada estatua, así como las ofrendas que se hacían y por qué se hacían para pedir diversas cosas. Al parecer muchas parejas iban allí a celebrar su matrimonio para pedir y rogar por un linaje a Frey, y luego pasar la noche en el bosque donde contaban que Freya bendecía a las familias con descendencia, algo que sabía que él quería hacer para garantizar nuestro linaje, aunque tenía la certeza de que sí tendríamos a nuestros hijos después de la “visión” que había tenido en aquella aldea en donde lo vi cogiendo a un niño, o a una niña no lo tenía muy claro, pero que me hacía saber que sí podría quedarme embarazada.


-Así que, este es el famoso templo de Upsala
–dije observando las estatuas con el vikingo a mi lado- y supongo que el bosque que rodea al templo es donde se hace la ofrenda a Freya y esta bendice a las parejas con un linaje, ¿no? –Pregunté aunque tenía la certeza de que así era, me habían hablado todos de ese bosque y del milagro que concedía la diosa Freya y que ambos esperábamos que también nos lo concediera a nosotros. El vikingo que ya había soltado mi mano se había plantado frente a mí mirándome con esa sonrisa que traía en sus labios, una que me conocía demasiado bien y que sabía que estaba pensando en algo, aunque siempre solía sorprenderme porque nunca llegaba a saber qué tramaba cuando se ponía así- ¿Y esa sonrisa? ¿Qué tramas ahora, vikingo? –Pregunté con una leve sonrisa porque me esperaba cualquier cosa pero, cuando vi que se agachaba para arrodillarse en el suelo, sentí que mi corazón dio un vuelco mientras abría ligeramente mis labios sin poder creerme lo que estaba haciendo. ¿Iba a hacer lo que creía que iba a hacer? ¿De verdad? ¿Sin bromas de por medio como había estado haciendo? Cuando elevó sus mares a mis desiertos y tomó mi mano con las suyas supe que sí, iba totalmente en serio- Oh por Odín y Ra... –logré decir en un débil murmullo y no pude decir nada más porque él comenzó a hablar dejándome a mí muda, algo un tanto complicado, sintiendo que me faltaba la respiración con mi corazón bombeando como caballos desbocados, sin poder creerme que realmente hubiera hincado la rodilla y me estuviera pidiendo matrimonio. Llevé mi mano tapando mis labios entreabiertos, grabando cada una de sus palabras contemplando sus mares fijos en mis desiertos, “que entiendan que mi amor por ti es imperecedero, que eres y siempre serás la mujer con la que quiero pasar mi vida” no lo pude evitar y unas lágrimas cayeron de mis ojos precipitándose por mis mejillas hasta caer al suelo, mojando las yemas de mis dedos que tapaban mis labios sin poder creerme que ese hombre de maneras rudas estuviera diciéndome esas cosas tan bonitas. “Nai ¿quieres casarte conmigo?” Cuatro palabras que sabía que le habían costado pronunciar al vikingo, y sin embargo, ahí lo tenía plantado frente a mí de rodillas, era imposible no amarlo cuando hacía esas cosas porque sabía que me hacía ilusión a la par que tremendamente feliz- Ubbe... yo... –pero si pensaba que ahí acababa la cosa, y que su petición iba a quedar solamente en eso; estaba francamente equivocada. Porque si ya era una enorme sorpresa verlo pidiéndome matrimonio de una forma que, como él había dicho, jamás hubiera hecho por otra mujer... además de todo eso me sorprendió viendo que sacaba una pequeña cajita donde sabía sin abrirla siquiera que ahí dentro había un anillo, y si pensaba que ahí terminaba todo cuando la abrió me volví a quedar sin palabras al ver el anillo que había dentro, uno muy diferente al que estaba en una cadena colgando de mi cuello junto a aquel martillo de Thor que me dio un día en Egipto, y muy diferente al anillo tan simbólico que llevaba en mi dedo... y ahí fue cuando me di cuenta de que lo tenía preparado, que se lo había callado todo aquel tiempo y me había estado engañando. Me había dejado muda, me había sorprendido tanto que aún seguía asimilando lo que estaba haciendo ese hombre, porque él ya me había dejado claro en su momento que él jamás me pediría matrimonio de la forma convencional y yo lo aceptaba, no estaba en su forma de ser pero... cuando lo había estado picando para que lo hiciera no esperaba algo como esto, Por Ra, ¡hasta tenía el anillo comprado y preparado! Más bien me hubiera esperado una propuesta sencilla, sin estar arrodillado, un “Nai, cásate conmigo frente a mis dioses” y eso me hubiera hecho muy feliz. Al ver que no reaccionaba, porque francamente no podía todavía, tiró de mi mano para dejarme sentada sobre su pierna y fue que reaccioné sonriendo de forma amplia con un par de lágrimas en los ojos- ¡por supuesto que quiero casarme contigo! Si quiero, sí en todas y cada una de las vidas que hayan; sí, sí, sí, sí... un millón de veces sí –dije mientras me ponía el anillo, uno muy diferente al mismo que había hecho él para nuestra boda en París. Sonreí llevando mis manos a su rostro en lo que él quitaba las lágrimas de mi rostro y finalmente nos levantábamos para saltar encima de él envolviendo su cintura con mis piernas- te quiero –dije buscando sus labios para fundirnos en un beso, de esos que tanto me gustaban y que me restaban la respiración- te quiero, te quiero, te quiero, te quiero... –repetí dejando besos cortos sobre sus labios, ¿cómo no amarlo cuando hacía esas cosas solo por mí?- de verdad que no tenías por qué.... ¿qué anillo te voy a dar yo ahora? No tengo nada preparado y tú lo tenías todo calculado –mis dedos se enredaron en su pelo, sonreí observando sus preciosos mares- sé que esto no ha sido fácil para ti, sé que no es tu forma de pedir las cosas y mucho menos matrimonio... soy consciente de todo ello pero te puedo asegurar que ha sido lo más bonito y romántico que he visto en toda mi vida, algo que guardaré por siempre en mis recuerdos y que me sacará esta misma sonrisa cuando piense en ello o vea el anillo –una sonrisa que iluminaba mi rostro radiante de felicidad- eres el amor y el hombre de mi vida Ubbe, y bendigo a los dioses por ponerte en mi camino –acabé abrazándolo con fuerza escondiendo mi rostro en su cuello, dejando pequeños besos sin quitar la sonrisa de mis labios- te amo, y quiero convertirme en tu esposa bajo tus tradiciones y tus dioses... mi vida no tiene sentido si no estás tú en ella.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Mayo 16, 2018 5:51 am

Ladeé la sonrisa cuando mi esposa saltó anclándose a mi cintura, nuestras bocas se buscaron hambrientas, necesitadas de profundizar ese beso que saqueo nuestra cordura hasta dejarnos sin aliento, mi lengua se colo intrépida enterrándose en la ajena, paladeando su húmedo sabor y esas palabras susurradas plagadas de “te quieros”.
Jadeé frente a mi mujer, frente a mis dioses con la bastarda endurecida perdida en su centro, loco por tomarla, por hacerla mía y complacido porque aunque yo no era así, sabía que mi acto la había hecho feliz.
Las lagrimas escurrían por su rostro, bañando sus desiertos, formando hermosos oasis de los que me embebí deslizando mis labios por sus mejillas hasta alcanzar su oído.
-jeg elsker deg -susurré en su oído con la voz ronca.

Mordí el lóbulo de la oreja de mi esposa, y jadeé contra su cabellos dejando que mi aliento la calentara, fue entonces cuando la manada Cannif se adentró por el portón jodiéndome la fiesta que empezaba.
Bajé a mi mujer recolocandome la verga endurecida a un lado mientras Niels se reía por mi estado.
-Venimos a por el novio -dijo Hakon, nos vamos de borrachera. Que es lo que toca -añadió Einar alzando una de las botellas.

Mi madre y el resto de Cannif se encargarían esa noche de preparar a la novia, de vestirla, de perfumarla, de recogerle el pelo y llenarlo de flores y como no de hacerla descender por el lago en una drakkar iluminado pues nuestra ceremonia se celebraría al anochecer, tras los sacrificios a los dioses.

Nosotros nos fuimos a la taberna, como de costumbre brindamos sin parar, alzando los cuernos celebrando que pronto dejaría de ser ante mis dioses un hombre libre, invitamos a todos los presentes a varias rondas, hicimos pulsos, torneos de cuchillos y borrachos como cubas acabamos en el gélido lago bañándonos en pelotas.
Al final solo quedábamos los hermanos y primos, mirábamos el firmamento tumbados.
-¿creéis que los dioses nos observan? -pregunté enredando las palabras a mi primo Einar.
Giró la cabeza para mirarme con esa risa tonta que produce el alcohol.
-A mi con que me miren las valquirias -aseguró llevándose la mano a la verga para apuntarlas.
Niels muerto de la risa corría en pelotas a nuestro alrededor, según él un bicho quería picarla, supuse seria el efecto de alguna de las setas alucinógenas, Hakon que decía ver el bicho intentaba darle caza a manotazos mientras Sirius negaba con la cabeza sentado en una piedra mirándonos.
-Yo estoy seguro de que nos observan, que disfrutan de nuestras chanzas y que valoran nuestras batallas.
-Yo creo nos envidian -dijo Aren -a fin de cuentas somos capaces de vivir la vida con mas intensidad que ellos, somos mortales, eso es algo que ellos nunca tendrán.
Orion se dejó caer a mi lado bostezando.
-yo creo que me he follado a Freya -dijo explotando en carcajadas y haciéndonos reír al resto que íbamos demasiado ebrios.

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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Mayo 17, 2018 1:03 pm

Si alguien me hubiera dicho que cuando conocí al vikingo y después de todo lo que habíamos pasado, sabiendo cómo era, acabaría pidiéndome matrimonio de esa forma no me lo hubiera creído por mucho de que me lo hubieran repetido hasta la saciedad... porque sabía cómo era él y lo poco que le gustaban ese tipo de cosas, además de que me había dejado en su momento más que claro que él no era hombre de anclar la rodilla y pedir las cosas así por lo que no me lo había esperado para nada que hiciera eso y me alegró y gustó tanto que lo hiciera que no pude retener las lágrimas que salieron de mis ojos y que rodaron por mis mejillas mientras lo contemplaba con la rodilla hincada en el suelo tomando mi mano entre las suyas. Sabía que si lo había hecho había sido únicamente porque sabía que esas cosas me gustaban aunque no pretendí que lo hiciera únicamente con esa intención sabiendo como era, si me hubiera pedido matrimonio sin anclar la rodilla al suelo y solamente pidiéndomelo –ya que fue algo que no hizo la primera vez en Egipto- hubiera sido muy feliz igualmente porque el detalle estaba ahí y lo hacía únicamente por mí pero de esa forma jamás lo había pensado. Debía de admitir que cuando se lo decía en parte muchas veces era para picarlo para ver qué me respondía, no porque lo estuviera instigando para que lo hiciera aunque esa vez no tenía nada que alegar en contra porque una vez superada la sorpresa inicial y la emoción que me embargó no pude más que decirle mil veces que sí porque estaba más que emocionada con lo que había hecho, dejar que me rodeara con sus brazos y besar sus labios hasta que me faltó el aliento y tuve que separarme solamente para decirle y repetirle que lo quería una y otra vez. Jamás olvidaría ese momento y bien sabía que le había costado dar paso aunque al parecer lo tenía bastante calculado porque había estado guardando todo el viaje el anillo que no había notado ni visto hasta que sacó la cajita para enseñármelo, lo que me hacía pensar que ya llevaba con la idea antes de partir al norte y que tendría que haberlo comprado en París antes de partir. Cómo me había engañado durante todo aquel tiempo en el que no sabía nada, de hecho, es que cuando le pregunté tras haber vuelto de rescatarlo de aquella realidad alternativa si me pediría de nuevo matrimonio no lo hice con la intención de que realmente lo hiciera, sino más bien era por saber qué me decía... pero ahora intuía que incluso en ese momento ya lo tenía todo más que planeado y calculado y que solamente me estaba haciendo que desviara el tema todo el rato consciente de que si empezaba a preguntar acabaría por sonsacárselo y la bonita sorpresa que me había llevado no la hubiera tenido.

Amaba a ese hombre demasiado y cómo no hacerlo cuando hacía esas cosas porque sabía que me haría feliz, cuando ya estábamos casados y no tendría por qué pedirme nada... pero que lo hiciera también frente a sus dioses decía mucho. Sus brazos rodeaban mi cuerpo y me alzaba más de las nalgas en lo que mis piernas envolvían su cintura, nuestros labios se encontraban entre besos furtivos que nos dejaban sin respiración, sus labios recorrieron mis mejillas limpiando las lágrimas que brotaban de mis ojos y morían cayendo por mis mejillas hasta que me susurró en el oído esas tres palabras que tanto me encantaban en su idioma, diciéndome que me quería mientras mis manos en su espalda y en su nuca lo pegaban más a mí como si eso fuera posible. Me encantaba cuando con tanto poco era capaz de hacer que el vikingo me tuviera ganas y bien sabía que tenía el don y la facilidad de convertir su deseo en el mío propio de una forma que no sabía muy bien cómo lo hacía, pero que siempre pasaba. Su miembro presionaba mi centro mientras nos besábamos y sus dedos se enredaban entre mechones de mi pelo en lo que nuestros cuerpos se iban incendiando, sabía que por la noche daría comienzo la ceremonia y que su madre me ayudaría con el vestido y todo lo demás porque yo no tenía mucha idea sobre ceremonias vikingas más allá de lo que había podido leer por lo que toda ayuda sería bien recibida. Reí entre dientes cuando sentí que mordía el lóbulo de mi oreja y separé mi rostro para deslizar mis labios por su cuello para luego subir a sus labios mordiendo su inferior para mirarnos a los ojos con las respiraciones algo entrecortadas levemente, cada vez que empezábamos nos costaba demasiado separarnos y eso era algo que me encantaba de los dos porque esa chispa una vez prendida costaba muchísimo apagarla. Sonreí sobre sus labios justo en el momento en el que la puerta se abrió haciendo que giráramos las cabezas en la misma dirección cuando pude ver a Niels, a Hakon y a algunos más que no conocía que parecía venían con la intención de llevárselo. ¿Ya? ¿No me iban a dejar disfrutar hasta la noche? Venían con varias botellas en sus manos y el vikingo me bajó de su cuerpo dejándome sobre el suelo mientras su primo lo miraba y se reía a lo que negué con la cabeza porque eran tal para cual. Enarqué una ceja mirándolos a todos y luego fijé mi vista en Niels porque bien sabía lo que eran sus borracheras ya que era cuando más tendencias e ideas suicidas tenían... esos hombres no podían vivir sin el peligro corriendo por sus venas. Llevé mis manos a mi cintura sabiendo que era “lo que tocaba” como habían dicho pero igualmente enarqué una ceja mirándolos para que celebraran si eran lo que querían, pero que al menos llevaran cuidado.



-Os lo cedo para que os vayáis por ahí todos juntos
–dije para acercarme a Niels y mirarlo con una sonrisa- pero nada de ideas suicidas ni cosas de esas, lo quiero esta noche de una pieza –aunque me tranquilizaba que al menos iba alguien cabal con ellos como lo era Hakon. Me acerqué al vikingo antes de que se fuera para rodear su cuello con mis brazos y buscar sus labios dejando un beso en sus labios antes de que finalmente se lo llevaran entre risas mientras yo negaba con la cabeza porque parecían como niños. Por suerte la llegada de su madre y de su hermana para ayudarme bastó para que me olvidara de que se iban todos juntos y su madre quizás intuyendo lo que andaba pensando me tranquilizó alegando que ellos se divertirían pero que me lo traerían a la noche en perfectas condiciones haciendo que me riera porque justamente era eso lo que les había dicho yo antes de que se fueran. Lo cierto es que ellas me ayudaron mucho a prepararme para la noche y su madre era la que más me tranquilizaba, sonreía y suponía que era por la idea de ver casado a su hijo y con la cabeza sentada, ya me había dicho que había cambiado y que le gustaba verlo centrado como estaba en esos momentos. Parecía que lo tenían todo preparado y me preguntó desde cuándo Ubbe les habría informado de todo que yo no me había enterado y me ayudaron con el vestido tras darme un baño, colocando los accesorios que llevaba, las flores adornando mi pelo que habían hecho un par de pequeñas trenzas a modo de un pequeño recogido, mi piel perfumada mientras me contaban un poco en qué consistía la tradición de sus bodas. Al parecer sí que tendría que descender sobre un drakar iluminado para que él me recogiera, para ellos eran importantes esas tradiciones y yo quería casarme bajos las mismas porque sabía que para el vikingo era importante, igual que los sacrificios que harían antes de que empezara la boda y nos casáramos en aquel templo tan importante bajo la mirada de sus dioses. Decir que se me hizo algo eterno que llegara el momento fue poco en comparación con los nervios que sentía por ese momento, como si fuera la primera vez que fuéramos a casarnos y es que quería que todo saliera bien, sabía que así sería pero los nervios no me los quitaba nadie. Finalmente por fin llegó el momento en el que tenía que subir a un drakar que estaba iluminado pero antes de hacerlo miré a su madre- te juro Adaline que como no me lo traigan de una pieza los mato a todos –se rió aunque más bien mis palabras eran más fruto de los nervios que de otra cosa, hasta que subí en el drakar que iluminado me llevaría ante el hombre que se convertiría frente a sus dioses en mi marido, para luego celebrarlo y posteriormente rendirle un sacrificio a Freya para que nos bendijera con un linaje que ambos deseábamos tener y que esperaba que pasar la noche en ese bosque, como decían, hicieran nuestros deseos realidad.


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Mensaje por Ubbe Cannif Dom Mayo 20, 2018 12:52 pm

La noche había caído sobre Upsala, allí estaba acompañado por los míos al otro lado del rio esperando su descenso en barca.
La mano de mi padre se posó en mi hombro consciente de que esta era la segunda vez que contraía con ella matrimonio, aunque para mi esta tenia un significado distinto, especial pues mis dioses me miraban desde Asgar.

Mis primos y hermanos reían impacientes con las jarras de hidromiel corriendo y el vocifero que siempre los acompañaba hasta que los luminosos faroles que las mujeres habían preparaod sobre la barcaza hicieron su presencia en el lago y mi esposa vestida de riguroso blanco y con flores decorando su cascada parda me dedicó una sonrisa ahora mas clama.
-Pensaba que no llegarías -susurró mi hermana dándome un manotazo en el hombro logrando que sonriera con picardía sin apartar mis ojos de los desiertos inmensos de la egipcia.

Habíamos pasado mucho para hoy estar aquí, frente a mi templo. No conoció tranquilidad Nai desde que yo empecé a formar parte de su vida y aunque eso hubiera echado atrás a cualquier mujer esta parecía estar hecha de una pasta muy distinta, mi caos la envolvía y en parte su “fuego” me encendía convirtiéndonos en eternos, como era el amor que hoy prometeríamos frente a Freya y todo aquel que nos escuchara.

Me adentré en el agua mojando mis botas  y con una sonrisa triunfal la alcé de us lecho de flores mordiendo su hombro ligeramente descubierto consiguiendo que soltara una ligera risa por mi brusquedad.
-Estoy aquí y no tengo intención de irme a ninguna parte sin ti.
La alcé en volandas enseñándosela a los míos como si fuera el máximo trofeo de caza.
Todos rugieron con esa barbarie que nos caracterizaba mientras esta se aferraba a mi cuello y ligeramente avergonzada por el ruido de espada contra escudo de los norteños congratulándose por nuestra unión hundió su cabeza tímidamente en mi garganta.

Una vez en la orilla la deposité en el suelo con cuidado el jolgorio era abrumador y Nai no se soltó de mi mano en ningún momento creo que sobrepasada por las circunstancias.
Las oráculos de riguroso blanco con grandes velones iluminados emprendieron camino hacia el templo, nosotros en medio de las vírgenes doncellas nos sonreíamos y conversábamos entre risas y caricias.
Detrás nuestra familia, los Cannif y amigos que cantaban una canción nórdica, una que ensalzaba el valor de nuestras tradiciones, el culto a nuestros dioses y el valor de nuestros hombres.
Espada en mano y con mis dedos enlazados a los de ella seguí caminando hacía el templo iluminado y con la cadenas de oro en su portón fue abierto para los dos.
A sus puertas los sacrificios animales que se ofrecerían a los dioses, después cenaríamos sus carnes y beberíamos el fruto de lo que Freya nos dio en abundantes cosechas.

Ese día no habría sacrificio humano porque mi esposa era rehacía a tales ofrendas y mi intención distaba mucho de ofenderla, quería que fuera feliz compartiendo mi cultura, mi tradición y mi vida.
Manché su rostro despacio con sangre de cordero y ella mojó sus dedos en la vasija que nuestra sacerdotisa le ofrecía para hacer lo mismo sobre el mio, por ultimo esta manchó la cara de ambos salpicándonos y libres de todo nos adentramos por voluntad propia en el templo de los dioses, Upsala nos esperaba.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Mayo 22, 2018 12:54 pm

Parecía que todo había estado planeado y preparado por el vikingo sin que yo me hubiera enterado y dado cuenta de cuándo lo había hablado con sus padres para que supieran el día que llegaríamos a Upsala, quizás es que los había ido informando porque habían llegado el mismo día que nosotros a Upsala, aunque más bien, lo que yo pensaba es que les había dicho una fecha aproximada teniendo en cuenta lo que íbamos a hacer de viaje por el norte y nos estarían esperando, así que seguro que les había avisado de alguna forma de que estábamos en el lugar ese mismo día para que aparecieran en el momento adecuado y oportuno. El muy maldito lo tenía todo planeado y calculado y no me había dicho absolutamente nada dejando que fuera todo una sorpresa, y menuda sorpresa me había llevado y era una que no olvidaría jamás en la vida ya que el hecho de que el vikingo me pidiera matrimonio y de esa forma era algo más que un milagro, había sido tan bonita, romántica y perfecta que cada vez que pensara en ella me sacaría la misma sonrisa de tonta que debería de tener en esos momentos en los que su hermana y su madre me ayudaban a vestirme, a perfumar mi cuerpo, colocar flores en mi pelo adornándolo con unas pequeñas trenzas que me habían hecho colocando también flores hasta que finalmente me pusieron el vestido que tampoco sabía de dónde lo habrían sacado, pero que al parecer ellas ya lo tenían todo preparado por petición de Ubbe, no me cabía la más duda sobre ello. Lo que me tenía un poco “preocupada” era que se hubieran ido todos juntos a beber, y no me importaba que lo celebraran si así eran sus costumbres y era lo que debía de hacerse, más bien, me preocupaba que hicieran alguna tontería suicida de las suyas aunque había advertido y avisado a Niels de que quería a mi marido de una pieza por la noche o de lo contrario tendríamos un problema por ello. Sin embargo Adaline que quizás podía intuir un poco más como me encontraba me tranquilizó haciéndome saber que a la noche estaría allí esperándome para que llegara montada en el drakar que también estaba ya preparado para bajar hasta donde se encontraran con el drakar lleno de flores e iluminado con pequeños farolillos. Me gustaba ver la sonrisa y cómo se iluminaban los ojos a su madre cuando el momento se iba acercando, sabía que para ella era algo importante ver cómo se casaba su hijo y por eso mismo habíamos decidido hacer dos bodas, ella misma me había dicho en varias ocasiones que él había cambiado centrándose algo más desde que estaba conmigo y daba gracias a los dioses porque hubiera encontrado a alguien como lo había hecho ella con Erlend. Después de todo lo que habíamos pasado todos nos merecíamos esa noche en la que la felicidad era el principal protagonista, cada vez me convencía más que habíamos hecho lo correcto al decidir hacer otra boda en el norte, una que bien conocía era más que importante para Ubbe porque se casaría junto a su familia, en el norte, bajo sus costumbres y bajos sus dioses, y yo quería complacerlo en todo.

Decir que no estaba nerviosa sería mentir vilmente porque a pesar de que ya nos habíamos casado en París estaba de los nervios, más que nada, porque jamás había presenciado ninguna boda vikinga y no tenía muy claro lo que debía de hacer aunque me hubieran dado un par de consejos en lo que me ayudaban a prepararme. Había llegado la hora y tomé aire en profundidad mientras subía al drakar antes de alejarme de la orilla siendo este iluminado por pequeños farolillos y flores que le daban un aire bastante etéreo, mordí mi labio en lo que duró el corto trayecto mientras aferraba el ramo entre mis manos rezando porque estuvieran todos de una pieza y me hubieran hecho caso de que dejaran atrás sus genes suicidas. No me calmé hasta que vi que nos acercábamos a la orilla y los vi allí a todos pero principalmente mis ojos buscaron al hombre con el que iba a contraer matrimonio de nuevo, mis desiertos se encontraron con sus mares y sonreí bastante más tranquila al verlo entero de una pieza tal y como había dejado que se fuera con ellos. Me fijé en la ropa que llevaba, una que era de gala y que utilizarían para las bodas acordándome de la que llevó en París, siendo parecida, pero sin duda aquí se notaba que era más del lugar donde estábamos y sonreí viendo lo bien que le quedaba aquel traje y lo guapo que iba. Él podría decir que tenía suerte de que me casara con él, sin embargo, yo también tenía mi punto de vista y que me hubiera elegido a mí de entre todas era algo que me hacía muy feliz, quizás él no era consciente de que cuando íbamos juntos las miradas también reparaban en él algo que me hacía extender mi sonrisa, porque sabía bien lo que sentía por mí y que lo miraran de esa forma en cierto sentía me hacía sentirme orgullosa de tenerlo, privilegiada porque estuviera conmigo. Por fin el drakar llegó a la orilla y aunque había visto a mucha gente tras el vikingo, más allá de sus padres y sus hermanos, yo solamente tenía ojos para el mientras se acercaba a la orilla y yo me ponía de pie sobre el drakar con una enorme sonrisa en mis labios, habíamos pasado por mucho desde que nos habíamos conocido aquella noche en el museo hasta llegar a donde habíamos llegado, merecíamos por fin un poco de felicidad y casarnos allí era el principio perfecto para esa nueva etapa. Sabía que tendríamos que pasar por muchas cosas, que los baches que habíamos superado eran los primeros de nuestro camino, pero sabía también que juntos lo superaríamos juntos y que no había hombre en la faz de la tierra con el que quisiera compartir mi vida que no fuera con él. El camino no sería fácil pero, ¿cuándo algo que merecía realmente la pena era fácil? Sortearíamos todo lo que se nos pusiera por delante, juntos y agarrados de la mano. Mi sonrisa se ensanchó cuando lo vi acercarse a mí, él también tenía la misma sonrisa en sus labios y mis ojos lo repasaron hasta que mis desiertos quedaron anclados en sus mares, mordí mi labio de lo enormemente bien que le quedaba el trabaje y lo mucho que me gustaba cómo iba. Me tomó entre sus brazos alzándome del drakar como si apenas pesara, un mordisco en mi hombro que me hizo reír. Mordí mis labios por las palabras que me dijo con mi brazo rodeando su cuello.



-No quiero que te vayas a ninguna parte si mí –respondí antes de que me alzara en volandas haciendo que los presentes rugieran y yo riera para dejar mi rostro en su cuello dejando que me llevara hasta la orilla donde me dejó con cuidado en lo que tomé una de sus manos entre las mías mientras los presentes parecían celebrar ya de antemano aquella unión. No se podía negar que los presentes no hicieran bastante ruido aunque mi atención estaba puesta solamente en el vikingo que tenía a mi lado mientras las sacerdotisas, vestidas de blanco portando velones encendidos, parecían encaminar la marcha hacia el templo. Mis ojos lo repasaron con lentitud recreándome en cómo iba vestido hasta que de nuevo mis desiertos se anclaron a su mares- me gusta mucho como vas vestido, estás muy guapo y muy apetecible –mordí mi labio mientras comenzábamos a andar hablándonos en voz baja, riéndonos sin soltar nuestras manos con él sosteniendo en su otra una espada y yo el ramo que seguía aferrando con fuerza. Mientras íbamos de camino a la entrada del templo comenzaron a cantar una canción en nórdico hasta que llegamos a la entrada del templo donde ya se habían hecho algunos sacrificios, nos paramos en las enormes puertas decoradas con la cadena dorada donde una de las sacerdotisas nos acercó una vasija con sangre en donde el vikingo con sus dedos manchó mi rostro como mandaban en sus tradiciones mientras me miraba directamente, uno frente al otro, cuando él terminó igual que hicimos en aquella aldea mis dedos fueron también llenos de la sangre haciendo las mismas líneas que él me había hecho a mí para luego que la sacerdotisa manchara sus dedos y nos salpicara con la sangre como si nos bendijera de esa forma. Retomamos camino enlazando nuestras manos adentrándonos en el templo que parecía estaba decorado para la ocasión donde frente a sus dioses nos casaríamos, fue ahí que miré de nuevo al vikingo y sonreí deslizando mi pulgar sobre su palma- ¿desde cuándo tenías todo esto preparado? –Murmuré para que solo pudiera oírme él hasta que quedamos frente a un pequeño altar donde daría comienzo todo, mordí mi labio algo nerviosa porque no quería fallar en algo tan importante aunque por el apretón que me dio para tranquilizarme supo lo que estaba pensando. Parados frente a aquel pequeño altar donde tras este se encontraba la sacerdotisa comenzó la ceremonia que nos convertirían bajos sus dioses en marido y mujer. Escuchaba las palabras de la sacerdotisa aunque mi vista se iba de vez en cuando al hombre que tenía frente a mí, nuestros ojos coincidían y sonreíamos en señal de lo felices que estábamos en esos momentos, nuestras manos entrelazadas mientras las demás jóvenes vestidas de blanco preparaban los sacrificios que harían a los dioses para bendecir nuestro enlace y nuestra unión. Su pulgar acarició mi mano para tranquilizarme sabiendo que no me acostumbraba demasiado a eso pero que era parte de ellos y le sonreí haciéndole ver que todo estaba bien. Uno de los carneros que fue sacrificado con su sangre se llenó un pequeño bol con un poco de su sangre donde la sacerdotisa volvió a suplicarnos un poco para que bendijeran nuestro matrimonio con hijos y alejaran lo que ellos llamaban “lobos”, que sería como los problemas de nuestra puerta... aunque bien sabía que el verdadero sacrificio sería a Freya en el bosque cuando la fiesta terminara. Unos cánticos más mientras acercaban los anillos y dos espadas donde en la punta de estas colocaron los anillos mientras cruzábamos las espadas, los anillos estaban algo manchados con la sangre del carnero como parte de su tradición, tomé el anillo de la punta de la espada que yo sujetaba entre mis manos para coger su mano derecha con la mía- Desde el primer momento en que te vi supe que ibas a cambiar mi vida aunque, realmente, no pensé que mis palabras fueran tan acertadas sin siquiera saber cómo ibas a cambiarla. Desde ese momento y conforme fue pasando el tiempo me vi cada vez más atraída hacia ti casi sin poder evitarlo, sabes que el comienzo no fue fácil y menos admitir lo que sentía por ti porque me daba miedo, era tan grande que me asustaba siquiera de poder pensarlo –hice una pequeña pausa- al principio rogaba a los dioses porque terminara el motivo por el que nos habían juntado y te habían puesto en mi camino pensando que era como un castigo, me doy cuenta de que tengo que darles las gracias por ponerte en mi vida, por cruzar nuestros caminos y unirlos de forma que los dos camináramos en la misma dirección en un único camino. Me di cuenta de que andaba tan perdida que no lo vi hasta que apareciste para poner mi vida patas arriba y convertir cada día en una aventura, una que quiero compartir contigo por el resto de mis días –aseguré con una sonrisa- sé que hemos pasado por mucho para llegar hasta aquí, sé que han sido muchas cosas lo que se nos ha cruzado por el camino pero te puedo prometer y asegurar, frente a tu familia y seres queridos e incluso frente a tus dioses, que cada paso, cada obstáculo y bache lo superaremos y que el camino habrá merecido la pena si la meta es llegar contigo a tu lado. Solo puedo darte las gracias por aparecer y devolverme la llama de la vida, es que había perdido hacía mucho tiempo y que era incapaz de encontrar, ahora sé que tenías que ser tú y que estaba esperando porque tú la prendieras de nuevo... estaba perdida y por fin he encontrado el sentido a todo, y espero ser esa brújula que guíe tu drakar siempre hacia mí. No importa lo que pase, ahora y siempre, estaré a tu lado para enfrentar todo lo que venga, para luchar a tu lado. Eres el hombre de mi vida, estoy tan enamorada de ti que no soy capaz de concebir otra vida que no sea contigo, ya no veo más camino que no sea el tuyo y el mío juntos. Te quiero –dije poniendo el anillo en su dedo, no sabía si decían algo o si tenían esa tradición pero simplemente necesitaba decirlo después de todo lo que habíamos pasado, mis ojos subieron a los suyos mientras mordía mi labio inferior emocionada por aquel momento que compartíamos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Sáb Mayo 26, 2018 5:05 am

Ladeé la sonrisa ante la pregunta de mi esposa ¿cuando había preparado todo esto? La verdad es que la parte de pedirle matrimonio como ella quería si lo llevaba preparando tiempo, bueno, mas o menos...
En un borrachera con Niels gané el anillo jugando a las cartas, Hakon es muy bueno con el juego de manos, supongo que por lode ser gitano, así que desplumamos a unos ricos en la taberna y así llegó ese anillo como pago ultimo a mis manos. Desde que lo vi supe que era para Nai, que lo merecía y supongo que también una petición como mandaban sus tradiciones.
La noche estuvo llena de risas porque según Hakon tenía que negociar con su padre, así era la tradición en Egipto. Niels decía que por un par de cabras y un carnero seguro se venía conmigo y que podía ahorrarme el anillo, por contra yo aseguraba que su padre precisamente no la pondría en mis manos ni aunque se la robase.
Recordé la noche y llevé mi boca contra la de mi esposa sin poder evitar reírme.
-Llevo preparándolo toda una vida -mentí con picarda dejando que mi risa impactara contra la suya.
Sus desiertos encontraron mis mares sabiendo que bromeaba y su mano se deslizó por mi rostro cálida tratando de borrar la cara de travieso que ponía.
-Mis padres llevan aquí unos días preparándolo todo, yo mientras te pensaba enseñar el norte, mereces esto y mucho mas Nai.

Frente al altar la sacerdotisa comenzó el ritual, nuestra miradas fijas en las del otro lo decían todo pese a que la mujer tomaba nuestros rostros para que entendiéramos bien lo que decía, a lo que nos estábamos comprometiendo.
Acepte porque tenia claro que ella y no otra sería la madre de mis hijos y pronto ambos alzamos las espadas tomando los anillos de las puntas bañados en sangre de carnero.

Sus palabras sonaron certeras, llenas de verdad, de afecto, sonreí cuando deslizó la alianza por mi dedo y ambos reimos cuando los invitados rugieron.
-El día que te rapte -de nuevo las jarras se alzaron,, las voces se elevaron, algo muy nuestro eso de robar a las mujeres y convertirlas en sacos, lo que me hizo reír de nuevo mientras Nai negaba con la cabeza divertida por lo animales que allí eramos todos.
-Cuando te rapte pensé que tenias un culo perfecto, bueno ya lo sabia de antes -bromeé divertido -y supe que ese culo iba a ser mio para siempre, eres la mujer de mi vida, no hay nada en este mundo o en los otros 8 que no haría por mantenerte a mi lado, eres mi mundo, mi valquiria, mi valhalla, eres todo cuando necesito para tener un motivo para seguir anclado a Midgard, te necesito.
Deslicé mi dedo por la brújula de su hombro recordando cuando la marque con tinta en su piel.
-Seré tu brújula, tu norte si a cambio tu te conviertes en mi amante, en mi amiga, en mi confidente y en mi mujer.

Nuestros labios se encontraron mientras mis dedos empujaban el anillo y los voces clamaban por un matrimonio lleno de hijos.
Los sacrificios se sucedieron fuera, no quería que ella viera mas de la cuenta, así que solo cuando la sangre llenó los cuencos de los que todos bebimos un trago, empezó la fiesta, comer, beber, bailar, la música sonaba por doquier y las hogueras lamían nuestra piel invitándonos a enloquecer.
Mis hermanos bailaban con ella, la acogían como una mas de la familia y así era.
-Tengo ganas de perderme en ese bosque contigo -susurré con picarda antes de que Hakon me la robara de las manos para bailar con ella mientras yo atrapaba a mi melliza.





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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Mayo 28, 2018 12:28 pm

Todo estaba yendo tal y como ambos queríamos, todo estaba quedando perfecto y es lo que precisamente había pensado que sería una boda vikinga aunque yo no hubiera organizado nada. En París sí me había encargado de arreglar las cosas, de pensar cómo hacerlo para unirnos aunque siempre supimos desde el principio que haríamos dos bodas porque su madre, sobretodo, querría ver como se casaba su hijo y sabía lo importante que era para Ubbe sus tradiciones, sus ritos para este tipo de ceremonia. Lo mejor sin duda alguna había sido tomar la decisión de hacer dos bodas y me alegraba enormemente haber ido al norte con él a pesar de aquel pequeño incidente, porque me había gustado muchísimo que me hiciera de guía y me enseñara su tierra, cada rincón de esta, cada pequeño lugar secreto y escondido en el que había aprendido mucho más de su mundo, de por qué luchaba por esas tierras, de por qué se sentía tan unido y conectado hacia el norte. Yo había quedado maravillada y encantada con lo que Ubbe me había enseñado y no dudaba que volviéramos más veces por sus tierras, al igual que esperaba poder llevarlo también a Egipto para que descubriera esa parte mágica que él no había vivido dado que nuestros pasos por Egipto fueron precipitados y llenos de peligro cada uno, el clima no era el más adecuado para un vikingo forjado en el norte pero en invierno la temperatura descendía lo suficiente para que se sintiera más cómo que no con todo el calor que habíamos tenido cuando fuimos. Quería mostrarle también que mi tierra, que difería quizás de la naturaleza salvaje y desbordante que tenía el norte, también estaba lleno de leyendas, de mitos y de magia por cada rincón aunque de forma diferente. De hecho es que no descartaba la idea de arrastrarlo allí alguna que otra vez cuando tuviera que ir cuando me mandara el museo, así podríamos revivir esas noches que pasamos recordando esos momentos que aunque no nos dimos cuenta fueron los que marcaron el inicio de todo, porque yo podía decir que había empezado a enamorarme de él la primera noche de fiesta que pasamos en Egipto con sus calles decoradas, con los farolillos iluminándolo todo, lo cercanos que estuvimos... y esa noche jamás podrá borrarse de mi memoria porque fue el inicio de todo, donde nos mostramos tal y como éramos sin pelear y sin discutir como siempre hacíamos. Seguía estando un poco nerviosa en la celebración de nuestra boda porque aunque su madre y su melliza me habían dado unas lecciones un tanto básicas mi mente, en esos momentos, solo podía estar en el hombre que tenía frente a mí pegados al altar mientras la mujer comenzaba la ceremonia. Podía jurar que no estaba prestándole toda la atención que realmente merecía pero no podía apartar mis ojos de los suyos, irradiaba felicidad por todos lados y la sonrisa que traía sumado el brillo de sus ojos era todo cuanto necesitaba comprobar para saberlo. Lo conocía bien y verlo así, verlo contento alegre y feliz era algo importante para mí después de lo que habíamos pasado, me reí cuando la sacerdotisa tenía que coger nuestros rostros para que la miráramos incapaces de apartar la mirada del otro como si hubiéramos quedado hechizados, bueno, no se alejaba demasiado de la realidad y asentí porque entendía perfectamente lo que estaba haciendo, iba a casarme otra vez bajo sus tradiciones con el hombre de mi vida al que amaba profundamente.

Ubbe me había asegurado al entrar tomados de la mando que sus padres llevaban allí un par de días preparándolo todo mientras él me enseñaba el norte, me había tenido más que engañada pero se lo pensaba pasar por alto por la enorme y bonita sorpresa que había tenido cuando llegamos a Upsala. Además me tuve que reír en su momento cuando me dijo que llevaba planeándolo toda una vida, algo que me hizo reír junto a él mientras llegábamos frente al altar. Después de las palabras de la misma fue el turno de tomar las espadas y cruzarlas una frente a la otra con los anillos de ambos en la punta bañados en sangre como mandaba su tradición, yo no entendía demasiado bien si ellos tenían la costumbre de decir los “votos” o simplemente tomaban el anillo y lo colocaban en el dedo, pero yo me vi con la necesidad de sacar lo que llevaba dentro y hacérselo saber, llevaba demasiado guardado en mi interior y quizás distara mucho de las palabras que diría una vikinga pero yo al menos hablé con lo que sentía, habíamos pasado por mucho para poder estar en ese altar en aquel lugar tan mítico como era Upsala para él y simplemente me había dejado llevar por la emoción del momento, por mis propios sentimientos. Cuando justo le ponía el anillo en su dedo todos los invitados rugieron, de esa forma como habían hecho estando fuera, logrando que riera por la forma que tenían de celebrar las cosas. Cuando fue su turno para tomar el anillo de la punta de la espada y comenzó con esas palabras fue inevitable que los invitados rugieran alzando las jarras por haberme “raptado”, algo muy típico en ellos y observé al vikingo riéndose por cómo habían respondido los invitados mientras yo me reí y negaba con la cabeza divertida por la situación, cuando se calmaron volvió a proseguir sintiendo sus dedos deslizándose en caricias lentas por mi mano para luego volver a reírme por sacar a colación mis nalgas, riéndome sin poder evitarlo divertida por ello, ¿hasta en nuestros votos las nombraba? Ese hombre tenía un problema muy sano con mis nalgas para nombrarlas incluso en sus votos, sin embargo no dije nada porque sabía bien cómo era el vikingo a la hora de expresarse y mordí mi labio observando sus preciosos mares escuchando sus palabras. Si para él yo era su todo podía decirse que para mí él también era mi todo, no podía dejar de mirarlo y morderme el labio porque cuando se ponía así me gustaba mucho y lo deseaba en esos momentos, con el traje que llevaba, con lo guapo que iba. Sus dedos se deslizaron por la brújula que se veía en mi hombro descubierto y que él mismo había tatuado esa noche en Egipto, cabía decir que era más que evidente que quería ser todo para él y que no había duda alguna para ello. Asentí rauda cuando terminó con sus “votos” mientras decía ese “sí quiero” por segunda vez en pocos meses y del que no me arrepentía en absoluto porque las cosas las tenía muy claras hacía tiempo, pero después de todo me había reafirmado en que era o él o nadie. Mientras deslizaba ese anillo con el que sí me había propuesto matrimonio haciéndome llorar nuestras bocas se encontraron en un beso ansiado mientras los invitados volvían a rugir de nuevo por el enlace, clamando también por un linaje en lo que mis manos subieron a su rostro en aquel beso para llevar mi mano a su nuca profundizando el beso olvidándome por un momento de todo y centrándome solamente en él. Al terminar solo quedaba que empezaran los sacrificios que para mí sorpresa no se hicieron dentro sino más bien fuera y miré al vikingo porque sabía que eso era cosa suya, algo a lo que no terminaba de acostumbrarme del todo. Cuando terminaron nos pasaron el cuenco fuimos los primeros en darle un trago cada uno para luego ir pasando de uno a uno dando por comenzada la fiesta.



-Te quiero
–dije antes de que los invitados empezaran con la fiesta y aprovechó para alzarme del suelo con esa forma tan típica de ponerme en su hombro dejando un azote en mis nalgas mientras me reía por ello divertida y los invitados comenzaban con la celebración, me dejó en el suelo y reí dándole un manotazo en su pecho antes de ir con los demás a celebrar. Cómo no para variar en el banquete donde estaba todo preparado acabé sentada sobre sus piernas mientras cenábamos y bebíamos, las risas sonaban por el lugar al igual que la música que lo amenizaba todo, varias hogueras prendidas iluminando el lugar con su luz. Hubo varios brindis durante la cena para bendecirnos por el matrimonio en lo que todos alzábamos las copas y bebíamos de esa bebida tan típica suya, su mano acariciaba mis piernas subiendo hasta mis nalgas mientras nos dábamos de vez en cuando de la comida que había sobre la mesa, bebiendo y riendo para luego al terminar comenzar a beber y a bailar en lo que iba pasando de mano en mano con los miembros de su familia bailando con ellos, entre risas y felicidad por doquier. Volví de nuevo a acabar frente al vikingo bailando juntos, mis dedos tomaron esa trenza que tenía para acercarlo a mí y besarlo haciendo que los que estaban cerca rugieran como llevaban haciendo toda la noche quizás sorprendiéndose en parte por ese fuego y ferocidad que mostré con el vikingo, mi lengua se abrió paso en su interior hasta dar con la suya en un beso algo más rudo, con esa forma que tenía el vikingo de besarme acercándome a su cuerpo con una mano en mis nalgas apretándome hacia él, sintiendo esa necesidad que reflejaba en su beso, las ganas que no solo él tenía sino que yo también las sentía, un beso que al separarme me dejó con la respiración entrecortada. Mordí su labio escuchando sus palabras para luego reírme por esa impaciencia tan característica en él- luego podemos ir a ese bosque, tú y yo, te tengo tantas ganas –mi mano recorrió su pecho en una caricia mientras mi aliento calcinaba sus labios- luego quiero ser tú valquiria, para montarte en ese bosque, y llevarte al Valhalla –murmuré sobre sus labios en un tono sensual y provocativo dejando un mordisco en su inferior tirando de este con mis desiertos fijos en los suyos, en esa promesa que pensaba cumplir esa noche en el bosque, justo cuando Hakon tomó mis manos apartándome del vikingo para bailar juntos haciendo que me riera sin poder evitarlo comenzando a bailar con él mientras Ubbe bailaba con su melliza. Todo eran risas y felicidad en ese momento, tanto que cuando acabé de bailar con Hakon fue que me acerqué a su madre aprovechando ese pequeño momento para agradecerle lo que había hecho ya que antes no había podido hacerlo por los nervios que llevaba encima. Sabía que ella había sido en parte la artífice de todo y con ella, por su forma de ser más cándida y que expresaba mucho más lo que sentía tal y como yo era más fácil- gracias por todo Adaline, antes no he podido darte las gracias y ahora quiero aprovechar el momento, sé que todo esto en gran parte es gracias a ti –aunque bastaba para ver lo feliz que estaba para darse cuenta de que para ella había valido la pena, ver casado a su hijo, que sentara la cabeza y con un proyecto de futuro por delante- de verdad que te doy las gracias por haber estado ahí, no solo en esto, sino por todo en general –mis manos habían tomado las suyas porque había sido también gracias a ella que había estado dándome ánimos cuando peor estaba, Erlend también pero este le pasaba como a Ubbe que era algo más parco para hablar pero que sus acciones decían mucho más que las palabras, acabé abrazándola porque como yo era muy expresiva y emocional como ella y desde el principio me había acogido con los brazos abierto, algo que agradecía muchísimo y verla feliz en ese momento a mí también me hacía feliz. También quería acercarme a su padre así que tras estar unos minutos más con su madre me encaminé hacia donde se encontraba Erlend parándome frente a él para con una sonrisa extender mi mano hacia él- ¿bailas conmigo? –Pregunté sabiendo que quizás no me diría que no por la ocasión, eso y sumado al breve empujón que le dio Ada fue lo que bastó para que terminara por aceptar mi mano y bailar conmigo, me recordaba mucho a Ubbe y les encontraba muchísimo parecido porque ambos eran parcos en expresarse, y además ambos tenían el mismo carácter- también quiero darte las gracias por todo Erlend –no quise comentar mucho al respecto- Ubbe es muy parecido a ti, tenéis muchos gestos y rasgos en común –y lo había comprobado el tiempo que había pasado con ellos- pero has criado a un gran hijo, del que estoy muy orgullosa por cómo es, y ojalá mis hijos sean como él el día de mañana, con esos valores implantados y ese carácter luchador incluso contra la adversidad. Te prometo que lo amaré y lo respetaré, al igual que prometo que espero convertirte pronto en abuelo –sonreí esperando sacar una sonrisa de ese hombre mientras bailábamos.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Mayo 30, 2018 11:28 am

No podíamos dejar de reírnos, estábamos enamorada y ahora ante mis dioses casados, no pude evitar sentarla sobre mis piernas, como si estuviéramos solos en nuestra casa, cada dos por tres abría la boca para que metiera comida, a veces me encontraba un beso, primero tierno que yo convertía en fuego bajo el rugido y los golpes de jarras de los míos.
Así eramos los norteños todo lo hacíamos apurando la vida, posiblemente porque nadie nos garantizaba que aquí siguiéramos mañana.

Mi padre deslizaba sus labios por el hombro de mi madre mientras apoyaba de vez en cuando su mentón en este y se separaba solo para dar tragos a la jarra.
Si un ejemplo tenia de lo que era e implicaba la palabra matrimonio recaía en ellos. Padre no era un hombre fácil, pero madre ademas de una santa siempre supo llevarlo, según ella decía lo mas importante era no dejarlo marchar enfadado y por Odin que en todo este tiempo padre jamas salió de casa sin solucionar algo con madre, supongo que su amor era imperecedero.

Lamí los labios de mi mujer incitándola a un beso, uno largo, profundo que enredó nuestras lenguas saqueando el interior de las bocas y cortando el aire que entre ellas quedaba cuando se enredaban fuera.
Gruñí cuando mordió mi labio inferior y un jadeo indicaba con claridad que estaba ya muy caliente de todo ,de alcohol y de ella sobretodo.

Acabamos bailando de mano en mano, aunque lo que mas me divirtió es cuando Nai estiró la mano en dirección a mi padre que miró hacia atrás como si no fuera con él y hubiera alguien mas, pero madre le dio un pujamen hasta que entre bufidos cedió.
-vamos padre, demuéstrale a mi mujer de que pasta estamos hechos -esté clavo sus ojos en los míos llevando allí sus dedos en un claro gesto de te vigilo y me eche a reír ahora sacando a bailar a mi madre que me abrazó como si aun fuera su pequeño infante.

Ella era la que mas merito tenia, ella que aguanto con valor un mundo que no le pertenecía, en cada guerra pudo perdernos a todos y estoica esperó en pie suplicando a mi padre que no permitiera que las valquirias nos arrancaran de su regazo.
Mi madre no era norteña, pero sin duda era la mas fuerte de la familia, el pilar en la que todos nos apoyábamos.

Pude escuchar a padre hablar con Nai, esta reía entre sus brazos cuando torpemente la hacia girar.
Mi padre quería nietos, él se culpaba de la perdida del bebe, seguramente porque estaba demasiado acostumbrado a protegernos a todos. Si madre era el pilar, padre era el escudo y supongo que nosotros las espadas que siempre corríamos hacia el peligro.
-Cuídalo, no siempre somos fáciles los vikingos, a veces estamos tan enfadados con nosotros mismos que no sabemos como decirlo y entonces...solo nos quedáis vosotras para aferrar nuestras manos y simplemente entender lo que nosotros no podemos y ayudarnos a levantarnos.
Guía a mi hijo con sabiduría Naitiri.

Interrumpí cogiendo a mi mujer como un saco mientras le daba un par de golpes en las nalgas.
-yo no puedo mas tengo unas ganas de montarte -dije riéndome mientras los vikingos aullaban por mis palabras -nos vamos a los bosques

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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Mayo 31, 2018 2:27 pm

Las celebraciones que hacían los vikingos para cualquier cosa siempre eran por todo lo alto, había estado en un par de estas desde que había empezado mi relación con el vikingo y siempre habían sido grandes fiestas por todo lo alto, el alcohol siempre había corrido de mano en mano igual que la comida haciéndolo todo a lo grande mientras reían y celebraban con esos rugidos tan típicos suyos cuando veían algo de su agrado. Podía entender perfectamente por qué se esmeraban tanto en esas celebraciones y lo daban todo, podía entender la forma que tenían de ver las cosas y disfrutarlas como si fuera la última vez porque para ellos su vida era más difícil y complicada que la del resto. Ellos siempre estaban en constante alerta y sus vidas se veían regidas principalmente por la batalla, eran guerreros que daban sus vidas en el campo de batalla y que al igual que hoy podían estar aquí mañana quizás no lo estuvieran... y era esa forma de vida la que hacía que todo fuera tan vívido y tan intenso, en cada pequeña celebración que tuvieran lo daban todo disfrutando como si fuera la última vez. Sus vidas siempre en constante peligro en un país que estaba en guerra y que se veía diezmado por un rey loco que quería imponer su voluntad arrasando con aquello que ellos amaban, por lo que profesaban por esas tierras... de ahí que se entregaran tanto en las fiestas y se dejaran llevar disfrutando, lo entendía perfectamente y solo hacía echar un vistazo sobre los presentes para darse cuenta de ese pequeño detalle y de la forma que tenían de disfrutar pero también de vivir la vida. Yo estaba disfrutando muchísimo con la celebración y me reía sin poder evitarlo por los rugidos que hacían cada vez que veían algo que les gustaba o que era muy típico de ellos, como por ejemplo el hecho de estar sentada sobre las piernas de mi marido mientras nos dábamos de cenar y cada vez que nos besábamos se oían a ellos de fondo en lo que alzaban sus jarras y bebían. Eran rudos hasta para eso pero nadie decía que eso tuviera que ser malo y yo no lo veía así tampoco, me hacía gracias que rugieran todos a una en lo que el vikingo me besaba de esa forma que tanto me gustaba y que me dejaba con la respiración entrecortada, evitaba mirarlos porque me daba cierta vergüenza que Ubbe bien sabía y conocía y me sobraba con escucharlos para imaginármelos, provocando una pequeña risa que moría contra los labios del vikingo sin separarme de su cuerpo en lo que seguía sentada sobre él lo que duraba la cena, y lo cierto es que estaba tan centrada en disfrutar del momento que ya no sabía dónde había quedado esa vergüenza que a veces tenía, quizás el vikingo se había encargado de domarla o es que me sentía tan a gusto entre ellos que simplemente no pensaba en nada y solo disfrutaba. Tampoco quería pensar demasiado en el motivo por el que ellos disfrutaban tanto en las celebraciones y vivían al límite porque eso sería pensar en que vivían por la batalla y eso era algo a lo que no estaba acostumbrada, y eso se vio reflejado en lo mal que lo pasé cuando el vikingo se fue a esa misión en la que me faltaron uñas y cada segundo era como un tormento, así que no quería ni imaginarme lo que tuvo que ser para Adaline en su momento y le daba las gracias por ayudarme también con eso cuando me acerqué a ella, porque entendió por lo que yo estaba pasando en esos momentos. Con ella hablar las cosas era muy fácil por lo abierta y cándida que era, sin embargo Erlend era igual que el vikingo siendo algo más parco en sus formas de hablar pero sin embargo ellos decían mucho más con sus formas de ser.

Por eso lo había sacado a bailar tras la cena aunque él en un principio hizo como que no iba con él la cosa evitando seguramente tomar mi mano a toda costa, pero si lo hice fue porque pensé que no me diría que no en esa noche de celebración y el pequeño empujón de Ada fue lo que lo hizo terminar por tomar mi mano entre bufidos que me hizo reír porque me acordaba de cuando Ubbe aceptaba a regañadientes poner la mesa, hasta en ese eran iguales. Las palabras de su hijo fue lo que provocó que lo mirara mientras este se reía quizás porque sabía perfectamente cómo era su padre mientras él sacaba a bailar a su madre que se notaba lo contenta y feliz que estaba. Sabía lo mal que lo había pasado Erlend con la pérdida que había sufrido y en parte también sabía que inconscientemente se hacía culpable de lo ocurrido aunque ninguno teníamos la culpa, ni siquiera yo y eso había tardado en verlo... por eso había hablado con él en su momento para hacerle ver que todo estaba bien y que ni Ubbe ni yo lo hacíamos culpable de lo ocurrido. Dejé que fuera él quien me guiara en el baile mientras sonreía divertida porque sería la primera y la única vez que lo viera hacer algo así y disfruté del momento, del buen ambiente que había en el lugar con las risas de fondo mientras la música sonaba. Seguía convencida de que eran los dos muy parecidos, reí cuando intentó hacer que girara de una forma un tanto torpe en lo que escuché la risa del vikingo que estaba cerca de nosotros bailando con Adaline, parecía que el que más disfrutaba de ver a su padre bailando era él y le saqué la lengua porque parecía como un niño pequeño y luego le mandé un beso que le hizo reír para centrarme de nuevo en bailar con Erlend esa vez llevando algo más el ritmo yo reconduciéndolo un poco sabiendo que lo soltaría pronto porque no quería hacerlo sufrir demasiado ya que parecía no desenvolverse bien con el baile, sin embargo con una espada en sus manos era toda una leyenda y pensar en esas comparaciones hizo que me riera entre dientes. Estuve atenta a las palabras que me estaba diciendo mientras bailábamos sin borrar la sonrisa de mis labios, a él le costaba también expresar las cosas pero por sus palabras supe lo que trataba de decirme aunque lo hiciera a su manera, porque él sabía al igual que yo que Ubbe y él eran exactamente iguales en ese sentido y de ahí sus palabras dándome ese consejo, uno que escuché y grabé en mi mente. Entendía lo que me estaba diciendo porque de alguna forma ya me había pasado con el vikingo, sabía leer lo que le pasaba a su hijo con tan sólo mirarlo a los ojos porque aunque no supiera expresarme lo que sentía o le pasaba sus acciones, sus gestos y sobre todo la forma de mirarme me decía mucho más de lo que él me dijera de sus labios, así que entendí lo que me dijo porque al igual que para mí era él quien podía sacarme y levantarme cuando peor estaba funcionaba también a la inversa. Acabé dándole un abrazo cuando terminamos de bailar y me dijo esas palabras hasta que me separé y lo miré a los ojos.



-Gracias por tus palabras Erlend, te prometo que lo haré... guiaré a tu hijo no solo con sabiduría, sino también con amor
–sonreí dejando un pequeño apretón en sus manos antes de soltarlo porque ya había cumplido más que de sobra bailando conmigo justo cuando el vikingo se acercaba hacia nosotros para tomarme de esa forma que ya me era tan conocida y que no me extrañó que hiciera alzándome sobre su hombro dejando un par de azotes en mis nalgas mientras me reía negando con la cabeza porque le encantaba cogerme de esa forma, para él llevarme en brazos era como toda una utopía y tenía que pedir e insistirle mucho para que lo hiciera porque lo tildaba como algo típico de “princesas de cuentos de hadas” como ya me había dejado claro en un par de ocasiones. Tras sus palabras haciendo notar las ganas que tenía de estar los dos juntos y de tomarme, haciendo que los presentes volvieran a rugir por ello y él se reía, dijo que era hora de ir al bosque para hacer aquel sacrificio a Freya y pasar allí la noche, reí por sus palabras y dejé un azote en sus nalgas por lo impaciente que era ese hombre aunque debía de decir que bastante había aguantado ya que en la cena me había dejado más que claro las ganas que tenía de perderse en mi cuerpo y tomarme- está bien, vámonos al bosque pero antes... ¿qué tal si me bajas para que pueda tomar algo de beber? Tengo la boca seca –dije apoyando mis codos en su espalda para no colgar tanto, mi pelo caía como un manto ondulado lleno de flores en el pelo en lo que esperaba que me bajara para que pudiera tomar algo de bebida, sin embargo tras su “claro” supe por el tono que no iba a complacerme tal y como yo lo quería realmente así que el muy maldito me acercó hasta donde estaban las bebidas y se giró con un “sírvete” cargado de diversión y de cierta picardía mientras se reía sin bajarme en absoluto- ¡Ubbe! –le dije riéndome por el descaro que tenía igual que el primer día dejando un par de azotes en sus nalgas- eres muy malo –dije dando un pequeño tirón a su trenza pero tomé la bebida ya que no parecía querer bajarme por el momento- podemos irnos cuando quieras –dije viendo que él también llevaba bebida y sin mucho más se giró en dirección al bosque con todo ya dicho mientras veía las caras de los presentes que seguían celebrando pero que rugían alzando las jarras mirándome mientras nos alejábamos y yo negaba con la cabeza, no sabía muy bien dónde quería o debíamos de ir así que dejé que guiara mientras a lo lejos se seguía escuchando la celebración todavía alzada sobre su hombro- Ubbe, te estás cobrando esto por la vez en que te pedí que me llevaras en brazos en nuestra boda, ¿verdad que sí? –Porque él había querido alzarme como siempre y yo le había pedido que me llevara en brazos, escuché su risa de fondo y fue toda la contestación que necesité para saber que sí, se la estaba cobrando- lo sabía, eres de lo que no hay –dije riéndome entre dientes volviendo a dejar un azote en su trasero. La verdad es que yo también quería estar con él a solas y disfrutar de esa noche juntos, celebrarlo y disfrutarlo a nuestra manera y con el alcohol que llevaba en el cuerpo con ese puntillo que según él había dicho en varias ocasiones le gustaba verme así aún más le tenía ganas. Por fin tras adentrarnos un poco en el bosque y sin saber dónde nos encontrábamos exactamente me dejó en el suelo, mi mano acarició su mejilla y elevé mi rostro para buscar sus labios con los míos dejando un mordisco en su inferior que lo hizo gruñir contra mis labios provocando que riera entre dientes por las ganas que se notaba que me tenía, me gustaba cuando me deseaba de esa manera y yo estaba a la par que él en esos momentos. Me giré para saber dónde estábamos y darme cuenta de que parecía que habían “arreglado” aquel pequeño lugar en el bosque donde cerca se podía ver un claro si bajabas un poco la colina y donde se veían las estrellas en el firmamento, observé el lugar y supe que él había tenido algo que ver con el lugar por lo que sonreí y me giré para mirarlo dejando mi mano en su pecho- así que, ¿hasta esto tenías preparado? Creo que me he perdido muchas cosas porque no me he enterado de cuándo pediste que hicieran todo esto –acorté la distancia con su cuerpo dejando que nuestros pechos se rozaran con cada respiración que dábamos, mis ojos lo repasaron por entero con aquel traje que llevaba mordiéndome el labio con lo bien que le quedaba y lo atractivo que lo hacía hasta que mis desiertos subieron a sus mares- te tengo tantas ganas Ubbe –dije sobre sus labios en lo que nuestros alientos se mezclaban, mordí su inferior llevando mi mano a su nuca acariciándola, para luego terminar llevando mis dedos a la trenza que llevaba- sé que tenemos que hacer una ofrenda a Freya antes de dejarnos llevar y quiero hacerla contigo –siempre había sido reacia a ver los sacrificios que hacían pero si le había dicho eso era por el hecho de que viera que estaba implicada no solo en su cultura, sino también para que viera que tenía ganas de que aquello funcionara, de que con el sacrificio y las leyendas que habían entorno al bosque se cumpliera y pudiera ser cierta la visión que tuve en la aldea- te quiero Ubbe, te deseo y te necesito –mordí su labio inferior y luego rocé mi nariz con la suya- quiero hacerte mío, disfrutar de este momento y que luego me hagas tuya –aseguré pegando mi cuerpo al suyo- esta noche lo quiero todo de ti.
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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Jun 04, 2018 9:21 am

Mi esposa, muy practica en sus ideas como siempre, me pidió que la bajara par beber, pero se equivocaba si pensaba que iba a tenerlo tan fácil, mi sonrisa se ladeó picara mientras sentía la cascada de mi mujer roza mi culo y su risa perderse a mi espalda.
-Claro egipcia
La acerqué a la bebida y le pedí que se sirviera mientras esta boca abajo negaba sabiendo que ni por asomo iba a librarse de mi tan fácilmente. Siempre me pedía que la llevara en brazos y que para nuestra boda tenía que hacerlo, así que solo cumplía sus deseos, bueno, mas bien los míos, pero eso no venia la caso.

Cuando terminó de beber emprendí el paso hacia la puerta mientras todos jaleaban nuestros nombres sabiendo bien que pasaría en esos bosques donde sacrificaríamos un animal para que la diosa Freya nos bendijera con una gran descendencia.
Para nosotros los vikingos el linaje lo era todo, así que este acto era muy importante, sabía que ella no comulgaba con los sacrificios, pero para mi era una tradición, puede que barbara, pero mía, de mi pueblo, por y para mis dioses.

Sin bajarla en ningún momento y dándole manotazos en esas dos enormes posaderas que se gastaba y que  mi me volvían completamente loco llegamos a un claro iluminado, esta me miró fijamente con una sonrisa preguntándome desde cuando lo tenía preparado.
-¡Juro por Odin que esto no lo hemos ganado a las catas -apunté estallando en carcajadas animado por el alcohol y feliz porque por fin ante mis dioses y por mi rito ella era mía.

La bajé para enfrentarla, su aliento golpeaba el mio en una caricia fantasmagórica, convertidos en cíclopes e incapaces de borrar la sonrisa nuestra nariz se rozó para después unirse nuestras bocas hambrientas de deseo.
Si el besó empezó tibio como una caricia, se tornó fuego en cuento mi lengua saqueó su boca con osadía, gruñidos y nuestros cuerpos buscándose como  imanes.
-jeg vil ha deg -susurré con la voz ronca contra su boca -jeg elsker deg.

Ella sonrió contra mis labios, enredando sus dedos en la trenza que caía por mi espalda.
-Min doom -sonreí de medio lado -esa fue la primera frase que padre le dijo a madre antes de hacer el amor sobre la arena de la playa. Significa “mi perdición” y de alguna manera, tu eres la mía.
-Mitt kompass, min måte -susurré deslizando mis dedos por el tatuaje que yo mismo había marcado con tinta sobre su piel -mi brújula, mi camino.

Cogidos de la mano nos acercamos al palo donde atada de una soga estaba una cabra. Coloqué el cuenco y saqué la daga de mi bota hundiendo mis ojos en los desiertos de la egipcia.
-¿preparada? -pregunté esperando su afirmación.
Cuando llegó sujetando al animal por los cuernos ajé su yugular llevando hacia el cuenco el chorro para repletarlo.
La bestia daba sus ultimas bocanadas de vida entre mis brazos mientras la sangre manchaba de ríos carmesí mis manos.
-Nos bendecirán con un fuerte linaje, hijos Nai, seremos padres.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Jun 05, 2018 1:56 pm

Era imposible no reírme en esos momentos cuando el vikingo se comportaba de esa manera y hacía esas cosas cuando sabía que no iba a bajarme al suelo tan rápido y así porque así, igualmente lo intenté pidiéndole que me bajara para que tomara algo para beber pero él hico caso omiso y conforme me tenía cogida me acercó hacia donde estaba la bebida para que la cogiera mientras se reía entre dientes por su forma de proceder, algo que me causaba la risa y que dejara algún que otro azote en su trasero como respuesta a ello, sin embargo cogí la bebida porque era cierto que tenía sed antes de irnos y solamente cuando la acabé estando sobre su hombro de esa forma fue que nos marchamos al bosque no sin antes de que los invitados comenzaran de nuevo a rugir, como habían estado haciendo toda la noche, ya que era más que evidente lo que íbamos a hacer en el bosque y para ellos en el sexo no había tabú alguno e incluso parecían hasta animarnos lo que provocó que negara con la cabeza divertida mientras los perdía de vista ya que al estar sobre el vikingo de esa forma podía ver sus caras mientras nos miraban y alzaban sus jarras en nuestra dirección. Durante todo lo que duró el camino hasta donde pasaríamos la noche en el bosque supe que el vikingo no iba a bajarme en ningún momento, sabía que lo estaba haciendo como cobrándose el que me hubiera cogido en brazos en nuestra boda ya que se lo había pedido por activa y por pasiva en París para que no me cogiera como a un saco, y aunque lo hizo a regañadientes me dejó en ese momento claro que a él le gustaba más tomarme de esa forma para ir dejando algún que otro azote en mis nalgas, cosa que hizo durante todo el camino y que me provocaba la risa. Acabé apoyando los codos en su espalda para no dejarme caer tanto, mi pelo caía por uno de mis hombros como una cascada llena de flores y también dejé algún que otro azote divertida por la situación porque ya sabía e intuía que haría algo como eso, lo conocía demasiado bien como para saber que desde que me tomó no me soltaría hasta llegar al claro donde pasaríamos el resto de la noche. Según contaban las leyendas las parejas de recién casados que hacían una ofrenda a Freya y pasaban allí la noche teniendo sexo eran bendecidos con un linaje, y sabía que no había nada que pudiera hacer más feliz al vikingo que precisamente eso: tener a nuestros hijos. Yo quería pensar que la visión que había visto en aquella aldea era cierta, que se cumpliría y que sí tendríamos a nuestros hijos por lo que si para ello tenía que hacer un sacrificio, con lo que me estaba acostando aceptar esa parte de sus tradiciones y costumbres porque era muy diferente a la mía, lo haría para que él viera que me implicaba en nuestra relación, que aceptaba su cultura y la hacía como parte de la mía porque ahora los dos éramos como uno solo a pesar de las dos culturas a las que pertenecíamos ambos. Y eso era algo que tenía muy claro y que quería hacerle ver a él también, porque para él era importante y eso significaba que pasaba a ser igual de importante para mí.

Llegamos por fin al claro donde pasaríamos el resto de la noche y reí por sus palabras notando el tono que tenía el vikingo y que era provocado por el alcohol, aunque yo no es que pudiera decir que no llevaba ya el punto pillado, ese que muchas veces él me había dicho que le ponía cuando me veía de esa forma porque resultaba ser “graciosa”. Negué con la cabeza viendo el lugar un poco preguntándome cuándo habían preparado todo aquello y en qué momento él se lo habría dicho porque yo no me había enterado en ningún momento, me había distraído tanto con el viaje que no me había enterado de nada. Dejé un último azote en sus nalgas, que me devolvió dejando un par en las mías provocando mi risa hasta que finalmente me bajó dejándome frente a él, nuestros cuerpos se rozaban levemente en cada respiración que dábamos, nuestros labios también se rozaban de una forma efímera ante la escasa distancia a la que estaban, su nariz rozó la mía mientras sonreíamos conscientes de todo en esos momentos, de que era completamente suya ahora sí incluso bajo sus leyes y sus dioses. Mi mano subió por su pecho hasta dejarla en su nuca y por fin nos besamos, al principio de forma lenta y sentida que conforme fueron pasando los segundos el beso se tornó en lo que éramos ambos: en puro fuego. Esa manera en que tenía el vikingo de besarme, de arrasar con todo a su paso y adueñarse de mi boca me encantaba y me dejaba sin respiración cuando nos separábamos, mordí su inferior con cierta diversión al separarnos y escuché sus palabras susurradas contra mis labios haciendo que sonriera por ello, mi mano había bajado hasta tomar su trenza entre mis dedos cuando volvió a repetirme que me quería provocando que volviera a tomar sus labios porque él bien sabía lo mucho que me ponía cuando me hablaba de esa forma, con ese tono ronco y sexy que se gastaba. Al separarnos de nuevo volvió a hablarme con ese tono pronunciando dos palabras que hizo que sonriera observando sus mares por el significado de estas, “min doom”, dos palabras que hizo que me mordiera el labio porque si para él yo era su perdición estaba más que claro que para mí él también lo era. Según lo que me había contado su padre le había dicho esas mismas palabras a su madre y que ahora él me decía a mí porque también era su perdición. Sus dedos repasaron el tatuaje de la brújula que me había hecho una noche en Egipto, una brújula que no solo me había guiado a mí sino que también lo había guiado a él a mi camino... porque eso es lo éramos el uno para el otro: nuestra brújula, nuestro camino y nuestra perdición más absoluta. Me encantaba cuando se ponía de esa forma conmigo, cuando me decía esas cosas pero sobre todo cuando empleaba ese tono que tanto me ponía y que él sabía perfectamente porque se lo había dicho en varias ocasiones y que era como un “as” en su manga que utilizaba bien para jugar a su favor. Mi otra mano se deslizó por su pecho ascendiendo de forma lenta entre caricias, mi nariz rozó la suya y sonreí contra sus labios mordiendo estos para luego lamer con mi lengua el lugar que había apresado entre mis dientes
.


-Creo que acertamos demasiado cuando me hiciste la brújula en su momento, recuerdo que mientras me tatuabas me dijiste “encuéntrame” como si tú también fueras a la deriva en ese momento, desde entonces todos y cada uno de mis caminos han empezado y acabado contigo, desde el punto de partida hasta el mismo final. Te quiero y sé que esto no ha hecho más que empezar, que nuestro camino empieza de verdad ahora que estamos casados bajo tus dioses pero estoy totalmente convencida de que no quiero recorrer el camino con nadie que no sea contigo, min doom –dije sobre sus labios repitiendo sus palabras porque para mí él también era mi perdición en todos los sentidos, porque o era con él o no era con nadie. Volví de nuevo a besar sus labios antes de decirle que haría ese sacrificio con él para que viera mi implicación, así que tomó mi mano y nos acercamos hasta donde estaba la cabra que ofreceríamos a Freya como sacrificio, sabía que me iba a costar un poco pero lo cierto es que no había nada que no hiciera por ese hombre. Él sabía demasiado bien que esas cosas me costaban un poco, no las juzgaba, pero sí era cierto que al no estar acostumbrada y ser algo tan “fuerte” de ver al menos para mí me costaba un poco. Sus mares subieron a mis desiertos esperando al momento para que estuviera preparada, tomé aire y cogí al animal para que no se moviera teniendo todo preparado, no me fijé en cómo hacía el sacrificio pero no solté mis manos en ningún momento hasta que el cuenco que habíamos puesto se hubo llenado como parte de la ofrenda del sacrificio, mis desiertos fueron hacia los mares del vikingo cuando dijo que nos bendecirían con un linaje y sonreí porque sí lo creía, creía en esa visión que había tenido de él sosteniendo a nuestro hijo en brazos y alzándolo en volandas- estoy convencida de que así será, de que mi visión era cierta y creo en ella Ubbe; te veré alzando a nuestro hijo en volandas y tenerlo entre tus brazos –la ofrenda ya estaba hecha a Freya como parte de lo que teníamos que hacer, tomé sus manos entre las mías y tiré de él para acortar la distancia buscando sus labios para fundirnos en un beso, de esos que me dejaban sin respiración mientras nuestros cuerpos se buscaban con deseo pegándose al otro- ven conmigo –me giré sin soltar su mano para volver donde me había dejado en el suelo y estaba todo preparado, me giré de nuevo para enfrentarlo- ahora toca cuando te hago mío –dije con una sonrisa recorriéndolo con la mirada, mordiéndome el labio cuando al final mis desiertos se quedaron en sus mares y me reía entre dientes- eres un tramposo, ¿lo sabías? Sabes lo mucho que me pone que me hablas así y lo haces de forma totalmente deliberada.... me encanta –alcé mi rostro para que mis labios rozaron los suyos, morderlos pegando mi cuerpo al del vikingo con mis manos recorriendo su cuerpo, comencé a bajar por su cuello recorriéndolo dejando un par de mordiscos en el lugar en lo que mis manos desabrochaban el enganche de sus pieles dejando que esta cayera al suelo restándole ropa- ups, creo que se ha caído –dije en un tono inocente como si yo no lo hubiera provocado y reí sobre su cuello para dejar otro mordisco entre risas y de nuevo subir a sus labios para mirarlo- no sabes la suerte que tengo de estar casada contigo y ahora sí eso te convierte en mío por completo –mordí su labio inferior tirando de este encarcelándolo entre mis dientes para luego lamer dicha zona- sé que muchas desearían estar en mí lugar, pero solo yo he sido capaz de atrapar a este general en mis redes –sonreí observándolo porque puede que él no se diera cuenta, pero yo sí me había dado cuenta de las miradas que le lanzaban las mujeres y por Ra que las entendía, sin embargo no me molestaba porque sabía lo que había entre ambos- eres mío por para y siempre, el único hombre al que he amado y el amor de mi vida... te he estado esperando por mucho tiempo Ubbe, así que bendigo a los dioses por ponerte por fin en mi camino –mi nariz rozó la suya sin apartar mis desiertos de sus mares- sabes que siempre había querido formar una familia y ya había perdido toda esperanza de ello hasta que tú apareciste, quiero tener a nuestros hijos, criarlos juntos, que crezcan siendo felices dándoles lo que a mí me arrebataron, metiéndose en líos como hacía su padre de pequeño y que ya he asumido que va a suceder –sonreí recordando las historias que me había contado de cuando él era pequeño y los líos en los que se metió- te quiero Ubbe, y aunque te lo dijera mil veces jamás se acercaría a lo que realmente siento por ti – acorté la distancia con sus labios para tomar su boca en un beso lleno de sentimientos pero también de pasión, mis manos se colaban bajo la ropa que llevaba y la subía sintiendo sus músculos definidos bajo la yema de mis dedos hasta que la prenda acabó de nuevo en el suelo con sus manos recorriendo mi cuerpo. Cuando nos separamos con las respiraciones agitadas por el beso le sonreí, tomé sus manos con las mías y las dejé en las mangas del vestido, llevé mi mano hacia atrás para soltarlo y que pudiera deslizarlo hacia abajo dejando mi piel al descubierto hasta que finalmente cayó por su propio peso al suelo dejándome en ropa interior, dejé que me recorriera mientras me mordí el labio y de nuevo acortaba las distancias con él- tu diosa egipcia quiere que le hagas el amor –mis labios sobre los suyos rozándose, provocándose y tentándose en lo que nuestros cuerpos se rozaban buscándose también necesitados de fundirse en uno solo- te deseo mucho Ubbe, vas a ser mío en esta noche en la que quiero todo de ti.
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Mensaje por Ubbe Cannif Jue Jun 07, 2018 3:50 am

Unté mis dedos en el cuenco y marqué su rostro de arriba a bajo con tres lineas  que empezaron en su frente, cruzaron sus labios y murieron en su barbilla.
Su sonrisa se ensanchó al ver como miraba a mi pequeña guerrera, nunca la vi con un aspecto mas salvaje que en este momento, nunca la creí mas preciosa.
Le di un manotazo en sus nalgas atrayendola contra mi, mi verga ya alzada impacto contra su vientre bajo mientras mi mujer reía por la capacidad que tenia de cortar todo momento romántico con mis ganas de sexo.
-¡Joder que culo tienes egipcia! -ladeé la sonrisa- es lo primero que te miré cuando te conocí -apunté riéndome mientras ella negaba con la cabeza.

Sus dedos ascendieron jugueteando por mi pecho hasta alcanzar el broche que soltó con facilidad cayendo la tupida capa de pieles al suelo.
Ladeé la sonrisa al escuchar que llegaba el momento de tomarme y para mi, el momento de montarla durante toda la noche hasta que el cuerpo aguantara, no habría gesta mas épica que la que hoy presenciarían esos arboles que nos rodeaban, ni el firmamento al que mi nombre se elevaría convertido en gruñidos y jadeos.

Mi mano ascendió de su enorme culo hacía su estrecha cintura hasta quedar anclada en su cuello. La atraje contra mi, mi boca chocó ansiosa contra sus belfos que se entreabrieron dándome paso. Beso húmedo, necesitado, ya acompañado de gruñidos en el que saqueé su cavidad enterrando en ella mi lengua.
-Estoy muy cachondo -aseguré separando apenas nuestras bocas antes de volver a tomarla mordiendo ss belfos, lenguas que se enredaban dentro y fuera.

Mis manos ascendieron elevando el vestido, marcando con el paso de mis dedos su piel mientras gruñí in poder disimular el grado de excitación que tenia.
-No puedo romperlo -gruñí con la voz ronca al atascarme con los innumerables botones de su espalda -a la mierda -gruñí dando un tirón y haciéndolos saltar todos ellos liberando su pecho oprimido por el corseé. Sus tetas emergieron desnudas dando un bocanada de aire al sentirse libres.

Sus pezones duros como rocas por el frio del norte me apuntaban excitandome de sobremanera, mi mano cubrió sus pechos restregando por ellos la palma, rozando sus pezones y apretando sus dos montañas.
Mis orbes tempestuosos miraban como sus aureolas se oscurecían, era mi aliento el que golpeaba sus labios al estar tan excitado en ese momento.
-Uffffff, me estas poniendo mucho.

El vestido había caído al suelo y ahora mi esposa desnuda apenas cubierta por unas bragas blancas que cubrían su coño me mostraba aquello que me pertenecía.
Nai sonreía al ver como me tenia, lo que su cuerpo en mi despertaba y borrachos como estábamos su cuerpo se tambaleó ligeramente frente al mio excitandome mas si es que eso era posible en este momento.
-Ufffff
La giré con brusquedad, mi diestra se paseó por su monte de venus colando mis dedos por la tela de su ropa interior.
Mi aliento golpeaba su oído al tiempo que mis dedos abrían sus labios bajos recorriendo los pliegues de su centro completamente empapados.
-Estas muy cachonda, muy mojada egipcia -aseguré metiendo dos de los dedos en su caverna chapoteando en ella.
Los hundí hasta que mis nudillos hicieran tope y aun así, no era bastante, quería follármela pero de todas las maneras.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Jun 09, 2018 1:56 pm

Éramos felices y solamente hacía falta vernos en esos momentos para darse cuenta de lo que nuestros ojos, así también como nuestras sonrisas, expresaban tras haber hecho el sacrificio a Freya terminando así y dando por finalizado el sacrificio como pago a que nos bendijera con un linaje, como si fuera lo único que quedara por hacer de “oficios” en esa boda que habíamos hecho en el norte cumpliendo con las tradiciones del vikingo. Ya habíamos hecho todo lo que teníamos que hacer y solo quedaba a partir de ese momento disfrutar de la noche que teníamos por delante, del uno del otro, del momento que teníamos y entregarnos para que Freya nos bendijera con un linaje que tanto queríamos y que se nos había sido negado hasta el momento. Yo no tenía ninguna duda de que lo que había visto en aquella visión en la aldea se haría realidad, estaba convencida que con lo que habíamos hecho sería suficiente para que pudiéramos tener a nuestros hijos tanto como queríamos los dos, tanto como lo deseábamos. Lo miraba a los ojos frente a mí y no había duda de lo feliz que estaba, más allá de lo que hubiera bebido de alcohol entre jarras y jarras, sino por ese brillo característico que habían acompañados sus preciosos mares a lo largo de la noche, mares que siempre me tenían enganchada y que me gustaba quedarme perdida en ellos porque muchas veces me decían más que lo que el vikingo pudiera decirme de palabra, decían que “los ojos eran el espejo del alma” y no tenía duda de que con el vikingo muchas veces pasaba exactamente eso. Mis dedos recorrieron su rostro en lo que sus mares se perdían en mis desiertos y sonreí porque por fin podríamos disfrutar los dos solos de esa noche, lo tendría solo para mí después de que sus primos se lo hubieran llevado para celebrar y me hubieran dejado preparándome el resto del día. Llevábamos unos días en lo que todo estaba perfecto, aquel viaje había sido una de las mejores ideas que habíamos tenido y me alegraba que concluyera casándonos en Upsala, pasando la noche en el bosque como mandaba la leyenda que había sobre dicho lugar. En esos momentos solo quería disfrutar de él y de la noche que aún teníamos por delante, perderme en su cuerpo sin prisa alguna y recorrerlo marcándolo como mío porque así es como era exactamente: mío. Quería que ninguno de los dos pudiéramos olvidar esa noche y quería tomármela con calma aunque esa palabra no fuera compatible con Ubbe, y menos en esos momentos en los que las ganas habían sido contenidas durante toda la noche hasta que por fin dejamos al resto y nos perdimos por el bosque, ya me había dicho varias veces las ganas que me tenía y conociéndolo era posible que la calma no dominara esta noche que teníamos por delante. Mis dedos también se mancharon con la sangre que había en el cuenco y dejaron unas marcas en su rostro que según lo que él me había dicho con anterioridad significaban fidelidad y fertilidad... aunque de la primera no era algo que me preocupara en absoluto, y eso también se podía aplicar al vikingo porque por mi mente no pasaba pensamiento de ningún hombre salvo del que tenía frente a mí en esos momentos.

Dejó un azote en mis nalgas aprovechando para pegarme a su cuerpo restando la nimia distancia que había entre ambos, podía sentir su miembro contra mi vientre y alcé mi rostro para observarlo mejor en lo que mi mano se quedaba en su nuca dejando pequeñas caricias mientras era inevitable que sonriera mordiéndome labio porque tenía la capacidad única de sacar siempre a colación sus ganas de sexo aun cuando me estaban quedando unas palabras muy bonitas. Me reí cuando habló de mis nalgas y que ya era sabido que era la parte que más le ponía de mi cuerpo mientras me afirmaba que era lo primero en lo que se había fijado cuando me conoció, haciendo que riera y negara con la cabeza porque ese hombre no tenía remedio alguno, de hecho es que no me extrañara que fuera así porque de todo mi cuerpo era de lo que parecía tener una cierta obsesión sana que a mí me provocaba la risa sin poder evitarlo. Mis dedos habían ascendido por su pecho de forma lenta sobre la tela de su ropa hasta que le había quitado el broche provocando que la capa de pieles que llevaba cayera al suelo, mis dedos no perdieron tiempo y se colaron por la camisola que llevaba ahora sí tocando su piel bajo la yema de mis dedos mientras él ascendía su mano de mis nalgas pasando por mi cintura, ascendiendo por mi espalda donde sentía su palma en una caricia hasta llegar a mi nuca y acercarme con fuerza a su rostro para unir nuestros labios en un beso húmedo y cargado de necesidad que mostraba cómo estábamos ambos. Como ya era de costumbre no tardó en abrirse paso entre mis labios con su lengua conquistándolo todo, arrasando con todo hasta que mi lengua fue al encuentro donde la suya quería conquistar y arrasarlo todo como buen vikingo que era, provocándome un jadeo que murió en aquel beso. Solo cuando nos separamos por falta de aire, como siempre me dejaba cada vez que me besaba de esa manera que tanto me gustaba, aproveché para sacarle la camisola por su cabeza tirándola al suelo antes de que acortara distancia mordiendo mis labios, tirando de estos momentos antes de volverse a perder en mi boca. No hacía falta que me asegurara lo caliente que estaba, las ganas que tenía porque podía sentir su miembro presionando mi vientre pegada a su cuerpo enredados en aquel beso. Sabía que era muy probable que, en el estado en el que se encontraba, terminara por romper el vestido y tampoco era algo que quisiera que hiciera pero que apostaba porque pasara porque cuando estaba así de esa forma no podía controlarse. Lo cierto es que yo también estaba más que deseosa de tenerlo y las ganas me ponían, aparte de eso había bebido algo durante la celebración y eso había aumentado mis ganas estando algo más “achispada” que me hacía más divertida y en un estado en el que me costaba más negarme a ciertas cosas, o eso es lo que él me había dicho en varias ocasiones así como que le ponía verme en este estado, pero sí era cierto que mi cuerpo ardía igual que el del vikingo en esos momentos. Me aseguró que estaba muy cachondo en el breve tiempo que separó su boca de la mía y aun con el beso sonreí recorriendo su pecho desnudo con mis dedos creando figuras sin patrón.


-Y eso que ni siquiera he empezado contigo, vikingo –murmuré sobre sus labios separándome apenas unos segundos para tomar aire. Sus manos ascendían por mis muslos marcando mi piel a fuego con cada caricia subiendo el vestido, para cuando llegó a la espalda con todos los botones que había supe que ahí iba a tener un pequeño problema. Aseguró que no quería romperlo en lo que mordía su labio inferior- Ssssh, tranquilo vikingo... no tenemos prisa –pero si algo caracterizaba a Ubbe era precisamente eso: que la calma no iba con él y menos en ese estado- déjame a mí para que... –no me dejó terminar la frase, ni siquiera me dio tiempo a llevar mis manos a la espalda cuando un “a la mierda” brotó de sus labios en un gruñido para dar un tirón brusco que rompió los botones haciéndolos saltar de forma que el vestido sin sujeción cayó al suelo, un ligero jadeo salió de mis labios al verme libre de la opresión del corsé mientras respiraba un poco agitada por haberme dejado sin respiración tras el beso. Casi desnuda frente a él no tardó en llevar sus manos a mis pechos, con los pezones erizados por el frío y por lo caliente también que estaba que él se encargó de acariciar con la palma de sus manos, mordí mi labio elevando ligeramente mi rostro por el placer que me provocaban sus caricias, rozándose con la palma de su mano pero también apretando mis pechos con sus manos mientras sus mares estaban fijos en mis pechos y su aliento golpeaba mis labios sintiendo su respiración rápida y caliente diciéndome lo mucho que le ponía- y más te voy a poner cuando empiece contigo, esa es mi intención –murmuré en un tono bajo y provocativo sobre sus labios. Sus ojos ahora repasaban mi cuerpo semidesnudo cubierto solamente por unas braguitas blancas que pronto desaparecerían. Me encantaba la forma en la que el vikingo reaccionaba por mi cuerpo, lo que era capaz de provocar en él sin siquiera tocarle, como respondía a mi cuerpo y lo despertaba en todos los sentidos, eso hizo que me riera provocando que me tambaleara ligeramente frente a él escuchando su tan típico “uffff” que me hizo reírme un poco más para que me tomara entre sus manos, me girara pegándome a su pecho, y sus manos bajaron por todo mi cuerpo pasando por mis pechos donde pellizcó mis pezones hasta bajar su mano a la altura de mi sexo, sus dedos se colaron bajo la prenda para acariciar mi sexo húmedo y mordí mis labios por el placer que sentí por su caricia. Su aliento golpeaba en mi oído, separé mis piernas para darle un mejor acceso en lo que él recorría mi sexo con sus dedos jadeando por lo que me hacía sentir, cerré los ojos dejándome llevar por él y reí entre dientes por sus palabras que eran totalmente ciertas- es el efecto que tiene mi marido sobre mí... –jadeé para luego sentir un par de dedos hundirse en mi interior arrancándome un gemido de placer, apoyé la cabeza en su hombro mientras su otro brazo rodeaba mi cintura para mantenerme pegada a él. Notaba que metía los dedos tanto como le era posible- Ubbe –gemí aferrándome al brazo que me sujetaba y la otra fue a su pelo enredando allí mis dedos, movía sus dedos de forma implacable entre jadeos y gemidos que salían de mis labios, tomé su trenza entre mis dedos y di un pequeño tirón para que acercara sus labios a los míos y me besara loca por el placer, perdida entre sus caricias con las piernas temblándome hasta que sacó sus dedos y mordí su labio inferior con fuerza con la respiración agitada, mucho más caliente tras haberme dejado con todas las ganas- vikingo malo.... –murmuré dejando un beso en sus labios para girarme quedando de cara a él, tomé la mano que me había otorgado placer y llevé los dedos a mis labios para lamerlos y posteriormente meterlos en mi boca, de manera sensual y provocativa, con mis desiertos clavados en sus mares como si fuera otra cosa lo que tuviera en mi boca.

Tras limpiarlos dejé un pequeño mordisco en sus yemas, solté su mano para acercar mi rostro al suyo y volver a besarlo de nuevo enredando nuestras lenguas, estando los dos más que necesitados por tomarnos y fundirnos en uno solo. Tras separarme de sus labios di un pequeño salto provocando que me cogiera al vuelo sujetándome de mis nalgas, moví mi cadera rozándome con su miembro que nos hizo jadear a ambos, tomé entre mis dedos su trenza y di un tirón para que elevara su rostro y poder besarlo de forma algo ruda y necesitada, como si nada fuera suficiente. No tardó demasiado sin soltar mi cuerpo en dejarme de forma delicada sobre la capa de pieles que le había dejado y que había caído antes al suelo, su cuerpo todavía rodeado entre mis piernas y sus ojos recorrieron mi cuerpo de forma lenta como si fuera la primera vez que me veía desnuda, mi pelo como un abanico lleno de flores estaba extendido en el suelo, mis pechos alzados con los pezones tiesos y la respiración un tanto rápida. Una de sus manos fue a mi rostro acariciándolo despacio, llevó su pulgar hasta que lo puso en mis labios acariciándolos y acabé mordiéndolo y lamiéndolo sin apartar mi mirada de la suya con su sonrisa ladeada, su mano bajó por el centro de mi cuerpo provocándome cosquillas y que mi vientre se contrajera cuando pasó por el lugar hasta que llegó a la última prenda de ropa


-Rómpelas –pedí a lo que ni siquiera había terminado cuando ya lo había hecho, tiré de su trenza para pegarlo a mi cuerpo y besarlo aunque no tardé demasiado en cambiar las tornas y quedar arriba, con mi pelo cayendo hasta su pecho como una cascada- y si hoy te pidiera calma Ubbe, ¿me la darías? –Pregunté con una sonrisa ladeada- no ahora, pero en algún momento a lo largo de la noche que tenemos por delante –aclaré porque ni yo quería calma en esos momentos en que lo necesitaba- y si quisiera llevar el control por un momento aunque fuera solo una vez, ¿te dejarías llevar y no intentarías imponerte como siempre haces? –Mis dedos recorrieron sus labios sin dejar de sonreír, incluso me reí entre dientes porque a ese hombre ni yo conseguía dominarlo en la cama- oh vamos, ¿ni en mi noche de bodas? –Reí divertida porque aunque me dijera “puedo intentarlo” ese hombre y el que mandaran sobre él, así como ir calmo, era algo imposible- lo comprobaremos... –lo dejé ahí en el aire antes de inclinarme y besar sus labios, dejé un mordisco en su inferior y comencé a bajar por su cuello besándolo, mordiéndolo y marcándolo con mis dientes porque era mío. Bajé hasta su pecho donde repetí la misma operación e incluso en sus pezones mientras bajaba por sus músculos definidos, mordí la tableta de su vientre en lo que mis manos desabrochaban su pantalón y lo bajaban quitándoselo, lamí su ombligo hasta llegar a su cadera donde mordí su hueso mientras mis dedos se colaban por su prenda y la bajaban liberando por fin su miembro que se alzaba ante mí, duro y brillante con un par de gotas que caían de su glande las cuales lamí en lo que mis dedos tomaban su tronco comenzando a deslizarse por este, lamí cada uno de los lados de su tronco para que mis dedos se deslizaran mejor por este para volver a su glande donde lo lamí de nuevo y dejar mi aliento contra la zona húmeda. Mis dedos seguían subiendo y bajando rotando mí muñeca variando de vez en cuando el ritmo, mis desiertos se clavaron en sus mares y sonreí con cierta diversión- ¿quieres que lo haga, vikingo? –Pregunté aunque estaba muy clara la respuesta, para provocarlo un poco más llevé mi boca y metí solamente la punta en esta dejando mis palmas en sus caderas conocedora de que empujaría con sus caderas, apenas un pequeño incentivo hasta que subí otra vez mi rostro- pídemelo –golpeé con mi lengua su glande de nuevo y solo cuando escuché lo que quería oír de sus labios mi boca bajó por su miembro tomándolo, escuchaba sus jadeos y gruñidos de fondo moviendo mi cabeza para darle placer, mi lengua también lo acariciaba sin perder detalle de lo que le hacía a ese hombre complacida por escucharlo gruñir mi nombre excitado, pidiéndome por más, que no parara y llevando su mano a mi pelo enredándola entre los mechones para que no cesara de otorgarle placer, algo que no iba a hacer en absoluto.
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Mensaje por Ubbe Cannif Lun Jun 11, 2018 11:17 am

Mis dedos se movían titánicos en su sexo, con urgencia los introducía hasta donde los nudillos, si algo me sucedía con ella, es que el menor roce era lava volcánica que llenaba de sangre mi abultada verga.
Mi aliento impactaba sobre la piel de su cuello, gruñí recorriendolo entre lamidas y mordidas hasta amoratarlo. Un tirón de la trenza me hizo sonreír y nuestras bocas colisionaron hambrientas enredando la lengua fuera de nuestras bocas.
-Uffffff -resoplé contra sus labios mojados con mi mimbro rezumando contra su trasero, ese que era duro y enorme y que me ponía muy burro.
-Eres la mujer mas sexy del mundo, ni las valquirias pueden competir contigo -susurré mordiendo el lóbulo de su oreja con la voz ronca.

Se giró riéndose hasta que mis océanos golpearon con su oleaje contra el desierto de su mirada, la amaba, cada resquicio de mi razón era suyo y la idea de que aquella noche fortaleciera con un linaje nuestra unión me hacia enloquecer de felicidad, de deseo y de mucho mas.
Hielo y fuego ,eso definía lo nuestro una vez aposté por domar las llamas de Egipto y hoy, allí estábamos ambos tras recorrer demasiado camino peor aun intactos.

La elevé cuando salto nuestros sexos se encontraron rugiendo y mojados se friccionaron acompasados a un movimiento rítmico.
-Te quiero -susurré contra sus labios mordiéndolos con salvajismo.
La bajé despacio hasta que ambos caímos sobre las pieles y su pelo azabache se convirtió en un abanico lleno de flores, era y estaba preciosa y mi suerte crecía con cada roce, casi como lo hacia mi envergadura rezumando liquido pre-seminal.

Nos besamos con ansia, sus dedos se enredaban en mi trenza tirando de ella para adherir nuestros cuerpos, rugí contra sus belfos, mordiéndolos, pero mi esposa no contenta me volteó quedando sobre mi verga.
Restregó su centro y de un tirón arranqué sus bragas antes incluso de que me pidiera lo hiciera. Ambos nos reímos cómplices mientras ella negaba observando mis oscuros pozos.
-¿calma? -tu has visto como palpita mi polla entre tus piernas, calma no, solo quiero follarte egipcia. -Montame, después, cuando me corra ya tendrás esa calma que me pides ahora.

Los labios de la egipcia se curvaron en una mueca de diversion, bien me conocía como para saber que no habría calma de ningun tipo, como mi ancestros yo llegaba y saqueaba todo a mi paso y en este caso era su curvilineo cuerpo.
Sus desiertos se anclaron por unos instantes en mis dos profundidades, poco a poco empezó de descender gateando por mi piel, no hubo tramo de piel que quedara frete a su rostro que no lamió o mordió.
Sonrió con lascivia al elevar su mirada hasta mis turbios mares, su aliento golpeaba mi punta que rezumaban y palpitaba al ritmo en el que sus labios se acercaban.
Lamió ligeramente la punta recogiendo las gotas que emanaban de uretra embebiéndose de mi.
-Cómemela -rugí enredando mis dedos en sus mechones de su nuca para empujarla con impaciencia hacía mi engrosada verga.

Su boca se abrio, mis caderas empujaron con ganas elevando mi trasero de las pieles meintras Nai empujaba mis caderas hacia abajo de nuevo negando ocn la cabeza mientras me recordaba eso de la calma.
-Vale, pero cómemela -pedí con urgencia mientras su risa golpeaba mi brillante polla.
Enterró mi miembro en su boca engulléndolo, llevando su lengua a la uretra para torturarla sin parar escuchando de fondo mis roncos gruñidos.
Incapaz de estar quieto la embestía al tiempo que mepujaba su cabeza mas ocntra mi pelvis.
-Ufffff -resople- sigue Nai, no pares.
Me estaba poniendo muchisimo ver como la saliva resbalaba por mi tronco mezclada ocn mi esencia y como la egipcia se atragantaba con una verga que crecía desmesurada en su boca.

Incrementó el voraz ritmo metiéndosela entera, devorándola y repasado los bordes ocn s lengua de fuego. Gruñí empujando su cabeza mas a dentro estaba a punto de correrme en su boca cuando tiré de su pelo.
-Aun no -pedí con la respiracion errática y lso labios entreabiertos -aun no egipcia.


Mis manos guiaron su cuerpo para que me diera la espada.
Uffff -resoplé la ver su enormes nalgas abiertas, su recto en medio de la trinchera y como sus pliegues acogían despacio la punta de mi verga empapada por la excitación de nuestros sexos.
Azoté su trasero pidiéndole que bajara, mis ojos oscurecidos se fijaban en como su coño enterraba mi polla dentro de sus confines en un danza de siete velos.
-Por Odin Nai, sigue pedí sin poder dejar de masajear sus cachetes y azotarlos enrojeciendolos.




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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Jun 14, 2018 3:31 pm

Si algo sabía de ese hombre y de todo lo que lo conocía era precisamente que la calma, ir lento y dejarse dominar y llevar eran cosas completamente incompatibles con el vikingo porque por más que lo había intentado, sobre todo el hecho de intentar dominarlo en la cama era más que una tarea imposible. Ni siquiera yo había conseguido que se dejara llevar con ese carácter férreo y forjado a fuego que tenía, bien sabía que me sería imposible el intentar dominarlo pero nunca perdía la fe y la esperanza y si tenía que recurrir al hecho de que era nuestra noche de bodas y alegar a eso pues lo haría, porque por una vez quería intentar dominarlo, no una dominación mala sino simplemente ser yo quien marcara el ritmo por una vez de principio a fin sin que él a mediante no aguantara más y terminara siendo él quien mandara. En lo único en que parecía mandarlo era en los asuntos de casa como por ejemplo que pusiera la mesa, que me ayudara a preparar la cena... cosas que a él no le gustaban y que yo disfrutaba viendo cómo se ponía pero en su defensa tendría que decir que siempre acaba compensándolo así que los dos salíamos ganando. Esa noche quería disfrutarla por completo, las cosas habían tomado un camino distinto entre ambos y todo estaba mejor que nunca, quería disfrutar del momento, de la situación, del lugar... del hecho de que de una forma “oficial” nos habíamos casado. Reí entre dientes divertida porque solo de verle la cara sabía que no habría “calma” ni un “tú mandas, egipcia” salir de sus labios conociéndolo tanto como lo conocía, por segunda vez nos habíamos casado y disfrutábamos de una segunda noche de bodas diferente a la primera aunque solamente por el distinto lugar. A cualquiera que le contara que me casaba por segunda vez con el mismo hombre pensaría sin lugar a dudas de que nos habríamos separado y luego nos habríamos vuelto a juntar, aunque no entenderían el motivo por el cual casarnos una segunda vez... y yo no podía estar más emocionada y contenta por ello porque aunque diferentes para mí significaban las dos lo misma y al menos yo las juntaba en una sola, porque para mí sin duda alguna era el casarme con el hombre que amaba y juntar nuestras vidas. Dos ceremonias que eran como mitades de un todo que juntas significaban lo mismo y que siempre recordaría, esta última sin duda alguna por la forma en que me lo había pedido que me arrancaba una sonrisa, con cosas así me era imposible no amarlo un poco más de lo que ya lo hacía. Ahora sí en todos los sentidos y a los ojos de nuestros dioses estábamos casados por fin, de pensar que esa noche si todas las leyendas eran ciertas podríamos tener la descendencia y bendecirnos con un próximo embarazo me hacía estar pletórica. Solo pretendía casarme una vez en la vida y no había hombre en la faz de la tierra que pudiera ocupar su puesto, no había dudas en que definitivamente era él, lo había estado esperando y todo había merecido la pena para llegar hasta ese momento, la unión definitiva. Y ahora que lo tenía bajo mi cuerpo, mirándome con esos preciosos e inmensos mares plagados de deseo, solo podía pensar en disfrutar de él y tomarlo por entero centímetro a centímetro.

Reí divertida cuando me dijo que no tendría calma al menos por el momento porque estaba demasiado caliente, encendido y necesitado como para atender a la calma como le había dicho. Mordí mi labio sintiendo su miembro duro contra mi centro sabiendo cómo estaba, un fiel reflejo de cómo me encontraba yo misma en esos momentos en los que tampoco quería calma, porque no me había entendido: no le había pedido calma ya, sino más adelante... algo que me confirmó que tendría cuando se saciara las ganas que me tenía, de querer hundirse en mi interior fundiéndonos en uno solo para solamente quitarnos un poco las ganas y luego poder disfrutar de la calma que pretendía imponer en cuanto nos relajáramos un poco, estábamos demasiado excitados y necesitados en esos momentos y nos vendría bien quitarnos esas ganas enormes e impacientes que nos devoraba a ambos por dentro. Aunque si se pensaba que así, con las ganas quemándonos por dentro como lava líquida, iba a tener piedad estaba equivocado... porque su cuerpo lo recorrí por entero con mis labios mordiendo y lamiendo hasta dejarlo desnudo, subí mis desiertos a sus mares jugando con él con su miembro alzado duro y caliente preparado para que lo tomara, pero quería una cosa; que me lo pidiera. Sabiendo mis intenciones lo hizo aunque yo lo torturaba con mi aliento y con mi lengua que repasaba su tronco, sus dedos en mi pelo para guiarme pero sonreí apretando sus caderas contra las pieles para que se mantuviera quieto, le repetí que me lo pidiera hasta que cuando lo hizo lo tomé en mi boca, engulléndolo por completo escuchando sus roncos gruñidos, sus jadeos y gemidos que me hacían sonreír viéndolo de esa forma. Era incapaz de estarse quieto por lo que movió sus caderas embistiéndome mientras sus dedos llevaban mi rostro más hacia su pelvis para metérmela hasta el fondo. Me encantaba verlo así; descontrolado, disfrutando por lo que le hacía con mi boca otorgándole placer, ver lo que era capaz de provocarle a ese hombre que se había convertido en todo para mí, sin él ya nada tenía sentido. Mordí con mis dientes su carne teniéndolo dentro de mi boca escuchando su “uffff” pidiéndome que no parara y que siguiera... no tenía pensamiento de parar, no hasta verlo culminar al menos o rogándome porque le diera la liberación y el orgasmo golpeara su cuerpo. Su miembro palpitaba en mi boca tomándolo por entero, ese hombre tan rudo en sus formas que ya me conocía demasiado me embestía de forma que a veces me atragantaba por lo profundo pero incluso así no me aparté, lamía los bordes sin apartar mi mirada de él cuando una de mis manos fue de su cadera para acariciar y masajear sus testículos sabiendo que estaba al límite en lo que incrementaba el ritmo, que pronto se correría en mi boca alcanzando así el orgasmo que necesitaba mientras yo seguía más caliente por verlo de esa forma, por hacerle aquello... pero cuando sabía que iba a correrse su mano en mi pelo tiró para alejarme de su miembro, mis ojos subieron a los suyos viendo su respiración agitada y descontrolada, su cuerpo moviéndose como si ni siquiera este estuviera de acuerdo con su propia decisión ansiando el orgasmo, pero volvió a negar con la cabeza mirándome en lo que yo enarqué una ceja recuperando también el aliento.



-¿No? ¿Aún no? –Pregunté enarcando una ceja sentándome sobre él con mis manos recorriendo su pecho que seguía moviéndose errático, sus labios entreabiertos en lo que yo lamía los míos notando todavía su sabor en estos, deleitándome en ello mirándole con una sonrisa- vaya vaya... ¿el hombre que no quería calma ahora me pide que pare? Eres una caja de sorpresas –reí entre dientes inclinando mi rostro para besar sus labios y morderlos, para cuando me separé sus manos guiaron con presteza giraron mi cuerpo dándole la espalda quedando a cuatro patas, reí porque sabía en qué parte de mi cuerpo estarían sus mares fijándose sin lugar a dudas y ladeé mi cabeza para mirarlo con mi pelo cayendo por un lado, mi sexo rozaba su miembro ambos necesitados de tomarnos y fundirnos en uno, jadeé cuando su glande recorría todo mi sexo como si de una caricia se tratase hasta que azotó mis nalgas pidiéndome que bajara, mordí mi labio volviendo a mirarlo de nuevo- vikingo impaciente –reí entre dientes descendiendo sobre su miembro notando cómo se hundía en mi interior, como mis paredes se adaptaban a este hasta quedar sentada sobre él completamente dentro, un gemido salió de mis labios por el placer de tenerlo por fin en todos los sentidos sintiéndome llena con él dentro. Me encantaba esa sensación, el escalofrío placentero que me recorría y que sólo él cuando me tomaba hundiéndose por completo me provocaba. No tardé demasiado en comenzar a moverme sobre él, mi pelo caía por mi espalda rozando a veces su pecho cuando tiraba hacia atrás la cabeza, pelo que se encargó de apartar pasándolo por mi hombro para no restarle visión alguna sin parar de moverme. Sus manos en mis nalgas masajeándolas, apretándolas y azotándolas en lo que yo incrementaba el ritmo moviendo y rotando mis caderas, a veces me inclinaba hacia delante para que tuviera una mejor vista ya que sabía que buscaba eso, llevé una de mis manos para tomar una de las suyas y subirla por mi cuerpo hasta dejarla en mi pecho, jadeé cuando lo apretó entre sus dedos y enseguida pellizcó mi pezón volviéndome loca- ¿de verdad.... prefieres ver mis nalgas vikingo? –Pregunté mordiéndome el labio ante el placer- te lo concedo.... por ahora.... aunque no te pueda ver –porque si algo me gustaba era ver sus caras de placer, apoyé mis manos en su pecho echando hacia atrás ligeramente mi espalda y ayudándome de afianzar los pies en el suelo comencé a subir y bajar sobre su miembro, sintiéndolo dentro por completo, arrancándome gemidos cada vez más rápido con su mano que además de azotar mi trasero me ayudaba en cada movimiento haciéndolo más profundo y placentero- no aguanto más –murmuré en un jadeo notando mi cuerpo arder por completo, tensarse ante la inminente llegada del orgasmo que me hizo gemir su nombre arqueándome encima de él, con mi sexo palpitando notando su miembro de forma más intensa por las contracciones placenteras, cerré los ojos en lo que él daba un par de embestidas corriéndose en mi interior hasta que quedé sentada sobre él incapaz de sostenerme por mí misma.
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Mensaje por Ubbe Cannif Miér Jun 20, 2018 6:44 am

Abrí sus nalgas viendo aquel demencial baile de caderas, mis orbes azules tenían las pupilas completamente dilatadas, rugí sin apartar mi mirada de sus pliegues que engullían mi polla una y otra vez dejándola completamente empapada por la excitación que nos traíamos los dos.
-si, egipcia, sigue -rugí azotándole el trasero sin parar haciendo sus cachetes vibrar.

Mi esposa se movía frenética, estrangulando mi falo entre sus paredes calientes y mojadas, estaba muy cachondo.
-Ufffff -resoplé al ver como giraba su tronco para mirarme tirándose de los pezones, torturándose las tetas y llevando mi mano cóncava contra ellas para que las apretara.

Tomé la botella del suelo para dar un buen traga estaba al borde del orgasmo y aquel culo no ayudaba en nada a detener lo inevitable, me esparcí en ella gruñendo, mi semen caliente y espeso inundo sus paredes que se contraían contra mi enorme polla llena de sangre que palpitaba escupiendo.

Mantuvimos la posición, cerré los ojos dejando escapar mi aliento contra su espalda, mi pecho subía y bajaba enardecido por la sensación de placer que corría por mis venas.
Dibujé con mis dedos el preciosos arco de su espalda, aprecié su piel de caramelo emborrachándome de esta dejando un reguero de besos.
-Eres la mujer mas bonita que he conocido -susurré dejando un mordisco en su hombro -te quiero Nai.

La egipcia se giro para dejarse caer a mi lado, mi simiente chorreaba por sus muslos mientras desnudos y abrazados bajo una cúpula de estrellas nos mirábamos besándonos y haciéndonos silenciosas promesas de futuro.
-Dame unos minutos y empezamos de nuevo -susurré mordiendo sus belfos mientras ella se reía peinando mi peno.
-Vale, quizás algo mas de unos minutos -bromeé ensanchando mi sonrisa.

Su cuerpo me convertía en un hombre impaciente, insaciable, ella era la mujer de mi vida, habíamos pasado mucho juntos y merecíamos que los dioses nos dieran una tregua, un momento en el que la felicidad marcara nuestro sino.
-Te quiero egipcia -susurré apretando sus nalgas con mis dos manos

De un tirón la subí sobre mi, ella reía sin parar dándome golpes en el pecho llamándome impaciente mientras yo colaba mi lengua entre sus belfos incapaz de dejar debesarla.
Sus dedos surcaba mis músculos, dibujaban las venas que quedaban marcadas bajo mi piel.
- que buena estas Nai -susurré dejando un mordisco en su pezón.


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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Jun 26, 2018 5:46 am

Si había algo que me gustaba era la forma en la que mi cuerpo provocaba al suyo, las reacciones que conseguía con tan solo unos roces, unas caricias... era increíble como nuestros cuerpos respondían frente al otro y la forma de arder juntos abrasándolo todo a su paso con fuerza. Aunque él también tenía esa especie de poder sobre mi cuerpo, porque con poco le bastaba para provocarme y tenerme a su merced pidiendo por más, y sobre todo desde el principio del todo siempre me había sorprendido la forma en la que su necesidad y su deseo se convertía en el mío propio, no sabía cómo lo hacía pero siempre me había dado cuenta que conseguía ese efecto en mí, hacer que su deseo y su necesidad se convirtieran de igual forma en las mías como si fuera un acto reflejo de lo que sentía el uno también lo sentía el otro. Y eso solo había ido incrementando y fortaleciéndose con el paso del tiempo, Ubbe tenía la enorme capacidad de volverme loca con apenas unos roces que me dejaban con ganas de más por lo que no era yo la única que conseguía hacer eso. Siempre con apenas una pequeña chispa habíamos provocado un incendio que nos arrasaba a ambos por completo y eso era algo que también me gustaba, apenas bastaba una mínima chispa para que todo surgiera y es que el fuego que creábamos entre ambos no era sino un símil de lo que ambos sentíamos y necesitábamos. Yo sabía que a él la calma era algo que no iba demasiado con él, un hombre tan impaciente como lo era que no podía estarse quieto ni siquiera en cuestiones de sexo y que ni yo había podido lograr llevar el control por mucho que mi cuerpo era una de sus mayores debilidades, pero a veces también me gustaba arder de forma lenta con sensaciones totalmente distintas y en algún momento de la noche cuando calmara y saciara esas ganas que tenía y de las cuales juraba que no podía ir calmo porque no estaba en él, y porque estaba demasiado cachondo para eso, le mostraría que incluso ardiendo despacio el placer podía ser igual que en una combustión rápida. Como la que estábamos teniendo ahora, lo tenía en mi interior en lo que yo le daba la espalda porque seguro que quería una buena vista de mis nalgas que tan loco le volvían, moviéndome sobre él entre gemidos placenteros por lo que me provocaba de esa forma, las corrientes placenteras cada vez que entraba y salía que en esa posición podía sentirlo dentro por completo como si me llenara y eso me arrancaba un gruñido de placer. Sus manos en mis nalgas las apretaba y las masajeaba en lo que yo subía y bajaba sobre él en un ritmo rápido, de vez en cuando dejaba algún que otro azote que me hacía jadear ante la sensación de la vibración mientras lo tomaba por completo. Él me pedía que siguiera y ¿cómo pensar siquiera en parar? Sería un delito hacerlo y en mi mente no cruzaba ese pensamiento, solo podía seguir moviéndome dejándome llevar por el placer del momento. Giré mi rostro para verlo porque me gustaba ver lo que provocaba en él solo para darme cuenta que sus ojos estaban fijos en mis nalgas, sus mares centrados en ese lugar que me hizo sonreír mientras mis manos recorrían mi cuerpo necesitada de su toque, no lo pensé cuando bajé mi mano para tomar la suya y alzarla a mi pecho para que la acariciara y la tocara mientras la otra separaba más mis nalgas para así tener una mejor visión.

Sonreí porque ese vikingo era incorregible y sus ojos no se apartaban de mis nalgas, tras dar un trago a la botella y dejar un nuevo azote en mis nalgas que me hizo gemir con fuerza su otra mano fue a mi otro pecho, acariciándolo y pellizcando mis pezones dándome placer cuando ya no aguantaba más y tras un par de movimientos más sobre su miembro acabé alcanzando el orgasmo al mismo tiempo que él también lo hacía, su cadera se movió como si me embistiera mientras lo sentía correrse y mis paredes lo apretaban palpitando con fuerza. Me quedé sentada sobre él disfrutando de la sensación con sus manos aferrando mis pechos como si no quisiera soltarme, podía notar su respiración en mi espalda que iba con rapidez igual que la mía, su frente se apoyó en esta y cerré los ojos disfrutando del placer mientras recuperábamos un poco el aliento. Sus manos soltaron mis pechos para comenzar a dibujar el contorno de mi espalda, la curvatura de esta sintiendo su dedo pasar por mis vértebras haciendo que sonriera por ello sintiendo sus labios que la recorrían también dejando besos por todo el lugar. Reí entre dientes por sus palabras con mi cabeza girada hacia atrás hasta que finalmente me moví para dejarme caer a su lado y poder mirarlo, sus brazos no tardaron en rodearme acercándome a él y fundir nuestros labios en un beso largo y sentido, mis dedos recorrían su pecho en lo que descansábamos un poco recuperando el aliento pero aun así mi cuerpo ardía de tenerlo cerca, alcé mis ojos para contemplar aquel cielo estrellado y solo bajé mi vista cuando volvió a hablarme de nuevo. Me encantaba cuando me decía que me quería, nuestro principio no es que hubiera sido fácil y el camino a recorrer tampoco fue sencillo ni fácil, habíamos pasado por muchas cosas y no pensé que cuando se cruzó en mi vida aquella noche cuando salí del museo que se convertiría en el hombre de mi vida, sin embargo ahora no podía estar más contenta de que hubiera pasado y realmente sentía que durante todo aquel tiempo lo había estado esperando a él, a que apareciera y llegara para cambiar todo mi mundo por completo... algo que no cambiaba por nada. Quizás unos vieran que era un vikingo rudo y un tanto “bárbaro”, pero bajo toda esa apariencia porque no era más que eso ese hombre había hecho por mí más que nadie en toda mi vida, me había dado más que ninguno y el sentimiento cálido que provocaba en mi pecho solamente era por él. Algunos quizás no vieran su sacrificio mientras que yo lo amaba por todo el conjunto que era, pero también porque con él me sentía completa como si fuera la pieza de mi puzle que me faltaba. Mis dedos acariciaban su rostro mientras mis desiertos estaban fijos en sus mares, esos que eran preciosos y que tanto me gustaba mirar porque lo que veía en ellos era un fiel reflejo de lo que él era y sentía. Volvió a decirme de nuevo que quizás necesitaría algo más de un par de minutos mientras yo lo miraba divertido por ello mordiendo mi labio inferior aguantando la risa.



-Eres un fanfarrón –comenté con tono divertido repasando sus labios con mis dedos en lo que él recorría mi espalda con sus dedos enredando a veces estos en mi pelo- ¿Te he dicho alguna vez la enorme suerte que tengo de tenerte? –Mi nariz rozaba la suya sin poder borrar la sonrisa de mis labios- eres el hombre de mi vida Ubbe, es como si antes de que tú llegaras nada tuviera sentido, como si cuando apareciste en mi vida me hicieras ver aquello que me faltaba –mordí su labio inferior apresándolo entre mis dientes durante unos segundos- eres la pieza clave que me faltaba para formarlo del todo, y estoy segura de que nuestros dioses nos bendecirán con lo que tanto deseamos porque tengo fe en ello, estoy convencida de que así será –sonreí para pasar mi lengua por su labio por la zona donde había mordido- solo puedo decirte gracias, por todo, aunque no lo creas has hecho muchísimo por mí en muchos aspectos y desde que apareciste cambiaste mi vida por completo, pero eso ahora no lo cambio por nada. Sé que contigo cada día va a ser como una aventura y yo quiero vivirlas todas y cada una de ellas a tu lado –volví a elevar mi rostro para buscar sus labios en un beso profundo, necesitado, sentido y húmedo que decía mucho más de lo que pudiéramos decir o expresar con palabras. Al separarnos sonreí escuchando sus palabras de que necesitaba un par de minutos en lo que mordía mis labios, sus manos habían acabado de nuevo en mis nalgas que apretaba de vez en cuando, miré sus mares cuando dijo que me quería y sonreí acariciando su rostro con mis dedos- lo sé, yo también te quiero vikingo –murmuré dejando un beso algo más breve en sus labios antes de que la impaciencia hiciera mella en él y de un movimiento me subiera sobre su cuerpo provocando mi risa mientras negaba con la cabeza- pero qué impaciente eres –comenté sin perder la sonrisa en lo que sus manos ya recorrían mi cuerpo y mordía mis labios divertido para luego besarme de esa forma que me robaba hasta el aliento. Cuando se separó me senté de nuevo sobre él y tiré de su trenza para que elevara el torso mordiendo su labio inferior con cierta diversión- ¿y ahora Ubbe, me vas a dejar un poco de calma? Arder a fuego lento tampoco es malo, y si piensas que lo es, déjame enseñarte lo equivocado que estás –murmuré dejando un beso en sus labios antes de separarme y alcanzar la botella para darle un trago en lo que él me recalcaba lo buena que estaba haciéndome sonreír, lo que no esperé es que mientras bebía mordiera mi pezón provocando que un par de gotas cayeran de mis labios y comenzaran a bajar por mi cuello y bajaban por mi clavícula dejando un pequeño reguero. Mis desiertos se clavaron en sus mares con el ceño levemente fruncido por ello pero sin dejar de sonreír- ¿lo has hecho a posta, vikingo? –Murmuré con cierto deje divertido por ello en lo que él no tardó en lamer el recorrido de las gotas limpiándolas mientras me miraba de esa forma tan pícara que me hizo reír dejando que limpiara las gotas de mi piel- eres de lo que no hay vikingo, ¿quieres emborracharme más o quieres beber directamente de mí? –No dejé que respondiera porque tiré de su trenza para que acercara su rostro y besar sus labios, sabía la respuesta sin necesidad de escucharla. Sin soltar la botella cuando me separé del beso tomé su mano solo para vaciar un poco del contenido en esta mojando así sus dedos con el alcohol- bien, eso te lo puedo conceder –dije para ahora que tenía sus dedos mojados de alcohol empezar a dejar un camino por mi piel que empezaba en mi cuello y que bajaba pasando por mi clavícula hasta llegar a uno de mis pechos, lo rodeé con el dedo para luego llevar sus dedos a mi pezón y mojarlo también con el alcohol en lo que él no apartaba sus mares del recorrido que hacía y dejaba marcado en su piel. Hice lo propio con el otro pecho y después dibujé una línea que iba por el centro de mi cuerpo pasando por mi vientre y surcando mi ombligo que se perdía justo al principio de mi sexo. Cuando terminé sus dedos que había utilizado para marcar el camino y el sendero a seguir los llevé a mi boca, lamí el alcohol limpiándolos y luego mi lengua repasó mis labios sin apartar mis desiertos de sus mares- Ups, creo que me he manchado un poco, ¿me ayudas? –comenté en un tono pícaro y provocador mordiéndome el labio en una clara invitación que no haría falta repetir porque sabía que tomaría sin duda alguna.
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Mensaje por Ubbe Cannif Mar Jul 03, 2018 3:34 pm

La risa de ambos golpeaba nuestros labios, perfilé su nariz con la mía en un gesto cálido, mientras nuestras miradas se buscaban, se encontraban y se deseaban.
-Es lo que tenemos los vikingos, que somos únicos secuestrando doncellas.
Nai no podía dejar de reír, aun con el rostro perlada en sudor, un manotazo en su culo bastó para subirla sobre mi -recuerdo las ganas que tenía de tomarte y tu ahí metiéndote en mi cama con esos camisones ¿lo hacías adrede verdad? Era tu forma de torturarme.

Tiró de mi trenza y de nuevo nuestras bocas chocaron embriagándose del baile de las lenguas que como sierpes peleaban dentro y fuera de nuestras bocas.
-Eres preciosa -susurré dejando un mordisco en sus labios.
Ella había cambiado mi vida, ella era ahora mismo el ancla que me llevaba a una vida diferente y si era verdad sentía vertido, no era menos cierto que sabía íbamos a crear algo bueno, nuestra familia.

La vida de ninguno fue fácil, ella había tenido que buscarse las vueltas, era una superviviente en un mundo de hombres, yo un guerrero, de cierto modo, estábamos hechos el uno para el oro.
Estaba orgulloso de esa mujer que ahora bebía de la botella y que con un bocado en su pezón logre que soltara un gemido y con este el alcohol resbaló por su piel marcando para mis labios un delicioso camino.
-¿no estas ya borracha de mi? -pregunté recorriendo con mis azules aquella piel de caramelo hasta perderme en el oasis de sus desiertos.

Mi esposa untó mis dedos en alcohol, al parecer se había tomad muy en serio eso de que necesitaba solo unos minutos l oque de nuevo me hizo reírme contra su boca, besarla, amarla y prometerle el valhalla.
Se dejo vencer sobre el suelo, mis músculos se tensaron cuando me convertí en su escudo, sus dedos recorrían las venas marcadas de mis brazos y de nuevo nos admiramos, nos deseamos y nos besamos hambrientos.
Su piel fue mi vaso, mi lengua recorrió cada trazo hasta que su centro se convirtió en mi todo y mi boca jugó a que las estrellas cantaran la gesta que hoy ambos nos triamos.
Los dioses desde Asgar rugieron en nuestro nombre, Freya nos concedería un gran linaje y tras una noche haciendo el amor caímos vencidos los dos sobre un lecho de hierba fresca.
Nos cubrimos con las mantas extenuados y allí dormitamos hasta bien entrado el medio día cuando hermanos, primos y otros familiares interrumpieron nuestro sueño placido.
Volveríamos todos a Akershus, Nai me había prometido unos días en el norte, así que iba a disfrutarlos antes de volver a París a formar mi vida con ella.
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