A Terrible Disaster {Ryuu}

por **Serena M. Gucci** Lun Mayo 14, 2018 5:12 pm

Hoy por la noche había recibido la noticia de que iba a liderar una investigación histórica. Estaba totalmente contenta y fascinada por tal invitación que me vestí rápidamente. Cuando terminé de vestirme y peinarme preparé una maleta pequeña de viaje para llevarla en el navío. Al ver que ya tenía todo lo que necesitaba, salí de mi enorme mansión y caminé directamente al puerto donde se encontraban atracados los navíos. Busqué mi navío correspondiente y subí sin mirar atrás.
Estaba bastante emocionada por todo aquello que no conseguía ocultar mi felicidad, pero el problema sería cuando amaneciera en aquel navío. ¿Qué haría? ¿Dónde me ocultaría para no quemarme a la luz del sol? ¿y si me descubrían? ¿Me matarían? Muchas cuestiones rondaban mi cabeza en aquel preciso momento, pero intenté tranquilizarme y pensar positivo.
Ya estando a bordo del navío y como el navío era enorme, decidí dar un pequeñito paseo por la cubierta para conocer mejor las instalaciones y familiarizarme con el lugar donde me encontraba. Parecía que había muchos humanos y de esos debería mantener distancia ya que no quería alimentarme de ninguno, por lo menos por ahora. Odiaba tener que alimentarme y sobrevivir de esa manera, devorando a otros seres humanos. Odiaba ser lo que era, me quitaron la oportunidad de vivir una vida normal, aquel vampiro que me había transformado me asesinó por dentro.
Suspirando me incliné ligeramente en el borde del navío para contemplar el mar cuando repentinamente una enorme tempestad se hizo presente. Todos entraron en un estado de histeria total. Alertaron a los invitados que se cerrasen rápidamente dentro de navío, pero yo era la única que no conseguía salir del lugar donde me encontraba, por lo que me agarré fuertemente a una de las cuerdas aguantando firme para no caer en el mar. Las olas eran gigantes que hasta el navío levantaba vuelo. Aquella visión era aterradora, como es que los marineros aguantaban viajar entre estas tormentas. Fue entonces en ese momento que una enorme ola apareció frente al navío. Intenté agarrarme firme pero cuando aquella ola chocó con el navío, consiguió romper aquel navío al medio y todas las personas abordo empezaron a naufragar con el navío mientras yo con la fuerza de la ola había caído al mar.
Mantenerme a la superficie era difícil ya que siempre que venia a la superficie para respirar otra ola se acercaba y me sumergía bajo el mar, hasta que no conseguí salir a la superficie y perdí mis sentidos. Horas después aparecí inconsciente en la orilla de una enorme isla no descubierta por ningún navegador.

por **Tyler Chandler** Mar Mayo 15, 2018 7:00 am

El Gran Brujo se encontraba en su mansión, observando lo que ocurría en la ciudad a través del fuego de la chimenea. ¿Cómo lo hacía? Las llamas le hablaban, le mostraban lo que quería ver —era como lo que en la actualidad se le llamaba "televisión"—. Y era una forma de omnipresencia, pero sin la posibilidad de estar en todos los lugares en todo momento, únicamente podía observar y no actuar, a no ser, claro, que fuera él mismo a dicho lugar.
Si bien, como era normal, había criaturas sobrenaturales haciendo de las suyas, su intención aquél día no era ir a cazar exáctamente. Había más gente, más cazadores e incluso Inquisidores que se podían encargar perfectamente. No, su atención estaba fijada en lo que parecía ser una reunión en un barco, una expedición de historiadores que se dirigían a un lugar desconocido. Tenía curiosidad por saber a dónde se dirigían, ya que al fin y al cabo el hombre también se dedicaba a eso, y lo veía como una oportunidad de recopilar alguna reliquia u objeto importante que llevar a su tienda.

Su intención no era otra que averiguar a dónde se dirigían y luego ir al mismo sitio con ayuda de, como no, la magia. Pero las cosas se tornaron catastróficas, y nunca mejor dicho, pues el barco en el que viajaba aquella expedición fue sorprendido por una fuerte tormenta, la cual terminó por hundir el navío sin problemas y hacer naufragar así a toda la gente que se encontraba allí. El brujo chasqueó la lengua y se levantó de su sofá, se alejó de la chimenea y se dirigió hacia una sala, donde cogió su capa de levitación y sus armas —los revólveres y su espada— y volvió hacia el gran salón. Allí, hizo aparecer un portal de forma redonda, cuyo borde chisporroteaba con algo parecido a electricidad, de color naranja. Al abrir el portal, el olor de la marea e incluso la lluvia y la ventisca llegaron hasta él, haciendo ondear su capa con fuerza y obligándole a llevarse una mano al rostro para cubrirse. Podía eschar los gritoa y lamentos de la gente, que pedía auxilio al cielo.
Sin pensarlo más, se internó en el portal, apareciendo en mitad de la mar, sobre fragmentos rotos del barco y sobre los propios supervivientes. Estaba flotando en el aire gracias a su capa. Las personas al verle gritaron eufóricas y desesperadas al mismo tiempo, y el hombre comenzó a juntar trozos del barco en un mismo lugar.

-Súbanse.-Ordenó en seguida, y la gente comenzó a nadar hasta la plataforma improvisada que Ryuu había creado. Después él mismo se posó en ésta, y sin perder el tiempo creó otro portal que llevaba a uno de los puertos de Paris.-Vamos, entren todos, estarán a salvo.-La tormenta parecía ir a peor, y la gente se apresuró a atravesar el portal, agradeciéndole al brujo su actuación. Una vez se aseguró de que todos estaban allí, contándolos él mismo, uno de los hombres —que daba la casualidad de ser el capitán del barco— se paró a mitad de camino.

-Falta una mujer, no la he visto por aquí, tiene que estar aún en alta mar.

-No se preocupe, yo me encargo.-El capitán asintió con la cabeza y atravesó el portal, después Ryuu lo cerró y miró a su alrededor, tratando de mantener el equilibrio en la plataforma, la cual peligraba de volver a romperse por el oleaje. Suspiró y saltó al agua, pero ántes de caer, la capa hizo su trabajo y le hizo flotar a escaso centímetros. La misma capa voló durante un rato, llevando al hombre, hasta que, de pronto, una vez la tormenta se estaba calmando, aparecieron en lo que parecía ser una isla, y a la orilla de la playa, lo que parecía ser una persona inconsciente, o muerta.-Ahí está.-Se dirigió a aquella isla, y aterrizó con cuidado y elegancia al lado de la mujer. El sol comenzaba a asomar entre las nubes, y la lluvia acababa de desaparecer por completo. El brujo se arrodilló junto al cuerpo y comenzó a agitarla con cuidado desde un hombro.

-¿Señorita?

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