AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
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Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
La botella de vodka se hundió más contra el suelo.
Imperceptible fue el sonido de las rocas y la tierra rayando su superficie lisa, menos para el varego al que le resultó desagradable, como si alguien rasgara los límites de su locura, o su piel hasta llegar a la traslúcida tela que era su alma. Esa que no tenía y a la que como era el color de su aura según había afirmado una gitana en el pasado, había decidido dotar de un violeta sangre.
Un alma que según muchos de los suyos, la iglesia y los que se autoproclamaban conocedores del tema, gritaban a los cuatro vientos que no tenía por ser lo que era.
Aunque no se quejaría tanto de una mano rasgándole las entrañas, buscando un alma en un recipiente vacío si fuera la de un inolvidable amante, se quejaría menos si llegaba alguien que lo hiciera dejar de pensar en ella y aguantaría el mismísimo infierno sin quejarse nunca, sin emitir sonido o mueca alguna si fuera en realidad ella. Aguantaría lo que fuera, lo juraba, pero así como podía jurarlo con esa misma certeza, sabía que ella jamás lo lastimaría de esa forma. Nunca lo había hecho, su castigo había sido el olvido y él mismo había tomado ese camino.
Por salir a defender el mundo y ser libre, se había encontrado de golpe - varias veces- con la verdad de este, esa misma que lo había encadenado. Debía dar las gracias que ahora todo lo veía más claro.
Supo que el vidrió comenzaría a fracturarse pronto y aunque sabía por lo que escuchaba que la mayoría de los empleados del circo se hallaban en el acto, no deseaba tener a tan vistoso elenco y freaks enfurecidos intentando - o pretendiendo- cazarlo.
Sabía quién era, todo París lo sabía y debía mantener lo que según ellos no era en secreto.
Retiró el pie que tenía sobre la botella, parecía intacta si no fuese por esas cuatro vetas que la atravesaban de lado a lado. Unas cuantas gotas del licor ruso reposaban en el fondo y miró las otras tres botellas, todas vacías.
Mojó sus labios y paso saliva.
Vodka. ¡Querido vodka! Era una de las dos cosas que más extrañaba de ser humano, disfrutar su sabor y una buena borrachera, esas que dejaban lagunas y la constante sensación de mareo, extrañaba el vomito y lo bien que se sentía cuando todo el malestar terminaba.
Levantó la mirada, buscando algo más en donde colocar su atención.
La jaula frente a él aún le parecía una gran burla. Mijáil se agachó y recogió la botella en la cual quedaban más gotas, tomó asiento sobre la larga banca de madera, justo al lado de donde dormitaba uno de los vigilantes que había pecado de borracho en exceso y de ingenuo, al creerle que podría competir con él en beber vodka.
Así que hoy era el ganador, uno sin ninguna victoria o premio en apariencia.
Apoyando los codos sobre las rodillas, dejo ir su tronco hacia adelante. La bestia dentro de la jaula se hallaba sentada, mirándolo, atento, aunque ya se había acostumbrado a su presencia desde hace tiempo.
En soledad ya era libre de hacer lo que quisiera. Como alimentarse, miró al hombre dormitando. Sonrió porque de ipso facto recordó que no, no había caído lo suficientemente bajo como para alimentarse de aquel. Pero aún podía convencerse de que alcanzaría emborracharse, como si nunca lo hubiese intentado, como si hace minutos no fuera una de esas veces y como si aquellas pocas gotas en el fondo de la botella alcanzaran.
Recordó y dijo lo primero que se le vino a la mente, algo que su madre les solía narrar en Kiev a él y a sus hermanos cuando era muy pequeño y que parecía venir perfecto a la escena. - Como era muy vergonzoso - un pausa mientras recordaba lo que seguía, -salía de higos a brevas, y encerrado se pasaba el oso en aquella cueva. - iba bien, ahora la siguiente mientras el vigilante se removía en su sueño. -Veía a los animales en libertad paseando, los miraba con envidia pues lo estaba deseando. - del siguiente se acordaba fácil, incluso a los gestos de su madre al imitar al oso.
-«Yo también quiero salir» -dijo rojo de vergüenza-, pero nadie lo escuchó- ¿y por qué nadie lo había escuchado? Preguntaría junto a sus hermanos lleno de curiosidad e inocencia de niño - porque no gritó con fuerza...-respondería su madre. El ruso hizo una pausa muy lenta razonando en la cruel verdad de esa alegoría. - Por usted, любимый товарищ*!- interrumpió el cuento campestre y miró a la bestia que los humanos habían llamado oso y la bebió de un mini trago, casi minúsculo y explotando el sabor de las pocas gotas que se posaron sobre sus papilas, trató, de nuevo, de rememorar la sensación de embriaguez, esa de hace 922 años.
Tirando la botella al suelo terminó.
-...Y allí se quedó encerrado sin atreverse a salir, y triste pasó sus días viviendo el oso, solo e infeliz.- agachó la cabeza y sus cabellos rojos ocultaron su rostro al caer por sus hombros.
*querido camarada.
Imperceptible fue el sonido de las rocas y la tierra rayando su superficie lisa, menos para el varego al que le resultó desagradable, como si alguien rasgara los límites de su locura, o su piel hasta llegar a la traslúcida tela que era su alma. Esa que no tenía y a la que como era el color de su aura según había afirmado una gitana en el pasado, había decidido dotar de un violeta sangre.
Un alma que según muchos de los suyos, la iglesia y los que se autoproclamaban conocedores del tema, gritaban a los cuatro vientos que no tenía por ser lo que era.
Aunque no se quejaría tanto de una mano rasgándole las entrañas, buscando un alma en un recipiente vacío si fuera la de un inolvidable amante, se quejaría menos si llegaba alguien que lo hiciera dejar de pensar en ella y aguantaría el mismísimo infierno sin quejarse nunca, sin emitir sonido o mueca alguna si fuera en realidad ella. Aguantaría lo que fuera, lo juraba, pero así como podía jurarlo con esa misma certeza, sabía que ella jamás lo lastimaría de esa forma. Nunca lo había hecho, su castigo había sido el olvido y él mismo había tomado ese camino.
Por salir a defender el mundo y ser libre, se había encontrado de golpe - varias veces- con la verdad de este, esa misma que lo había encadenado. Debía dar las gracias que ahora todo lo veía más claro.
Supo que el vidrió comenzaría a fracturarse pronto y aunque sabía por lo que escuchaba que la mayoría de los empleados del circo se hallaban en el acto, no deseaba tener a tan vistoso elenco y freaks enfurecidos intentando - o pretendiendo- cazarlo.
Sabía quién era, todo París lo sabía y debía mantener lo que según ellos no era en secreto.
Retiró el pie que tenía sobre la botella, parecía intacta si no fuese por esas cuatro vetas que la atravesaban de lado a lado. Unas cuantas gotas del licor ruso reposaban en el fondo y miró las otras tres botellas, todas vacías.
Mojó sus labios y paso saliva.
Vodka. ¡Querido vodka! Era una de las dos cosas que más extrañaba de ser humano, disfrutar su sabor y una buena borrachera, esas que dejaban lagunas y la constante sensación de mareo, extrañaba el vomito y lo bien que se sentía cuando todo el malestar terminaba.
Levantó la mirada, buscando algo más en donde colocar su atención.
La jaula frente a él aún le parecía una gran burla. Mijáil se agachó y recogió la botella en la cual quedaban más gotas, tomó asiento sobre la larga banca de madera, justo al lado de donde dormitaba uno de los vigilantes que había pecado de borracho en exceso y de ingenuo, al creerle que podría competir con él en beber vodka.
Así que hoy era el ganador, uno sin ninguna victoria o premio en apariencia.
Apoyando los codos sobre las rodillas, dejo ir su tronco hacia adelante. La bestia dentro de la jaula se hallaba sentada, mirándolo, atento, aunque ya se había acostumbrado a su presencia desde hace tiempo.
En soledad ya era libre de hacer lo que quisiera. Como alimentarse, miró al hombre dormitando. Sonrió porque de ipso facto recordó que no, no había caído lo suficientemente bajo como para alimentarse de aquel. Pero aún podía convencerse de que alcanzaría emborracharse, como si nunca lo hubiese intentado, como si hace minutos no fuera una de esas veces y como si aquellas pocas gotas en el fondo de la botella alcanzaran.
Recordó y dijo lo primero que se le vino a la mente, algo que su madre les solía narrar en Kiev a él y a sus hermanos cuando era muy pequeño y que parecía venir perfecto a la escena. - Como era muy vergonzoso - un pausa mientras recordaba lo que seguía, -salía de higos a brevas, y encerrado se pasaba el oso en aquella cueva. - iba bien, ahora la siguiente mientras el vigilante se removía en su sueño. -Veía a los animales en libertad paseando, los miraba con envidia pues lo estaba deseando. - del siguiente se acordaba fácil, incluso a los gestos de su madre al imitar al oso.
-«Yo también quiero salir» -dijo rojo de vergüenza-, pero nadie lo escuchó- ¿y por qué nadie lo había escuchado? Preguntaría junto a sus hermanos lleno de curiosidad e inocencia de niño - porque no gritó con fuerza...-respondería su madre. El ruso hizo una pausa muy lenta razonando en la cruel verdad de esa alegoría. - Por usted, любимый товарищ*!- interrumpió el cuento campestre y miró a la bestia que los humanos habían llamado oso y la bebió de un mini trago, casi minúsculo y explotando el sabor de las pocas gotas que se posaron sobre sus papilas, trató, de nuevo, de rememorar la sensación de embriaguez, esa de hace 922 años.
Tirando la botella al suelo terminó.
-...Y allí se quedó encerrado sin atreverse a salir, y triste pasó sus días viviendo el oso, solo e infeliz.- agachó la cabeza y sus cabellos rojos ocultaron su rostro al caer por sus hombros.
*querido camarada.
Mijáil Golitsin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 10/05/2018
Localización : París, Francia
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
Los amigos se cuentan con los dedos de las manos.
Ya, soy consciente de ello. ¿Y si me sobran dedos, qué significa?
Ya, soy consciente de ello. ¿Y si me sobran dedos, qué significa?
Ha encontrado entre sus curiosos aliados algo que sabe que a alguien le encantará. Unas partituras inéditas de cierto compositor que al vampiro pondrán de buen humor. Bien sabe la rusa que tiene esas facetas serias, cínicas, oscuras para después, en menos de dos días, portarse taciturno y deprimido. Un contacto dentro de su servidumbre le indica que está en esa etapa. Excelente, es un buen momento para hacer uso de dichas partituras. Las coloca en un sobre que cierra con una cinta de terciopelo esmeralda -su marca- para salir de su hogar en pos de su viejo camarada.
Los pocos comentarios de su contacto le ubican en un muy curioso lugar. El circo. ¿Qué va a hacer este sujeto en un lugar tan poco apropiado para él? ¿Ver a los animales y compararse con ellos? La curiosidad por saber las respuestas acelera su paso buscándole por los rincones con diversión. Y cuando sus pies por fin dan con el lugar donde se esconde, la manera en que lo mira le causa una sonrisa satírica. Los ropajes violáceos de la rusa cubiertos por una larga capa negra se dejan ver en medio de la nada, apareciendo ahí donde el vampiro está dejando caer la cabeza derrotado con una botella de vodka en la mano. Por mero capricho, toma la botella alzando el cristal hasta su rostro hasta comprobar que ni siquiera tiene algunas gotas.
La cabeza se mueve de derecha a izquierda denotando su disgusto antes de mirar de reojo al hombre que debiera cuidar el sitio y en lugar de ello, está acostado con el sistema lleno de alcohol - no entiendo cuál es tu afán de emborracharlos a todos cuando tú ni siquiera puedes sentir el efecto del vodka. Echas en saco roto tan buen licor en lugar de guardarlo para mí - le reprocha antes de dejar caer la botella al piso sin importar el que se rompa o no. Se hinca cuidando de las enaguas para llevar una mano enguantada hacia el rostro del vampiro elevándolo a la altura de sus ojos verdáceos para mirarlo fijo. Lo evalúa - si ya terminamos aquí, ¿Podrías hacerme el honor de sacarme de este lugar? Siento que las pulgas se trepan por mis vestimentas. ¿No lo sientes así? - hace una mueca de desagrado mirando todo.
Se levanta ofreciéndole la palma de la mano para que la imite - tengo algo para ti que de seguro te hará sentir mejor. Vamos a mi carruaje - necesita elevarle el ánimo. No es reconocida por ese sentido humanitario más con Misha nace solo. Le encanta el vampiro con todas sus frases intentando encontrar un humano que valga la pena cuando Aleksandra es todo menos una mujer de valía de no ser por todas sus hazañas a lo largo de Europa haciendo que la revolución estalle. Ahora que lo piensa ¿Por qué están juntos? Lo desconoce, quizá sea porque le encanta sentir esos colmillos en su cuello cuando él está tan débil y debe alimentarse. Ella se ofrece sólo por el placer de comprobar sus teorías en carne viva.
A veces, el sacar a Misha de sus casillas tiene beneficios. Es incapaz de matarla, por lo que le exprime, le empuja, le presiona y todo en pos de verlo, analizarlo, observarlo. Le encanta ver todas sus reacciones para con posterioridad, anotarlas en su libreta secreta. Así va entendiendo mejor el comportamiento vampírico. A primera mano, sabe cómo defenderse o dónde están los puntos que le advierten de una marejada violenta en los especímenes. Practica con él, que Misha se dé cuenta o no, es su problema. Mientras tanto, ella seguirá cuidando a su rata de laboratorio. Procurará que se encuentre bien porque si él se deja ir por el deseo de la destrucción definitiva ¿Cómo seguirá divirtiéndose?
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
Pasos ligeros pero firmes se escuchan desde lo lejos, los percibe muy claros y a los guijarros que se atravesaron en su camino, los enfoca entre la tranquila y pesada respiración del borracho cerca de él, los aplausos del público, el corazón asustado de las bestias, el emocionado de los trapecistas por qué su acto seguía y la música circense que con compás burlón adorna su momento de silenciosa conversación entre bestias casi domadas con su nuevo peludo amigo. Porque oso seguía allí delante, separándolos solo pasos y unos barrotes que bien podrían no existir. Lo risible es que siendo el oso el animal por el cual sentir lastima ya que su papel era el del enjaulado, no se comparaba a lo que el ruso sentía en noches como aquella.
Noches en que el drama decidía darse un paseo y hacer presencia en la vida de la comedia que tan bien se la pasaba en la existencia del vampiro.
Llegaría a pensar en desaparecer entre las sombras de las calles de París, llegaría a querer calmar su hambre con ansias y arrebatada violencia si no fuera porque conoce de quién son los pies que pisan el cemento del circo con propia confianza de la libertadora que está segura de que logrará traer paz a la tierra de nadie. ¿Será paz? ¿O una anarquía disfrazada de libertad?¿O una ardiente y árida distopía?
Ella posee una belleza que no necesita adorno alguno, carente de vulgaridad, ni atributos desmedidos o exagerados y en la que bien cualquier amante de la tranquilidad o buscador de la paz podría perderse para siempre, un rostro donde se calman tribulaciones y una sonrisa que calienta los corazones, los de los muertos e incluso podría pensar rayando la exageración, de los inexistentes. Quizás por ello le había permitido acompañarlo en algunos momentos de su vida, ser parte de él. Le había permitido acercársele, tanto.
Le gusta su perfume, sabe que en realidad es una mujer sencilla con ella misma, pero sus cabellos desprenden un olor natural que le agrada, al igual que sus ojos, son azules, demasiado brillantes y cristalinos. Si se fiara de ellos ya le habría dado incluso su más puro y apasionado abrazo, ¿podría pasar la eternidad con Aleksandra? Si no tuviera el deseo o la maldita esperanza de cambiar al mundo sería la mujer perfecta. Quizás esa imperfección la hacía tan particular a sus ojos. Sí, lo haría, sería una bella, divertida e hilarante compañía con quién dormir para recibir el amanecer, también para morir.
Sin mirarla ni moverse de su aparente derrota la deja acercarse, que embriague su nariz con su perfume de mujer con la libertad que se le antoje. Sí, sí, estaba bebiendo. Sí, sí, eran pocas gotas, pero migajas o banquetes seguía aún teniendo sed y hambre, demasiada y como antes, y como siempre. Ladeando una sonrisa, escapó un bufido de burla de su nariz y encogió los hombros, levantando las manos mientras la botella caía sin romperse, esta vez no había sido él el culpable. A su lado, el circense se remueve en su embriaguez. -Me declaro culpable, su Santidad. - contestó con el mismo drama, desfachatez e inocencia con el que respondería ante el mismo papa o sus inquisidores.
Mijáil siente desde antes del toque femenino la calidez de sus dedos, es una sensación que le gusta y a la que jamás se opondría, su rostro fácil se levanta y deja verse entre los mechones pelirrojos y lacios que poco a poco vuelven a su lugar, pero en su camino ya ha recorrido lento, demasiado para un ser como él, la forma en que las faldas del vestido de la fémina y su capa rozaban el suelo, cómo acentúan su cintura y caderas, su busto, el violeta que llevaba solo resaltaba lo impoluto de su piel. - Si mi Sasha desea vodka, mi Sasha tendrá vodka. - dijo mirándola a los ojos, estando seguro de poder cumplir cualquier capricho de la morena, casi todos.
Podrían ir a cualquier lugar y comprar una botella barata de vodka, podrían ir al mejor restaurante o taberna de la ciudad y acompañarla a la manera rusa, un pequeño sandwich de pollo o tocino con un pepinillo. Podían darse los lujos que quisieran y aún así jamás se sentiría completo, tendría que conformar sus ojos a verla embriagarse, a sentir el incremento en el flujo de su sangre, sus mejillas rosadas, la alegría que comienza a ser más verdadera, la sinceridad y algarabía junta, la libido incrementar, las palabras enredarse, los pies y párpados pesados, la pérdida de conciencia. Claro que se conformaría, la imaginación era algo que no se les había negado a los vampiros y en él era una fuente inagotable, incluso creía ser capaz de negociar su entrada al paraíso con ella.
Si la noche se daba para llamar al vodka, la ayudaría a volver casa cargándola entre sus brazos para acostarla en su cama y si ella se lo ofrecía bebería su sangre alcoholizada, jamás se podía despreciar los manjares humanos cuando se acercaban por voluntad y especiados, era como comer a la carta. Enarca una ceja, su pedido lo deja contrariado. - Pero dime algo, ALeksandra Kurdaliova, insurrecta y revolucionaria, creo que no he escuchado bien. ¿Desprecias a las pulgas y aún luchas por las masas estúpidas, ciegas y obstinadas?- divertido le reprocha, la verdad es algo que le da igual si le molesta y aunque no ha sentido ninguna pulga, sabe que deben ser miles en un reino tan prospero y prometedor como el circo.
- Qué curioso es el mundo.- exclama y toma la delicada mano femenina, con una firmeza y suavidad propias del que cincela el mármol buscando un Apolo o una Afrodita en el corazón de la roca. Poza en sus labios el dorso y la besa, apoyando su mejilla izquierda sobre esta, es así como se consuela, en el proceso de consentirla. - Así que algo para mi, ¿cómo un regalo?- jamás se había hallado merecedor de uno y aún así los tenía, jamás le había cabido en su cabeza que fuera posible que un humano entregara algo a seres como él sin algo a cambio.
La observó unos minutos, un brillo de ambición centelleó en sus pupilas avellanas. Duda disfrazada de ambición. ¿Era un acto sin deseo de algo a cambio?¿Cómo le llamaban?...¿Un gesto desinteresado? Podría haberse echado a reír con ganas, bien sabía que eso en el mundo no existía. El pelirrojo se levantó mirándola, soltando su mano para acariciar su mejilla con ternura. - ¿Por qué me sentiría mal, Sasha? Tengo un compañero, - señaló con su otro largo y estilizado brazo, como sus movimientos, al durmiente celador, -muy silencioso, como puedes ver todo un soñador.- exclamó cómico utilizando el doble sentido que tal expresión le permitía.
- Tengo un compañero ruso, también silencioso, demasiado sobrio y muy casero, odia la vida salvaje y cualquier concepto de libertad.- su mano ya se hallaba señalando al oso al que daba la espalda, ese que los seguía observando temeroso y ansioso. - Nuestro amado vodka, - miró a las botellas, todas vacías, - bueno, ese parece que ya no.- su expresión se acongoja y le pide disculpas falsas. - Y cuando pensé que a noche no podría ser mejor, apareces tú, una belleza digna de solo una zarina. - meloso cuando podía y se lo permitían. -Pero quiero lo que me prometes.- sus pupilas crecen, el deseo apremia y su naturaleza vampirica se muestra a flor de piel por segundos, largos, reclama lo que es ya suyo. - Dime, Sasha. ¿Acaso es un bocadillo nocturno?- eso se le antojaba exquisito.
Menea la cabeza, calmando su sed, si bien sabe que ella no es de papel, no desea asustarla o dejarse ir terminando en un error con su sangre entre las manos y su boca para jamás volver a verla sonreír. - Solo tengo un pedido.- se movió sin que los ojos humanos que lo acompañaban lo pudieran notar hasta su espalda y se inclinó susurrando a su oído derecho, lento y bajo, íntimo y sin evitar el contacto de pieles, esas reglas morales ya no eran para él. Lo que si seguía siendo duro era ignorar el cuello lleno de vida que rozaba su mandíbula. Los ojos de Mijáil miraban a la bestia en la jaula frente a ellos.
- ¿No te sientes triste de ver a un camarada ruso enjaulado? - esbozo otra sonrisa. - Lo liberas tú o yo, Sasha. - no preguntó porque era una orden, que ella eligiera con la libertad en la que creía y que tanto defendía, le daba igual porque al fin y al cabo pasaría.
Noches en que el drama decidía darse un paseo y hacer presencia en la vida de la comedia que tan bien se la pasaba en la existencia del vampiro.
Llegaría a pensar en desaparecer entre las sombras de las calles de París, llegaría a querer calmar su hambre con ansias y arrebatada violencia si no fuera porque conoce de quién son los pies que pisan el cemento del circo con propia confianza de la libertadora que está segura de que logrará traer paz a la tierra de nadie. ¿Será paz? ¿O una anarquía disfrazada de libertad?¿O una ardiente y árida distopía?
Ella posee una belleza que no necesita adorno alguno, carente de vulgaridad, ni atributos desmedidos o exagerados y en la que bien cualquier amante de la tranquilidad o buscador de la paz podría perderse para siempre, un rostro donde se calman tribulaciones y una sonrisa que calienta los corazones, los de los muertos e incluso podría pensar rayando la exageración, de los inexistentes. Quizás por ello le había permitido acompañarlo en algunos momentos de su vida, ser parte de él. Le había permitido acercársele, tanto.
Le gusta su perfume, sabe que en realidad es una mujer sencilla con ella misma, pero sus cabellos desprenden un olor natural que le agrada, al igual que sus ojos, son azules, demasiado brillantes y cristalinos. Si se fiara de ellos ya le habría dado incluso su más puro y apasionado abrazo, ¿podría pasar la eternidad con Aleksandra? Si no tuviera el deseo o la maldita esperanza de cambiar al mundo sería la mujer perfecta. Quizás esa imperfección la hacía tan particular a sus ojos. Sí, lo haría, sería una bella, divertida e hilarante compañía con quién dormir para recibir el amanecer, también para morir.
Sin mirarla ni moverse de su aparente derrota la deja acercarse, que embriague su nariz con su perfume de mujer con la libertad que se le antoje. Sí, sí, estaba bebiendo. Sí, sí, eran pocas gotas, pero migajas o banquetes seguía aún teniendo sed y hambre, demasiada y como antes, y como siempre. Ladeando una sonrisa, escapó un bufido de burla de su nariz y encogió los hombros, levantando las manos mientras la botella caía sin romperse, esta vez no había sido él el culpable. A su lado, el circense se remueve en su embriaguez. -Me declaro culpable, su Santidad. - contestó con el mismo drama, desfachatez e inocencia con el que respondería ante el mismo papa o sus inquisidores.
Mijáil siente desde antes del toque femenino la calidez de sus dedos, es una sensación que le gusta y a la que jamás se opondría, su rostro fácil se levanta y deja verse entre los mechones pelirrojos y lacios que poco a poco vuelven a su lugar, pero en su camino ya ha recorrido lento, demasiado para un ser como él, la forma en que las faldas del vestido de la fémina y su capa rozaban el suelo, cómo acentúan su cintura y caderas, su busto, el violeta que llevaba solo resaltaba lo impoluto de su piel. - Si mi Sasha desea vodka, mi Sasha tendrá vodka. - dijo mirándola a los ojos, estando seguro de poder cumplir cualquier capricho de la morena, casi todos.
Podrían ir a cualquier lugar y comprar una botella barata de vodka, podrían ir al mejor restaurante o taberna de la ciudad y acompañarla a la manera rusa, un pequeño sandwich de pollo o tocino con un pepinillo. Podían darse los lujos que quisieran y aún así jamás se sentiría completo, tendría que conformar sus ojos a verla embriagarse, a sentir el incremento en el flujo de su sangre, sus mejillas rosadas, la alegría que comienza a ser más verdadera, la sinceridad y algarabía junta, la libido incrementar, las palabras enredarse, los pies y párpados pesados, la pérdida de conciencia. Claro que se conformaría, la imaginación era algo que no se les había negado a los vampiros y en él era una fuente inagotable, incluso creía ser capaz de negociar su entrada al paraíso con ella.
Si la noche se daba para llamar al vodka, la ayudaría a volver casa cargándola entre sus brazos para acostarla en su cama y si ella se lo ofrecía bebería su sangre alcoholizada, jamás se podía despreciar los manjares humanos cuando se acercaban por voluntad y especiados, era como comer a la carta. Enarca una ceja, su pedido lo deja contrariado. - Pero dime algo, ALeksandra Kurdaliova, insurrecta y revolucionaria, creo que no he escuchado bien. ¿Desprecias a las pulgas y aún luchas por las masas estúpidas, ciegas y obstinadas?- divertido le reprocha, la verdad es algo que le da igual si le molesta y aunque no ha sentido ninguna pulga, sabe que deben ser miles en un reino tan prospero y prometedor como el circo.
- Qué curioso es el mundo.- exclama y toma la delicada mano femenina, con una firmeza y suavidad propias del que cincela el mármol buscando un Apolo o una Afrodita en el corazón de la roca. Poza en sus labios el dorso y la besa, apoyando su mejilla izquierda sobre esta, es así como se consuela, en el proceso de consentirla. - Así que algo para mi, ¿cómo un regalo?- jamás se había hallado merecedor de uno y aún así los tenía, jamás le había cabido en su cabeza que fuera posible que un humano entregara algo a seres como él sin algo a cambio.
La observó unos minutos, un brillo de ambición centelleó en sus pupilas avellanas. Duda disfrazada de ambición. ¿Era un acto sin deseo de algo a cambio?¿Cómo le llamaban?...¿Un gesto desinteresado? Podría haberse echado a reír con ganas, bien sabía que eso en el mundo no existía. El pelirrojo se levantó mirándola, soltando su mano para acariciar su mejilla con ternura. - ¿Por qué me sentiría mal, Sasha? Tengo un compañero, - señaló con su otro largo y estilizado brazo, como sus movimientos, al durmiente celador, -muy silencioso, como puedes ver todo un soñador.- exclamó cómico utilizando el doble sentido que tal expresión le permitía.
- Tengo un compañero ruso, también silencioso, demasiado sobrio y muy casero, odia la vida salvaje y cualquier concepto de libertad.- su mano ya se hallaba señalando al oso al que daba la espalda, ese que los seguía observando temeroso y ansioso. - Nuestro amado vodka, - miró a las botellas, todas vacías, - bueno, ese parece que ya no.- su expresión se acongoja y le pide disculpas falsas. - Y cuando pensé que a noche no podría ser mejor, apareces tú, una belleza digna de solo una zarina. - meloso cuando podía y se lo permitían. -Pero quiero lo que me prometes.- sus pupilas crecen, el deseo apremia y su naturaleza vampirica se muestra a flor de piel por segundos, largos, reclama lo que es ya suyo. - Dime, Sasha. ¿Acaso es un bocadillo nocturno?- eso se le antojaba exquisito.
Menea la cabeza, calmando su sed, si bien sabe que ella no es de papel, no desea asustarla o dejarse ir terminando en un error con su sangre entre las manos y su boca para jamás volver a verla sonreír. - Solo tengo un pedido.- se movió sin que los ojos humanos que lo acompañaban lo pudieran notar hasta su espalda y se inclinó susurrando a su oído derecho, lento y bajo, íntimo y sin evitar el contacto de pieles, esas reglas morales ya no eran para él. Lo que si seguía siendo duro era ignorar el cuello lleno de vida que rozaba su mandíbula. Los ojos de Mijáil miraban a la bestia en la jaula frente a ellos.
- ¿No te sientes triste de ver a un camarada ruso enjaulado? - esbozo otra sonrisa. - Lo liberas tú o yo, Sasha. - no preguntó porque era una orden, que ella eligiera con la libertad en la que creía y que tanto defendía, le daba igual porque al fin y al cabo pasaría.
Mijáil Golitsin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 10/05/2018
Localización : París, Francia
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
¡Es un vampiro! ¿No es peligroso?
¿Quién? ¿Él para mí o yo para él? Además, sólo muerden.
¿Quién? ¿Él para mí o yo para él? Además, sólo muerden.
Tiene tal desfachatez al declararse culpable que la dama duda entre reír o molestarse con él. Sus labios se alargan solucionando la cuestión haciendo que emita un sonido divertido con su voz de soprano, dulce y embriagante, al tiempo que coloca las manos extendidas en las mejillas masculinas observando sus ojos y comprobando los daños. Está perfecto, lo único que tiene es la frustración porque el cuidador del circo está borracho y Misha ni siquiera alcanzó a impregnar de tufo sus ropajes. Imposible que esté un poco embriagado, los efectos del alcohol están vedados para los vampiros a menos que los consuman a través de la sangre. Sin embargo, sabe bien que la frustración y la depresión sí pueden generar estos actuares en el vampiro.
Cuando asegura que Sasha tendrá vodka sólo porque lo quiere, su risa se vuelve más alta y divertida. - Lo que tu Sasha quiere es irse de aquí, Misha ¿La vas a complacer? Tu casa me parece mucho mejor que este sitio, tus brazos son mucho mejor cuando estás sumergido en la tina y te tallo la espalda. ¿Acaso no quieres que tu Sasha te cuide? - propone utilizando frases dulces para que vaya cambiando su forma de pensar y esté más decidido a salir de una vez por todas de ahí. Porque la dama teme que llamen la atención de forma inadecuada y a pesar de tener bajo las enaguas un par de objetos que brindan seguridad, querría evitar el usarlos. Sobre todo porque teme que el vampiro pierda el control y termine alguien desangrado. En ocasiones se siente más la guardiana de su amigo que viceversa. Quizá porque es muy cínica con la vida y él aún quiere encontrar esa aguja en el pajar que le demuestre que los humanos son buenos. ¡Por favor! Como lo dijera un buen amigo de ella, sobrenatural, por supuesto, "El único humano que sabes que es bueno y que no cometerá ningún error, es el que está muerto". ¿Cínico? Por supuesto, sólo que el realismo y la crueldad de esas palabras son perfectas para describir a los hombres.
Si hay algo que le fascina de Misha es esa manera de expresarse, esa forma de actuar seductora y elegante, capaz de volverse desenfrenada y violenta, más en el fondo es un oso como el que mira con ahínco, como si la gran bestia fuera a decirle todos los secretos del universo. Pudiera ser si fuera un cambiante, más su propio encarcelamiento da muestras de que es un simple y vulgar animal. Ahoga la risa con la ironía de las pulgas y los hombre llevándose una mano a la boca, la palma extendida apaga la muestra de alegría antes de guiñarle un ojo coqueta - la diferencia es que puedo manipular sus mentes y hacerlos actuar como quiera por más imbéciles que sean, nadie desprecia una sonrisa de una fémina atractiva o quieren seguir a aquélla que tanto les inspira. Las pulgas son demasiado inferiores para ser de mi interés y soy alérgica a ellas, Misha. Ya deberías recordarlo - le reprocha con un gesto caprichoso que no duda en utilizar con él. Es el único con el que juguetea tanto. El único que puede comprender toda la vorágine de malsanos pensamientos, preludio de sus insurrectas determinaciones.
Es el ruso tan adorable como caballeroso, aún a pesar de estar en este sitio insalubre, tiene gestos tan románticos, denotado con su gesto de tomar su mano para depositar en ésta un beso galante antes de colocarla sobre su mejilla que su compatriota acaricia con placer y gusto. Le atrae demasiado el vampiro, esa fragilidad de un cuerpo delgado sin músculos desarrollados es comparable con el férreo carácter y el interés mórbido de que en su reino se representen las obras más escandalosas, llenas de interesantes conceptos que moldea a su conveniencia. Si la manipulación de las masas fuera una enseñanza básica, su mejor tutor sería el propio pelirrojo. Extasiada se encuentra algunas noches sólo con mirarlo trabajar. Por ello es que le ofrece su sangre sin tapujos ni restricciones. Cuando alguien le atrae tanto, le complace al máximo.
El instante de silencio que siguió a su pregunta sobre el regalo fue sólo respondido con una sonrisa enigmática de la rusa en tanto entreabre un poco su boca dejando que él pueda apreciar cómo su músculo bucal recorre su colmillo izquierdo en una alegoría propia de un vampiro. La diferencia es que su pieza bucal no se alarga ni se convierte en un objeto punzo cortante, de ser así, el néctar rojizo estaría ahora fusionando sus bocas en un apasionado beso. No necesita decir nada para saber qué es lo que a él le llama la atención. Cuando por fin él recupera la vertical, ella le acompaña con las manos entrelazadas antes de que sus facciones formen un gesto de total reproche y ofensa al señalar al hombre caído. Se lleva una mano a su pecho fingiendo congoja - ¿Insinúas que un borracho es mejor compañía que yo, que me he arreglado ex profeso para vos y que me he bañado, perfumado y aceitado para tu placer? - termina la actuación fingida llevando la diestra hasta que sus cuatro falanges se depositan en su frente ocultando su nariz en un gesto de total dramatismo.
- Además, para soñadores te basta y te sobra conmigo, camarada - regresa su actitud a la acostumbrada, dominante, posesiva y egocéntrica. Por el espacio que hay entre su hombro y la cabeza, Sasha observa a las espaldas del vampiro donde el oso está ahí, sin vida como lo fuera su compañero hace unos instantes. Empieza a comprender lo que él no ha dicho en voz alta. Lo que busca, lo que añora, lo que desea. Es una sensación que la envuelve como un abrigo caliente provocando su propia y acostumbrada rebeldía por la destrucción de las normas sociales pre-establecidas. Su boca forma una sonrisa cínica. Es parte de un proceso mental que logra atrapar a mitad del camino lo que después se desarrolla.
Esa actitud pasiva que va convirtiéndose en activa. La indefensa actitud se torna pasivamente agresiva. Exigente, altiva. Arrogante es el apelativo que va cubriendo el cuerpo delgado de su camarada hasta que se convierte en el oso ruso que tanto reconoce y con el que le agrada convivir. Si alguien pensara que Misha es un sujeto fácil de controlar, se encontraría pronto envuelto en una situación tan peligrosa que si escapase sin heridas sería toda una proeza. Aleksandra siempre se ha rodeado del manto de egocéntrica altivez al pensar que es la única que puede ver toda la fiereza del oso y salir airosa del encuentro. Eso es lo que le erige ante sus ojos con el poderío de un ser del que no querrá separarse.
En ocasiones ha pensado que va a transformarla más hay algo que lo detiene, que lo controla y puede estar segura que es el hecho de que teme darle tanto poder y en el proceso, se aleje de su lado. Pudiera ser real su inquietud. Aleksandra es una gueparda de las nieves que elige vivir a su manera. Con sus reglas, sin ataduras. - No, no es un bocadillo nocturno. Es algo mucho más perdurable que una simple succión, Misha. ¿Acaso me crees tan vulgar de prometerte un obsequio que sea utilizado una vez para desecharse de inmediato? Si te doy algo es para que tu cuerpo pueda disfrutarlo, tu mente se satisfaga y al mismo tiempo, tu alma se llene de algarabía - sentencia poniéndose de pie frente a él, casi pegando su cuerpo para que sienta el calor de sus grandes palabras. Porque eso es Aleksandra, un heraldo, un ser mítico que muchos desean apresar y que se escapa de las manos como arena de mar.
Si el rojizo brillo en las pupilas del vampiro le asusta un poco, no lo demuestra. Su naturaleza imbatible evita que pueda demostrar debilidad. Su espíritu indómito se regodea de todo lo que él representa y en lo que ella se convierte estando a su lado. Hay una total sensación de invulnerabilidad al estar con el vampiro. Si bien es su objeto de estudio, es el que más aprecia la rusa. El que más cuida y protege. Al que más le gusta visitar. Siente el deseo de la bestia por su sangre y su propio sexo se lubrica por la intensidad de la necesidad y el llamado. Sus pezones se erectan duros y firmes sólo de pensar en lo que podría significar esta hambre de él por ella. Y no dudaría en terminar en su cama, si no lo ha hecho antes es porque le encanta lo ríspido que se tornan los tratos entre ellos cuando sienten esa tensión sexual por el otro.
Adora esa sensación de anhelo mal resuelto.
- ¿Acaso no te basta con hacerme venir acá que quieres más de mí? - susurra con cierto reproche en la voz antes de sentir -más que ver- cómo se sitúa a sus espaldas para susurrar en su oído esas palabras de poder. De ansiedad total que le provocan recargarse en el aparentemente frágil cuerpo masculino sintiendo en sus espaldas el tórax y en su trasero el lugar donde su sexo la incita a despertarlo. Hoy, tiene ganas de dar el paso para cruzar esa línea y siendo tan ella, tan acostumbrada a hacer su propia voluntad. Decide hacerlo. De esta noche, no pasa el vampiro sin que ella le provoque para terminar su reunión en sus sábanas y con el contacto piel contra piel, donde sus colmillos puedan explorarla como quieran.
Sus ojos verdáceos observan la jaula con altivez, la arrogancia de la dama es mayor que cualquier frase vertida en sus oídos. No hay manipulación cuando su propia alma es la que exige una liberación en pos de la revolución. La sonrisa se amplía, la risa puede escucharse en todo el sitio antes de que empiece a dar, paso a paso, vida a su propia resolución. Su mano se posa en la barra ajustada que impide la salida de la bestia que al notar algo extraño se remueve inquieta. Los ojos de bosque de la fémina se plantan en los del pelirrojo del mismo color. El sonido de la barra al moverse es lo único que rompe el silencio. El oso se mueve más y más nervioso. Aleksandra termina de abrir la jaula con una risa traviesa antes de lanzar una carcajada al alejarse paso a paso terminando a las espaldas de Misha - consummatum est -susurra en su oído colocando su mejilla en el hombro del varón.
Sus manos recorren su tórax en un movimiento ascendente antes de besar la yugular masculina - vamos, quiero darte mi regalo - culmina mordiendo ahí, donde la vena principal del vampiro debiera latir, la diferencia es que los colmillos de la mortal no atraviesan la carne, sólo dejan una marca, la de sus perlas bucales en la piel de marfil.
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
Su rostro entre las manos cálidas de la humana son como brasas quemándole, un fuego que le gusta a la par que escucha su sonrisa, que la ve abriéndole el cielo.
La propuesta de ser consentido le parece la mejor forma de terminar la noche que no ha sido nada más que un completo fracaso antes de verla. Tanto vodka desperdiciado, el borracho que luce lo que es capaz y él no, durmiendo inconsciente como si se hubiera olvidado de que él lo acompañaba...¿como si? Lo había hecho, él era un completo extraño para el cirquero al que había comprado con unas cuantas botellas de vodka y no del barato, tantos propios demonios y dudas existenciales girando en su cabeza en un remolino que no había parado de moverse en su interior desde hace cientos de décadas.
Sí, sí, es lo que su cuerpo y mente le exigen de la mujer. Mimos y una tina caliente entre velas y perfumes, entre la seguridad de su casa y el poco pudor que tiene la rusa para no salir corriendo o bajar la mirada ante la desnudez de un hombre, menos la de un vampiro. La observa con la libido manifestándose en sus ojos al escuchar en tan dulce tono y palabras un...¿La vas a complacer? Si supiera que sus palabras pueden tomarse por multiuniversos de caminos, miles de probabilidades y todas terminaban llevándola a estar desnuda, llena de sudor entre sus brazos y en unos cuantos de esos finales, ella estaba muerta.
- Ya te lo dije, mujer. Te complaceré en lo que me permita mi humanidad, tú solo pide...- le habla con la voz elegante que tiene y que carece de burla o dramatismo, el ruso que han venido hablando como compatriotas le ayuda a la tarea, - ...vodka, tallar mi espalda, darme tu sangre, yo acepto con más que buena gana, el altruismo me deslumbra y me hipnotiza.- dice cómico, burlón y pícaro. En realidad el altruismo sí lo deslumbra. En un mundo que ve negro y rojo, un poco de blanco es bastante llamativo, siendo diana del escepticismo. Sin embargo él nunca habla de abrazos, nunca promete dar a ningún humano tal cosa que muchos llaman regalo y otros maldición, no encuentra muy bien la razón de no haber sido creador y maestro aún, ni su punto de vista ante aquella habilidad, quizás la considera ambas.
Mira al animal unos segundos más, el brillo de los ojos salvajes es notorio entre la realidad de barrotes que lo rodea y guardando sus manos entre los bolsillos pregunta algo curioso. - Sasha...¿nunca me has temido? - no es la primera vez que lo piensa, pero si la primera que lo dice en voz alta esperando una respuesta.
Lo que escucha lo hace guardar silencio por largos segundos con la mente ausente al cerrar sus ojos, lee detenidamente sus palabras y las muestra en su mente como si de una obra o situación se tratara. Sonríe por las masas que imagina hincándose a los pies de la mujer como si fueran olas, extenso es el panorama que ve lleno de hombres alabándola.
Pero así como es capaz de imaginar los mejores y más brillantes regalos, la tela de los ropajes que usa la rusa y el sonido de su piel al rozarlos, puede ver el mundo en llamas, escuchar los gritos y sentir el calor del fuego en su piel, la ira de los hombres y sus reclamos y el mar que es todo el pueblo del mundo exigiendo la cabeza de Aleksandra, puede ver su cabeza bella mirando perdida al suelo enterrada en una pica, como la advertencia a cualquier rey o reina que no complazca a la turba. Tomando uno de los mechones de ella, siguió lo ondulada de su forma y ascendió por ella hasta su oreja, viajando hasta su mejilla, rozando con sus dedos indice y medio la tersura.
- Tú belleza y fuerza son dignas de ser seguidas, - hace una pausa dejando claro que un pero viene a continuación. - Pero no me hagas recordarte el destino de María Estuardo, aquella inolvidable y exquisita Ana Bolena y nuestra Maria Antonieta. La masa es impredecible.- dejando una pausa suspiró pesado, una última caricia antes de volver a guardar la mano en sus ropajes. - A veces las pulgas y una alergia no son tan malas, Sasha.- y el sabía lo que era vivir como un campesino, dormir en la tierra o en la paja junto a ellos, incluso junto a vagabundos. Tiempos pasados tratando de encontrar quién era y quién era el mundo.
- Y no me hagas tampoco perder tiempo de mi inmortalidad vengándote.- no sería una perdida, gozaría destrozando y bebiendo, más con ira y con un buen argumento, pero no se le antojaba perder a alguien como ella, menos por culpa de humanos.
Misterios se ven reflejados en el perfecto gesto de la mujer que imita a los seres como él, se recuerda haciendo ese mismo en algunos momentos de su vida...en los de jubilo, divertido misticismo y certeza. El ruso nota cada movimiento en sus labios, como estos se tensan y la luz de sus dientes, el largo del colmillo que roza su lengua, el sonido de ambos tocándose, el olor de su saliva y sigue paciente esperando una respuesta, mientras piensa que sí, sería una hermosa vampiresa. Ahora es él quien ríe, ya no le importa que alguien los vea, minimizar su poder no es más que un error para los demás y un delito para él mismo, si alguien se atreve a molestarlos, en medio de los aplausos lo asesinara.
- Nunca lo haría y no me quejó de tu compañía, es solo que no sabía que vendrías, hubiese traído flores.- respondió cuán galán humano.
Aunque como ser sobrenatural y romántico no se burlaba ni despreciaba tal acto como bello entre amantes y como halago. Piernas se abrían con ramos de perfumadas y coloridas flores, amores y sexo se daban como el azahar en flor.
La ve acercarse como lo haría un felino, sintiendo su presencia la mira directo a los ojos, puede sentir el tamborileo del corazón femenino en su torso, como resuena nervioso y emocionado haciendo que su propio vacío interior se contagie de vida. Levantando las manos toma su rostro con extrema suavidad pero firmeza, desesperado, emocionado con la respiración de la humana erizando su piel, su aroma embriagándolo.
Es solo al sentirla así que sabe lo que él le inspira, curiosidad, miedo...allí tiene su respuesta a la pregunta formulada, pero quiere escucharlo o que le mienta, pero con sus labios. Acercando su rostro al de ella, puede rozar con su nariz la contraria, con su boca la otra. - Eso que llamas vulgar es lo que nos mantiene, Sasha, para mi no hay nada más preciado que la sangre que se me ofrece, que robo y hago mía, yo valoro el sacrificio y nada se desecha, solo pasa a ser parte de mi.- cerrando los ojos inhala una vez más, reconoce el olor y recuerda claro el sabor de la de ella. - Como la tuya es parte de mi, para siempre.- Pasea sus manos por sus hombros y manos al reconocer que desea morderla allí mismo, le vale poco que ella crea que la sangre es algo vulgar.
Se aleja respirando profundo, sus pupilas vuelven a contrarerse y en espera de que tome una decisión acerca de su amigo peludo, siente sus intenciones gritando en los movimientos que despiertan poco a poco su sexo sin ayudarle a su objetivo de no devorarla. Sonríe por su osadía y su lujuria, por ese atrevimiento que nadie dudaría en señalar, pero allí nadie los ve y él no levantara ningún dedo para acusarla. Sin responder a su pregunta guarda silencio, ella sabe lo que él desea. Y él sabe con la risa de encanto que todo lo llena a su alrededor y el incremento de su adrenalina, que lo cumplirá.
Sin perder ningún detalle la ve caminar, tomar impulso e incluso juguetear descarada con la puerta de la jaula, sigue al oso y en ocasiones imagina qué sucedería si al abrirse la ataca, sabe que no pasara porque seguramente él lo impida.
Vuelve a mirarla impasible y risueño, el sonido de la puerta abierta de par en par es un Alleluia cantado por voces de querubines del coro de niños en París. Ya no hay calma si en algún momento la hubo. Mijáil la sigue en su regreso y al perderla de vista, dejando que se coloque a sus espaldas, mira a la jaula, pendiente de lo que hará el oso, si demorara en entender que puede salir, si lo hará, sonríe extasiado con el latín que reconoce asintiendo sin que ella pueda percibirlo, con la mano que asciende por su torso y el susurro que ha hecho eco en su oído hasta su cabeza al seguir encendiendo sus sentidos y con la invitación a partir.
Ladea su cabeza para que ella sienta que es uno de ellos y para hacerlo sentir la presa, algo que solo le recuerda a la noche en que fue mordido por aquella mujer que llena sus pensamientos e invade sus sueños y podría jurar que el corazón le late, muy rápido. Está inmóvil por completo. - Mi palabra es mi ley.- dice cuando se libera por fin del embrujo, es una de las pocas tradiciones que le quedan de su pasado, su padre y hermanos tenían un concepto muy fuerte del honor y los tratos que se hacen sin necesidad de papel y lápiz. Mirándola de reojo alejarse, sabe que es la última vez en largas noches que se acercara al circo, el animal ya comenzaba a empujar poco a poco la puerta de metal, no faltaba mucho para que por fin lo supiera.
Lo grandioso sería imaginar lo que podría pasar a continuación.
- ¿No te importa su destino?- le preguntó al girar, mirándola a los ojos para guiar sus orbes hasta el hombre que dormía sin imaginar el futuro que lo convertía a cada paso de la bestia en una futura presa. La sonrisa de Mijáil aunque había desaparecido, seguía flotando en su rostro como el gato de aquel cuento del que solo se puede apreciar unos ojos juguetones y unos blancos dientes bajo un peludo rostro en forma de sonrisa, una que invitaba al juego y a las travesuras, a quemarlo todo en un ataque de locura desenfrenada y anarquía que tan bien hacía al alma de vez en cuando. Lo que se preguntaba el ruso era si ella sentiría algo de remordimiento.
¿Y a él?¿Le importaba?
En absoluto.
Él no se creía ni pretendía un libertador, hace tiempo que se había cansado de cualquier intento por guiar al mundo a un camino de paz donde todos corrieran tomados de la mano por extensos campos de margaritas, donde poder comer al lado de leones, cocodrilos y rinocerontes, donde las serpientes se dejaran usar como palos de criquet y las abejas regalaran su miel sin ninguna intención de morir por defenderla usando su aguijón. El guerrero varego que llevaba mirando el mundo desde hace más de 900 años, estaba cansado de luchar por una humanidad que siempre, siempre, no sería más que una plaga.
En cambio se sentía mejor, feliz, de ver a una bestia como él mismo lo era, libre.
Quizás eso deberían llamarlo, el libertador de bestias.
Aquel título sin que lo luciría con regusto sin necesitar una corona o cualquier adorno, solo lucir su ferocidad y no negar su naturaleza. Aunque seguramente quisieran nombrarlo rey y como rey que no deseaba ser, seguro se aburriría demasiado, llegaría un punto donde el trono comenzaría a parecerle un incordie y necesitara dejar todo en manos de alguien más...como de ella. La miró de nuevo y recorrió sin ningún tapujo o vergüenza sus facciones. A sus cabellos negros y brillantes, su perfume, la tez de su rostro en noche de luna.
Acentuó su sonrisa. Claro que no le importaba el destino del vigilante, menos de uno que abandonaba su trabajo por una borrachera. Fue la primera vez que se preguntó si le importaba realmente alguien a Sasha.
Los pasos de la bestia lo llevaban a ya a ascender por la jaula, Mijáil lo contempló, en el fondo se sentía feliz, regocijado, ansioso, nervioso, febril, vehemente, compasivo, un ser bueno regocijante de alegría, libre como el ser que se agitaba en el interior del oso.
Regio dijo a la fémina. - Vamos, mi Sasha. La noche es aún joven pero muy corta. Quiero mi baño y hoy deseo que tú también estés dentro de la tina.- Dio la espalda a la escena, ofreciendo el brazo a su camarada, no se quedaría a ver lo que vendría, nada se le antojaba más placentero que poder darle muchos finales a aquel cuento en el que el oso se atreve a salir, ¿para qué dañarlo con la realidad?
Al fin y al cabo todos sabían que a no ser que corriera con suerte de llegar a algún bosque cercano y camuflarse, aquel oso no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir en la gran ciudad.
Así era la libertad, cruel e ilusoria trampa, una mentira.
La propuesta de ser consentido le parece la mejor forma de terminar la noche que no ha sido nada más que un completo fracaso antes de verla. Tanto vodka desperdiciado, el borracho que luce lo que es capaz y él no, durmiendo inconsciente como si se hubiera olvidado de que él lo acompañaba...¿como si? Lo había hecho, él era un completo extraño para el cirquero al que había comprado con unas cuantas botellas de vodka y no del barato, tantos propios demonios y dudas existenciales girando en su cabeza en un remolino que no había parado de moverse en su interior desde hace cientos de décadas.
Sí, sí, es lo que su cuerpo y mente le exigen de la mujer. Mimos y una tina caliente entre velas y perfumes, entre la seguridad de su casa y el poco pudor que tiene la rusa para no salir corriendo o bajar la mirada ante la desnudez de un hombre, menos la de un vampiro. La observa con la libido manifestándose en sus ojos al escuchar en tan dulce tono y palabras un...¿La vas a complacer? Si supiera que sus palabras pueden tomarse por multiuniversos de caminos, miles de probabilidades y todas terminaban llevándola a estar desnuda, llena de sudor entre sus brazos y en unos cuantos de esos finales, ella estaba muerta.
- Ya te lo dije, mujer. Te complaceré en lo que me permita mi humanidad, tú solo pide...- le habla con la voz elegante que tiene y que carece de burla o dramatismo, el ruso que han venido hablando como compatriotas le ayuda a la tarea, - ...vodka, tallar mi espalda, darme tu sangre, yo acepto con más que buena gana, el altruismo me deslumbra y me hipnotiza.- dice cómico, burlón y pícaro. En realidad el altruismo sí lo deslumbra. En un mundo que ve negro y rojo, un poco de blanco es bastante llamativo, siendo diana del escepticismo. Sin embargo él nunca habla de abrazos, nunca promete dar a ningún humano tal cosa que muchos llaman regalo y otros maldición, no encuentra muy bien la razón de no haber sido creador y maestro aún, ni su punto de vista ante aquella habilidad, quizás la considera ambas.
Mira al animal unos segundos más, el brillo de los ojos salvajes es notorio entre la realidad de barrotes que lo rodea y guardando sus manos entre los bolsillos pregunta algo curioso. - Sasha...¿nunca me has temido? - no es la primera vez que lo piensa, pero si la primera que lo dice en voz alta esperando una respuesta.
Lo que escucha lo hace guardar silencio por largos segundos con la mente ausente al cerrar sus ojos, lee detenidamente sus palabras y las muestra en su mente como si de una obra o situación se tratara. Sonríe por las masas que imagina hincándose a los pies de la mujer como si fueran olas, extenso es el panorama que ve lleno de hombres alabándola.
Pero así como es capaz de imaginar los mejores y más brillantes regalos, la tela de los ropajes que usa la rusa y el sonido de su piel al rozarlos, puede ver el mundo en llamas, escuchar los gritos y sentir el calor del fuego en su piel, la ira de los hombres y sus reclamos y el mar que es todo el pueblo del mundo exigiendo la cabeza de Aleksandra, puede ver su cabeza bella mirando perdida al suelo enterrada en una pica, como la advertencia a cualquier rey o reina que no complazca a la turba. Tomando uno de los mechones de ella, siguió lo ondulada de su forma y ascendió por ella hasta su oreja, viajando hasta su mejilla, rozando con sus dedos indice y medio la tersura.
- Tú belleza y fuerza son dignas de ser seguidas, - hace una pausa dejando claro que un pero viene a continuación. - Pero no me hagas recordarte el destino de María Estuardo, aquella inolvidable y exquisita Ana Bolena y nuestra Maria Antonieta. La masa es impredecible.- dejando una pausa suspiró pesado, una última caricia antes de volver a guardar la mano en sus ropajes. - A veces las pulgas y una alergia no son tan malas, Sasha.- y el sabía lo que era vivir como un campesino, dormir en la tierra o en la paja junto a ellos, incluso junto a vagabundos. Tiempos pasados tratando de encontrar quién era y quién era el mundo.
- Y no me hagas tampoco perder tiempo de mi inmortalidad vengándote.- no sería una perdida, gozaría destrozando y bebiendo, más con ira y con un buen argumento, pero no se le antojaba perder a alguien como ella, menos por culpa de humanos.
Misterios se ven reflejados en el perfecto gesto de la mujer que imita a los seres como él, se recuerda haciendo ese mismo en algunos momentos de su vida...en los de jubilo, divertido misticismo y certeza. El ruso nota cada movimiento en sus labios, como estos se tensan y la luz de sus dientes, el largo del colmillo que roza su lengua, el sonido de ambos tocándose, el olor de su saliva y sigue paciente esperando una respuesta, mientras piensa que sí, sería una hermosa vampiresa. Ahora es él quien ríe, ya no le importa que alguien los vea, minimizar su poder no es más que un error para los demás y un delito para él mismo, si alguien se atreve a molestarlos, en medio de los aplausos lo asesinara.
- Nunca lo haría y no me quejó de tu compañía, es solo que no sabía que vendrías, hubiese traído flores.- respondió cuán galán humano.
Aunque como ser sobrenatural y romántico no se burlaba ni despreciaba tal acto como bello entre amantes y como halago. Piernas se abrían con ramos de perfumadas y coloridas flores, amores y sexo se daban como el azahar en flor.
La ve acercarse como lo haría un felino, sintiendo su presencia la mira directo a los ojos, puede sentir el tamborileo del corazón femenino en su torso, como resuena nervioso y emocionado haciendo que su propio vacío interior se contagie de vida. Levantando las manos toma su rostro con extrema suavidad pero firmeza, desesperado, emocionado con la respiración de la humana erizando su piel, su aroma embriagándolo.
Es solo al sentirla así que sabe lo que él le inspira, curiosidad, miedo...allí tiene su respuesta a la pregunta formulada, pero quiere escucharlo o que le mienta, pero con sus labios. Acercando su rostro al de ella, puede rozar con su nariz la contraria, con su boca la otra. - Eso que llamas vulgar es lo que nos mantiene, Sasha, para mi no hay nada más preciado que la sangre que se me ofrece, que robo y hago mía, yo valoro el sacrificio y nada se desecha, solo pasa a ser parte de mi.- cerrando los ojos inhala una vez más, reconoce el olor y recuerda claro el sabor de la de ella. - Como la tuya es parte de mi, para siempre.- Pasea sus manos por sus hombros y manos al reconocer que desea morderla allí mismo, le vale poco que ella crea que la sangre es algo vulgar.
Se aleja respirando profundo, sus pupilas vuelven a contrarerse y en espera de que tome una decisión acerca de su amigo peludo, siente sus intenciones gritando en los movimientos que despiertan poco a poco su sexo sin ayudarle a su objetivo de no devorarla. Sonríe por su osadía y su lujuria, por ese atrevimiento que nadie dudaría en señalar, pero allí nadie los ve y él no levantara ningún dedo para acusarla. Sin responder a su pregunta guarda silencio, ella sabe lo que él desea. Y él sabe con la risa de encanto que todo lo llena a su alrededor y el incremento de su adrenalina, que lo cumplirá.
Sin perder ningún detalle la ve caminar, tomar impulso e incluso juguetear descarada con la puerta de la jaula, sigue al oso y en ocasiones imagina qué sucedería si al abrirse la ataca, sabe que no pasara porque seguramente él lo impida.
Vuelve a mirarla impasible y risueño, el sonido de la puerta abierta de par en par es un Alleluia cantado por voces de querubines del coro de niños en París. Ya no hay calma si en algún momento la hubo. Mijáil la sigue en su regreso y al perderla de vista, dejando que se coloque a sus espaldas, mira a la jaula, pendiente de lo que hará el oso, si demorara en entender que puede salir, si lo hará, sonríe extasiado con el latín que reconoce asintiendo sin que ella pueda percibirlo, con la mano que asciende por su torso y el susurro que ha hecho eco en su oído hasta su cabeza al seguir encendiendo sus sentidos y con la invitación a partir.
Ladea su cabeza para que ella sienta que es uno de ellos y para hacerlo sentir la presa, algo que solo le recuerda a la noche en que fue mordido por aquella mujer que llena sus pensamientos e invade sus sueños y podría jurar que el corazón le late, muy rápido. Está inmóvil por completo. - Mi palabra es mi ley.- dice cuando se libera por fin del embrujo, es una de las pocas tradiciones que le quedan de su pasado, su padre y hermanos tenían un concepto muy fuerte del honor y los tratos que se hacen sin necesidad de papel y lápiz. Mirándola de reojo alejarse, sabe que es la última vez en largas noches que se acercara al circo, el animal ya comenzaba a empujar poco a poco la puerta de metal, no faltaba mucho para que por fin lo supiera.
Lo grandioso sería imaginar lo que podría pasar a continuación.
- ¿No te importa su destino?- le preguntó al girar, mirándola a los ojos para guiar sus orbes hasta el hombre que dormía sin imaginar el futuro que lo convertía a cada paso de la bestia en una futura presa. La sonrisa de Mijáil aunque había desaparecido, seguía flotando en su rostro como el gato de aquel cuento del que solo se puede apreciar unos ojos juguetones y unos blancos dientes bajo un peludo rostro en forma de sonrisa, una que invitaba al juego y a las travesuras, a quemarlo todo en un ataque de locura desenfrenada y anarquía que tan bien hacía al alma de vez en cuando. Lo que se preguntaba el ruso era si ella sentiría algo de remordimiento.
¿Y a él?¿Le importaba?
En absoluto.
Él no se creía ni pretendía un libertador, hace tiempo que se había cansado de cualquier intento por guiar al mundo a un camino de paz donde todos corrieran tomados de la mano por extensos campos de margaritas, donde poder comer al lado de leones, cocodrilos y rinocerontes, donde las serpientes se dejaran usar como palos de criquet y las abejas regalaran su miel sin ninguna intención de morir por defenderla usando su aguijón. El guerrero varego que llevaba mirando el mundo desde hace más de 900 años, estaba cansado de luchar por una humanidad que siempre, siempre, no sería más que una plaga.
En cambio se sentía mejor, feliz, de ver a una bestia como él mismo lo era, libre.
Quizás eso deberían llamarlo, el libertador de bestias.
Aquel título sin que lo luciría con regusto sin necesitar una corona o cualquier adorno, solo lucir su ferocidad y no negar su naturaleza. Aunque seguramente quisieran nombrarlo rey y como rey que no deseaba ser, seguro se aburriría demasiado, llegaría un punto donde el trono comenzaría a parecerle un incordie y necesitara dejar todo en manos de alguien más...como de ella. La miró de nuevo y recorrió sin ningún tapujo o vergüenza sus facciones. A sus cabellos negros y brillantes, su perfume, la tez de su rostro en noche de luna.
Acentuó su sonrisa. Claro que no le importaba el destino del vigilante, menos de uno que abandonaba su trabajo por una borrachera. Fue la primera vez que se preguntó si le importaba realmente alguien a Sasha.
Los pasos de la bestia lo llevaban a ya a ascender por la jaula, Mijáil lo contempló, en el fondo se sentía feliz, regocijado, ansioso, nervioso, febril, vehemente, compasivo, un ser bueno regocijante de alegría, libre como el ser que se agitaba en el interior del oso.
Regio dijo a la fémina. - Vamos, mi Sasha. La noche es aún joven pero muy corta. Quiero mi baño y hoy deseo que tú también estés dentro de la tina.- Dio la espalda a la escena, ofreciendo el brazo a su camarada, no se quedaría a ver lo que vendría, nada se le antojaba más placentero que poder darle muchos finales a aquel cuento en el que el oso se atreve a salir, ¿para qué dañarlo con la realidad?
Al fin y al cabo todos sabían que a no ser que corriera con suerte de llegar a algún bosque cercano y camuflarse, aquel oso no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir en la gran ciudad.
Así era la libertad, cruel e ilusoria trampa, una mentira.
Mijáil Golitsin- Vampiro Clase Alta
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Localización : París, Francia
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
Cuidado con el oso
¿Por qué? ¿Porque no lo vaya a pisar?.
¿Por qué? ¿Porque no lo vaya a pisar?.
Palabras pronunciadas al viento pueden ser aterradoras o subyugantes, depende del oído que las atrape llevándolas a una mente que digiera lo que en ellas se contiene, ese poder oculto que pocos saben utilizar para movilizar a las masas, como este vampiro que ahora se planta en vertical ante los ojos verdáceos de la rusa que sonríe de lado antes de alzar la barba con provocativo proceder en tanto sus blancos dientes se muestran en referencia a si le ha temido - ¡Por supuesto que te temo, Mijáil! Temo que una noche decidas poner fin a tu existencia dejándome abandonada a mi suerte pues ¿Quién sería sin mi demonio particular azuzando a la bestia que guardo en mis entrañas? - se roza el vientre para poner realce a su voz. - ¿Quién sería sin tus consejos y sabias palabras, donde todo tiene sentido cuando lo procesas en esa mente analítica y plagada de retorcidos conceptos aún desconocidos para mi joven psique? - se ríe, su risa inunda el lugar al tiempo que le acaricia ladina el rostro procurando incitar más al demonio que tiene ante ella. Es la adrenalina la que le motiva, la que le mueve y la enloquece.
Acepta la caricia que sube desde un mechón de sus cabellos ondulados como una oda a su belleza, ascendiendo hacia su rostro percibiendo la frialdad de esas falanges al tiempo que alza un poco el rostro para permitirle un avance mayor sobre su epidermis, como si estuviera en trance, los ojos de la morena se entrecierran entreabriendo la boca como si anhelara más hasta que él posa sus dedos en su mejilla, el rostro de la mujer se dirige a su objetivo, el músculo bucal de la fémina recorre la falange del dedo medio desde el nudillo más prominente hasta la punta dejándolo brillante por su propia saliva antes de mostrar un rictus soberbio y cínico - no es impredecible, es controlable. La diferencia recae en que en lugar de adoradores se rodearon de enemigos - es su respuesta antes de mirarle con una ceja arqueada en una franca actitud de rebeldía y altanería - el toque magistral no es estar a la vista de todos, camarada, es controlar los hilos en la oscuridad como es tu trabajo. Todos marginarán la obra, pocos hablarán de que tú la editaste y pusiste los puntos más seductores en ella para atrapar sus sexos haciéndolos humedecer por las ideas y las infinitas posibilidades. Igual hago en mis labores, Misha. Susurro a sus oídos, dejo que mi voz se plante en ellos para echar raíces creando enormes árboles imposible de derrumbar sin que nadie sepa quién sembró la semilla - es astuta, más que muchos que la rodean.
Recorre con las falanges el pecho del no-muerto hasta llegar a su cuello donde la yugular es visible para sus ojos que saben qué buscar - suena tan aterrador y subyugante en tus labios el que digas que me vengarás ¿Lo harías, Misha? ¿Utilizarías tu tiempo para matar a los que me hacen daño? - casi podría sentir algo más que simple cariño por este inmortal enigmático, seductor y decadente. Mortal en esa actitud violentamente pasiva. Eso le constriñe los intestinos antes de depositar sus dedos en sus labios acariciando lento éstos.- Olvida las flores, esas se marchitan con el paso del tiempo, busca mejor cómo agradarme con regalos más duraderos, sólo no caigas en la vulgaridad de las joyas. Tengo bastantes y si no es algo muy particular, me aburren - su ojo derecho se cierra haciéndole un guiño a sabiendas de que el inmortal podría darle todo lo que ella quisiera a cambio de muy poco.
El roce de sus manos a los lados de su rostro la hace ansiar más de él, es esta seducción pasiva la que la ha enloquecido desde el primer momento en que la conoció. El estira y el afloja como si de una liga se tratara jalándola por los extremos hasta el punto de ruptura. ¿Será esta noche donde todas las fisuras anteriores se conviertan en fracturas para dar el siguiente paso en esta relación que se antoja insufrible donde los roces van aumentando el libido de la rusa? Si es así, Aleksandra está preparada para ello. Tras la pasiva reprimenda sobre la vitae se queda callada con cierta molestia, una que es minimizada porque escucharlo es aprender de él para no volver a cometer el mismo error. Sus ojos se fijan en los del vampiro, tan verdes como el bosque mismo, invitando a sumergirse en su interior - no sabía que aún recordabas mi sabor, eso me da curiosidad ¿Qué sientes cuanto pruebas mi sangre, Misha? - para poner más énfasis, alza la cara para dejar el cuello a la vista del vampiro observando cómo él se aleja tras acariciar sus hombros terminando en sus brazos. Sabe el hambre que le desata, se regodea en ella sabiendo que de todos los que él puede elegir, Sasha está por encima de esa pirámide. Su plato favorito, su postre decadente. Eso y más es la rusa para el vampiro, puede sentirlo así.
En cuanto la jaula se abre, le toma la mano para retirarse del lugar, ha dejado en libertad a tan grandiosa criatura más va a dar el primer paso cuando su pregunta le saca de balance. ¿El oso? Por su mirada entiende que es el velador, lo que le causa hilaridad antes de acercarse a su oído abrazando sus hombros - temo más por el destino del oso que el del velador quien ahora mismo está tan embrutecido de alcohol que por más que quiera no despertará. ¿Notas cómo lo huele nuestro camarada? Si de la Rusia debes aprender algo, mi querido Misha. Los osos no atacan a los que creen muertos y ese, ya está muerto, más despertará mañana porque está conservado en alcohol - le bromea haciéndole notar que es cierto, el oso sólo lo huele, lo mueve con la pata sin que el velador muestre señales de vida por lo que sus pasos van hacia los que sí pueden ser una amenaza: ambos rusos.
Justo el vampiro decide salir de ahí, no sin antes repasar con sus ojos a la fémina que le sonríe exultante - mi libertador, puede que sea la revolucionaria y la insurrecta, más tú eres el que les da vida tras la libertad - toma su brazo que le es ofrecido entrelazando sus dedos con los fríos del vampiro antes de mirar atrás un instante, justo para deleitar la vista con el gran oso elevándose sobre sus patas traseras rugiendo feliz por su libertad, extendiendo las garras con ansiedad, esas cuchillas mortales que brillan a la luz de las farolas que iluminan el lugar. - Mortalmente extraordinario - se queda parada por instantes preciosos hasta que ve que la bestia baja las patas para mirar hacia ellos empezando a andar como si les siguiera, eso espolea su instinto - es hora porque si tardamos tendremos un oso faldero y no sé cómo alimentar uno - empieza a correr sin dudarlo, entre risas divertidas, de vez en vez mira atrás para asegurarse de que la distancia entre ellos y la bestia sea prudente. - Mi carruaje está en la entrada principal, John está esperando - por supuesto que Misha conoce a su cochero personal. Empieza a dirigir sus pasos a ese lugar.
Las personas empiezan a salir advertidos del peligro, la manada humana inicia una estampida entre gritos y alaridos de terror al ver que la bestia se cobra la vida de los valientes que atacan primero. En una ocasión, Aleksandra pierde el paso intentando evadir a las personas que se les atraviesan, puesto que el carruaje estaba apostado en la salida principal, justo donde están las aberturas de la carpa que utilizan de entrada y salida por donde la muchedumbre sale disparada cual bala a toda velocidad una vez atemorizada por el gran rugido de la bestia intentando escapar de un mortal sino. ¿Cuándo el circo se llenó tanto de gente que ahora parece que hay cientos de éstos? En la segunda ocasión pierde la mano de Misha, por instinto se detiene mirando a su alrededor para asegurarse de qué dirección tomar para seguirlo entre el gentío que la evade en la alocada huida. Un hombre va directo hacia ella sin fijarse de la ansiedad por voltear atrás donde ya el oso aparece siendo contenido por algunos en tanto otros sacan las armas para darle caza.
El cuerpo del hombre golpea el de Aleksandra quien planta bien los pies más no es suficiente, cae al piso por el peso del varón quien termina encima suyo - maldict garçon - le insulta intentando quitar al sujeto para levantarse. Otro rugido del oso le advierte que está demasiado cerca. Empuja al hombre antes de ponerse en pie ligera y ágil, no piensa en recuperar al vampiro, sólo en escapar, ya le cobrará a Misha por sus ideas libertadoras no sólo vodka si no también algo más. Sus pies corren ligeros levantándose las enaguas para ello, esquivando personas para asegurar su salida hacia el carruaje donde sabe que Misha, siendo tan inteligente, buscará llegar porque es un punto de encuentro perfecto. Tiene que llegar a él antes de que eso se convierta en un Apocalipsis, de sólo pensar que ella lo desató, estalla de risa en tanto sigue su paso con la adrenalina corriendo por sus venas a todo lo que da.
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/04/2018
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
La escucha atento y parpadea mirando al cielo.
¿Mijáil Vasilievich hijo de Vasil y descendiente de los fundadores de Rusia, alguna vez ha pensado en enterrar una daga en su pecho, en buscar algún cazador, entregarse a la Inquisición de manera pasiva o buscar alguno de esos venenos para terminar con su vida? ¡Claro!
¿Cuántas veces no había pensado desesperado en acabar con aquella existencia que encontraba graciosa y dolorosa? Miles, aunque en los últimos años se había hecho a un lado del camino de su muerte para solo existir mirando al mundo correr hacía un descenso seguro. - No tienes que temer, Sasha, no por eso. Y si algún día he de querer morir, llegara un mensajero a tu puerta con una carta escrita por mi en la que pido que seas mi verdugo o para despedirme y me verás arder en alguna plaza custodiado por cazadores y clérigos maldiciendo mi alma perdida. Es lo único malo que tendrás que aguantar, que tendremos. Pero sería inolvidable y quizás podrían ser una obra digna de ver, aunque lo más probable es que por fama y buen nombre se borren de los anales de la Opera mis servicios y actos como director.- bajando la mirada le sonrió guiñando un ojo para encogerse de hombros. - Me tienes en muy alta estima, eso me halaga y me sorprende.- contagiado por su risa bromea.- Lo único que no me agrada es que me llames retorcido.- frunce el ceño pretendiendo estar indignado.
- Soy un monstruo, no puedo decir que no y no deseo mentirte ni hacer alarde de mis hazañas. Muchos me llevan ventaja, yo solo he asesinado soldados cuando era humano, rebanado algunos cuellos, robado virtudes y vidas de señoritas y campesinos, he hecho festines de humanos con mi creadora, también en soledad bajo la luna o en algún sembradío, pero nada anormal para los seres humanos que rompen corazones, asesinan a sus hijos o muelen a palos a sus esposas. Tampoco más que los que causan guerras en nombre de la libertad o de los sobrenaturales que dejan su apetito paseando al aire libre todos los días, tampoco los que lo contienen hasta que este decide rebelarse en furia ciega. - suspira recordando aquellos tiempos en que empuñó una espada y recibió heridas sin sentir nada más que como la adrenalina, la pasión y la ira inundaban su pecho, recuerda los gritos de la batalla, los de las mujeres golpeadas que a veces escuchaba venir de los callejones por los que transitaba o de las casas que rodeaban sus pasos, no puede olvidar, nunca podría a su Sire y los momentos de euforia cadensiosa y elegante que juntos se daban en aquella inmensa mansión que ambos compartieron a algunos kilómetros de Kiev. ¿Cómo olvidarlo? No era hacedor de imposibles.
- Me alegra que no me temas.- termina sin sonreír, solo sus ojos son muestra de la gran mentira que la mujer le ha dado y la que él le da de vuelta. -Me alegra que no me temas, mujer, así no verás venir la muerte o no la seguirás de cerca, así seguirás disfrutando cada uno de nuestros encuentros, así seguiré siendo cauto para no dejarme vencer por el antojo de devorar tu sangre y valoraré tu valentía.- piensa con libertinaje y codicia detallando en sus rasgos una vez más. Al ruso le gusta la confianza que la mujer repliega, que no esconde y que deja ver a simple vista ante su hambre, es tentadora la forma en besa su dedo y se detiene en sus ojos. Es obvio que ella sabe que los vampiros no son bestias nobles y que no están del todo muertas, que la lujuria los empuja en cada paso o en cada roce, en los perfumes y disfrutando de la caricia asiente sin evitar preguntarse...¿acaso tendrá un as bajo la manga en caso de él en realidad querer desangrarla?
Es cierta su teoría, solo que el exceso de confianza no carece de errores y fallos. - Es más que notorio que Maquiavelo jamás te conoció. - no dice todo lo que piensa, ha de ver el crecimiento, el ascenso y la caída de Sasha con calma, todo a su tiempo. ¿Espera poder hacer algo por su renacimiento? Si ella lo pide, podría pensarlo y darle una mano, un mordisco y un poco de su sangre con eso. Con cada sensación en su tacto y sentidos acompaña las caricias de la fémina en su torso, sin dejar de mirarla a los ojos asiente con un suspiro cargado de deseo. - Lo haría, Sasha. Pero si te he dicho que me deslumbro con el altruismo no destaco por llevarlo debajo de mi disfraz de hombre, no sería solo por la culpabilidad de los que osen tocarte y alejarte de mi que derramaría sangre, es porque me gusta, no olvides lo que soy. Mira el ejemplo de los que han muerto por nosotros.- besa su frente, es una advertencia para negar el planteamiento anterior. Si fuera cuerda le temería. Si tan solo lo fuera no estaría con él, eso también lo sabe.
- Oh...¿así que algo particular? ¿Y si te diera uno de esos ovalados, delicados, coloridos y brillantes Feberge como regalo de Pascua?- enarcó una ceja con una sonrisa divertida. ¿Quién podría negarse a una belleza así adornando su habitación? - ¿Te gustaría uno de los que tengo en casa?- la tenta para refutar su teoría, a todas las mujeres les gustan las joyas y él tiene ocho de los sesenta y nueve que existen. - No seas poco vanidosa conmigo, eso no le resta delicadeza a tu ser pero si chispa, me quita el antojo de consentir tus gustos más...- levantando la mano la movió en el aire con elegancia ostentosa y burla, como si hubiese olvidado en realidad la palabra que ella acaba de decir, - vulgares.- arqueó una ceja, él no hallaba nada de malo es serlo, el animal sediento de sangre que era se preguntaba quién deseaba una eterna refinada jovencita que no tuviera sus ratos de rebeldía y quisiera satisfacer sus gustos más primarios de vez en cuando.
- Así es, siempre lo recuerdo.- inclina aún más la cabeza mientras su espalda se encorva un poco, sabe leer entre líneas y la línea curva que ella dibuja al ofrecerle su cuello no pasa desapercibida, nunca lo haría. Huele su piel, siente su aroma, la suavidad de sus mejillas que aún toma es clara bajo sus manos como lo es bajo la nariz y los labios que rozan aquella parte de su garganta. - Si...em...pre.- despacio, con el tiempo que deseó susurró las sílabas de aquella bella palabra. - Me sabes a beriozas y romashkas en primavera y me hueles a un poco de esa pólvora de la que tanto alardean los que se llaman a si mismo gente moderna.- dijo inhalando profundo antes de alejarse por el desdén que aquellas armas de fuego le hacían sentir, aunque el olor a aquel polvillo plateado oscuro no le resultaba desagradable excepto por lo que significaba, el final del cuerpo a cuerpo en una batalla.
Recibiendo la respuesta por el bienestar del humano se siente satisfecho. Suelta una sonrisa meneando la cabeza. - Pero puede que no estemos frente a un oso de la Madre Rusia, puede que sea de aquellos ventajosos que no renuncian ni desperdiciarían una cena que ya ha sido puesta en bandeja de plata.- obediente mira de soslayo la forma en el animal olfatea al guardia. También sabe que si lo huele de más seguro pensara en comerlo, ya ha visto en su antiguo pasado tales encuentros. El humano casi siempre salía perdiendo dando una escena maravillosa al observador en la oscuridad. - Me satisface saber que piensas en el oso más que en tu especie. - inclina la cabeza como muestra de su orgullo y admiración, la siente por los que defienden la naturaleza y sus bestias. El destino del humano queda en manos de la suerte y ambos se detienen antes de partir para ver lo que sucederá, eso si lo intriga. ¿Será esa bestia una ventajosa?¿Él lo sería? Sí, podría ser que sí, si no sucediera algo extraordinario que desviara su atención y si en realidad no se encontraba muerta la presa, como vampiro tiene aquello claro.
Meneando la cabeza niega todo su argumento. - ¿Qué te acabo de decir sobre mi altruismo? Yo no doy vida, la quito.- en un vistazo rápido ella puede ver la veracidad de sus palabras en sus ojos que se tornan fríos, nunca había dado un abrazo y casi nunca había pensado en ser un Sire, excepto con ella y otros dos humanos que se cruzaron en su camino, uno calculaba ya estaba muerto. Mijáil asciende su mirada por toda la extensión y altura que muestra el oso al erguirse sobre sus patas traseras, la naturaleza lo sigue maravillando como el rugido llena sus oídos y ser, y sabe que a Sasha igual por sus palabras, guarda silencio pensando en cómo hubiese reaccionado el varego que era antes de su conversión, de seguro se estaría preparando para la batalla, dispuesto a morir si debía hacerlo pero con la plena intención de dar una buena pelea.
- Esa es la naturaleza.- susurra y mira al ebrio que no mueve una pizca o milímetro alguno su cuerpo, es como ella lo ha dicho, está muerto para el mundo hasta el día siguiente para despertar con la noticia de que ha perdido su trabajo, quizás lo resuciten antes a leñazos y patadas, lo sabe el vampiro por las voces de alerta que se escuchando entre las tiendas y la carpa principal. - Con humanos, mujer, con humanos se alimenta a cualquiera.- sentencia seguro de ello. -Un oso faldero tampoco es tan malo, no como una turba de circenses enojados.- ladea una sonrisa burlona mientras la ve alejarse a toda prisa. Su afán, por su parte, es casi inexistente.
Comienza su despedida del circo un no calculado minuto después, habiendo esquivado al oso con facilidad, el animal sigue en línea recta por instinto y el pelirrojo lo persigue pareciendo que flota en la oscuridad de las tiendas por la velocidad que sus poderes le dan. Pronto llega al carruaje saludando al cochero con una mirada silenciosa y un asentimiento formal de cabeza, demasiado solapado para contarle lo que sucede, cruel mientras el hombre lo mira recuperándose del susto por no haber notado su presencia y queriendo encontrar una respuesta al escándalo que se acerca. - Buena noche, John. Alista los caballos para ir a mi casa, pronto habrá que huir a toda prisa de aquí.- le dice sin mirarlo a un lado del carruaje. - Sí...sí, Señor Golitsin.- es la respuesta que el hombre da mientras no duda que así será, apretando las riendas de los corceles entre sus manos, eso constata Mijáil que a su vez escucha claro el cuero ceder entre la fricción con la piel.
- Corre, Sasha, corre lo más rápido que puedas y ven a mi que ya abro las puertas del carruaje que nos llevara a la libertad...- susurra divertido abre la puerta del coche sin dejar de mirar en la dirección de la que ha llegado, demasiado bajo escaparon sus palabras como para que alguien más que un ser como él alcance a escucharlas, quizás un lobo, un perro o un gato como la piel de un cambiante, un ave fugitiva, Dios, el mismo viento que solo habla un lenguaje que puede ser un amante suave o uno violento. ¿Pero quién podría entenderlo si contara los secretos que sabe de Mijáil a algún extraño? Quizás un brujo o un gitano, quizás la rusa a la que ve corriendo desde la distancia y de la que puede escuchar su respiración.
Entrecierra los ojos, el latido de su corazón se pierde por instantes entre los demás tamborileos de los asustadizos espectadores que ya están siendo evacuados del lugar, es una pena que no haya habido un gran cierre que finalizara el espectáculo, una pena para ellos, porque por su parte, su show no necesita más final que el que imagine y aún no ha terminado. Disfruta asombrado de como la masa huye, tonta, histérica, disfruta por el placer que le dan al confirmar su teoría, nadie se ayuda entre sí, todos luchan por su propio bienestar egoísta, mientras él está pendiente en la meta de cuidar de Aleksandra, pero primero debe dejar que sobreviva por sus propios méritos.
Vuelve a enfocarse en el palpitar del corazón joven de la fémina, destacan entre los demás porque no es miedo lo único que la embarga, no es un pánico ciego, es emoción, adrenalina del guerrero, incluso cuando es atropellada por uno de los humanos que huye a su lado. El cuerpo de Mijáil se mueve al escuchar como se golpea, su insulto, el frágil corazón de la mujer acelerándose con miedo al escuchar el nuevo rugir de la bestia que se aproxima a ella y sus esfuerzos, a punto estuvo de impulsarse para ir por ella, a fin de cuentas parece que tendrá que hacer lo que menos le agrada, intervenir en algo. Pero ella cae en la trampa del humano egoísta, haciendo que el ceño fruncido de preocupación desaparezca para regresar a la sonrisa satisfecha que lo hace mirar al cielo. ¿Quién podía culparlo de no creer en la bondad del mundo si incluso aquella hermosa criatura que era su amiga le confirmaba su argumento?
La esperó en silencio, habiendo visto a los primeros y más rápidos escapistas. La oleada de gente se acercaba, mientras el destino del oso ya estaba echado. Escucho entre susurros un: si sigue vivo tendremos muchos problemas con la policía. Aplaudió en su llegada. - Vaya carrera...Pero debes cuidar mejor tu lenguaje, no sea que los puritanos se ofendan.- dice divertido, haciendo alusión al insulto que escuchó salir de sus labios minutos atrás, obviamente es una burla que sabe ella le cobrara caro, siendo su amigo sabe del carácter fuerte que posee su compatriota y no se quejaría, quizás lo tiene merecido. - Una vez más nos compruebas a mi y al mundo que no me necesitas, no sé si sentirme bien o mal por ello.- aunque se sienta orgulloso de ella y aliviado de que por su causa no halla sido herida porque no se le da muy bien eso de saberse culpable, en el fondo ser útil, que alguien lo necesite y tener a alguien a cuidar aún le interesa.
Romanticismo. Uno de aquellos monstruos que aún acechan al depredador y al comediante en que se divide Mijáil.
Sin dejarla descansar la tomó entre sus brazos, cargándola con suavidad como el gigante haría con un colibrí y subió con ella al carruaje pudiendo sentir su corazón a toda marcha, las mejillas encendidas, el sudor perlando su frente y cuello por la reciente carrera, su aliento. - No te enojes conmigo, красота.*- susurró con dulzura muy cerca de sus labios mirando sus ojos brillantes. - Ya sabes...¡Tú y yo somos libres como el viento, hermana! Huyamos, es hora, do blanquea entre nubes la montaña y brilla de azul la marina, donde paseemos sólo el viento. ..¡y yo!- repitió las palabras de su más amado poeta ruso y con ella sobre sus piernas, con su calidez tan cerca, cerró la puerta del coche y golpeó la madera para que a toda prisa partieran rumbo a su mansión, una humana era siempre bienvenida en los territorios de los inmortales, bueno, de este, siempre que quisiera ser presa y no cazador.
*Belleza.
¿Mijáil Vasilievich hijo de Vasil y descendiente de los fundadores de Rusia, alguna vez ha pensado en enterrar una daga en su pecho, en buscar algún cazador, entregarse a la Inquisición de manera pasiva o buscar alguno de esos venenos para terminar con su vida? ¡Claro!
¿Cuántas veces no había pensado desesperado en acabar con aquella existencia que encontraba graciosa y dolorosa? Miles, aunque en los últimos años se había hecho a un lado del camino de su muerte para solo existir mirando al mundo correr hacía un descenso seguro. - No tienes que temer, Sasha, no por eso. Y si algún día he de querer morir, llegara un mensajero a tu puerta con una carta escrita por mi en la que pido que seas mi verdugo o para despedirme y me verás arder en alguna plaza custodiado por cazadores y clérigos maldiciendo mi alma perdida. Es lo único malo que tendrás que aguantar, que tendremos. Pero sería inolvidable y quizás podrían ser una obra digna de ver, aunque lo más probable es que por fama y buen nombre se borren de los anales de la Opera mis servicios y actos como director.- bajando la mirada le sonrió guiñando un ojo para encogerse de hombros. - Me tienes en muy alta estima, eso me halaga y me sorprende.- contagiado por su risa bromea.- Lo único que no me agrada es que me llames retorcido.- frunce el ceño pretendiendo estar indignado.
- Soy un monstruo, no puedo decir que no y no deseo mentirte ni hacer alarde de mis hazañas. Muchos me llevan ventaja, yo solo he asesinado soldados cuando era humano, rebanado algunos cuellos, robado virtudes y vidas de señoritas y campesinos, he hecho festines de humanos con mi creadora, también en soledad bajo la luna o en algún sembradío, pero nada anormal para los seres humanos que rompen corazones, asesinan a sus hijos o muelen a palos a sus esposas. Tampoco más que los que causan guerras en nombre de la libertad o de los sobrenaturales que dejan su apetito paseando al aire libre todos los días, tampoco los que lo contienen hasta que este decide rebelarse en furia ciega. - suspira recordando aquellos tiempos en que empuñó una espada y recibió heridas sin sentir nada más que como la adrenalina, la pasión y la ira inundaban su pecho, recuerda los gritos de la batalla, los de las mujeres golpeadas que a veces escuchaba venir de los callejones por los que transitaba o de las casas que rodeaban sus pasos, no puede olvidar, nunca podría a su Sire y los momentos de euforia cadensiosa y elegante que juntos se daban en aquella inmensa mansión que ambos compartieron a algunos kilómetros de Kiev. ¿Cómo olvidarlo? No era hacedor de imposibles.
- Me alegra que no me temas.- termina sin sonreír, solo sus ojos son muestra de la gran mentira que la mujer le ha dado y la que él le da de vuelta. -Me alegra que no me temas, mujer, así no verás venir la muerte o no la seguirás de cerca, así seguirás disfrutando cada uno de nuestros encuentros, así seguiré siendo cauto para no dejarme vencer por el antojo de devorar tu sangre y valoraré tu valentía.- piensa con libertinaje y codicia detallando en sus rasgos una vez más. Al ruso le gusta la confianza que la mujer repliega, que no esconde y que deja ver a simple vista ante su hambre, es tentadora la forma en besa su dedo y se detiene en sus ojos. Es obvio que ella sabe que los vampiros no son bestias nobles y que no están del todo muertas, que la lujuria los empuja en cada paso o en cada roce, en los perfumes y disfrutando de la caricia asiente sin evitar preguntarse...¿acaso tendrá un as bajo la manga en caso de él en realidad querer desangrarla?
Es cierta su teoría, solo que el exceso de confianza no carece de errores y fallos. - Es más que notorio que Maquiavelo jamás te conoció. - no dice todo lo que piensa, ha de ver el crecimiento, el ascenso y la caída de Sasha con calma, todo a su tiempo. ¿Espera poder hacer algo por su renacimiento? Si ella lo pide, podría pensarlo y darle una mano, un mordisco y un poco de su sangre con eso. Con cada sensación en su tacto y sentidos acompaña las caricias de la fémina en su torso, sin dejar de mirarla a los ojos asiente con un suspiro cargado de deseo. - Lo haría, Sasha. Pero si te he dicho que me deslumbro con el altruismo no destaco por llevarlo debajo de mi disfraz de hombre, no sería solo por la culpabilidad de los que osen tocarte y alejarte de mi que derramaría sangre, es porque me gusta, no olvides lo que soy. Mira el ejemplo de los que han muerto por nosotros.- besa su frente, es una advertencia para negar el planteamiento anterior. Si fuera cuerda le temería. Si tan solo lo fuera no estaría con él, eso también lo sabe.
- Oh...¿así que algo particular? ¿Y si te diera uno de esos ovalados, delicados, coloridos y brillantes Feberge como regalo de Pascua?- enarcó una ceja con una sonrisa divertida. ¿Quién podría negarse a una belleza así adornando su habitación? - ¿Te gustaría uno de los que tengo en casa?- la tenta para refutar su teoría, a todas las mujeres les gustan las joyas y él tiene ocho de los sesenta y nueve que existen. - No seas poco vanidosa conmigo, eso no le resta delicadeza a tu ser pero si chispa, me quita el antojo de consentir tus gustos más...- levantando la mano la movió en el aire con elegancia ostentosa y burla, como si hubiese olvidado en realidad la palabra que ella acaba de decir, - vulgares.- arqueó una ceja, él no hallaba nada de malo es serlo, el animal sediento de sangre que era se preguntaba quién deseaba una eterna refinada jovencita que no tuviera sus ratos de rebeldía y quisiera satisfacer sus gustos más primarios de vez en cuando.
- Así es, siempre lo recuerdo.- inclina aún más la cabeza mientras su espalda se encorva un poco, sabe leer entre líneas y la línea curva que ella dibuja al ofrecerle su cuello no pasa desapercibida, nunca lo haría. Huele su piel, siente su aroma, la suavidad de sus mejillas que aún toma es clara bajo sus manos como lo es bajo la nariz y los labios que rozan aquella parte de su garganta. - Si...em...pre.- despacio, con el tiempo que deseó susurró las sílabas de aquella bella palabra. - Me sabes a beriozas y romashkas en primavera y me hueles a un poco de esa pólvora de la que tanto alardean los que se llaman a si mismo gente moderna.- dijo inhalando profundo antes de alejarse por el desdén que aquellas armas de fuego le hacían sentir, aunque el olor a aquel polvillo plateado oscuro no le resultaba desagradable excepto por lo que significaba, el final del cuerpo a cuerpo en una batalla.
Recibiendo la respuesta por el bienestar del humano se siente satisfecho. Suelta una sonrisa meneando la cabeza. - Pero puede que no estemos frente a un oso de la Madre Rusia, puede que sea de aquellos ventajosos que no renuncian ni desperdiciarían una cena que ya ha sido puesta en bandeja de plata.- obediente mira de soslayo la forma en el animal olfatea al guardia. También sabe que si lo huele de más seguro pensara en comerlo, ya ha visto en su antiguo pasado tales encuentros. El humano casi siempre salía perdiendo dando una escena maravillosa al observador en la oscuridad. - Me satisface saber que piensas en el oso más que en tu especie. - inclina la cabeza como muestra de su orgullo y admiración, la siente por los que defienden la naturaleza y sus bestias. El destino del humano queda en manos de la suerte y ambos se detienen antes de partir para ver lo que sucederá, eso si lo intriga. ¿Será esa bestia una ventajosa?¿Él lo sería? Sí, podría ser que sí, si no sucediera algo extraordinario que desviara su atención y si en realidad no se encontraba muerta la presa, como vampiro tiene aquello claro.
Meneando la cabeza niega todo su argumento. - ¿Qué te acabo de decir sobre mi altruismo? Yo no doy vida, la quito.- en un vistazo rápido ella puede ver la veracidad de sus palabras en sus ojos que se tornan fríos, nunca había dado un abrazo y casi nunca había pensado en ser un Sire, excepto con ella y otros dos humanos que se cruzaron en su camino, uno calculaba ya estaba muerto. Mijáil asciende su mirada por toda la extensión y altura que muestra el oso al erguirse sobre sus patas traseras, la naturaleza lo sigue maravillando como el rugido llena sus oídos y ser, y sabe que a Sasha igual por sus palabras, guarda silencio pensando en cómo hubiese reaccionado el varego que era antes de su conversión, de seguro se estaría preparando para la batalla, dispuesto a morir si debía hacerlo pero con la plena intención de dar una buena pelea.
- Esa es la naturaleza.- susurra y mira al ebrio que no mueve una pizca o milímetro alguno su cuerpo, es como ella lo ha dicho, está muerto para el mundo hasta el día siguiente para despertar con la noticia de que ha perdido su trabajo, quizás lo resuciten antes a leñazos y patadas, lo sabe el vampiro por las voces de alerta que se escuchando entre las tiendas y la carpa principal. - Con humanos, mujer, con humanos se alimenta a cualquiera.- sentencia seguro de ello. -Un oso faldero tampoco es tan malo, no como una turba de circenses enojados.- ladea una sonrisa burlona mientras la ve alejarse a toda prisa. Su afán, por su parte, es casi inexistente.
Comienza su despedida del circo un no calculado minuto después, habiendo esquivado al oso con facilidad, el animal sigue en línea recta por instinto y el pelirrojo lo persigue pareciendo que flota en la oscuridad de las tiendas por la velocidad que sus poderes le dan. Pronto llega al carruaje saludando al cochero con una mirada silenciosa y un asentimiento formal de cabeza, demasiado solapado para contarle lo que sucede, cruel mientras el hombre lo mira recuperándose del susto por no haber notado su presencia y queriendo encontrar una respuesta al escándalo que se acerca. - Buena noche, John. Alista los caballos para ir a mi casa, pronto habrá que huir a toda prisa de aquí.- le dice sin mirarlo a un lado del carruaje. - Sí...sí, Señor Golitsin.- es la respuesta que el hombre da mientras no duda que así será, apretando las riendas de los corceles entre sus manos, eso constata Mijáil que a su vez escucha claro el cuero ceder entre la fricción con la piel.
- Corre, Sasha, corre lo más rápido que puedas y ven a mi que ya abro las puertas del carruaje que nos llevara a la libertad...- susurra divertido abre la puerta del coche sin dejar de mirar en la dirección de la que ha llegado, demasiado bajo escaparon sus palabras como para que alguien más que un ser como él alcance a escucharlas, quizás un lobo, un perro o un gato como la piel de un cambiante, un ave fugitiva, Dios, el mismo viento que solo habla un lenguaje que puede ser un amante suave o uno violento. ¿Pero quién podría entenderlo si contara los secretos que sabe de Mijáil a algún extraño? Quizás un brujo o un gitano, quizás la rusa a la que ve corriendo desde la distancia y de la que puede escuchar su respiración.
Entrecierra los ojos, el latido de su corazón se pierde por instantes entre los demás tamborileos de los asustadizos espectadores que ya están siendo evacuados del lugar, es una pena que no haya habido un gran cierre que finalizara el espectáculo, una pena para ellos, porque por su parte, su show no necesita más final que el que imagine y aún no ha terminado. Disfruta asombrado de como la masa huye, tonta, histérica, disfruta por el placer que le dan al confirmar su teoría, nadie se ayuda entre sí, todos luchan por su propio bienestar egoísta, mientras él está pendiente en la meta de cuidar de Aleksandra, pero primero debe dejar que sobreviva por sus propios méritos.
Vuelve a enfocarse en el palpitar del corazón joven de la fémina, destacan entre los demás porque no es miedo lo único que la embarga, no es un pánico ciego, es emoción, adrenalina del guerrero, incluso cuando es atropellada por uno de los humanos que huye a su lado. El cuerpo de Mijáil se mueve al escuchar como se golpea, su insulto, el frágil corazón de la mujer acelerándose con miedo al escuchar el nuevo rugir de la bestia que se aproxima a ella y sus esfuerzos, a punto estuvo de impulsarse para ir por ella, a fin de cuentas parece que tendrá que hacer lo que menos le agrada, intervenir en algo. Pero ella cae en la trampa del humano egoísta, haciendo que el ceño fruncido de preocupación desaparezca para regresar a la sonrisa satisfecha que lo hace mirar al cielo. ¿Quién podía culparlo de no creer en la bondad del mundo si incluso aquella hermosa criatura que era su amiga le confirmaba su argumento?
La esperó en silencio, habiendo visto a los primeros y más rápidos escapistas. La oleada de gente se acercaba, mientras el destino del oso ya estaba echado. Escucho entre susurros un: si sigue vivo tendremos muchos problemas con la policía. Aplaudió en su llegada. - Vaya carrera...Pero debes cuidar mejor tu lenguaje, no sea que los puritanos se ofendan.- dice divertido, haciendo alusión al insulto que escuchó salir de sus labios minutos atrás, obviamente es una burla que sabe ella le cobrara caro, siendo su amigo sabe del carácter fuerte que posee su compatriota y no se quejaría, quizás lo tiene merecido. - Una vez más nos compruebas a mi y al mundo que no me necesitas, no sé si sentirme bien o mal por ello.- aunque se sienta orgulloso de ella y aliviado de que por su causa no halla sido herida porque no se le da muy bien eso de saberse culpable, en el fondo ser útil, que alguien lo necesite y tener a alguien a cuidar aún le interesa.
Romanticismo. Uno de aquellos monstruos que aún acechan al depredador y al comediante en que se divide Mijáil.
Sin dejarla descansar la tomó entre sus brazos, cargándola con suavidad como el gigante haría con un colibrí y subió con ella al carruaje pudiendo sentir su corazón a toda marcha, las mejillas encendidas, el sudor perlando su frente y cuello por la reciente carrera, su aliento. - No te enojes conmigo, красота.*- susurró con dulzura muy cerca de sus labios mirando sus ojos brillantes. - Ya sabes...¡Tú y yo somos libres como el viento, hermana! Huyamos, es hora, do blanquea entre nubes la montaña y brilla de azul la marina, donde paseemos sólo el viento. ..¡y yo!- repitió las palabras de su más amado poeta ruso y con ella sobre sus piernas, con su calidez tan cerca, cerró la puerta del coche y golpeó la madera para que a toda prisa partieran rumbo a su mansión, una humana era siempre bienvenida en los territorios de los inmortales, bueno, de este, siempre que quisiera ser presa y no cazador.
*Belleza.
- Aclaración:
- Anticipe la creación de los huevos Faberge solo para consentirte, espero no caer en un gran agravio.
Mijáil Golitsin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/05/2018
Localización : París, Francia
Re: Sasha, Misha y el oso {Aleksandra Kurdaliova}
Cuando te dejan sola en medio de una turba...
Avanza sin detenerte, evade y golpea. Si se ponen impertinentes, dispara.
Así saldrás viva.
Avanza sin detenerte, evade y golpea. Si se ponen impertinentes, dispara.
Así saldrás viva.
Durante años la única encargada de su seguridad es ella. En el mundo faltan personas que puedan asegurar su existencia por propia mano y la rusa se jacta de hacerlo de maravilla. Meses pasaron en los que el asedio fue constante, donde las prácticas en la antigua y misteriosa China dieron constancia de la facilidad de la que la mujer hacía gala para protegerse. Las sesiones con los otros infantes de piel amarilla y ojos rasgados la curtieron, donde para sobrevivir había que robar, lo cual era fácil. Lo difícil venía de ser descubiertos, las carreras se parecían a la que ahora protagoniza evadiendo cuerpos, incluso en algunos instantes, deteniéndose para agachar el tronco poniendo firmes las piernas para que alguien chocara con ella cayendo al piso dando espacio para continuar esta escapatoria de la manada humana siendo atacada por un mísero y desprotegido oso.
Indefenso contra las armas de fuego que se prenden con potentes sonidos disparando las balas que penetrarán el grueso pelaje encontrando la piel, los músculos, la carne. Es una pena que tal portento de la Rusia fuera abatido con tal facilidad. La naturaleza es sabia y criminal. Las garras del animal alcanzan a algunos en su afán de escapar de los ataques. Todo intento de defensa será inútil al final, quedando su carcasa sin vida en el frío piso con los charcos de sangre como testigo de lo que fuera un magnífico oso, sometido y ajusticiado por la mano del hombre. Al igual que otro varón que a golpes se hacía espacio para seguir la carrera, enfilando directo a una mujer que trae en brazos a un niño. Aleksandra es poco dada a intervenir en estos eventos donde el macho demuestra su señorío, sólo que esta vez el grito del infante la congela un momento antes de que sin dudar, su mano vague directo a uno de sus bolsillos ocultos para armar su diestra con un revólver que estalla con un sonido aterrador que provoca a la turba desviar el camino en tanto la cabeza del impertinente ser es atravesada sin compasión. Así, se cumple la profecía. Oso y hombre muertos por las armas de fuego. Oso y humano descartados porque son protagonistas de una violencia innecesaria y finiquitados para que dejen de hacer daño. Y de los verdugos, sólo uno tiene razón al acabar con su presa.
Sasha está a doscientos metros de distancia del carruaje que le llevará lejos del lugar, cuando observa cómo el cuerpo del fortachón cae de espaldas al piso con la sangre salpicando a la persona que estaba tras él que mira aterrada gritando con fuerza. En el caos de la escena, es fácil guardar el arma para seguir la carrera sin mirar atrás. Ha salvado el día de esa mujer con el crío, ahora la madre deberá huir de ahí. Cuando lo hace, Sasha se siente complacida. El propio tiro crea un boquete entre la multitud que evita pasar por ahí como si pensaran que la rusa se quedará para repartir justicia. Falso enunciado, pues la dama está ya a cien metros del carruaje con expresión triunfal cuando la figura de Misha aparece ante sus ojos por fin, con la puerta abierta al tiempo que ella detiene el rápido paso ante el carruaje con una agilidad digna de un gato. Se acomoda las faldas con parsimonia para examinarse mirando al vampiro - oh, en ocasiones puedo ser menos tradicional y más inventiva, he descubierto mi gusto por la creación de blasfemias e insultos - alisa las enaguas con manos relajadas, su tono es tan sincero como cínico. Así es esta mujer, así fue forjada en el calor de la batalla de la vida.
Como si todo lo acontecido instantes anteriores fuera inexistente, en tanto las largas pestañas aletean ocultando por milésimas de segundo los irises de la rusa, su expresión pasa de la concentración a la relajación en momentos. - Si pensara que podrías salvarme, estaría esperando en el piso durante horas aplastada por los pies y los cuerpos de quienes me pasaran encima, ya suficiente tengo con haber ensuciado esta belleza - golpea los lugares donde aún hay polvo y mugre en su caro atuendo, hay algo que le molesta más que el ardor en su pierna derecha, es el hecho de maltratar tan sofisticada tela. Se deja cargar deslizando las manos por el pecho del ruso, apreciando sus fibras musculares, hasta descansar las palmas alrededor de su cuello sintiendo la sedosidad de sus cabellos, acercándose a éste para susurrar en su oído - me he decidido. Me debes un vodka, un huevo de Fabergé y un vestido, camarada. Que sean dos, uno por cada momento que tuviste para rescatarme sin que aparecieras como caballero de armadura de acero y espadas de filo varego - su voz seductora y provocativa hace estragos en el conducto auditivo cual seda acariciando a su ruso con suavidad propia de quien desea a aquél que la lleva en brazos como si fuera un objeto de gran valor dejando atrás la inmundicia humana.
Su risa inunda la minúscula habitación del carruaje al tiempo que siente bajo sus glúteos los firmes muslos del ruso recostando la cabeza contra su hombro recuperando el ritmo de la respiración, llevando una mano al tórax del vampiro tanteando con diversión hasta encontrar el pañuelo que porta como todo caballero para limpiar con él, con la desvergüenza de su carácter, su rostro con pequeños golpecitos para no arruinar el maquillaje, haciendo lo mismo con su cuello. Descubre su pierna derecha haciendo a un lado las enaguas para, con esa pequeña humedad, pasear la tela por el costado de la rodilla que soportó todo el impacto de la primera caída y por consecuencia, arde y sangra un poco. Aprieta con el fin de detener la hemorragia en tanto mira los ojos del vampiro - ¿Te incita? - sabe la respuesta, quiere oírla de sus labios teniendo tan cerca su rostro, haciendo que su voz recorra el canal auditivo del sobrenatural.
El vehículo ha avanzado ya un kilómetro alejando a sus ocupantes del sitio del caos, levanta el lienzo de la herida comprobando que la sangre coaguló para doblar bien el pañuelo con intencionales movimientos en tanto sigue mirando fijo sus ojos, admirando el hambre que en ellos se instala sin intención de retirarse. Una vez que los pliegues son perfectos, lo introduce dentro de la levita devolviéndolo a su lugar de origen - ¿Para qué lamer una tela cuando puedes conservarla para el instante en que me extrañes y quieras recordar mi sabor real? - susurra a su oído llevando las manos a sus hombros ajustando las falanges, entrelazándolas atrás de él, acercando su cuello a la boca del vampiro - ¿Para qué lamer una tela si tienes la fuente tan cerca que un solo mordisco te separara de ella? - incita con voz quebrada por el anhelo y el deseo sin haber bajado las enaguas, dejando a la vista la mitad de sus muslos que al aire, reflejan la inexistente luz incitando a sus manos a pasearse por el largo de éstos, sintiendo la tersa piel preparada con antelación con aceites y cremas.
Para dar fuerza a sus palabras, la propia Sasha abre la boca cerrándola con un sonido audible de sus dientes al chocar justo en la oreja del varego - Sólo recuerda, mañana en la tarde tengo una reunión, quiero ir consciente de mis acciones. Faltar es impensable. ¿No ansiabas un bocadillo nocturno? Aquí estoy, entre tus brazos, mi varego vampiro. ¿A qué esperas? ¿Tengo que enviarte una invitación lacrada? - y ríe, su voz se eleva en esa expresión de felicidad hasta volverse carcajada en lo oscuro de un habitáculo jalado a tracción de sangre, en tanto su símil humana está ansiosa por llenar la boca del vampiro. Lo continuarán todo en el hogar del varego, así que espera tranquila a que lleguen hasta allá para seguir con ésto.
TEMA FINALIZADO
Aleksandra Kurdaliova- Humano Clase Alta
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 26/04/2018
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