AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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condenado y la condena (privado)
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condenado y la condena (privado)
"Cae la noche niebla eterna
ocultase ya la luz"
ocultase ya la luz"
Las montañas de libros se apilaban y ella estaba sentada soplando sus cobrizos cabellos para retirarselos de la cara mientras mantenía la mirada fija en otro libro que hablaban de la epoca más oscuras que había quedado unos suglos más atras, desde luego la iglesia había hecho muchas cosas de moral discutible, pero siempre en nombre de Dios, el lema haz lo que digo y no lo que hago había muchos registros que lo corroboraban de latente forma, pasaba las ojas mientras sus claros ojos se deslizaban por las lecturas, había pocas cosas que Harleen no supiera leer, y entre otras de sus tareas estaba el repasar los libros y restaurarlos, para que en ningun caso nada se perdiera, la iglesia tenía mucho empeño en que los secretos se ocultaran al mundo, más de uno se espantaría si conociera los secretos que se ocultan en el vaticano Harleen era de las pocas que tenía acceso a un minimo de información comparado con otros, por que era la unica capaz de rescatar y restaurar los libros, pergaminos y demas escrituras, donde los secretos más oscuros y perversos ahi estaban, y era la gran labor de la iglesia que los tenía oculto ante mentes ignorantes.
Uno de los inquisidores se paseaba observando los libros buscando unos tomos en concreto mientras ella colocaba los libros con mimo y cuidado los libros en los estantes correspondientes, tarea que la llevó horas, mientras el otro inquisidor paseaba aun por la estancia y de vez en cuando en silencio se paraba y la observaba, mientras parecía que trataba de ocultar un vició que tenía aunque sin mucho interes en intentar que la joven no se interase de este vició, mientras el esnifaba la raya que se preparaba y la observaba, era un hombre fornido, grande de unos 40 años o alguno más, con muchas cicatrices de guerra, se dice que fue un buen soldado y que aun seguia siendolo pero la edad no perdonaba, Harleen ignoraba sus vicios terminando de guardar todos los libros, el inquisidor se acercó y la revolvio el pelo de manera paternal, y cogió dos tomos. -Son muy preciados, llevatelos, y restauralos, sin duda el cardenal agradecera tu buen hacer de que sus sagradas escrituras esten restauradas y adornadas, no es un trabajo que se de a mujeres, pero se nota que tienes un talento especial para ello.- Dijo su aspera voz grave dandole los dos pesados tomos. -Cuidalos y restauralos....este libro te sera muy instructivo, aqui vienen todos los nombres de los angeles y los demonios te vendrá bien conocerlos querida.- Comentó el hombre mientra esperaba a que la joven saliese detras de él para cerrar con llave la biblioteca. -Hasta luego lord Eross.- Dijo la pelirroja con notable acento inglés.
El inquisidor se marchó y ella se quedó contemplando la imponente catedral por dentro, desde luego el trabajo de esta es impecable, se podía respirar el tranquilo aroma que había dentro de la catedral, y el silencio que esta tenía, uno de sus compañeros de estudios se acercó a ella, mientras caminaba esta mirando las estatuas, hasta que giró la vista para visualizar a alguien que o bien acababa de llegar o no se había percatado de él antes, un hombre de unos 40 años o asi, no sabría decirlo, pero tenía algo llamativo, Harleen recibió el codazo de su compañero que hizo que esta se girase a observale enfadada. -¿Qué?- Protestó en voz baja para recibir explicaciones del golpe.
-Ten cuidado, he oido hablar antes a los inquisidores, dice que es uno de los condenados de elite, creo que es el vampiro, no deberías a acercarte.- Sususrró el joven de aspecto enclenque, pelo color paja y ojos castaños, Harleen negó con la cabeza ante las palabras del chico. -Es un inquisidor, no puede ser tan malo, trabaja para Dios como todos nosotros.- Replicó la chica en modo gruñido.
-Es un chupasangre...seguro que solo de cara a la galeria sigue a la iglesia, seguro que esconde aberraciones.- Insisitó el chico antes de que Harleen bufara y pusiera los ojos en blanco. -¡Bah! ¡¡callate cobarde!!-Gruñó la pelirroja en voz baja y apretó el paso sin mirar atras.
Se acercó al hombre, igual era un comentarío de su compañero y en realidad solo tenía esa leyenda de que era un vampiro, ella leía muchas cosas de vampiros, y una de las descricciones eran que los vampiros eran llamativos, lo cual el hecho de que le llamara la atención era un signo de ello, simplemente se acercó a el. -Hola mi lord.- Dijo con su acento inglés, nunca había hablado con un vampiro y sentía cierta fascinación por el hombre que tenia ante ella, paseó la vista por el hombre que tenía delante. -¿es usted el señor....Stavros de Milo?.- Preguntó con tono afable mientras mantenía fuertemente los libros pegados al pecho protegiendolos con los brazos mientras ladeaba curiosa la cabeza observando al condenado, había oido hablar del cuarteto, y uno de los trabajos que tenía que hacer es ayudar a los inquisidores con los datos recopilados, pero sin duda sería mucho mejor si consiguiera recopilar el seguimiento de las misiones de primera mano. -Soy Harleen Bliss, es un placer conocerle.- Sonrio de manera amable, quizá estaba pecando de atrevida, pero muchas veces se conseguía más con algo tan simple presentación amable.
Harleen Bliss- Esclavo de Sangre/Clase Media
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 20/05/2018
Re: condenado y la condena (privado)
En cuanto cae la noche, salgo de la casa que hace las veces de mi "hogar" con mi bella Lucille en mano dirigiendo mis pasos hacia Notre Dame. Hay un par de situaciones que he dejado relegadas con las múltiples ocupaciones en la base inquisitorial que colman la poca paciencia que mi Lucy tiene -mi adorada, mi sol, mi alma-, y como siga dándole largas, puede que me estallen en la cara como bomba preparada con pólvora si mi sol no se entromete primero. Monto en uno de los caballos cuidando que Lucille vaya cómoda, la dejo a pesar de que sé que no le agrada estar lejos mío, en uno de los amarres hechos ex profeso para que vaya descansando sin que sus largas y cortantes garras lastimen la piel del animal. Sé que mi Lucy es bastante amorosa, más esas caricias se las reservaremos a alguien que las merezca más que este pobre inútil que el único pecado en la vida fue nacer siendo bestia de carga. Ya tiene suficiente penitencia por este momento. Lo arreo -al animal, por supuesto, que si lo hago con Lucy ya estaré envuelto en sangre y vísceras- para conducirlo a toda velocidad a la imponente construcción francesa que es la epítome de toda la doctrina religiosa que respeto y protejo con mi propia existencia, hecha realidad.
En el camino me fumo un habano con pose arrogante, algo que me nace desde lo profundo de mi podrida alma, ni siquiera tengo que esforzarme. Muchas personas me observan más mi fama es mayor, por lo que se hacen a un lado dándome el paso. ¡Así debe ser! ¡Punto para ellos! En cuanto llegamos a la construcción, apeo al animal a un lado amarrándolo con rapidez antes de tomar a mi bella con la diestra -porque por supuesto no la voy a a dejar abandonada- depositando su peso con mimo al hombro para caminar hasta la entrada de la Catedral abriendo con un solo brazo lo que para muchos sería una pesada puerta y para mí no es más que una pequeña viga de madera. Permanezco en el umbral unos instantes mirando todo a mi alrededor, desde las bien ordenadas butacas hasta las efigies santas que adornan el sitio.
En tanto nadie haga un acto de fe, puedo estar ahí. Como alguien lo ejecute, mi piel quedará más rostizada que las ramas de árbol al ser atrapado por un rayo. Por el propio bien de todos, me aseguraré de que me vean in situ para evitar conflictos. Ahora, ¿Quién fue el idiota que me citó aquí? Busco en los bolsillos de mi abrigo hasta encontrar la nota releyéndola a la luz de uno de los candiles colocados para dar luminosidad al enorme sitio. Avanzo hasta encontrar a un hombre con ropajes inquisitoriales, Is my men!- ¿De casualidad te suena una tal Bliss? ¿Harleen Bliss? - el nombre es horrible. Tanto el apellido como el nombrecito. ¿Quién fue el hijo de puta que le puso así a una hija? Sacudo mi cabeza mirando a Lucille un instante porque por supuesto, comparte mi estremecimiento.
Parece que el hombre sabe de mi reputación porque rapidito me señala hacia dónde guiar mis pasos. Y hacia allá voy intrigado porque seguro la chica ha de ser horrible. Mirando alrededor con una mano rascando mi barba con aburrimiento sigo avanzando. Quisiera tener una buena sesión de violencia que es mejor que estar buscando a una tal Bliss. Llego a donde me indicaron que podría encontrar a la buscada, ojeada a un lado, al otro, no. No está. ¿Y si nos largamos? Acaricio el mango de Lucille al tiempo que su peso se vuelve mayor. Ella también está pensando seriamente en largarse. Podría informar que no la encontré y así quitarme un peso de encima cuando a mis muy finos oídos llega una plática ¿Interesante? El término podría no ser ese, más sí es curiosa. Me gusta escuchar a escondidas de los demás, eso da mucha plática después y en ocasiones, provoca más golpes.
Además, que sea la plática sobre mi persona me causa un morbo de padre y señor nuestro. Así que me quedo acomodando el culo en una de las bancas fingiendo que estoy muy entretenido en tanto capto todos los detalles de esa conversación entre mocosos. ¿Saben bien a quién están criticando? Claro, claro, soy un vampiro de élite, nadie debería acercarse si quiere conservar la cabeza en su lugar. Estoy exagerando, más si ese rostro de niño mimado quiere seguir tan impoluto, sería mejor que tuviera cuidado de advertir según qué cosas a qué personas porque puedo cabrearme. La chica es más calmada, ¡Por supuesto que trabajo con Dios! Is my father! And Michael is my brother! Somos muy cercanos, casi uña y mugre.
Holly Shit! Ya sacó boleto para la feria este mequetrefe. En cuanto me ha llamado "chupasangres" y que tengo "aberraciones" en mi casa, Lucille exige su sangre. Igual que yo. Me levanto de golpe para ir a darle un par de golpes con el mango de mi sol envuelto en mi puño cuando alguien se me atraviesa. Es la renacuaja que hablara con él quien sólo de verme sale por patas. ¡Puto tenía que ser! - sí, soy Milo - aclaro a su pregunta. El nombre de pila sólo es para aquéllos que me conocieron hace tantos años. Se presenta, - ah, tú eres la renacuaja de los Bliss. Me dijeron que tienes un par de libros que necesito sobre la época oscura referentes a un tal Montano ¿Te suena? - así ya me deshago de todo ésto de las nanas porque me da urticaria estar conversando con personas tan jóvenes.
En el camino me fumo un habano con pose arrogante, algo que me nace desde lo profundo de mi podrida alma, ni siquiera tengo que esforzarme. Muchas personas me observan más mi fama es mayor, por lo que se hacen a un lado dándome el paso. ¡Así debe ser! ¡Punto para ellos! En cuanto llegamos a la construcción, apeo al animal a un lado amarrándolo con rapidez antes de tomar a mi bella con la diestra -porque por supuesto no la voy a a dejar abandonada- depositando su peso con mimo al hombro para caminar hasta la entrada de la Catedral abriendo con un solo brazo lo que para muchos sería una pesada puerta y para mí no es más que una pequeña viga de madera. Permanezco en el umbral unos instantes mirando todo a mi alrededor, desde las bien ordenadas butacas hasta las efigies santas que adornan el sitio.
En tanto nadie haga un acto de fe, puedo estar ahí. Como alguien lo ejecute, mi piel quedará más rostizada que las ramas de árbol al ser atrapado por un rayo. Por el propio bien de todos, me aseguraré de que me vean in situ para evitar conflictos. Ahora, ¿Quién fue el idiota que me citó aquí? Busco en los bolsillos de mi abrigo hasta encontrar la nota releyéndola a la luz de uno de los candiles colocados para dar luminosidad al enorme sitio. Avanzo hasta encontrar a un hombre con ropajes inquisitoriales, Is my men!- ¿De casualidad te suena una tal Bliss? ¿Harleen Bliss? - el nombre es horrible. Tanto el apellido como el nombrecito. ¿Quién fue el hijo de puta que le puso así a una hija? Sacudo mi cabeza mirando a Lucille un instante porque por supuesto, comparte mi estremecimiento.
Parece que el hombre sabe de mi reputación porque rapidito me señala hacia dónde guiar mis pasos. Y hacia allá voy intrigado porque seguro la chica ha de ser horrible. Mirando alrededor con una mano rascando mi barba con aburrimiento sigo avanzando. Quisiera tener una buena sesión de violencia que es mejor que estar buscando a una tal Bliss. Llego a donde me indicaron que podría encontrar a la buscada, ojeada a un lado, al otro, no. No está. ¿Y si nos largamos? Acaricio el mango de Lucille al tiempo que su peso se vuelve mayor. Ella también está pensando seriamente en largarse. Podría informar que no la encontré y así quitarme un peso de encima cuando a mis muy finos oídos llega una plática ¿Interesante? El término podría no ser ese, más sí es curiosa. Me gusta escuchar a escondidas de los demás, eso da mucha plática después y en ocasiones, provoca más golpes.
Además, que sea la plática sobre mi persona me causa un morbo de padre y señor nuestro. Así que me quedo acomodando el culo en una de las bancas fingiendo que estoy muy entretenido en tanto capto todos los detalles de esa conversación entre mocosos. ¿Saben bien a quién están criticando? Claro, claro, soy un vampiro de élite, nadie debería acercarse si quiere conservar la cabeza en su lugar. Estoy exagerando, más si ese rostro de niño mimado quiere seguir tan impoluto, sería mejor que tuviera cuidado de advertir según qué cosas a qué personas porque puedo cabrearme. La chica es más calmada, ¡Por supuesto que trabajo con Dios! Is my father! And Michael is my brother! Somos muy cercanos, casi uña y mugre.
Holly Shit! Ya sacó boleto para la feria este mequetrefe. En cuanto me ha llamado "chupasangres" y que tengo "aberraciones" en mi casa, Lucille exige su sangre. Igual que yo. Me levanto de golpe para ir a darle un par de golpes con el mango de mi sol envuelto en mi puño cuando alguien se me atraviesa. Es la renacuaja que hablara con él quien sólo de verme sale por patas. ¡Puto tenía que ser! - sí, soy Milo - aclaro a su pregunta. El nombre de pila sólo es para aquéllos que me conocieron hace tantos años. Se presenta, - ah, tú eres la renacuaja de los Bliss. Me dijeron que tienes un par de libros que necesito sobre la época oscura referentes a un tal Montano ¿Te suena? - así ya me deshago de todo ésto de las nanas porque me da urticaria estar conversando con personas tan jóvenes.
Stavros de Milo- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 20/05/2018
Re: condenado y la condena (privado)
"Frio yermo rompe y hiela
lagrimas del corazón"
lagrimas del corazón"
La chica sonrió ampliamente cuando aquel hombre confirmó efectivamente quien era, la verdad a la joven le parecía fascinante estar ante uno de los cuatro de elite, no tenían termino medio, o era muy admirados o reconocidos y enormemente temidos, siendo esto último lo que hacía mayoria en los que los conocian, y no solo entre los herejes, si no los miembros de la propia iglesia, enarcó una ceja cuando la llamó "la renacuaja de los Bliss" no sabíendo bien si el vampiro estaba siendo despectivo, tenía que estudiar más a fondo el comportamiento de estos, por lo que a ella le respectaba, los vampiros solían ser embaucadores que usaban encantadoras palabras para agradar a cambio de oscuras intenciones, pero el hombre que tenía delante suya era un inquisidor, lo miró de arriba a abajo, pocas veces se veían inquisidores tan atractivos, o al menos ese vampiro tenía atributos que a ella le resultaban deseables, quizá hubo un ligero rubor de mejillas, mientras dandose cuenta de que tardaba mucho en responderle. -Si soy yo.- Se apresuró a decir, mostrando los nervios propios de una joven que esta conociendo al actor que le gusta de la obra de teatro, o a su cantante favorito, nervios, ruborización, aceleración del pulso, etc.
Bajó la cabeza mirando su bolso que usaba para trasportar los libros amen de los dos que tenía entre los brazos abrazandolos con devoción, Harleen asintió. -Si, los tengo, uno lo terminé de restaurar hace un día y medio, lo he traido para devolverlo.- Se cambió los dos libros de mano para con la diestra desabrochar habilmente su bolso de cuero y abrirlo para revelar su interior, unos cuantos pergaminos y otros dos libros más, con cuidado sacó uno de los que le pedía.- Aqui tiene, como nuevo, el otro lo terminé esta mañana y aun lo tengo en casa dandole él toque final, si quiere puedo traerselo cuando a usted le venga bien señor Milo.- Dijo con un tono afable, aun con esos nervios que la invadian propia de la emoción y el entusiasmo que tenía. Se mordió el labio inferior, aunque no con deseo, si no por los propios nervios, siendo incapaz de mantenerle la mirada mucho teniendo que retirarla de vez en cuando para calmar la timidez y la euforia que sentia.
El joven de pelo paja volvió a aparecer en escena manteniendose cerca de la puerta mirando con desagrado al vampiro, y esperando que su compañera volviera para irse con ella, más la joven pelirroja hizo algo que no se esperó y como el joven escuchaba se quedó palido. -Señor Milo, si quiere puede acompañarme y le daré el libro, o si esta muy ocupado vaya hacer lo que deba y yo le traigo el libro.- Aseguró la joven entusiasta, mientras el chico de pelo paja parecía tener unas tremendas ganas de llamarla loca por esa invitación, ya que el chico parecía tener ganas de acompañar a la joven a su casa, y no tenía ganas de tener al "chupasangre" cerca de él.
Pero eso no parecía tener cabida en la cabeza de la emocionanda a Harleen que dejaba escapar un suspiro largo para mantenerse calmada y que el vampiro no se diera cuenta de cual emocionada estaba, pues aun no había terminado de estudiar a los vampiros y no sabía cuanta información le estaba revelando al vampiro ni que reacción que tenía este por ello, ya que el condenado no mostraba reacción por el momento.
Harleen Bliss- Esclavo de Sangre/Clase Media
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 20/05/2018
Re: condenado y la condena (privado)
Estoy aburrido, necesito algo de actividad, quizá ir a la taberna para dar y recibir unos cuantos golpes tras un malentendido de copas. Ir con el perro de Septimus a ver qué está haciendo en las salas de torturas suena mejor o quizá convencer a Sephirot -que no es muy difícil- para irnos de putas. En este caso él, porque me conformo con el espectáculo que da el inquisidor en plena cacería haciendo que las mujeres suspiren y se derritan como polillas en la flama de la vela. El corazón bombeando a toda velocidad me saca de mis opciones obligando a que mire a la joven mujer a mi lado. ¿Se sentirá amenazada por mi presencia como lo hace el otro muchachito que está allá a lo lejos esperando a que esta joven se le acerque? Por cierto, tengo que ajustar cuentas con él ahora que recuerdo.
"Chupasangre" es un término que acepto, más que piense siquiera que puedo mezclarme con los herejes y que esté difamando mi persona, eso no. Lucille ronronea desde mi hombro, puedo escuchar ese pequeño sonido repetitivo en tanto la manejo con cuidado casi rayando en la cariñosa obsesión. Cada vez me enamoro más y más de ella. ¿Que estoy loco? ¡Por supuesto! Me importa un carajo lo que pienses de mí, vete a chismear a tu vecina y déjame en paz. O vete a que te hagan coger, sería más provechoso, al menos tendrías algo bueno qué contarme y que me interese. Regresando a la renacuaja, me entrega mi libro que abro para revisarlo, parece que todo está bien, la encuadernación es bastante buena y hasta recuperó la página que se había roto por lo que muevo la cabeza meditabundo.
Del otro tomo no me interesa todavía tenerlo al alcance, puede esperar. Ella parece tan interesada en complacerme que no sé si sentirme complacido o decepcionado porque haya tanta gente patética en el mundo. Esa brillantez y optimismo, esa inocencia me genera náuseas. De reojo miro al chiquillo que se atreviera a insultarme, parece que está esperando a la chica y pienso por un momento en qué hacer con él para que salga de la iglesia y darle su merecido por bocazas. Así que viendo que el mocoso va a esperar a la renacuaja, con tal de tenerlo afuera para divertirme, miro a la bibliotecaria - te acompaño, es tarde y no queremos que te pase algo - cuando hablo en plural me refiero a Lucille y yo. No es que me importe el destino de esta cría, sólo quiero mi libro. Bueno, corregiré: sólo quiero divertirme con este chico y luego mi ejemplar.
Así que avanzo con ella hasta que la enorme imagen de San Miguel Arcángel queda frente a mí. Sin dudarlo siquiera, me hinco con una rodilla al piso y la otra flexionada mostrando mis respetos dejando a Lucille a un lado, me persigno con fe y confianza en su imagen. Coloco mis palmas entrelazados los dedos en mi rodilla y sobre ésta mi frente cerrando los ojos. Rezo agradeciéndole sus favores, pidiendo mayor fuerza para seguir con mi empresa de cazar a los herejes. Rezo dos padres nuestros y cinco aves marías antes de levantarme, persignarme de nuevo y besar los pies de la efigie quemándome la boca en el proceso. Un perfecto gesto de sumisión ante el que es mi santo de la devoción. Ante mi figura perfecta, mi campeón, mi señor y jefe. Oh yeah!
Tomo a Lucille que se ha quedado quietita en tanto muestro mis respetos a nuestro gran jefe para avanzar a la salida hasta que recuerdo a la renacuaja. Volteo hacia ella - ¿Nos vamos o te vas a quedar ahí parada? - le apresuro el paso porque si no, llegaremos seguro que al amanecer y si ya tiene listo mi libro, preferiría llevármelo de una vez. Sobre todo si ese mocoso de pelos de elote, como se refería un viejo conocido a los rubios, nos sigue, entonces sí que será divertido darle una buena paliza por bocotas. Lucille está mucho más ansiosa que yo, por supuesto.
"Chupasangre" es un término que acepto, más que piense siquiera que puedo mezclarme con los herejes y que esté difamando mi persona, eso no. Lucille ronronea desde mi hombro, puedo escuchar ese pequeño sonido repetitivo en tanto la manejo con cuidado casi rayando en la cariñosa obsesión. Cada vez me enamoro más y más de ella. ¿Que estoy loco? ¡Por supuesto! Me importa un carajo lo que pienses de mí, vete a chismear a tu vecina y déjame en paz. O vete a que te hagan coger, sería más provechoso, al menos tendrías algo bueno qué contarme y que me interese. Regresando a la renacuaja, me entrega mi libro que abro para revisarlo, parece que todo está bien, la encuadernación es bastante buena y hasta recuperó la página que se había roto por lo que muevo la cabeza meditabundo.
Del otro tomo no me interesa todavía tenerlo al alcance, puede esperar. Ella parece tan interesada en complacerme que no sé si sentirme complacido o decepcionado porque haya tanta gente patética en el mundo. Esa brillantez y optimismo, esa inocencia me genera náuseas. De reojo miro al chiquillo que se atreviera a insultarme, parece que está esperando a la chica y pienso por un momento en qué hacer con él para que salga de la iglesia y darle su merecido por bocazas. Así que viendo que el mocoso va a esperar a la renacuaja, con tal de tenerlo afuera para divertirme, miro a la bibliotecaria - te acompaño, es tarde y no queremos que te pase algo - cuando hablo en plural me refiero a Lucille y yo. No es que me importe el destino de esta cría, sólo quiero mi libro. Bueno, corregiré: sólo quiero divertirme con este chico y luego mi ejemplar.
Así que avanzo con ella hasta que la enorme imagen de San Miguel Arcángel queda frente a mí. Sin dudarlo siquiera, me hinco con una rodilla al piso y la otra flexionada mostrando mis respetos dejando a Lucille a un lado, me persigno con fe y confianza en su imagen. Coloco mis palmas entrelazados los dedos en mi rodilla y sobre ésta mi frente cerrando los ojos. Rezo agradeciéndole sus favores, pidiendo mayor fuerza para seguir con mi empresa de cazar a los herejes. Rezo dos padres nuestros y cinco aves marías antes de levantarme, persignarme de nuevo y besar los pies de la efigie quemándome la boca en el proceso. Un perfecto gesto de sumisión ante el que es mi santo de la devoción. Ante mi figura perfecta, mi campeón, mi señor y jefe. Oh yeah!
Tomo a Lucille que se ha quedado quietita en tanto muestro mis respetos a nuestro gran jefe para avanzar a la salida hasta que recuerdo a la renacuaja. Volteo hacia ella - ¿Nos vamos o te vas a quedar ahí parada? - le apresuro el paso porque si no, llegaremos seguro que al amanecer y si ya tiene listo mi libro, preferiría llevármelo de una vez. Sobre todo si ese mocoso de pelos de elote, como se refería un viejo conocido a los rubios, nos sigue, entonces sí que será divertido darle una buena paliza por bocotas. Lucille está mucho más ansiosa que yo, por supuesto.
Stavros de Milo- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 20/05/2018
Re: condenado y la condena (privado)
"Rie la vida que si he de morir
trozos de miedo es duro vivir"
trozos de miedo es duro vivir"
La joven sonrió de medio lado cuando finalmente el vampiro aceptó acompañarla despues de entregarle el libro, más no le pasó inadvertido ese plural que usó lo que hizo que Harleen mirase unos segundós a ese bate con alambre de espino de plata, que sin duda los sobrenaturales temían como a la peor pesadilla, Harleen conocía las historias que tenían alrededor los cuatro inquisidores, pero hasta donde sabía el arma del inquisidor tenía nombre, aunque ahora no recordaba cual era, más igual era bueno o sumaba puntos si le seguía el rollo al vampiro. -¿como se llama tu amiga?- Señaló el arma de este sin reparo, supuso que no se enfadaría que le preguntase aquello, más le siguió para salir hasta que vió como el vampiro rindió pleitesía al arcangel que había representado, emitiendo un rezo que la pelirroja se santiguo delante de la estatua esperando a que el vampiro terminase su culto, sin duda al joven no le hacía gracia que andase el vampiro cerca, de hecho parecía estar nervoso por algo.
Harleen entrecerró los ojos cayendo en el comportamiento excentrico del joven, pero no le dió más vueltas pensando que todo esto era debido a la incomodidad que le despertaba el vampiro, hundida en sus pensamientos se sobresaltó cuando el vampiro llamó su atención para continuar, no era muy amable, lo cierto es que se salía de los esteriotipos de los comportamientos vampiricos que daban los libros, este se le podía considerar borde, desagradable incluso, por esas miradas que hechaba de vez en cuando, la joven mientras salía se guardaba los libros en su bosa de cuero para que fueran bien seguros, el chico de pelo rubio se acercó a ella. -¿Por que demonios tiene que venir?- Protestó a lo que Harleen chasqueo la lengua y le empujó. -Callaté, le vas a hacer enfadar.- Gruñó esta de vuelta mientra el joven ladeaba a mirar al vampiro de reojo, sin duda intentando convencer a Harleen apuradamente de que se deshiciera de él y le dijera que se largara.
-Pero para ir a tu casa hay que pasar por un callejón, seguró que ahí nos viola, y nos mata, y nos vuelve a violar otra vez.- Dijo el chico desesperadamente, lo único que recibió como respuesta de Harleen fue un empujón que indicaba que ella se estaba hartando de su cobardía, todo esto confiaba que fuera dicho lo suficientemente bajo para que Milo no lo escuchara, pero Harleen sabía que tenían el oido fino los vampiros, y no le sorprendería una reprimenda por parte del inquisidor.
Más cuando el condenado parecía se acercaba al joven Harleen se frenó en seco mirando al fondo del callejón, ella no lo sabía pero sin duda el inquisidor percibiría la presencia de cuatro vampiros, dos más o menos de su edad y otros dos de uno 800 años, una emboscada, eso estaba claro, ¿los estaban esperando?
-Vaya, vaya, vaya....¿que tenemos aqui? La mocosa de los cazavampiros de los Bliss y uno de los "elite" quizás la suerte nos sonria y convirtamos el cuarteto en un trio, quitando al vampiro solo habrá que aniquilar dos hechiceros y un perro...eso será más facil.- Su tono era aspero, era como un hombre de unos 45 años, de la edad de Milo aproximadamente, Harleen los miraba ojiplatica llevandose su mano derecha a una daga de plata que tenía, tensá y ciertamente temerosa, sin duda tenía pinta de una trampa. -Nos has ofrecido más de lo que pediamos, aquí tienes tu recompensa, solo queriamos un bocado, pero si este viene acompañado de el plato fuerte no nos vamos a quejar.- El vampiro lanzó una bolsa de oro al chico de pelo rubio, que la atrapo al aire, con esa cara de miedo antes de salir corriendo pasando por los dos vampiros que estaban a la espalda de Harleen y Milo, hiendo a ocultarse en un callejón más estrecho y cercano, seguramente para saber lo que pasaba, Harleen no daba credito, los habían vendido, por eso no quería que Milo los acompañara.
-Esto es perfecto ¿Sabeis por qué? Por que tú vampiro has aniquilado a muchos de mis vastagos, con tus trio de cerdos inquisidores, y eso está muy feo. Y tú zorrita, tus padres matarón a muchos amigos mios, y eso...oh eso les ha costado caro.- Se rió de maliciosa forma, sacando algo de una bolsa, fue entonces cuando el horror congeló hasta la última celula de su cuerpo, del saco sacó las dos cabezas de los Bliss, su padre y su madre, y los lanzó a los pies de Harleem riendo sadicamente. La chica dió un tremendo grito de horror y dolor cayendo de rodillas en estado de shock, el vampiro sonrió y miró a los tres vampiros que le rodeaban, mientras disfrutaban del horror que pasaba la joven. -Tu amigo nos dijo donde vivian, no se lo esperaban, fue frutradamente rapido, pero tú, contigo nos vamos a divertir, vamos a mancillar tu cuerpo, pero antes, vas a ver como el que tú crees que puede hacer algo va a morir primero, si, inquisidor...te vamos a reventar tu jodida cabeza con tu mierda de palo con plata, pero antes te sodomizaremos con él.- Se rió de forma sadica acompañado de los otros vampiros.
Harleen miró al inquisidor con el rostro rojo y empapado de lagrimas. -Matemosles....por favor....aniquilemosles...-Su voz era un susurro, pero cargado de odio, desesperación y sed de venganza, más antes de que le diera tiempo ha hacer nada, uno de los vampiros de 800 años, la placó tirandose sobre ella, más a pesar de ser humana se las ingenió para clavarle la daga de plata en el ojo, el vampiro gritó y el segundo de 800 años se lanzó contra ella, pudó notar como la patada que la dió la rompió las costillas, y como los dos vampiros empezarón a doblegarla a golpes y burlas.
En cuanto al vampiro jefe y el otro antiguo se lanzarón contra Milo, tirandole al suelo, uno le mordió en el hombro con fuerza, intentando drenarle la sangre como si fuera una presa mortal, querían su poder, y para ello tenían intención de comerselo, el vampiró jefe dió un tremendo puñetazo en la nariz y buscó intentar arrebatarle el bate, sin duda la cosa estaba volviendose fea, mientras tanto el chico observaba todo oculto tras unos contenedores con la bolsa de oro entre sus manos, mirando con horror la escena.
Harleen Bliss- Esclavo de Sangre/Clase Media
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Fecha de inscripción : 20/05/2018
Re: condenado y la condena (privado)
¿Mi amiga? ¿Mi amiga? Ahora es Lucille la que quiere dar un buen golpe, no al mocoso pelos de elote si no a la renacuaja que se ha atrevido a insultarla. Mi cabeza se mueve de derecha a izquierda en tanto me detengo - que te quede claro, renacuaja, Lucille no es mi amiga, es mi mayor tesoro, te aconsejo cierres el pico y te dediques a tus libros - es mi respuesta a sus comentarios inútiles y faltos de interés. ¡Que se los diga al chico que tiene tras ella! Que parece un lazarillo siguiéndonos en tanto sigue cuchicheando con la chica. Está a punto de colmarme el plato con tanta palabrería que aturde hasta a Lucille.
Y justo cuando abre la boca diciendo que los voy a violar, matar y re'violar Lucille exige su sangre. Volteo mirándole con la cabeza echada a un lado como si mi oído fuese a alcanzar mi hombro en tanto muestro con una mueca el colmillo izquierdo señalando al chico con mi sol - repite eso, te pruebo a que lo repitas, que me demuestres que tienes los pantalones bien puestos y no de adorno - voy a dar un paso hacia él cuando algo me advierte que tenemos compañía. Lucille se vuelve de inmediato a mi hombro mirando por detrás de mis espaldas expectante, siento cómo corre la sangre por mi organismo dando potencia a mis extremidades cuando dirijo la mirada hacia atrás para observar curioso a los cuatro vampiros -el olor les delata y las auras más- que van rodeándonos.
La voz se eleva en el callejón. Una emboscada al parecer, lo justo para hacer que el chico muera sin que haya una nota en mi historial que pueda arruinarlo. ¿De verdad creen que pueden con nosotros? Eso está por verse. Lucille se mueve deseando la sangre que va a correr porque puedo asegurarlo. De sólo pensar en ello mis ojos están brillando con un santificado tono rojo como la capa de mi arcángel y señor. Las respuestas van cayendo una tras otra sin necesidad de que pregunte, con el paso del tiempo aprendes a que todos tienen esa ansiedad por ser los protagonistas de la historia sin saber que somos Lucille y yo quienes mandan en este sitio y en todos donde nos paramos.
Una bolsa de monedas sale a relucir, el pelos de elote la toma en tanto lo miro con diversión al tiempo que le mando a la mente una imagen de él ensangrentado en tanto ruega por su vida antes de que le dé un golpe dejando su cara con un ojo sobresalido de tan potente que lo haré, me mira con pánico antes de salir corriendo como alma que lleva el diablo. Ya iré por ese mequetrefe para darle una lección de la que aprenderá a no volver a traicionar a un inquisidor. Cuando volteo hacia el vampiro éste deja caer las dos cabezas de los Bliss. ¿Tendría que preocuparme por ello? Son dos más a quien vengar, es lo que pienso. Ni siquiera me siento furioso o enojado, mucho menos ofendido. Si cayeron es porque su propia debilidad les hizo caer. No más.
La amenaza forma una sonrisa en mis labios - ya quisiera ser sodomizado por Lucille y ustedes más, dejen de tanta palabrería, vamos a jugar - justo cuando termino de decirlo, los dos vienen a mi encuentro. Parecieran los mayores, por lo que me preparo ignorando también a la mujer que suplica por matarlos. Cuando la mente está obsesionada con algo, golpeado el ánimo por una venganza, no hay más que ignorar a la persona porque es una inútil concentrada en sólo quitar su dolor. Pongo tensión en mis piernas, con lo que no cuento es que los dos me ataquen sincronizados. Very good! Significa que han estado entrenando. Siento a Lucille en mi mano manteniéndose quieta y reservada en tanto uno de ellos muerde mi hombro. Bad idea, men! Porque al tiempo que el otro me golpea el rostro rompiendo mi nariz, le empujo con un pie en el pecho poniendo fuerza para lanzarlo lejos, antes de dejar caer una descarga de dolor en el cuerpo al que me tiene como si fuera yo una pierna de pollo, lo justo para que se aleje antes de tomar a Lucy para girar, levantarme y golpear su rostro.
El impacto de Lucille contra la cabeza del vampiro es mórbido, la sangre explota por varios lugares y eso que sólo es el inicio. Un relámpago es Lucy al dar un segundo golpe, OH MY GOD! La sangre me golpea el rostro al tiempo que Lucille da otro y otro y otro golpe más quedando de su cabeza sólo un amasijo de sesos, piel, cráneo y demás regado por el piso es tan gore que uno de los vampiros que atacaba a la mujer se detiene sorprendido por la saña con la que me hago cargo del que él consideraba su superior - ¡Y ÉSTO SÓLO ES EL INICIO, MENS! - grito antes de avanzar a toda velocidad con Lucy en las manos con la intención de recibir con un buen golpe al que me mira atónito, WELCOME TO HELL, BASTARDS!
Y justo cuando abre la boca diciendo que los voy a violar, matar y re'violar Lucille exige su sangre. Volteo mirándole con la cabeza echada a un lado como si mi oído fuese a alcanzar mi hombro en tanto muestro con una mueca el colmillo izquierdo señalando al chico con mi sol - repite eso, te pruebo a que lo repitas, que me demuestres que tienes los pantalones bien puestos y no de adorno - voy a dar un paso hacia él cuando algo me advierte que tenemos compañía. Lucille se vuelve de inmediato a mi hombro mirando por detrás de mis espaldas expectante, siento cómo corre la sangre por mi organismo dando potencia a mis extremidades cuando dirijo la mirada hacia atrás para observar curioso a los cuatro vampiros -el olor les delata y las auras más- que van rodeándonos.
La voz se eleva en el callejón. Una emboscada al parecer, lo justo para hacer que el chico muera sin que haya una nota en mi historial que pueda arruinarlo. ¿De verdad creen que pueden con nosotros? Eso está por verse. Lucille se mueve deseando la sangre que va a correr porque puedo asegurarlo. De sólo pensar en ello mis ojos están brillando con un santificado tono rojo como la capa de mi arcángel y señor. Las respuestas van cayendo una tras otra sin necesidad de que pregunte, con el paso del tiempo aprendes a que todos tienen esa ansiedad por ser los protagonistas de la historia sin saber que somos Lucille y yo quienes mandan en este sitio y en todos donde nos paramos.
Una bolsa de monedas sale a relucir, el pelos de elote la toma en tanto lo miro con diversión al tiempo que le mando a la mente una imagen de él ensangrentado en tanto ruega por su vida antes de que le dé un golpe dejando su cara con un ojo sobresalido de tan potente que lo haré, me mira con pánico antes de salir corriendo como alma que lleva el diablo. Ya iré por ese mequetrefe para darle una lección de la que aprenderá a no volver a traicionar a un inquisidor. Cuando volteo hacia el vampiro éste deja caer las dos cabezas de los Bliss. ¿Tendría que preocuparme por ello? Son dos más a quien vengar, es lo que pienso. Ni siquiera me siento furioso o enojado, mucho menos ofendido. Si cayeron es porque su propia debilidad les hizo caer. No más.
La amenaza forma una sonrisa en mis labios - ya quisiera ser sodomizado por Lucille y ustedes más, dejen de tanta palabrería, vamos a jugar - justo cuando termino de decirlo, los dos vienen a mi encuentro. Parecieran los mayores, por lo que me preparo ignorando también a la mujer que suplica por matarlos. Cuando la mente está obsesionada con algo, golpeado el ánimo por una venganza, no hay más que ignorar a la persona porque es una inútil concentrada en sólo quitar su dolor. Pongo tensión en mis piernas, con lo que no cuento es que los dos me ataquen sincronizados. Very good! Significa que han estado entrenando. Siento a Lucille en mi mano manteniéndose quieta y reservada en tanto uno de ellos muerde mi hombro. Bad idea, men! Porque al tiempo que el otro me golpea el rostro rompiendo mi nariz, le empujo con un pie en el pecho poniendo fuerza para lanzarlo lejos, antes de dejar caer una descarga de dolor en el cuerpo al que me tiene como si fuera yo una pierna de pollo, lo justo para que se aleje antes de tomar a Lucy para girar, levantarme y golpear su rostro.
El impacto de Lucille contra la cabeza del vampiro es mórbido, la sangre explota por varios lugares y eso que sólo es el inicio. Un relámpago es Lucy al dar un segundo golpe, OH MY GOD! La sangre me golpea el rostro al tiempo que Lucille da otro y otro y otro golpe más quedando de su cabeza sólo un amasijo de sesos, piel, cráneo y demás regado por el piso es tan gore que uno de los vampiros que atacaba a la mujer se detiene sorprendido por la saña con la que me hago cargo del que él consideraba su superior - ¡Y ÉSTO SÓLO ES EL INICIO, MENS! - grito antes de avanzar a toda velocidad con Lucy en las manos con la intención de recibir con un buen golpe al que me mira atónito, WELCOME TO HELL, BASTARDS!
Stavros de Milo- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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