AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Como pesa la corona ["ACTIVO"]
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Como pesa la corona ["ACTIVO"]
Estoy completamente agotada. Ha sido una función espantosamente fatigosa. A eso se suma que es la primera vez que asumo un rol de mezzo-soprano. Me cuesta algo más de lo normal adaptarme a esa tesitura grave. Y encima la maldita soprano protagonista ha estado todo el rato intentando alcanzar mi estruendosa potencian con su delgada voz de jilguero. La pobre casi se deja la garganta en el intento. Incluso creo que el tenor me ha echado alguna mirada indecente. Que asco...
Todo esta repleto de trabajadores del teatro. Los sudorosos tramoyistas que bajan y suben poleas, músicos insulsos que charlan fumando, cada uno obsesionado con su insulso instrumento, mis compañeros cantantes, completamente borrachos de éxito tras los aplausos, los bailarines, que no hacen más que alardear de sus delgados y perfectos cuerpos. Tras el telón que acaba de caer se descubre lo que hay detrás de las caretas. Las cantantes se quitan los corsés, los cantantes las fajas, y cada uno empieza a ser de nuevo como es en realidad.
Excepto yo. Creo que soy la única en todo ese teatro y en cualquier otro de Europa que sobre el escenario soy yo misma. Debe ser porque solo canto papeles que guarden similitudes con mi personalidad. Cada uno de los sentimientos que expreso nacen de la interpretación que hago de mi misma. Será por eso que tengo este don para la tragedia.
Agitada por toda esa chusma, que parlotea sin parar, me marcho. Veo que el director de orquesta sale corriendo de su puesto. Seguramente querrá amonestarme por haberme saltado las reglas y haber cantado algunos agudos de forma mucho mas alta que lo que marca en la partitura. Como me aburren esos puristas.
Me apresuro para dejarlo atrás, mientras él intenta pasar entre los bailarines, que estiran los músculos después de la función, y toda esa locura de gente. No lo consigue… ¡Ja!
Lo pierdo rápidamente de vista.
Aún llevo mi carísimo vestido egipcio. He encarnado a la malvada, vengativa y terrible Amneris, princesa hija del faraón, por eso llevo todas estas pesadas joyas de plata, y voy toda de negro, con capa de seda incluida. Me pesa muchísimo la enorme corona negra de estilo egipcio, con su serpiente de plata de ley incluida.
Cierro la puerta del escenario, y me introduzco en el pasillo de los camerinos. Veo algunos bailarines que estaban besándose en secreto salir huyendo cuando me ven entrar. Dios bendito… casi me sobreviene una arcada.
De pronto… y a lo lejos, en la semipenumbra del pasillo enmoquetado, veo a una persona. ¿Qué está haciendo en esta parte del teatro?
Todo esta repleto de trabajadores del teatro. Los sudorosos tramoyistas que bajan y suben poleas, músicos insulsos que charlan fumando, cada uno obsesionado con su insulso instrumento, mis compañeros cantantes, completamente borrachos de éxito tras los aplausos, los bailarines, que no hacen más que alardear de sus delgados y perfectos cuerpos. Tras el telón que acaba de caer se descubre lo que hay detrás de las caretas. Las cantantes se quitan los corsés, los cantantes las fajas, y cada uno empieza a ser de nuevo como es en realidad.
Excepto yo. Creo que soy la única en todo ese teatro y en cualquier otro de Europa que sobre el escenario soy yo misma. Debe ser porque solo canto papeles que guarden similitudes con mi personalidad. Cada uno de los sentimientos que expreso nacen de la interpretación que hago de mi misma. Será por eso que tengo este don para la tragedia.
Agitada por toda esa chusma, que parlotea sin parar, me marcho. Veo que el director de orquesta sale corriendo de su puesto. Seguramente querrá amonestarme por haberme saltado las reglas y haber cantado algunos agudos de forma mucho mas alta que lo que marca en la partitura. Como me aburren esos puristas.
Me apresuro para dejarlo atrás, mientras él intenta pasar entre los bailarines, que estiran los músculos después de la función, y toda esa locura de gente. No lo consigue… ¡Ja!
Lo pierdo rápidamente de vista.
Aún llevo mi carísimo vestido egipcio. He encarnado a la malvada, vengativa y terrible Amneris, princesa hija del faraón, por eso llevo todas estas pesadas joyas de plata, y voy toda de negro, con capa de seda incluida. Me pesa muchísimo la enorme corona negra de estilo egipcio, con su serpiente de plata de ley incluida.
Cierro la puerta del escenario, y me introduzco en el pasillo de los camerinos. Veo algunos bailarines que estaban besándose en secreto salir huyendo cuando me ven entrar. Dios bendito… casi me sobreviene una arcada.
De pronto… y a lo lejos, en la semipenumbra del pasillo enmoquetado, veo a una persona. ¿Qué está haciendo en esta parte del teatro?
Última edición por Medea Makropulos el Lun Dic 20, 2010 11:13 am, editado 1 vez
Medea Makropulos- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 23/10/2010
Re: Como pesa la corona ["ACTIVO"]
Que frio hacía en aquel lugar... Lyon no era mucho mas cálido que París, pero al menos estaba al abrigo de unos padres que me quería y con un tejado sobre mi cabeza. Todo aquello lo había perdido por un giro del destino, horrible por cierto, llevándome hasta París. Había intentado meterme en el orfanato, y todos los niños fueron malos, malísimos conmigo, unos auténticos trogloditas ¿Porqué? Porque sin saber como, llegaron hasta aquí los rumores de que mi mamá era bruja, y por ende, yo también debía serlo.
Pero gracias a la corta edad que poseía y por la cual me habían querido internar alli, pude colarme en el teatro, un lugar donde hacía calorcito y donde quizá podría pasar la noche, para no coger un resfriado mayor que el que ya tenía... Incluso tenía fiebre. Porque me dolía mucho la cabeza, y la parte de detrás de los ojos.
Allí acurrucada con calorcito, me fui adormilando, lentamente, cayendo en las garras del seuño... Hasta que una señora con pinta de mala me vió. ¿Que me iba a hacer? No me podía convertir en una mosca para salir volando, asi que me quedé alli, aguantándole la mirada.
Pero gracias a la corta edad que poseía y por la cual me habían querido internar alli, pude colarme en el teatro, un lugar donde hacía calorcito y donde quizá podría pasar la noche, para no coger un resfriado mayor que el que ya tenía... Incluso tenía fiebre. Porque me dolía mucho la cabeza, y la parte de detrás de los ojos.
Allí acurrucada con calorcito, me fui adormilando, lentamente, cayendo en las garras del seuño... Hasta que una señora con pinta de mala me vió. ¿Que me iba a hacer? No me podía convertir en una mosca para salir volando, asi que me quedé alli, aguantándole la mirada.
Ashelle L´Aurelianne- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 04/11/2010
Re: Como pesa la corona ["ACTIVO"]
Oh dios mío. Un vagabundo. Ese extraño montículo en el pasillo no podía ser otra cosa que eso. No podía creerlo. ¿Para que pagábamos entonces los artistas la seguridad del teatro?¿para que los guardias estuvieran toda la noche jugando a las cartas?
Me hice a un lado la gran capa de seda negra y me acerqué a eso… hasta que me di cuenta de que parecía una jovencita.
-No puedo creerlo. ¿Se puede saber como te han dejado entrar?
Levanté la cabeza, decidida a llamar a la seguridad del edificio para que sacaran a ese pequeño ejemplo de la miseria humana de mi territorio. Malditos cretinos, se iban a enterar.
Pero de pronto, escuché una tos seca que provenía del suelo. Era ella la que tosía. Parecía estar acurrucada para escapar del frío. Pero aquí no hacía ningún frío. Seguramente tenía una fiebre altísima.
La observé con la ceja arqueada y una extraña cara de extrañeza. No había nadie más en el pasillo. ¿Acaso nadie la había visto?
-¿Te… te encuentras bien?-dije, bajando un poco la cabeza.
Dios bendito… que mala cara tenia esa muchacha. Parecía un cachorrito abandonado pasando frío.
Me hice a un lado la gran capa de seda negra y me acerqué a eso… hasta que me di cuenta de que parecía una jovencita.
-No puedo creerlo. ¿Se puede saber como te han dejado entrar?
Levanté la cabeza, decidida a llamar a la seguridad del edificio para que sacaran a ese pequeño ejemplo de la miseria humana de mi territorio. Malditos cretinos, se iban a enterar.
Pero de pronto, escuché una tos seca que provenía del suelo. Era ella la que tosía. Parecía estar acurrucada para escapar del frío. Pero aquí no hacía ningún frío. Seguramente tenía una fiebre altísima.
La observé con la ceja arqueada y una extraña cara de extrañeza. No había nadie más en el pasillo. ¿Acaso nadie la había visto?
-¿Te… te encuentras bien?-dije, bajando un poco la cabeza.
Dios bendito… que mala cara tenia esa muchacha. Parecía un cachorrito abandonado pasando frío.
Medea Makropulos- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 23/10/2010
Re: Como pesa la corona ["ACTIVO"]
Ay... ahora si que la había hecho buena. Buena no, buenísima ¿Y si me mandaban a un par de chuchos que intentasen quitarme uno de mis bracitos? Seguro que si. O me darían a un señor muy feo, con aliento apestoso y que quería hacerme no se que favores.
Apenas recordaba lo que me había dicho, lo único que sabía en aquel momento era que de haber pasado un poco mas de tiempo alli fuera hubiera muerto de frio... Si, pero aquí también hacía frio, de hecho escalofrios violentos y demasiado continuados me recorrían de arriba a abajo.
La mujer parecía estar irritada... sin embargo algo me hizo sostener la cabeza en alto, clavando mis cambiantes ojos, a ratos azules a ratos negros, en los suyos. Seguro que me echaría de alli a patadas. Me levanté tambaleandome y tosiendo, tratándo de no caer al suelo y por supuesto de no toserle a la mujer encima:
-En realidad no... no me dejaron pasar. Me metí entre la gente cuando nadie miraba... Disculpe la intrusión...-me falló una pierna por lo que casi me caigo, con esfuerzo me mantuve de pie, mientras con mis harapos intentaba mantener la poca dignidad que me quedaba.
Volví a alzar la mirada, para examinar mejor a la mujer. En cierto modo se parecía a mi madre, su mirada, sus gestos... toda ella parecía desprender poder. Sonreí con los ojos llorosos, en parte por la enfermedad que parecía tener en parte por recordarla:
- No se preocupe... Estoy bien, con un poco de frio, pero bien. Lamento haberla importunado señorita. Déjeme estar aquí un ratito mas, por favor...-me vdeslicé hacia el suelo, acurrucándome sobre mi misma, en aquellos momentos no podía hacer mas, mis piernas apenas podían conmigo.
Apenas recordaba lo que me había dicho, lo único que sabía en aquel momento era que de haber pasado un poco mas de tiempo alli fuera hubiera muerto de frio... Si, pero aquí también hacía frio, de hecho escalofrios violentos y demasiado continuados me recorrían de arriba a abajo.
La mujer parecía estar irritada... sin embargo algo me hizo sostener la cabeza en alto, clavando mis cambiantes ojos, a ratos azules a ratos negros, en los suyos. Seguro que me echaría de alli a patadas. Me levanté tambaleandome y tosiendo, tratándo de no caer al suelo y por supuesto de no toserle a la mujer encima:
-En realidad no... no me dejaron pasar. Me metí entre la gente cuando nadie miraba... Disculpe la intrusión...-me falló una pierna por lo que casi me caigo, con esfuerzo me mantuve de pie, mientras con mis harapos intentaba mantener la poca dignidad que me quedaba.
Volví a alzar la mirada, para examinar mejor a la mujer. En cierto modo se parecía a mi madre, su mirada, sus gestos... toda ella parecía desprender poder. Sonreí con los ojos llorosos, en parte por la enfermedad que parecía tener en parte por recordarla:
- No se preocupe... Estoy bien, con un poco de frio, pero bien. Lamento haberla importunado señorita. Déjeme estar aquí un ratito mas, por favor...-me vdeslicé hacia el suelo, acurrucándome sobre mi misma, en aquellos momentos no podía hacer mas, mis piernas apenas podían conmigo.
Ashelle L´Aurelianne- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 04/11/2010
Re: Como pesa la corona ["ACTIVO"]
La joven no podía parecer más extremadamente débil y enferma. Cuando su cuerpo se tambaleo y realmente parecía derrumbarse, hice un impulso rápido para cogerla. Pero en el último momento la joven recupero el poco equilibrio que parecía tener.
Dios bendito… una jovencita tan débil y frágil… uno de los tres guardias la violarían, eso estaba claro. Conocía bien los instintos de las clases bajas, y esa joven no dudaría en las calles ni una semana.
Sabe dios cual será su pasado… cuando escucho de nuevo su fuerte tos, abro la puerta de mi camerino.
-Espera. Jovencita… deseo que pases dentro-Digo, con voz seria, mientras entro en el camerino y me quito la corona.
Me suelto el altísimo moño dejándome la enorme melena negra suelta. Empiezo a preparar agua caliente y me hago con un mango de la cesta de frutas exóticas que siempre me pone el teatro antes de cada función. Con un delgado cuchillo parto el jugoso mango por la mitad.
Dios bendito… una jovencita tan débil y frágil… uno de los tres guardias la violarían, eso estaba claro. Conocía bien los instintos de las clases bajas, y esa joven no dudaría en las calles ni una semana.
Sabe dios cual será su pasado… cuando escucho de nuevo su fuerte tos, abro la puerta de mi camerino.
-Espera. Jovencita… deseo que pases dentro-Digo, con voz seria, mientras entro en el camerino y me quito la corona.
Me suelto el altísimo moño dejándome la enorme melena negra suelta. Empiezo a preparar agua caliente y me hago con un mango de la cesta de frutas exóticas que siempre me pone el teatro antes de cada función. Con un delgado cuchillo parto el jugoso mango por la mitad.
Medea Makropulos- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 23/10/2010
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