La sangre pesa más que el agua (priv Raziel)

La música de L’Enfer atronaba y se colaba por sus ventanas incluso en las horas diurnas. El propietario del establecimiento, Raziel Black estaba empeñado en mosquearla, en hacerle saber que estaba allí…como si fuera posible ignorar tal cosa. Por las noches la clientela abarrotaba ese local, siempre al servicio de cualquier perversión digna del infierno, pues eso es lo que prometía el cartel. Pero claro, las vomitonas, las peleas y lo que quedaba tras las juergas, era algo compartido con su cabaret. Le Ciel era todo lo contrario, un lugar bonito, diáfano, limpio donde la gente se comportaba como personas educadas y no como perros en celo. La música era de calidad, como el alcohol y el opio que servían, porque estaba claro que nadie iba a un cabaret a jugar al parchís únicamente.

Sus informadores le habían puesto al día de todo lo que acontecía en el local vecino y Asura, una vez puso en marcha su nueva propiedad bajo las reglas que ella impondría, se bajó del carruaje vestida elegantemente con sedas de guipur chino y una estola de armiño blanco. Sobre su cuello reposaba una gargantilla de oro con un curioso colgante en forma de cabeza de serpiente. Allí estaban los colmillos de la maldita víbora que tentó a su abuela a comer del manzano.*

L'Enfern funcionaba bien, el cabaret estaba abarrotado y mientras el humo de los opiáceos creaba una neblina que nos envolvía a todos, la música retumbaba potente sacudiendo los pilares del edificio.
Ladeé la sonrisa imaginando que la señorita "santa" andaría tirándose de los pelos porque n ose escucharía el melódico ruido de las arpas y elevé los brazos estando en el centro para que subieran mas el volumen ¿acaso se escuchaba en el infierno el sonido de los acordeones?

Sexo, alcohol, violencia, todo tenía cabida en un lugar donde los pecados capitales me rodeaban y admito lo disfruté, cada minuto de mi nueva vida suponía un nuevo renacer, perdido en el mal supe que ya no tendría que huir mas.La inquisición me había perseguido durante toda mi vida, escondidos como ratas mi hermano y yo tuvimos que ganarnos la vida, hoy era rico, tenía un local y nada me hacía temblar.*

Encaramada a sus tacones y vestida como una gran dama elegante y exuberante, se adentró en las tripas del infierno. La recibieron dos mazados que tenían cara de pocos amigos, seguramente allí hicieran su trabajo a diario. Al sobrepasar la puerta dos súcubos le pidieron el abrigo, pero ella sólo llevaba la estola de pieles y negó con la cabeza mirando alrededor. Alguien paseaba con copas en la bandeja y sin mediar palabra tomó una de champán buscando el aura del propietario… allí estaba al centro, disfrutando de ser el rey del infierno. Esbozó media sonrisa y se le acercó, consiguiendo que la gente se fuera apartando sin tocarlos siquiera, sólo ejerciendo su control mental.*

No me costó descubrir el conejo blanco dentro de la chistera, su aura resplandecía entre la oscuridad y mi sonrisa de autosuficiencia quedó remarcada en mis labios cuando me giré hacia ella para enterrar en sus ojos mis pardos.

-¿que hace un Ángel en el infierno? ¿te has pedido? -pregunté con ironía -quizás pueda guiar tu camino.
Deslicé la mirada hasta la serpiente, ese medallón no le pegaba, y aun así era una retorcida metáfora.
-¿necesitas una manzana? estoy dispuesto a morderla contigo durante la noche entera.*

Se llevó a los labios la copa y degustó el caldo dorado que contenía poniendo después un mohín de disgusto.

— Tienen razón cuando dicen que mi champán es mejor, este es de baja calidad.— lo dejó sobre una bandeja que apareció oportunamente en la mano de una camarera que no iba hacia allí, pero a su orden mental sí lo hizo.— Así que este es el infierno y tú su rey…perdona que no me impresione…he visto manzanas más apetecibles. ¿No vas a invitar a bailar a una dama? No hay modales en el infierno?*

Recuperé la copa que el blanco conejo había dejado para apurarla de un trago relamiéndome después los labios.
- Eso es porque todavía no la has probado -puntualicé llevando mi diestra a mi envergadura en un gesto lo suficiente obsceno como para que supiera que en el infierno todo valía.
Extendí la misma mano para que la dama la tomara ¿quería modales? que se fuera al cielo y que sobre nubes volase.
-Aun no me has respondido ¿que te trae por el infierno? esta claro que no es el champan ¿la música quizás? ¿o mi arrebatadora compañía? -pregunté con sarcasmo mientras el baile empezaba fogoso entre nosotros.*

La rubia mantenía cierta distancia de cortesía, el mentón alzado y el atuendo perfecto y sin fleco alguno que estuviera fuera del sitio. Llevaba milenios paseando por el mundo, y había conocido a muchos como Raziel, pero le seguía fascinando la capacidad de ser un completo estúpido petulante, le hacía mucha gracia. Se movieron al compás de la música y Asura no dudó en ejecutar los pasos aprendidos, aunque no sentidos.

— Tenía curiosidad por conocer al rey del inframundo, he de decir que te esperaba mucho más…mayor.— Giró y se dejó caer en sus brazos como mandaba la música. Alrededor les habían dejado algo de sitio, a la antigua no le gustaba el contacto físico gratuito.— Los demonios tienden a pensar que pueden hacer caer a cualquiera…¿y si fuera al revés? Ven algún día al paraíso, quizás pueda hacerte cambiar de bando.

Ni ella misma creía en sus propias palabras, porque los hijos de Caín pocos tenían redención, pero que no se dijera que no lo había intentado.*

La hice girar de nuevo entre mis brazos aferrando su cintura con mis manos para detenerla de frente mirándonos.
-Esa es buena, el Ángel viene a por el demonio caído ¿vas a envolverme en tus alas para llevarme al cielo? Mándame una misiva, quizás si montas un bonito espectáculo de angelitas pechugonas pueda convencer a mis amigos para que me acompañen a tan “lujurioso" local.
La ironía bailaba entre nosotros como nuestros cuerpos.
-Y ademas de buscar mi redención y adularme con mi juventud ¿queréis algo mas? algo me dice que no sois de las que da puntada sin hilo, llámame desconfiado otros me denominarían perspicaz.

Jason estaba jodiéndola con registros, redadas, por supuesto no lograba nada porque en ese antro reinaba la paz, ni sustancias, ni peleas, nada fuera de lo normal, pero eso no quitaba que fuera incomodo tener cada dos por tres a la policía husmeando y eso era algo que Yared y los demás Black sabían bien. Joe quería el local y admito que en parte prefería tener a la rubia estirada que a los Black controlándonos tan de cerca.*

Asura se acercó peligrosamente a su cuello, pero cambió el rumbo y se acercó a su oreja para susurrarle.

— Tu alma en un frasco…— rió divertida después. Era todo lo contrario a un ángel, en caso de serlo sería el vengador, el portador de la ira divina.— Para ángeles ya tenemos a tu hermano Samael…que lástima que no frecuente este lugar.— tenía ojos y oídos en todas partes, al igual que los Black. Las redadas y los pleitos eran continuos en el cabaret, pero para eso tenía humanos que se lo solucionaban.— Deja de sabotearme el local y yo me quedaré escuchando liras y querubines en mis dominios.

Sabía que no había nada más excitante para un sabueso que persigue a su presa, que provocar que echase a correr, sabía que Raziel no cejaría en sus provocaciones, pero en esa toma de contacto cada cual interpretaría su papel.*

Me encogí de hombros con un deje de diversión.
-Nada me complacería mas que cumplir tus deseos, en posición horizontal a decir verdad, pero...no es cosa mía lo de tus registros aunque pienses que soy el mas interesado en que te cierren el local.

No siempre el demonio mentía y ahora yo no lo hacía -busca a tu enemigo entre las sombras, dudo lo encuentres entre los querubines, suerte preciosa.

Ladeé la sonrisa tal y como la pieza tocaba a su fin, la obra teatral había sido interpretada y cada uno había dado su "do" final. Antes de soltarla reí con picardía.

-Deberías conocer a Samael, creo que te gustaría, es...un ángel interesante.*

continúa la escena aquí:

https://victorianvampires.foroes.org/t43116-au-nom-de-satan-la-seule-verite