El murmullo del agua [Priv. Mikelangelo Van Dort]

por **Melanya Boyarskaya** Vie Feb 15, 2013 8:46 pm

Había acabado un concierto de piano al que pocas personas podían asistir pues el interprete era un barón ruso. Únicamente las personas de clase alta o la realeza se pudo deleitar con el concierto de hoy pues era la sesión que daba la apertura a dos conciertos que tendrán lugar el día de mañana y pasado.
Lo cierto es que codearme con personas exclusivamente de clase tan alta era algo incomodo pues eso me obligaba a aparentar perfecta y yo creía que tenía tantas imperfecciones que lo más seguro es que era la vergüenza de mi señor marido.
Había disfrutado del concierto, pues el pianista era realmente maravilloso. No había escuchado tan buena música desde hacia mucho tiempo. Yo misma era pianista pues mi padre me había inculcado una profesora particular para que me enseñara ese arte. Lo cierto es que se me daba bastante bien, probablemente era de las pocas cosas que se me daban bien, pero tampoco era una maravilla.
Al terminar el concierto había intentado acercarme al escenario para poder pedir un autógrafo al artista a la par que darle las gracias por tal maravillosa interpretación, pero el joven se fue tras el telón y no tuve otra oportunidad para hacerlo.
Por otra parte, nada más encenderse las luces todos se empezaron a juntar para hablar de cosas varias. De negocios normalmente, o de vestimenta en el caso de las mujeres, y a mi no me apetecía hablar ni de una, pues no tenía conocimiento alguno de negocios, ni del otro. Así que opté por salir fuera del teatro y pasear por el jardín de esta que creo que solían llamar plaza.
Estaba realmente bien decorada, con arbustos en su gran mayoría, alguna que otra flor, árboles, naranjos si tengo que especificar, y muchas esculturas. No entendía como las personas preferían hablar de cosas completamente relevantes en vez de pasear por aquí. Al menos podrían hablar de negocios aquí que no dentro envueltos de tanta gente y con la calor que dentro hacia.
Al llegar al centro de la plaza vi que una fuente la decoraba. Era realmente grande y preciosa. Estaba en funcionamiento y lo único que se escuchaba era el murmullo del agua y la única compañía que tenía eran las estatuas inanimadas que decoraban las cuatro esquinas de la fuente. Podría quedarme aquí para siempre, si no fuera que dentro de unas horas saldría el sol y si no me ponía a cubierto acabaría hecha toda cenizas.

por **Mikelangelo Van Dort** Jue Mayo 09, 2013 4:31 pm

Esos hombres del piano llevan su voz en la mano como la vena firme de una canción muchacha. Van celándola dulces, con los ojos cerrados, todos brasa y suspiro del ensueño que llueve diminuto rocío de aprisionadas flores en los cuerpos fragrantes de tus pianos músicos, aun con hojas y aromas del encendido bosque.

Un piano es la voz de una fuente con viento a la que brizan ásperos y dulcísimos soplos, lo sabe quien lo pulsa, y flotan sus cabellos como hierba que sube por el tronco de un árbol, mientras la mano presiona hacia el cielo las teclas
y la otra recorre una note del zodíaco.

En rubio; huele a nardo en la noche con luna, y de jazmines siembra la abandonada tarde. Tan delgado y ligero como fueron las ninfas, sinuoso y con algas, como verde sirena. Es la voz que prefiere la primavera fría. Y al otoño le cuenta que se fueron las aves. Los cipreses la exhalan. El calor de los vuelos
en los pianos junta con las plumas los nidos.

Dan ritmo a la faena los trozos musicales; combate la tristeza la suave melodía;
cuando preocupaciones asedian, habituales, cantares apaciguan la mente, todavía.

La música es así, remedio de los males, inagotable fuente a escanciar cada día; sosiego de palacios, templanza de arrabales, y placidez del alma, armonizante guía.

Si acaso preguntaras, qué en la hora postrera
ansío oír de nuevo, mi gusto no vacila: La muerte de Isolda, el aria de Dalila, también de Mefistófeles el dantesco monólogo o el Coro de los Angeles, divinizando el Prólogo.

Con un movimiento sigiloso y delicado, el toque es recepcionado por los latidos de mi corazón, por cada movimiento que hace, por cada caricia y sonrisa que consagra
Me trasladó a un trance, donde el espacio y el tiempo son una ilusión, por cada nota que vocifera, conformó una perfecta armonía, por cada respiración,
el pulso se electriza, esa presencia se agudiza mi percepción, siento como si me interiorizara en el piano.
Y juntos, al compás de un sonido lejano, formáramos una sola composición.

Divisando el público oyente, sintió a la dama y sus intenciones, sin embargo, no era tan distinta, era de su raza, lo cual hizo más fácil sentirse interesado en dialogar con ella...
Felicitaciones recibió, el trago y la comida no bastaban para agradecerle, pero él se alejó.. se alejó a dónde solo ella le pudiese encontrar.
La gente lo estresaba, como a su vez llenaba su ego a rebalsar... pero aún asi, el espacio y la tranquilidad no la podía manejar....

por **Melanya Boyarskaya** Dom Mayo 12, 2013 6:23 pm

Pensaba que solo el silencio me acompañaba, pero una presencia dio acto de presencia en la plaza. Pude afirmar que la presencia era parecida a la mia pues compartíamos el vampirismo al que estabamos condenados. Lo curioso fue que no notara que la presencia era el mismísimo Mikelangelo Van Dort, la persona a la cual hacia menos de quince minutos quería tomar un autógrafo y alabar sus habilidades en el piano.
Cuando el joven músico se acercó suficientemente decidí expresar mi congoja respecto a su actuación.

-Tiene un gran don por la música – Empecé pues creía que decir un simple hola era demasiado banal para una persona de tan altos conocimientos – Su concierto ha sido una delicia. Yo también tocó el piano, pero jamás podré llegar a dominarlo tanto como vos lo hace. Ojala pueda permitir a muchas generaciones disfrutar su música...

Comenté teniendo en cuanta su condición de vampiro, más comprendí en ese mismo momento que había sido un comentario fuera de lugar pues si dentro de unos años seguía practicando su música probablemente la gente entendería que era un vampiro y la inquisición lo mataría.

-Lamento mi poco tacto – Dije algo avergonzada – Pero es una pena que a los vampiros se los ensasille en el mismo tópico: el de monstruos despiadados cuando en realidad muchos, como vos, pueden regalar alegría y belleza al mundo...

Me di cuenta de pronto que estaba llevando la conversación hacia caudales algo deprimentes y de seguro que el joven no quería hablar sobre esas cosas.

-¿Es francés? - Pregunté curiosa – Yo hace poco que habito este lugar y me parece precioso. ¿Nieva en invierno? Yo vengo de un país donde en invierno la nieve es algo rutinario... Mis nodrizas de pequeña me comentaban que no en todos los paises es igual... me pregunto si en París nieva.

Inevitablemente mi mente se transporto a mi lejana patria, a Rusia. A pesar de que era prospera a enfermarme y tener resfriados hasta en verano, me encantaba la nieve. Siempre rogaba a mis nodrizas que me dejaran salir al menos unos cinco minutos a pasear por la nieve y a hacer algún muñeco de nieve.
Muchos creían que el invierno era la penúria de Rusia, que si no fuera por la nieve, sería un lugar ídoneo para vivir... pero yo no lo veía así. De seguro que mi patria y sobretodo moscú que es de donde provengo tenía lugares digno de admiración, pero debido a que mi señor padre me vigilaba y no me dejaba salir a ningún lugar fuera de las cuatro paredes de nuestro hogar, aunque a veces asistiamos a bailes para que algún hombre se fijara en mi para casarme, no pude apreciar ni la mínima parte de la belleza de mi país.

por **Mikelangelo Van Dort** Mar Mayo 28, 2013 11:13 pm

Recibía los cumplidos de la dama. Mientras me observaba acercándome hasta ella, me senté a su lado en silencio, mientras ella hablaba y hablaba, yo me reía para mis adentros, de los protocolos que usaba tanto, de los cuales yo como Barón, ya me había aburrido hace mucho.

-Me permite?- le pedí cordialmente la mano para tomársela suave y delicada piel blanca de aquella mujer -...es usted muy amable al decirme todas esas cosas sobre mi música- hice una pausa deteniendome a mirar la bella mano -..creo que no necesito presentarme más de lo que usted como muchos otros ya me conocen, soy uno de los músicos más solicitados de Francia, como ve.. llevo el alma del piano dentro de mi ser-

-Y bueno.. yo si que no sé su nombre señorita, aunque me pareció haberla visto dentro de la corte de Rusia en algunas ocasiones- le dice mirándola e intentando recordar, e hizo una pausa mirando sus labios -Dígamelo...pofavor.- finalizó

El músico podía adivinar algunos pensamientos sobre ella, pocos pero entendibles, el hecho de extrañar sus tierras, le hizo pensar en sus presentaciones musicales dadas, en la corte y pueblo de Rusia en ese entonces, sonreía para sus adentros...

-Es una bella tierra Rusia, madame- dijo al aire, como pensando en voz alta mirando al entorno - ...pero yo madame, no soy francés, ni tampoco ruso... se sus idiomas, conozco sus culturas... pero yo soy alemán... y provengo de la ciudad de Salzburgo, al igual que mi buen amigo Wolfgang Mozart, le ha escuchado? - preguntó serenamente recordando aquellas dulces ocasiones en que su camarada y él compartían composiciones y melodías, tardes enteras frente a un piano.

Soltó la mano de la mujer, dejando en ella un pequeño papel, con su autógrafo inscrito en él. La miró atentamente y le sonrió diciendo: -..un presente- le guiña levemente, esperando los agradecimientos correspondientes.

por **Melanya Boyarskaya** Jue Jun 13, 2013 2:40 pm

Después de escuchar mis palabras con detención, el joven me pidió permiso para sujetar mi mano a la par que me agradecía las palabras que le había dedicado a él y a su música. Más no eran simples y vanos halagos, eran palabras que salían de mi corazón realmente.
Acepté su mano mientras el hombre me comentaba que no hacia falta que se presentara pues lo más seguro es que le conociera, lo que era cierto pues sabía quien era cuando iba a este concierto. Era cierto que no asistí a muchos conciertos durante mi estancia en Rusia, pero las cualidades musicales de este joven llegaban hasta mis oídos de todos modos. El joven añadió además que no conocía mi nombre a pesar de tener noción de que en alguna ocasión nos habíamos visto en la corte de Rusia. Primero lo descarté pues era raro que saliera de mi casa, pero luego recordé las veces, aunque la verdad es que eran pocas, en que mi padre me sacaba a algún baile para que alguien adinerado posara su vista en mi y me prendara para sacar algún provecho de mi matrimonio. Quizás en alguna ocasión el joven me vio pero no recordaba ningún comentario con que un músico de renombre visitaba París, tan solo que había muchas personas de la corte como barones o condes.

-Me temo que a quien ha visto es a mi padre – Le dije con una sonrisa – Guardamos cierto parecido entre los dos por lo que le recordaré a él pues yo no solía salir a muchos festejos pues no tenía permiso para ello.

Mikelangelo añadió además de que creía que mis tierras natales eran muy bellas. No se lo negaba, sobretodo en invierno pues podía pasarme horas y horas mirando por la ventana como los copos de nieve caían lentamente al suelo y llenaban todo el pavimento de un blanco manto como la leche.
Me explicó que no era francés a pesar de que conocía tanto Rusia como Francia, pero que era alemán igual que Mozart. Le miré maravillada pues pensaba que ser conocido de Mozart era algo increíble y extraordinario. Me habían contado tantas cosas de él que pensaba que la mitad eran leyenda.

-Por supuesto – Dije emocionada – No conozco Alemania a pesar de que mi marido proviene de allí... Sin embargo conozco a Mozart. ¿Es cierto que hace maravillas con el piano? Conocerlo debe de ser una gran aventura pues también me han explicado que su conducta era curiosa.

El joven me soltó la mano. Al principio no me fijé que me había depositado algo en ella, pero cuando me di cuenta me percaté que era un papel, no muy grande. Divagué por mi mente sobre que debía ser, más el joven no me dejó nada en claro... simplemente me comentó que era un presente. Le miré curiosa.

-¿Lo puedo abrir? - Pregunté – La curiosidad me manta, monsieur.

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