AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ulvinde (privado)
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Ulvinde (privado)
Vacío. Eso es lo que se suponía que debería sentir al dejar tras sus espaldas París. Pero había convivido toda su vida con eso, criada en una mansión excesivamente gigante para dos personas; educada bajo la mano de una bruja que había perdido demasiado a lo largo de su vida, con un montón de luces y sombras sobre su existencia. El vacío no le era extraño.
Cuando cruzó los Pirineos sintió la llamada de su naturaleza licana, esas enormes montañas, riscos, valles y cielo azul y limpio. Los bosques franceses también eran espesos, pero no brillaba el sol del mismo modo, al sur todo parecía tener más color. Su madre tenía serios problemas con algunos sobrenaturales que no habían dudado en ponerla a ella en el punto de mira. Elora se negaba a huir como las ratas, ella era dueña de su destino, de su hogar y de su magia. Ella decidiría cuando abandonar este mundo y nadie más. Pero por seguridad envió a Arya a España, cuanto más lejos, mejor. La manada Paine estaba también amenazada y prefería que su hija no se metiera en guerras absurdas donde podía salir herida o algo peor.
Al principio no se lo tomó bien, rara vez se tomaba bien algo, era una Paine, era tan capaz de defender su pellejo como cualquiera, pero su madre se empeñaba en protegerla y en este caso su padre estuvo de acuerdo, así que tuvo que subirse al tren. La esperaban en la capital, en la casa de unos empresarios del textil con los que Elora tenía tratos, pero seguramente ella se terminase buscando algo por su cuenta, no soportaba los ambientes sociales estúpidos. Su madre nunca fue proclive a enseñarla en reuniones de sociedad como si fuera un mono de feria cubierto de encajes y lazos, más bien siempre le dio la libertad de mezclarse con la clase obrera a su antojo, porque ella misma procedía del estrato social más bajo. Y Arya siempre fue muy independiente, en primer lugar por su propia personalidad y en segundo porque era una loba.
Bajó del tren con su maleta de mano y unos mozos bajaron su baúl, allí la esperaban dos hombres del servicio de los Silva, que la llevarían en el coche de caballos hasta el palacete que ocupaban en una de las grandes avenidas en el barrio de Salamanca, en el centro de la capital. Su madre le había dicho que las viviendas allí no tenían los jardines como los que ella recorría a diario en su casa, que eran ciudades lineales como hormigueros, pobladas de edificios que arrojaban sombra a todas partes, un avispero humano como el centro de París. Pero por contra no muy lejos estaba el Parque del Retiro, una enorme masa verde en la que perderse si le agobiaba el jaleo de la urbe.
Se instaló en el castizo barrio, los Silva tenían dos hijas florero que la levaron a las cafeterías del centro y a las tiendas más exclusivas, y pasados unos días, cansada ya de ver tantos cuadros, museos y reuniones tontas para tomar el té, decidió escabullirse con nocturnidad y alevosía a respirar un poco de aire.
Caminó hasta las callejuelas donde los obreros ruidosos bebían vino y comían rebanadas de pan con jamón y tortilla de patatas. Debía de reconocer que la gastronomía sí que era espectacular, los españoles sabían cómo hacer buenos platos. Se sentó en un taburete cuya mesa era un barril y pidió el vino de la casa que se lo sirvieron en un vaso chato, era oscuro y aromático. Alguien tocaba palmas y aporreaban una guitarra, el jolgorio de la fiesta era muy distinto del de los barrios bajos de París, pero la chusma nocturna era igual en todas partes, sus instintos estaban en alerta porque allí no había ningún Uryan que velase por su seguridad.
Cuando cruzó los Pirineos sintió la llamada de su naturaleza licana, esas enormes montañas, riscos, valles y cielo azul y limpio. Los bosques franceses también eran espesos, pero no brillaba el sol del mismo modo, al sur todo parecía tener más color. Su madre tenía serios problemas con algunos sobrenaturales que no habían dudado en ponerla a ella en el punto de mira. Elora se negaba a huir como las ratas, ella era dueña de su destino, de su hogar y de su magia. Ella decidiría cuando abandonar este mundo y nadie más. Pero por seguridad envió a Arya a España, cuanto más lejos, mejor. La manada Paine estaba también amenazada y prefería que su hija no se metiera en guerras absurdas donde podía salir herida o algo peor.
Al principio no se lo tomó bien, rara vez se tomaba bien algo, era una Paine, era tan capaz de defender su pellejo como cualquiera, pero su madre se empeñaba en protegerla y en este caso su padre estuvo de acuerdo, así que tuvo que subirse al tren. La esperaban en la capital, en la casa de unos empresarios del textil con los que Elora tenía tratos, pero seguramente ella se terminase buscando algo por su cuenta, no soportaba los ambientes sociales estúpidos. Su madre nunca fue proclive a enseñarla en reuniones de sociedad como si fuera un mono de feria cubierto de encajes y lazos, más bien siempre le dio la libertad de mezclarse con la clase obrera a su antojo, porque ella misma procedía del estrato social más bajo. Y Arya siempre fue muy independiente, en primer lugar por su propia personalidad y en segundo porque era una loba.
Bajó del tren con su maleta de mano y unos mozos bajaron su baúl, allí la esperaban dos hombres del servicio de los Silva, que la llevarían en el coche de caballos hasta el palacete que ocupaban en una de las grandes avenidas en el barrio de Salamanca, en el centro de la capital. Su madre le había dicho que las viviendas allí no tenían los jardines como los que ella recorría a diario en su casa, que eran ciudades lineales como hormigueros, pobladas de edificios que arrojaban sombra a todas partes, un avispero humano como el centro de París. Pero por contra no muy lejos estaba el Parque del Retiro, una enorme masa verde en la que perderse si le agobiaba el jaleo de la urbe.
Se instaló en el castizo barrio, los Silva tenían dos hijas florero que la levaron a las cafeterías del centro y a las tiendas más exclusivas, y pasados unos días, cansada ya de ver tantos cuadros, museos y reuniones tontas para tomar el té, decidió escabullirse con nocturnidad y alevosía a respirar un poco de aire.
Caminó hasta las callejuelas donde los obreros ruidosos bebían vino y comían rebanadas de pan con jamón y tortilla de patatas. Debía de reconocer que la gastronomía sí que era espectacular, los españoles sabían cómo hacer buenos platos. Se sentó en un taburete cuya mesa era un barril y pidió el vino de la casa que se lo sirvieron en un vaso chato, era oscuro y aromático. Alguien tocaba palmas y aporreaban una guitarra, el jolgorio de la fiesta era muy distinto del de los barrios bajos de París, pero la chusma nocturna era igual en todas partes, sus instintos estaban en alerta porque allí no había ningún Uryan que velase por su seguridad.
Última edición por Arya Paine el Mar Jun 19, 2018 5:13 am, editado 1 vez
Arya Paine- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 27/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
Mi padre se empeñaba en convertir España en un país bélico por excelencia, cuando para mi las negociaciones entre los nobles y nosotros era lo único que podía sellar una paz duradera, el alzaba el acero dando un golpe de en la mesa. Si se estudiaba bien la historia se daría cuenta que las monarquías mas largas no eran las abocadas a imponerse con mano férrea, si no las que por medio de acuerdos y enlaces creaban naciones fuertes.
Padre decía que yo no era un vikingo, no se equivocaba, no lo era, era español, nací español y no me sentía un bárbaro.
Abracé la religión católica hacia ya bastante tiempo, un sacrilegio para mi padre que solo pude llevar a cabo apoyado por mi madre, era por eso, porque no procesaba ni su religión ni sus arcaicos modos de vida por lo que me había convertido en su oveja negra.
Aquí todo funcionaba al revés, mi hermano que no hacia nada por poner cordura en aquel reino y que se acostaba con tantas mujeres como cabían en el lecho era su hijo predilecto y yo que por medio de escritos, contratos firmados y muchas conversaciones a mis espaldas lograba resultados, solo era un cobarde.
Aquella noche harto de todo decidí irme a uno de los antros de las zonas mas bajas, beberme unos cuantos vinos, disfrutar de la música y d las bailaoras que sobre las tarimas taconeaban como posesas.
Espala tierra de bebedores y oportunidades, ladeé la sonrisa al pensar en lo estúpido que todo podía llegar a resultarme.
Me dejé caer sobre uno de los taburetes altos, los barriles servían como mesas y pronto una morena de cuerpo de guitarra se acercó con una peculiar sonrisa a servir mi mesa.
Su pelo caía en bucles hasta la mitad de la espalda y bastante avispada, porque eso si lo tenían los españoles, eran picaros en el azar y en todas sus profesiones, me tomó la comanda sin apuntar nada.
Fui vaciando vasos, aplaudiendo al ritmo de las guitarras y de esos cubos que junto a ellas retumbaban.
Faldas que se convertían en llamas, movimientos casi divinos de mujeres con raza y labios rojos como el mismo fuego que representaban.
Entonces entró una que olía a extranjera desde la distancia, su acento la delataba, era francesa ¿por que lo sabia? Porque a diferencia del estúpido de mi hermano yo si había estudiado idiomas.
Padre decía que yo no era un vikingo, no se equivocaba, no lo era, era español, nací español y no me sentía un bárbaro.
Abracé la religión católica hacia ya bastante tiempo, un sacrilegio para mi padre que solo pude llevar a cabo apoyado por mi madre, era por eso, porque no procesaba ni su religión ni sus arcaicos modos de vida por lo que me había convertido en su oveja negra.
Aquí todo funcionaba al revés, mi hermano que no hacia nada por poner cordura en aquel reino y que se acostaba con tantas mujeres como cabían en el lecho era su hijo predilecto y yo que por medio de escritos, contratos firmados y muchas conversaciones a mis espaldas lograba resultados, solo era un cobarde.
Aquella noche harto de todo decidí irme a uno de los antros de las zonas mas bajas, beberme unos cuantos vinos, disfrutar de la música y d las bailaoras que sobre las tarimas taconeaban como posesas.
Espala tierra de bebedores y oportunidades, ladeé la sonrisa al pensar en lo estúpido que todo podía llegar a resultarme.
Me dejé caer sobre uno de los taburetes altos, los barriles servían como mesas y pronto una morena de cuerpo de guitarra se acercó con una peculiar sonrisa a servir mi mesa.
Su pelo caía en bucles hasta la mitad de la espalda y bastante avispada, porque eso si lo tenían los españoles, eran picaros en el azar y en todas sus profesiones, me tomó la comanda sin apuntar nada.
Fui vaciando vasos, aplaudiendo al ritmo de las guitarras y de esos cubos que junto a ellas retumbaban.
Faldas que se convertían en llamas, movimientos casi divinos de mujeres con raza y labios rojos como el mismo fuego que representaban.
Entonces entró una que olía a extranjera desde la distancia, su acento la delataba, era francesa ¿por que lo sabia? Porque a diferencia del estúpido de mi hermano yo si había estudiado idiomas.
Derrick Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
Con cierta dificultad chapurreó algo en español para al menos poder pedir un vino. En París sacaban la botella en una cubitera y te la servían en copas, blanco y burbujeante. Pero allí le sacaron una frasca, sucia y reutilizada, con un vaso chato y un vino oscuro que olía potente. No llegaba a ser vinagre, pero muy bueno no era. Pagó lo que había pedido y no supo si la habían timado con el precio, porque no entendía bien lo que le decía el mesonero. Le contestó con un gruñido y sacó otra moneda, no estaba muy segura de si equivalía a los francos franceses, estaba tan cabreada con su madre cuando se fue, que no se había preocupado de preguntar las cosas básicas.
El hombre comenzó a hacer aspavientos y poner malas caras. ¿Qué coño estaba diciendo? ¿acaso hablaba él su idioma? si él fuera a París también tendría dificultades para todo. Al parecer a los franceses no se les veía bien, ya que los Bonaparte habían hecho del país su cortijo en algun momento y al restaurarse la monarquía, los españoles habían vuelto a estar subiditos de humos.
— Pues a la mierda... no te entiendo, quédate con tu vino.— se bajó del taburete recogiendo las monedas que había dejado sobre la barra y dispuesta a largarse de ese antro. No, definitivamente España no le gustaba, era un país de vagos, maleantes y timadores.
El hombre la agarró por el brazo, insistiendo en algo que Arya no entendía y lo único que pudo hacer fue reaccionar como lo haría un Paine, como lo haría Slang, el lobo de su padre. Un empujón y un gruñido enseñando los dientes, aunque no era luna llena y no eran los dientes que daban miedo de verdad. Una advertencia, la siguiente vez que la tocase se llevaría un mordisco, una paliza o lo que fuera.
El hombre comenzó a hacer aspavientos y poner malas caras. ¿Qué coño estaba diciendo? ¿acaso hablaba él su idioma? si él fuera a París también tendría dificultades para todo. Al parecer a los franceses no se les veía bien, ya que los Bonaparte habían hecho del país su cortijo en algun momento y al restaurarse la monarquía, los españoles habían vuelto a estar subiditos de humos.
— Pues a la mierda... no te entiendo, quédate con tu vino.— se bajó del taburete recogiendo las monedas que había dejado sobre la barra y dispuesta a largarse de ese antro. No, definitivamente España no le gustaba, era un país de vagos, maleantes y timadores.
El hombre la agarró por el brazo, insistiendo en algo que Arya no entendía y lo único que pudo hacer fue reaccionar como lo haría un Paine, como lo haría Slang, el lobo de su padre. Un empujón y un gruñido enseñando los dientes, aunque no era luna llena y no eran los dientes que daban miedo de verdad. Una advertencia, la siguiente vez que la tocase se llevaría un mordisco, una paliza o lo que fuera.
Arya Paine- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
Las cosas se ponían complicadas para la morenita, tenía que reconocerle el genio que se gastaba, no así tanto los modales aprendidos en Francia, su acento la delataba.
Me puse en pie cuando la cosa se recrudeció en la barra y acercándome al tabernero para dejar caer un real de plata que el hombre se cobró aun frunciendo el ceño.
-Quédese el cambio como propina por la impertinencia -dije sin mas antes de girarme hacia la señorita.
-señorita, tendría el placer de acompañarme, he visto que no se defiende con el idioma, quizás pueda servirle de guía esta noche.
Por sus ropas no parecía una mujerzuela cualquiera, ni una mujer de baja cuna, asi que deducía que como yo, una rabieta la había traído hasta esta cochambrosa taberna donde las gitanas bailaban con el fervor del fuego al ritmo de las palmas.
-Por favor -pedí alzando mi diestra para que la tomara.
La chica algo reticente terminó por acompañarme a la mesa, serví en los dos vasos chatos un poco de vino mirándola fijamente.
-¿De Francia? -pregunté centrándome en su mirada.
Nadie allí sabia que yo era el príncipe de España, había salid a hurtadillas de palacio, sin escolta, a mi hermano se le daba bien cometer imprudencias de ese tipo a diario y mi padre que era un bárbaro se las permitía pese a que era peligrosos que andaramos sin escolta, podrían reconocernos y no nos sobraban los enemigos en nuestras propias tierras.
No se que me empujó aquella noche a desobedecer, supongo que simplemente estaba cansado de que mi padre me viera como la oveja negra por ser de los dos el menos bárbaro, el mas centrado, el único que usaba la cabeza.
Esa noche quería ser otra persona, descubrir que se sentía al ser un maldito irresponsable...
Llevé el vaso a mis labios para darle un buen trago, el caldo no es que fuera demasiado bueno, pero bueno, no se necesitaba un buen alcohol para coger una buena borrachera.
Me puse en pie cuando la cosa se recrudeció en la barra y acercándome al tabernero para dejar caer un real de plata que el hombre se cobró aun frunciendo el ceño.
-Quédese el cambio como propina por la impertinencia -dije sin mas antes de girarme hacia la señorita.
-señorita, tendría el placer de acompañarme, he visto que no se defiende con el idioma, quizás pueda servirle de guía esta noche.
Por sus ropas no parecía una mujerzuela cualquiera, ni una mujer de baja cuna, asi que deducía que como yo, una rabieta la había traído hasta esta cochambrosa taberna donde las gitanas bailaban con el fervor del fuego al ritmo de las palmas.
-Por favor -pedí alzando mi diestra para que la tomara.
La chica algo reticente terminó por acompañarme a la mesa, serví en los dos vasos chatos un poco de vino mirándola fijamente.
-¿De Francia? -pregunté centrándome en su mirada.
Nadie allí sabia que yo era el príncipe de España, había salid a hurtadillas de palacio, sin escolta, a mi hermano se le daba bien cometer imprudencias de ese tipo a diario y mi padre que era un bárbaro se las permitía pese a que era peligrosos que andaramos sin escolta, podrían reconocernos y no nos sobraban los enemigos en nuestras propias tierras.
No se que me empujó aquella noche a desobedecer, supongo que simplemente estaba cansado de que mi padre me viera como la oveja negra por ser de los dos el menos bárbaro, el mas centrado, el único que usaba la cabeza.
Esa noche quería ser otra persona, descubrir que se sentía al ser un maldito irresponsable...
Llevé el vaso a mis labios para darle un buen trago, el caldo no es que fuera demasiado bueno, pero bueno, no se necesitaba un buen alcohol para coger una buena borrachera.
Derrick Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 28/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
Eso sí lo había notado, que en España todos eran como muy hospitalarios, hacían amigos en cualquier lugar y ocasión, sobre todo si era festiva. La vida al lado de una bruja oscura y solitaria no había sido eso precisamente, una fiesta, su madre no gustaba demasiado de salir y hacer amigos y su padre era un licántropo loco y caníbal. No es que Arya fuera la personificación de la zalamería.
El chico fue amable con ella y le habló en francés, un alivio para la morena que se sentía como pez fuera del agua.
— Si, de París. Me quedaré una temporada pero no sé el idioma ni las costumbres. Gracias por la ayuda. Me llamo Arya.
Su sexto sentido licano no la advirtió de aura sobrenatural así que se relajó por el momento. Aceptó el vino y le dio un trago, era un poco cabezón, pero supuso que en una taberna de ese estilo no se podía pedir un Borgoña. Su madre siempre había tenido gusto por los vinos blancos pero los tintos también regaban sus cenas a veces y además con los "contactos" que tenía en el mundo vinícola siempre eran buenos caldos.
— Hablas francés... eso no se ve mucho por aquí. ¿Tienes familia en Francia? o quizás eres uno de esos pijos estirados y eruditos.— Dijo esgrimiendo media sonrisa. Ella había tenido mejor educación que su madre, pero por su carácter menos tenaz, había abandonado los estudios cuando dejaron de parecerle interesantes. Elora siempre había seguido investigando su magia, pero Arya no acababa de encontrar su lugar.— Me hospedo en el palacete de los Silva, son amigos de mi madre, pero ya me he cansadso de ver cuadros y libros, así que me aventuré por estos barrios, pero reconozco que no se me da bien hacer amigos.
En el local la música era alegre y las bailarinas taconeaban y daban palmas, el ambiente estaba cargado de humo y alcohol y ellos sentados en taburetes arrimados a un barril, bebían vino tinto.
— Esto me recuerda al barrio latino de París. ¿Has estado?.— ella por desgracia lo estaba frecuentando mucho, ya que su padre siempre estaba por allí cuando no estaba en el bosque con la manada. Pero tampoco allí se hallaba cómoda entre timadores, asesinos, prostitutas y gente obrera que sólo quería tomar un trago al salir de las fábricas. Estaba a caballo entre varios mundos, el de la riqueza de la mansión de su madre, la cual no era aceptada en la alta sociedad siendo un "quiero y no puedo" y la sordidez del ambiente donde se movía Uryan. No se sentía parte de ningún lugar, era como una loba solitaria sin manada que sólo podía aullar a la luna.
El chico fue amable con ella y le habló en francés, un alivio para la morena que se sentía como pez fuera del agua.
— Si, de París. Me quedaré una temporada pero no sé el idioma ni las costumbres. Gracias por la ayuda. Me llamo Arya.
Su sexto sentido licano no la advirtió de aura sobrenatural así que se relajó por el momento. Aceptó el vino y le dio un trago, era un poco cabezón, pero supuso que en una taberna de ese estilo no se podía pedir un Borgoña. Su madre siempre había tenido gusto por los vinos blancos pero los tintos también regaban sus cenas a veces y además con los "contactos" que tenía en el mundo vinícola siempre eran buenos caldos.
— Hablas francés... eso no se ve mucho por aquí. ¿Tienes familia en Francia? o quizás eres uno de esos pijos estirados y eruditos.— Dijo esgrimiendo media sonrisa. Ella había tenido mejor educación que su madre, pero por su carácter menos tenaz, había abandonado los estudios cuando dejaron de parecerle interesantes. Elora siempre había seguido investigando su magia, pero Arya no acababa de encontrar su lugar.— Me hospedo en el palacete de los Silva, son amigos de mi madre, pero ya me he cansadso de ver cuadros y libros, así que me aventuré por estos barrios, pero reconozco que no se me da bien hacer amigos.
En el local la música era alegre y las bailarinas taconeaban y daban palmas, el ambiente estaba cargado de humo y alcohol y ellos sentados en taburetes arrimados a un barril, bebían vino tinto.
— Esto me recuerda al barrio latino de París. ¿Has estado?.— ella por desgracia lo estaba frecuentando mucho, ya que su padre siempre estaba por allí cuando no estaba en el bosque con la manada. Pero tampoco allí se hallaba cómoda entre timadores, asesinos, prostitutas y gente obrera que sólo quería tomar un trago al salir de las fábricas. Estaba a caballo entre varios mundos, el de la riqueza de la mansión de su madre, la cual no era aceptada en la alta sociedad siendo un "quiero y no puedo" y la sordidez del ambiente donde se movía Uryan. No se sentía parte de ningún lugar, era como una loba solitaria sin manada que sólo podía aullar a la luna.
Arya Paine- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
Llevé el vidrio a mis labios ladeando ligeramente la cabeza inmediatamente después de dar un trago para contemplarla, esa mujer era distinta, no solo porque era francesa, si no porgue no parecía encontrar su lugar.
-Así que en la casa de los Silva, te has escapado de allí para beber mal vino en los barrios bajos ¿es eso frecuente en París? -pregunté con curiosidad -quiero decir ..- intenté corregir -¿ las damas sois tan libres como tu aparentas?
Si algo me fascinaba de esa criatura que tenia frente a mi era eso, despedía libertad, esa de la que yo carecía, estaba atado a palacio y eso que ni siquiera era el heredero..pero aquella noche seria alguien distinto.
-Pues soy un noble, de la casa de Borgoña -mentí ladeando la sonrisa -y como tu también vengo buscando algo mas que cuadros y libros que observar, podemos ser libres por una noche juntos, mañana tendré que volver a ser el hombre responsable al que mis padres acostumbran a encontrar en mi.
Apuré de un trago el vaso y le tendí la mano con una picara sonrisa.
-¿Demuéstrame cuan rebelde eres?
Sobre un tablado varias gitanas bailaban enfrascadas en sus faldas rojas con vuelo, movían las manos en el aire como si fuera el mismo fuego que a nuestras espaldas crepitaba.
Era un baile romántico y seductor, al menos por parte de la mujer que frente al hombre se contoneaba a ritmo de las palmas.
-Baila para mi -bromeé tomando asiento sobre una tambor que golpeé con la palma de mis manos tratando de seguir el ritmo -vamos ¿Arya? -pregunté creyendo haber entendido ese nombre con anterioridad.
La chica no parecía muy convencida pero se había vendido como una rebelde, así que, comprobaría hasta que punto lo era.
-Vamos y si lo haces bien obedeceré tu siguiente reto...¿juegas? ¿ a ver quien de los dos es el primero en echarse atrás?
-Así que en la casa de los Silva, te has escapado de allí para beber mal vino en los barrios bajos ¿es eso frecuente en París? -pregunté con curiosidad -quiero decir ..- intenté corregir -¿ las damas sois tan libres como tu aparentas?
Si algo me fascinaba de esa criatura que tenia frente a mi era eso, despedía libertad, esa de la que yo carecía, estaba atado a palacio y eso que ni siquiera era el heredero..pero aquella noche seria alguien distinto.
-Pues soy un noble, de la casa de Borgoña -mentí ladeando la sonrisa -y como tu también vengo buscando algo mas que cuadros y libros que observar, podemos ser libres por una noche juntos, mañana tendré que volver a ser el hombre responsable al que mis padres acostumbran a encontrar en mi.
Apuré de un trago el vaso y le tendí la mano con una picara sonrisa.
-¿Demuéstrame cuan rebelde eres?
Sobre un tablado varias gitanas bailaban enfrascadas en sus faldas rojas con vuelo, movían las manos en el aire como si fuera el mismo fuego que a nuestras espaldas crepitaba.
Era un baile romántico y seductor, al menos por parte de la mujer que frente al hombre se contoneaba a ritmo de las palmas.
-Baila para mi -bromeé tomando asiento sobre una tambor que golpeé con la palma de mis manos tratando de seguir el ritmo -vamos ¿Arya? -pregunté creyendo haber entendido ese nombre con anterioridad.
La chica no parecía muy convencida pero se había vendido como una rebelde, así que, comprobaría hasta que punto lo era.
-Vamos y si lo haces bien obedeceré tu siguiente reto...¿juegas? ¿ a ver quien de los dos es el primero en echarse atrás?
Derrick Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
—En París las mujeres siguen llevando corsé, tanto de tela como social.— Cuando lo dijo, Derrick pudo observar que bajo la tela de su vestido no había tal cosa, Arya odiaba las prendas rígidas, no era como su madre, ella necesitaba poder correr, cambiar, trepar...y el corsé con ballenas de olivo no le permitía tal cosa. Llevaba bajo sus ropas una prenda interior forrada para mantener todo en el sitio, pero nada de miriñaques con estructura para oprimir su cuerpo.
Le dio un trago al vino, no le acababa mucho, era cabezón y fuerte y se había acotumbrado a los vinos que su madre solía tener en casa, pero bueno. En el fondo era como su padre, que le daba igual masticar ratas que caviar. Así que un nombre borgoñón, en Francia no les tenían mucho apego, la Borgoña había sido cedida a regañadientes por el rey y se había constituido un estado poderoso y casi independiente. Pero ella pasaba de políticas y enredos. En verdad...¿qué es lo que le gustaba? no tenía ni idea, Elora tenía su magia, Uryan su manada y la locura salvaje de su cabeza. ¿Y ella? no le gustaba nada especialmente, no le motivaba estudiar y ser una señorita, pero tampoco ser una delicuente de los bajos fondos, lo cual se podría resumir en que desconocía cuál era su lugar y su propósito en la vida. Estaba perdida y eso la volvía temeraria.
—¿Bailar? hum. No sé bailar eso. ¿Tú sabes? En Borgoña se baila flamenco? deja que lo dude... además tu francés no es borgoñón. No te preguntaré quién eres, pero no ha colado.— Se levantó, manteniendo los sentidos alerta porque era algo muy licano el no fiarse ni de su sombra. Podría ser lo que él decía, un noble que no quería gritar a los cuatro vientos su apellido para tener una noche de fiesta tranquila, o podía ser un inquisidor siguiendo su rastro, y entonces todos los esfuerzos de Elora se verían truncados por culpa de una noche de juerga, así que iba a dejar estar el vino en ese momento. Bien, probaría a jugar al ratón y al gato, el chico parecía disfrutar de creer que ella había picado en su juego, pero tras su revelación de que no se creía ni una sola de sus palabras, lo que hacía era doblar la apuesta. Una tonta era fácil de engañar, pero ella no lo era, tendría que esforzarse más si quería eso en verdad.
Se colocó al lado de una de las bailaoras y trató de imitar sus movimientos, pero coordinar manos y pies al ritmo de una música que desconocía era algo complicado, así que lo dio por imposible y simplemente trató de moverse al ritmo de la guitarra, pero parecía un pato mareado.
— Venga, arriba. Si yo hago el ridículo tú también, que algo me dice que no sabes bailar tampoco..— clavó sus ojos azules, del mismo azul demente que ostentaba su padre y que la mayor parte de las veces provocaba cierta desazón en quien los contemplaba. El reto estaba lanzado. Le había dicho que si ella se atrevía a bailar luego podría retarle a él en otra cosa...se iba a divertir, vaya que sí. Tenía claro en qué iba a retarlo, y de paso le sacaría la verdad de quién era y por qué había sido tan amable con ella.
Le dio un trago al vino, no le acababa mucho, era cabezón y fuerte y se había acotumbrado a los vinos que su madre solía tener en casa, pero bueno. En el fondo era como su padre, que le daba igual masticar ratas que caviar. Así que un nombre borgoñón, en Francia no les tenían mucho apego, la Borgoña había sido cedida a regañadientes por el rey y se había constituido un estado poderoso y casi independiente. Pero ella pasaba de políticas y enredos. En verdad...¿qué es lo que le gustaba? no tenía ni idea, Elora tenía su magia, Uryan su manada y la locura salvaje de su cabeza. ¿Y ella? no le gustaba nada especialmente, no le motivaba estudiar y ser una señorita, pero tampoco ser una delicuente de los bajos fondos, lo cual se podría resumir en que desconocía cuál era su lugar y su propósito en la vida. Estaba perdida y eso la volvía temeraria.
—¿Bailar? hum. No sé bailar eso. ¿Tú sabes? En Borgoña se baila flamenco? deja que lo dude... además tu francés no es borgoñón. No te preguntaré quién eres, pero no ha colado.— Se levantó, manteniendo los sentidos alerta porque era algo muy licano el no fiarse ni de su sombra. Podría ser lo que él decía, un noble que no quería gritar a los cuatro vientos su apellido para tener una noche de fiesta tranquila, o podía ser un inquisidor siguiendo su rastro, y entonces todos los esfuerzos de Elora se verían truncados por culpa de una noche de juerga, así que iba a dejar estar el vino en ese momento. Bien, probaría a jugar al ratón y al gato, el chico parecía disfrutar de creer que ella había picado en su juego, pero tras su revelación de que no se creía ni una sola de sus palabras, lo que hacía era doblar la apuesta. Una tonta era fácil de engañar, pero ella no lo era, tendría que esforzarse más si quería eso en verdad.
Se colocó al lado de una de las bailaoras y trató de imitar sus movimientos, pero coordinar manos y pies al ritmo de una música que desconocía era algo complicado, así que lo dio por imposible y simplemente trató de moverse al ritmo de la guitarra, pero parecía un pato mareado.
— Venga, arriba. Si yo hago el ridículo tú también, que algo me dice que no sabes bailar tampoco..— clavó sus ojos azules, del mismo azul demente que ostentaba su padre y que la mayor parte de las veces provocaba cierta desazón en quien los contemplaba. El reto estaba lanzado. Le había dicho que si ella se atrevía a bailar luego podría retarle a él en otra cosa...se iba a divertir, vaya que sí. Tenía claro en qué iba a retarlo, y de paso le sacaría la verdad de quién era y por qué había sido tan amable con ella.
Arya Paine- Licántropo Clase Alta
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Re: Ulvinde (privado)
La chica no se había tragado mi mentira, debería perfeccionar el arte del engaño, de seguro si fuera mi hermano hubiera colado, pero en mi perfección ni siquiera entraba eso de tergiversar la situación.
Eso no borró mi sonrisa, a fin de cuentas solo quería una noche de alcohol y risas, levante la copa apurandola mientras mis ojos seguían el curvilíneo cuerpo de la doncella que de forma torpe imitaba el ritmo de las gitanas.
Enarqué una ceja echando hacia atrás la espalda hasta dejarla apoyada en el respaldo haciéndome el remolón cuando me pidió bailara con ella extendiendo su mano para que la tomara, un nuevo trago de mi copa y salté a aquella improvisada frente al reto que me lanzaba.
-No soy un gran bailarín -confesé.
Eso tampoco era del todo cierto, había tomado clases de baile desde niño, supongo que era lo normal en un príncipe que tenía que asistir a todas las fiestas de estado, claro que no era precisamente esto lo que se bailaba.
-Haré lo que pueda -dije acercándome a los hombres que tocaban susurrando algo en su oído.
La música sonó fuerte, empujado por el alcohol el baile empezó voraz, mostrando la rebeldía que esa noche sentíamos los dos.
-Bien, quizás no soy quien crees, peor ¿y si simplemente bailamos y bebemos, una noche sin preguntas, mañana tu seguirás siendo esa chica que se hospeda con los Silva y yo seré el misterioso hombre de una noche en la que fuiste distinta.
El baile fue cogiendo ritmo, retos, eso es lo que le proponía, una noche sin preguntas, sin nada mas que divertirnos, emborracharnos y dejarnos llevar por la vida de cualquier gitano al que nada le ata, ni el dinero, ni el cargo, ni siquiera sus padres o un trono, hoy podía ser un hombre corriente bailando con una mujer bella a la que el destino había puesto frente a mi mesa.
-Tienes unos ojos distintos, atrapan.
Eso no borró mi sonrisa, a fin de cuentas solo quería una noche de alcohol y risas, levante la copa apurandola mientras mis ojos seguían el curvilíneo cuerpo de la doncella que de forma torpe imitaba el ritmo de las gitanas.
Enarqué una ceja echando hacia atrás la espalda hasta dejarla apoyada en el respaldo haciéndome el remolón cuando me pidió bailara con ella extendiendo su mano para que la tomara, un nuevo trago de mi copa y salté a aquella improvisada frente al reto que me lanzaba.
-No soy un gran bailarín -confesé.
Eso tampoco era del todo cierto, había tomado clases de baile desde niño, supongo que era lo normal en un príncipe que tenía que asistir a todas las fiestas de estado, claro que no era precisamente esto lo que se bailaba.
-Haré lo que pueda -dije acercándome a los hombres que tocaban susurrando algo en su oído.
La música sonó fuerte, empujado por el alcohol el baile empezó voraz, mostrando la rebeldía que esa noche sentíamos los dos.
-Bien, quizás no soy quien crees, peor ¿y si simplemente bailamos y bebemos, una noche sin preguntas, mañana tu seguirás siendo esa chica que se hospeda con los Silva y yo seré el misterioso hombre de una noche en la que fuiste distinta.
El baile fue cogiendo ritmo, retos, eso es lo que le proponía, una noche sin preguntas, sin nada mas que divertirnos, emborracharnos y dejarnos llevar por la vida de cualquier gitano al que nada le ata, ni el dinero, ni el cargo, ni siquiera sus padres o un trono, hoy podía ser un hombre corriente bailando con una mujer bella a la que el destino había puesto frente a mi mesa.
-Tienes unos ojos distintos, atrapan.
Derrick Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
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Re: Ulvinde (privado)
La música era bastante animada, comenzó con una cadencia de violín suave y fue subiendo la intensidad, era un tango y no tenía ni idea de cómo se bailaba eso, pero el extraño al parecer si, y la fue guiando, haciéndola girar y recogiéndola bien pegada al cuerpo. Se fijó en lo que hacían los demás y trató de imitarlos para completar ese baile, pero estaban muy cerca y se miraban frente a frente.
—tengo los ojos de mi padre. Es un loco caníbal.— cuando lo decía solía esgrimir una sonrisa irónica que la mayoría de gente interpretaba como una broma, pero era absolutamente cierto. Aunque le había dicho que no haría preguntas, tenía la curiosidad de de saber quién era ese joven, el sexto sentido paranoico de su madre la alertaba de peligro, pero era una loba, una con fauces muy grandes y fuerza sobrehumana, se sentía lo suficientemente segura para salir airosa de cualquier cosa.
La canción lo siguió arrastrando por el local y para nada se creía la pose de él. Cuando acabase le diría de continuar el reto fuera de la taberna.*
La dama giraba entre mis brazos luciendo una ironiza sonrisa ladeada, seguramente porque pensaba que llevaba las de ganar en aquellas apuestas y seguramente así era.
Yo era el sensato de la familia. Padre con su enorme espada y esos aires de grandeza, temblaba España bajo su presencia, padre imponía y la nobleza lo sabía. Madre mucho mas diplomática, aunque no debías dejarla ir, era peligrosa, mas incluso que padre porque todo lo hacía de un modo mas sibilino. Y mi hermano el orgullo de ambos, supongo que para padre porque veía su reflejo, supongo que porque para madre representaba la fuerza y el coraje ¿a quien le gustaba el don sensato? a nadie. Así que esa noche pues sería un poco menos sensato, menos yo.
-Esto no funciona así, tu no puedes decirme algo de ti y esperar yo haga lo mismo ¿recuerdas? sin preguntas.*
No le había preguntado, pero con esa respuesta esquiva tenía claro que su padre o sus padres debían ser o muy importantes o muy peligrosos porque no quería hablar de ellos.
—de acuerdo, pero como no tienes nombre te llamaré...¿Fluffy? Una vez tuve un ratón que se llamaba así.
Lo provocaba con sus respuestas, pero entendía el juego y sabía que no le diría nada, al menos no aún. La canción acabó y pronto regresaron las guitarras y las palmas. Arya miró hacia fuera y le preguntó.
—he cumplido, he bailado, ahora te toca a ti.— le hizo un gesto con la cabeza y se encaminó a la salida. Las calles de Madrid estaban hundidas en cierta oscuridad decadente, tan distintas del centro de Paris, pero a ambos lados había palacetes y edificios con fachadas decoradas que hablaban de ostentación y lujo en el interior. — apuesto a que esto no lo has hecho nunca.— agarró un ladrillo de una pila que había junto a una casa en obras y se lo puso en la mano a Derrick.— ¿ves esa ventana iluminada? Venga, lánzalo.*
-¿Fluffy? -ladeé la sonrisa antes de enarcar una ceja para encogerme de hombros -Supongo que es un buen nombre. Fluffy, encantado -bromeé con un deje de mofa en cada una de mis palabras que delataban entendía de que iba este juego.
Tras el baile la morena decidió que el juego debía pasar a mayores, así que emprendimos camino hacía el exterior.
Me dejé llevar por las bulliciosas e iluminadas calles de Madrid mientras ambos reíamos conversando de temas banales, cosas corrientes que no nos delataban hasta que llegamos frente a unos edificios, estaban en obras o algo así pues en frente había ladrillos pues los operarios andaban trabajando en la fachada.
Elevé la mirada hasta el ventanal iluminado y fruncí el ceño con el ladrillo en la mano, lanzarlo era una mala idea podíamos acabar presos, sería un escándalo para la corona, ademas que romper cosas de otras personas estaba mal y yo nunca hacía nada malo.
—tengo los ojos de mi padre. Es un loco caníbal.— cuando lo decía solía esgrimir una sonrisa irónica que la mayoría de gente interpretaba como una broma, pero era absolutamente cierto. Aunque le había dicho que no haría preguntas, tenía la curiosidad de de saber quién era ese joven, el sexto sentido paranoico de su madre la alertaba de peligro, pero era una loba, una con fauces muy grandes y fuerza sobrehumana, se sentía lo suficientemente segura para salir airosa de cualquier cosa.
La canción lo siguió arrastrando por el local y para nada se creía la pose de él. Cuando acabase le diría de continuar el reto fuera de la taberna.*
La dama giraba entre mis brazos luciendo una ironiza sonrisa ladeada, seguramente porque pensaba que llevaba las de ganar en aquellas apuestas y seguramente así era.
Yo era el sensato de la familia. Padre con su enorme espada y esos aires de grandeza, temblaba España bajo su presencia, padre imponía y la nobleza lo sabía. Madre mucho mas diplomática, aunque no debías dejarla ir, era peligrosa, mas incluso que padre porque todo lo hacía de un modo mas sibilino. Y mi hermano el orgullo de ambos, supongo que para padre porque veía su reflejo, supongo que porque para madre representaba la fuerza y el coraje ¿a quien le gustaba el don sensato? a nadie. Así que esa noche pues sería un poco menos sensato, menos yo.
-Esto no funciona así, tu no puedes decirme algo de ti y esperar yo haga lo mismo ¿recuerdas? sin preguntas.*
No le había preguntado, pero con esa respuesta esquiva tenía claro que su padre o sus padres debían ser o muy importantes o muy peligrosos porque no quería hablar de ellos.
—de acuerdo, pero como no tienes nombre te llamaré...¿Fluffy? Una vez tuve un ratón que se llamaba así.
Lo provocaba con sus respuestas, pero entendía el juego y sabía que no le diría nada, al menos no aún. La canción acabó y pronto regresaron las guitarras y las palmas. Arya miró hacia fuera y le preguntó.
—he cumplido, he bailado, ahora te toca a ti.— le hizo un gesto con la cabeza y se encaminó a la salida. Las calles de Madrid estaban hundidas en cierta oscuridad decadente, tan distintas del centro de Paris, pero a ambos lados había palacetes y edificios con fachadas decoradas que hablaban de ostentación y lujo en el interior. — apuesto a que esto no lo has hecho nunca.— agarró un ladrillo de una pila que había junto a una casa en obras y se lo puso en la mano a Derrick.— ¿ves esa ventana iluminada? Venga, lánzalo.*
-¿Fluffy? -ladeé la sonrisa antes de enarcar una ceja para encogerme de hombros -Supongo que es un buen nombre. Fluffy, encantado -bromeé con un deje de mofa en cada una de mis palabras que delataban entendía de que iba este juego.
Tras el baile la morena decidió que el juego debía pasar a mayores, así que emprendimos camino hacía el exterior.
Me dejé llevar por las bulliciosas e iluminadas calles de Madrid mientras ambos reíamos conversando de temas banales, cosas corrientes que no nos delataban hasta que llegamos frente a unos edificios, estaban en obras o algo así pues en frente había ladrillos pues los operarios andaban trabajando en la fachada.
Elevé la mirada hasta el ventanal iluminado y fruncí el ceño con el ladrillo en la mano, lanzarlo era una mala idea podíamos acabar presos, sería un escándalo para la corona, ademas que romper cosas de otras personas estaba mal y yo nunca hacía nada malo.
Última edición por Arya Paine el Dom Sep 23, 2018 3:04 pm, editado 1 vez
Arya Paine- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/05/2018
Re: Ulvinde (privado)
Iba a rechazar su ..reto cuando acabe negando, hoy sería un hombre diferente, así que sin mas preámbulos lancé el ladrillo con fuerza y con bastante pericia porque el cristal exploto en mil pedazos.
La adrenalina rebosaba por cada poro de mi cuerpo, cacé su mano al ver que los propietarios gritaban asomándose por el ventanal y así, entre risas nos perdimos serpenteando entre las callejuelas.
Nos detuvimos en la oscuridad de una de ellas, cómplices de una travesura pero que había bastado para hacerme sentir vivo, ladeé la sonrisa aun jadeando por la carrera.
- Me toca ¿cierto?*
No esperaba que el noble se atreviese y menos cuando había querido pasar desapercibido, pero le sorprendió su soltura. Estalló en júbilo cuando al final lanzó la piedra y se escucharon voces y gritos amenazantes, salieron corriendo y la loba no corría poco. Se detuvieron a tomar aliento mientras entre risas comentaban la jugada.
- vaya... no eres un repipi del todo. Si, te toca ¿cual es el siguiente reto?.- se escondieron entre las sombras de un callejón porque por la avenida principal patrullaban policías y recibieron el aviso del vandalismo en dos calles más abajo.*
Empezaba a comprender lo que sentía Balder en esa vida "complicada" que tenía. Comprometido y con amante, siempre dispuesto a las broncas, borracheras varias y juegos de azar
-El viaducto de Segovia -dije sin mas tirando de ella para coger un carro que había aparcado en un cruce de calles.
Entre risas tomamos asiento y le dijimos al cochero el lugar donde debía dirigir sus corceles.
-Mientras llegamos a nuestro próximo reto... ¿puedo preguntar algo? Dices que tu padre es un caníbal ¿y tu madre? -pregunté con un deje de diversión ¿no será una bruja? -bromeé amenizando el viaje mientras iba señalándole los distintos paisajes.*
- oh, si! Y una muy buena además, puede levantar muertos e invocar demonios, es la alegría de la huerta donde va.- el tono era jocoso, pero lo mejor de todo es que realmente ella se estaba riendo mucho, porque todo era absolutamente cierto.- ¿Segovia no está muy lejos de aquí?.- no era una experta en geografía pero al menos estaría a unas pocas horas de camino.*
-Exacto, vamos a perdernos...y bueno, ya volveremos ¿o tienes miedo de que te echen de menos?
Enarqué una ceja retándola a seguir conmigo, deberíamos arreglárnoslas así, con el atuendo que llevábamos, ella quería por unas horas no ser la noble rica que era y yo olvidar que era un Principe ¿que mejor que un viaje como cualquier otra pareja de desconocidos que se encuentran por giros del destino?
-¿entonces? ¿Segovia?*
Se encogió de hombros, tanto le daba un destino como otro, aquel palacete donde se hospedaba no era su casa ni los Silva su familia, sólo era un compromiso para ellos y no la echarían de menos.
- dudo que siquiera se den cuenta que no estoy.- se acomodó en el carro y se quitó los zapatos subiendo los pies al asiento de enfrente, como si estuviera en su casa. Eslora se esforzó en enseñarle modales y algo había aprendido pero viniendo de quien venía no era precisamente un ejemplo de buenas maneras.- sea, así veré el acueducto. Si no vas a decirme quien eres... el viaje se va a hacer muy largo sin hablar.*
La joven era perspicaz, íbamos al acueducto, tenía fama de ser un puente desde donde muchos habían perdido la vida intencionadamente, veríamos cuan valiente era para encaramarse a su baranda y caminar por ella en ese peligroso filo entre el bien y el mal, la vida o la muerte.
-Ponte cómoda pues, el viaje será largo -alegué -pero bueno, ya que estamos aquí, juguemos, te dejo que me hagas tres preguntas, que solo podré responder con sinceridad. Preguntas no demasiado personales, es decir, no vale ¿quien eres? porque en ese caso el juego pierde la gracia y al final te dejaré un único intento para descubrir mi identidad.*
La adrenalina rebosaba por cada poro de mi cuerpo, cacé su mano al ver que los propietarios gritaban asomándose por el ventanal y así, entre risas nos perdimos serpenteando entre las callejuelas.
Nos detuvimos en la oscuridad de una de ellas, cómplices de una travesura pero que había bastado para hacerme sentir vivo, ladeé la sonrisa aun jadeando por la carrera.
- Me toca ¿cierto?*
No esperaba que el noble se atreviese y menos cuando había querido pasar desapercibido, pero le sorprendió su soltura. Estalló en júbilo cuando al final lanzó la piedra y se escucharon voces y gritos amenazantes, salieron corriendo y la loba no corría poco. Se detuvieron a tomar aliento mientras entre risas comentaban la jugada.
- vaya... no eres un repipi del todo. Si, te toca ¿cual es el siguiente reto?.- se escondieron entre las sombras de un callejón porque por la avenida principal patrullaban policías y recibieron el aviso del vandalismo en dos calles más abajo.*
Empezaba a comprender lo que sentía Balder en esa vida "complicada" que tenía. Comprometido y con amante, siempre dispuesto a las broncas, borracheras varias y juegos de azar
-El viaducto de Segovia -dije sin mas tirando de ella para coger un carro que había aparcado en un cruce de calles.
Entre risas tomamos asiento y le dijimos al cochero el lugar donde debía dirigir sus corceles.
-Mientras llegamos a nuestro próximo reto... ¿puedo preguntar algo? Dices que tu padre es un caníbal ¿y tu madre? -pregunté con un deje de diversión ¿no será una bruja? -bromeé amenizando el viaje mientras iba señalándole los distintos paisajes.*
- oh, si! Y una muy buena además, puede levantar muertos e invocar demonios, es la alegría de la huerta donde va.- el tono era jocoso, pero lo mejor de todo es que realmente ella se estaba riendo mucho, porque todo era absolutamente cierto.- ¿Segovia no está muy lejos de aquí?.- no era una experta en geografía pero al menos estaría a unas pocas horas de camino.*
-Exacto, vamos a perdernos...y bueno, ya volveremos ¿o tienes miedo de que te echen de menos?
Enarqué una ceja retándola a seguir conmigo, deberíamos arreglárnoslas así, con el atuendo que llevábamos, ella quería por unas horas no ser la noble rica que era y yo olvidar que era un Principe ¿que mejor que un viaje como cualquier otra pareja de desconocidos que se encuentran por giros del destino?
-¿entonces? ¿Segovia?*
Se encogió de hombros, tanto le daba un destino como otro, aquel palacete donde se hospedaba no era su casa ni los Silva su familia, sólo era un compromiso para ellos y no la echarían de menos.
- dudo que siquiera se den cuenta que no estoy.- se acomodó en el carro y se quitó los zapatos subiendo los pies al asiento de enfrente, como si estuviera en su casa. Eslora se esforzó en enseñarle modales y algo había aprendido pero viniendo de quien venía no era precisamente un ejemplo de buenas maneras.- sea, así veré el acueducto. Si no vas a decirme quien eres... el viaje se va a hacer muy largo sin hablar.*
La joven era perspicaz, íbamos al acueducto, tenía fama de ser un puente desde donde muchos habían perdido la vida intencionadamente, veríamos cuan valiente era para encaramarse a su baranda y caminar por ella en ese peligroso filo entre el bien y el mal, la vida o la muerte.
-Ponte cómoda pues, el viaje será largo -alegué -pero bueno, ya que estamos aquí, juguemos, te dejo que me hagas tres preguntas, que solo podré responder con sinceridad. Preguntas no demasiado personales, es decir, no vale ¿quien eres? porque en ese caso el juego pierde la gracia y al final te dejaré un único intento para descubrir mi identidad.*
Derrick Cannif Blackmore- Humano Clase Alta
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Re: Ulvinde (privado)
Asi que el noble “borgoñón” quería jugar a preguntas de Sí o No. Bueno, al menos podrían hablar de algo durante el viaje.
— Vale… veamos. Sé que eres noble, se nota en tus ropas y en tu educación, eso no lo puedes negar. No quieres que descubra quién eres así que o bien es por algo embarazoso o es que eres importante. No veo anillo en tu dedo ni marca de haberlo tenido, no creo que estés casado, aunque podrías estar prometido.— Olfateó un poco el aire, tenía buenos sentidos, y muchas veces se valía de ellos para descubrir matices, pues el olfato era el mejor sentido de los lobos junto el oído.— Hueles limpio, no vas huyendo de algo, has estado en tu casa al menos esta mañana…—¿Qué podría preguntar?.— ¿Eres el rey?.— ahí estaba la primera pregunta, quizás no lo fuera, y sólo fuera alguien importante, o el hijo de alguien, pero por probar…*
Era perspicaz y admito que ante aquella pregunta que no esperaba pero que se acercaba en demasía a la realidad mi cuerpo reaccionó por una milésima de segundo, no, no era el rey, ni el primogénito, mas si mi hermano cayera, en ello me convertiría.
-No -respondí con rotundidad ladeando de forma engreída la sonrisa -es mi turno -bajé la cabeza lo suficiente para enfrentar sus verdes -eres noble, eso tampoco puedes negarlo, vienes de una familia bien, con dinero de ahí tus ropas y que te hospedes en una de las mejores casas de España. No eres una chica mas, eso tampoco es difícil de adivinar, ninguna dama en su sano juicio y un gran nombre que guardar estaría en una taberna de mala muerte donde cualquier tipo podría propasarse con ella. Algo me dice sabes arreglártelas sola, por como te vi enfrentarte al posadero y eso trastoca lo de ser una niña bien de familia noble ¿quizás una nueva rica? ¿quizás una "bastarda"? Puede que finjas seguridad pero algo me dice que no acabas de saber donde encajar, entre los ricos te sientes "fuera de tu lugar" y entre los pobres...eres la niña rica que no debe estar -hice una pausa, no tenía ni idea si había dado palos de ciego - ¿huyes de algo? -pregunté esperando encontrar una reacción que me diera algún tipo de pista.*
—Si.— contestó con cierta sorpresa, el noblecillo parecía listo, pero ella era hija del caos, algo conseguiría sacar de ventaja.— También podría ser una asesina psicópata y caníbal que oye voces. Pero eso no lo has contemplado, o si lo has hecho te da igual, porque estás muy seguro de ti mismo y de que podrías reducirme en caso de que te atacara. Has recibido instrucción militar, probablemente sepas cómo salir de algún lío feo. No puedes ser un primogénito importante ni un hijo único, tendrías guardaespaldas. Eres un hijo menor y de normal sigues las reglas, pero esta noche te quieres desmelenar porque en breve tendrás que acatar alguna cosa que no te gusta. ¿Te vas a casar con un matrimonio concertado?.— eso era lo más normal entre la nobleza de la época.*
— Vale… veamos. Sé que eres noble, se nota en tus ropas y en tu educación, eso no lo puedes negar. No quieres que descubra quién eres así que o bien es por algo embarazoso o es que eres importante. No veo anillo en tu dedo ni marca de haberlo tenido, no creo que estés casado, aunque podrías estar prometido.— Olfateó un poco el aire, tenía buenos sentidos, y muchas veces se valía de ellos para descubrir matices, pues el olfato era el mejor sentido de los lobos junto el oído.— Hueles limpio, no vas huyendo de algo, has estado en tu casa al menos esta mañana…—¿Qué podría preguntar?.— ¿Eres el rey?.— ahí estaba la primera pregunta, quizás no lo fuera, y sólo fuera alguien importante, o el hijo de alguien, pero por probar…*
Era perspicaz y admito que ante aquella pregunta que no esperaba pero que se acercaba en demasía a la realidad mi cuerpo reaccionó por una milésima de segundo, no, no era el rey, ni el primogénito, mas si mi hermano cayera, en ello me convertiría.
-No -respondí con rotundidad ladeando de forma engreída la sonrisa -es mi turno -bajé la cabeza lo suficiente para enfrentar sus verdes -eres noble, eso tampoco puedes negarlo, vienes de una familia bien, con dinero de ahí tus ropas y que te hospedes en una de las mejores casas de España. No eres una chica mas, eso tampoco es difícil de adivinar, ninguna dama en su sano juicio y un gran nombre que guardar estaría en una taberna de mala muerte donde cualquier tipo podría propasarse con ella. Algo me dice sabes arreglártelas sola, por como te vi enfrentarte al posadero y eso trastoca lo de ser una niña bien de familia noble ¿quizás una nueva rica? ¿quizás una "bastarda"? Puede que finjas seguridad pero algo me dice que no acabas de saber donde encajar, entre los ricos te sientes "fuera de tu lugar" y entre los pobres...eres la niña rica que no debe estar -hice una pausa, no tenía ni idea si había dado palos de ciego - ¿huyes de algo? -pregunté esperando encontrar una reacción que me diera algún tipo de pista.*
—Si.— contestó con cierta sorpresa, el noblecillo parecía listo, pero ella era hija del caos, algo conseguiría sacar de ventaja.— También podría ser una asesina psicópata y caníbal que oye voces. Pero eso no lo has contemplado, o si lo has hecho te da igual, porque estás muy seguro de ti mismo y de que podrías reducirme en caso de que te atacara. Has recibido instrucción militar, probablemente sepas cómo salir de algún lío feo. No puedes ser un primogénito importante ni un hijo único, tendrías guardaespaldas. Eres un hijo menor y de normal sigues las reglas, pero esta noche te quieres desmelenar porque en breve tendrás que acatar alguna cosa que no te gusta. ¿Te vas a casar con un matrimonio concertado?.— eso era lo más normal entre la nobleza de la época.*
Arya Paine- Licántropo Clase Alta
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Re: Ulvinde (privado)
-Si - Respondí, esa era una obviedad, mi matrimonio se estaba negociando, aunque no solo era ese le motivo por el que esa noche hastiado de todo había decidido "desmelenarme" era mas bien porque la perfección de un hijo responsable parecía cansar a mi padre que buscaba mas el bárbaro que n c reía en mi en vez del hombre cauto y sabio que había educado. - Sabes como funciona la clase alta, así que te desenvuelves bien entre ella, mas por contra no te gusta lo que hacen ni como piensan, seguramente sabes defenderte porque tu padre te ha enseñado y este no pertenece al mismo estatus social que tu madre ¿quizás por eso sientes que perteneces a dos mundos distintos? -ladeé la sonrisa con picardía -espera..puedo superarlo. Tu madre no quiere que lo veas, eso os trae enfrentamientos, eres rebelde por naturaleza y ..aquí estas, tratando de "huir" de tu realidad.*
Hizo un ruido con la boca como si hubiera derrapado.— No…te has equivocado.— Amplió la sonrisa echándose el pelo hacia atrás.— Mi padre es un loco caníbal y a mi madre… no le gustan los hombres.— estalló en carcajadas.— es cierto que no sé a qué mundo pertenezco, es todo un poco más complicado, ellos no tienen ninguna relación, pero los veo a ambos. Soy rebelde porque sí. Hummm.. sólo me queda una pregunta. No deber tener muchos amigos rebeldes, ni nadie con quien hacer locuras y no ser quien debes de ser. ¿Estás tratando solamente de seducirme?.— Quizás también buscaba una amiga, sólo alguien con quien poder hablar o ser él mismo, pues seguramente tuviera amantes, prometida y cualquier combinación de esas dos cosas.*
-No, no trato de seducirte..pero.. ¿lo ocnsigo? -pregunté ensanchando la sonrisa -No, no busco seducir a nadie porque no soy hombre de relaciones esporádicas, no me gusta dar de que hablar y si mis padres tratan de cerrar un buen matrimonio lo harán mejor con un hombre integro que con uno que salta de cama en cama. No no tengo muchos amigos "como tu" y seguramente acabada esta noche no tendré ninguno. Es mi noche de libertad para ser quien no soy aunque debo fingir muy mal porque has dado el clavo en todo. Supongo que pronto se abrirá la veda y llegaran las propuestas para mi, no serán pocas y tendré que elegir...¿y tu? ¿tendrás que elegir o con ese panorama familiar dejaras que sea el amor quien lo haga por ti?*
Hizo un ruido con la boca como si hubiera derrapado.— No…te has equivocado.— Amplió la sonrisa echándose el pelo hacia atrás.— Mi padre es un loco caníbal y a mi madre… no le gustan los hombres.— estalló en carcajadas.— es cierto que no sé a qué mundo pertenezco, es todo un poco más complicado, ellos no tienen ninguna relación, pero los veo a ambos. Soy rebelde porque sí. Hummm.. sólo me queda una pregunta. No deber tener muchos amigos rebeldes, ni nadie con quien hacer locuras y no ser quien debes de ser. ¿Estás tratando solamente de seducirme?.— Quizás también buscaba una amiga, sólo alguien con quien poder hablar o ser él mismo, pues seguramente tuviera amantes, prometida y cualquier combinación de esas dos cosas.*
-No, no trato de seducirte..pero.. ¿lo ocnsigo? -pregunté ensanchando la sonrisa -No, no busco seducir a nadie porque no soy hombre de relaciones esporádicas, no me gusta dar de que hablar y si mis padres tratan de cerrar un buen matrimonio lo harán mejor con un hombre integro que con uno que salta de cama en cama. No no tengo muchos amigos "como tu" y seguramente acabada esta noche no tendré ninguno. Es mi noche de libertad para ser quien no soy aunque debo fingir muy mal porque has dado el clavo en todo. Supongo que pronto se abrirá la veda y llegaran las propuestas para mi, no serán pocas y tendré que elegir...¿y tu? ¿tendrás que elegir o con ese panorama familiar dejaras que sea el amor quien lo haga por ti?*
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