AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ojos Sin Vida -Gwang So
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Ojos Sin Vida -Gwang So
Lady Santini, permanezca quieta – la voz del pintor resonó en la habitación mientras buscaba una postura que me acomodara, un retrato algo que había estado haciendo por algo así de trescientos años, cuerpo tras cuerpo todos parecidos pero ninguno igual al otro, una extraña manera de buscar la vida eterna aun sabiendo que con solo una mordida y algo mas podría ser siempre yo misma, mi rostro permaneció rígido, mi pecho levantado como la dama que siempre había sido, una mujer educada, responsable, maniática y leal. Apoye levemente mis brazos en la mesa que estaba frente a mi quería arreglar el cuello de mi traje que no mostraba nada, solo la elegancia que me destacaba, cerré los ojos levemente unos segundos imágenes pasaron por ahí – Lady, quédese así como esta – el pintor volvió hablar y yo le respondí - Así está bien – mi voz salió rígida, no era de errores y en busca de la perfección eso era lo mejor que podía hacer. Esperaba que el pintor hiciera un buen trabajo de lo contrario todo andaría mal, no lo sabría yo. No lo sabes… La voz que me atormentaba me hablaba como si de un eco en mi interior se tratara, aguarde silencio en mis pensamientos no era necesario mentalizar lo que aquella había dicho.
Ya, he terminado – la voz ronca del hombre luego de más de una hora volvía a dirigirme la palabra mis ojos se abrieron luego de las imágenes todo se había vuelto negro, levante una ceja y me hice esperar, tal vez vagos segundos pero fueron lo necesario para que aquel diera vuelta la pintura , mis ojos críticos quedaron quietos observando aquello que él había pintado, mi semblante se veía sereno, estático, grácil – Definitivamente usted es el mejor – en realidad lo era el oleo era perfecto, podía verme plasmada en el, más que mi cuero físico veía mas allá. Nos vemos Génesis, somos las dos en plenitud, somos la carne echa espíritu, somos el alma errante de esta vida, soy tu y yo en una sola. No podía renegar aquello – ¿Por que escogió aquella pose? – mi pregunta fue corta, directa y cayó como una navaja al lado de aquel hombre que no tenía pinta de pintor. Cuida tus palabras que un error y te caerá una maldición. – Si me permite, con los ojos cerrados se ve en calma, en paz, mas cuando los tiene abiertos sus ojos carecen de vida, lamento decir aquello pero su luz se ve en sus labios no en lo opaco de sus bellos ojos grisáceos – Me levante en silencio, con el rostro tenso como el mármol de las paredes, me acerque a él y le di su paga cien francos por inmortalizar a una Génesis. Dos, somos dos.
Días después…
El maldito retrato me estaba atormentando, cada palabra que había dicho el pintor se me clavaban en mi interior, rondaban en mi cabeza, necesitaba aire fresco, me había pasado cuanto ¿uno, dos? No sabía cuántos días frente aquel retrato, me vestí como de costumbre un vestido recatado, quizás mostrando el pudor de mi elegancia, de un color azul oscuro, que resaltaba mi color de piel. Tome a Almagor* debajo de mi brazo, agradecía vivir en una residencia cerca el bosque, así que sin previo aviso y con la cabeza dándome vueltas por toda la oleada de sentimientos que parecían truenos y relámpagos, salí de la mansión por la puerta principal, mis sirvientes estaban acostumbrados a que no dijera nada, tan silenciosa como un cordero, y tan mala como un lobo eso decían de mi, quizás era la verdad, ¿a cuál de las dos nos dirían así?. Tú eres la silenciosa, yo soy la mala, soy la conversadora, soy la que piensa y mueve las piezas de este rompecabezas.
Los lapsos en cuanto ella hablaba eran simples lagunas mentales, abismos sin fondo, en realidad no recordaba nada cuando ella decía algo, en cosa de segundo en medio del bosque me encontraba, los ruidos de la naturaleza explotaban en mi cabeza, mire hacia el cielo el invierno tenia despejado de ramas y hojas aquellos arboles que tal vez en verano y primavera florecían de sobre manera. Un tronco caído degastados por las uñas de algún lican seguramente ese sería mi lugar, mi pequeño santuario, - Almagor, es tiempo de preguntas… es tiempo de respuestas – dije en un perfecto francés que me salía fluido y cálido, deje el libro abierto en la primera pagina y tomando un anillo que poseía un precioso rubí me pinche el dedo para que brotara tan solo una gota de sangre, apretando el dedo índice deje caer una gota en la primera página en blanco.
אנו אחד כאשר אנחנו למעשה יחד, ואנו שניים כאשר לשטוף את הדם אימרו לי אלמגור היקרה אני להביא עם שירה שלך?
Y somos uno cuando en realidad estamos juntos, y somos dos cuando la sangre se enjuaga ahora dime querido Almagor ¿Qué me traes con tu cantar?
Y el viento comenzó a soplar entre los arboles mi cabellera que estaba recogida pidió ser soltada y mis brazos estirado hacia mi querido Almagor hicieron un gesto con el dedo y el hechizo tras mis palabras se rompió, mi querido libro escrito en hebreo era mi mejor amigo, mi amante, mi piel, mi cuerpo, mi alma, nuestra alma. Mientras el viento seguía soplando las páginas comenzaron a correr, avanzaron una tras otra hasta detenerse por completo. Una sonrisa macabra por lo bajo se apodero de mi, mis ojos grisáceos se tornaban verde fuerte, no era necesario que los viera, podía sentir. Arrodillada ante el libro lo tome entre mis manos y los dibujos mostraron el retrato, donde mi vida había sido descrita, no era uno sino algunas decenas, cada uno con un toque diferente. Resople las paginas mi calor hacia cambiar el color de algunas letras, hechicería pura, magia negra, blanca y gris todas juntas, en una. – Almagor, siempre logras sorprenderme – hable en hebreo perfecto, la lengua de mi espíritu, de mi Dios, de mi amor y de mi Odio. Pase mis dedos por los pequeños dibujos que había ahí, circunferencias carentes de vida, de alma…
El viento comenzó a soplar y las hojas del libro se comenzaron a mover como un haz que del cielo cae el libro cayó al suelo y cerrándose por completo quedo ahí, lo mire y tomándole entre mis manos mis ojos se movieron de un lado para otro, alguien había cerca, el libro tenía ese extraño poder que había heredado de mi madre, premonición enjaulada en el alma de aquellas páginas. Estática como estatua ni siquiera moví un musculo, podía sentir esa presencia….
Almagor* libro de Hechizos, el significado del nombre el Indestructible
Ya, he terminado – la voz ronca del hombre luego de más de una hora volvía a dirigirme la palabra mis ojos se abrieron luego de las imágenes todo se había vuelto negro, levante una ceja y me hice esperar, tal vez vagos segundos pero fueron lo necesario para que aquel diera vuelta la pintura , mis ojos críticos quedaron quietos observando aquello que él había pintado, mi semblante se veía sereno, estático, grácil – Definitivamente usted es el mejor – en realidad lo era el oleo era perfecto, podía verme plasmada en el, más que mi cuero físico veía mas allá. Nos vemos Génesis, somos las dos en plenitud, somos la carne echa espíritu, somos el alma errante de esta vida, soy tu y yo en una sola. No podía renegar aquello – ¿Por que escogió aquella pose? – mi pregunta fue corta, directa y cayó como una navaja al lado de aquel hombre que no tenía pinta de pintor. Cuida tus palabras que un error y te caerá una maldición. – Si me permite, con los ojos cerrados se ve en calma, en paz, mas cuando los tiene abiertos sus ojos carecen de vida, lamento decir aquello pero su luz se ve en sus labios no en lo opaco de sus bellos ojos grisáceos – Me levante en silencio, con el rostro tenso como el mármol de las paredes, me acerque a él y le di su paga cien francos por inmortalizar a una Génesis. Dos, somos dos.
Días después…
El maldito retrato me estaba atormentando, cada palabra que había dicho el pintor se me clavaban en mi interior, rondaban en mi cabeza, necesitaba aire fresco, me había pasado cuanto ¿uno, dos? No sabía cuántos días frente aquel retrato, me vestí como de costumbre un vestido recatado, quizás mostrando el pudor de mi elegancia, de un color azul oscuro, que resaltaba mi color de piel. Tome a Almagor* debajo de mi brazo, agradecía vivir en una residencia cerca el bosque, así que sin previo aviso y con la cabeza dándome vueltas por toda la oleada de sentimientos que parecían truenos y relámpagos, salí de la mansión por la puerta principal, mis sirvientes estaban acostumbrados a que no dijera nada, tan silenciosa como un cordero, y tan mala como un lobo eso decían de mi, quizás era la verdad, ¿a cuál de las dos nos dirían así?. Tú eres la silenciosa, yo soy la mala, soy la conversadora, soy la que piensa y mueve las piezas de este rompecabezas.
Los lapsos en cuanto ella hablaba eran simples lagunas mentales, abismos sin fondo, en realidad no recordaba nada cuando ella decía algo, en cosa de segundo en medio del bosque me encontraba, los ruidos de la naturaleza explotaban en mi cabeza, mire hacia el cielo el invierno tenia despejado de ramas y hojas aquellos arboles que tal vez en verano y primavera florecían de sobre manera. Un tronco caído degastados por las uñas de algún lican seguramente ese sería mi lugar, mi pequeño santuario, - Almagor, es tiempo de preguntas… es tiempo de respuestas – dije en un perfecto francés que me salía fluido y cálido, deje el libro abierto en la primera pagina y tomando un anillo que poseía un precioso rubí me pinche el dedo para que brotara tan solo una gota de sangre, apretando el dedo índice deje caer una gota en la primera página en blanco.
אנו אחד כאשר אנחנו למעשה יחד, ואנו שניים כאשר לשטוף את הדם אימרו לי אלמגור היקרה אני להביא עם שירה שלך?
Y somos uno cuando en realidad estamos juntos, y somos dos cuando la sangre se enjuaga ahora dime querido Almagor ¿Qué me traes con tu cantar?
Y el viento comenzó a soplar entre los arboles mi cabellera que estaba recogida pidió ser soltada y mis brazos estirado hacia mi querido Almagor hicieron un gesto con el dedo y el hechizo tras mis palabras se rompió, mi querido libro escrito en hebreo era mi mejor amigo, mi amante, mi piel, mi cuerpo, mi alma, nuestra alma. Mientras el viento seguía soplando las páginas comenzaron a correr, avanzaron una tras otra hasta detenerse por completo. Una sonrisa macabra por lo bajo se apodero de mi, mis ojos grisáceos se tornaban verde fuerte, no era necesario que los viera, podía sentir. Arrodillada ante el libro lo tome entre mis manos y los dibujos mostraron el retrato, donde mi vida había sido descrita, no era uno sino algunas decenas, cada uno con un toque diferente. Resople las paginas mi calor hacia cambiar el color de algunas letras, hechicería pura, magia negra, blanca y gris todas juntas, en una. – Almagor, siempre logras sorprenderme – hable en hebreo perfecto, la lengua de mi espíritu, de mi Dios, de mi amor y de mi Odio. Pase mis dedos por los pequeños dibujos que había ahí, circunferencias carentes de vida, de alma…
El viento comenzó a soplar y las hojas del libro se comenzaron a mover como un haz que del cielo cae el libro cayó al suelo y cerrándose por completo quedo ahí, lo mire y tomándole entre mis manos mis ojos se movieron de un lado para otro, alguien había cerca, el libro tenía ese extraño poder que había heredado de mi madre, premonición enjaulada en el alma de aquellas páginas. Estática como estatua ni siquiera moví un musculo, podía sentir esa presencia….
Almagor* libro de Hechizos, el significado del nombre el Indestructible
retrato
Última edición por Genesis Santini el Sáb Oct 06, 2018 9:41 pm, editado 2 veces
Genesis Santini- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2018
Re: Ojos Sin Vida -Gwang So
Siglos habían pasado desde que Gwang So, fuera un humano, mas aún recordaba el color del campo florecido, su aroma, la suavidad de los pétalos de las flores, al abrir sus corolas, en busca del beso solar. Su piel ya no podía sentir la tibies de esos rayos, mas sus recuerdos eran tan vividos, que podía percibir, tan agradable sensación, creada por su memoria. -¿Me amarás eternamente? - la voz del único ser que fuera su amor, llegó a sus oídos, y aún con sus ojos cerrados, extendió su mano, con la intención de tocar esa piel añorada. Mas como en tantas ocasiones, sus dedos dibujaron el aire, y sus orbes, cargados de tristeza, se abrieron lentamente, para encontrarse nuevamente solo, en aquella gran habitación. Suspiró, con honda tristeza, negando con lentos movimientos, - nada de lo que esperé... ha ocurrido... la muerte se niega a venir... y la vida se empecina en no dejar que vuelvas a mi lado - susurró, al sentarse en su lecho, llevando su mirada, al pedestal de mármol y oro, en el que descansaba una vasija de jade verde pálido, labrada y pintada con oro, allí, en su interior, luego de novecientos años, la cenizas de un amor maldecido, continuaban esperándole. Sonrió con tristeza, - buenas noche amor mio -, dijo, mientras sus pies le llevaban al lado de aquella urna. Sus manos acariciaron la superficie helada, tan fría como su propio cuerpo, - permanece a mi lado, pues es así, como la vida, como ésta maldición, es soportable -, volvió a cerrar sus ojos y suspirar desalentado, - si tan solo alguien pudiera decirme que has vuelto a nacer, y que solo debo esperar a que me reconozcas... tal vez, así... la eternidad, no sería tan pesada -.
Las horas de la tarde, las pasó encerrado en su estudio, terminando de preparar los papeles y las cartas que debería enviar al Emperador. Su pluma se detuvo en mitad de una palabra, - emperador - caviló, mientras recordaba cuando alguna vez, él había ostentado también dicho cargo, pero que por el bien de su amado pueblo, y por la promesa hecha a su amada, dejara todo, con la esperanza de encontrarla nuevamente, cuando los dioses del cielo, se dignaran a mandarla nuevamente a la tierra, entonces, él, la estaría esperando, y la haría feliz, como una vez se lo prometió, pero nunca pudo cumplir. Tomó la pluma con las dos manos, la acomodó en su lugar, cubrió con un papel secante aquella carta, y dejó en total silencio su despacho. Sus pasos lo dirigieron a su habitación, en donde mudó sus ropas imperiales, para tomar una simple camisa, unos pantalones y botas, ató sus largos cabellos en una coleta, y tras, estar conforme con la ropa que había elegido, se dispuso a salir. La guardia quiso acompañarlo, pero él negó con la cabeza, - ésta noche, iré solo - todos sus guardias, inclinaron sus cabezas, al instante que se cuadraban y saludaban de manera marcial. Su sobrina, le esperaba en la entrada de la embajada, - por mas que no sientas frío, las apariencias son todo, querido tío, por eso, no dejes de usarlo - le recomendó, mientras con parsimonia, acomodaba la capa en los hombros de su padrino, y le prendía aquel abrigo, - vuelve con bien - se puso en puntas de pie, y beso la mejilla helada, sonriendo, mientras le observaba partir. Le amaba, con la misma intensidad de una hija a su padre, con el mismo celo, de temer que alguien llegara a lastimarle.
La noche ya había llegado, cuando se introdujo en el bosque, sus cavilaciones, le habían llevado muy lejos, recordando viejas épocas, en que había sido llamado matalobos, en las que asesinara sin piedad a asesinos, brujos y sobrenaturales, en pos de un bien común, el de sus súbditos. Un viento se había levantado, las hojas secas se arremolinaban, presentando aquel lugar, un tanto mas lúgubre y misterioso. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad, le permitían caminar sin problemas, por los senderos tortuosos del lugar. Entonces algo llamó su atención, una luz de colores, un bulto que por momentos la ocultaba, al irse acercando, pudo distinguir a una joven, pero ¿que hacía a esas horas de la noche, un alma tan especial? puesto que su aura, aunque mostraba que era una humana, una hechicera, poseía un rastro de oscuridad, el mismo que alguna vez observara en quien mas odiaba, y que aún no lograba perdonar. Su mandíbula se tensó, ¿acaso podía encarnarse que enemiga, pero su amada no? Su mirada helada recorrió el cuerpo de la joven, antes que de sus labios, surgiera una palabras, - Buenas noche... ¿se ha perdido? -, su ceja enarcada, demostraba que no se lo creía, y que desconfiaba de un ser que buscaba la soledad del bosque, para leer un libro. Su mirada dejó el rostro femenino, para observar el libro que descansaba en las manos de la hechicera.
Las horas de la tarde, las pasó encerrado en su estudio, terminando de preparar los papeles y las cartas que debería enviar al Emperador. Su pluma se detuvo en mitad de una palabra, - emperador - caviló, mientras recordaba cuando alguna vez, él había ostentado también dicho cargo, pero que por el bien de su amado pueblo, y por la promesa hecha a su amada, dejara todo, con la esperanza de encontrarla nuevamente, cuando los dioses del cielo, se dignaran a mandarla nuevamente a la tierra, entonces, él, la estaría esperando, y la haría feliz, como una vez se lo prometió, pero nunca pudo cumplir. Tomó la pluma con las dos manos, la acomodó en su lugar, cubrió con un papel secante aquella carta, y dejó en total silencio su despacho. Sus pasos lo dirigieron a su habitación, en donde mudó sus ropas imperiales, para tomar una simple camisa, unos pantalones y botas, ató sus largos cabellos en una coleta, y tras, estar conforme con la ropa que había elegido, se dispuso a salir. La guardia quiso acompañarlo, pero él negó con la cabeza, - ésta noche, iré solo - todos sus guardias, inclinaron sus cabezas, al instante que se cuadraban y saludaban de manera marcial. Su sobrina, le esperaba en la entrada de la embajada, - por mas que no sientas frío, las apariencias son todo, querido tío, por eso, no dejes de usarlo - le recomendó, mientras con parsimonia, acomodaba la capa en los hombros de su padrino, y le prendía aquel abrigo, - vuelve con bien - se puso en puntas de pie, y beso la mejilla helada, sonriendo, mientras le observaba partir. Le amaba, con la misma intensidad de una hija a su padre, con el mismo celo, de temer que alguien llegara a lastimarle.
La noche ya había llegado, cuando se introdujo en el bosque, sus cavilaciones, le habían llevado muy lejos, recordando viejas épocas, en que había sido llamado matalobos, en las que asesinara sin piedad a asesinos, brujos y sobrenaturales, en pos de un bien común, el de sus súbditos. Un viento se había levantado, las hojas secas se arremolinaban, presentando aquel lugar, un tanto mas lúgubre y misterioso. Sus ojos, acostumbrados a la oscuridad, le permitían caminar sin problemas, por los senderos tortuosos del lugar. Entonces algo llamó su atención, una luz de colores, un bulto que por momentos la ocultaba, al irse acercando, pudo distinguir a una joven, pero ¿que hacía a esas horas de la noche, un alma tan especial? puesto que su aura, aunque mostraba que era una humana, una hechicera, poseía un rastro de oscuridad, el mismo que alguna vez observara en quien mas odiaba, y que aún no lograba perdonar. Su mandíbula se tensó, ¿acaso podía encarnarse que enemiga, pero su amada no? Su mirada helada recorrió el cuerpo de la joven, antes que de sus labios, surgiera una palabras, - Buenas noche... ¿se ha perdido? -, su ceja enarcada, demostraba que no se lo creía, y que desconfiaba de un ser que buscaba la soledad del bosque, para leer un libro. Su mirada dejó el rostro femenino, para observar el libro que descansaba en las manos de la hechicera.
Gwang So Goryeo- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/04/2017
Re: Ojos Sin Vida -Gwang So
“Cuando sola estas, es cuando sucede lo peor… sabes que necesitas encontrarlo… para poder revivir y aun cuando viste todos tus rostros en tu libro… aun no nace nadie con tu verdadero rostro” razón tenía y no podía admitir que Gala* tenia algo de razón “Sabes que tengo razón, cada vez que te han matado ha estado tu amante ahí para transmutar tu alma en otro cuerpo" suspire mientras me aferraba con más fuerzas a mi libro, sabía que Gala le tenía miedo a mi libro de hechizos, porque ahí, en alguna de aquellas páginas estaba el conjuro para acabar con su voz…
Aun envuelta en el silencio, las vibraciones que emanaba mi libro me alertaban, magia pura rodeada de naturaleza, un rastro de sangre y un alma encerrada, pase saliva con cuidado por mi garganta y fue en ese instante que cada bello que cubría mi cuerpo se erizo, cuando la voz vino en todas direcciones y a la vez de ninguna, mi corazón se aceleró “¿Miedo? Génesis tu no sientes miedo… no está en tu esencia” la tenue luz que había en el bosque impedía que mis ojos enfocaran con claridad. Los segundos pasaron rápidos en ese instante cuando su presencia se aclaró y logre ver al autor de aquellas palabras, su aspecto pulcro por lo sencillo se dejaba entrever que algo escondía “Todos, absolutamente todos ocultan algo querida… tan solo hay que mirar bien” Gala era perceptiva, quizás en su vida había sido algo más que una simple humana. Continué mirando al hombre de rostro extranjero, de largos cabellos, de mirada profunda y casi intimidante – Jamás me podría perder en un bosque… es aquí donde siempre me encuentro – en ese momento no sabía quién era la que había hablado, pero fueron las palabras justas y necesarias. Afloje mis brazos para dejar a Almalgor en uno de mis brazos – La noche siempre es buena para los que buscamos soledad en las entrañas de un bosque – esas eran mis palabras, algo secas, demasiada conversa o tal vez era mi forma de darle las buenas noches, ¿había respondido a su pregunta? Al parecer sí. – Yo también podría preguntar, si usted está perdido; porque visto de su punto de vista usted me encontró… y visto del mío… - “Tu maldito gusto de hablar de más, ese maldito gusto de armar líos cuando todo esta desenredado” – usted parecía espiarme, pero me interesa saber ¿Qué vieron sus ojos? – el aura que emanaba de aquel ser era pálida como todos los de su especie, unas tonalidades que si fueran mortales serian vibrantes y no opacas…
Mi capacidad de ver auras era una verdadera bendición en tiempos oscuros, más de una vez me había salvado aquello, pero otras veces me convertía en una amenaza, aun cuando estaba acostumbrada a ser diferente al resto de las personas, me gustaba guardar las apariencias, pero de vez en cuando me topaba con seres como el, vampiros, a los que le sobraba pudor y les faltaba vida ¿Qué ironía? Que les faltara vida cuando a simple vista eran como cualquier otro…
No deje escapar la mirada que le había proporcionado a mi libro, no temía por él, ya que a la vista de cualquiera no entendería nada, porque había sido escrito en una lengua muy antigua y que pocos manejaban, pero… “Pero él podría tener tantos años como tu querido Amalgor” aquello era cierto, no había tenido tiempo de cerrar el hechizo de protección, pero no le temía, no le veía necesario aun cuando su aura vibraba de una manera amenazante, sabía que de ahí si podía salir viva… nunca olvidaba un rostro y el de él nunca lo había visto en mis vidas pasadas… no le debía nada… ¿o sí?
Gala* nombre de uno de los cuerpos tomados para la reencarnación de Génesis.
Aun envuelta en el silencio, las vibraciones que emanaba mi libro me alertaban, magia pura rodeada de naturaleza, un rastro de sangre y un alma encerrada, pase saliva con cuidado por mi garganta y fue en ese instante que cada bello que cubría mi cuerpo se erizo, cuando la voz vino en todas direcciones y a la vez de ninguna, mi corazón se aceleró “¿Miedo? Génesis tu no sientes miedo… no está en tu esencia” la tenue luz que había en el bosque impedía que mis ojos enfocaran con claridad. Los segundos pasaron rápidos en ese instante cuando su presencia se aclaró y logre ver al autor de aquellas palabras, su aspecto pulcro por lo sencillo se dejaba entrever que algo escondía “Todos, absolutamente todos ocultan algo querida… tan solo hay que mirar bien” Gala era perceptiva, quizás en su vida había sido algo más que una simple humana. Continué mirando al hombre de rostro extranjero, de largos cabellos, de mirada profunda y casi intimidante – Jamás me podría perder en un bosque… es aquí donde siempre me encuentro – en ese momento no sabía quién era la que había hablado, pero fueron las palabras justas y necesarias. Afloje mis brazos para dejar a Almalgor en uno de mis brazos – La noche siempre es buena para los que buscamos soledad en las entrañas de un bosque – esas eran mis palabras, algo secas, demasiada conversa o tal vez era mi forma de darle las buenas noches, ¿había respondido a su pregunta? Al parecer sí. – Yo también podría preguntar, si usted está perdido; porque visto de su punto de vista usted me encontró… y visto del mío… - “Tu maldito gusto de hablar de más, ese maldito gusto de armar líos cuando todo esta desenredado” – usted parecía espiarme, pero me interesa saber ¿Qué vieron sus ojos? – el aura que emanaba de aquel ser era pálida como todos los de su especie, unas tonalidades que si fueran mortales serian vibrantes y no opacas…
Mi capacidad de ver auras era una verdadera bendición en tiempos oscuros, más de una vez me había salvado aquello, pero otras veces me convertía en una amenaza, aun cuando estaba acostumbrada a ser diferente al resto de las personas, me gustaba guardar las apariencias, pero de vez en cuando me topaba con seres como el, vampiros, a los que le sobraba pudor y les faltaba vida ¿Qué ironía? Que les faltara vida cuando a simple vista eran como cualquier otro…
No deje escapar la mirada que le había proporcionado a mi libro, no temía por él, ya que a la vista de cualquiera no entendería nada, porque había sido escrito en una lengua muy antigua y que pocos manejaban, pero… “Pero él podría tener tantos años como tu querido Amalgor” aquello era cierto, no había tenido tiempo de cerrar el hechizo de protección, pero no le temía, no le veía necesario aun cuando su aura vibraba de una manera amenazante, sabía que de ahí si podía salir viva… nunca olvidaba un rostro y el de él nunca lo había visto en mis vidas pasadas… no le debía nada… ¿o sí?
Gala* nombre de uno de los cuerpos tomados para la reencarnación de Génesis.
Genesis Santini- Hechicero Clase Alta
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Re: Ojos Sin Vida -Gwang So
La forma en que la joven sostenía el pesado libro, le decía que era una posesión valiosa, y cuando dejó que reposara en su brazo, el embajador pudo ver con claridad, de que tipo de libro se trataba. En el transcurso de las centurias vividas, había visto algunos libros de ese estilo, claro que cada uno era distinto al anterior, únicos, para un hechicero en especial, Recordó el que su guardaespaldas, amigo y hechicero, poseía , alguna vez en noches de largas conversaciones y soju de por medio, el brujo le había comentado que para él, aquel libro era tan importante como la vida misma. Por lo que comprendía a la joven que parecía estar protegiendo del peligro a un hijo, y no un libro, que podía arder en llamas, en una simple y vulgar hoguera.
Al escuchar la respuesta de la joven, el embajador, se quedó sorprendido, pues era la primera vez que un humano le contestaba con la liviandad y el orgullo, de un guerrero, o de un loco. Aun cuando estaba vivo, y era considerado un príncipe loco, maldito, y mata lobos. Jamás había tenido que soportar ese tipo de comentario,, tal vez porque en el segundo siguiente, su espada hubiera cortado la garganta del incauto. Mas ahora, después de tantos siglos, aquello fue como una suave y refrescante briza, en un tórrido verano. No pudo contenerse y comenzó a reír, como hacía tiempo no lo hiciera, tal vez fue porque en ella, observó la chispa de desfachatez que encontrara en la única mujer que amara. La mirada del vampiro, se clavó en la de aquella joven, y no había en ésta, ni rencor, ni enfado, observaba a la joven, con la ternura de un padre a una hija, - Vaya, pues tienes razón... desde tu punto de vista, soy un intruso que ha venido a molestarte - suspiró, dando un poco mas de dramatismo a su actuación - pero, si te molesta mi presencia, puedo irme... solo deseaba pasear por el bosque, huir un poco de la rutina - sonrió, para luego inclinarse levemente, - Mi nombre es Gwang So, em... - se detuvo un instante, pues dudó en decir que era un embajador, por lo que rápidamente cambió - empleado de la embajada coreana... un militar mas - terminó su presentación, no era una mentira en toda regla, pues había sido militar, y trabajaba en una embajada, lo único que ocultaba, era su cargo, Embajador. No extendió su mano, porque su protocolo era oriental, y aún dudaba de lo inofensiva que podía ser la joven hechicera.
Al escuchar la respuesta de la joven, el embajador, se quedó sorprendido, pues era la primera vez que un humano le contestaba con la liviandad y el orgullo, de un guerrero, o de un loco. Aun cuando estaba vivo, y era considerado un príncipe loco, maldito, y mata lobos. Jamás había tenido que soportar ese tipo de comentario,, tal vez porque en el segundo siguiente, su espada hubiera cortado la garganta del incauto. Mas ahora, después de tantos siglos, aquello fue como una suave y refrescante briza, en un tórrido verano. No pudo contenerse y comenzó a reír, como hacía tiempo no lo hiciera, tal vez fue porque en ella, observó la chispa de desfachatez que encontrara en la única mujer que amara. La mirada del vampiro, se clavó en la de aquella joven, y no había en ésta, ni rencor, ni enfado, observaba a la joven, con la ternura de un padre a una hija, - Vaya, pues tienes razón... desde tu punto de vista, soy un intruso que ha venido a molestarte - suspiró, dando un poco mas de dramatismo a su actuación - pero, si te molesta mi presencia, puedo irme... solo deseaba pasear por el bosque, huir un poco de la rutina - sonrió, para luego inclinarse levemente, - Mi nombre es Gwang So, em... - se detuvo un instante, pues dudó en decir que era un embajador, por lo que rápidamente cambió - empleado de la embajada coreana... un militar mas - terminó su presentación, no era una mentira en toda regla, pues había sido militar, y trabajaba en una embajada, lo único que ocultaba, era su cargo, Embajador. No extendió su mano, porque su protocolo era oriental, y aún dudaba de lo inofensiva que podía ser la joven hechicera.
Gwang So Goryeo- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 26/04/2017
Re: Ojos Sin Vida -Gwang So
“Nunca podrías intimidar a nadie con esa cara de niña dulce, Génesis, siempre serás vista como un bicho raro en la multitud, tus cabellos rojos están malditos como todo lo que sale de ti” quería creer que lo que decía Gala eran falacias, pero a veces al verme al espejo sin los maquillajes que normalmente cubrían mi rostro no veía más que pureza, aun cuando mis ojos delataban mi ferocidad, una que parecía extinguirse en ese momento, descolocando mi pensamiento su risa me causo gracia y de manera contagios sonreí por lo bajo, sin soltarle la mirada, sin perder por ningún segundo sus movimientos, su rostro me inquietaba de una forma inusual, ¿Intimidar? Su vozarrón hacia lo suyo, pero luego de su risa ya todo el hielo existente parecía haberse derretido.
La verdadera pregunta es ¿Quería usted molestarme o la curiosidad lo ha traído hasta mi metro cuadrado? – Levante una ceja sin soltar la sonrisa de mis labios, no era una mujer que se quedara callada con facilidad, menos con la vocecita que habitaba en mi cabeza, era claro que nunca estaba sola pero siempre, tenía una palabra para pronunciar. – La mayoría huimos al bosque en busca de espacio, en la infinidad del mismo es siempre poco probable encontrarse con otro, pero henos aquí parados frente a frente – Sabia que mis palabras no siempre eran claras para quien las escuchara, pero más para mí misma eran tan claras como el manantial de alguna vertiente lejana - Gwang So, empleado de la embajada coreana, me atrevo a preguntar de que rutina escapa una persona como usted – “Como ya lo he dicho, siempre complicando todo, siempre curioseando de más… nunca te puedes quedar callada ¿Cierto génesis?” moví la cabeza dando un positivo a la voz recurrente mientras la venia que daba el joven caballero al presentarse me parecía singular, definitivamente sus raíces y protocolos nunca podría entenderlos, aquí el contacto físico era tan importante, dar la mano, un beso en la mejilla o dos como solía saludarse en Paris, que aquella separación me parecía intrigante – Génesis Santini una mujer que no está perdida en el bosque – No era mucho de bromear, y menos en aquellas circunstancias, pero admitía que no sentía miedo y tampoco amenaza de aquel hombre, me gustaba descolocar a las personas con mis preguntas y pensamientos, era prácticamente un Don.
No me molesta un poco de compañía, pero no sé si usted pueda con la mía – normalmente no era del agrado del común de las personas, por mi forma de ver y decir las cosas, y esperaba que el no fuera como el resto, que no me juzgara por encontrarme en bosque, haciendo lo que cualquier hechicero podría hacer, un común humano me apedrearía, me condenarían a la hoguera o a la horca, por delitos que ni ellos mismos entienden, por ser diferentes al común humano. “Sabemos que ni tu ni el son lo que sueles llamar común humano”
La verdadera pregunta es ¿Quería usted molestarme o la curiosidad lo ha traído hasta mi metro cuadrado? – Levante una ceja sin soltar la sonrisa de mis labios, no era una mujer que se quedara callada con facilidad, menos con la vocecita que habitaba en mi cabeza, era claro que nunca estaba sola pero siempre, tenía una palabra para pronunciar. – La mayoría huimos al bosque en busca de espacio, en la infinidad del mismo es siempre poco probable encontrarse con otro, pero henos aquí parados frente a frente – Sabia que mis palabras no siempre eran claras para quien las escuchara, pero más para mí misma eran tan claras como el manantial de alguna vertiente lejana - Gwang So, empleado de la embajada coreana, me atrevo a preguntar de que rutina escapa una persona como usted – “Como ya lo he dicho, siempre complicando todo, siempre curioseando de más… nunca te puedes quedar callada ¿Cierto génesis?” moví la cabeza dando un positivo a la voz recurrente mientras la venia que daba el joven caballero al presentarse me parecía singular, definitivamente sus raíces y protocolos nunca podría entenderlos, aquí el contacto físico era tan importante, dar la mano, un beso en la mejilla o dos como solía saludarse en Paris, que aquella separación me parecía intrigante – Génesis Santini una mujer que no está perdida en el bosque – No era mucho de bromear, y menos en aquellas circunstancias, pero admitía que no sentía miedo y tampoco amenaza de aquel hombre, me gustaba descolocar a las personas con mis preguntas y pensamientos, era prácticamente un Don.
No me molesta un poco de compañía, pero no sé si usted pueda con la mía – normalmente no era del agrado del común de las personas, por mi forma de ver y decir las cosas, y esperaba que el no fuera como el resto, que no me juzgara por encontrarme en bosque, haciendo lo que cualquier hechicero podría hacer, un común humano me apedrearía, me condenarían a la hoguera o a la horca, por delitos que ni ellos mismos entienden, por ser diferentes al común humano. “Sabemos que ni tu ni el son lo que sueles llamar común humano”
Genesis Santini- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/05/2018
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