This Girl Makes Me Crazy {Kazia}

por **Masha Barbosa** Jue Jul 05, 2018 5:39 am

Más un día normal en el Circo Gitana como bailarina gitana. El trabajo hoy había sido exhaustivo y no tenía cabeza para más nada. Sin embargo, había una chica que no abandonaba mi mente ni por nada y la conocía. Hace mucho que éramos amigas, pero entre nosotras había un sentimiento de atracción enorme. Nos queríamos como amigas, pero igualmente nos deseábamos entre 4 paredes a solas, pero con miedo que nuestra comunidad nos juzgase siempre nos mantuvimos en las sombras cuando a ese asunto. Yo tenía conocimiento de que ella era bisexual y ella de que yo era heteroflexíble. Solo que hoy no estaba aguantando mucho más, necesitaba a mi amiga Kezia para desahogarme. Muchas cosas estaban ocurriendo en la comunidad como personas pasando hambre, mucha gente muriendo e las manos de la inquisición y yo necesitaba poner un fin a esto pero no sabía cómo, pero una cosa era más que cierta, necesitaba la compañía de mi amiga Kezia para relajar y distraerme. Tal vez fuera a ser una muy mala idea ya que ambas no aguatábamos estar tan cercas porque podíamos llegar a envolvernos y después lo peor era si alguien nos atrapase. Pero hoy no quería saber.

Me fui hacia su camarín que era algo distante. Tocando a su puerta dije - ¿Kezia soy yo Masha puedo entrar? -y lentamente entré en su camarín. Al verla tragué saliva nerviosa pues ella era una chica bastante hermosa y sexy, algo que yo valorizaba en una mujer. Las mujeres deberían ser vistas como seres peligrosos que dominaban el hombre en todos los sentidos, pero ella, ella superaba eso y mucho más. Kezia tenía un cuerpo que daba envidia a mucha gente. Sonriéndole me acerqué a ella para depositar un beso en su mejilla y sentarme frente a ella – ¿El trabajo hoy fue exhaustivo no crees? ¿Como estás? -Dije preguntándole si estaba bien y si el trabajo fue exhaustivo ya que ciertamente fue. Al mirarla a los ojos me perdí por unos segundos sintiendo aquella tensión sexual apoderarse de mí poco a poco, pero desvié la mirada de ella y me levanté para caminar un poco por su camarín y ver sus ropas. -¿Crees que puedo pasar la noche en tu compañía aquí en tu camarín? Necesito desahogarme con alguien y tú y yo como ya somos amigas hace mucho pues….-dije sin mirarla intentando ocultar el deseo enorme que tenía por ella.

por **Kezia Dabija** Dom Jul 22, 2018 9:15 pm

Visitaba el circo gitano una vez al mes, y una sola vez al mes ofrecía mis servicios como vidente a quien estuviera dispuesto a pagar un par de monedas. El trabajo de ser vidente era mitad habilidad, ya fuera real o solo para engañar; la otra mitad era la teatriladidad. Una carpa llena de sedas bordadas y tapices de símbolos de todos los países que habíamos visitado, el quemador con algunas hierbas aromáticas que además daban una sensación de relajación y euforia que convertía a los visiantes en fieles creyentes y el maquillaje… Köhl al rededor de los ojos (delineador negro) para realzar la mirada, una mezcla de minerales para cubrir sus pecas y velos y cuentas suficientes para dar el aspecto de alguien mayor. La gente le creía más a las “señoras” que a una chica en edad de casarse.

Su carpa estaba hacia uno de los lados del circo, siempre contra los linderos del bosque para evitar las zonas más ruidosas del campamento, controlar lo que sus clientes escuchaban era tambié importante. El día estuvo ajetreado, padre me había ayudado a acomodar el campamento y había vuelto a casa sobre Roldán (nuestro potro), una persona del circo ayudaba a organizar a las personas y yo solo tenía que darle al jefe parte del dinero ganado durante el día.

El día dio paso a la tarde y la tarde a la noche, pronto en el campamento solo quedaron las voces que gritaban instrucciones en romaní para reorganizar y limpiar todo para el día siguiente. Me iría en la mañana. No había razón para desmontar la tienda rápido, tenía un colchón de paja, mantas, y la noche era lo suficientemente fresca para que no me diera frío. Por mi seguridad, los hombres romaníes eran más de fíar que los gorger, las mujeres ajenas o solteras no se tocaban y la pena de ultrajar a alguna era la muerte.

Me había quitado los velos, las pulseras y collares de sobra. Había guardado todo en un pequeño baúl sobre la mesa de lecturas, y ahora con un trapo húmedo lavaba el maquillaje de mi rostro, había perdido unos diez años…

La campana colgada a la puerta de la tienda sonó, seguramente era alguien del campamento. Una voz familiar se alzó sobre el murmullo general de la noche. Era Masha, una bailarina que había conocido hacía un año cuando me había mudado a París, era mayor que yo, muy agradable y además me hacía sentir algo e el estómago que no entendía muy bien.

-Masha… ¡Adelante!-

Dejé el baúl a un lado en el suelo, la estancia estaba dividida de la “habitación” por una cortina pesada de lino. Le ofrecí asiento en un butaco de madera y tomé asiento frente a ella, Esta chica era preciosa...

-Si, vino mucha gente. Me duele un poco la cabeza.-

Algo que pasaba siempre que usaba mis habilidades por tiempos prolongados. Masha entró con su andar rítmico, era una bailarina de pies a cabeza. Me pidió pasar la noche en la tienda, lo pensé un segundo. Mi cuerpo se giró hacia el quemador apagado, ubicado en el centro de la tienda, lejos de calquier pedazo de tela que pudiera encenderse. Ella me gustaba un montón pero no sabía lo que podría pasar a nuestra amistad luego de que algo pasara.

-Yo… no creo que sea buena idea. Ambas estamos cansadas y tu tienes una función mañana ¿no?-

No quería parecer desconsiderada, pero a veces era demasiado racional, demasiado organizada y precavida para lo que se esperaba de una chica de mi edad. A final de cuentas el haber vivido lo que había vivido me había hecho madurar antes de tiempo.

-¿Qué te ha pasado? ¿Está todo bien?-

Me acerqué a su rostro y le acaricié la mejilla con preocupación.

-Sabes que puedes contar conmigo.-

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