Magic From A Bottle

por **Ammyt** Lun Jul 09, 2018 5:28 pm

Aún podía recordar la vez en la que mi abuela había empezado, mediante los sueños, a manifestarse con la única intención de que obtuviera su poder... ese que ella había utilizado para hacer el mal, aliándose con el demonio, utilizando la magia negra que fue traspasada a mí de una forma bastante extraña, peculiar, y curiosa. Lo recordaba y era imposible que no sintiera un escalofrío recorrer mi cuerpo aun cuando habían pasado ya tantos años desde aquel momento... pero era como si pudiera recordarlo como si fuera ayer; todo lo que ocurrió a partir de ese momento en el que mi abuela quiso traspasarme sus poderes. ¿Lo más curioso de todo? Es que ella ya había muerto...

Cuando tan sólo tenía seis años mi abuela, la última que me quedaba, murió sin que nadie supiera que no había traspasados sus poderes a nadie, mi madre no tenía el poder que tuvo mi abuela, y que la madre su abuela tuvo cuando vivía… siempre se pasaban mayormente a las mujeres, heredando el “don” que era como lo llamaban. Pasaron varis años en los yo no manifesté nada y mi madre pensó que quizás la tradición de ese poder se había acabado… pero estaba muy equivocada y ella no sabía cuánto. Fue con doce años cuando comencé a soñar con mi abuela, sueños bastante vívidos que eran difíciles de comprender para una niña, y a los que no doté de importancia alguna salvo que soñaba con ella porque la echaba de menos. ¿Qué más podría pensar sino que era? ¿Cómo iba a saber de la importancia que tenían dichos sueños? Era algo casi imposible de adivinar.

En los sueños siempre lo mismo, mi abuela se aparecía y me indicaba una puerta que debía de abrir, que llevaba a una pequeña alacena donde me decía que tenía que coger una botella que había en un estante, pero yo casi siempre me negaba a hacerlo. Lo no sabía es lo que en realidad significaba aquel sueño y por qué mi abuela se aparecía a ella siendo tan pequeña… hasta que un día, en uno de los tantos sueños que tenía y que siempre era el mismo cogí la botella. Cuando la abrí un humo negro y espeso mi envolvió hasta, para luego introducirse en mi cuerpo como si este lo absorbiera. Yo no podía hacer nada, no podía moverme hasta que el humo no fue absorbido por todo mi cuerpo y fue entonces que las palabras de mi abuela se quedaron marcadas “ahora tú seguirás mi legado y terminarás mí obra”

Mi abuela no solamente tenía ese “don” que decían tener, si no que había sido una hechicera muy poderosa que había pasado a la magia negra, hacía tratos con demonios y demás seres para conseguir sus propósitos. En vez de curar a los demás, como se supone que hacían el resto, ella sucumbió al lado oscuro y en vez de hacer el bien hacía el mal, ponía maldiciones cuando quería, o cuando la gente incluso se lo pedía… y es que, aquellos sueños, no eran simples sueños. Se había a mí porque concordaba bastante con la personalidad que tenía ella, era más afín a ella y la única que podría seguir con su legado.

La botella, en realidad, era como un catalizador que contenía todo el poder que mi abuela una vez tuvo en vida y que ahora se había traspasado a mí. Había un encargo que se había quedado pendiente y quería que yo lo hiciera por ella, por eso se me aparecía en sueños y me instaba a que cogiera la botella… cuando se lo conté a su madre, fue entonces cuando me dijo a lo que se dedicaba su abuela, y que ella pensaba que al morir nadie más tendría el don. Tuve que aprender a convivir con ello, estudiar mucho y a controlar unos poderes que me venían grandes. Todo porque mi abuela me había dejado un don complicado y no descansaría hasta ver la obra finalizada. ¿Qué nueva maldad habría estado preparando que no podía descansar si no la terminaba yo? Si no lo hacía, ella jamás descansaría.