Hachas de plata (LIBRE)

por **Rhage** Miér Sep 26, 2018 6:54 pm

Sustentarse le costaba mucho últimamente ya que en la hermandad, habían sido castigados a excepto de los nuevos, a estar sin alimentarse hasta el punto álgido de la desesperación. La acción que les llevo a todos al castigo, fue que Azrael había desaparecido una semana dejando cuerpos sin vida a su paso, eso le cabreó tanto a la líder de la Hermandad que para probar lo que valía un peine ahora estaban digamos que sufriendo por un pequeño tirón de orejas. Supuestamente ella no tenía nada que ver ya que ella, Wellesandra y Zarek digamos eran los más nuevos, no deberían sentirse de esa manera aunque Zarek todavía es un humano, pero a él lo estaban dejando sin comer. No sabía ya si eso era bueno o no.

Todos en la hermandad tenían prohibido además salir de la hermandad. El esposo de Wellesandra estaba impune del castigo ya que fue él el que comentó todo a la líder ya que era en cualquier caso el deber de cualquiera de los que estuvieran bajo el techo de la hermandad que los protegía del sol. Rhage, a excepto de sus hermanos estaba tranquila ya que se mordía cada vez para poder aguantar, pero los mareos por tener bajo el límite de aguante de sed estaba la gente en peligro si es que le daba un golpe de locura y salía en plena calle al sol, fue cuando arrastrándose por el frio mármol de la mansión mientras aguantaba la necesidad de poder saciar su sangre descubrió al apoyarse contra la pared que si empezaba a contar estrellas en la mente su necesidad cesó un poco pero seguro que volvería en un rato las ganas de beber de alguien.

Estaba segura de que cuando viera a Azrael le iba a dar un buen par de hostias bien dadas por haber hecho lo que hizo. ¿Qué tenían a los inquisidores pisándoles los talones? Podría ser ¿Qué estos estuvieran ya esperando en la inmensidad de la noche esperando algún movimiento de la Hermandad?...Probablemente. Rhage tuvo que suspirar, salió de los pasillos para entrar en su habitación en donde estaba completamente a oscuras y cuando se tumbó en su cama, se arropó pensando en su Conde y en lo que él había hecho por ella en el corto tiempo de estar transformada y de lo que le enseñó. Le echaba de menos, pero ¿de verdad murió? Aún no puede olvidarle después del tiempo que ha pasado desde hace más de 200 años en la historia de la Tierra.