AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Traiciones (privado)
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Traiciones (privado)
Tenía apenas 6 años cuando salí del norte rumbo a Escocia, mi padre había había hecho lo posible por mantener su cabeza sobre los hombres, no tenía madre, él era mi única esperanza y como tal cogió a su hijo y se largó a tierras extrañas antes de que la revolución, como a otros de los generales, sus amigos, se lo llevaran.
Los norteños eramos orgullosos, pero en mi opinión, algo estúpidos. Sabía lo que se decía de mi padre, que era un cobarde, un desertor que no puso los huevos sobre la mesa, que no corrió a la batalla como el resto en nombre de la revolución y de un norte libre y mejor.
Muchos murieron, el norte sangro, pero no lo hice yo ¿podían culpar a un niño de 6 años de huir con su padre? En el resto del mundo no, peor el norte no era el mundo, aquí se regían por la ley del acero y el águila de sangre era castigo de desertores.
Akershus se abría paso frente a mi, la fortaleza de Höor Cannif, aquel que jugó y entrenó conmigo en la infancia y que ahora se alzaba ante el norte como el héroe y la esperanza.
En mi opinión el Valhalla era una utopía dulce, mas prefería seguir vivo disfrutando de la carne terrena que de la de las Valquirias.
Arcos, una sucesión de ellos me apuntaron, ladeé la sonrisa llevando mis manso tras la cabeza en señal de paz clara, no era mi intención luchar.
Höor Cannif fue llamado de inmediato, el conde apareció allí con premura al ser informado de mi nombre, el nombre del hijo del desertor.
-¡Abrid el portón! -ordenó permitiéndome así el paso.
Atravesé el rastrillo quedando de cara con aquel hombre que si un día estuvo a mi nivel hoy parecía ser un dios y no un hombre de carne y hueso.
Ladeé la sonrisa con picardía.
-Ha pasado mucho tiempo.
-Demasiado- aseguró antes de que nuestras frentes se encontraran y nos fundiéramos en un abrazo.
Ulf irrumpió en escena acompañado de una mujer, la noticia de mi regreso no le había gustado y no se guardó su opinión.
-Tu padre era un cobarde, un traidor, no hay lugar en Akershus para los Sigrudsson.
Los norteños eramos orgullosos, pero en mi opinión, algo estúpidos. Sabía lo que se decía de mi padre, que era un cobarde, un desertor que no puso los huevos sobre la mesa, que no corrió a la batalla como el resto en nombre de la revolución y de un norte libre y mejor.
Muchos murieron, el norte sangro, pero no lo hice yo ¿podían culpar a un niño de 6 años de huir con su padre? En el resto del mundo no, peor el norte no era el mundo, aquí se regían por la ley del acero y el águila de sangre era castigo de desertores.
Akershus se abría paso frente a mi, la fortaleza de Höor Cannif, aquel que jugó y entrenó conmigo en la infancia y que ahora se alzaba ante el norte como el héroe y la esperanza.
En mi opinión el Valhalla era una utopía dulce, mas prefería seguir vivo disfrutando de la carne terrena que de la de las Valquirias.
Arcos, una sucesión de ellos me apuntaron, ladeé la sonrisa llevando mis manso tras la cabeza en señal de paz clara, no era mi intención luchar.
Höor Cannif fue llamado de inmediato, el conde apareció allí con premura al ser informado de mi nombre, el nombre del hijo del desertor.
-¡Abrid el portón! -ordenó permitiéndome así el paso.
Atravesé el rastrillo quedando de cara con aquel hombre que si un día estuvo a mi nivel hoy parecía ser un dios y no un hombre de carne y hueso.
Ladeé la sonrisa con picardía.
-Ha pasado mucho tiempo.
-Demasiado- aseguró antes de que nuestras frentes se encontraran y nos fundiéramos en un abrazo.
Ulf irrumpió en escena acompañado de una mujer, la noticia de mi regreso no le había gustado y no se guardó su opinión.
-Tu padre era un cobarde, un traidor, no hay lugar en Akershus para los Sigrudsson.
Rollo Sigrudsson- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 15/09/2018
Re: Traiciones (privado)
La völva se encontraba en el patio de armas, mas no luchando ni viendo como el resto entrenaban, sino sentada en mitad de la arena, dentro de un círculo que ella misma había dibujado con una rama, con las piernas cruzadas en la posición del loto y los ojos cerrados, meditando. Se podía ver su cabello ondeando, sin que hiciera viento, a causa de la energía que se iba concentrando en mitad de aquel reposo inducido. Después de varias semanas haciendo lo mismo, ya todos se había acostumbrado a las acciones ilógicas de la hechicera y no causaban el mismo interés que en sus inicios. De hecho, prácticamente todos la ignoraban, a excepción de Höor y Ulf que, de vez en cuando y por divertirse, le lanzaban alguna piedra pequeña para ver si la despertaban o si, por arte de magia, ésta quedaba levitando en una especie de imaginario campo de fuerza que ellos creían se creaba alrededor de la bruja chiflada.
Sin embargo, en mitad de su descanso, seguía siendo plenamente consciente de todo cuanto la rodeaba, tanto de los choques de espadas como de los murmullos o risas que se suscitaban a su costa. Por eso mismo, cuando alguien llegó reclamando la presencia del conde porque había llegado a Akershus un tal Rollo Sigrudsson, Heith lo escuchó todo. No le hubiese dado la menor importancia de no ser porque al marcharse el que había sido llamado, el lobo había empezado a resoplar como un toro, maldiciendo y gruñendo repetidas veces las palabras traidor y desertor. Los párpados de la morena se despegaron y sus orbes marrones perdieron el leve halo eléctrico que, durante la meditación, había aparecido para enmarcar los irises. Desenredó las piernas y se levantó, yendo a buscar al ofuscado Tollak. -¿Se puede saber qué ocurre?- Preguntó la völva, pero no obtuvo respuesta verbal alguna, sólo los pesados y furiosos pasos del cambiante al alejarse, dejándola atrás.
La hechicera resopló, rodando los ojos y fue tras el hombre de los gruñidos. Quería saber a qué venía tanto revuelo, especialmente de parte de alguien más dado a reírse de todo que a maldecirlo.
En cuanto llegaron al muro, justo antes del rastrillo y el portón de entrada, pudieron ver a Höor con otro hombre y ambos se abrazaban. Heith enarcó una ceja, mirando alternativamente a ese par y a Ulf. No entendía dónde estaba el problema, al parecer el conde y el recién llegado eran amigos. Despegó los labios cerca del lobo para preguntarle una cosa, pero éste se apartó de ella y se dirigió al tal Rollo para espetarle que se fuera. Los ojos de la bruja se abrieron más todavía, sorprendida por la osadía que tenía el cambiante al querer largar a alguien a quien el joven Cannif recibía de buena gana. Se rascó la nuca, convencida de que se perdía algo importante y por eso nada le encajaba.
Levantó un poco la mano, como si pidiera la palabra y carraspeó para que los presentes la vieran pedir la vez antes de hablar como correspondía. -¿Puedo saber qué es lo que me he perdido?-
Sin embargo, en mitad de su descanso, seguía siendo plenamente consciente de todo cuanto la rodeaba, tanto de los choques de espadas como de los murmullos o risas que se suscitaban a su costa. Por eso mismo, cuando alguien llegó reclamando la presencia del conde porque había llegado a Akershus un tal Rollo Sigrudsson, Heith lo escuchó todo. No le hubiese dado la menor importancia de no ser porque al marcharse el que había sido llamado, el lobo había empezado a resoplar como un toro, maldiciendo y gruñendo repetidas veces las palabras traidor y desertor. Los párpados de la morena se despegaron y sus orbes marrones perdieron el leve halo eléctrico que, durante la meditación, había aparecido para enmarcar los irises. Desenredó las piernas y se levantó, yendo a buscar al ofuscado Tollak. -¿Se puede saber qué ocurre?- Preguntó la völva, pero no obtuvo respuesta verbal alguna, sólo los pesados y furiosos pasos del cambiante al alejarse, dejándola atrás.
La hechicera resopló, rodando los ojos y fue tras el hombre de los gruñidos. Quería saber a qué venía tanto revuelo, especialmente de parte de alguien más dado a reírse de todo que a maldecirlo.
En cuanto llegaron al muro, justo antes del rastrillo y el portón de entrada, pudieron ver a Höor con otro hombre y ambos se abrazaban. Heith enarcó una ceja, mirando alternativamente a ese par y a Ulf. No entendía dónde estaba el problema, al parecer el conde y el recién llegado eran amigos. Despegó los labios cerca del lobo para preguntarle una cosa, pero éste se apartó de ella y se dirigió al tal Rollo para espetarle que se fuera. Los ojos de la bruja se abrieron más todavía, sorprendida por la osadía que tenía el cambiante al querer largar a alguien a quien el joven Cannif recibía de buena gana. Se rascó la nuca, convencida de que se perdía algo importante y por eso nada le encajaba.
Levantó un poco la mano, como si pidiera la palabra y carraspeó para que los presentes la vieran pedir la vez antes de hablar como correspondía. -¿Puedo saber qué es lo que me he perdido?-
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 28/04/2018
Re: Traiciones (privado)
Me encaré a un Ulf furibundo, el lobo siempre había sido así, rudo de carácter, incapaz de dar su brazo a torcer, como su linaje antes que él era bélico, territorial, jamas abandonarían el norte, preferían morir luchando que ser considerados cobardes, mas mi padre tomó una decisión distinta y no comprendía como podían culparlo por querer salvar a su hijo.
Escasa la distancia que quedó entre nuestros rostros, Ulf gruñía y yo desafiante me mantuve en el sitio, no consentiría que llamaran cobarde a mi padre, no lo era, no fue fácil para el tener que abandonar el norte.
-¡Vasta! -ordenó Höor -Ulf, apartate -pidió tratando de imponer calma.
-¡Que se largue! -rugió el general dándome un empujón en el pecho hacía el portón.
Fui a darle un puñetazo pero Höor mas rápido me cazó del brazo evitando una pelea que parecía inminente.
-¡He dicho que paréis los dos! Yo decidiré para quien están las puertas de Akershus abiertas Ulf, y si bien es cierto entiendo tu patriotismo también comprendo que él solo era un niño cuando su padre lo alejó de tierras del norte, no puedes culparlo de traición.
-Si un traidor educa a un hombre, o lo convierte en cobarde o lo convierte en un peligro ¿que eres Rollo? ¿Un cobarde o un peligro para la revolución? -preguntó Ulf escupiendo con los ojos amarillos cada palabra.
La chica que lo había acompañado preguntó que que pasaba, peor el ambiente estaba demasiado caldeado, Ulf gruñía y yo sujeto por el conde trataba de zafarme de su agarre.
-Os mandaré al calabozo -rugió Höor airado -Heith llevate a Rollo -dijo dándome un empujón hacia al chica -alojalo de forma momentánea en una de las casas vaciás que hay en las afueras.
El conde cogió a Ulf del hombro para tirar de él hacía el patio de armas, el lobo iba gruñendo y negando con la cabeza, seguramente explicándole a Höor sus motivos.
-Parece que no he sido bien recibido en Akershus.
Escasa la distancia que quedó entre nuestros rostros, Ulf gruñía y yo desafiante me mantuve en el sitio, no consentiría que llamaran cobarde a mi padre, no lo era, no fue fácil para el tener que abandonar el norte.
-¡Vasta! -ordenó Höor -Ulf, apartate -pidió tratando de imponer calma.
-¡Que se largue! -rugió el general dándome un empujón en el pecho hacía el portón.
Fui a darle un puñetazo pero Höor mas rápido me cazó del brazo evitando una pelea que parecía inminente.
-¡He dicho que paréis los dos! Yo decidiré para quien están las puertas de Akershus abiertas Ulf, y si bien es cierto entiendo tu patriotismo también comprendo que él solo era un niño cuando su padre lo alejó de tierras del norte, no puedes culparlo de traición.
-Si un traidor educa a un hombre, o lo convierte en cobarde o lo convierte en un peligro ¿que eres Rollo? ¿Un cobarde o un peligro para la revolución? -preguntó Ulf escupiendo con los ojos amarillos cada palabra.
La chica que lo había acompañado preguntó que que pasaba, peor el ambiente estaba demasiado caldeado, Ulf gruñía y yo sujeto por el conde trataba de zafarme de su agarre.
-Os mandaré al calabozo -rugió Höor airado -Heith llevate a Rollo -dijo dándome un empujón hacia al chica -alojalo de forma momentánea en una de las casas vaciás que hay en las afueras.
El conde cogió a Ulf del hombro para tirar de él hacía el patio de armas, el lobo iba gruñendo y negando con la cabeza, seguramente explicándole a Höor sus motivos.
-Parece que no he sido bien recibido en Akershus.
Rollo Sigrudsson- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 15/09/2018
Re: Traiciones (privado)
Al parecer, nadie quería darle explicaciones a la völva y aunque eso no le gustaba, porque se sentía desplazada, tampoco dijo nada al respecto porque se notaba que el ambiente no estaba para quejas tontas. No era que fuera una metomentodo que deseara enterarse de los cotilleos de palacio, pero la furia de Ulf dejaba claro que la cosa era seria y complicada, lo que hizo que el interés de la hechicera creciera casi sin ella darse cuenta. Se mordió el labio para acallar la pregunta que, una vez más, ansiaba brotar de su garganta. Se contuvo, sabiendo que era mejor mantenerse en silencio y hacer caso de la petición del conde. Cuando las aguas se calmaran un poco, ya preguntaría de nuevo lo que ocurría con ese par.
Hizo un gesto con la cabeza al desconocido. -Sígueme.- Esperó a que el hombre la siguiera y juntos abandonaron aquella estancia en la que quedaron hablando el cambiante y su amigo. Caminaron por el pasillo y descendieron por la escalera en dirección al patio de armas. Aguardó a que no hubiera gente cerca para observar mejor al acompañante que tenía al lado, de pies a cabeza. -¿Por qué te tiene tanta manía Ulf?- Poco le faltó para decir “el lobo”, pero debía ser prudente, porque desconocía si ese tipo sabía de la condición ajena o no y no quería meter la pata, ni por estar ella en un lío, ni por delatar a Tollak. Podían llevarse como el perro y el gato la mayor parte del tiempo, pero Heith sabía que era un hombre de fiar y, aunque a veces se mereciera más una patada en el culo, le respetaba en cierta medida.
Salieron del palacio y se metieron por las callejuelas de la ciudad. Ya que, al parecer, ese tal Rollo iba a quedarse, al menos unos días, decidió mostrarle los lugares más relevantes o que pudieran resultarle de interés alguno. -La panadería y la herrería están al final de esta calle y si giras a la izquierda, hay una posada con taberna. Aunque, de ser sincera, si lo que quieres es hidromiel, te recomiendo que vayas mejor a la que está en la linde de la muralla, está más buena y es menos amarga.- Aseguró, caminando a paso tranquilo, pero no demasiado lento.
Entonces se detuvo en seco, porque el hombre parecía muy callado, aunque no dejaba de sonreír en ningún momento, y eso le hizo pensar en algo. -¿Habías estado aquí antes? ¿Te estoy explicando cosas que ya sabes y te ríes de mí por dentro?- Desde que llegara a Akershus había sido objetivo de muchas burlas por su corto temperamento y estatura, así que no le hubiese parecido de extrañar que ese también fuese el caso con el supuesto forastero. Se dio la vuelta, plantándose frente a él con los brazos en jarra y le clavó su afilada mirada de ojos pardos. -¡Contesta!- Exclamó, deseando saber la verdad.
Hizo un gesto con la cabeza al desconocido. -Sígueme.- Esperó a que el hombre la siguiera y juntos abandonaron aquella estancia en la que quedaron hablando el cambiante y su amigo. Caminaron por el pasillo y descendieron por la escalera en dirección al patio de armas. Aguardó a que no hubiera gente cerca para observar mejor al acompañante que tenía al lado, de pies a cabeza. -¿Por qué te tiene tanta manía Ulf?- Poco le faltó para decir “el lobo”, pero debía ser prudente, porque desconocía si ese tipo sabía de la condición ajena o no y no quería meter la pata, ni por estar ella en un lío, ni por delatar a Tollak. Podían llevarse como el perro y el gato la mayor parte del tiempo, pero Heith sabía que era un hombre de fiar y, aunque a veces se mereciera más una patada en el culo, le respetaba en cierta medida.
Salieron del palacio y se metieron por las callejuelas de la ciudad. Ya que, al parecer, ese tal Rollo iba a quedarse, al menos unos días, decidió mostrarle los lugares más relevantes o que pudieran resultarle de interés alguno. -La panadería y la herrería están al final de esta calle y si giras a la izquierda, hay una posada con taberna. Aunque, de ser sincera, si lo que quieres es hidromiel, te recomiendo que vayas mejor a la que está en la linde de la muralla, está más buena y es menos amarga.- Aseguró, caminando a paso tranquilo, pero no demasiado lento.
Entonces se detuvo en seco, porque el hombre parecía muy callado, aunque no dejaba de sonreír en ningún momento, y eso le hizo pensar en algo. -¿Habías estado aquí antes? ¿Te estoy explicando cosas que ya sabes y te ríes de mí por dentro?- Desde que llegara a Akershus había sido objetivo de muchas burlas por su corto temperamento y estatura, así que no le hubiese parecido de extrañar que ese también fuese el caso con el supuesto forastero. Se dio la vuelta, plantándose frente a él con los brazos en jarra y le clavó su afilada mirada de ojos pardos. -¡Contesta!- Exclamó, deseando saber la verdad.
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 28/04/2018
Re: Traiciones (privado)
Seguí a la joven amiga del conde, tenía que reconocerle al cabrón que sabía rodearse de mujeres bonitas, sin duda a esta no le faltaba nada, algo escuálida quizás, peor tenía una buena delantera y por lo que podía ver la trasera también le hacia justicia.
Alcé la mirada de su cuelo cuando la bruja me preguntó el motivo que llevaba al cambiante a tratarme de ese modo.
Tomé algo de aire, tampoco es que Ulf necesitara mucho para hablar a otros como si fueran mierda a la que pisar, sus creencias eran férreas y su bocaza demasiado grande.
El padre de Ulf , el de Skadi, el mio y otros tantos servían al Randulf por aquellos tiempos, tiempos en el que la madre de Höor se quedó en estado. Randulf estaba obsesionado con su hermana, así que como imaginaras el embarazo de la misma lo volvió loco, trató por todos los medios que esta abortara, en parte por su locura en parte porque las oráculos habían profetizado que la sangre de su sangre implicaría su caída.
A los nueve meses nació Höor, fue educado en palacio, pero pronto acabó en el patio de armas, trató Randulf de doblegarlo de todas las maneras posibles, demasiado crueles y sangrientas peor así era el tirano. Vuestro conde no dejaba de levantarse y eso hizo a muchos de los generales de Randulf abrir los ojos y comprender lo que era le coraje, si un niño podía ponerse en pie ¿por que ellos no podían plantar cara a Randulf?
Así empezó la revolución, pero como todos los inicios no fueron fáciles, así que muchos murieron, el padre de Ulf, el de Skadi y muchos otros, mi padre viendo como las cabezas rodaban en el patio de armas, una noche me cogió y escapó conmigo a Escocia dejando atrás el norte y esta guerra.
Para Ulf soy un traidor, mi padre lo era y yo también de cierta manera.
Esperaba que ahora comprendiera mas o menos donde residía el conflicto, seguí andando tras ella mientras me explicaba como eran mis tierras, mi sonrisa ladeaba delataba que aun habiéndome ido de niño a Escocia, no dejaba de recordar cada pequeño lugar.
La morena se detuvo con el ceño fruncido, enarqué la ceja sin entender cual era le problema y tal y como las acusaciones emergieron de sus labios no pude contener la rosa.
-Si, claro que conozco este lugar, pero me lo estabas contando con tanta pasión que he preferido dejarte continuar -bromeé guiñándole un ojo -¿estas liada con el conde? -pregunté sin pelos en la lengua
Mejor saberlo antes de mover alguna carta con ella, no quería mas problemas de los que ya tenía.
Alcé la mirada de su cuelo cuando la bruja me preguntó el motivo que llevaba al cambiante a tratarme de ese modo.
Tomé algo de aire, tampoco es que Ulf necesitara mucho para hablar a otros como si fueran mierda a la que pisar, sus creencias eran férreas y su bocaza demasiado grande.
El padre de Ulf , el de Skadi, el mio y otros tantos servían al Randulf por aquellos tiempos, tiempos en el que la madre de Höor se quedó en estado. Randulf estaba obsesionado con su hermana, así que como imaginaras el embarazo de la misma lo volvió loco, trató por todos los medios que esta abortara, en parte por su locura en parte porque las oráculos habían profetizado que la sangre de su sangre implicaría su caída.
A los nueve meses nació Höor, fue educado en palacio, pero pronto acabó en el patio de armas, trató Randulf de doblegarlo de todas las maneras posibles, demasiado crueles y sangrientas peor así era el tirano. Vuestro conde no dejaba de levantarse y eso hizo a muchos de los generales de Randulf abrir los ojos y comprender lo que era le coraje, si un niño podía ponerse en pie ¿por que ellos no podían plantar cara a Randulf?
Así empezó la revolución, pero como todos los inicios no fueron fáciles, así que muchos murieron, el padre de Ulf, el de Skadi y muchos otros, mi padre viendo como las cabezas rodaban en el patio de armas, una noche me cogió y escapó conmigo a Escocia dejando atrás el norte y esta guerra.
Para Ulf soy un traidor, mi padre lo era y yo también de cierta manera.
Esperaba que ahora comprendiera mas o menos donde residía el conflicto, seguí andando tras ella mientras me explicaba como eran mis tierras, mi sonrisa ladeaba delataba que aun habiéndome ido de niño a Escocia, no dejaba de recordar cada pequeño lugar.
La morena se detuvo con el ceño fruncido, enarqué la ceja sin entender cual era le problema y tal y como las acusaciones emergieron de sus labios no pude contener la rosa.
-Si, claro que conozco este lugar, pero me lo estabas contando con tanta pasión que he preferido dejarte continuar -bromeé guiñándole un ojo -¿estas liada con el conde? -pregunté sin pelos en la lengua
Mejor saberlo antes de mover alguna carta con ella, no quería mas problemas de los que ya tenía.
Rollo Sigrudsson- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 15/09/2018
Re: Traiciones (privado)
Parte de la historia la conocía, sabía lo ocurrido con Randulf, Höor y su madre. También le habían contado cómo iniciara la revolución, sin embargo, nadie le había hablado de él, de Rollo Sigrudsson, que al parecer era amigo del conde desde críos, pero al que Ulf jamás había tragado. A la völva tampoco le sorprendió descubrir eso, porque el lobo era muy territorial con sus allegados y ella lo sabía en carne propia. Tollak siempre la estaba controlando y a la que podía la dejaba en ridículo frente a todos. Según Höor era así de siempre y con todo el mundo, pero eso no hacía que la humillación escociera menos. En cierto modo se sentía identificada con el recién llegado, aunque no se lo pensaba hacer saber, al menos, por el momento.
En cuanto le respondió que obviamente conocía el lugar pero la había dejado hablar sobre ello porque se la veía ilusionada, tuvo que desviar la mirada un instante hacia el suelo. No sabía por qué, pero aquel hombre le imponía cierto… algo. Respeto no era, eso seguro. Carraspeó, volviendo a mirarle, mas cuando despegó los labios para echarle en cara que no le hubiese dicho antes que ya se conocía Akershus y no necesitaba una guía, éste le formuló aquella pregunta que hizo que la bruja enarcara una ceja antes de echarse a reír. -¿Tú eres tonto o te lo haces?- Se siguió riendo mientras negaba y con el dorso del dedo índice se secó uno de los lagrimales. -Höor y yo somos muy buenos amigos, nada más y nada menos. Él está prometido con una pirata con bastantes malas pulgas y te recomiendo mejor no mosquearla.- Se dio la vuelta y le hizo un gesto con la mano. -Anda, vamos, dejémonos de chorradas. Te llevaré a la posada. Te invito a una jarra, parece que la necesitas.- Heith no era muy abierta ni le resultaba fácil hacer amigos, conocidos siquiera, pero el hecho de tener a Ulf de “enemigo” y de ambos ser considerados forasteros, le parecía que era un buen motivo para que se hicieran compañía.
Empujó la puerta de la taberna y fue directa a tomar asiento en una de las mesas. Enseguida vino una camarera a atenderlos. -Dos jarras de cerveza y una habitación para esta noche. Aquí el amigo acaba de volver de una larga ausencia y aún no tiene donde hospedarse. Le he dicho que aquí tenéis las camas más cómodas de la ciudad.- La mujer se echó a reír con la morena y pronto les dejó a solas para ir a por sus jarras y una llave para la estancia. -Hilda es simpática. Es de las pocas mujeres que no me mira como si fuera una molestia.- Se encogió de hombros.
En cuanto le respondió que obviamente conocía el lugar pero la había dejado hablar sobre ello porque se la veía ilusionada, tuvo que desviar la mirada un instante hacia el suelo. No sabía por qué, pero aquel hombre le imponía cierto… algo. Respeto no era, eso seguro. Carraspeó, volviendo a mirarle, mas cuando despegó los labios para echarle en cara que no le hubiese dicho antes que ya se conocía Akershus y no necesitaba una guía, éste le formuló aquella pregunta que hizo que la bruja enarcara una ceja antes de echarse a reír. -¿Tú eres tonto o te lo haces?- Se siguió riendo mientras negaba y con el dorso del dedo índice se secó uno de los lagrimales. -Höor y yo somos muy buenos amigos, nada más y nada menos. Él está prometido con una pirata con bastantes malas pulgas y te recomiendo mejor no mosquearla.- Se dio la vuelta y le hizo un gesto con la mano. -Anda, vamos, dejémonos de chorradas. Te llevaré a la posada. Te invito a una jarra, parece que la necesitas.- Heith no era muy abierta ni le resultaba fácil hacer amigos, conocidos siquiera, pero el hecho de tener a Ulf de “enemigo” y de ambos ser considerados forasteros, le parecía que era un buen motivo para que se hicieran compañía.
Empujó la puerta de la taberna y fue directa a tomar asiento en una de las mesas. Enseguida vino una camarera a atenderlos. -Dos jarras de cerveza y una habitación para esta noche. Aquí el amigo acaba de volver de una larga ausencia y aún no tiene donde hospedarse. Le he dicho que aquí tenéis las camas más cómodas de la ciudad.- La mujer se echó a reír con la morena y pronto les dejó a solas para ir a por sus jarras y una llave para la estancia. -Hilda es simpática. Es de las pocas mujeres que no me mira como si fuera una molestia.- Se encogió de hombros.
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 28/04/2018
Re: Traiciones (privado)
Carta blanca, sus palabras acababan de darme carta blanca para poder llevarmela a la cama. Ahora mismo debía ser el hombre menos popular de Akershus, tildado de traidor por Ulf, pocos serían los que se atreverían a acercarse con la intención de tenderme una mano y muchos los que me escupirían gustosos tras darme una paliza.
Si algo no perdona el norte es la traición y para ellos yo era lo mismo que mi padre alguien merecedor del águila de sangre.
Ladeé la sonrisa ante la broma de la hechicera, necesitaría una jarra o dos y seguramente en ese camastro pillaría pulgas porque dudaba que la creme, de la creme se alojara ahí arriba, peor bueno ¿tenía algo mejor? Estaba claro que no.
Tomamos asiento en una mesa del fondo, frente a la lumbre prendida, la joven morena tampoco parecía gozar de las atenciones de los allí presentes, y eso que estaba muy buena.
-¿que pasa que eres estrecha? -pregunté al percatarme que los hombres pasaban de ella.
Solo se me ocurrían dos motivos para eso, uno que perteneciera a Höor y nadie en su sano juicio desafiaría al conde en el norte y otro que le fueran las mujeres, lo que implicaría que la mitad de la taberna estaría tratando de follársela, pero ni hombres ni mujeres reparaban en su cuenta, así que lo mas seguro es que hubiera rechazado ambas cosas, total, estrecha.
Me eché a reír al verla fruncir el ceño y alcé una mano para que n ose molestara en escupir veneno.
-Perfecto, ademas de traidor, estoy con la única mujer que no podría follarme de todo Akershus ¿oráculo cierto?
No podía ser otra cosa, las damas consagradas a los dioses no se tocaban, les pertenecían y su virginidad era requisito indispensable para poder seguir recibiendo sus favores.
No se pro que pero la mujer cada vez parecía mas cabreada.
-Ademas una oráculo con mala ostia, perfecto, mi noche mejora por momentos ¿ademas de habitación sabes donde puedo conseguir una puta? -pregunté humedeciendome los labios.
Mucho había tardado, pero desde una de las mesas un grandullón alzó la voz animado por el alcohol.
-Tu padre era un traidor -escupió con desprecio mientras el resto de los presentes se reían y golpeaban la mesa pidiendo pelea.
-Si, y tu madre una puta, una lastima, tendremos que vivir con ellos los dos ¿cuanto cobra pro cierto? Le preguntaba a mi amiga si conocía alguna y fijate..casualidades de la vida.
La ironía se me daba bien, aunque tendía a meterme en líos. El tipo se levantó con esa pinta de mastodonte, daba igual lo que hubiera dicho, su idea era pegarme y al menos yo así me quedaba a gusto.
Si algo no perdona el norte es la traición y para ellos yo era lo mismo que mi padre alguien merecedor del águila de sangre.
Ladeé la sonrisa ante la broma de la hechicera, necesitaría una jarra o dos y seguramente en ese camastro pillaría pulgas porque dudaba que la creme, de la creme se alojara ahí arriba, peor bueno ¿tenía algo mejor? Estaba claro que no.
Tomamos asiento en una mesa del fondo, frente a la lumbre prendida, la joven morena tampoco parecía gozar de las atenciones de los allí presentes, y eso que estaba muy buena.
-¿que pasa que eres estrecha? -pregunté al percatarme que los hombres pasaban de ella.
Solo se me ocurrían dos motivos para eso, uno que perteneciera a Höor y nadie en su sano juicio desafiaría al conde en el norte y otro que le fueran las mujeres, lo que implicaría que la mitad de la taberna estaría tratando de follársela, pero ni hombres ni mujeres reparaban en su cuenta, así que lo mas seguro es que hubiera rechazado ambas cosas, total, estrecha.
Me eché a reír al verla fruncir el ceño y alcé una mano para que n ose molestara en escupir veneno.
-Perfecto, ademas de traidor, estoy con la única mujer que no podría follarme de todo Akershus ¿oráculo cierto?
No podía ser otra cosa, las damas consagradas a los dioses no se tocaban, les pertenecían y su virginidad era requisito indispensable para poder seguir recibiendo sus favores.
No se pro que pero la mujer cada vez parecía mas cabreada.
-Ademas una oráculo con mala ostia, perfecto, mi noche mejora por momentos ¿ademas de habitación sabes donde puedo conseguir una puta? -pregunté humedeciendome los labios.
Mucho había tardado, pero desde una de las mesas un grandullón alzó la voz animado por el alcohol.
-Tu padre era un traidor -escupió con desprecio mientras el resto de los presentes se reían y golpeaban la mesa pidiendo pelea.
-Si, y tu madre una puta, una lastima, tendremos que vivir con ellos los dos ¿cuanto cobra pro cierto? Le preguntaba a mi amiga si conocía alguna y fijate..casualidades de la vida.
La ironía se me daba bien, aunque tendía a meterme en líos. El tipo se levantó con esa pinta de mastodonte, daba igual lo que hubiera dicho, su idea era pegarme y al menos yo así me quedaba a gusto.
Rollo Sigrudsson- Humano Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 15/09/2018
Re: Traiciones (privado)
La mirada de la bruja se fue oscureciendo con cada comentario estúpido que salía de la boca ajena. Enseguida lamentó haber pensado que, tal vez, siendo los dos tan poco queridos en Akershus podrían apoyarse, ayudarse e incluso llegar a ser compañeros, quizá amigos con el tiempo. Resopló, echándose hacia delante y clavó sus pardos en los foráneos. -Pensaba que habiéndote criado fuera serías diferente, pero eres tan gilipollas como todos los vikingos. Serás un desertor para Ulf, pero sigues siendo un bárbaro idiota por dentro. Uno más.- Le hubiese golpeado en el vientre de no tener la mesa por medio, porque se había ganado una paliza en un solo momento. En eso se parecía bastante al conde y al cambiante, de pequeños debían ser los tres uña y carne. Todos igual de poco agradables y metepatas.
Les trajeron las jarras y ella cogió la suya de inmediato para darle un par de tragos. Se estaba mordiendo la lengua mentalmente, porque como empezara a soltar todo lo que le estaba pasando por la cabeza, iba a dejar en ridículo a Rollo delante de aquellos que, de por sí, ya le miraban con desprecio. Se notaba la tensión en el ambiente, pero la völva estaba acostumbrada ya, al menos con las mujeres, así que se había hecho a ello e ignoraba a todos a su alrededor con frecuencia. -No soy ninguna oráculo, sencillamente no me abro de piernas con el primero que pasa por delante como parece ser normal para vosotros, los bárbaros. Puedo ser norteña, pero he vivido alejada de costumbres mundanas mucho tiempo y tengo una personalidad propia.- Espetó como contestación a sus constantes quejas y reproches. Parecía un niño y no un hombre.
Pronto un grandullón se dirigió a Sigrudsson, llamándole traidor, a su padre, pero indirectamente también se lo llamaba a él y eso era algo que sabían todos los presentes. Las segundas eran algo muy habitual en el norte, aunque no tuvieran gracia para soltarlas. El hombre que tenía delante no se calló y como el otro había atacado a su familia, él hizo lo mismo, enlazando con la conversación que había tenido hacía unos segundos con la hechicera.
El tipo pareció tener menos aguante que Rollo y se levantó con la cara roja, más por el cabreo que por el alcohol que corría ya por sus venas. Höor le había pedido que cuidara de su viejo amigo y Heith se alzó de su silla para interponerse en el camino de aquel que se acercaba dando pesados y cortos pasos en dirección a su mesa. -No quieres meterte con él, Hask.- La pequeña mano de la völva se posó sobre el pecho del enorme hombre, el cual la miró y después el rostro de la bruja. A continuación rio con desprecio y levantó el brazo para empujarla, pero ella se agachó rápidamente y esquivo el lento y beodo movimiento ajeno. -Puedo contigo.- Aseguró la hechicera, mirándole desde abajo, aunque ya volvía a estar erguida. Ella era menuda ya de por sí, pero comparada con aquella mole, se veía aún más diminuta. Todos estallaron en carcajadas, mas la mirada de Heith permaneció atenta, seria y penetrante.
Les trajeron las jarras y ella cogió la suya de inmediato para darle un par de tragos. Se estaba mordiendo la lengua mentalmente, porque como empezara a soltar todo lo que le estaba pasando por la cabeza, iba a dejar en ridículo a Rollo delante de aquellos que, de por sí, ya le miraban con desprecio. Se notaba la tensión en el ambiente, pero la völva estaba acostumbrada ya, al menos con las mujeres, así que se había hecho a ello e ignoraba a todos a su alrededor con frecuencia. -No soy ninguna oráculo, sencillamente no me abro de piernas con el primero que pasa por delante como parece ser normal para vosotros, los bárbaros. Puedo ser norteña, pero he vivido alejada de costumbres mundanas mucho tiempo y tengo una personalidad propia.- Espetó como contestación a sus constantes quejas y reproches. Parecía un niño y no un hombre.
Pronto un grandullón se dirigió a Sigrudsson, llamándole traidor, a su padre, pero indirectamente también se lo llamaba a él y eso era algo que sabían todos los presentes. Las segundas eran algo muy habitual en el norte, aunque no tuvieran gracia para soltarlas. El hombre que tenía delante no se calló y como el otro había atacado a su familia, él hizo lo mismo, enlazando con la conversación que había tenido hacía unos segundos con la hechicera.
El tipo pareció tener menos aguante que Rollo y se levantó con la cara roja, más por el cabreo que por el alcohol que corría ya por sus venas. Höor le había pedido que cuidara de su viejo amigo y Heith se alzó de su silla para interponerse en el camino de aquel que se acercaba dando pesados y cortos pasos en dirección a su mesa. -No quieres meterte con él, Hask.- La pequeña mano de la völva se posó sobre el pecho del enorme hombre, el cual la miró y después el rostro de la bruja. A continuación rio con desprecio y levantó el brazo para empujarla, pero ella se agachó rápidamente y esquivo el lento y beodo movimiento ajeno. -Puedo contigo.- Aseguró la hechicera, mirándole desde abajo, aunque ya volvía a estar erguida. Ella era menuda ya de por sí, pero comparada con aquella mole, se veía aún más diminuta. Todos estallaron en carcajadas, mas la mirada de Heith permaneció atenta, seria y penetrante.
Heith Baltz- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 28/04/2018
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