Injusticia a la magia (Libre)

por **Elizabeth B. Chamborne** Mar Oct 16, 2018 6:22 pm

No todo se muestra como es y en la pintura que estaba pintando aquella tarde no es que pudiera decirse que lo hubiera hecho con demasiada inspiración. Desde que el otoño cayó sobre París, se había agazapado entre sus lienzos de obras fallidas haciendo crecer la desesperación del pensamiento de que nada le salía como ella quería. Su hermano en cambio, le aconsejo que no forzase las cosas, que si no se obsesionaba con la idea de hacerlo todo casi perfecto, que probablemente las cosas saldrían por si solas, pero ella quería que saliera bien y no desperdiciar tiempo y dinero en materiales de los que siempre acababa por desgastar del uso.

La lenta respiración que se introdujo en el cuerpo fue calmándola de sus demonios que al parecer querían decirle que se rindiera mientras que su parte buena seguía diciendo que no hiciera caso a su parte mala y que nunca se rindiera. Eran voces en su cabeza que la estaban volviendo completamente loca por lo que se apartó de lo que estaba haciendo y con paso lento pero seguro se encaminaba tranquilamente por los pasillos de la mansión en la que vivía con su hermano. Nunca se cansaba de los paisajes de su hogar, de las pinturas en grandes marcos de oro, representaciones de escenas mitológicas, de familiares que ahora yacían en el cielo o en el olvido dependiendo de cuál de estos familiares.

No tuvo prisa en moverse por su hogar.

Estaba todo demasiado tranquilo como para ponerse nerviosa, es más, estaba tranquila, en paz y no sentía ninguna presencia que le incordiara a excepto de la hermosa media luna que brillaba a duras penas sostenida en la inmensidad de la oscuridad de la noche. Sí. Ya era de noche. Todo parecía haber pasado en un abrir y cerrar de ojos y lo siguiente que rompió el silencio que había en aquella mansión le hizo coger lo primero que pillo entre sus manos, un bastón de hierro que había cerca de la chimenea, con esta en mano Elizabeth iba poco a poco por la casa por la que ya no estaba segura.

Seguía caminando y viendo a la gente correr por los carriles de las calles que había entre las casas se acercó a la ventana para poder ver un poco más de cerca y vio que estaban alejándose de los hogares con antorchas, gritaban “bruja!” “Blasfemia!” a una mujer que parecía estar queriendo defenderse de los que la estaban acusando de manera injusta.

Cuando pretendía ir a ayudar, el mayordomo le negó y la mantuvo dentro de la mansión, este mismo mandó a cerrar cada vía libre de escape que hubiera en la casa y para cuando todo estuvo bien listo, Elizabeth refunfuñó pensando en que nadie creía que ella podía ser útil.