Papa Bear Residence (libre)

por **Deimos Deligiannis** Vie Nov 02, 2018 9:02 pm

Deimos no había dormido demasiado en la noche para poder ahora estar despierto con un rifle temblando entre sus manos.

La noche pasada escuchó que habían robado y atacado violentamente un vecindario y ahora estaban todos en guardia esperando a ver quién sería el siguiente objetivo. Deimos estaba con su arma entre los dedos esperando a que algo pasara pero en realidad estaba todo demasiado tranquilo como para que pudiera pasar algo. Sus sirvientas y mayordomos se fueron a dormir mientras el permanecía solo en la sala de estar frente a la chimenea pensando en cuando podría venir su atacante o aquel que estaba amenazando a un vecindario entero. El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo. Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después. La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque no han hecho nada de su vida. Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo; todo hombre es un fragmento del continente, una parte de un conjunto.

Por lo que Deimos, pensando en que estaba preparado, decidió dejar el arma contra la repisa de la chimenea e ir hacia el pasillo para poder despejarse del miedo que tenía instalado en su cuerpo. Paseos largos y tendidos daba alrededor de su casa. Deimos miraba los cuadros de los pasillos que estaban colgados por cada lugar de las paredes, montones de representaciones familiares, sus padres, tíos, primos, alguna pintura famosa que no le gustara demasiado pero que tenía que ocupar sitio….Deimos entonces se paró enfrente de una sala que siempre mantenía cerrada. Era la de invitados que usaba cuando alguien venía a visitarlo pero hace mucho tiempo de eso ya de que nadie lo visita hace tiempo. Eran las doce de la noche y decidió dar pasos hacia atrás en busca de aquello que podría servirle de defensa personal. Si. La escopeta que estaba sujetando hace unos instantes. Cuando entró en la sala de la chimenea, Deimos observó que la escopeta estaba quieta y silenciosa, se tomó la libertad de tomarla con lentitud y se sentó en el sillón que tenía delante de la chimenea en la que crispaba el sonido de la madera quemarse de manera demasiada lenta.