Todo o nada (Leila Dracarys, Aqueron Dracarys)

Era el gran día, después de tanto esforzarse y dialogar había conseguido reunir la cantidad de posibles inversionistas que quería, estos estaban en una fiesta donde habían sido invitados al igual que otros posibles interesados que acudieron por simple curiosidad a lo que el joven tenia que ofrecer, el había gastado todos su ahorros y logros anteriores para poder realizar tal acto donde pudiere conseguir la gente interesada, todo por consejo de uno que decía ya a verse decidido a invertir en los proyectos del muchacho.

La fiesta estaba por empezar el momento mas alto, en ese instante el chico se miraba en el espejo, observando la ropa que se había tenido que comprar para poder aparentar al mismo nivel que los demás, este salio y estuve un buen rato tratando de convencer a un grupo de hombres del norte de parís, que eran algo reacios a los avances tecnológicos referidos a las maquinas ferroviales, pero de a poco entre bromas y tragos iba logrando convencerlos, cuando algo llamo su atención y pareció incluso algo congelado.

Fue tanto el impacto que incluso los hombres se dieron cuenta de lo que estaba pasando y dando un suave golpe en su hombro lo incitaron que fuera en su encuentro, había notado la presencia de Leila, la joven que misteriosamente había conocido aquel extraño día aun no podía sacarla de su mente por eso su freezeo al verla en aquel lugar busco acercarse a ella de forma lenta pero a la vez necesitando que ella lo notara.

-hee leila... digo Señorita Dracarys un placer...

Dijo al notar la presencia de un hombre que la acompañaba algo ya mayor y realizando una reverencia hacia la joven con un saludo muy formal.

Los últimos rayos diurnos fueron ocultándose poco a poco tras el horizonte, dando rienda suelta a mi peculiar libertad nocturna en una noche que llevaba anhelando desde hacía semanas, cuando llegó hasta mis oídos una innovadora exposición sobre nuevos métodos de transporte a manos de un joven emprendedor que casualmente era el joven que había conocido semanas atrás en aquella taberna de mala muerte donde sólo entré a tomar una copa y salí acompañada por el hombre más peculiar que había conocido hasta entonces. Esta exposición tendría lugar en el Palacio Royal, y solo los hombres más influyentes de la ciudad estarían invitados a la misma, otorgándoles la ventaja de convertirse en los primeros inversores de las ideas más pioneras del mundo.

Desde la noche en que recibí dicha noticia había ensayado frente al espejo mil y un saludos, palabras elocuentes que mencionar para tratar de impresionarle, sonrisas y gestos con los que esperaba que se fijase en mí; sin embargo minutos antes de que el carruaje se detuviese frente al portal de la casa, me encontraba nerviosa como nunca lo había estado. Aquel humano había conseguido despertar levemente en mi interior sensaciones que desde mi conversión había pensado que no volvería a experimentar; y por extraño que pareciese, desde que nuestras miradas se cruzaron por primera vez, era como sí mi parte humana que llevaba latente tanto tiempo emergiese poco a poco junto con la idea de volverlo a ver.

No me había resultado difícil convencer a Aqueron que me dejase a acompañarlo a una fiesta a la que había sido invitado por su posición entre los peces gordos de la capital, explicándole lo importante que era para mí volverá ver al joven que me hacía ver y sentir todo de otro modo. De modo que tras dedicar varios días a escoger un precioso vestido rojo vino que destacaba mi fina piel y prepararme para aquel encuentro, me aventuré hacia el carruaje con premura, incluso antes de que mi padre adoptivo estuviese preparado para nuestro paseo.
Minutos después llegamos al Palacio Royal donde se desarrollaría la exposición, y entre todo tipo de carruajes y de humanos vestidos de gala, avancé con nerviosismo asida del brazo de mi padre, buscando con inquietud aquella aura diferente de todas las demás, razón por la cual yo estaba allí. Finalmente conseguí localizaron entre otros humanos que parecían estar interesados en sus investigaciones, y con un ligero tiron del brazo, le indiqué a Aqueron quien era el joven humano que se había convertido en mi brújula.

-Buenas noches Señor Blackwave. Es un placer volver a verle, y más sabiendo que esta noche es su debut como inventor.- afirmé sonriéndoles con dulzura, mientras mis manos es clavaban ligeramente en el brazo de Aqueron.- Le presento a Aqueron Dracarys, mi padre.- me aventuré a presentar con rapidez, antes de que pudiese pensar que mi acompañante tenía algún tipo de relación no parental conmigo.- ¿Cómo le está yendo la exposición?- pregunté con curiosidad, esperando que Aqueron se interesase por los inventos de Jack.