Si no vas a amar mis demonios, no trates de sacarme del infierno.

por **Belcebu Black** Dom Dic 09, 2018 9:18 am

Esa noche L Enfern estaba abarrotado, supongo que de algún modo el día de los muertos representaba nuestro renacer a la vida, o algo parecido pues andaban en un delicioso vilo entre la vida, la muerte o sendas cosas.
El caso es que los inmortales siempre encontraban un motivo para celebrar y el antro de Raziel se había convertido en el lugar mas famoso para los nuestros en toda París, muchos eran incluso los que venían de fuera para contentar a los Black, mostrarles sus respetos y disfrutar de aquello que eran, vampiros, sin tener que ocultarse de la humanidad.

Raziel y yo bebíamos sentados en una de las mesas mirando pasar a las preciosas camareras vestidas de Catrinas, lo de vestidas era una forma de hablar porque poco dejaban a la imaginación, eso y su palpitante corazón retumbando enérgico era casa mas enloquecedor que la música a toda pastilla del grupo que tocaba sobre la tarima.

El alcohol corría a raudales, las drogas pasaban de mano en mano y las bellas humanas servían como rebaño a todo aquel que quería algo mas que sangre en vaso.
La regla era clara, no se podía matar a ninguna de las esclavas del Cabaret, era nuestro rebaño y si a alguien se le pasaba la mano supondría una afrenta para nosotros.

Sade nos trajo una pipa y algo de droga que quemar en ella, tomé la manguera y di un par de rápidas caladas para que esta prendiera, cerré los ojos dejando emerger el blanquecino humo por mis labios, me relamí dejando que le mismo nublara mi mente mas de l oque estaba.

-La noche esta siendo todo un éxito -dijo Raziel tomando ahora la boquilla.

En ese instante una de las Catrinas se acercó con una mujer de pelo fuego que la parecer había insistido mucho en vernos, no era una novedad, por mi cama pasaban muchas así que traté de enfocarla para saber si era una de ellas, yo a diferencia de los demás hermanos que tenía no estaba muerto, podía preñar a una humana ¿sería ese el motivo?

-¿que quieres? -espeté.

por **Betzabell Asharu** Mar Dic 18, 2018 7:21 am

Betzabell tiene una idea clara en la cabeza desde aquél encuentro con la serpiente en el que estuviera al borde de la muerte. En sus delirios, con la ponzoña entremezclada con su torrente sanguíneo, la hechicera fundió su realidad con su sueño y lo que para ella, fue una visión de su historia, su origen y su esencia, para los demás son delirios propios de la insanidad mental y los resquicios de la agonía que durante una semana le dejó postrada en cama. La sociedad, incluso parte de sus compañeros, la consideraron loca de atar y como tal, la refundieron en un agujero para que se pudriera y evitar así, que sus empeños por encontrar ansiosamente respuestas a sus preguntas primigenias, desataran un mal mucho mayor del que una loca podría ocasionar. Sus poderes no son los que ella afirma, son de lo más normal en la prole de hechiceros. Son sus delirios lo que la hacen crear una nueva realidad en su mente, haciendo que sus ojos vean lo que sus fantasías quieren.

Para Betzabell no hay más verdad que la que vió en esas predicciones o bien, en los retazos de las imágenes de un pasado antiguo como el momento en que fue engendrada. Vio a su madre tocada por su padre y teniendo un apareamiento que para ella, es parte de los secretos que su progenitora se llevase a la tumba. Su padre, es un ángel y tal cual, ella, Betzabell, es una nephillim y para comprobarlo a todos aquéllos en el aquelarre, hizo lo imposible por escapar y encontrar los rastros de aquéllos que tienen el icor para darle el poder de convocar a aquél que la engendrase una noche de eclipse solar. Es ella, una Asharu, su magia lo indica puesto que puede controlar los vientos, controlar la vida de las personas y a su vez, tiene el toque de los ángeles porque le permiten hacer predicciones. Es tal cual, una nephillim y sus congéneres se niegan a verlo. Ciegos, tercos e ignorantes. Temerosos de su verdad, su poder y su pasado.

Después de tanto tiempo en la oscuridad, un día logró huir, escapó a las fuerzas que la mantenían oculta llegando con otras mucho más peligrosas que el aquelarre mismo: la iglesia. Si bien la Inquisición debió matarla, algo en su locura, en sus palabras, hizo que uno de los Obispos le creyera y la refundiera en una de las mazmorras para analizarla. Los símbolos de su espalda son bizarros, nadie entiende cómo se los hizo y al comprobar que eran invocaciones anglicales, la iglesia empezó a temblar. ¿Sería un profeta? ¿Su poder sería comparable al de los apóstoles? Y ahí, perdió tres largos años de su vida, en medio de tormentos, ordalías y demás pruebas dejando más confusos a los inquisidores con sus respuestas. Hasta que se hartó. Una noche, decidió huir de ahí, lo que podría aprender quedó atrás y fue conseguido, ahora deseaba emerger para continuar su camino. Detrás de ella, la pequeña cárcel en que era contenida, quedó destrozada y su paso, fue el mismo para continuar con su camino y conseguir sus fines.

Tres años después de escaparse de la inquisición, llega a París. Disfrazada su esencia, rostro y cabellos para que nadie la pueda distinguir, ocupando parte del dinero que consiguió vendiendo sus artes, la hechicera llegó a las puertas de un sitio donde, dicen, hay un ente que puede ayudarle. Que se hace decir demonio y por curiosidad, ella desea conocerlo para saber si le servirá o no. Pregunta por él y le guían hasta una mesa, donde sólo hay dos vampiros. Lo curioso es la esencia de uno de ellos, porque es diferente de los demás chupasangres. Es presentada por una de las camareras y ante el recibimiento adusto, sólo puede responder con tranquilidad - Busco a aquél que se hace llamar Belcebú y pago bien por una onza de su sangre - con eso, podrá hacer funcionar el ritual para convocar a su padre. Si la sangre no sirve, entonces habrá malgastado una buena bolsa de dinero que justo ahora, pone sobre la mesa.

por **Belcebu Black** Mar Dic 18, 2018 7:48 am

Miré a la muchacha de arriba a bajo antes de estallar en sonoras carcajadas, eso era bueno, quería una onza de mi sangre ¿acaso yo tenía pinta de ser un alma caritativa? Raziel se descojonaba en el sitio mirándome de reojo, la única que se mantenía seria era la joven de ojos claros que al parecer no entendía el chiste que había contado.

-Soy Belcebu – le dije pasandole la manguera para que se pusiera a tono, a fin de cuentas, la cordura ya la había perdido al entrar por la puerta - ¿tengo pinta de necesitar tu dinero? -pregunté abriendo los brazos para que se diera por enterada de que si algo me sobraba era justo de eso – Solo hay dos maneras para que puedas conseguir una onza de mi sangre, la primera es hacerme sangrar y francamente te lo desaconsejo, soy difícil de vencer y mas aun de matar.

Me alcé como el depredador que era, con los ojos rojos como el mismo fuego hasta quedar frente a ella, mi sonrisa se afiló al ver que la chica lejos de recular permanecía quieta, sin duda estaba loca, nadie en su sano juicio no temía al demonio hijo de Assur Black.
Mas pronto me percaté de lago que llamó mi atención, su olor, su sangre tenía un olor distinto al del resto de mortales que yo había conocido, como la bestia que era orillé mi nariz a su cuello, su cabeza se ladeo casi de forma instintiva dándome acceso, mi nariz rozó su piel despacio, mis labios se entreabrieron al embriagarme de aquel peculiar olor que jamas había percibido hasta hoy.

-¿Que eres? -pregunté al despegar mi rostro de su piel, mas no por ello mi cuerpo del ajeno.

No era una mera humana, ni siquiera solo una hechicera, algo mezclado en su sangre o quizás solo iba demasiado puesto, esa también era una posibilidad.
Sacudí mi cabeza volviendo a dejarme caer en el sofá rojo desde donde Raziel nos miraba entretenido.

- La otra forma es llegando a un buen acuerdo, un intercambio, algo que crea justo ¿que estas dispuesta a entregarme? Ten cuidado con lo que respondas, quizás al final de la noche termines sin alma.

por **Betzabell Asharu** Mar Dic 18, 2018 8:50 am

Ambos estallan en carcajadas, en lugar de hacerla enfurecer, lo comprende. Todos se ríen de su intención, de sus búsquedas y comandas extrañas. Es parte de su karma, de su propia paradoja que la atrapa. Cada ocasión que busca invocar a su padre, le es complicado cada paso, tormentoso, angustiante. Le falta el último ingrediente, la sangre de aquél que tenga los vestigios del toque divino, del dios mismo de la creación. Y si los rumores son ciertos, Belcebú la tiene. La manguera es extendida para que la tome, lo hace, pero al contrario de lo que esperan ambos, la jala de un tirón haciéndola caer al piso.

- Tu labor es la decadencia y el mancillar todo lo que toques, no estoy en tu lista, mucho menos en tu menú - con eso zanja cualquier intento por tentarla a los vicios. Es pura, ni siquiera la muerte le opaca el espíritu fuerte e indomable, el alma pura que continúa brillando. Los ángeles tienen que dar muerte de vez en vez a todos aquéllos que se oponen a los designios de Dios y como tal, Betzabell obedece esas comandas.

Es correcto, los ropajes caros confirman las palabras masculinas. Las ofertas se dejan en la mesa, haciendo que la mujer las categorice buscando rápido una opción a sus deseos. A lo que quiere dar y a lo que no. La figura se incorpora dejando a la vista la desigualdad de estaturas entre ambos. A diferencia de sus congéneres, la hechicera es mucho más baja que la media y a pesar de su metro setenta y cinco de altura, sigue en desventaja ante el demonio que se crece con los ojos llenos del fuego de los avernos. Rojos como las mismas llamas, cubiertos por la sangre que clama a la propia mujer y en definitiva, le indica que para obtener lo que busca, tendrá que pelear. Si causa miedo en el interior de la mujer, nada lo hace parecer. Estoica, permanece en su sitio como si midiera a este Goliath con interés e inteligencia poco antes vista por el demonio. Calculando, sopesando, estudiando. Algo cambia las tornas de lo que iba a ser una agresión y se convierte en un enigma. El propio Belcebú muestra un interés inusitado a ojos de su propio compañero que esperaba una pelea y ahora, parece sorprendido por la manera en que el demonio la huele.

Ella solícita, ladea la cabeza dejando que él se deje tentar por su esencia sintiendo al mismo tiempo la suya, esa magia propia de aquéllos que fueron castigados y obligados a caer al abismo de los infiernos de donde escaparon. Eso cree la pequeña hechicera confundiendo los poderes del vampiro con los de un demonio en su insana creencia que afecta su mente y trastoca su realidad. Las esencias de los hijos de Dios vibran reconociéndose, así es como justifica el estremecimiento que la recorre. La pregunta tiene muchas respuestas, cada una más alocada que la otra y en cambio, Betzabell alza la mirada hasta encontrarse con los rubíes que fulguran en medio del masculino rostro. - Everybody knows - responde sin decir más. En cuanto el vampiro se deja caer al sillón, las opciones se reducen a una. Recoge la bolsa del dinero y la resguarda entre sus ropas. Deja un vial en la mesa. El envase es de cristal con una cubierta de corcho. - ¿Quién dice que sólo bajo tus reglas se hará esta transacción? ¿Quién dice que perderé mi alma? ¿Baal Zebub? Ese era tu nombre en la antiguedad, de las viejas adoraciones al demonio de las moscas y no estoy dispuesta a negociar más que con la primera encomienda - su mano diestra se alarga cual serpiente buscando su objetivo.

Le sujeta con el pulgar y el resto de los dedos ambas mejillas del vampiro deformando su boca al apretar, encajando las uñas sumergidas en plata misma haciendo que queme y penetrando la piel hasta hacerla sangrar. Ni la visión de sus colmillos la saca del trance - prefiero hacerte sangrar como lo pediste, que darte mi alma. ¿No fue esa tu apuesta? "La primera es hacerme sangrar" - el viento se arremolina alrededor de ella. En cuanto Raziel hace cualquier movimiento ofensivo, las ráfagas le detienen manteniéndolo en su sitio. - No te entrometas, sanguijuela. Ésto es entre él y yo. Ahora, Baal Zebub, estás sangrando como pediste. Y quiero mi pago porque he hecho realidad tu petición, no hay necesidad de matarte, demonio, para eso está Dios - suelta su agarre con un ademán de asco. Tenía a su favor la sorpresa. La propia alteración de su apariencia impedía que pudieran ver qué tan bien preparada venía. Si iba a meterse a un bar de demonios, lo primero que debe aprender es a llevar todo aquéllo que los lastima y la plata es uno de sus puntos más débiles. - Quizá, si eres capaz de cumplir tu palabra, que lo dudo cual demonio que eres, te conceda la venia de responderte tres preguntas - se aleja dos pasos, no sin antes acercar el vial esperando que haga lo que prometió: sangrar.

por **Belcebu Black** Mar Dic 18, 2018 10:34 am

No es lo que espero y aun así lo hace, admito que a la hechicera no le falta arrojo y de nuevo acorta nuestra distancia para enfrentarnos de nuevo. En inicio le permito que sus manos agarren mi rostro, quizás por esa especie de química extraña que nos envuelve mientras el duelo de miradas es atajado por sus palabras.

-deberías agacharte para poder besarme -le recuerdo por si su estupidez llega a no entender como funciona.

Sus reglas, mi sonrisa se afila por un instante, yo siempre juego con las propias, es lo que tiene ser el rey del averno, mas la pelirroja apretá entonces mis mejilla y en ellas hunde sus uñas untadas en plata, sangro, apenas unas gotas que resbajan por sendas mejillas y se pierden en mi barba de unos días.

Raziel hace ademan de alzarse, mas algo se lo impide, pero el que impide que Kiva y Beist la destruyan soy yo alzando el brazo para que se detengan.
La hechicera suelta mi rostro y enfila el vial pidiendo cumpla con mi promesa, soy un demonio y también un Black y de un modo u otro eso me convierte en alguien de quien no se debe de fiar.

-Soy esclavo de mis palabras, y dueño de mis silencios -dije tomando el vial con la diestra.

Llevé mi zurda a la boca, mis colmillos sajaron la palma de forma violenta, cerré el puño y lo apreté dejando que el incesante caudal escarlata llenara el tubo y con esto saldar la deuda.
Ella permanece en pie, creo que espera tres preguntas, las mismas que no formulo, por contra me alzó del sofá de nuevo para encararla esta vez extendiendo la mano para ofrecerle su pago, mi sangre, su mano atrapa el tubo, mas yo no lo suelto y ahí nuestras pieles se rozan de nuevo.

Sus ojos me buscan, los míos la alcanzan, el silencio se impone entre el murmullo del Infierno.

-Has perdido algo mas que tu alma en este encuentro Nephilin

Suelto el tuvo que ella coge y guarda dispuesta a largarse pues tiene lo que busca, mas algo me dice por contra que la oscuridad ha eclipsado la luz, somos presos del destino.

-¿Tu nombre? -pido como único pago ahorrándole las otras dos preguntas.

por **Betzabell Asharu** Mar Dic 18, 2018 12:51 pm

¿Besarlo? Jamás permitiría que su ser se manchase con semejante corrupción, la de un demonio ni más, ni menos. La de Baal Zebub, por cierto, una que es propicia para crear una podredumbre y deshacer todo aquéllo que toca, haciendo que las moscas proliferen ahí donde su tacto llega. Ha estudiado durante tantos años que ya a estas alturas de la vida, poco es lo que se le puede contar para que la sorprendan. - Nunca tendrás el beneficio de un beso de mis labios a menos que lo ganes a pulso y ahora mismo, estás en desventaja - aquélla orientada al hecho de que ella sabe quién es y por el contrario, este ser no. Decir que los ademanes de los otros dos que parecen listos para la afrenta la preocupan es mentir. Está lista para enfrentarse a una horda de demonios en caso de ser necesario con tal de salir airosa con el vial en sus manos.

Su promesa cumplida crea una algarabía en el interior de la hechicera que sonríe por vez primera después de mucho tiempo de erradicar ese gesto en su rostro. Incluso, los músculos engarrotados se forzan a mostrar ese sentimiento de alegría. Lo observa con detenimiento, cómo rompe la piel de su palma con los colmillos de la bestia haciendo que los pequeños ríos llenen el contenedor y no más. El puño cerrado es una afrenta para muchos, en el cielo, los ángeles se desatan preparándose para la guerra porque pocos entienden lo que está haciendo esta humana porque el padre de la misma habló con ella a espaldas de todos los demás. El icor resbala hipnotizando a la joven como lo hiciera aquella sierpe antes de morder. Su mano inicia un pequeño temblor sólo visible para ojos poco humanos.

El vial se ofrece en manos de un hombre más alto que ella que vuelve a hacer gala de su supremacía al alzarse, más no se suelta cuando por fin Betzabell lo sujeta haciendo contacto con la piel de aquél que fue tocado en la creación y cuya fuerza vuelve a vibrar en el pecho de la humana. Su esencia se comunica con la suya, le da un poder de conocimiento que ella dista de querer darlo a menos que haga las preguntas precisas. El objeto sigue en medio de ambos, sin ser llevado a ninguno de los dos, ya sea para retractarse o para regocijarse en el triunfo. Los orbes verde esmeralda envueltos en magia de la hechicera se alzan con interrogantes hacia los de fuego que la observan. - Lo dudo, no has logrado corromperme, demonio. Y sigo mis pasos hacia mi objetivo, no me desvié - razona como si ésto fuera suficiente guardando con presteza el tubo entre sus ropas para asegurarse de llevarlo consigo a donde el hechizo se desarrollará.

La única pregunta que se alza entre ellos, es respondida con una leve sonrisa. - Betzabell - susurra antes de dar el primer paso hacia atrás, buscando retirarse de ahí. - Gracias, Belcebú, te pondré tu ofrenda cuando termine de hacer mis labores para que vayas a comerla cuando lo consideres prudente como debe ser y lo prometido es deuda. Te debo dos respuestas - hace una reverencia girando el cuerpo. Un revés de la mano hace que los vientos que sostenían a Raziel dejen de contenerlo - lamento mi poca educación, señor. Prometo que no volverá a pasar mientras usted cumpla con no meterse donde no le llaman - y tras ésto, empieza a caminar apretando el vial dentro de sus ropas, sabiendo que la invocación funcionará.

por **Belcebu Black** Mar Dic 18, 2018 4:17 pm

Mis ojos siguieron su estela mientras caminaba entre la multitud hacia la salida de Lenfern, su nombre retumbó en mis oídos, no había duda de mi interés por esa mujer, algo que no solía mostrar en mis encuentros de una noche en el lecho. Di un nuevo trago del vaso de whisky relamiendome los labios sin dejar de mirar hacía ella hasta que salio de la escena.

-¿estas loco Belcebu? -rugió Raziel

Mi sonrisa se afilo con un deje de diversión mientras miraba cómplice a Beist que se mordía la lengua por no estallar en carcajadas.

-Algo me dice que la volveré a ver, saqué de del bolsillo interno de mi chaqueta el vial con mi sangre roja en su interior.

La cara de Raziel era un poema, no entendía una mierda, aunque pronto cayó en lo que había pasado, en el juego de manos, al levantarme de la mesa guardé el vial y Beist creó una ilusión del mismo, así que lo que portaba la Nefilim era aire, nada.

-¡Que hijo de puta eres! -dijo Raziel estallando en carcajadas -¡Otra ronda! -pidió mientras una de las Catrinas se esforzaba en recoger los vidrios de la pipa que la pelirroja había lanzado a tierra en u arrebato de pureza.

Debería saber que no se pacta con el demonio y menos en el infierno, ella me había hecho sangrar usando un truco sucio, yo la había hecho creer que ganaba la partida cuando solo le había dejado matara un par de piezas.
Llevé el vaso nuevamente a mis labios excitado por la idea de volver a encontrarla, confieso que esa noche mientras una de las furcias del cabaret me la mamaba solo podía pensar en ella.

por **Betzabell Asharu** Mar Dic 18, 2018 4:49 pm

De inicio, tiene un carácter que es distante al de cualquier celestial, más comparado al de miles de demonios reunidos en una celda de dos metros de ancho por dos metros de largo. De seguidilla, la jugarreta que le hizo el hijo de toda su... y ahí se detiene porque él no tiene madre que lo haya parido, por lo que se corrige. El maldito y pútrido bastardo le engañó durante el tiempo suficiente hasta que fue demasiado tarde cuando se dio cuenta de la mentira. Para entonces, tenía a las fuerzas de la entropía liberadas y esperando el pago para conjurar la presencia de aquél ente que ella llamaba con todas las fuerzas de su alma. Si hay algo que pueda temer Betzabell es a la Entropía per se porque las paradojas, esos reveses propios de las fuerzas no satisfechas con los pagos, son de temer. ¿Cómo resistió al golpe que le hizo caer de espaldas contra la pared cuarteando el material con que la construyeron? Es un misterio. Quizá las propias fuerzas del viento convocadas por la hechicera.

O puede ser que una mano divina intervino para que el castigo fuera menor de lo que la entropía deseaba cobrar y que era su vida. Se levantó como pudo, gruñendo de rabia, buscando los viales que contenían las pócimas de sanación. A falta de una, se tomó cuatro. Pudo recobrar el paso firme, se tronó el cuello al hacer tensión a la diestra y a la siniestra. Su reflejo en el espejo cuarteado es lamentable, no tanto como va a dejar al demonio ahora que sabe dónde se encuentra y quiénes le rodean. Prepara un bolso con todo lo que va a necesitar, entre ellos, dos símbolos propios de Salomón, sus llaves para exorcizar. ¿Quiere guerra? La tendrá. ¿Dice que es imposible matarlo? Está segura, la diferencia radica en que no necesita quitarle el halo de la vida, si no atraparlo hasta obtener su sangre. Que pague por la afrenta.

Armada con dos bolsos de monedas, empieza a crear el cerco para atrapar al demonio. Al amo de las moscas, haciendo que los hombres caigan en su pecado favorito: la avaricia y así, obtiene los datos que necesita. Planea todo al detalle y para ello, tardará cerca de dos semanas y media para ejecutarlo y cuando lo tiene listo, comprobado y desglosado para evitar errores, espera paciente una noche, veintiún días después de su primera visita, metiéndose en el carruaje que le llevará al Black a su hogar, coloca en el techo del vehículo la trampa del diablo con total cuidado y en perfecto estado, para eso, se sube a la parte alta del carruaje haciendo los símbolos ahí, donde nadie más los pueda ver. Saca de su bolso los viales que contienen el agua bendita y la plata para purificar. Los deja a un lado del asiento, donde ella permanece sentada esperando a que él haga su aparición. La primera vez no le funciona puesto que él elige otra forma de trasladarse.

Chasquea la lengua por su fracaso, pero insiste una segunda y a la tercera vez, lo logra. La puerta se abre haciendo que Belcebú la mire sentada esperando su presencia. - Te hice la ofrenda y jamás fuiste a mirarla. ¿Acaso no te complació? - es su pregunta intentando tentarlo como el Diablo hiciera con Jesucristo en el desierto, esperando paciente a que él ingrese al vehículo de una vez por todas y así, la trampa quede cerrada sin escapatoria alguna. De paso, para sus compañeritos, consiguió algunos cazadores para que los entretengan mientras que el cochero tiene expresas instrucciones de que, en cuanto él suba, arranque llevándoselos lejos del alcance de sus amigos. Tiene casi todo cubierto, sólo espera a que él caiga en la trampa.

por **Belcebu Black** Miér Dic 19, 2018 2:57 am

Mi sonrisa se afiló cuando el carruaje se detuvo en la primer cruce de caminos, iba solo rumbo al Infierno, así que cuando el portón se abrió y ella reclamó mi atención no pude evitar que cierto placer me embriagara, mi intención con el engaño en parte era volver a ver a aquel híbrido de ángel, su ser me atraía como un imán al metal, eramos polos opuestos, enemigos naturales y a la vez, algo nos fascinaba del otro, supongo que era solo eso, la eterna batalla del bien y el mal.

Iba a adentrarme en el carruaje, como no hacerlo cuando ansiaba su compañía mas que nada, mas en ese instante el ruido en el callejón contiguo despertó mis sentidos, alerta mi mirada se endureció, los ojos se tornaron brasas y pude ver por le rabillo como una grupo de lobos de Asakar salían al paso buscando venganza.

-¡Sal de ahí! -rugí al ver como las ballestas eran disparadas y la tela del carro quedaba quebrada hasta agujerearse cual colador.
El cochero murió en el cato y no lo hizo la Nephilim porque tiré de su brazo para apearla de inmediato.

Ambos empezamos a correr calle a bajo, ella seguramente no entendía cual era el problema y porque ahora se convertía en fugitiva cuando ella no tenía conflictos con licanos, peor si algo era para nosotros un habitual es que el peligro podía encontrarte en cada esquina y los lobos de Askar no eran meros licanos sin capacidad.

-Luego te lo explico -le dije cuando me fulminó con la mirada, seguramente no entendiendo cuando nos habíamos convertido en fugitivos -¿confías en mi?

Gruñó como respuesta mientras yo ladeaba la sonrisa, dado nuestro primer encuentro seguramente no era la pregunta mas acertada.
Nos acabamos colando en un oscuro callejón, su cuerpo quedó contra la pared mientras el mio adherido al ajeno trataba de ocultar su presencia, tenía la capacidad de esconder mi aura, un hechizo que Beist me había echado en el sello que llevaba en el dedo y que esperaba fuera suficiente para ocultarnos a ambos.
Llevé mi dedo indice a los labios pidiéndole silencio mientras mis ojos bailaban por la apertura del callejón esperando que las bestias pasaran de largo, de no hacerlo habría que luchar.

por **Betzabell Asharu** Miér Dic 19, 2018 3:14 am

La sonrisa se ensancha al verlo, parte placer por la osadía que cometerá y parte, en lo profundo de su ser, por eso mismo: disfrutar de pasear la mirada por él. Algo tiene, seguro que la propia incitación a la decadencia en cada poro de la piel que le golpea como el jinete hace con la fusta al caballo para que salga al galope. Su corazón le martillea en las orejas y siente un estremecimiento recorrerla cuando en los ojos del demonio hay ansiedad por estar con ella. La trampa se cerrará en cuanto él se introduzca por completo en el pequeño compartimiento del carruaje y justo cuando va a hacerlo, algo distrae su atención. Betzabell está por maldecir a todos cuando el hombre brama la orden. ¿Qué? ¿Salir de ahí? ¿Está loco?

Ni siquiera atina a reaccionar cuando él le toma el brazo y la jala. Por inercia toma su bolso con las pócimas porque es muy dada a tener algo en las manos, no porque busque protegerse. Sus pies a duras penas reaccionan acostumbrados al movimiento en casos de urgencia -que si los tuvo teniendo en cuenta que es una mujer sola y que hay muchos enemigos por doquier- bajando del carruaje justo a tiempo, puesto que las ballestas siguen arrojando flechas como si fueran dulces a los niños. Apenas llega a tierra, Belcebú la jala para correr a toda velocidad enfilando hacia las calles en busca de un lugar seguro. Ni siquiera su grito de que le explicará es suficiente para hacerla comprender qué pasa hasta que de reojo mira al par de licántropos que los siguen como si fueran un gato y estuvieran intentando divertirse. ¡Lo que le faltaba! ¿Por qué no se pueden mantener tranquilos mientras ella resuelve la situación con el demonio?

Después, se atreve a preguntarle que si confía en él. Su gruñido es la respuesta. ¿Bromea? Tras la jugarreta que le hizo la primera vez, confía más en una serpiente que en él. Por el momento, más opciones no tiene. Corre a toda velocidad, agradeciendo que sus ropajes no son los pesados de una mujer de alta alcurnia porque seguro que perdería el paso muy rápido. Un callejón fue el lugar elegido para ocultarse. ¿De verdad? Como les ataquen, tendrán que hacerles frente porque salida no hay. El enorme cuerpo del demonio se pega contra el suyo dejando que aprecie en primera, la estatura de la mole que tiene sobre ella. En segunda, el tacto firme y duro. En tercera, su maldito olor se le cuela por las narices haciendo que una parte de ella ansíe lo que no debe. El masculino dedo se eleva para cubrir sus labios en una señal silenciosa de lo que busca. Frunce los labios en consecuencia, intentando ponerse de puntitas para mirar qué es lo que pasa afuera. El hombro del varón es más grande de lo que esperaba, su visibilidad es reducida, la curiosidad es insatisfecha y hace una mueca recargando la mejilla en la superficie del hombro de quien la cubre dejando el rostro oculto en el cuello masculino.

Un sonido la alerta, levanta la mirada hacia el techo del callejón, mirando que va bajando muy lento y silencioso un licántropo. Se relame el hocico, las enormes garras son brillantes. La hechicera hace una mueca escurriéndose de la montaña que la oculta aprovechando que se separa un poco para mirar más cómo la manada sigue avanzando y algunos volviendo para continuar sin un plan establecido, como buscándolos. Soltándose del vampiro, la española sonríe de lado utilizando su encandilamiento, se acerca al enorme licántropo mirando en todo tiempo sus ojos, buscando entre sus pertenencias un frasco que ubica, lo abre colocando en sus muñecas, detrás de las orejas y en su cuello, una gota por cada lugar. Es un hechizo poderoso, una fórmula para que potencie su poder. Cualquiera que esté cerca de ella, podría enloquecer de ansiedad por poseer su cuerpo. El lycan cae en el hechizo, en tanto ella guarda el vial en su bolso y separa la distancia entre ambos para alargar la mano que de inmediato es acariciada por la mejilla del rival. Se sonríe de lado sabiendo que lo tiene a su merced.

Es casi un hechizo de amor que sólo funciona hacia la persona que la mujer elige y en este caso, es esta pobre bestia. - ¿Estás ocupado esta noche? Oh, si fueras y dijeras que el sujeto que buscan está en otro sitio, podrías volver y estarías libre para estar conmigo. ¿No crees? - le susurra en la oreja dejando que le rodeé con un brazo la fina cintura gruñendo al vampiro en un ademán de que luchará como se acerque a la hechicera. - Él no importa, sólo tú y yo... ve y convence a los demás de que se fue por otro lugar, yo me encargaré de que se largue para estar a solas aquí, cuando vuelvas, estaremos juntos - promete acariciando su pelaje con movimientos lánguidos y lentos. Los ojos del hombre lobo se fijan en los suyos y no le tiembla la mano para sonreír y guiñarle el ojo depositando un beso en su mandíbula - ve y asegúrate de que nadie estará por este rumbo para que este malnacido se largue. ¿Qué son unos minutos de ventaja comparados con su don de rastreo? Nada. Ve y seré tuya - se mordisquea el labio inferior sabiendo lo que está haciendo.

La bestia gruñe mirando al vampiro, más empieza a retroceder. Observa a la hechicera dudando - vamos... estaré aquí cuando vuelvas, lo prometo - sonríe de nueva cuenta y el licántropo empieza a escalar la pared con su poder de adherencia desapareciendo en el techo. La mujer voltea hacia Belcebú - dije que estaría aquí, jamás dije que si alguien me llevaba a otro lado, sería mi culpa faltar a mi palabra - descubre así que tiene sus recursos. No miente, la diferencia radica en que busca las formas de salir del atolladero. - Además, tampoco dije que estaría aquí todo el tiempo, bien puede ser que piense que vuelve al amanecer, al atardecer de mañana o de pasado mañana. ¿No crees? - se cruza de brazos mirando al demonio - y como no quieras que utilice ésto en tu contra, más te vale que empieces a darme lo que quiero - susurra tomando su bolso para acomodarlo en su hombro.

por **Belcebu Black** Jue Dic 20, 2018 7:22 am

Dejé caer mi espalda contra la pared con una afilada sonrisa mientras la brujita, que debía reconocerle tener recursos seguía embaucando al tonto lobo que parecía ademas de tener malas pulgas tener bastantes pocas luces.
El chucho me gruñía, pero yo no pude evitar hacerle un gesto para que se centrara en la señorita que entre ronroneos aseguraba esperarlo en ese callejón para mantener después un encuentro de lo mas animado con el perrito de Askar.

Al final el animalucho abandonó el callejón con el rabo entre las piernas, seguramente bastante crecido por la promesa de la Nephilim.

-¿y a mi también vas a esperarme para llevarme a lo oscuro? -pregunté con picardía sin despegar la espalda de la pared del callejón. Saqué de la chaqueta un cigarro que prendí con el zipo dando un par de caladas rápidas mientras la joven me contaba, o mejor dicho, se excusaba por haber mentido -vaya, el angelito también sabe retorcer la verdad -cada palabra iba acompañada del blanquecino humo que salía de mis pulmones y se arremolinaba frente a los labios.

Extendí la mano para que la chica pudiera cogerlo y dar un par de caladas si lo deseaba.

-No es droga, solo tabaco -confesé siendo sincero, al menos por esta vez -no te corromperá -apunté ensanchando la sonrisa sin poder apartar mis ojos de aquel cuerpo que tanto me atraía – lo haré yo.

La pelirroja negó con la cabeza como si pensara que aquella frase solo era una mas de mis fantasmadas.

-¡Ah, si, cierto! ¿la sangre? Lo siento, no me viene bien en este momento, pero...quizás si me explicas para que la necesitas...pueda encontrar un hueco en mi agenda para sangrar por ti...¿es justo no?

La joven iba a hablar, ya empezaba a conocer sus gestos, me divertía cuando fruncía el ceño, alcé la mano para pedirle que guardara silencio.

-Si, ya, que no vas a perder el tiempo conmigo, que si soy un demonio -moví los dedos alrededor de mi rostro para dar énfasis poniendo cara de malo -corrupto y malicioso y tu un angelito que no se anda con malas compañías, pero...me necesitas ¿verdad? Así que yo de ti...aceptaría, hoy estoy generoso.

por **Betzabell Asharu** Vie Dic 21, 2018 2:20 am

Su mirada recorre el rostro del vampiro. Para ella, uno de los Duques del infierno con cuya vitae podría lograr lo impensable. Para eso, tenía que convencerlo. - Tu segunda pregunta tiene una respuesta clara: no. ¿Para qué llevarte a donde ya te encuentras? - es un sinsentido. La lógica irrefutable de la española es contundente. Se mantiene parada en su lugar una vez que el licántropo se alejó a hacer su voluntad. En tanto el rostro varonil desaparece entre las volutas de humo dándole un aire por completo maligno con ese rictus que le acompaña, Betzabell espera paciente a ver qué se le ocurre ahora para presionar al demonio para lo que necesita. De las tres preguntas que prometiera darle a cambio del vial, están contestadas dos. Ella sí cumple su palabra de no tener más opciones o bien, de que la mente se seque de ideas magistrales para darle la vuelta a todo.

En eso, tiene una habilidad envidiable. Su mente encuentra toda lógica para salir adelante. Sacude la cabeza cuando le ofrece el cigarrillo. - ¿Qué importa si es o no un cigarrillo común y corriente? Es un vicio y para mi fin, tengo que seguir pura - su cabeza se mueve como negativa y una forma de hacer comprender su actuar. Su promesa de ser él quien la corrompa, le ladea la cabeza. - No esperaría menos de un demonio. Está escrito que su labor es tentar a los castos y puros, pues de ellos se alimentan - su voz neutral oculta sus pensamientos y propósitos. Medita lo que él dice, para negar a continuación - es incorrecto. Ya no hay justicia en tus actos, sólo la típica estratagema para escapar de lo que estoy pidiendo. Esperas que te diga todo para hacer lo que te venga en gana y estoy cansada de tus juegos - medita que en estos momentos, volvió a perder la ventaja de la sorpresa.

Preparado el demonio, no hay forma de salir adelante. Un enfrentamiento real y directo es imposible para sus actuales habilidades y puede que nunca tenga la oportunidad de hacerle frente. El resto de sus palabras la calla, baja la mirada para sacudir su cabeza. - Y ni tanto, sólo que eras el demonio más cercano, el otro es Astaroth y está en Berlín. Por sus movimientos, se desplazará a Escocia. Lo había descartado por su costumbre de dar respuestas en forma de números y letras en multitud de lenguas, sin dejar de lado que eso de que sostenga una serpiente en la mano, dista de darme confianza, pero si no hay de otra - se encoge de hombros.

Exhala un suspiro prolongado viendo esta búsqueda inocua. - Sé libre, no volveré a buscarte. No te preocupes, cuando prometo algo, tengo por costumbre cumplirlo. Ten buena noche, Baal Zebub, pero prefiero ir a por la siguiente parte de la trinidad del infierno - ya se sabe que la conforman Lucifer, Belcebú y Astaroth. Tendrá que vérselas con la serpiente, con las preguntas y la lógica para resolver lo que sea que el otro duque del infierno le ponga para darle lo que quiere. Había elegido a Belcebú de los tres en vista de ser el más cercano, de creer que tendría oportunidad de satisfacer su pedimento, pero es ladino e intrincado. Prefiere al otro, al menos él tiene por costumbre probar al hombre y cuando éste muestra su valía, acompañarlo en el camino.

Hace una inclinación de cabeza empezando a caminar hacia las afueras del callejón. Dos ocasiones puede abordar a un enemigo, una tercera significará darle mayor poder y eso, no puede permitirlo. Sin el factor sorpresa que para ella era imprescindible, lo demás no tiene sentido. - Por cierto, los vientos hablan. Dicen que tu familia adoptiva tendrá un encuentro con aquéllos que no están dispuestos a permitir que se levanten de nuevo. Se opondrán y vendrán tiempos de guerra. Dejarán de disfrutar su libertad y sentirán el rigor de la persecución. Bien sabes que Astaroth domina a los inquisidores, pero este golpe vendrá de aquéllos que son iguales a tu padre y a los suyos. Les igualarán en número y puede que hasta en poder, sólo que entre ellos, habrá alguien que invoque una fuerza mucho mayor de la esperada y será ¿Quis ut Deus? quien conteste a su súplica para bajar y pelear en tu contra. Cuando eso suceda, perderás tus poderes al ser tocado por la espada del general de los ejércitos del Supremo y tendrás que vivir como un simple vampiro. Sería la oportunidad perfecta para quitarte la sangre, pero me parece que ya sabes demasiado de mí - eso es peligroso.

Su padre seguro que estará de acuerdo en dejar de lado esta búsqueda. Como se entere Belcebú de a quién quiere convocar, estará intentando matarla o peor aún, corromperla para que nunca logre su cometido. Iniciar el Apocalipsis no es algo que a los demonios les guste demasiado y con cierta razón, procuran destruir a todo aquél que pueda hacerlo.

por **Belcebu Black** Vie Dic 21, 2018 12:30 pm

Ladeé la sonrisa ante las palabras del pequeño ángel ¿cansada de mi juegos? ¿y que esperaba de un demonio? ¿que le diera lo que pidiera sin mas? No, yo no sangraba por nadie y menos por ángeles.
Dejé caer al suelo el ciegarro mientras su voz sonaba segura en aquel callejón, parecía que mi actitud había ofendido a la Nephilim, pisé con la bota el 3º

-¿Justicia? No, yo no soy justo, retuerzo la verdad a voluntad exactamente como has hecho tu hace un rato.

Caminé hacia ella mientras me hablaba de otro demonio que al parecer estaba en Berlin, un tal Astharon, según ella sería mas fácil conseguir su sangre. Ciertamente no sabía mucho de demonios, Assur me encontró cuando solo era un niño, crecí deprisa, pero nunca estuve en contacto con nadie que se me pareciera...
Como el depredador que era caminé alrededor de su cuerpo sin dejar de mirarla de arriba a bajo, el olor que desprendía era embriagador.

-Siempre he sido libre -aseguré como respuesta cuando la ingenua medio ángel me ofreció la libertad como si en algún instante hubiera sido preso de su merced.

Para ese entonces nuestros cuerpos bailaban demasiado cerca como para no sentir aquellas fuerzas que nos acercaban como imanes contra el otro, mi dedo se paseó tibio por la vena de su yugular mientras me relamía los labios.
No solía alimentarme de sangre, al menos no solo de ella, pero era tentador sentir la suya correr agitada por sus venas en ese instante.

-¿me temes? -pregunté sin comprender a que venía el rápido latir de su corazón?

La joven se dispuso a abandonar el callejón no sin antes ejecutar una perdición sobre mi familia.

-Mi familia vive en guerra desde el inicio de los tiempos, han visto alzarse y caer civilizaciones, morir grandes reyes, nacer pequeños héroes, mi familia es lo único que quedará en pie tras el Apocalipsis -dije con seguridad -¿estáis preocupada por mi? -pregunté deteniendo su avance al atrapar su muñeca con mi mano -¿si no porque regalarme una visión cuando no os entrego nada a cambio?

Caminé seguro ahora dejándola a ella atrás.

-Volveremos a vernos y cuando lo hagamos tu me suplicaras que beba de ti -predije con ese aire engreído que me caracterizaba -hasta entonces...buen viaje por Berlín.

por **Betzabell Asharu** Sáb Dic 22, 2018 7:10 am

You said "drink from me, drink from me"
When I was so thirsty

Todos dicen que la paciencia es un don. Bien, dentro de las cualidades de Betzabell no se encuentra y mucho menos en el instante en que le frustran los planes. Una nueva vuelta contra este demonio, lo único que hará es que le salte al cuello y eso no es bueno. Una de sus órdenes es mantenerse impoluta: no vicios, no hombres, no asesinatos. Y si bien tuvo algunos en su haber, fue a confesarse hace mucho y sigue haciéndolo para purgar sus pecados conforme lo prometido por Jesucristo y la iglesia.

Las palabras de Belcebú llaman su atención. Por supuesto que justo no es y sin embargo, con sus actitudes hace justo lo que esperó. Ironía, por supuesto. Por ello dos ataques, no más. Dos intentos que al ser machacados llevan a buscar al segundo en el orden de la trinidad. El que el vampiro avance hacia ella debería poner sus nervios de punta, pero hay algo en él que la hace consciente de que mientras no lo presione demasiado, la respetará. Sus vueltas alrededor de su cuerpo con sus narinas expandiéndose para jalar más aire -quizá llevándose así su aroma-, le forman un hueco en el estómago. Otra razón de peso para emprender la graciosa huida radica en el hecho de que el envase elegido por el inmortal le es atractivo.

Sus formas, conductas y sobre todo su voz, causan estragos en su conducta. ¿Que aparenta lo contrario? Cuando Betzabell está rodeada de demonios, hombres o inmortales, tiene que desarrollar una capa cual armadura para evitar que puedan ver más allá de lo que desea. - Falso, estás delimitado por lo que un vampiro te indica que debe ser la realidad, siendo que para ti, es mucho más que lamer las botas de un chupasangres. Eso no es libertad - se atreve a responder con voz baja, cual susurro.

Y cuando su falange recorre su yugular, su ritmo cardíaco enloquece como un caballo siendo fustigado para acelerar el paso. Contiene sus emociones bajo llave, más teme que dicho instrumento de apertura termine en manos de Belcebú. Su voz le provoca una sonrisa, eleva sus orbes hacia los del otro, con una inclinación de su cabeza hacia su siniestra. La dilatación de las pupilas podría dar una mejor respuesta que sus palabras vacuas: - Nunca - en parte es cierto. Jamás temerá de él, que desconoce la completa oscuridad que puede envolverlo. Su mente ha sido limitada a la visión de un vampiro tan joven que haría reír a las huestes del infierno que podrían desintegrar con un chasqueo de dedos a aquél que se ostenta como su "padre".

Es el momento de irse de ahí. Es detenida por la mano que rodea su muñeca dejando un rastro de fuego que recorre todo su cuerpo. Desearía perderse en la inmensidad de esos brazos, de ese cuerpo, de la voz y la boca que le seduce como si estuviera creada para ello y no duda que él sea la debilidad que su padre predijo. - Y por ello, fueron elegidos - su comentario es oscuro, sin dar luz al resto de las palabras, la promesa del vampiro resulta sugerente. Podría imaginar su boca prendada a su piel en tanto satisface sus ansias por tener su sangre y apoderase de su ser. De espaldas a él, traga saliva sonrojándose las mejillas por el deseo que le desata. - Y no te lo creas tanto, Baal Zebub, no eres tan bueno - tiene que dejar esa frase en el aire antes de irse de ahí porque de lo contrario, se regresaría a cumplir los caprichos del varón y ahora mismo, tiene algo más importante que corromper su alma con un ser más negro que la noche.

Y de los cielos se abrieron las nubes como una vereda libre
permitiendo que las huestes celestiales bajaran vestidas de dorado y plata;
mientras que de los infiernos, las puertas de las prisiones se abrieron,
dejando que los demonios hicieran de la tierra su hogar.

Hasta que la sangre del inocente se derramó, alterando las almas de todos los presentes
haciendo que cielo, tierra e infierno, quedaran pasmados
ante la magnitud de lo que se les vino encima.

Pues del cielo, los ángeles derramaron lágrimas
y de los infiernos, los demonios sangraron.
Para que las bestias que habitaban el Purgatorio
se alimentaran después de eones,
de la carne de los hombres, las bestias y todo aquél
que quiso hacerles frente."
Rollos del Qumrán (Manuscritos del Mar Muerto)

´

Seis meses pasaron, si bien Astaroth fue un hueso duro de roer, le dio algo de confianza porque no sentía la misma atracción sexual que hacia Belcebú. Insistió más hasta lograr su objetivo con una jugarreta propia de quien observa, analiza y tira a matar. No, Astaroth sigue vivo, la diferencia es que su sangre está contenida en un vial que ella trae consigo ahora que vuelve a París para hacer la invocación en el único lugar donde puede tener mayor peso: Notre Dame. Para eso, necesita la luna llena y que den las tres de la mañana. La hora de la trinidad del infierno para que en el cielo, nadie pueda saber lo que están haciendo Betzabell y su padre. Deberá esperar pues, casi un mes porque llegó justo tres días después de la última luna llena. Y mientras tanto, se dedica a prepararlo todo.

Lo que desconoce, es que Astaroth, como amo de las mentes y de las premoniciones, utiliza sus artes en la noche para localizar y mandar un mensaje al único que las runas indican, puede pararlo todo: Belcebú. Y en la mente del vampiro, mientras está tomando un par de cervezas y fumando de la pipa de opio, en compañía de sus familiares, una visión le arranca de la realidad para llevarlo a otro sitio. Una gran montaña de fuego es el lugar donde Astaroth le espera paciente, con una enorme cobra real en la mano diestra con la que juega como si fuera una inofensiva mascota. En cuanto el ofidio posa sus reptilinos ojos en Belcebú, la capucha se expande. - Tranquila, no te asustes, es un compañero - sus ojos parecen un símil a los de su mascota cuando se posan en el vampiro. - Belzebuth - pronuncia en la antigua lengua de los ángeles, el enochiano que el propio vampiro reconoce y entiende muy en las profundidades de su jodida alma.

- Hace mucho que no te veía, ¿Cómo te trata la vida humana? - pregunta por tener algo qué hacer, no porque le interese. - Si utilizo este medio, es para que Lucifer no se entere de lo que hago. Estamos siendo traicionados por Lucero del Alba. Verás, hace poco llegó hasta mi una hechicera que ya te había abordado y Lucy me pidió que le hiciera las pruebas y que si las pasaba, le diera lo que pedía. Y tuvo la osadía de cumplirlo todo, así que se llevó un vial con mi sangre. Lo curioso es que hoy que la luna está ocultándose, pude encontrar unos manuscritos, los Rollos del Qumrán que hablan de una nephillim quien con la sangre de un demonio invocará, nada más y nada menos, que a Israfil. El ángel con cuyo despertar, iniciará el apocalipsis. Y ella va a llamar a quien considera su papi en Notre Dame en la noche de luna llena. ¿Puedes ir a ver qué diablos está haciendo en tanto yo sigo investigando qué hizo Morningstar? - le mira a los ojos con interés. - Y antes de que me digas que por qué tú, te recordaré que una vez iniciado el Apocalipsis, tu familia está destinada a sufrir bajas, al menos con tres de ellos: Raziel, Joe y Assur, creo que se llaman. El resto se salva, pero esos tres, tendrás que enterrarlos y también algunas de sus parejas, como por ejemplo, la de Ferox y la de Yared morirán porque una es demasiado impulsiva y la otra muy joven aún para tener posibilidad de defensa - sigue jugueteando con la cobra.

Si él le cree, perfecto, pero si no... - Y para que veas que no miento, te daré algo para que creas en mí. Hoy, vendrá al que le llaman Beist, les dirá que tuvo un encuentro con un inquisidor vampiro, que le hizo un par de heridas, una de ella en la espalda cuando le atacó a traición. Que no pudo matarlo porque de pronto, hubo neblina en todo el sitio y vio la figura de una enorme cobra protegiendo al inquisidor y amenazándolo con sus colmillos - mientras dice ésto, la cobra desaparece entre la niebla. En un callejón oscuro, Beist es obligado a entrar con un ataque a traición que le deja un tajo en la espalda. Cuando quiere reaccionar, la niebla lo ciega y una enorme cobra ocupa todo el sitio, con la cabeza y los colmillos a tres metros de altura de Beist, está dispuesta a atacar cuando se desvanece y con ella, el inquisidor también.

En la visión de Belcebú, la cobra vuelve a manos de Astaroth - te pido a ti que lo detengas porque ella reacciona a tu sangre. Eres el único demonio capaz de corromperla, porque es inmune a mis habilidades. Ten cuidado, tiene nuevos trucos. Para seguirla, sólo tienes que oler su aroma, eso te llevará a su lado, fácil ¿No? - se desvanece ante sus ojos en esa neblina espesa. Cuando Belcebú reacciona, está en L'Enfern con Beist entrando herido contando justo lo que le pasó en ese callejón y exigiendo una jarra de cerveza.

Mientras, en las calles oscuras, Betzabell va reuniendo los materiales para la invocación cuidando sus espaldas. Desde que abandonara Berlín, siente que alguien la observa. En más de dos ocasiones escuchó un siseo propio de las serpientes. Frunce los labios inquieta, algo no está bien. Y está dispuesta a prepararse mejor temiendo que los demonios sepan el por qué de su campaña en pos del vial y decidan atacar.

por **Belcebu Black** Miér Dic 26, 2018 6:36 am

Habían pasado algo mas de seis meses desde mi último encuentro con la Nephilim y aunque preferiría decir que no la recordé en este tiempo, lo hice en ocasiones contadas, pocas eran las presas que se me escapaban y de algun modo ella había logrado tocar mi ego y herirlo en lo mas profundo.

Esa noche había quedado como muchas otras con mis “primos” en el Infierno, Lucien quería hablarnos de un tal Septimus, un inquisidor obsesionado en los Black que tenía dos perras que lo habían jodido noches atrás, Lucien era de los que se tomaban todo de un modo muy personal, y mientras nosotros nos reíamos por haberse dejado pillar y envenenar, él tramaba un modo de vengarse, sin duda era el mas parecido a nuestros Sires, no permitía que nadie menospreciara su poder.

Pronto empezó a correr el alcohol, el polvo blanco esnifado y como no las mujeres que susurraban en nuestro oído mientras nos tocaban la hombría con la mano. Di una calada de la pipa de opio recostándome ligeramente en el sofá de raso rojo cuando la bruma que se formó ante mis labios me llevó a otro lado.

Una montaña de fuego donde un hombre me espera con una serpiente en su mano, la acariciaba y le pedía calma, mi cabeza se ladea tratando de enfocarlo ¿quien era ese payaso que había jodido mi viaje?
-Astharot -ladeé la sonrisa humedeciendome los labios -me trata bien la vida ¿parece que no puedo de ti decir lo mismo?

El demonio mayor no tardó en ponerme al corriente de la situación, al parecer Luciefer pretendía traicionarlo, traicionar a todos los demonios menores que vagaban sobre la faz de la tierra y para ello había usado a Astharot para que le diera un vial con su sangre a la Nemphilm que hacia ya un tiempo a mi me abordó con un mismo fin aunque con distintos resultados visto lo visto.

-¿y por que debería yo solucionar tus problemas? Si eres tan estúpido de dar algo tan valioso como es tu sangre a un medio ángel ¿por que no vas y tu la recuperas? -escupí con cierto desprecio sin apartar mis ojos ahora de fuego de los de mi “compañero”.

Y entonces llegó su explicación, una que no me dio elección, mi familia, esta guerra que no me pertenecía se cobraría victimas, entre ellas a mi padre, yo era su debilidad, él único capaz de hacerla pecar y claudicar.
Gruñí mostrandole los dientes y admito que estuve cerca de acortar la distancia que entre ambos quedaba y arrancarle la cabeza echar al fuego a la serpiente y comerme su corazón, mas simplemente permanecí inmóvil mirándolo desafiante.

-sea, evitaré que un medio ángel nos joda a todos -rugí dejando que de nuevo el humo escape de mis labios, como si nunca me hubiera movido del infierno, en el sofá sigo recostado con la mente nublada por le opio, mas se que es cierto lo vivido porque Beist aparece en ese momento contándonos con exactitud lo que Astharot a predicho, le acerco una jarra a mi leal hechicero y me alzo del asiento ante la mirada del resto de vampiros.

-Había olvidado que tengo asuntos que atender, pasarlo bien.

Así salgo del Lenfern en busca de Betzabell, me resulta sumamente fácil seguir su olor, como si de algún modo estuviera hecho para mi, para ser encontrado y hallado su rastro.
Este me lleva a unas viejas ruinas en las afueras de París, eran de piedra y estaban medio destruidas, un día debieron ser una atalaya.
En el suelo la medio ángel había tallado unas marcas sobre la piedra, supuse que estas acogerían la sangre del demonio, el ingrediente principal para traer a su padre y el apocalipsis, algo que no nos beneficiaba a nadie en absoluto. Desconocía porque Lucifer quería purgar la tierra, pero yo estaba cómodo en ella.

De un salto me subí a uno de los estrechos ventanales mirándola desde lo alto con una ladeada sonrisa pintada en mis labios.

-Tenemos un problema -aseguré cuando esta alzó su mirada para enfrentarse a mis rojos -que tu querrás matarme y que a mi me importa ahora mismo poco tu seguridad, así que deja tu intento de llamar a tu padre porque si lo traes joderás al mío.

por **Betzabell Asharu** Vie Dic 28, 2018 10:00 am

El hechizo de invocación a su padre tiene sus aristas, cada una más complicada y detallada que la otra. Le costó encontrar dicho conjuro, pero una vez en sus manos, empezó a recoger todos los ingredientes. La única ocasión que los puso en práctica, tuvo un resultado inesperado. El demonio que le dio su sangre, resultó que le entregó un vial mágico. Una ilusión. Y al momento de la invocación, la paradoja la golpeó con una fuerza que la dejó casi muerta. Maldito desgraciado. Escapó por poco de las garras de la parca. Terca por nacimiento, sabía que necesitaba su sangre, por lo que volvió a insistir con Belcebú y vuelta a encontrarse con un muro. Dos oportunidades tuvo y las dos, fueron erráticas. No habría una tercera por la sencilla razón de que odia ser predecible. Giró las tornas a Astaroth, le costó seis meses, pero logró su objetivo. Con la sangre del demonio en sus manos, bien oculta con hechizos, tiene que rehacer la lista de ingredientes para levantar el ritual en Notre Dame, el único lugar donde tendrá efecto.

Es el lugar con más concentración de fe en París y en el mundo, fuera de la Catedral de Sevilla a donde no irá por obvias razones. No regresará a donde fue mutilada desde pequeña. Esta noche, mirando la luna nueva, tiene que ocuparse de recabar uno de los ingredientes de la celestial invocación: el alma de un inocente torturado y asesinado por sus pares, su familia, dentro de las propias reglas del catolicismo. Un mártir. Para ello, buscó entre todos los archivos ubicando lo que fuera una vieja atalaya que antes se utilizara como una cárcel. Tendrá que atrapar ese espíritu y aunque nigromante no es, sabe bien que le ayudarán para encontrar a esta alma y que sea apresada para sus fines. La vez anterior, su padre la auxilió, no ve razón de que en esta noche sea diferente. En cuanto llega a la atalaya, se asegura de que nadie la vea, se interna en el sitio, elige el lugar, frente a lo que debiera ser la prisión donde estuvo la hija del noble que murió con un hijo en sus brazos. Es el alma del pequeño la que necesita.

Y en cierta forma sabe que le liberará de su tormento porque hay varios espíritus que le impiden ascender al cielo. Cuestiones de ritos mágicos para que todos los que mueran sufran in situ y vaguen sin el consuelo del descanso eterno. Con la piedra de búsqueda activa, forma el círculo exterior que será el de invocación. Graba en la piedra los símbolos y continúa con el de protección, que es el segundo círculo, el interno. Uno más pequeño es para que ella se ponga en pie y que tenga la mayor fuerza para atacar todo aquello que sea ajeno a su propósito. Utiliza varios hechizos previamente elaborados para fortalecer este ritual. Está terminando de dar los últimos retoques cuando la piedra de búsqueda cambia de coloración llamando a su dueña. Los ojos de la hechicera se posan en ésta. Por el tono, reconoce a quien viene a estorbar. Belcebú. Es esa piedra la que le ayudó a ubicar su esencia antes. ¿Qué querrá?

Se queda en tensión revisando los detalles, profundizando las marcas que son medulares, su mirada atenta a cada runa, sus sentidos firmes y concentrados. La voz la saca de sus meditaciones haciendo que dé un salto. Sus orbes se deslizan por el sitio hasta encontrar su figura rematando el marco de uno de los ventanales que hubo para dar luz y que ahora, con la falta de la luna, crea sombras más malévolas. Las velas alrededor del círculo ofrecen un pequeño espectáculo visible, las demás, en lugares estratégicos, permiten que no se vaya de bruces. La española recorre con la mirada la figura del demonio. Sigue siendo tan atractivo como lo recordara y hubiera querido que su sangre fuera la que completara el ritual, pero el "hubiera", no existe. Se cruza de brazos por encima de la oscura capa con sonrisa torcida. - No veo el problema en ningún lado. Poco me importa tu destino y me alegra que no te interese mi seguridad, que para ello me basto sola. En cuanto a tu padre, no tengo idea de qué me hablas, de todas maneras ya se sabe que Assur tiene un carácter tan malo, que todo le jode - revisa de nueva cuenta todo.

Toma un par de viales para romper el primero en el círculo externo caminando desde el más ancho al más pequeño que tiene mayor poder. Rompe el segundo envase entrando al segundo círculo interno, el de protección. - Y no veo cuál es el problema con que invoque a mi padre, tú mismo permitiste que fuera a buscar a Astaroth. ¿Es que te arrepentiste de tu obra? - susurra ingresando al más pequeño círculo. Es imposible ahora que el demonio la toque so pena de quemarse en el fuego sacro. - Además, ésto no es la invocación a mi padre, deja que haga mis labores - se quita la capa desabrochando los nudos que la mantienen en su sitio. Todos saben que las ropas limitan las líneas de poder, las cuales sólo fluyen en la desnudez y como tal, sin tapujos ni tabús se presenta para alzar las manos a los lados de su cuerpo libre de toda capa de textil, con la piel tan blanca como la leche entonando las palabras que darán fuerza a esta invocación, llamando a los espíritus del lugar, sobre todo al de ese recién nacido que, bautizado, es el ingrediente principal del siguiente nivel.

por **Belcebu Black** Dom Dic 30, 2018 9:29 am

Me humedecí los labios sin apartar mis ojos de ella, mi sonrisa se torció ante su ingenua afirmación, ella creía poder defenderse, pero lo que no sabía es que pocos son conscientes de tener su mayor enemigo enfrente.
Bajé la mirada a los tres círculos garabateados en el suelo, ella ocupaba el central, trataba de invocar algo ¿a su padre quizás? aunque según ella solo buscaba un ingrediente mas para el gran día en que la familia se reuniría.

Era desconfiado por naturaleza y no pensaba quedarme mirando mientras ella jugaba a ser “dios” y traía a mi mundo corrupto un apocalipsis que no necesitaba, la purga no sería ejecutada por ángeles, mejor que se quedaran ahí arriba tocando sus arpas celestiales.

-Joder, wou !! -puse cara de pervertido logrando desconcentrarla y que esta frunciera el entrecejo -y yo que iba a perderme esto -sigue, sigue, no te cortes, estoy por sacarme el manubrio -dije deslizando mis ojos ahora rojos por aquel cuerpo blanco e inmaculado que tras despojarse de su vestimenta quedaba a mi merced desnudo -sabía me tenías ganas ángel, lo que no imaginaba era cuantas -me mofé dejándome caer de un salto al mismo suelo donde sus runas quedaban marcadas – siento joderte el numerito, mas...no es nada personal, resulta que Astharot, que es bastante inútil al parecer te ha dado su sangre y se ha arrepentido, así que nada, tu me das el vial...si quieres nos lo montamos por no desperdiciar la ocasión y me voy pro donde he venido ¿trato?

Bien sabía que no lo habría y que si quería ese vial iba a tener que atravesar esos círculos para tomarlo, pero al menos lo había intentado, su sonrisa se afilo al tiempo que mi cuerpo se abalanzó contra ella.
Aullé de dolor al adentrarme en el primer circulo, apreté los dientes hasta hacerlos rechinar, mas lejos de detenerme avancé hasta el segundo, note mi piel arder, gruñí jadeando sintiendo como mi cuerpo se llenaba de cortes y la sangre oscura goteaba llenando las circunferencias de la mismas. Ella desde ese circulo interior mantenía no se bien que barrera de luz que no lograba atravesar por mas que lo intentaba, pero en su mirada había lago que no lograba descifrar.

-Te mataras -urgió esperando que reculara, no me quería dañar, pero lo hacía.

-Que así sea -gruñí sin ceder un ápice en mi empeño por alcanzar al ángel y arrebatarle el vial, la vida de los míos estaba en juego y no iba a claudicar porque una niñata quisiera una reunión con papa.

por **Betzabell Asharu** Dom Dic 30, 2018 10:20 am

En el mundo hay gente bruta y astuta, Betzabell intenta ser de las segundas, pero se nota que Belcebú apuesta por la primera agrupación con muchas ganas. Tiene una boca tan grande que en lugar de ser el demonio de las moscas, debiera ser un cocodrilo o algo peor. En tanto él parlotea, la hechicera se concentra con todas las fuerzas de su mente porque de lo contrario, la invocación se va a desestabilizar y no quiere otro golpe de la paradoja. Las palabras que emanan de su pecho están creadas para llamar a las almas del lugar, creando un poltergeist violento, que se va achicando conforme ella sigue adentrándose en el hechizo. Sus ojos se abren refulgiendo en un azul eléctrico, por completo sobrenatural creando un aura alrededor de ella con una energía tal, que un solo paso en falso significará un estallido y el golpe dañino que podría dejar los cuerpos de ambos en pedazos.

En lugar de ser coherente, el demonio salta hacia el círculo de invocación. Puede sentir su fuerza intentando penetrar, las runas grabadas en la piedra le crean un escudo que lo parrea, más es insuficiente. Los pasos del vampiro continúan adelante, habla sobre un trato. Betzabell frunce el entrecejo y las consecuencias son sentidas. La piel de la hechicera se rasga por algunos lugares en las piernas, como si ramas llenas de espinas le rodearan cada extremidad apretando para hacerla pagar su osadía con sangre. Recupera la concentración. Exclama la segunda parte del hechizo, las almas se elevan cuales esferas rojizas empezando a dar giros sin sentido, algunas intentando penetrar al segundo círculo, siendo golpeadas y desviadas. Otras, hacen desestabilizar la estructura de la atalaya. Del alma que Betzabell busca, no hay un solo rastro. El cuerpo de la hechicera se marca con la tercera parte del conjuro, las runas del piso se incrustan en su piel, con tinta plateada con reflejos azules. Por eso tiene que hacer el rito desnuda, las ropas impedirían que las líneas fueran nítidas.

¿Y el demonio? Cual bruto que es, continúa su afán de llegar a ella, atravesando el primer círculo, llegando al segundo. Va a terminar muerto como siga así. Lo peor no es eso, si no que se llevará entre las patas a la mujer. ¿Se matará? No si hace bien la invocación y para eso, lo necesita fuera del círculo. Termina de entonar las últimas palabras, las almas toman corporeidad y sus efectos se hacen sentir. Todo objeto inerte en el piso, se levanta intentando golpear. La barrera se afana en desviar los proyectiles. Y por fin, el llanto de un niño emerge en medio del caos, en el mismo instante en que Belcebú alarga la mano para tocar a la hechicera. Como roce una sola micra de su piel, estará perdida. Se espolea dando un paso atrás para hacer más largo el camino de su mano a su epidermis abriendo el vial antes de susurrar - Idcirco praecipio tibi ut venias huc hoc erit tibi carcerem - el alma es atraída hacia el interior del pequeño receptáculo.

Al tiempo, la mano de Belcebú está por tocarla. Betzabell juega sucio, abre la barrera para que uno de los objetos instados por la telequinesis de los espíritus que pululan a su alrededor, golpeé esa mano y al tiempo que el alma del inocente entra en el contenedor, él vuelve al ataque. Justo a tiempo, - consummatum est - grita cerrando el vial. La mano de Belcebú alcanza por fin su objetivo, una parte del cuerpo de la hechicera que mantiene la prisión del alma en su mano. Las palabras de término del hechizo vuelven todo a la normalidad y los objetos, sin la fuerza de telequinesis que los mantenía en movimiento, van cayendo a sus lados. Suelta un suspiro prolongado mirando al demonio a los ojos.

Está agotada, con todo el cuerpo en completo cansancio, sabe que puede caer. - No tengo el vial conmigo. ¿Me crees tan idiota como para traerlo de un lado a otro? No contigo tras de mí. No peques de orgullo, soy más astuta que tú - se mantiene en vertical con ayuda de la mano del vampiro. Sabe que si la suelta, se irá de rodillas. Va apaciguando su respiración. El hechizo fue todo un éxito. Tiene el alma en sus manos. Y por más loco que parezca, lleva con rapidez el pequeño vial a su boca y se lo traga. - Está hecho - se relame los labios con el cuerpo lleno de temblores. El sudor recorre sus sienes, su frente, resbalando por su rostro hasta caer al piso. Se abraza a sí misma, sintiendo que el frío amenaza con congelar su epidermis.

por **Belcebu Black** Dom Dic 30, 2018 11:39 am

La Nephilim era terca, todo daba vueltas a nuestro alrededor a toda velocidad, la energía que los círculos desprendían no me permitía avanzar hacía ella, sangraba en abundancia y las gotas quedaban flotando en el aire como si las centrifugara, pero no estaba dispuesto a ceder ante esa mujer. Su piel iba quedando marcada, la mía rasgada, rugí ordenandole que parara, nos mataríamos ambos por nada, mas hizo oídos sordos sin darse cuenta que si llevaba a cabo aquel ritual supondría el final para el mundo que conocíamos ambos y que yo dominaba.

-Maldita loca!! -rugí estirando mi diestra para atrapar su siniestra, un objeto impacto en ella cuando estuve a punto de darle caza y a tiempo logró encerrar aquel “ente” que necesitaba, cuando la atrapé todo cayó, incuso lo hubiera hecho ella de no ser porque la sujeté con firmeza contra mi cuerpo mientras nuestros ojos se anclaban desafiantes en los del otro.

Se embriago de la esencia del vial, nada podía hacer ya por robarle aquello que había invocado, nada que no pasara por robarle su vida algo que no debía suponerme ningún esfuerzo en su estado.
Mis garras emergieron, rozando su piel desnuda, un empujón de la misma y se hundirían en su vientre, le sacaría las tripas y con ellas al ente, su vida se esparciría por el suelo y de sus labios podría embeberme del ultimo aliento de la Nephilim y sin embargo mi mano seguía allí, anclada sin moverse un ápice.

Mis ojos descendieron a sus labios entreabiertos jadeaban por el esfuerzo, yo debía ser su debilidad y nunca me sentí mas débil que en ese momento en el que fueron mis yemas las que rozaron su vientre y se escurrieron por le mismo acariciando su sexo, hasta caer a un lado de mi cuerpo.

-no perdonaré tu vida una segunda vez -le recordé frustrado.

Me di la vuelta para que no leyera en mis ojos el desconcierto, ahora mismo solo quería beber, follar y descubrir que necesitaba esa mujer para acabar la invocación, debía llegar antes que ella a por el siguiente ingrediente o matarla en su defecto.

por **Betzabell Asharu** Dom Dic 30, 2018 4:22 pm

En medio de la vorágine de la exigencia mágica, la física sigue el mismo camino. Si no fuera por la mano del demonio que la mantiene sujeta a su cuerpo, estaría de culo en el piso intentando recuperar la respiración. Alguna vez alguien le profetizó que un demonio sería su perdición, caería en los vicios más bajos por y para su gloria. Se mancharía por seguir sus pasos y temió de él. Lo hizo durante tantos años que le pareció una locura al paso del tiempo, que quizá era un error de la gitana que le leyó la suerte. Hasta que le encontró en L'Enfern. Fue poner sus orbes en los suyos y sintió cómo su centro de gravedad se movía hasta alojarse en él. Todo lo que hace, está orientado a su posición. Como si pudiera sentirlo a su alrededor orbitando. Incluso ahora, en medio de este loco actuar, donde casi pierden ambos la vida, Betzabell no deja de pensar en cómo sería probar sus labios o bien, sentir sus colmillos desgarrando su piel como él le vaticinara en su segunda cita.

Ja, "cita". Lo que fuera su segundo encuentro.

Él juró que Betzabell rogaría porque tomara su sangre. Y ahora, mientras sus cuerpos están unidos y él acaricia su vientre, no deja de pensar en cómo se sentiría si él bebiera de su cuello. Está loca de atar. Su cuerpo débil hace poco y nada por quitar la mano que le acaricia hacia el sur, deslizando la palma por sus rizos y yendo más abajo causando sensaciones desconocidas para la hechicera, hasta que su tacto se pierde en el espacio y se coloca su mano al costado del demonio. Aprieta los muslos ansiando su roce de nuevo. Su voz le provoca, le incita ese mal carácter que descubriera exclusivo para él. Frunce los labios, se siente abandonada y por eso, es que escupe con veneno en los labios. - ¿No me perdonarás una segunda vez? Por Dios, Belcebú, ya es la tercera, vas por la cuarta... ¿Crees que podrás? - se mofa buscando la capa para ponerla sobre sus hombros sintiendo las piernas como gelatina, pero al menos tenía el segundo ingrediente.

- No te engañes, Belcebú. No puedes matarme, te tiembla la mano. Y aprovecharé eso. Te reto, en cuando sea luna nueva, iré a Notre Dame. Puedes ir allí a detenerme de invocar a mi padre, pero estoy segura que por más que te empeñes, no lograrás tu deseo. O incluso, me faltan dos ingredientes: las espinas de la corona de Jesucristo y la sangre di Dio, por si crees que puedes cumplir tu cometido - frunce los labios agachando el cuerpo para pasear las manos por sus piernas lastimadas, enrojecidas y sangrantes. Le duelen como nunca. - Y recomendaría que dejaras de confiar en Astaroth. Sus visiones son erróneas y más sus palabras, ese sujeto no es de fiar - busca en los bolsillos de su abrigo encontrando un tónico, lo bebe poniéndose en pie, mirando de reojo cómo él se aleja en tanto sus heridas sanan. Debería dejarlo ir, aprecia la tensión de los músculos masculinos señal inequívoca de que se contiene algo. La manera en que camina lo grita también y en lugar de ello, se mira sorprendida acortando la distancia entre ellos.

- ¡Hey, te olvidas de algo! - aprieta el paso llevando otro tónico a su boca. Al contacto de su lengua, el líquido del envase torna a estado gaseoso. Le toma al demonio del rostro con la diestra, se pone de puntitas y le besa los labios, abriendo los suyos para soltar el hechizo del aliento de vida en el interior del vampiro en tanto aprovecha la situación para continuar la caricia. Se dedica unos instantes para explorar su boca, su sabor, su olor en tanto el conjuro convertido en humo, se interna en el cuerpo del varón sanando sus heridas. En cuanto considera suficiente, le suelta - listo, es la segunda vez que te salvo el pellejo, Belcebú. Ya puedes irte - se sonríe con arrogancia dando media vuelta para regresar a por sus cosas. Para ella, ésto fue suficiente, si al siguiente encuentro la mata, ya al menos se habrá quitado una curiosidad de encima: conocer el sabor de su boca.

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Si no vas a amar mis demonios, no trates de sacarme del infierno.

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