El sol como aliado

por **Sebastiana de LaChapelle** Jue Abr 11, 2019 6:40 pm

He imaginado esto para mí durante muchos años, lo he deseado como se desea la llegada de la primavera luego de un invierno tormentoso. Mi momento es hoy, lo que esperaba está aquí y solo espero ser digna de vivir este presente que me colma de dicha. Ha llegado, aunque no sin demora, algunos ya murmuraban que quedaría yo para vestir a los santos, hablaban por lo bajo de mí y de mi desgracia, susurraban sobre el poco tino de mi padre que no hacía más que rechazar a quienes me festejaban. Ahora entiendo a mi padre, aunque no niego que me ha dolido su actitud de los últimos años, comprendo que lo ha hecho con la férrea convicción de que había siempre un mejor partido para mí. Él me repetía lo que ninguna muchacha de más de veinte años quiere oír: que tuviera paciencia, que sabía bien lo que hacía, que los compromisos no eran más que negocios que forjaban nuevas familias y que de eso, de negocios, él sabía mucho. Claro que me dolió en su momento, mi vida no es un negocio, no hay contratos ni trabajadores, tampoco salarios. ¿O sí? Escribirlo aquí, afirmarlo de este modo, me ha dejado pensando... Pero no es sobre lo que quería reflexionar, el tema central para mí es la espera. ¿Por qué esperé paciente los tiempos impuestos por mi padre? ¿Por qué no perdí las esperanzas en los últimos años, que se me hicieron demasiado largos y angustiosos? Esperé, no porque lo comprendiera y mucho menos porque estuviera de acuerdo con sus métodos, esperé porque no podía hacer nada más que eso. Y en cuanto a mi esperanza... creo que fue bien recompensada la fe que puse en Dios y en mi padre.

Mi boda ha sido preciosa. Tenía miedo, estaba segura de que me desmayaría al pie del altar porque no había logrado comer bien en los últimos días. Temía ser una desilusión para mi esposo mucho más que toparme con que él lo era para mí. Podía lidiar con que él no fuera lo esperado, pero no con saber que yo no colmaba sus expectativas. Por fortuna, ninguno de mis temores se cumplió. Se lo he preguntado y sé que es sincero cuando me asegura que soy más de lo que él esperaba encontrar en el altar del Santo Socorro, allí donde nos conocimos, allí donde nos unimos.