AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No hay rival para mí en el juego que es la vida | Melquiades Eliseo de Oria y Álvarez
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No hay rival para mí en el juego que es la vida | Melquiades Eliseo de Oria y Álvarez
▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲
Melquiades Eliseo de Oria y Álvarez
▲EDAD▲
40 años
▲ESPECIE▲
Hechicero
▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲
Clase alta
▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲
Bisexual
▲LUGAR DE ORIGEN▲
Asturias, España
▲HABILIDADES/PODERES▲
► PODERES INNATOS:
→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sean a favor o en contra de alguna persona, por medio de conjuros, hierbas y pociones. Esto incluye altos conocimientos de herbolaria que le permiten hacer también curaciones.
La mayoría de las cosas que hace son gracias a conjuros (mencionando palabras mágicas o evocando espíritus, ya sea auditiva o mentalmente) y/o hechizos mediante hierbas o pociones. Es poderoso, pero no puede transformar a humanos en vampiros, licántropos o cambiantes mediante un hechizo; tampoco puede hacer que uno de estos seres vuelvan a ser completamente humanos.
La mayoría de las cosas que hace son gracias a conjuros (mencionando palabras mágicas o evocando espíritus, ya sea auditiva o mentalmente) y/o hechizos mediante hierbas o pociones. Es poderoso, pero no puede transformar a humanos en vampiros, licántropos o cambiantes mediante un hechizo; tampoco puede hacer que uno de estos seres vuelvan a ser completamente humanos.
→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo sabe si está bajo amenaza. Este poder le permite reconocer a licántropos y cambiantes cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.
► PODERES A ELEGIR:
→ Creación de Ilusiones: Habilidad que le permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc., desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. Es capaz de entrar en la mente de su adversario con sus ilusiones.
→ Nigromancia: Habilidad que consiste en la adivinación mediante la consulta a los muertos y sus espíritus o cadáveres. Permite controlar temporalmente a alimañas y criaturas muertas para sus propósitos. No controla a vampiros.
→ Dominación: Capacidad para controlar la voluntad de otro mortal, obligándolo a hacer cosas sin que pueda evitarlo a pesar de resistirse.
Melquiades es casi tan alto como la magnificencia de su persona, pues mide 1,81 m. Tiene una constitución normal, ya que no es ni flaco ni gordo, pero tiene una espalda más o menos ancha y esto le aporta corpulencia a su figura. Sin embargo, no es especialmente fuerte, pues su forma de luchar tiene más que ver con la mente que con el cuerpo. Pese a ello, si tiene que enfrentarse físicamente a alguien, es probable que no tenga mucho problema para salir airoso de la situación. El tono de su piel es levemente aceitunado, si bien no demasiado. Tiene el cabello castaño y rizado, usualmente peinado hacia atrás, aunque estos rizos no suelen ser notables porque no lo lleva lo suficientemente largo para ello. Lo normal es verle con bigote y barba, no excesivamente poblados y muy cuidados, como todo su aspecto en general. La soberbia que derrocha se desborda también a través de su mirada y de su forma de caminar. Todo en él desprende esa idea de estar por encima de todos y de todo. Los ojos son de un color marrón oscuro, magnéticos y grandes, pero dependiendo de la luz que les dé pueden observarse reflejos verdosos, y no es difícil verle con maquillaje en ellos. Tiene la nariz ligeramente grande y el labio superior de su boca es muy fino mientras que el de abajo es un poco carnoso. Sonríe con mucha frecuencia, aunque la mayoría de veces lo hace con suficiencia.
Tiene una mandíbula ancha, al igual que su cuello, el cual parece estar preparado para soportar toda la grandeza de la que cree gozar y realmente goza, con una nuez bastante marcada en él, sobre todo si se le observa desde ciertos ángulos. En las orejas suele llevar varios pendientes de aro de plata y en general, todos sus complementos y ropajes son atrevidos y adelantados para la época en la que vive —nunca le ha importado el qué dirán y siempre ha tenido un espíritu muy innovador—. Tiene las manos y los pies directamente proporcionales al resto de dimensiones de su cuerpo, por lo que a simple vista no parecen grandes, pero de cerca pueden serlo. Por último, cabe mencionar que el tono de su voz es grave y persuasivo, incluso se podría decir que es sensual e hipnótico.
Tiene una mandíbula ancha, al igual que su cuello, el cual parece estar preparado para soportar toda la grandeza de la que cree gozar y realmente goza, con una nuez bastante marcada en él, sobre todo si se le observa desde ciertos ángulos. En las orejas suele llevar varios pendientes de aro de plata y en general, todos sus complementos y ropajes son atrevidos y adelantados para la época en la que vive —nunca le ha importado el qué dirán y siempre ha tenido un espíritu muy innovador—. Tiene las manos y los pies directamente proporcionales al resto de dimensiones de su cuerpo, por lo que a simple vista no parecen grandes, pero de cerca pueden serlo. Por último, cabe mencionar que el tono de su voz es grave y persuasivo, incluso se podría decir que es sensual e hipnótico.
Poco queda ya del Melquiades que fue en su juventud: un muchacho atento, cariñoso y preocupado por los suyos. Por aquel entonces ni siquiera se llamaba Melquiades, sino simplemente Eliseo. Siempre ha sido un hombre astuto e inteligente, con capacidad más que suficiente para prever toda clase de acontecimientos y estar preparado para todo lo que pueda encontrarse. Pero todo lo que tiene de inteligente lo tiene de despiadado, una característica que comenzó a formar parte de su identidad a raíz de su encuentro con Gob, cuya influencia demoníaca le enturbia el alma y la moral desde entonces. Es cruel, manipulador, no tiene ningún escrúpulo a la hora de mentir y le encanta jugar con los sentimientos ajenos. Posee el don para hacer que la gente confíe en él y que lo siga ciegamente, ya que es la personificación perfecta de la figura del líder. Esto es debido a que es una persona muy segura de sí misma, poderosa y persuasiva, pues tiene un poder de convicción enorme, fomentado por su habilidad mágica de dominación. Al igual que él podría convencer a alguien de comprar arena hasta en el mismísimo desierto, es muy difícil lograr persuadirlo para que haga algo. No le gusta que las cosas no se desarrollen como él quiere ni que la gente se salga del camino que él le ha marcado. Si esto ocurre, lo más probable es que haya consecuencias. Por ese motivo, le gustan mucho los individuos dóciles y maleables, aunque en secreto disfruta inmensamemente cuando se encuentra con personalidades parecidas a la suya, con las que, normalmente, o bien mantiene una lucha de egos, o bien logra obtener la complicidad más absoluta. En cualquier caso, su manera de relacionarse está basada completamente en el interés y solo despertarán su atención aquellos en los que ve potencial de algún modo.
Como está acostumbrado a que las cosas vayan siempre a su favor, se ha convertido en una persona ególatra, bastante altiva y con aires de grandeza. Solamente le importa él mismo y se cree por encima del bien y del mal. Se piensa, incluso, de forma totalmente errónea, que tiene el poder de vencer a la Muerte, que jamás sus huesos se convertirán en polvo ni nutrirán la tierra; que la vida eterna no es para él, solo la terrenal; y se encarga de exprimir esta al máximo, por lo que suele acabar propasándose en todos los aspectos de su existencia.
Como está acostumbrado a que las cosas vayan siempre a su favor, se ha convertido en una persona ególatra, bastante altiva y con aires de grandeza. Solamente le importa él mismo y se cree por encima del bien y del mal. Se piensa, incluso, de forma totalmente errónea, que tiene el poder de vencer a la Muerte, que jamás sus huesos se convertirán en polvo ni nutrirán la tierra; que la vida eterna no es para él, solo la terrenal; y se encarga de exprimir esta al máximo, por lo que suele acabar propasándose en todos los aspectos de su existencia.
Mucho se habla en el folklore asturiano de brujas descritas como seres infernales que únicamente buscan con sus manos y sus bocas la sangre de los niños, como si de vampiros se tratase; pero poco se menciona que esas brujas tienen corazones y que sienten y padecen como cualquiera de los seres que habitan en la Tierra. Esta es la historia de un brujo cuyo corazón sintió y padeció, pero que con el paso del tiempo dejó de hacerlo.
Hace cuarenta años, nació en un pueblecito de Asturias un niño llamado Eliseo, fruto de un matrimonio lleno de amor, constituido por unos padres cuyos nombres ya no tienen importancia alguna. Pero igual que esta relación estaba llena de amor, lo estaba de desdicha: habían tenido cuatro hijos y solo uno de ellos superaría los cinco años: su pequeño Eliseo, el tercero en nacer. La razón principal por la que este niño sobrevivió es que, a diferencia de los otros, tenía sangre mágica recorriendo sus venas —y, por tanto, era más fuerte—, aunque este hecho se evidenciaría más adelante. Él, al igual que los ancestros de su madre, había heredado dentro de sí una conexión espiritual con los elementos de la naturaleza que hacía que pudiera jugar con ellos a su antojo. Aun así, estos poderes no los descubrió hasta que cumplió diecisiete años. De forma algo tardía, fomentado por la falta de figuras mágicas alrededor de él durante su crecimiento, se manifestaron unas habilidades de procedencia dudosa que sus padres no compartían, por lo que las desarrolló a sus espaldas, bajo la guía de la bruja de la aldea en la que vivían. En ella encontró una segunda madre y también el sentido de la vida misma. Miriam le instruyó en la realización de hechizos y pociones, y él fue para ella el hijo que jamás tendría, pues vivía alejada de todos, repudiada, en una reducida cabaña llena de plantas y de libros. Solo se tenía a sí misma y a partir de ese momento, a Eliseo.
Pasó casi un lustro a su lado, formándose en la hechicería a la par que realizaba trabajos agrícolas y ganaderos junto a sus padres. Miriam tenía un corazón tan grande que cuidaba desde las sombras incluso de aquellos que la despreciaban, pero esto no fue suficiente para evitar que una maldición se cerniese sobre los que allí moraban. Poco a poco, comenzaron a caer enfermos todos y cada uno de los miembros de aquella pequeña comunidad; y pronto se produjeron las primeras muertes. Había quien decía que la bruja de la aldea había envenenado a toda la población, que había intoxicado las aguas con su magia, pero su aprendiz fue el único que decidió buscar en ella el remedio y no la enfermedad. Sin embargo, Miriam, a pesar de ser la única que casualmente no había enfermado, poco tenía que ver con el origen de aquello. En sus libros no halló solución alguna, pero esto no le paró los pies a Eliseo, quien por cuenta propia se llevó unos cuantos a casa para poder estudiarlos con detenimiento. Uno de los volúmenes que extrajo de la biblioteca personal de Miriam trataba sobre grandes demonios que, aparentemente, otorgaban dones a aquellos que los llamaban. Como si su alma fuera atraída de un modo irremediable hacia aquellas páginas, invocó al demonio Gob1 —una criatura maligna que, entre otras cosas, propaga enfermedades—, quien en lugar de ayudarle, acabó atándolo a él de forma permanente.
Gob prometió que sanaría a todos los habitantes; únicamente pedía una cosa a cambio: el alma de Eliseo. A él, un joven de veintiún años capaz de ver la vida con otros ojos, no le suponía un gran sacrificio ofrecer una sola alma a cambio de muchas, por lo que accedió sin apenas pensarlo, sin consultarlo siquiera con su maestra primero. No obstante, opuestamente a lo que el demonio había dicho que haría, provocó una catástrofe que torcería el destino del brujo para siempre. Lejos de curar a los enfermos, extrajo sus últimos alientos de vida, llevándose sus almas consigo. Miriam, quien tenía el don de la clarividencia, vislumbró ante ella la revelación de que un ser del inframundo estaba allí, entre los mortales, y acudió a la aldea solamente para encontrar la muerte de todos los humanos que allí habían vivido. Ni sus huesos quedaron, ni siquiera sus almas. En un arrebato de valentía, con afán de proteger al último que quedaba con vida, su querido Eliseo, se enfrentó a Gob. Como si fuera un juego de niños, el demonio arrancó su corazón y se lo comió, así como hizo con su ánima.
Desde ese momento, Eliseo serviría única y exclusivamente a Gob y a sus propósitos: debía entregarle las vidas de seres mortales a cambio de conservar la suya propia —si no deseaba que, algún día, el mismo veneno que había acabado con sus seres queridos viniera a por él para llevarlo con la Muerte—. Por este motivo, el brujo fue recorriendo el mundo en busca de aquelarres en los que adquirió un vasto conocimiento sobre hechicería y aprendió a dominar sus poderes con una precisión exquisita. Poco a poco, fue ganándose la confianza de sus congéneres y cuando juntos conseguían un poder que casi solo se podría equiparar al de Dios —el omnipotente—, invocaban a Gob y este devoraba sus almas como si fuera el banquete de la Última Cena. Todas y cada una de las veces, el único hombre que quedaba con vida era Eliseo.
Con el tiempo, no tardó en aflorar en su interior una avaricia desmesurada, avivada por el propio demonio que se había adueñado de forma inevitable de su existencia, y haciendo uso de sus oscuros poderes, se dedicó a acumular propiedades y terrenos que anteriormente habían pertenecido a miembros de la clase alta. Cambió entonces su nombre por el de Melquiades, tratando de borrar con ese acto sus orígenes humildes y labrándose cierta reputación entre la nobleza.
Continuó yendo de aquelarre en aquelarre hasta que sus pasos lo llevaron de nuevo a su Asturias natal, donde un grupo de hechiceros lo acogió entre sus brazos. Él, como había hecho muchas veces antes, ayudó a mejorar las habilidades de sus miembros para terminar invocando al demonio Gob, quien redujo todo el aquelarre a cenizas. Poco antes de que esto ocurriera, una joven que gozaba del mismo don del que gozaba Miriam, la clarividencia, le desveló a Melquiades la existencia de un aquelarre en París que era enormemente poderoso. Cuando nada quedó allí para él, salvo llamas que ennegrecieron la tierra, puso rumbo a la capital francesa, donde localizó al brujo que lideraba tal aquelarre. Con sus propias manos, puso fin a su existencia y a partir de entonces, sería él el líder, haciendo ver a los demás mediante la creación de ilusiones que, por el contrario, su cabeza de familia seguía con vida.
Hace cuarenta años, nació en un pueblecito de Asturias un niño llamado Eliseo, fruto de un matrimonio lleno de amor, constituido por unos padres cuyos nombres ya no tienen importancia alguna. Pero igual que esta relación estaba llena de amor, lo estaba de desdicha: habían tenido cuatro hijos y solo uno de ellos superaría los cinco años: su pequeño Eliseo, el tercero en nacer. La razón principal por la que este niño sobrevivió es que, a diferencia de los otros, tenía sangre mágica recorriendo sus venas —y, por tanto, era más fuerte—, aunque este hecho se evidenciaría más adelante. Él, al igual que los ancestros de su madre, había heredado dentro de sí una conexión espiritual con los elementos de la naturaleza que hacía que pudiera jugar con ellos a su antojo. Aun así, estos poderes no los descubrió hasta que cumplió diecisiete años. De forma algo tardía, fomentado por la falta de figuras mágicas alrededor de él durante su crecimiento, se manifestaron unas habilidades de procedencia dudosa que sus padres no compartían, por lo que las desarrolló a sus espaldas, bajo la guía de la bruja de la aldea en la que vivían. En ella encontró una segunda madre y también el sentido de la vida misma. Miriam le instruyó en la realización de hechizos y pociones, y él fue para ella el hijo que jamás tendría, pues vivía alejada de todos, repudiada, en una reducida cabaña llena de plantas y de libros. Solo se tenía a sí misma y a partir de ese momento, a Eliseo.
Pasó casi un lustro a su lado, formándose en la hechicería a la par que realizaba trabajos agrícolas y ganaderos junto a sus padres. Miriam tenía un corazón tan grande que cuidaba desde las sombras incluso de aquellos que la despreciaban, pero esto no fue suficiente para evitar que una maldición se cerniese sobre los que allí moraban. Poco a poco, comenzaron a caer enfermos todos y cada uno de los miembros de aquella pequeña comunidad; y pronto se produjeron las primeras muertes. Había quien decía que la bruja de la aldea había envenenado a toda la población, que había intoxicado las aguas con su magia, pero su aprendiz fue el único que decidió buscar en ella el remedio y no la enfermedad. Sin embargo, Miriam, a pesar de ser la única que casualmente no había enfermado, poco tenía que ver con el origen de aquello. En sus libros no halló solución alguna, pero esto no le paró los pies a Eliseo, quien por cuenta propia se llevó unos cuantos a casa para poder estudiarlos con detenimiento. Uno de los volúmenes que extrajo de la biblioteca personal de Miriam trataba sobre grandes demonios que, aparentemente, otorgaban dones a aquellos que los llamaban. Como si su alma fuera atraída de un modo irremediable hacia aquellas páginas, invocó al demonio Gob1 —una criatura maligna que, entre otras cosas, propaga enfermedades—, quien en lugar de ayudarle, acabó atándolo a él de forma permanente.
Gob prometió que sanaría a todos los habitantes; únicamente pedía una cosa a cambio: el alma de Eliseo. A él, un joven de veintiún años capaz de ver la vida con otros ojos, no le suponía un gran sacrificio ofrecer una sola alma a cambio de muchas, por lo que accedió sin apenas pensarlo, sin consultarlo siquiera con su maestra primero. No obstante, opuestamente a lo que el demonio había dicho que haría, provocó una catástrofe que torcería el destino del brujo para siempre. Lejos de curar a los enfermos, extrajo sus últimos alientos de vida, llevándose sus almas consigo. Miriam, quien tenía el don de la clarividencia, vislumbró ante ella la revelación de que un ser del inframundo estaba allí, entre los mortales, y acudió a la aldea solamente para encontrar la muerte de todos los humanos que allí habían vivido. Ni sus huesos quedaron, ni siquiera sus almas. En un arrebato de valentía, con afán de proteger al último que quedaba con vida, su querido Eliseo, se enfrentó a Gob. Como si fuera un juego de niños, el demonio arrancó su corazón y se lo comió, así como hizo con su ánima.
Desde ese momento, Eliseo serviría única y exclusivamente a Gob y a sus propósitos: debía entregarle las vidas de seres mortales a cambio de conservar la suya propia —si no deseaba que, algún día, el mismo veneno que había acabado con sus seres queridos viniera a por él para llevarlo con la Muerte—. Por este motivo, el brujo fue recorriendo el mundo en busca de aquelarres en los que adquirió un vasto conocimiento sobre hechicería y aprendió a dominar sus poderes con una precisión exquisita. Poco a poco, fue ganándose la confianza de sus congéneres y cuando juntos conseguían un poder que casi solo se podría equiparar al de Dios —el omnipotente—, invocaban a Gob y este devoraba sus almas como si fuera el banquete de la Última Cena. Todas y cada una de las veces, el único hombre que quedaba con vida era Eliseo.
Con el tiempo, no tardó en aflorar en su interior una avaricia desmesurada, avivada por el propio demonio que se había adueñado de forma inevitable de su existencia, y haciendo uso de sus oscuros poderes, se dedicó a acumular propiedades y terrenos que anteriormente habían pertenecido a miembros de la clase alta. Cambió entonces su nombre por el de Melquiades, tratando de borrar con ese acto sus orígenes humildes y labrándose cierta reputación entre la nobleza.
Continuó yendo de aquelarre en aquelarre hasta que sus pasos lo llevaron de nuevo a su Asturias natal, donde un grupo de hechiceros lo acogió entre sus brazos. Él, como había hecho muchas veces antes, ayudó a mejorar las habilidades de sus miembros para terminar invocando al demonio Gob, quien redujo todo el aquelarre a cenizas. Poco antes de que esto ocurriera, una joven que gozaba del mismo don del que gozaba Miriam, la clarividencia, le desveló a Melquiades la existencia de un aquelarre en París que era enormemente poderoso. Cuando nada quedó allí para él, salvo llamas que ennegrecieron la tierra, puso rumbo a la capital francesa, donde localizó al brujo que lideraba tal aquelarre. Con sus propias manos, puso fin a su existencia y a partir de entonces, sería él el líder, haciendo ver a los demás mediante la creación de ilusiones que, por el contrario, su cabeza de familia seguía con vida.
- Gob:
- 1Gob: «Demonio de la tierra, el cual domina también las cosas subterráneas, y promueve los hundimientos, los movimientos sísmicos, la expansión de los gases asfixiantes y deletéreos; da sus propiedades mortales a las substancias venenosas, preside el desarrollo y propagación de la peste y otras epidemias e interviene en los sucesos desgraciados de la vida humana, fomentando las pasiones de la avaricia, el orgullo y la crueldad. Su pasión es, precisamente, la avaricia» (Wikipedia).
- Nació como Eliseo Álvarez, pero se renombró como Melquiades Eliseo de Oria y Álvarez a lo largo de los años para otorgarle el mismo estatus a su nombre del que él goza en la sociedad, dando la impresión de que incluso pertenece a la nobleza. Adoptó el apellido de su madre en primer lugar y el de su padre en segundo, y como primer nombre escogió el de su abuelo paterno. En los círculos relacionados con la magia es más frecuente que se le conozca como Melquiades, si es que no usa un nombre falso para presentarse; mientras que en los ambientes más íntimos de su vida siempre será Eliseo.
- Inicialmente solo hablaba asturiano y español, aunque con el paso del tiempo y debido a los distintos lugares en los que ha estado y la gran variedad de personas que ha conocido, sobre todo de clase alta —y, por tanto, con una educación extraordinaria—, ha terminado hablando con fluidez el idioma de los francos. También se defiende bastante bien en inglés y chino mandarín, chapurrea el alemán y conoce algunas palabras sueltas del ruso.
- Dos semanas después de su llegada a París, obligó al propietario del fumadero de opio más conocido de la ciudad a poner el negocio a su nombre. Desde entonces, el local le pertenece y le genera suficientes ingresos como para no tener que preocuparse de obtener dinero de otra forma. Él no se encarga de nada en el establecimiento, únicamente de cobrar su parte de los beneficios. A veces, se deja caer por allí para divertirse un rato, como si fuera un cliente más, pero con todas las ventajas que implican ser el dueño.
- Si está cierto tiempo sin sacrificar almas para Gob, el veneno comienza a apropiarse de su cuerpo y lo mata lentamente. Cada vez que asesina a alguien y le da su alma al demonio, consigue alargar su tiempo de vida. No le ofrece únicamente las almas de brujos, pero sí son estas las que tienen más poder y energía y, por tanto, las preferidas de Gob.
- Le gusta dejarse morder por vampiros, algo que, en principio, puede parecer contradictorio con su forma de ser y de pensar, ya que considera que la sangre es algo muy valioso, y más la suya, al ser un brujo —y tan poderoso—; pero en ello encuentra una satisfacción inconmensurable.
- Fuma y bebe bastante, pero no llega a ser alcohólico.
- Tiene un gato negro llamado Onofre.
- Inicialmente solo hablaba asturiano y español, aunque con el paso del tiempo y debido a los distintos lugares en los que ha estado y la gran variedad de personas que ha conocido, sobre todo de clase alta —y, por tanto, con una educación extraordinaria—, ha terminado hablando con fluidez el idioma de los francos. También se defiende bastante bien en inglés y chino mandarín, chapurrea el alemán y conoce algunas palabras sueltas del ruso.
- Dos semanas después de su llegada a París, obligó al propietario del fumadero de opio más conocido de la ciudad a poner el negocio a su nombre. Desde entonces, el local le pertenece y le genera suficientes ingresos como para no tener que preocuparse de obtener dinero de otra forma. Él no se encarga de nada en el establecimiento, únicamente de cobrar su parte de los beneficios. A veces, se deja caer por allí para divertirse un rato, como si fuera un cliente más, pero con todas las ventajas que implican ser el dueño.
- Si está cierto tiempo sin sacrificar almas para Gob, el veneno comienza a apropiarse de su cuerpo y lo mata lentamente. Cada vez que asesina a alguien y le da su alma al demonio, consigue alargar su tiempo de vida. No le ofrece únicamente las almas de brujos, pero sí son estas las que tienen más poder y energía y, por tanto, las preferidas de Gob.
- Le gusta dejarse morder por vampiros, algo que, en principio, puede parecer contradictorio con su forma de ser y de pensar, ya que considera que la sangre es algo muy valioso, y más la suya, al ser un brujo —y tan poderoso—; pero en ello encuentra una satisfacción inconmensurable.
- Fuma y bebe bastante, pero no llega a ser alcohólico.
- Tiene un gato negro llamado Onofre.
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Re: No hay rival para mí en el juego que es la vida | Melquiades Eliseo de Oria y Álvarez
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TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES. ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
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