AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fleur Du Mal [Reservado]
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Fleur Du Mal [Reservado]
Ladies and Gentlemen. Bienvenidos a la magna obra “Fleur Du Mal” Protagonizada por el Conde Davignon y la Madame…
Las grandes cortinas de gamuza púrpura se abren paso en medio del escenario, una dulce y angelical voz cesa todo ruido ajeno a la obra. La música es digna de los dioses que la escuchan sin ningún reparo, transportándose quizá a otra época, a otro mundo; una dimensión alterna donde cada extraño es sumergido en sus profundidades. Media luz, decoraciones anticuadas, clavos en los ataúdes, sangre fresca… Mortales, en sus alucinantes ideas creen que es parte de la presentación, agua escarlata y nada más. Melodía infernal, violines y pianos en un son diabólico, acompañados por la soprano que se desbarata sobre aquel escenario, le han prometido la fama, el dinero… Todo por lo que se mata en esta y otras vidas. Versos sangrientos, prejuzgados, insensatos, atrevidos, profanos. Cada maldita palabra que en la cantata es una blasfemia para los presentes, miserables ignorantes que no sospechan absolutamente nada. El camuflaje esta servido entre pétalos de púrpuras flores. Una luna menguante es parte del panorama, tan plateada, tan jodidamente condenada a ser cómplice en los actos, en esos sacrificios dedicados a una deidad falsa. En lo alto de aquel teatro el alma de inocentes pende de un hilo, una bailaría, un arlequín, un poeta, una prostituta…
El altar ha sido tentado con la sangre de los niños y el espectáculo había iniciado. Una pequeña niña se asoma justo en medio del espacio. Llorosa interpreta su papel de víctima, un sombrío hombre le acecha de cerca. Su vestido rosa, sus mallas blancas, sus risos pelirrojos, sus mejillas endulzadas con las lágrimas de sus ojos. Corre y busca refugio en el escenario planteado, todo es parte de show, parte de la tentativa que con la que se esta trabajando. La música de fondo crea el suspenso necesario para que la parte del público se ambiente, es claro que se trata de una obra de terror “Bienvenidos a la última cena” Pensamientos que vienen y van entre los protagonistas. El invitado de esta noche es muy conocido entre las pesadillas, su título nobiliario a nadie le importa, su riqueza fue expuesta y terminada, pero esta noche frente a los desconocidos su apellido logrará brillar en la cúspide de la fama inmortal.
Primer Acto – Sacrèbleu
Nadie lo esperaba, nadie pudo haberlo imaginado. La inocencia que vestía era la de un ángel terrenal, no basto para el crimen que se cometió. Un cuerpo tendido anuncia el asesinato que allí fue perpetrado, encaje de pastel color y perfume de rosas en el viento. Entonces el hombre que se presume demonio aparece en la obra, es… quien si no en sombrío extraño que vigilaba a la pequeña. Su nombre Gilles Davignon, presentándose con los personajes secundarios. La orquesta comienza a tocar una fúnebre melodía en donde el tenor debe actuar con alevosía. Una opera que esperaba se teñía de misterio. Levantose la fina tela blanca que supuestamente cubría el cadáver de la petit, no hay nada… Ni un solo rastro de la traviesa y al fondo un grito desesperante eriza los bellos de su piel. Arriba en el escenario Gilles busca, corre como vil loco en círculos aparentando viajar a través del bosque infernal. Una cabaña pintada en una manta es el acontecimiento siguiente. Un rastro de sangre que hace estremecer a los presentes y el estridente chillido de un cuchillo afilándose…
Las grandes cortinas de gamuza púrpura se abren paso en medio del escenario, una dulce y angelical voz cesa todo ruido ajeno a la obra. La música es digna de los dioses que la escuchan sin ningún reparo, transportándose quizá a otra época, a otro mundo; una dimensión alterna donde cada extraño es sumergido en sus profundidades. Media luz, decoraciones anticuadas, clavos en los ataúdes, sangre fresca… Mortales, en sus alucinantes ideas creen que es parte de la presentación, agua escarlata y nada más. Melodía infernal, violines y pianos en un son diabólico, acompañados por la soprano que se desbarata sobre aquel escenario, le han prometido la fama, el dinero… Todo por lo que se mata en esta y otras vidas. Versos sangrientos, prejuzgados, insensatos, atrevidos, profanos. Cada maldita palabra que en la cantata es una blasfemia para los presentes, miserables ignorantes que no sospechan absolutamente nada. El camuflaje esta servido entre pétalos de púrpuras flores. Una luna menguante es parte del panorama, tan plateada, tan jodidamente condenada a ser cómplice en los actos, en esos sacrificios dedicados a una deidad falsa. En lo alto de aquel teatro el alma de inocentes pende de un hilo, una bailaría, un arlequín, un poeta, una prostituta…
El altar ha sido tentado con la sangre de los niños y el espectáculo había iniciado. Una pequeña niña se asoma justo en medio del espacio. Llorosa interpreta su papel de víctima, un sombrío hombre le acecha de cerca. Su vestido rosa, sus mallas blancas, sus risos pelirrojos, sus mejillas endulzadas con las lágrimas de sus ojos. Corre y busca refugio en el escenario planteado, todo es parte de show, parte de la tentativa que con la que se esta trabajando. La música de fondo crea el suspenso necesario para que la parte del público se ambiente, es claro que se trata de una obra de terror “Bienvenidos a la última cena” Pensamientos que vienen y van entre los protagonistas. El invitado de esta noche es muy conocido entre las pesadillas, su título nobiliario a nadie le importa, su riqueza fue expuesta y terminada, pero esta noche frente a los desconocidos su apellido logrará brillar en la cúspide de la fama inmortal.
Primer Acto – Sacrèbleu
Nadie lo esperaba, nadie pudo haberlo imaginado. La inocencia que vestía era la de un ángel terrenal, no basto para el crimen que se cometió. Un cuerpo tendido anuncia el asesinato que allí fue perpetrado, encaje de pastel color y perfume de rosas en el viento. Entonces el hombre que se presume demonio aparece en la obra, es… quien si no en sombrío extraño que vigilaba a la pequeña. Su nombre Gilles Davignon, presentándose con los personajes secundarios. La orquesta comienza a tocar una fúnebre melodía en donde el tenor debe actuar con alevosía. Una opera que esperaba se teñía de misterio. Levantose la fina tela blanca que supuestamente cubría el cadáver de la petit, no hay nada… Ni un solo rastro de la traviesa y al fondo un grito desesperante eriza los bellos de su piel. Arriba en el escenario Gilles busca, corre como vil loco en círculos aparentando viajar a través del bosque infernal. Una cabaña pintada en una manta es el acontecimiento siguiente. Un rastro de sangre que hace estremecer a los presentes y el estridente chillido de un cuchillo afilándose…
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Fleur Du Mal [Reservado]
La vampiresa, había sido invitada y convencida de sus actos siguientes. No muy segura de poder controlar sus instintos naturales... Lo que daría a los presentes una obra verídica, emocional pero sobre todo... Sangrienta.
Oculta ahora tras el telón, esperando su momento con templanza, sin ningún tipo de inmutación. Mientras las presentaciones, los susurros y cada respiro dentro de aquella caja de material hacia un eco en sus oídos que hacia sus ojos llenarse de demonios, de infiernos.
Le fue concedido un cuchillo y un afilador. Esta miro ambos objetos con un gesto sobrante. ¿Para que los querría?, la obra comenzaba parecerle parodia. Eran vampiros, no carniceros. Contratos, son contratos.
Vestida con simpleza, de la que pocas veces se la veía en público, difirendo en ella su elegancia que resalta su finura, sus rasgos y su frívola personalidad. Una capa negra y vestido igual sin detalles, que cubren su figura por completo sin dejar mostrar sus curvas; delatantes de su sexualidad. Acomodó sus cabellos hacia atrás y escondió su rostro en las penumbras bajo el capuz que tal prenda poseía.
Una niña. Una pequeña gacela inocente apareció en escena, el hedor a sangre derramada, la farsa. Ocultó los objetos entre su vestidura.
Salió a escena, al acecho, iluminada tenuemente. Casi como una sombra, personificada tal cruel demonio que profesaba su eterna maldición.
Fue entonces cuando sus brazos se abrieron a espaldas de la infante, cuando sus manos transformadas en garras dramatizaban la escena, y que en un palpitar aquella cárcel de brazos y muerte arrebatarían su tesoro mas preciado. La oscuridad de su vestidura ahogo la regocijante y pálida piel de la niña y las luces bajaron la tensión. Quedando el escenario casi en penumbras...
En medio del escenario un vampiro realizaba su actuación.
Su nombre; Gilles Davignon. ¿Descripción?: Simplemente misterioso. ¿Cuan misterioso?, sería lo que pondría a prueba la vampiresa.
Segundo Acto.- Cinquième Commandement - Tu ne tueras point
El suspenso... Oculta ahora tras el telón y habiendo lesionado al infante mientras le ahogaba con las manos, no eran sus labios pintados en carmesí...
La frivolidad de la Bathory inquietó a la infante, y esta podía incluso olfatear su miedo... y su sangre fresca. Una sonrisa socarrona se lució en los labios del maldecido vampiro, sus ideas fluían como ríos descaudalados, y comos estos mismos devastarían todo a su paso incluyendo la inocencia de una criatura.
Repasó una y otra vez el cuchillo por el afilador, manchando incluso a este de aquel preciado elíxir.
La vampiresa toma a la fuerza al infante, tirándola sobre un mesón y forzando allí su estadía con su mano en el cuello. Amenazante con el cuchillo que posicionaba a metro de su pecho. Aquellas acciones, iluminadas con perfección desde la inferioridad de las figuras, resaltando su lado sombrío. Logrando la sorpresa de los presentes que expresan con inhalaciones mas aceleradas, con corazones galopantes. Y sobre el escenario el silencio de la perfección.
¿Sería el final?, ¿llegaría a tiempo?... ¿Tendrían los espectadores que ver la tragedia con propios ojos?.
Oculta ahora tras el telón, esperando su momento con templanza, sin ningún tipo de inmutación. Mientras las presentaciones, los susurros y cada respiro dentro de aquella caja de material hacia un eco en sus oídos que hacia sus ojos llenarse de demonios, de infiernos.
Le fue concedido un cuchillo y un afilador. Esta miro ambos objetos con un gesto sobrante. ¿Para que los querría?, la obra comenzaba parecerle parodia. Eran vampiros, no carniceros. Contratos, son contratos.
Vestida con simpleza, de la que pocas veces se la veía en público, difirendo en ella su elegancia que resalta su finura, sus rasgos y su frívola personalidad. Una capa negra y vestido igual sin detalles, que cubren su figura por completo sin dejar mostrar sus curvas; delatantes de su sexualidad. Acomodó sus cabellos hacia atrás y escondió su rostro en las penumbras bajo el capuz que tal prenda poseía.
Una niña. Una pequeña gacela inocente apareció en escena, el hedor a sangre derramada, la farsa. Ocultó los objetos entre su vestidura.
Salió a escena, al acecho, iluminada tenuemente. Casi como una sombra, personificada tal cruel demonio que profesaba su eterna maldición.
Fue entonces cuando sus brazos se abrieron a espaldas de la infante, cuando sus manos transformadas en garras dramatizaban la escena, y que en un palpitar aquella cárcel de brazos y muerte arrebatarían su tesoro mas preciado. La oscuridad de su vestidura ahogo la regocijante y pálida piel de la niña y las luces bajaron la tensión. Quedando el escenario casi en penumbras...
En medio del escenario un vampiro realizaba su actuación.
Su nombre; Gilles Davignon. ¿Descripción?: Simplemente misterioso. ¿Cuan misterioso?, sería lo que pondría a prueba la vampiresa.
Segundo Acto.- Cinquième Commandement - Tu ne tueras point
El suspenso... Oculta ahora tras el telón y habiendo lesionado al infante mientras le ahogaba con las manos, no eran sus labios pintados en carmesí...
La frivolidad de la Bathory inquietó a la infante, y esta podía incluso olfatear su miedo... y su sangre fresca. Una sonrisa socarrona se lució en los labios del maldecido vampiro, sus ideas fluían como ríos descaudalados, y comos estos mismos devastarían todo a su paso incluyendo la inocencia de una criatura.
Repasó una y otra vez el cuchillo por el afilador, manchando incluso a este de aquel preciado elíxir.
La vampiresa toma a la fuerza al infante, tirándola sobre un mesón y forzando allí su estadía con su mano en el cuello. Amenazante con el cuchillo que posicionaba a metro de su pecho. Aquellas acciones, iluminadas con perfección desde la inferioridad de las figuras, resaltando su lado sombrío. Logrando la sorpresa de los presentes que expresan con inhalaciones mas aceleradas, con corazones galopantes. Y sobre el escenario el silencio de la perfección.
¿Sería el final?, ¿llegaría a tiempo?... ¿Tendrían los espectadores que ver la tragedia con propios ojos?.
- Acotaciones XD:
- Bueno, debí releer el rol, para re-entender xD lo escrito :W me metí bajo la piel del "hombre" asesino para causar el efecto SORPRESA!! e.e es una mujer ASESINA xD. jajajaa. Espero os haya gustado .
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 06/11/2010
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Re: Fleur Du Mal [Reservado]
La tensión aumenta en el teatro, los murmullos cada vez son más fuertes, dictando blasfemias contra el asesino. Una bestia hace sonar su carcajada tras el telón, su mirada es gélida, sus pupilas no expresan ninguna señal de esperanza para la chiquilla, en esa pobre alma endemoniada no existe una debilidad a la que se pueda llamar piedad. No, esa figurilla que pinta la obra de carmín es una mujer perfectamente estudiada. La historia que se esconde tras su ya aclamado apellido es interesante, es como la entrada a una civilización antigua, igual o más que la vida misma. Gilles había estado acechando las calles buscándola, esa maldita e irrefutable perfección, la sed con la cual se desespera, con la cual se entrega al igual que él en una noche de luna llena. Pensar en esa dama era sentir que las llamas del infierno tocaban cada parte de su cuerpo, pero eso es precisamente lo que el varón necesitaba. Un líder que rigiera la obra en escena, para hacer vibrar cada parte en el cuerpo de los espectadores.
La semilla del terror esta germinando en la visión, en cada par de ojos que no pueden pestañar por el temor a perderse algo impactante dentro de la obra. Las luces develan el rostro de una mujer -¿Cuál es su nombre?- Susurran a lo lejos, no lo comprenden, ella es Afrodita, Venus, Calipso, Freyja y cualquier maldito nombre con el que se refieran a la deidad de la belleza ¡Bagh! Hasta el vampiro reconoce que esa palabra carece de sentido cuando se coloca al lado de la dama. La orquesta suena en un amargo réquiem, una melodía infernal que desgarra las entrañas de quien la escucha, es aterradoramente fúnebre, que acompañada con la puesta en escena resulta ser el tormento de los presentes. Un alarido lleno de agonía desquebraja la armonía que los violines hacen sonar, el piano se detiene las voces callas, la carcajada se hace más fuerte, los relámpagos de una tormenta resuenan en las cuatro paredes, el sonar de un corazón martilla más rápido. En medio de aquella conmoción se escucha el filo de un cuchillo que se eleva en lo alto, buscando la cima, la cúspide en donde se jactará con su poder, bajará y cortará el cuello, quizá una mano, un pie, la oreja ¿Importa en realidad?
Un río púrpura tiñe el suelo, la sangre llama y despierta los sentidos de cada animal salvaje que en el teatro se encuentra. Es líquido joven, dulce, sublime y reparador de heridas, calmante de sed. Un par de pasos se aproximan hasta las siluetas, una pequeña bañada en sangre y la otra deleitándose con el placer de matar. Una helida mano detiene el camino del filoso cuchillo que habría de lacerar el cuerpo del infante, una sonrisa de medio lado, un chasquido de lengua y un beso depositado en el lóbulo de una fémina. – Chère no pretendéis matar a vuestra hija o… ¿Si? – El dialogo había iniciado, la voz en Gilles parecía desconcertante, como si en verdad fuese el padre de una mocosa y esa Lady la madre. Elemento sorpresa, nadie lo esperaba, de entre los espectadores un alma comienza a hablar. Dice desvaríos contra las siluetas arriba de ese escenario – ¡Esa niña es creación del demonio! – Exclama el extraño, que con el conocimiento del vampiro es una pieza más en la obra que se esta representando.
Gilles aplaude tres veces, le llama con su dedo índice. Su rostro es inescrutable, su mirada esta tan negra como el manto de la muerte y sus labios forman una mueca que jamás hubiesen deseado observar. El individuo se aproxima hasta él, le reta con sus pupilas, al final lo abraza con un cálido gesto en su cara, empuñando contra el vampiro una daga de plata. – Hermano, esa bebé no es tu hija es la mía – Hielo, como si fuese un yunque de hielo la noticia cae sobre los hombros del protagonista, eso significa que su amada había traicionado a su palabra…
La semilla del terror esta germinando en la visión, en cada par de ojos que no pueden pestañar por el temor a perderse algo impactante dentro de la obra. Las luces develan el rostro de una mujer -¿Cuál es su nombre?- Susurran a lo lejos, no lo comprenden, ella es Afrodita, Venus, Calipso, Freyja y cualquier maldito nombre con el que se refieran a la deidad de la belleza ¡Bagh! Hasta el vampiro reconoce que esa palabra carece de sentido cuando se coloca al lado de la dama. La orquesta suena en un amargo réquiem, una melodía infernal que desgarra las entrañas de quien la escucha, es aterradoramente fúnebre, que acompañada con la puesta en escena resulta ser el tormento de los presentes. Un alarido lleno de agonía desquebraja la armonía que los violines hacen sonar, el piano se detiene las voces callas, la carcajada se hace más fuerte, los relámpagos de una tormenta resuenan en las cuatro paredes, el sonar de un corazón martilla más rápido. En medio de aquella conmoción se escucha el filo de un cuchillo que se eleva en lo alto, buscando la cima, la cúspide en donde se jactará con su poder, bajará y cortará el cuello, quizá una mano, un pie, la oreja ¿Importa en realidad?
Un río púrpura tiñe el suelo, la sangre llama y despierta los sentidos de cada animal salvaje que en el teatro se encuentra. Es líquido joven, dulce, sublime y reparador de heridas, calmante de sed. Un par de pasos se aproximan hasta las siluetas, una pequeña bañada en sangre y la otra deleitándose con el placer de matar. Una helida mano detiene el camino del filoso cuchillo que habría de lacerar el cuerpo del infante, una sonrisa de medio lado, un chasquido de lengua y un beso depositado en el lóbulo de una fémina. – Chère no pretendéis matar a vuestra hija o… ¿Si? – El dialogo había iniciado, la voz en Gilles parecía desconcertante, como si en verdad fuese el padre de una mocosa y esa Lady la madre. Elemento sorpresa, nadie lo esperaba, de entre los espectadores un alma comienza a hablar. Dice desvaríos contra las siluetas arriba de ese escenario – ¡Esa niña es creación del demonio! – Exclama el extraño, que con el conocimiento del vampiro es una pieza más en la obra que se esta representando.
Gilles aplaude tres veces, le llama con su dedo índice. Su rostro es inescrutable, su mirada esta tan negra como el manto de la muerte y sus labios forman una mueca que jamás hubiesen deseado observar. El individuo se aproxima hasta él, le reta con sus pupilas, al final lo abraza con un cálido gesto en su cara, empuñando contra el vampiro una daga de plata. – Hermano, esa bebé no es tu hija es la mía – Hielo, como si fuese un yunque de hielo la noticia cae sobre los hombros del protagonista, eso significa que su amada había traicionado a su palabra…
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2010
Re: Fleur Du Mal [Reservado]
Los murmuros sobre la escena habían aumentado, y ello robó del rostro de la vampiresa una sonrisa de sobrada satisfacción. Aquellas luces habían dado el toque maestro a la obra. A sus espaldas podía oir los pasos del vampiro, los murmullos... y hasta casi olfatear el miedo en el público.
El ataque de la vampiresa fue detenída por la mano gélida de Davignon, la apuñaladura habia sido detenida en seco. Si bien, todo era creído no mas que una obra teatral, Katherine no tenía problema alguno en darle realismo.
Ella volteó a verlo, su rostro actuó sorpresa y aberración, intentando interpretar la escena de haber sido descubierta con las manos enterradas donde no debía, lo miró lasiva y en el momento justo en el que iba a responderle un hombre subió al escenario, hablando incoherencia en lo que se referia la falsa relacion de los actores.
El actor secundario que resultaba ser entonces el hermano, de su supuesto marido de la vampiresa, el cual reaccionó veloz empuñando contra su sangre propia una daga de plata. La mujer perdió toda expresión de sorpresa.
- ¡Deténte!. - vociferó esta contra el traidor. - ¡Mientes! - Le acusó apuntandole con el dedo índice. - ¡Mientes maldito traidor! - Se lanzó contra el agresor abofetando la mano en la que el hombre empuñaba la daga contra el cuerpo de su falso amado.
- ¡Como si te atreves zorra embustera! - El hombre se embistió contra la vampiresa, y esta con un movimiento azotante de su brazo quitó las manos calidas del humano de su persona.
- ¿Ya habéis olvidado vuestras amenazas?. Envidiábais a tu hermano, cual pecado has cometido... - Le dice alejándose de este, trabajando en su mente antiguos recuerdos que le facilitaban las lágrimas.
- Y si asi fueras que tienes tú para probarlo. - Disputa el hombre con la mujer, arpía como cual reptil, quien rebusca la forma de salir de aquella ferviente encrucijada.
Se acercó entonces al protagonísta y apuntando al otro hombre acusadoramente comenzó a confesar. - ¡El me obligó!... Él me desea como si tal cuerpo le perteneciera... Amenazó con matarte si acaso no eliminaba el lazo de sangre que nos une. - Dramatizo con su voz casi quebrada en aquel no tan actuado llanto.
Desesperada, camina a una lado a otro, mientras la niña se encoje sobre la mesa horrorizada apretando a su infaltil cuerpo sus piernas, la mujer perdída entre ambos cuerpo se refugia tras las espaldas de su amado, observando al hermano como cual serpiente sonriendo diabólicamente, ocultando la verdad a su amado, intentando engañarlo de sus propios pecados.
Se alejo de este último, dando pasos hacia atrás para tomar a la infanta y acobijarla como si tales hechos no fueran mas que parte de la imaginación de los presentes.
Su papel era ser actriz en una obra... Su personaje, era tan oscuro como ella misma o mas a no poder ser. Descubría entonces facetas del vampiro, realmente había sido un gesto conmovedor salvarle la vida a la infante...
El ataque de la vampiresa fue detenída por la mano gélida de Davignon, la apuñaladura habia sido detenida en seco. Si bien, todo era creído no mas que una obra teatral, Katherine no tenía problema alguno en darle realismo.
Ella volteó a verlo, su rostro actuó sorpresa y aberración, intentando interpretar la escena de haber sido descubierta con las manos enterradas donde no debía, lo miró lasiva y en el momento justo en el que iba a responderle un hombre subió al escenario, hablando incoherencia en lo que se referia la falsa relacion de los actores.
El actor secundario que resultaba ser entonces el hermano, de su supuesto marido de la vampiresa, el cual reaccionó veloz empuñando contra su sangre propia una daga de plata. La mujer perdió toda expresión de sorpresa.
- ¡Deténte!. - vociferó esta contra el traidor. - ¡Mientes! - Le acusó apuntandole con el dedo índice. - ¡Mientes maldito traidor! - Se lanzó contra el agresor abofetando la mano en la que el hombre empuñaba la daga contra el cuerpo de su falso amado.
- ¡Como si te atreves zorra embustera! - El hombre se embistió contra la vampiresa, y esta con un movimiento azotante de su brazo quitó las manos calidas del humano de su persona.
- ¿Ya habéis olvidado vuestras amenazas?. Envidiábais a tu hermano, cual pecado has cometido... - Le dice alejándose de este, trabajando en su mente antiguos recuerdos que le facilitaban las lágrimas.
- Y si asi fueras que tienes tú para probarlo. - Disputa el hombre con la mujer, arpía como cual reptil, quien rebusca la forma de salir de aquella ferviente encrucijada.
Se acercó entonces al protagonísta y apuntando al otro hombre acusadoramente comenzó a confesar. - ¡El me obligó!... Él me desea como si tal cuerpo le perteneciera... Amenazó con matarte si acaso no eliminaba el lazo de sangre que nos une. - Dramatizo con su voz casi quebrada en aquel no tan actuado llanto.
Desesperada, camina a una lado a otro, mientras la niña se encoje sobre la mesa horrorizada apretando a su infaltil cuerpo sus piernas, la mujer perdída entre ambos cuerpo se refugia tras las espaldas de su amado, observando al hermano como cual serpiente sonriendo diabólicamente, ocultando la verdad a su amado, intentando engañarlo de sus propios pecados.
Se alejo de este último, dando pasos hacia atrás para tomar a la infanta y acobijarla como si tales hechos no fueran mas que parte de la imaginación de los presentes.
Su papel era ser actriz en una obra... Su personaje, era tan oscuro como ella misma o mas a no poder ser. Descubría entonces facetas del vampiro, realmente había sido un gesto conmovedor salvarle la vida a la infante...
Ecaterina Ruth Bathory- Vampiro/Realeza
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Re: Fleur Du Mal [Reservado]
El cielo rugió tras bambalinas y en la hoguera un demonio se carcajea, todo forma parte de lo que las pupilas sin parpadear presencian. Es un ataque psicológico entre el bien y el mal, una lucha que se ha venido desatando en el interior de la humanidad desde tiempos mitológicos, él no tiene nada que perder, esa mujer a la que le pagarán con cuerpo y algo más aún no se sabe. La conmovedora escena tienta el corazón de los espectadores, los suspiros se llenan de alivio al comprender que ese hombre de espectral jamás lastimaría a la pequeña. La rabia se tiñe con la sangre de una nueva traición, el desconocido arriba al escenario, ella lo ataca con la descomunal fuerza que es capaz de tener, sin parecer algo extraordinario. Katherine es perfecta en cada una de sus facetas, la hermosura, la sensualidad que destila y su gran talento en la actuación. Si Gilles tuviese un corazón palpitando en su pecho en lugar de ese abismo infernal, seguramente habría mutado su sonrisa a algo más parecido al dolor. Ceños fruncidos, música tétrica y esa maldita carcajada ensordecedora que enloquece a cualquiera. Era momento de representar su papel, pero ¿De que lado estaba? Bien, no era una obra como cualquier otra en donde los malos salen perdiendo y el bien se sienta sobre su victoria para presumir que las estupideces del amor, junto a toda esa sarta de babosadas ganan. En esta obra cada quien interpreta un rol nuevo y diferente, a sus conveniencias. –No, no, no… ¡Maldito traidor!- Exclama con el vigor en su voz sin importarle el aturdimiento que puede provocar en la sensibilidad de los demás. Ruge cual bestia cautiva, dejándose arrastrar por la ira incontenible, esa maldita faceta en él que cualquiera puede acertar cuando en sus ojos se refleja toda señal de maldad.
Quien se presume de ser un hombre fuerte ante cualquier situación se deja caer al suelo en el llanto, ya es patético ver a un adulto llorar ¿Qué espera de un vampiro o del caballero imponente en ese lugar? ¡Nada! Sus lágrimas amargas caían en picada desde sus profundos ojos hasta la barbilla de donde saltaban felices hasta el barranco de la muerte. La melodía en la orquesta cambia de lo blasfemo y turbio a lo más tranquilo y nostálgico. Sus infantiles lloriqueos lograron adentrarse en las entrañas de la turba que les vigilaba ¡Su mujer! Esa traición en sus labios ¿Cómo se supone que debía superarlo? Se pone de pie acunando una idea en su cabeza, fantasías pueriles que pronto se descubrirían. La sinfonía calla y murmullos infernales se escuchan por todas partes hasta que Gilles en un grito descomunal los calla –Tú, ¡sacrílego perro!, me habéis robado a mi esposa, usurpado mi trono y conducirme a la locura- Toma el puñal que el misterioso hombre había de clavar en su espalda, lo aprisiona bien entre sus dedos, la sangre comienza a salir de su palma, el deseo incontrolable por beberla se presenta en su pérfida cabeza y lame la herida con obscenidad, pasa el licor tras su garganta gimiendo de placer. Quienes admiran la portentosa escena no imaginan lo que esta a punto de ocurrir. Ese maldito demonio se mueve como la muerte, flotando entre la madera, sin hacer ni un solo sonido, es un fantasma acechando a su presa, es un león hambriento que espera paciente el momento apropiado para atacar; llega con la mirada perdida hasta su amada, toma a la pequeña entre sus brazos acunando su cabeza en su pecho, acariciando su sedoso cabello. Respira profundamente el efluvio que esta pobre humana despide, la daga descansa en una de sus manos y la muerte espera al otro lado.
Un sangrante corazón detiene su marcha, una sombra de rojo color aparece en el atavío de esa niña y la impactante escena despierta un colapso en los demás. Gilles ha matado a la niña –Nunca me había importado esta ingrata, solo tú y ella- Señala con la barbilla a la vampiresa, deja caer el cuerpo inerte de la mocosa, el sonoro crujir de la madera es como un llanto, una maldición para quien le provee de sangre inocente. Pero no es lo único que impresiona arriba del falco, es lo que ese hombre endemoniado sostiene en sus manos. La caída libre de la daga y su filo rugir ante el choque contra el suelo, llaman la atención de la mayoría. De fondo el latir de un corazón se escucha a la perfección, el muñón que Gilles sostiene es el órgano vital de un fúnebre cuerpo. –Sé que te desea chère, también reconozco que no os es indiferente- Baja la mirada para observar su recompensa -Y yo que aún creía en los sacrificios, era esta mi ofrenda-
Quien se presume de ser un hombre fuerte ante cualquier situación se deja caer al suelo en el llanto, ya es patético ver a un adulto llorar ¿Qué espera de un vampiro o del caballero imponente en ese lugar? ¡Nada! Sus lágrimas amargas caían en picada desde sus profundos ojos hasta la barbilla de donde saltaban felices hasta el barranco de la muerte. La melodía en la orquesta cambia de lo blasfemo y turbio a lo más tranquilo y nostálgico. Sus infantiles lloriqueos lograron adentrarse en las entrañas de la turba que les vigilaba ¡Su mujer! Esa traición en sus labios ¿Cómo se supone que debía superarlo? Se pone de pie acunando una idea en su cabeza, fantasías pueriles que pronto se descubrirían. La sinfonía calla y murmullos infernales se escuchan por todas partes hasta que Gilles en un grito descomunal los calla –Tú, ¡sacrílego perro!, me habéis robado a mi esposa, usurpado mi trono y conducirme a la locura- Toma el puñal que el misterioso hombre había de clavar en su espalda, lo aprisiona bien entre sus dedos, la sangre comienza a salir de su palma, el deseo incontrolable por beberla se presenta en su pérfida cabeza y lame la herida con obscenidad, pasa el licor tras su garganta gimiendo de placer. Quienes admiran la portentosa escena no imaginan lo que esta a punto de ocurrir. Ese maldito demonio se mueve como la muerte, flotando entre la madera, sin hacer ni un solo sonido, es un fantasma acechando a su presa, es un león hambriento que espera paciente el momento apropiado para atacar; llega con la mirada perdida hasta su amada, toma a la pequeña entre sus brazos acunando su cabeza en su pecho, acariciando su sedoso cabello. Respira profundamente el efluvio que esta pobre humana despide, la daga descansa en una de sus manos y la muerte espera al otro lado.
Un sangrante corazón detiene su marcha, una sombra de rojo color aparece en el atavío de esa niña y la impactante escena despierta un colapso en los demás. Gilles ha matado a la niña –Nunca me había importado esta ingrata, solo tú y ella- Señala con la barbilla a la vampiresa, deja caer el cuerpo inerte de la mocosa, el sonoro crujir de la madera es como un llanto, una maldición para quien le provee de sangre inocente. Pero no es lo único que impresiona arriba del falco, es lo que ese hombre endemoniado sostiene en sus manos. La caída libre de la daga y su filo rugir ante el choque contra el suelo, llaman la atención de la mayoría. De fondo el latir de un corazón se escucha a la perfección, el muñón que Gilles sostiene es el órgano vital de un fúnebre cuerpo. –Sé que te desea chère, también reconozco que no os es indiferente- Baja la mirada para observar su recompensa -Y yo que aún creía en los sacrificios, era esta mi ofrenda-
Gilles Davignon- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2010
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