AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
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Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Recuerdo del primer mensaje :
Sentada en la barra de la taberna, ahí estaba yo. Un día rematadamente malo, empezando porque me había peleado con la mitad del campamento, siguiendo porque mi carreta se había negado a seguir adelante y me había dejado tirada, y terminando por que me había manchado la ropa de barro. Y así mismo me encontraba en aquellos momentos. Estaba allí, con la falda llena de pequeñas pero molestas manchitas de color marrón. Dichoso barro, además cuando se secaba no lo quitaba ni mi madre.
Resoplé por lo bajo y removí la jarra de cerveza que tenía enfrente de mis narices. Me había bebido la mitad, pero se me subía muy rápido a la cabeza. Además no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a beber birras en una taberna, y menos si supieran que casi no superaba los 18 años. Por supuesto no dejaba que nadie se me acercara con malas intenciones, una mala mirada bastaba para que se desviasen del camino. Había un solo asiento libre a mi lado, y por lo visto nadie se había atrevido todavía a poner su trasero ahí. ¿Por qué sería? A mi parecer no enviaba unas ondas tan negativas tampoco, solo estaba un poco mosca. Necesitaba distraerme con algo, aunque como siguiera bebiendo un poco más me iba a quedar sin rumbo alguno.
Aunque quizás era eso lo que pretendía, olvidarme de todo durante un rato y ser la princesita que siempre soñé con ser. Ni los gritos, ni la música, ni nada podía sacarme de aquel embote en el que estaba sumida en dichos instantes. Solo me sacó de mi ensimismamiento el sentir como si alguien se sentara a mi lado, así que torcí la cabeza un poco hacia aquel lado para ver quien era el... Valiente, que se atrevía a hacerlo.
Solo esperaba que no viniera para tocarme más la moral. Me sorprendí al darme cuenta de quién era, nunca me lo hubiera esperado. Aunque en realidad... No, su personalidad no cuadraba con aquellos lugares, según mi parecer claro.
Mi molestia se esfumó casi de golpe.
Sentada en la barra de la taberna, ahí estaba yo. Un día rematadamente malo, empezando porque me había peleado con la mitad del campamento, siguiendo porque mi carreta se había negado a seguir adelante y me había dejado tirada, y terminando por que me había manchado la ropa de barro. Y así mismo me encontraba en aquellos momentos. Estaba allí, con la falda llena de pequeñas pero molestas manchitas de color marrón. Dichoso barro, además cuando se secaba no lo quitaba ni mi madre.
Resoplé por lo bajo y removí la jarra de cerveza que tenía enfrente de mis narices. Me había bebido la mitad, pero se me subía muy rápido a la cabeza. Además no estaba bien visto que las mujeres se dedicaran a beber birras en una taberna, y menos si supieran que casi no superaba los 18 años. Por supuesto no dejaba que nadie se me acercara con malas intenciones, una mala mirada bastaba para que se desviasen del camino. Había un solo asiento libre a mi lado, y por lo visto nadie se había atrevido todavía a poner su trasero ahí. ¿Por qué sería? A mi parecer no enviaba unas ondas tan negativas tampoco, solo estaba un poco mosca. Necesitaba distraerme con algo, aunque como siguiera bebiendo un poco más me iba a quedar sin rumbo alguno.
Aunque quizás era eso lo que pretendía, olvidarme de todo durante un rato y ser la princesita que siempre soñé con ser. Ni los gritos, ni la música, ni nada podía sacarme de aquel embote en el que estaba sumida en dichos instantes. Solo me sacó de mi ensimismamiento el sentir como si alguien se sentara a mi lado, así que torcí la cabeza un poco hacia aquel lado para ver quien era el... Valiente, que se atrevía a hacerlo.
Solo esperaba que no viniera para tocarme más la moral. Me sorprendí al darme cuenta de quién era, nunca me lo hubiera esperado. Aunque en realidad... No, su personalidad no cuadraba con aquellos lugares, según mi parecer claro.
Mi molestia se esfumó casi de golpe.
Indhira Jenovah- Gitano
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 12/12/2010
Localización : Escondiéndome de ti
Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Sonreí cuando me dijo que su ego estaba herido por que yo lo había visto. Vaya hombre, yo me pensaba que era por que allí los chismorreos corrían más que el caballo blanco de Santiago, pero parecía ser que no. Hice una mueca, divertida, y me reí.
- No es para tanto, hombre. Que a mi que un hombre se niegue a pelear ni fu ni fa, la verdad es que no soy partidaria de las peleas en ningún ámbito.- dije encogiéndome de hombros ligeramente.- La violencia no justifica ningún tipo de acto.- comenté mientras empujaba levemente otra hormiga que pasaba por allí con el dedo, para que se fuera hacia la dirección que había ido la otra, hacia los callejones oscuros que colmaban la zona.
- Seguro que tienen un mal despertar, la mitad no podrá levantarse de la cama.- sonreí de lado. Desde luego, la resaca al día siguiente se les haría terrible con la cantidad de alcohol que habían consumido aquella noche. Y seguro que solo se acordarían de haber entrado a una taberna, nada más. Para mi no era una problema que dijeran que había estado allí, además de que yo solo era parte del decorado, por decirlo de alguna forma. Pero para él podía ser más grave si el rumor se extendía por la zona de clase alta, si él era un noble como decía el tabernero.
Pero preferí no sacar el tema a relucir.
Sentí el roce de su mano en mis mejillas y noté como volvía a sonrojarme de nuevo, retraída y avergonzada por algo que no llegaba a comprender del todo. Casi temía que se me saltara el corazón y todo de lo rápido que iba. Seguí con la vista clavada en el suelo y solo me atreví a mirarlo de reojo cuando me fijé en que observaba aquella hormiga que se desvanecía en la penumbra cargando consigo la comida de varios días, probablemente.
Negué con la cabeza lentamente.
- No me espera nadie allí, pero de todos modos si te apetece venir yo no tengo problema alguno.- comenté incorporándome un poco para quedar bien sentada. Me rasqué la mejilla distraídamente.- La verdad... Es que vivo en el campamento gitano.- confesé, temiendo que se apartara por la conversación que habíamos tenido antes sobre maldiciones y hechizos. Según me había dicho él no creía en todo eso.
Le observé con cierto temor a que se enfadara o se marchara.
- No es para tanto, hombre. Que a mi que un hombre se niegue a pelear ni fu ni fa, la verdad es que no soy partidaria de las peleas en ningún ámbito.- dije encogiéndome de hombros ligeramente.- La violencia no justifica ningún tipo de acto.- comenté mientras empujaba levemente otra hormiga que pasaba por allí con el dedo, para que se fuera hacia la dirección que había ido la otra, hacia los callejones oscuros que colmaban la zona.
- Seguro que tienen un mal despertar, la mitad no podrá levantarse de la cama.- sonreí de lado. Desde luego, la resaca al día siguiente se les haría terrible con la cantidad de alcohol que habían consumido aquella noche. Y seguro que solo se acordarían de haber entrado a una taberna, nada más. Para mi no era una problema que dijeran que había estado allí, además de que yo solo era parte del decorado, por decirlo de alguna forma. Pero para él podía ser más grave si el rumor se extendía por la zona de clase alta, si él era un noble como decía el tabernero.
Pero preferí no sacar el tema a relucir.
Sentí el roce de su mano en mis mejillas y noté como volvía a sonrojarme de nuevo, retraída y avergonzada por algo que no llegaba a comprender del todo. Casi temía que se me saltara el corazón y todo de lo rápido que iba. Seguí con la vista clavada en el suelo y solo me atreví a mirarlo de reojo cuando me fijé en que observaba aquella hormiga que se desvanecía en la penumbra cargando consigo la comida de varios días, probablemente.
Negué con la cabeza lentamente.
- No me espera nadie allí, pero de todos modos si te apetece venir yo no tengo problema alguno.- comenté incorporándome un poco para quedar bien sentada. Me rasqué la mejilla distraídamente.- La verdad... Es que vivo en el campamento gitano.- confesé, temiendo que se apartara por la conversación que habíamos tenido antes sobre maldiciones y hechizos. Según me había dicho él no creía en todo eso.
Le observé con cierto temor a que se enfadara o se marchara.
Indhira Jenovah- Gitano
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 12/12/2010
Localización : Escondiéndome de ti
Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Que dijera que la violencia no era forma de resolver nada le hacia ver que la joven no había tenido muchas peleas. Si supiera cuantas veces había recurrido a ella igual se sorprendía, no con las manos desnudas como ahora jugándose un puñetazo en la cara y el honor de quedar bien entre borrachos, sino con armas de fuego en las que te juegas la vida en un instante.
-Desgraciadamente a veces es el único medio para solucionar las cosas
La violencia siempre trae consigo mas violencia. Los remordimientos iban unidos a la sangre que se derrama, pero a veces la única solución es cortar de raíz el problema..o la persona. Pese a todo no se consideraba una persona agresiva, sonrió al verse las manos con sangre reseca, no era un momento apropiado para pensar en esas cosas.
¿Gitana?, se giro hacia ella con una sonrisa que se fue diluyendo conforme intuya que no era una broma. Fijo la vista al frente algo aturdido, había dado por sentado que no era de clase alta, incluso había supuesto que podía ser de clase baja pero..¿gitana?. Ahora su prevención sobre las maldiciones tenia sentido, aunque afortunadamente había dicho que no era capaz de lanzar una de ellas.
Los gitanos eran otro tipo de gente, otro tipo de cultura de la que muy pocos hablaban bien. Muchas veces había oído a su padre quejarse de que hacer negocios con gitanos era como hacerlos con tramperos, y que deberían echarlos de Paris. Vivian en caravanas a las afueras, decían ser brujos y...ella parecía normal, ¿no?
-Vaya-dijo en un alarde de inteligencia
Se atuso el pelo colocándoselo de nuevo en su sitio. No sabia bien que decir, no le importaba su condición social, pero los gitanos..eran otro tipo de personas. En las altas esferas siempre se decía que se ganaban la vida mintiendo a la gente y robándoles, y Tayend no había tenido ocasión de saber una segunda opinión que le contase que no todos eran así, ni se dedicaban exclusivamente a eso.
-De todos modos te puedo dejar en tu carro, o tienda o lo que sea-se ofreció intentando sonar agradable aunque no sabia si había surtido efecto.
-Desgraciadamente a veces es el único medio para solucionar las cosas
La violencia siempre trae consigo mas violencia. Los remordimientos iban unidos a la sangre que se derrama, pero a veces la única solución es cortar de raíz el problema..o la persona. Pese a todo no se consideraba una persona agresiva, sonrió al verse las manos con sangre reseca, no era un momento apropiado para pensar en esas cosas.
¿Gitana?, se giro hacia ella con una sonrisa que se fue diluyendo conforme intuya que no era una broma. Fijo la vista al frente algo aturdido, había dado por sentado que no era de clase alta, incluso había supuesto que podía ser de clase baja pero..¿gitana?. Ahora su prevención sobre las maldiciones tenia sentido, aunque afortunadamente había dicho que no era capaz de lanzar una de ellas.
Los gitanos eran otro tipo de gente, otro tipo de cultura de la que muy pocos hablaban bien. Muchas veces había oído a su padre quejarse de que hacer negocios con gitanos era como hacerlos con tramperos, y que deberían echarlos de Paris. Vivian en caravanas a las afueras, decían ser brujos y...ella parecía normal, ¿no?
-Vaya-dijo en un alarde de inteligencia
Se atuso el pelo colocándoselo de nuevo en su sitio. No sabia bien que decir, no le importaba su condición social, pero los gitanos..eran otro tipo de personas. En las altas esferas siempre se decía que se ganaban la vida mintiendo a la gente y robándoles, y Tayend no había tenido ocasión de saber una segunda opinión que le contase que no todos eran así, ni se dedicaban exclusivamente a eso.
-De todos modos te puedo dejar en tu carro, o tienda o lo que sea-se ofreció intentando sonar agradable aunque no sabia si había surtido efecto.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2011
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Desde luego que a veces era la única forma de resolverla, aunque yo nunca había tenido que resolver nada a golpes, ni mucho menos. Prefería correr y quizás humillarme a no pegarle a otra persona. Me parecía que estaba mal el golpear a la gente, si luego se iba diciendo por ahí que había que amarse los unos a los otros y no se qué historias.
Asentí ante sus palabras.
- Por desgracia, es así. Vivimos en una sociedad muy compleja.- dije torciendo el gesto ligeramente. Tiré de algunos trozos de barro que tenía todavía pegados a la falda, y también vi alguna mancha de sangre. ¡Ay, madre! Me puse a frotarla para intentar quitármela de la ropa. Ug, me había cosa, seguro que era de aquel borracho. Si incluso casi que olía a alcohol y todo. Que asco. Si fuera de Tayend no me haría nada, pero siendo de aquellos tipejos sí que la verdad... Me daba un poquito de cosa.
Vi que cuando le decía lo que en realidad era se giraba hacia mí, su sonrisa desapareciendo lentamente del rostro. Lo sabía, no tendría que haberlo dicho. Pero no podía mentirle, no podía. Prefería ser sincera desde un principio para que luego no llegaran las sorpresas por la espalda, a traición. Prefería averiguar de comienzo ya que era lo que pensaban de mi, y así saber si debía seguir adelante o no.
Por eso cuando vi aquella mirada, que no pude desvelar bien, me sentí... Herida. Sí, me sentía herida, y seguro que se reflejó en mis ojos, por que me empezó a temblar el labio inferior amenazando con llorar.
"¡Eres una estúpida!" me decía mi conciencia en la cabeza, a gritos. Pues claro que lo era, ¿cómo había pensado que podíamos llevarnos bien?
Todo quedó demostrado cuando dijo la siguiente frase. Pese a que intentó sonar agradable, no lo consiguió del todo. Claro, todos se quedaban asombrados cuando sabían que era gitana en realidad. Si no lo supieran seguro que continuarían como si nada, pero los gitanos estaban muy mal vistos por que algunos se dedicaban a estafar a los demás para conseguir dinero. Ese no era mi caso, claro, ¿pero como explicárselo? Si ya parecía estar traspuesto solo con aquella palabra. Gitana. A mi no me sonaba a tanto, pero supuse que para los otros era como si una maldición misma les hubiera caído en los morros.
- No pasa nada, ya... Voy a volver yo sola, tampoco queda tan lejos como pensaba.- dije con voz estrangulada. Sentía un enorme nudo en el cuello que crecía, y crecía. Como si me estuvieran ahogando. ¿Por qué? Dios, vale que con las otras personas me sentía ofendida también, pero no de la misma forma. ¿Por qué? No tenía ni idea de lo que me sucedía. ¿Por qué? No tenía la respuesta para esas dos palabras que me taladraban la cabeza.
Me incorporé para ponerme en pie mientras me sorbía la nariz. Él tampoco había sido del todo sincero conmigo al no decirme que era un noble, pero lo entendía, claro.
Asentí ante sus palabras.
- Por desgracia, es así. Vivimos en una sociedad muy compleja.- dije torciendo el gesto ligeramente. Tiré de algunos trozos de barro que tenía todavía pegados a la falda, y también vi alguna mancha de sangre. ¡Ay, madre! Me puse a frotarla para intentar quitármela de la ropa. Ug, me había cosa, seguro que era de aquel borracho. Si incluso casi que olía a alcohol y todo. Que asco. Si fuera de Tayend no me haría nada, pero siendo de aquellos tipejos sí que la verdad... Me daba un poquito de cosa.
Vi que cuando le decía lo que en realidad era se giraba hacia mí, su sonrisa desapareciendo lentamente del rostro. Lo sabía, no tendría que haberlo dicho. Pero no podía mentirle, no podía. Prefería ser sincera desde un principio para que luego no llegaran las sorpresas por la espalda, a traición. Prefería averiguar de comienzo ya que era lo que pensaban de mi, y así saber si debía seguir adelante o no.
Por eso cuando vi aquella mirada, que no pude desvelar bien, me sentí... Herida. Sí, me sentía herida, y seguro que se reflejó en mis ojos, por que me empezó a temblar el labio inferior amenazando con llorar.
"¡Eres una estúpida!" me decía mi conciencia en la cabeza, a gritos. Pues claro que lo era, ¿cómo había pensado que podíamos llevarnos bien?
Todo quedó demostrado cuando dijo la siguiente frase. Pese a que intentó sonar agradable, no lo consiguió del todo. Claro, todos se quedaban asombrados cuando sabían que era gitana en realidad. Si no lo supieran seguro que continuarían como si nada, pero los gitanos estaban muy mal vistos por que algunos se dedicaban a estafar a los demás para conseguir dinero. Ese no era mi caso, claro, ¿pero como explicárselo? Si ya parecía estar traspuesto solo con aquella palabra. Gitana. A mi no me sonaba a tanto, pero supuse que para los otros era como si una maldición misma les hubiera caído en los morros.
- No pasa nada, ya... Voy a volver yo sola, tampoco queda tan lejos como pensaba.- dije con voz estrangulada. Sentía un enorme nudo en el cuello que crecía, y crecía. Como si me estuvieran ahogando. ¿Por qué? Dios, vale que con las otras personas me sentía ofendida también, pero no de la misma forma. ¿Por qué? No tenía ni idea de lo que me sucedía. ¿Por qué? No tenía la respuesta para esas dos palabras que me taladraban la cabeza.
Me incorporé para ponerme en pie mientras me sorbía la nariz. Él tampoco había sido del todo sincero conmigo al no decirme que era un noble, pero lo entendía, claro.
Indhira Jenovah- Gitano
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Fecha de inscripción : 12/12/2010
Localización : Escondiéndome de ti
Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Se sentía aturdido por todos aquellos acontecimientos, le parecía increíble que una noche pudiera cambiar de forma tan drástica en unas solas horas. El frío parecía haber abandonado a Tayend, no existían distracciones, solo estaban él y ella. Sabia que había herido sus sentimientos y no era lo que el francés pretendía.
La miro en silencio mientras se levantaba, sus ojos marrones brillaban y su voz estaba forzada. No había previsto esa situación, se estaba comportando como un hipócrita, no podía dejarla marchar pero sus músculos entumecidos por el frío no cedían, no querían ceder. Finalmente con un gran esfuerzo también se levanto apoyándose en la pared y mirándola de perfil para después fijarse en si mismo. Ella iba hermosa, brillaba con la noche, en cambio el parecía un despojo, ¿como era capaz de juzgarla?
-¡Mírame!, yo voy mucho peor que...
¿Peor que un gitano,?parecía más un mendigo que un gitano. Se calló al instante al ver que cada vez la dañaba mas con sus insultos. Se paso una mano por la cara intentando encontrar las palabras correctas y al hacerlo se dio en la herida. Torpe. Nunca había estado en una situación como aquella, cada vez que abría la boca la hería más pero tampoco quería ocultarle que había sido una sorpresa que fuera una gitana.
-Escucha Dhi-dijo armándose de valor y acercándose a ella -se que somos diferentes pero no quiero que creas que porque seas gitana te desprecio-. Hizo una pausa apretando la mandíbula -Yo..yo -bajo la vista al suelo derrotado, era incapaz de sostenerle la mirada. No después de lo que le había dicho.
"Eres idiota Tayend, realmente idiota”
“¿Que se suponía que debía hacer? no esperaba una cosa como esta...solo estoy sorprendido”
“¿Sorprendido por que?¿Acaso te crees mejor que ella? ¿mas honrado?¿mas valiente quizás?¿mejor persona? ”
Negó levemente con la cabeza contestándose a si mismo de nuevo. Era impropio de él juzgar a las personas por su condición social o la cultura a la que pertenecieran. Dioses, ¡se había comportado como un maldito clasista!, ella no merecía ese trato. Con un suspiro volvió a levantar la vista de los negruzcos adoquines.
-Perdóname -pidió mientras le tendía una mano suplicante para que se volviera a acercar a él.
La miro en silencio mientras se levantaba, sus ojos marrones brillaban y su voz estaba forzada. No había previsto esa situación, se estaba comportando como un hipócrita, no podía dejarla marchar pero sus músculos entumecidos por el frío no cedían, no querían ceder. Finalmente con un gran esfuerzo también se levanto apoyándose en la pared y mirándola de perfil para después fijarse en si mismo. Ella iba hermosa, brillaba con la noche, en cambio el parecía un despojo, ¿como era capaz de juzgarla?
-¡Mírame!, yo voy mucho peor que...
¿Peor que un gitano,?parecía más un mendigo que un gitano. Se calló al instante al ver que cada vez la dañaba mas con sus insultos. Se paso una mano por la cara intentando encontrar las palabras correctas y al hacerlo se dio en la herida. Torpe. Nunca había estado en una situación como aquella, cada vez que abría la boca la hería más pero tampoco quería ocultarle que había sido una sorpresa que fuera una gitana.
-Escucha Dhi-dijo armándose de valor y acercándose a ella -se que somos diferentes pero no quiero que creas que porque seas gitana te desprecio-. Hizo una pausa apretando la mandíbula -Yo..yo -bajo la vista al suelo derrotado, era incapaz de sostenerle la mirada. No después de lo que le había dicho.
"Eres idiota Tayend, realmente idiota”
“¿Que se suponía que debía hacer? no esperaba una cosa como esta...solo estoy sorprendido”
“¿Sorprendido por que?¿Acaso te crees mejor que ella? ¿mas honrado?¿mas valiente quizás?¿mejor persona? ”
Negó levemente con la cabeza contestándose a si mismo de nuevo. Era impropio de él juzgar a las personas por su condición social o la cultura a la que pertenecieran. Dioses, ¡se había comportado como un maldito clasista!, ella no merecía ese trato. Con un suspiro volvió a levantar la vista de los negruzcos adoquines.
-Perdóname -pidió mientras le tendía una mano suplicante para que se volviera a acercar a él.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Sí, desde luego me sentía profundamente herida, pero sin embargo no terminaba de saber que era lo que se estaba cociendo a fuego lento debajo de mi propia piel, debajo de la carne de gallina, debajo de todas aquellas capas de persona que yo era y que me constituían tan bien como para camuflarme en una sociedad demasiado fría.
Sin embargo, mis piernas todavía no querían responder bien, y por eso mismo se negaban a seguir adelante y marchar de allí, llevándome con ellas. No, me había quedado clavada en el suelo, girada hacia el oscuro callejón que se extendía delante de mis ojos, preparado para acoger mi sombra entre las que ya tenía en su interior. ¿Era eso lo que me esperaba?¿La penumbra? No, yo no estaba dispuesta a aceptarlo, quería luchar por lo que deseaba realmente.
"¿Qué es lo que deseas, Dhi?" me preguntaba mi cabeza, como si me observara atentamente y analizara mis sentimientos en aquel momento. No sabía qué responderle, yo nunca había tenido deseos, nunca había tenido la oportunidad de tenerlos.
¿Qué iba a responder?
No me giré cuando empezó a hablar, diciendo que él se veía en apariencia peor que... Que algo, por que no llegó a terminar la frase que se ahogó en sus labios seguida de un largo silencio que se hizo pesaroso en medio. Todavía no me dignaba a girarme, hasta que no pudiera recomponerme, aunque me costaba horrores y no conseguía borrar un rastro inconfundible de dolor húmedo en los ojos mismos.
Cuando volvió a hablar, le escuché, y por su voz pude saber que se aproximaba, además de que se oía el golpetear de sus zapatos en el suelo de la oscura noche que nos rodeaba en esos momentos, dejándonos solos en el mundo.
Me giré lentamente, sobre mis talones, mientras veía como el mismo mundo me seguía la vista hasta toparme con un rostro conocido. Era él, Tayend. Seguía allí, aunque mucho más cerca que antes. Vi que bajaba la vista sin saber bien qué decir. ¿Acaso me quería transmitir algo? Podía casi sentir en él que realmente no había querido tener aquella reacción, pero era normal cuando una le contaba algo así.
Observé como me tendía la mano mientras decía una sola palabra que sin embargo para mi fue chocante. Sí, chocante. Perdonar... Eso sí que sabía hacerlo, eso sí que podía hacerlo. Sin darme casi cuenta había emprendido ya la marcha de regreso hacia donde estaba él, alargando el brazo también hacia adelante para ir a coger su mano.
En busca, de nuevo, de una mano áspera y confiable en la que poder apoyarme.
- Supongo que las diferencias sociales influyen bastante entre las personas, pero de todas formas supongo que, al menos por mi parte, puedo intentar superarlas una vez más para estar con alguien que me importa.- dije. Me importaba, había empezado a importarme cuando vi como estaba dentro de la taberna frente a ese armario.- Dime, entonces, Tayend, ¿estás dispuesto a hacerlo tu también?- parecía que nos estuviéramos casando, pero bueno. Quería sinceridad, la necesitaba.- ¿Lo estás? Dime la verdad.
Sin embargo, mis piernas todavía no querían responder bien, y por eso mismo se negaban a seguir adelante y marchar de allí, llevándome con ellas. No, me había quedado clavada en el suelo, girada hacia el oscuro callejón que se extendía delante de mis ojos, preparado para acoger mi sombra entre las que ya tenía en su interior. ¿Era eso lo que me esperaba?¿La penumbra? No, yo no estaba dispuesta a aceptarlo, quería luchar por lo que deseaba realmente.
"¿Qué es lo que deseas, Dhi?" me preguntaba mi cabeza, como si me observara atentamente y analizara mis sentimientos en aquel momento. No sabía qué responderle, yo nunca había tenido deseos, nunca había tenido la oportunidad de tenerlos.
¿Qué iba a responder?
No me giré cuando empezó a hablar, diciendo que él se veía en apariencia peor que... Que algo, por que no llegó a terminar la frase que se ahogó en sus labios seguida de un largo silencio que se hizo pesaroso en medio. Todavía no me dignaba a girarme, hasta que no pudiera recomponerme, aunque me costaba horrores y no conseguía borrar un rastro inconfundible de dolor húmedo en los ojos mismos.
Cuando volvió a hablar, le escuché, y por su voz pude saber que se aproximaba, además de que se oía el golpetear de sus zapatos en el suelo de la oscura noche que nos rodeaba en esos momentos, dejándonos solos en el mundo.
Me giré lentamente, sobre mis talones, mientras veía como el mismo mundo me seguía la vista hasta toparme con un rostro conocido. Era él, Tayend. Seguía allí, aunque mucho más cerca que antes. Vi que bajaba la vista sin saber bien qué decir. ¿Acaso me quería transmitir algo? Podía casi sentir en él que realmente no había querido tener aquella reacción, pero era normal cuando una le contaba algo así.
Observé como me tendía la mano mientras decía una sola palabra que sin embargo para mi fue chocante. Sí, chocante. Perdonar... Eso sí que sabía hacerlo, eso sí que podía hacerlo. Sin darme casi cuenta había emprendido ya la marcha de regreso hacia donde estaba él, alargando el brazo también hacia adelante para ir a coger su mano.
En busca, de nuevo, de una mano áspera y confiable en la que poder apoyarme.
- Supongo que las diferencias sociales influyen bastante entre las personas, pero de todas formas supongo que, al menos por mi parte, puedo intentar superarlas una vez más para estar con alguien que me importa.- dije. Me importaba, había empezado a importarme cuando vi como estaba dentro de la taberna frente a ese armario.- Dime, entonces, Tayend, ¿estás dispuesto a hacerlo tu también?- parecía que nos estuviéramos casando, pero bueno. Quería sinceridad, la necesitaba.- ¿Lo estás? Dime la verdad.
Indhira Jenovah- Gitano
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Su rostro escondido tras las sombras no dejaba ver la reacción que Dhi tuviera. Miraba expectante intentando refrenar los frenéticos latidos de su corazón, iba a mandarle al agujero mas fétido de Paris, estaba seguro. La tensión se podía cortar con cuchillo, el silencio parecía infinito y ella no iba a responderle.
Pero si lo hizo. Cuando se giro a Tayend se le encogió el corazón, tenia los ojos surcados de lagrimas y pese a eso acepto la mano que le tendía. Dhi tenia un gran corazón y él se estaba dando cuenta a pasos agigantados, era sorprendente su bondad. Le atrajo hacia si mismo quedando uno junto a otro, rozándose e infundiéndose algo de calor en esa fría noche de invierno.
Escucho en silencio lo que ella le dijo y entonces cayo en la cuenta que habría oído al tabernero gritar que era un noble. Al contrario que ella no había sido sincero, el pasar desapercibido había sido una prioridad mas importante que el corresponder su valentía, se sentía avergonzado de que se hubiera enterado de eso por boca de otro y encima no le hubiera dado una explicación.
Le seco las lagrimas con el pulgar de su mano libre, desviándolas de la trayectoria hacia su boca, privándola de su sabor salado. Reflexiono sobre aquella pregunta, siempre se había sentido desplazado con los de su misma clase, como si fuera un intruso y tuviera que pensar cada palabra y acto que hacia delante de ellos. Sabia cual era la respuesta, pero la reacción de antes le había sorprendido hasta a él mismo, ¿acaso estaba empezando a ser como su padre? ¿la vuelta con su familia le estaba cambiando?. Dejo ese pensamiento de lado, le angustiaba demasiado como para poder disimularlo delante de Dhi.
-Desde el primer momento en que te vi supe que no dormías en palacios ni comías en bandejas de plata, pero aun así me senté contigo - retiro la mano de su rostro -mi comportamiento ha sido detestable... lo que de verdad me importa es como eres tu, y no a la clase a la que pertenezcas -.Con eso había respondido a la pregunta con sinceridad. Nunca había conocido a ningún gitano y no despreciaría al primero que se hubiera atrevido a contárselo.
-Yo tampoco he sido sincero contigo sobre mi posición social...pero creo que ya no es necesaria que la diga -sin poder evitarlo echo la vista hacia donde debería ir su fuera a su casa, hacia los barrios de nobles con grandes palacios y bonitos jardines - lamento no haber podido ser tan franco contigo, como tu lo has sido conmigo -concluyó, soltando su mano de la de ella.
Pero si lo hizo. Cuando se giro a Tayend se le encogió el corazón, tenia los ojos surcados de lagrimas y pese a eso acepto la mano que le tendía. Dhi tenia un gran corazón y él se estaba dando cuenta a pasos agigantados, era sorprendente su bondad. Le atrajo hacia si mismo quedando uno junto a otro, rozándose e infundiéndose algo de calor en esa fría noche de invierno.
Escucho en silencio lo que ella le dijo y entonces cayo en la cuenta que habría oído al tabernero gritar que era un noble. Al contrario que ella no había sido sincero, el pasar desapercibido había sido una prioridad mas importante que el corresponder su valentía, se sentía avergonzado de que se hubiera enterado de eso por boca de otro y encima no le hubiera dado una explicación.
Le seco las lagrimas con el pulgar de su mano libre, desviándolas de la trayectoria hacia su boca, privándola de su sabor salado. Reflexiono sobre aquella pregunta, siempre se había sentido desplazado con los de su misma clase, como si fuera un intruso y tuviera que pensar cada palabra y acto que hacia delante de ellos. Sabia cual era la respuesta, pero la reacción de antes le había sorprendido hasta a él mismo, ¿acaso estaba empezando a ser como su padre? ¿la vuelta con su familia le estaba cambiando?. Dejo ese pensamiento de lado, le angustiaba demasiado como para poder disimularlo delante de Dhi.
-Desde el primer momento en que te vi supe que no dormías en palacios ni comías en bandejas de plata, pero aun así me senté contigo - retiro la mano de su rostro -mi comportamiento ha sido detestable... lo que de verdad me importa es como eres tu, y no a la clase a la que pertenezcas -.Con eso había respondido a la pregunta con sinceridad. Nunca había conocido a ningún gitano y no despreciaría al primero que se hubiera atrevido a contárselo.
-Yo tampoco he sido sincero contigo sobre mi posición social...pero creo que ya no es necesaria que la diga -sin poder evitarlo echo la vista hacia donde debería ir su fuera a su casa, hacia los barrios de nobles con grandes palacios y bonitos jardines - lamento no haber podido ser tan franco contigo, como tu lo has sido conmigo -concluyó, soltando su mano de la de ella.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/01/2011
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Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Su mano era de férreo agarre, pero sin ser doloroso. Con un pulso perfecto, no le temblaba ni un poco, en comparación con la mía, que temblaba de forma completamente visible. Y no era por miedo, estaba... No sabía como estaba, me sentía muy extraña, como si me hubiera sacado un gran peso de encima al decirle quién era yo y no haberme marchado, dejándole allí esperando a que volviera. Era como si todo mi cuerpo hubiera exhalado un enorme y caluroso suspiro de alivio y se lo hubiera transmitido a él.
Mi mirada estaba algo borrosa por el dolor de hacía unos pocos instantes. Realmente me había sentido herida, sin embargo ahora ya estaba mucho más tranquila e incluso pude sonreír un poco, de verdad esa vez. Dejé que me acercara a él y me quedé mirándole mientras notaba como su cuerpo desprendía un leve calor que, en medio de aquella fría noche de invierno, era igual que una pequeña llama que ayudaba a calentar un fuego. Le observé desde donde estaba, con la cabeza levantada, pues él era bastante más alto que yo y tenía que levantar la vista para poder verle los ojos con claridad. Parecía que nos habíamos perdonado mutuamente, olvidando un poco más los sucesos que nos habían marcado aquella noche por bastante tiempo.
Recuperé la visión cuando me quitó aquellas amargas lágrimas del rostro, antes de que llegaran al final de su trayecto y se precipitaran al vacío hasta chocar secamente contra el suelo. Allí estaba, sin ganas de marcharme hacia mi casa para acostarme. Por una noche me sentía con fuerzas de mantener los ojos abiertos, sin pereza ni ansias por llegar y meterme entre las sábanas. Sabía que en el campamento entenderían que hubiera vuelto un poco tarde, aunque no les diría el por qué. Quería que aquello fuera solo mío y suyo, y de nadie más.
- ¿Sabes lo que me ha hecho más feliz realmente?- pregunté con una sonrisa ladeada.- Que al final has decidido no apartarte de mi por saber quién soy.- le respondí a la pregunta anteriormente formulada. Sí, pensar aquello me hinchaba el corazón, que casi se salía del pecho pegando saltos de alegría. Casi temía que lo notara él también, por la cercanía en la que estábamos.
- La verdad es que... La posición social no me importa.- me encogí de hombros sin perder el ánimo y seguía observándole, mientras él miraba más allá, hacia algún punto que no llegué a poder definir del todo bien. París era muy grande, y yo no sabía en qué estaría pensando.- No importa el dinero, no importa la clase social. Lo que importa es... Esto.- puse el dedo índice encima de su pecho donde estaba su corazón.- Nunca miente, siempre dice la verdad y a veces es mejor hacerle caso.
Mi mirada estaba algo borrosa por el dolor de hacía unos pocos instantes. Realmente me había sentido herida, sin embargo ahora ya estaba mucho más tranquila e incluso pude sonreír un poco, de verdad esa vez. Dejé que me acercara a él y me quedé mirándole mientras notaba como su cuerpo desprendía un leve calor que, en medio de aquella fría noche de invierno, era igual que una pequeña llama que ayudaba a calentar un fuego. Le observé desde donde estaba, con la cabeza levantada, pues él era bastante más alto que yo y tenía que levantar la vista para poder verle los ojos con claridad. Parecía que nos habíamos perdonado mutuamente, olvidando un poco más los sucesos que nos habían marcado aquella noche por bastante tiempo.
Recuperé la visión cuando me quitó aquellas amargas lágrimas del rostro, antes de que llegaran al final de su trayecto y se precipitaran al vacío hasta chocar secamente contra el suelo. Allí estaba, sin ganas de marcharme hacia mi casa para acostarme. Por una noche me sentía con fuerzas de mantener los ojos abiertos, sin pereza ni ansias por llegar y meterme entre las sábanas. Sabía que en el campamento entenderían que hubiera vuelto un poco tarde, aunque no les diría el por qué. Quería que aquello fuera solo mío y suyo, y de nadie más.
- ¿Sabes lo que me ha hecho más feliz realmente?- pregunté con una sonrisa ladeada.- Que al final has decidido no apartarte de mi por saber quién soy.- le respondí a la pregunta anteriormente formulada. Sí, pensar aquello me hinchaba el corazón, que casi se salía del pecho pegando saltos de alegría. Casi temía que lo notara él también, por la cercanía en la que estábamos.
- La verdad es que... La posición social no me importa.- me encogí de hombros sin perder el ánimo y seguía observándole, mientras él miraba más allá, hacia algún punto que no llegué a poder definir del todo bien. París era muy grande, y yo no sabía en qué estaría pensando.- No importa el dinero, no importa la clase social. Lo que importa es... Esto.- puse el dedo índice encima de su pecho donde estaba su corazón.- Nunca miente, siempre dice la verdad y a veces es mejor hacerle caso.
Indhira Jenovah- Gitano
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Fecha de inscripción : 12/12/2010
Localización : Escondiéndome de ti
Re: Un aviso, un vistazo, ahí estás [Libre]
Era increíble que se alegrase porque el no la hubiera apartado de su vida. Normalmente era al revés, sus penas le pesaban demasiado para que quien lo conociera realmente no acabara saliendo perjudicado, por ello en esos dos años en Paris no se había relacionado con mucha gente. Era feliz en su monotonía y soledad, en cierto modo claro.
-Eres demasiado valiosa como para apartarte de mi por tu condición social
Bajo la vista hasta su pecho cuando Dhi se lo señalo. Tuvo el impulso de apartarle la mano para que no pudiera notar sus latidos acelerados, pero en vez de eso rodeo con su mano la de la joven haciendo que apoyara toda la palma sobre su pecho dejando de lado aquellos absurdos miedos. Ambos habían confesado tantas cosas en una sola noche, que el francés la sentía como una amiga de toda la vida.
-Nunca miente... -susurró mas para sí mismo que para ella, dándole por completo la razón y reflexionando sobre sus palabras.
La noche dejaba poco a poco de ser un manto negro opaco. Las estrellas comenzaban a difuminarse y una suave luz hacia competencia a los farolillos que pese a todo seguían siendo necesarios. Tayend aparto con pesar la mano de la de la joven y miró con resignación hacia las calles de Paris. Lamentaba profundamente que aquella noche hubiera acabado ya, pero no era prudente seguir estando ahí.
-Sera mejor que te acompañe antes de que vuelva el ajetreo parisino y me pille de estas maneras
Sugeríos de manera cómica aunque sincera. A saber que chismes recorrerían las altas esferas al enterarse que el pequeño de los de Grey había sido visto deambulando con ropas parecidas a las de un sirviente borracho y el labio partido.
-Eres demasiado valiosa como para apartarte de mi por tu condición social
Bajo la vista hasta su pecho cuando Dhi se lo señalo. Tuvo el impulso de apartarle la mano para que no pudiera notar sus latidos acelerados, pero en vez de eso rodeo con su mano la de la joven haciendo que apoyara toda la palma sobre su pecho dejando de lado aquellos absurdos miedos. Ambos habían confesado tantas cosas en una sola noche, que el francés la sentía como una amiga de toda la vida.
-Nunca miente... -susurró mas para sí mismo que para ella, dándole por completo la razón y reflexionando sobre sus palabras.
La noche dejaba poco a poco de ser un manto negro opaco. Las estrellas comenzaban a difuminarse y una suave luz hacia competencia a los farolillos que pese a todo seguían siendo necesarios. Tayend aparto con pesar la mano de la de la joven y miró con resignación hacia las calles de Paris. Lamentaba profundamente que aquella noche hubiera acabado ya, pero no era prudente seguir estando ahí.
-Sera mejor que te acompañe antes de que vuelva el ajetreo parisino y me pille de estas maneras
Sugeríos de manera cómica aunque sincera. A saber que chismes recorrerían las altas esferas al enterarse que el pequeño de los de Grey había sido visto deambulando con ropas parecidas a las de un sirviente borracho y el labio partido.
Tayend de Grey- Humano Clase Alta
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