Familiarizándose con los bajos fondos (Alai, +18).

por **Marek Vražda** Dom Ene 02, 2011 7:44 am

Apenas un resquicio de luz asomaba en los oscuros callejones tras el crepúsculo, el tenue resplandor de las escasas farolas daba un aspecto lúgrube al lugar donde entre las sombras se ocultaban de miradas curiosas los resquicios de la más baja sociedad. Calles empedradas más que deterioradas jamás habían conocido gloria siendo inundadas casi de forma permanente por desechos tanto humanos como orgánicos que empañaban y enmascaraban el encanto que se podría vislumbrar en el resto de la ciudad parisina. Un ambiente lleno desesperanza y angustia lo engullía todo haciendo imposible escapar de aquel hedor que casi calaba hasta las mismísimas entrañas.

Caminando con cigarrillo en mano paseaba por las estrechas callejuelas, con ahínco buscaba el aire viciado de lo más escondido de la ciudad victoriana, el único lugar donde me sentía cómodo, las tabernas de mala muerte y las cortesanas eran mi hogar y aquel paraje entre la oscuridad se convertiría en mi nuevo refugio. Mis pasos eran lentos y parsimoniosos, bastaba una sola mirada para poder recrearme y conectarme con el lugar que me rodeaba. Los aires franceses eran justo lo que necesitaba, pecado lo que buscaba y sin duda lo que encontraba nada más pisar una sola de sus baldosas. Recorría serio y relajado cada uno de los siniestros pasadizos que tanto me empeñaba en registrar con asombrosa precisión en lo más profundo de mi mente. El atisbo de una sonrisa surgía entre la penumbra avivada con un toque de misterio que producía la pequeña luz rojiza procedente de la combustión del tabaco. Postrado sobre uno de los prudientos muros de uno de tantos edificios decidí hacer uso de mis dones, un vagabundo desafortunado creía estar alucinando mientras yo inspiraba y me recreaba con el malestar que le infringía.

por **Alai** Dom Ene 02, 2011 9:38 am

Apenas la luz de aquel cigarro, dio señas de su presencia, la joven lo percibió, mientras recorría las calles, en busca de diversión... o clientela, y su aire misterioso la obligó a seguirlo. Parecía intentar perderse, recorriendo las callejuelas y pasadizos, como inmiscuyéndose en la tétrica noche, más no le dio miedo.

A cada paso, la ansiedad de la muchacha aumentaba, deseosa de conocer a aquel extraño, aunque su vida corriese peligro con hacerlo. No sabía lo que él buscaba, sin duda alguna, distaba bastante de lo que la rubia podía ofrecerle, más con intentarlo nada perdía.

Lo vio detenerse, y apoyarse en un derruido muro, una calle más adelante. Soltó su cabello, despeinándolo con la pesada brisa que recorría el lugar. Un escalofrío la recorrió: la excitación de no saber lo que sucedería, y sintió su cuerpo entumecerse ante lo prohibido.

Avanzó con paso calmado, sintiendo el eco del rítmico golpeteo de sus tacones en la grava. No fue hasta estar a unos pocos metros, que delató su propia presencia, hasta aquel momento ignorada.

-¿Qué haces?- susurró extrañada, ante su accionar, y se acercó para arrebatar de sus manos aquel cigarro casi consumido en su totalidad. Dio una profunda calada, y lo devolvió a su dueño, mirándolo en forma segura a los ojos.

por **Marek Vražda** Dom Ene 02, 2011 10:02 am

Poco lograba llamar mi atención si exceptuaba aquella empresa en la que me había embarcado con el único objetivo de alcanzar algo de diversión. El sufrimiento de aquel pobre desgraciado me hacía sentir satisfecho, era increíble como apenas costaba causar tal confusión en un sujeto tan débil como debía serlo aquel... tan sumamente vulnerable como para ser capaz de crear un mundo totalmente distinto al que le rodeaba. Nada conseguía sacarme de mi entretenimiento mientras reía a carcajadas admirando lo miserable que sería su vida, regocijándome en su sufrimiento. Amaba la noche y los patéticos seres que salían al amparo de su oscuridad, meros juguetes que en mis manos se hacían marionetas inertes.

El sonido de unos tacones pisando fuerte el firme del suelo dio por fin un descanso al mísero transehúnte que corrió despavorido hacia otro lado de la calle. De reojo miraba la silueta de aquella muchacha entre las sombras que sin duda se antojaba más que apetecible. La observaba sin ningún tipo de pudor, su vestimenta y las sensaciones que emanaba hacían que aquella mirada lasciva no pasara desapercibida y se deshiciera de cualquier tipo de prohibición que dictaba la época. El único lugar en el mundo donde se podía dar rienda suelta a las verdaderas pasiones y naturaleza a las que yo me entregaba con fidelidad y sin ningún tipo de disimulo.

La esperaba sin mover un solo músculo admirando su caminar, sin duda algo prácticamente hipnótico que nada tenía que envidiar a la más pura magia. Las mujeres, todo un vicio y un deleite que no me permitía el lujo de ignorar, eran mi debilidad - conociendo el verdadero París sin duda, quizá si gusta estoy seguro de que podría enseñarme alguno de sus secretos - no me inmuté dejando que consumiera el cigarrillo mientras la observaba. No tenía buenas costumbres ni modales, menos aún con una cortesana en un callejón oscuro, agarré su cintura al tiempo que me devolvía aquel bien tan preciado para mí y lo tiraba hacia un lado de la calle - ¿cuánto requiere por sus servicios señorita?

por **Alai** Dom Ene 02, 2011 10:17 am

Antes de poder siquiera regresarle aquel cigarro, se vio atrapada entre los fuertes brazos del aquel extraño. Tiró el cigarro, como decidiendo entre dos vicios, y le ofreció dinero por sus servicios como tantos otros.

Alai lo miró con firmeza, decidiendo la respuesta indicada, pues bien sabía que el valor de su cuerpo variaba dependiendo de cada hombre… la calle desierta, y su vulnerabilidad en sus brazos, lejos de incomodarla la hacían sentir más ansiosa por demostrar cuánto sabía hacer su trabajo.

Si bien su labor no era de su agrado, aquellos momentos la hacían disfrazar su propio sentir, llevándola hasta a deleitarse de su oficio.

Tomando una intensa bocanada de aire, como intentando hallar valor en aquel acto, besó sus labios con intensidad, recorriendo su boca con su lengua, grabando su aliento y calor en aquel sitio. Sus manos subieron lentamente, hasta posicionarse en la nuca de aquel sujeto, al tiempo que se apartaba lentamente de aquel beso.

-Mejor dime cuánto ofreces… y yo decido si tomo o no la oferta- susurró pegando más a él su curvilínea figura, intentando ser irresistible ante sus instintos masculinos.

por **Marek Vražda** Dom Ene 02, 2011 10:40 am

La disposición de la bella mujer era asombrosa y provocativa, su cuerpo un suculento objeto de placer que hacía que mi imaginación volara lejos, muy lejos de aquí, poniendo pensamientos en mi mente de los que más de uno se escandalizaría pero que sin duda sus ansias reprimidas disfrutarían más de lo que expresarían. El callejón ahora desierto sin duda invitaba a entregarse a los encantos de la joven muchacha que hacía bien su trabajo, pues bien sabía mostrar sus dotes y encandilar a quien osara rozar su piel para finalmente sumirle en el deseo más profundo cuando le permitía probar su boca.

Si existía alguna duda, el sabor de sus carnosos labios la disipaba con solo acariciarlos, correspondiendo a la chica con un atisbo de la diversión que le podía ofrecer yo también a ella. Alguien con un rostro tan inmaculado se merecía algo más de intención por parte del cliente y yo jamás escatimaba en ello. Mis manos tomaron la libertad de posarse en su cintura y bajar peligrosamente a la más pura tentación mientras caía en el maldito embrujo en el que noche tras noche me sumía sin reparo alguno. Separarme de ellos casi era un sufrimiento y desde luego bien merecido sería cuanto pidiera pero a decir verdad no estaba muy dispuesto a satisfacer sus necesidades económicas, yo tan sólo pagaba con dinero a quienes no merecían de mi entrega - creo que podremos llegar a un acuerdo de lo más beneficioso para ambos.

Miré fijamente sus ojos, y con la pretensión que había tenido siempre, traté con malas artes producir en ella aquella vulnerabilidad que todo el mundo sufría ante mi presencia cuando me lo proponía - ¿estáis completamente segura de qué tan sólo ambicionáis mis posesiones? - acaricié con soltura su pelo llevando mi mano hacia su cuello mientras el color gris de mis ojos se hacía algo más visible al observarla con aquella única intención - si seguís pretendiendo oro no lo poseo.

por **Alai** Dom Ene 02, 2011 11:00 am

El joven pareció entregarse a los encantos de la mujer, que con soltura desempeñaba aquel papel tan jugado. Sintió sus manos desplazarse por su cintura, regocijándose de lo que en él estaba logrando. A pesar de la distancia impuesta por ella misma entre los labios de ambos, el deseo allí continuaba, y la intriga ayudaba a fomentarlo en todo su cuerpo.

Apenas se desilusionó, cuando supo que el hombre no pretendía pagar en forma material su labor, más estaba ya sumida en aquel juego y no se echaría para atrás. Se sentía vulnerable, no a su fuerza, sino a lo que su piel pudiera causarle, sintiendo una entrega casi absoluta a su voluntad.

Sabía que estaba haciéndole algo, que su mirada estaba logrando efectos en su subconsciente que no comprendía, más no le importaba aquella manipulación, mientras se regocijara con los resultados.

Con una sonrisa leve en sus labios, alzó una pierna y la pasó por detrás de la del caballero, obligándolo a pegarse más a ella, al tiempo que acercaba su boca lentamente a su oído.

-Olvidemos el oro… ¿Qué me ofreces tú?- susurró provocativa, mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja, y comenzando a deslizar sus labios por el cuello del caballero.

Solo deseaba que no escapase aquella noche de sus manos, su cuerpo se había tornado un tesoro a obtener para la dama, y no se daría por vencida fácilmente.

-Anda… lo que sea… pero hazme una oferta- susurró bajando lentamente una de sus manos desde el cuello hasta el pecho del hombre, llegando a su abdomen e intentando traspasar su camisa con suaves y sugerentes caricias.

por **Marek Vražda** Dom Ene 02, 2011 11:29 am

Una vez más el plan había salido a la perfección, quizá mejor de lo que hubiera pensado, no recordaba un día en el que me hubiera interesado más de la cuenta en una mujer de la calle pero parecía que sus dotes llegaban más allá de un simple interés por abrir sus piernas. Sonreí satisfecho ante su sumisión brindándole con ello un motivo más por el que permanecer entre mis brazos sin nada más a cambio que mi propio calor en aquella fría noche al abrazo de las orillas del Sena.

Creyéndome dueño de la situación me equivocaba, al rodearme con su pierna no pude evitar la tentación del contacto de mis dedos subiendo por ella con la delicadeza impropia de mi persona, pues de caballero pocas veces sacaba mis mañas más que cuando lo requería una empresa de importancia. Su aliento erizaba la piel de mi cuello que anhelaba la calidez que tan sólo una dama podía proporcionar - puedo ofrecerle un sin fín de sensaciones como jamás habéis podido experimentar, esos sucios franceses que debéis frecuentar no se pueden comparar con la elegancia del imperio de donde provengo - me estremecí al sentir de nuevo el roce de sus labios que llamaban a gritos a la más pura indecencia - ¿qué me decís? - cargué su cuerpo sobre el mío haciendo alarde de mi fuerza para que me rodeara por completo con sus largas piernas. Mi boca se deslizó a lo largo de su cuello alternando húmedos besos con mordidas de lo más sugerentes volviendo de nuevo a hacer uso de unos poderes que para ella pasarían de manera desapercibida.

Malos sentimientos eran los que podía infringir en los demás, un don hecho para el sufrimiento, lleno de pecado y destrucción pero que sin embargo en un momento como este se hacía de lo más útil. Poseedor de aquella habilidad arrimé mi cuerpo al suyo por completo plasmando en ella la más pura lujuria, tabú para todo en cuanto creíamos se hacía casi completamente irresistible y torturador cuando no podías deshacerte de ella, sin embargo usándolo en la justa medida podía resultar más beneficioso y placentero de lo que los cánones dictaban.

por **Alai** Dom Ene 02, 2011 11:57 am

Sus dedos deslizándose por su pierna la invitaban a lo prohibido, perdiendo en parte la consciencia de sus propios actos. No le importaba el dinero, ni el qué sería de ella tras aquella absoluta entrega en la que estaba a punto de sumirse, solo quería experimentar el mar de sensaciones que el muchacho estaba ofreciéndole.

Su piel se erizaba en el tacto de sus dulces dedos, corriendo el vestido para tomar contacto con la piel de aquella pierna que lo abrazaba. Su voz susurrante, logró aún más de lo que ella esperaba, volviendo aquellas promesas la única razón de su existencia, al menos durante aquel encuentro.

- Deja de hablar… – Suplicó- Deja de hablar y entrégame eso que prometes… - susurró antes de despegarse del suelo por completo, aferrando ambas piernas a su cadera con firmeza.

Estiró hacia atrás el cuello, presa del placer que sus besos y suaves mordiscos le propinaban, al tiempo que débiles gemidos comienzan a salir de su boca. Presa de la lujuria, sentía que deseaba a ese hombre como nunca antes había deseado a algún otro, sabiéndose manipulada, pero sin querer salir de su hipnosis.

-Esta noche…- comenzó a susurrar, tomando el rostro del hombre entre ambas manos, apretando sus piernas cuanto le era posible, deseando sentir cuanto antes su virilidad.- Esta noche… todo mi ser te pertenece… procura darme esa paga prometida… por favor…- sus susurros se mezclaban con jadeos, por lo que su voz era un suave y sensual murmullo.

Tras un segundo sosteniendo su mirada, volvió a besarlo con profunda pasión, alternando leves mordidas a sus labios, e introduciendo su lengua en la boca con ansiedad. Sus manos descendieron hacia sus hombros, retirándole aquel abrigo que lo cubría. Estaba dispuesta a ser suya ahí mismo, si era necesario, no le importaba más que eso… pertenecerle, realmente sentirlo.

por **Marek Vražda** Dom Ene 02, 2011 1:51 pm

La sensación de poseer cuanto quería, al menos en ese aspecto, era sumamente grandiosa, aunque a veces me preguntaba si verdaderamente podría conseguir las cosas por mi mismo sin ningún tipo de ayuda desde luego esa situación no era una de ellas. Aferrándome a ella le daba todo cuanto quería sentir, siendo más que palpable la ambición que tenía por dominar su cuerpo llevándolo en brazos a un lugar más escondido y apartado en el que la penumbra nos cubría en su totalidad.

Aunque normalmente era yo siempre el que daba las ordenes, no había duda alguna de que las que ella me daba en ese momento las complacería sin oponer resistencia alguna. Sus palabras fueron escuchadas y las mías silenciadas al besarla con intensidad enredado mi lengua con la suya haciendo de aquello una danza de lo más acompasada con la que nos compenetrábamos a la perfección. Escasos eran los momentos en los que me separaba de ella pero cuando éstos sucedían se escapaban miradas furtivas esperando ver en sus ojos el mismo fuego que podía sentir en el resto de su cuerpo. Cuando al fin abandonaban su mirada se dirigían atrevidos hacia sus pechos embaucadores hechos por y para la seducción más irresistible que se pudiera imaginar - ¿acaso me piensa un vulgar ladrón? - pregunté con diversión mientras enredaba mis dedos en su cabello abriéndome paso por su cuello lamiéndolo hasta llegar a su oreja - tendrá su recompensa, ¿la ve insuficiente? - una vez más la apretaba bien contra mi cadera la cual movía provocativo con intención de incitar sus instintos más primarios.

Mis manos recorrían incansables cada centímetro de su piel ávidas por sentir su calidez y darle todo aquel placer que no reprimía ni por un segundo. Desgarré parte de sus ropas a la altura de su pecho dejando al descubierto sus encantos aventurándome a lamerlos con la maestría que me otorgaban años de experiencia.

por **Alai** Dom Ene 02, 2011 2:15 pm

Apenas notó que se desplazaba, sobre su cuerpo, hacia un callejón solitario, donde nadie pasaría... donde podrían ser uno sin ser perturbados por visitas sin esperadas. El baile de sus lenguas parecía nunca poder detenerse, y su ansiedad por besarlo no se apagaba con hacerlo simplemente. Todo su cuerpo ardía en llamas, y era un incendio que no se apagaría si su sed no era saciada... lo deseaba con todas sus fuerzas, como si fuese el cuerpo de aquel hombre causarle tanto placer como nunca antes le habían brindado.

Furtivas miradas, intercambiaban los ojos de ambos, sin darse tiempo a expresar más que ese incendio en crecimiento. Alai sentía toda aquella ropa estorbarle, impidiéndole el contacto con la piel de aquel caballero, impidiéndole la total entrega que deseaba mostrarle.

-¿Vulgar ladron? Pues... la cordura me la has robado- susurró dejando su cabeza caer hacia atrás, guiada por aquella excitante lengua, que recorría su cuello con soltura- Confío en que la recompensa complacerá cada uno de mis actos... espero que logre hasta más... solo demuéstrame que no me he equivocado...- sus súplicas se perdieron entre placenteros gemidos, al tiempo que su cadera correspondía al movimiento de la del sujeto.

Se sentía lista para recibirlo en ella, quería aquel momento más que a nada en el mundo, pero debía ser paciente... su pecho se vio liberado de aquel ajustado corsé, y la joven se echó hacia atrás, apoyando en la pared su espalda, dándole espacio al brujo a recorrerlos con su lengua. Cerraba sus ojos, perdida, entre el calor de cada roce.

-Hazme tuya... anda... lo necesito... demuéstrame cuán poderoso eres- inquirió, tomando su rostro entre ambas manos, y mordiéndole los labios con sensualidad.

por **Marek Vražda** Dom Ene 02, 2011 2:42 pm

La excitación poco a poco alcanzaba niveles insospechados, comencé a entregarme a los placeres prohibidos con los que tan cómodo me encontraba sin ningún tipo de pudor ni cuidado. Su cuerpo en mis manos era una bomba de relojería que no iba ni a intentar que dejara de estallar. Con toda la lujuria que podía albergar mis caricias y mis besos se fueron haciendo cada vez más atrevidos aumentando su intensidad en cada roce abandonándome por completo a la pasión del momento sin reparar en el lugar en el que nos encontrábamos, dando por hecho que seguramente no le resultaría nada nuevo.

El eco de sus palabras no hacía sino incitarme más a dejarme llevar por mis impulsos que me decían en todo momento que los aplacara deleitándome con cada uno de sus besos. Dejando a un lado cualquier resquicio de pundonor o decoro, continué complaciéndome con el sabor de su piel al lamer sus pechos aunque esta vez no pude contenerme y bajé mis pantalones lo justo para liberarme haciendo exactamente lo mismo con ella despojándola de sus prendas.

- ¿De veras lo quieres ya? quizá le resulte cruel y no esté acostumbrada pero puede estar segura de que esto no acaba aquí - mordí su labio inferior mientras llevaba mi mano entre sus piernas acariciándola con lascividad, penetrándola con mis dedos moviéndolos alternando el ritmo guiando después mi miembro únicamente rozándola para aumentar aún más sus ganas.

por **Alai** Lun Ene 03, 2011 12:40 am

Notaba en el cuerpo de aquel extraño cómo cada una de sus palabras surtía efecto, haciendo que sus movimientos y caricias se torne más lujuriosos. Si él la estaba dominando de algún modo, ella no se quedaba atrás, usando los elementos con que su "magia" cobraba forma: su cuerpo, y la seducción que con éste podía lograr.

Sus manos se movieron en las piernas de la muchacha, apretándola con fuerza, de seguro para alcanzar el cierre de su pantalón, al tiempo que ella sentía su vestido subiendo poco a poco por sus piernas, y su ropa interior ceder ante la fuerza del joven.

La única respuesta a sus palabras, fue un nuevo intenso beso, que prolongó hasta sentir aquellos escurridizos dedos, escrutando su parte íntima, logrando aumentar la lujuria ya presente. El tenue roce de su miembro, incrementó a tal punto su ansiedad, que sintió el tiempo detenerse. Movió con desesperación su cadera, intentando percibirlo de forma más intensa.

- Anda... tu también lo quieres ¿verdad?- murmuró apenas separando sus labios de los suyos, abriendo de un solo tirón su camisa, para apoyar en su piel sus pechos, abrazándose más fuerte a su cuerpo. - ¿O acaso no deseas poseerme por completo ya? Se lo que quieres, tu cuerpo lo está gritando- sonreía con picardía, apenas rozando sus labios, mordiéndolos por momentos, intentando que su deseo también aumente.

por **Marek Vražda** Lun Ene 03, 2011 9:46 am

Apenas era capaz de resistir el fuego que me provocaba, podía sentir como todo mi cuerpo la deseaba casi hasta el punto de llegar a la desesperación que con disimulo se veía envuelta y enmascarada entre aquellas caricias y sus técnicas de seducción. ¡Cuántas veces había experimentado esa sensación y a la vez tan pocas! pues cada vez que tocaba su piel mi corazón se aceleraba siguiendo el compás de mi respiración ya más que agitada al notar en contacto entre sus piernas. Bien sabía que estas mujeres estaban hechas para embelesarnos con sus artes amatorias pero su entrega sin nada a cambio más que mi empeño por obsequiarla con todo ese placer era lo que le hacía verdaderamente irresistible.

Su picardía a la hora de buscarme era digna de consuelo, aunque a quien pretendía engañar, más bien era yo el que no aguantaba el no tenerlo. El tirón en mi camisa no hizo más que incrementar ese deseo que hacía que gozar de aquello se convirtiera en algo tremendamente divertido y adictivo - podéis estar segura de ello, sois el pecado más suculento que jamás he podido probar - susurré de forma entrecortada al tiempo que mis manos recorrían su espalda buscando el calor que emanaba y ese roce de sus pechos contra mi piel desnuda que podría conseguir que perdiera la cordura - me habéis descubierto, admito que no soy capaz de reprimir mis instintos - por enésima vez cogía sus labios entre los míos, besaba su cuello con sensualidad, mordía su hombro entre sonrisas llenas de picardía sosteniéndola con fuerza por sus posaderas para deleitarme con el roce continuo que provocaba entre sus piernas.

Finalmente sin previo aviso el contacto se hizo mucho más intenso entre ambos, ya ni un milímetro nos separaba al penetrarla enérgico satisfacciendo mis necesidades más primarias. El calor era abrasador y sin embargo de lo más placentero que se pudiera imaginar. Mis embestidas cada vez más desmedidas hacían que mis jadeos se pronunciaran aunque ello no impedía que me desviviera por besar cada rincón de su cuerpo cada vez que tenía oportunidad. Cambios de ritmo constantes con los que jugaba para despertar sus ganas, travieso la sacaba y miraba su rostro - decidme que quereis más - con una mano agarraba sus cabellos dorados forzándola a tener su boca completamente a mi merced, la cual besaba de forma pasional. No esperé ni tan si quiera a que respondiera, nuevamente me introducí dentro de ella con un golpe seco que no hizo esperar unos movimientos de cadera sin pausa alguna.

por **Alai** Lun Ene 03, 2011 10:43 am

Apenas apartando sus labios, le oyó susurrar aquellas palabras, que recorrieron su cuerpo como si fueran parte de aquellas sensuales caricias. El recorrido de aquellas manos por su espalda, la obligaron a erguir su postura, pegándose aún más al cuerpo del joven, estirando su cuello para dar sitio a nuevos y ardientes besos, que parecían intentar quemar su piel al recorrerla.

El continuo roce en su parte íntima, estaba logrando volverla loca, deseándolo en modo casi insoportable. Todo su cuerpo estaba al pendiente de aquel deseo, temblando, y pegándose cuanto podía a aquel caballero, como suplicando aquel gratificante movimiento.

Finalmente llegó, y sus cuerpos se vieron unidos en forma salvaje, obligando a la cortesana a producir un ahogado grito de placer. Movía sus caderas con ansiedad, intentando acompasarse a los movimientos de aquel caballero, incrementando el gozo de ambos.

La unión se interrumpió un segundo, que le resultó eterno, al tiempo que el hombre le ordenaba palabras que no necesitaba decir- No no quiero más... necesito más... te necesito - dijo echando su cabeza hacia atrás, obligada a ello por aquella traviesa mano que sostenía su cabello, al tiempo que su lengua volvía a introducirse en la boca del hombre, al tiempo que sus labios jugaban con los suyos, inmersos en un beso más pasional que los previos.

Nuevamente había sido penetrada, con mayor intensidad y brusquedad que antes, y sus embestidas se volvieron más fuertes y continuas, al tiempo que jugaba con su cadera, para lograr más proximidad, aunque le fuese imposible.

por **Marek Vražda** Lun Ene 03, 2011 1:57 pm

Ya no había cabida para las palabras, la efusividad era la única con la que expresaba todo aquello que mis labios callaban. Mis manos que anteriormente la sujetaban fueron resbalando hacia su cadera dejándola caer suavemente deslizándola sobre mi cuerpo. La falda de su vestido me impidió por unos segundos interminables ver lo que tanto anhelaba pero poco tiempo duró aquella tortura, haciéndome dueño de cada uno de sus movimientos la giré un poco hasta ponerla de espaldas. Pegando mi cuerpo totalmente a la desnudez de su espalda me quedé unos instantes abrazado a su cintura mientras echaba su pelo hacia un lado y besaba con inusitada dulzura aquel cuello tan tentador. Poco duraron mis manos quietas, ávidas de aquel exquisito placer se rendían al gozo que provocaba el tocar la perfección de sus senos para después dejarse guiar por una fuerza invisible a recorrer su vientre y acabar nuevamente entre sus piernas acariciándola con suavidad y deleitándose con su esencia.

Sensación sublime la que experimentaba al percibir el tacto de seda que poseía su piel en todo mi cuerpo - sois una privilegiada, jamás traté a una cortesana como lo estoy haciendo con vos - murmuré un segundo antes de lamer con sensualidad el lóbulo de su oreja. Era cierto, mis maneras siempre bruscas dejaban mucho que desear pero la delicadeza que me inspiraba su inmaculado cuerpo blanquecino y aterciopelado conseguía causar estragos en cada uno de mis actos. Cerré los ojos y acaricié su mejilla mientras seguía estímulandola, quería ser capaz de sentir cualquier estremecimiento involuntario con el que su esbelta figura me deleitara.

Cogí sus dos manos entre las mías acariciándolas con sutileza para después posarlas sobre el frío muro que contrastaba con el ardor de nuestra piel. Incliné su cuerpo lentamente con el peso del mío sobre él, fue en ese instante en el que abandonando momentáneamente esa sensibilidad me deshice del calor de sus manos para levantar nuevamente su falda dejándola al descubierto. Aferrándome a su cadera volví a penetrarla con profundidad permitiendo que mis manos vagaran a su antojo por su torso mientras mis labios recorrían su espalda y se acercaban a su rostro dejando escapar jadeos de lo más sugerentes al lado de su oído.

Sentía que estaba a punto de estallar pero quería más, mi ambición no tenía límites y tampoco pretendía ponérselos ahora. Podía notar como la adrenalina fluía por todo mi ser y finalmente se perdía en cada uno de mis movimientos desbordantes de pura pasión y lujuria que no se veían en ningún momento frenados por el entorno o la situación. Sin quererlo mi total evasión acerca del mundo exterior hizo que perdiera el control de mis mente y una ilusión casi fugaz nos envolvió llevándonos lejos de aquel oscuro callejón plasmándonos en una desierta playa. Tan sólo fue un instante pero el suficiente como para verme descubierto ante aquella mujer, únicamente me quedaba esperar que pensara que hubiera sido una simple fantasía de su propia imaginación.

por **Alai** Lun Ene 03, 2011 2:39 pm

Sus manos bajaron, tomándola por la cadera, y bajándola con lentitud, rompiendo aquella unión tan perfecta. Sintió aquella falda volver a resbalar por sus piernas, cubriéndola, al tiempo que se entregaba a la petición de aquel joven de voltear. Sintió el perfecto abdomen y el pecho de aquel hombre pegándose a su espalda, desprovista totalmente de ropa, y sus fuertes brazos la abrazaban por la cintura. Alzó uno de sus brazos hacia el rostro del joven, acariciando pasionalmente su rostro y cabello, mientras sus besos recorrían con suavidad su cuello.

Sus manos subieron hasta los senos de la muchacha, haciendo que el deseo se reactive, y bajaron por su abdomen hasta su parte íntima, sus caricias lograron haces al instante que el ardor de su cuerpo volviese a aumentar, estimulándola, instalando nuevamente en ella el deseo de ser tomada por aquel caballero. Temblaba en su cuerpo, sintiendo que toda su piel se erizaba. Aquel susurro en su voz, asegurándole cuán afortunada era, la llevó a sentir que realmente era así, se sentía afortunada de haber caído en sus brazos, a pesar de que supiera que el momento se agotaría y cada quien seguiría luego su camino…

Su lengua en el lóbulo de su oreja, una suave caricia a su rostro y aquel estímulo en su zona femenina… estaba por perder la consciencia, presa del deseo y el tacto de cada parte de aquel hombre

Sus manos buscaron las de la cortesana, y esta no se resistió a tomarlas, siendo conducidas hacia el frío muro al que se enfrentaba, mientras las del muchacho alzaba con cierta brusquedad su falda, y la tomaba por la cadera, para volver a encajarse en ella. Sus lujuriosas manos recorrieron su torso y sus labios su espalda con sensualidad, mientras la penetraba más y más duramente, haciéndola jadear de placer.

Ambos actuaban sin importar lo que los rodeaba, como si todo alrededor se hubiere esfumado, y solo el ardor de sus cuerpos valiese. Estaba perdiendo la cabeza, volviéndose loca por lo que aquel hombre lograba. Sentía que estallaría en placer en cualquier momento…

Por un instante, su vista pareció jugarle una mala pasada, dibujando en su entorno un paisaje nunca antes visto. Pero fue apenas un segundo, antes de que aquello se desvanezca en su mente. Confundida, se apartó del cuerpo del hombre, volteando hacia él y mordiendo sus labios, avergonzada.

-Lo siento… me desconcentré- susurró provocativa, alejándose apenas unos pasos, caminando de espaldas para no perderlo de vista.

Sonriendo con picardía, se quitó los restos de aquel vestido, y se dejó caer de rodillas sobre el húmedo suelo.

-Ven… si aún tienes más que demostrarme…- susurró mirándolo con deseo.

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