AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
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Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Ya tenía en casa los retales necesarios para confeccionarme un precioso vestido que me hiciese parecer una dama de la alta sociedad, algo que me hiciese parecer lo que en realidad debía ser... una dama distinguida, bien vestida, que se notase a leguas su estatus social. Y no parecer una joven, bella, pero de clase baja, vestida con ropas pobres y viejas.
Quizás por eso siempre que salía a pasear por las calles intentaba vestirme con los mejores vestidos que me había hecho durante los años de trabajo como costurera en el taller de costura. Ahora necesitaba pasear por el distrito comercial y ver los escaparates con sus preciosos vestidos y así captar alguna idea para mi nueva manualidad.
Sabía que quería hacerme un vestido con telas de tonalidades muy claras, para que destacase el tono de mi piel, mis cabellos dorados y mis ojos claros. Seguro que con un vestido de esas características, conseguiría parecer una auténtica princesa. Algo que se acercaría más a lo que era en realidad.
Me detuve frente a un escaparate, en el que habían unos vestidos de dama, elaborados con unos detalles realmente precisos, con unas telas difíciles de encontrar por su calidad y procedencia. Mas... el diseño del vestido en sí, era impresionante, realzaba todas las curvas femeninas.
Me situé frente al vestido dejando que mi reflejo, a la luz de las pocas luces que quedaban en la calle, fusionasen mi reflejo con el vestido que había tras el cristal y así imaginarme cómo me sentaría un vestido de tal talle. Me mordí levemente el labio inferior sonriendo ligeramente, sin duda, eso era lo que quería, ese era el tipo de vestido que podría llevar con la cabeza bien alta a cualquier fiesta de la alta sociedad..
Quizás por eso siempre que salía a pasear por las calles intentaba vestirme con los mejores vestidos que me había hecho durante los años de trabajo como costurera en el taller de costura. Ahora necesitaba pasear por el distrito comercial y ver los escaparates con sus preciosos vestidos y así captar alguna idea para mi nueva manualidad.
Sabía que quería hacerme un vestido con telas de tonalidades muy claras, para que destacase el tono de mi piel, mis cabellos dorados y mis ojos claros. Seguro que con un vestido de esas características, conseguiría parecer una auténtica princesa. Algo que se acercaría más a lo que era en realidad.
Me detuve frente a un escaparate, en el que habían unos vestidos de dama, elaborados con unos detalles realmente precisos, con unas telas difíciles de encontrar por su calidad y procedencia. Mas... el diseño del vestido en sí, era impresionante, realzaba todas las curvas femeninas.
Me situé frente al vestido dejando que mi reflejo, a la luz de las pocas luces que quedaban en la calle, fusionasen mi reflejo con el vestido que había tras el cristal y así imaginarme cómo me sentaría un vestido de tal talle. Me mordí levemente el labio inferior sonriendo ligeramente, sin duda, eso era lo que quería, ese era el tipo de vestido que podría llevar con la cabeza bien alta a cualquier fiesta de la alta sociedad..
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 14/09/2010
Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
No podía dejar de visitar el centro de París, la ciudad bullía llena de vitalidad y aquellas calles en concreto con un aire de distinción que casi conseguía asquearme. Zonas adineradas que miraban con suficiencia a los pobres muertos de hambre que mendigaban ilusos una caridad que jamás llegaría. Yo era uno de esos tantos que vagaban pidiendo limosna pero a diferencia de ellos yo estaba agusto con lo que era, mi elección había sido los estatus más bajos de la sociedad donde la hipocresía y los protocolos no estaba a la orden del día.
Caminaba observando a la gente como si fueran ovejas de mi propiedad a punto de ser degolladas, a pesar de mis vestimentas que se veían algo harapientas andaba entre ellos como uno más que no dudaba en plantar cara a cuanto osaba despreciarme. Miraba de un lado a otro en búsqueda de un motivo por el cual no obsequiarles con mi desdén y menosprecio con métodos poco ortodoxos, tratando de encontrar mis razones una dama de extraordinaria belleza logró llevarse toda mi atención admirándola de manera disimulada acercándome a ella con discreción.
Tiré mi incombustible cigarro hacia un lado cuando me encontraba a sus espaldas. Observé su reflejo con curiosidad percatándome de que era un capricho muy codiciado - ¿lo queréis? - pregunté interrumpiendo sus reflexiones poniéndome a su lado a pesar de las miradas que tanto lo desaprobaban - a pesar de su elegancia temo decirle que no es digno de su hermosura... se vería mejor sin él - comenté con descaro y una media sonrisa llena de picardía.
Caminaba observando a la gente como si fueran ovejas de mi propiedad a punto de ser degolladas, a pesar de mis vestimentas que se veían algo harapientas andaba entre ellos como uno más que no dudaba en plantar cara a cuanto osaba despreciarme. Miraba de un lado a otro en búsqueda de un motivo por el cual no obsequiarles con mi desdén y menosprecio con métodos poco ortodoxos, tratando de encontrar mis razones una dama de extraordinaria belleza logró llevarse toda mi atención admirándola de manera disimulada acercándome a ella con discreción.
Tiré mi incombustible cigarro hacia un lado cuando me encontraba a sus espaldas. Observé su reflejo con curiosidad percatándome de que era un capricho muy codiciado - ¿lo queréis? - pregunté interrumpiendo sus reflexiones poniéndome a su lado a pesar de las miradas que tanto lo desaprobaban - a pesar de su elegancia temo decirle que no es digno de su hermosura... se vería mejor sin él - comenté con descaro y una media sonrisa llena de picardía.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Estaba ensimismada en mis pensamientos, en mis ensoñaciones, dejando volar mi mente hasta un lugar en el que yo era feliz, igual que cuando fui una niña pequeña. Imaginarme con un vestido como aquel, en un grandioso salón de baile, acompañada de mi hermano, y éste entregándome a mi acompañante y ¿por qué no? Futuro esposo. Viendo a mi madre orgullosa por ver a su pequeña, por fin en el lugar que le corresponde.
Todos aquellos sueños se desvanecieron cuando una figura masculina se reflejó junto a la mía devolviéndome a la realidad. Aunque bien podría formar parte de mi imaginación, pues sus rasgos eran similares a los de los aristócratas. Sonreí levemente sin dejar de mirar el reflejo de aquel caballero. Su cuestión me hizo girarme un poco y mirarle a los ojos- Jamás podría pagarlo – respondí volviendo a mirar el vestido, mordiéndome el labio inferior. La respuesta era sí, sí que lo quería ¡¡y tanto que lo quería!! Pero no me lo podía permitir. La economía en la familia no estaba como para costear vestidos tan caros.
De todos modos, no tendría dónde llevarlo.
Sus siguientes palabras me resultaron bastante aduladoras, y volví a mirarle dibujando una leve sonrisa en mis labios, pero ésta se vió truncada cuando el caballero finalizó su frase- ¿Disculpe? – pregunté mirándole con los ojos abiertos y las cejas algo arqueadas en clara expresión de sorpresa e incredulidad.
Todos aquellos sueños se desvanecieron cuando una figura masculina se reflejó junto a la mía devolviéndome a la realidad. Aunque bien podría formar parte de mi imaginación, pues sus rasgos eran similares a los de los aristócratas. Sonreí levemente sin dejar de mirar el reflejo de aquel caballero. Su cuestión me hizo girarme un poco y mirarle a los ojos- Jamás podría pagarlo – respondí volviendo a mirar el vestido, mordiéndome el labio inferior. La respuesta era sí, sí que lo quería ¡¡y tanto que lo quería!! Pero no me lo podía permitir. La economía en la familia no estaba como para costear vestidos tan caros.
De todos modos, no tendría dónde llevarlo.
Sus siguientes palabras me resultaron bastante aduladoras, y volví a mirarle dibujando una leve sonrisa en mis labios, pero ésta se vió truncada cuando el caballero finalizó su frase- ¿Disculpe? – pregunté mirándole con los ojos abiertos y las cejas algo arqueadas en clara expresión de sorpresa e incredulidad.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 14/09/2010
Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
La luminosidad que irradiaba su rostro me hacía sentir indigno de mirarla como si fuera algo insignificante, casi de una forma abrumadora hacía que dentro de mí afloraran sentimientos que ni yo mismo era capaz de describir ni mucho menos exteriorizar. Sensaciones extenuantes se agolpaban sin dejar hueco alguno para la reflexión, caí preso de su hipnotizante mirada y al saberme débil ante ella inconscientemente activé mi mecanismo de defensa encarnado en pura grosería y vulgaridad con la que estaba acostumbrado a tratar a las señoritas que frecuentaba.
Sentí unos deseos irrefrenables de complacerla en todo cuanto quisiera, pero por sobretodas las cosas que ella experimentara algo parecido cuando me mirara. Miré un segundo a mi alrededor esperando con insistencia el extraño encantamiento que provocaba en los que me rodeaban pero parecía que no llegaba.
Consciente de que mi personalidad bien me valdría su desprecio no hice por cambiarla y simplemente hacía lo que me había enseñado la vida que había sido echarle cara - veo que no está familiarizada con la franqueza, disculpad mi atrevimiento, incluido el que se me hace imposible no mostrar en estos momentos - mis ojos se desviaron disfrutando de su esbelta figura hasta que finalmente se posaron en una de sus manos que cogí con la mía besándola con sutileza - ruego perdone mi comportamiento, admito que soy un salvaje, Marek Vrazda para serviros - la solté con delicadeza y nuevamente miré aquel vestido - si queréis yo puedo conseguiroslo - concluí mostrando toda mi pillería.
Sentí unos deseos irrefrenables de complacerla en todo cuanto quisiera, pero por sobretodas las cosas que ella experimentara algo parecido cuando me mirara. Miré un segundo a mi alrededor esperando con insistencia el extraño encantamiento que provocaba en los que me rodeaban pero parecía que no llegaba.
Consciente de que mi personalidad bien me valdría su desprecio no hice por cambiarla y simplemente hacía lo que me había enseñado la vida que había sido echarle cara - veo que no está familiarizada con la franqueza, disculpad mi atrevimiento, incluido el que se me hace imposible no mostrar en estos momentos - mis ojos se desviaron disfrutando de su esbelta figura hasta que finalmente se posaron en una de sus manos que cogí con la mía besándola con sutileza - ruego perdone mi comportamiento, admito que soy un salvaje, Marek Vrazda para serviros - la solté con delicadeza y nuevamente miré aquel vestido - si queréis yo puedo conseguiroslo - concluí mostrando toda mi pillería.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Parecía que mi vestimenta había cumplido con su cometido. Me había puesto uno de mis mejores vestidos, por descontado fabricado con mis propias manos, era de un tono azul celeste con detalles blancos, y sobre mis hombros me había colocado una fina capa de piel y pelo de color blanco que había conseguido en el taller de costura. Cualquiera creería que yo pertenecía a la alta sociedad, y que poseía grandes riquezas, incluso me había esmerado con mi pelo, peinándolo en un precioso recogido de rizos suaves que caían sobre uno de mis hombros, con un pequeño tocado con florecillas blancas.
Mi rostro aún expresaba sorpresa ante el descaro del joven, pero éste parecía querer arreglar las cosas cuando tomó mi mano besándola con suavidad. Incliné mi cabeza con elegancia, una elegancia digna de la realeza. Aunque hubiese sido un grosero conmigo hacía pocos segundos, no debía de ser rencorosa y saber apreciar los buenos gestos.
-Natasha Trubetzkoy – susurré dedicándole una cándida sonrisa- Un placer, monsieur – añadí sonriendo cuando soltó mi mano y volvió la mirada hacia el vestido, obligándome a seguir la dirección de su mirada.
Escuché sus palabras y le miré nuevamente – Prefiero conseguirlo con mi propio esfuerzo, así lo llevaré con mayor orgullo – admití volviendo a ver mi silueta encajada en la de aquel perfecto vestido.
Mi rostro aún expresaba sorpresa ante el descaro del joven, pero éste parecía querer arreglar las cosas cuando tomó mi mano besándola con suavidad. Incliné mi cabeza con elegancia, una elegancia digna de la realeza. Aunque hubiese sido un grosero conmigo hacía pocos segundos, no debía de ser rencorosa y saber apreciar los buenos gestos.
-Natasha Trubetzkoy – susurré dedicándole una cándida sonrisa- Un placer, monsieur – añadí sonriendo cuando soltó mi mano y volvió la mirada hacia el vestido, obligándome a seguir la dirección de su mirada.
Escuché sus palabras y le miré nuevamente – Prefiero conseguirlo con mi propio esfuerzo, así lo llevaré con mayor orgullo – admití volviendo a ver mi silueta encajada en la de aquel perfecto vestido.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 14/09/2010
Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Tenía la impresión de que verme al lado de ella debía ser dañino a la vista, opacar tal hermosura con un hombre tan desaliñado debía ser pecado y lo más extraño de todo era que de haberme encontrado en otra situación poco me hubiera importado. En un vago intento por deshacerme de mi rudeza traté de erguir mi postura y adoptar un atisbo olvidado de mis días en la corte, aún así mis esfuerzos eran en vano por lo que terminé desistiendo al verme ridículo pero de todas formas me mostré complacido al escuchar su nombre salir de sus labios - no dudeis que el placer es todo mío - contesté con una breve y disimulada reverencia.
La gente parecía que comenzaba a mirarme, yo más preocupado por sus intereses y necesidades me había dedicado a ignorarlos pero hubo un momento que se me hizo inevitable no hacerlo. Varios eran los que me observaban cuando pasaban por mi lado, todos con una extraña curiosidad que seguramente no se explicarían pero por suerte simplemente algo pasajero... entonces fui yo mismo el que se quedo ensimismado fijándose en el bello rostro de la chica con visible confusión en el mío propio. Parecía que estar a mi lado no surtía efecto alguno en ella, más aún me lo confirmo con la firmeza con la que ponía las cosas en su sitio - entiendo, sería difícil presumir de cómo os lo ha conseguido un miserable ¿cierto? - realmente no era lo que quería decir ni mucho menos insinuar pero el desconcierto hacía mella en una actitud, aunque esmerada, demasiada forzada que no podía mantener.
Me aproximé a ella aún más, me quedé frente a su rostro inmóvil mirándole de forma penetrante, mi mano cobraba vida propia al acariciar su mejilla y después coger un mechón de su cabello tratando de distinguir el perfume que emanaban las muchachas de la alta sociedad sin ni si quiera acercarme a él - ¿no sentís nada extraño? - ahora mismo el que se encontraba preso de un hechizo era yo, no estaba acostumbrado a esa sensación. Con algo de nerviosismo pobremente fingido me aparté dejando de nuevo su espacio sacando otro cigarrillo mientras pensaba en lo inverosímil que me resultaba su indiferencia.
La gente parecía que comenzaba a mirarme, yo más preocupado por sus intereses y necesidades me había dedicado a ignorarlos pero hubo un momento que se me hizo inevitable no hacerlo. Varios eran los que me observaban cuando pasaban por mi lado, todos con una extraña curiosidad que seguramente no se explicarían pero por suerte simplemente algo pasajero... entonces fui yo mismo el que se quedo ensimismado fijándose en el bello rostro de la chica con visible confusión en el mío propio. Parecía que estar a mi lado no surtía efecto alguno en ella, más aún me lo confirmo con la firmeza con la que ponía las cosas en su sitio - entiendo, sería difícil presumir de cómo os lo ha conseguido un miserable ¿cierto? - realmente no era lo que quería decir ni mucho menos insinuar pero el desconcierto hacía mella en una actitud, aunque esmerada, demasiada forzada que no podía mantener.
Me aproximé a ella aún más, me quedé frente a su rostro inmóvil mirándole de forma penetrante, mi mano cobraba vida propia al acariciar su mejilla y después coger un mechón de su cabello tratando de distinguir el perfume que emanaban las muchachas de la alta sociedad sin ni si quiera acercarme a él - ¿no sentís nada extraño? - ahora mismo el que se encontraba preso de un hechizo era yo, no estaba acostumbrado a esa sensación. Con algo de nerviosismo pobremente fingido me aparté dejando de nuevo su espacio sacando otro cigarrillo mientras pensaba en lo inverosímil que me resultaba su indiferencia.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Sabía que para intentar sacar a flote a los Trubetzkoy debía encontrar alguien como aquel vampiro que casi me hizo caer en la deshonra, alguien que se notase a leguas que poseía un estatus social alto, que destilaba elegancia en cada uno de sus pasos y se le podía catalogar de distinguido señor. Pero aquel hombre que se encontraba junto a mí me inspiraba otro tipo de sentimientos y sensaciones, su aspecto despreocupado y desaliñado, me resultaba casi bohemio y eso, supongo que a la mayoría de las féminas nos atraía. O quizás me equivocase.
La palabra ''miserable'' me trajo varios recuerdos que me resultaron algo dolorosos y que creía ya archivados en mi mente, desvié mi mirada hacia la de Marek girándome nuevamente para mirarle a los ojos - Nadie es miserable por palabras, pensamientos o intenciones, sino por actos.- pronuncié exculpándole de lo que aquella palabra significaba.
Marek alzó su mano rozando mi mejilla con suavidad, haciéndome bajar la mirada casi sumida en su caricia, incluso deseándola. El rubor acudió a mis mejillas por la suavidad en la que había realizado aquella caricia volviendo a enfocar mi mirada en sus ojos- La situación en sí ya resulta extraña monsieur- afirmé como preaviso a que no volviese a repetir aquel gesto indebido.
Me fijé en su cigarrillo artesanal y en su modo de inhalar el humo de éste por su boca - Eso sólo os va a provocar problemas de salud - admití sonriéndole levemente y dándome la vuelta para continuar paseando con livianez y elegancia esperando a que el brujo me siguiese.
La palabra ''miserable'' me trajo varios recuerdos que me resultaron algo dolorosos y que creía ya archivados en mi mente, desvié mi mirada hacia la de Marek girándome nuevamente para mirarle a los ojos - Nadie es miserable por palabras, pensamientos o intenciones, sino por actos.- pronuncié exculpándole de lo que aquella palabra significaba.
Marek alzó su mano rozando mi mejilla con suavidad, haciéndome bajar la mirada casi sumida en su caricia, incluso deseándola. El rubor acudió a mis mejillas por la suavidad en la que había realizado aquella caricia volviendo a enfocar mi mirada en sus ojos- La situación en sí ya resulta extraña monsieur- afirmé como preaviso a que no volviese a repetir aquel gesto indebido.
Me fijé en su cigarrillo artesanal y en su modo de inhalar el humo de éste por su boca - Eso sólo os va a provocar problemas de salud - admití sonriéndole levemente y dándome la vuelta para continuar paseando con livianez y elegancia esperando a que el brujo me siguiese.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 14/09/2010
Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Sabias palabras las que me dedicaba pero aún así el desconcierto era lo único que dominaba mi ser en aquellos momentos, los labios permanecían sellados y mis grisáceos ojos pendientes de los suyos que ahora me miraban. Lo inverosímil de la situación hacía que sintiera una tensión que hasta esos instantes había sido desconocida. Siempre descuidado, indiferente y seguro de mis posibilidades jamás se me ocurrió que la preocupación fuera a adueñarse de mis pensamientos y sin embargo ahí estaba ¿tendría aquella muchacha algún tipo de don que contrarrestara los míos propios? pues tan sólo con esa caricia llena de intenciones desbaratadas debía haber caído en una profunda sumisión que más bien brillaba por su ausencia, pues se deshizo de ella tal y como había venido.
Entre el mar de dudas que era ahora mi mente, llena de cabilaciones sobre el encuentro con un semejante que nunca se había producido, su dulce mirada y el candor de sus mejillas sonrosadas me trajeron un resquicio de calma que hizo que mis pulmones volvieran a coger el aire que necesitaba. Definitivamente salí de mi sopor con su llamada de atención volviendo a mi habitual actitud desgarbada - pero os aseguro que tiene la capacidad de quitar las preocupaciones de muchos otros, sino probad a daros una vuelta por los bajos fondos, ofreced unos cuantos de estos a una ramera y entenderéis de lo que estoy hablando - le guiñé el ojo y correspondí su sonrisa con otra llena de malicia que sabría la incomodaría y por tanto volvería a mi diversión.
Esperaba que no pensase que osaría dejar a una señorita tan delicada vagar sola por las calles más concurridas de París, por mucha luz que hubiera alguien como ella no estaría a salvo de manos largas asique mejor que fueran las mías las que la amarraran - permíitidme, hay mucho loco suelto entre los franceses - con todo el descaro del mundo seguí sus pasos y cogí su mano, eso sí con la elegancia que procedía recordando los años dorados en los que recorría pasillos lujosos acompañando jóvenes señoritas al baile.
Entre el mar de dudas que era ahora mi mente, llena de cabilaciones sobre el encuentro con un semejante que nunca se había producido, su dulce mirada y el candor de sus mejillas sonrosadas me trajeron un resquicio de calma que hizo que mis pulmones volvieran a coger el aire que necesitaba. Definitivamente salí de mi sopor con su llamada de atención volviendo a mi habitual actitud desgarbada - pero os aseguro que tiene la capacidad de quitar las preocupaciones de muchos otros, sino probad a daros una vuelta por los bajos fondos, ofreced unos cuantos de estos a una ramera y entenderéis de lo que estoy hablando - le guiñé el ojo y correspondí su sonrisa con otra llena de malicia que sabría la incomodaría y por tanto volvería a mi diversión.
Esperaba que no pensase que osaría dejar a una señorita tan delicada vagar sola por las calles más concurridas de París, por mucha luz que hubiera alguien como ella no estaría a salvo de manos largas asique mejor que fueran las mías las que la amarraran - permíitidme, hay mucho loco suelto entre los franceses - con todo el descaro del mundo seguí sus pasos y cogí su mano, eso sí con la elegancia que procedía recordando los años dorados en los que recorría pasillos lujosos acompañando jóvenes señoritas al baile.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Su comentario sobre la gente pobre me molestó bastante, así que al escucharle me detuve y me giré borrando cualquier sonrisa de mi rostro. En esos instantes mi rostro expresó algo similar a la altividad, quizás ira- ¿Insinúa que a la gente pobre se la puede comprar con facilidad? - espeté poniéndome a la defensiva. Yo era una princesa, pero apesar de ello, vivía en una pobreza casi extrema, trabajando la mayoría del tiempo entre máquinas de costura y destrozando mis manos con pinchazos de agujas.
Avanzó hacia mí con una sonrisa que no se me antojó ni agradable, ni saludable, y tuvo la osadía de sostener mi mano sin disculparse con anterioridad pidiendo permiso o aprobación.
Mi reacción inmediata fue apartar mi mano de la suya dándole un leve empujón con la otra mano de forma defensiva- No me toque - dije algo irritada.
Me volví a girar y empecé a caminar con pasos apresurados para alejarme de él, sabiendo que cabía la posibilidad de que me siguiese. Cuando la calle iba a terminar, giré hacia uno de los callejones para evitar la muchedumbre y caminar tranquila en la oscuridad que brindaban aquellos estrechos callejones en los que dificilmente cabían dos personas, una al lado de la otra.
Avanzó hacia mí con una sonrisa que no se me antojó ni agradable, ni saludable, y tuvo la osadía de sostener mi mano sin disculparse con anterioridad pidiendo permiso o aprobación.
Mi reacción inmediata fue apartar mi mano de la suya dándole un leve empujón con la otra mano de forma defensiva- No me toque - dije algo irritada.
Me volví a girar y empecé a caminar con pasos apresurados para alejarme de él, sabiendo que cabía la posibilidad de que me siguiese. Cuando la calle iba a terminar, giré hacia uno de los callejones para evitar la muchedumbre y caminar tranquila en la oscuridad que brindaban aquellos estrechos callejones en los que dificilmente cabían dos personas, una al lado de la otra.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 14/09/2010
Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
¡Sorpresa! si no estaba acostumbrado a ese desinterés mucho menos a que se me rechazara de esas formas, no contenta con reprocharme y despreciarme con sus gestos encima osaba sumarle aquel tono de desagrado en su melódica voz. Sin duda supo bien como silenciarme pero no con ello conseguiría que cesara en mi empeño pues cuanto más le molestaba, más aún lograba que mi fascinación por ella se incrementara desmesuradamente.
Sonreí con suficiencia y quizá con un deje de burla que salía casi por pura inercia, no la contesté tratando de algún modo recurrir a una educación más que olvidada, al menos la justa para hacerle creer que sus absurdas rabietas habían surtido su efecto espantándome como si me tratara de un sucio gato asustadizo y callejero.
Me quedé parado en la calle dándole el espacio que tanto necesitaba, aunque eso sí, sin perder de vista su figura que cada vez se tornaba más alejada. Ocultándome entre la gente la seguí a una prudente distancia y con asombro pude advertir que en lugar de buscar cobijo entre el gentío, se dirigió hacia un solitario callejón donde pedía a gritos que la encontrara. No tardé en complacer sus deseos y de una carrera le previne de mi presencia sin medir sigilo alguno - ¡no huyáis de mí! - dije fingiendo molestia cuando por fin la alcanzaba y la agarraba de uno de sus brazos - ¿qué modales son esos? creí que estábamos manteniendo una conversación de lo más civilizada y la habéis dejado a medias, esperad al menos que termine - pronuncié algo irónico sosteniéndola para impedir su marcha aunque aún así tenía la habilidad de lograr hacerlo con delicadeza - punto número uno ¿me habéis visto? ¡si me burlaba de los pobres me burlo hasta de mí mismo! dos, si pretendíais libraros de mí este camino no ha sido el adecuado y tres... no me prohibais tocaros os lo ruego, no era mi intención ofenderos- sincero diciendo aquello último abandoné mi tono de mofa y solté su brazo liberándola de su confinamiento.
Sonreí con suficiencia y quizá con un deje de burla que salía casi por pura inercia, no la contesté tratando de algún modo recurrir a una educación más que olvidada, al menos la justa para hacerle creer que sus absurdas rabietas habían surtido su efecto espantándome como si me tratara de un sucio gato asustadizo y callejero.
Me quedé parado en la calle dándole el espacio que tanto necesitaba, aunque eso sí, sin perder de vista su figura que cada vez se tornaba más alejada. Ocultándome entre la gente la seguí a una prudente distancia y con asombro pude advertir que en lugar de buscar cobijo entre el gentío, se dirigió hacia un solitario callejón donde pedía a gritos que la encontrara. No tardé en complacer sus deseos y de una carrera le previne de mi presencia sin medir sigilo alguno - ¡no huyáis de mí! - dije fingiendo molestia cuando por fin la alcanzaba y la agarraba de uno de sus brazos - ¿qué modales son esos? creí que estábamos manteniendo una conversación de lo más civilizada y la habéis dejado a medias, esperad al menos que termine - pronuncié algo irónico sosteniéndola para impedir su marcha aunque aún así tenía la habilidad de lograr hacerlo con delicadeza - punto número uno ¿me habéis visto? ¡si me burlaba de los pobres me burlo hasta de mí mismo! dos, si pretendíais libraros de mí este camino no ha sido el adecuado y tres... no me prohibais tocaros os lo ruego, no era mi intención ofenderos- sincero diciendo aquello último abandoné mi tono de mofa y solté su brazo liberándola de su confinamiento.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Mis pasos eran todo lo acelerados que el largo vestido me permitía. Una de las veces que miré hacia atrás, pude ver que no me seguía, y aminoré el paso, una vez en el callejón. Pero para mi sorpresa, cuando me sentía más a salvo, escuché unos pasos veloces tras de mí, repiqueteando en el suelo de piedra acercándose inminentemente hacia mí.
Me giré para ver de qué se trataba, y al ver la figura de Marek corriendo hacia mí retrocedí varios pasos, sintiendo el miedo invadirme. ¿Sería como Luke? ¿Sería un vampiro ávido de sangre? No podía serlo... era de día, las leyendas decían que ellos sólo podían caminar en las sombras.
Intenté centrarme para que mis pies reaccionasen para salir corriendo pero no lo hacían. El joven me alcanzó, mis pies por fin reaccionaron y me giré para salir corriendo al tenerle a escasos metros, pero con pocos pasos me alcanzó y sostuvo mi brazo haciéndome detenerme y tambalearme, obligándome a apoyar la espalda contra la pared del callejón respirando agitadamente, con miedo en la mirada.
Todo mi cuerpo expresaba el temor que sentía ante aquella situación, estaba tensa, acorralada en la pared, acongojada por lo que pudiese pasar, y cuando terminó de hablar, por fin me acordé de respirar - No...no me haga daño...- susurré suplicándole clemencia, totalmente convencida de que me haría daño.
Me giré para ver de qué se trataba, y al ver la figura de Marek corriendo hacia mí retrocedí varios pasos, sintiendo el miedo invadirme. ¿Sería como Luke? ¿Sería un vampiro ávido de sangre? No podía serlo... era de día, las leyendas decían que ellos sólo podían caminar en las sombras.
Intenté centrarme para que mis pies reaccionasen para salir corriendo pero no lo hacían. El joven me alcanzó, mis pies por fin reaccionaron y me giré para salir corriendo al tenerle a escasos metros, pero con pocos pasos me alcanzó y sostuvo mi brazo haciéndome detenerme y tambalearme, obligándome a apoyar la espalda contra la pared del callejón respirando agitadamente, con miedo en la mirada.
Todo mi cuerpo expresaba el temor que sentía ante aquella situación, estaba tensa, acorralada en la pared, acongojada por lo que pudiese pasar, y cuando terminó de hablar, por fin me acordé de respirar - No...no me haga daño...- susurré suplicándole clemencia, totalmente convencida de que me haría daño.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
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Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Extrañado por su reacción me aparté de ella mirándola confundido y por qué no, con algo de tristeza aunque tampoco entendía muy bien la procedencia de ésta. Sin duda mi tosquedad era algo a lo que las bellas damas no debían estar acostumbradas, después de todo mi trato con ellas se basaba únicamente en mujerzuelas de las que me aprovechaba a costa de sus favores sexuales en noches de desenfreno y que para colmo más de una vez sacaba gratis gracias a mis singulares dotes despreciándolas aún más con ello.
Hacía mucho tiempo que no me esmeraba en atender a una señorita como realmente merecía, jamás había tenido que ganarme su aprecio ni su cariño y para qué engañarme, no sabía como obtenerlo - disculpadme, no pretendía asustaros - algo parecido al remordimiento se podía adivinar en mi rostro pero nada tenía que envidiarle a la confusión que podía reflejarse. Cabizbajo fui de un lado a otro intentando comprender el por qué de su actitud pero sobretodo el por qué de la mía, había logrado enloquecerme hasta tal punto que me preguntaba si a partir de ese mismo instante mi único interés sería ella - ¿por qué me teméis? ¿acaso os hice algún mal? - trastornado buscaba respuestas que no aparecían haciendo que ese caos en mi cabeza tornara casi en desesperación.
Me volví de nuevo hacia ella y de forma enérgica apoyé con un golpe mi mano en la pared por encima de su hombro mientras la miraba perplejo - ¿por qué no sois como el resto? decidme ¿qué tenéis de especial? - nuevamente deslicé con ternura mis dedos por su mejilla aguantándome unas fugaces ganas de forzarla en aquel lugar confirmándome a mí mismo la bestialidad que poseía al pensar si quiera en aquella posibilidad por muy efímera que fuera.
Hacía mucho tiempo que no me esmeraba en atender a una señorita como realmente merecía, jamás había tenido que ganarme su aprecio ni su cariño y para qué engañarme, no sabía como obtenerlo - disculpadme, no pretendía asustaros - algo parecido al remordimiento se podía adivinar en mi rostro pero nada tenía que envidiarle a la confusión que podía reflejarse. Cabizbajo fui de un lado a otro intentando comprender el por qué de su actitud pero sobretodo el por qué de la mía, había logrado enloquecerme hasta tal punto que me preguntaba si a partir de ese mismo instante mi único interés sería ella - ¿por qué me teméis? ¿acaso os hice algún mal? - trastornado buscaba respuestas que no aparecían haciendo que ese caos en mi cabeza tornara casi en desesperación.
Me volví de nuevo hacia ella y de forma enérgica apoyé con un golpe mi mano en la pared por encima de su hombro mientras la miraba perplejo - ¿por qué no sois como el resto? decidme ¿qué tenéis de especial? - nuevamente deslicé con ternura mis dedos por su mejilla aguantándome unas fugaces ganas de forzarla en aquel lugar confirmándome a mí mismo la bestialidad que poseía al pensar si quiera en aquella posibilidad por muy efímera que fuera.
Marek Vražda- Mensajes : 43
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Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
El hombre se separó de ella y en ese instante vio la oportunidad de salir corriendo, pero ¿para qué iba a hacerlo? de todos modos él correría tras ella y volvería a alcanzarla. No le quedaba otra opción que esperar, y aceptar lo que fuese a ocurrir, o intentar defenderse.
Escuché sus palabras quedándome en silencio, bajando la mirada hacia el suelo con mi espalda aún contra la pared, en aquel estrecho callejón. Lo que estaba ocurriendo me ayudó a comprender que aquel vampiro que se alimentó de mí debió de utilizar algún sortilegio o algún encanto especial sobre mí para influenciarme y mantenerme bajo su dominio. Por que, de no haberlo hecho, yo habría reaccionado del mismo modo que había reaccionado con Marek.
Habría salido corriendo, intentando salvarme, conservar mi dignidad- Me asustó...- susurré como respuesta.
Entonces volvió a mirarme y se acercó hacia mí con velocidad, con su mano alzada directa hacia mi cabeza, o eso me parecía desde mi perspectiva. Cerré los ojos con fuerza girando hacia el lado contrario la cabeza produciendo un grito ahogado, que casi no se oyó más que como un quejido, cuando la mano de Marek impactó contra la pared al lado de mi cabeza.
Apreté los labios con fuerza intentando tranquilizarme para no llorar, las chicas lloran, eso es de saber, y yo apenas acababa de cumplir los 18 años, seguía siendo muy joven y al haber pasado poco tiempo con hombres, no sabía realmente cómo tratar con ellos. Ni cómo podía reaccionar... Pero sabía que debía evitar romper a llorar.
Sus palabras hicieron que abriese los ojos, y entonces un miedo aún mayor se apoderó de mí, ¿sabría que yo era una princesa?¿sabría que pertenecía a los Trubetzkoy? ¿me habría encontrado con el fin de venganza por las deshonras que realizó mi hermano mayor estando en Rusia?
Cerré de nuevo los ojos respirando profundamente, sintiendo mis labios temblar. Sus dedos volvieron a acariciar con suavidad mi rostro y contuve la respiración, paralizada por el miedo, incapaz de decir nada o de simplemente moverme de la prisión en la que me había situado el Brujo entre la pared y su cuerpo.
Escuché sus palabras quedándome en silencio, bajando la mirada hacia el suelo con mi espalda aún contra la pared, en aquel estrecho callejón. Lo que estaba ocurriendo me ayudó a comprender que aquel vampiro que se alimentó de mí debió de utilizar algún sortilegio o algún encanto especial sobre mí para influenciarme y mantenerme bajo su dominio. Por que, de no haberlo hecho, yo habría reaccionado del mismo modo que había reaccionado con Marek.
Habría salido corriendo, intentando salvarme, conservar mi dignidad- Me asustó...- susurré como respuesta.
Entonces volvió a mirarme y se acercó hacia mí con velocidad, con su mano alzada directa hacia mi cabeza, o eso me parecía desde mi perspectiva. Cerré los ojos con fuerza girando hacia el lado contrario la cabeza produciendo un grito ahogado, que casi no se oyó más que como un quejido, cuando la mano de Marek impactó contra la pared al lado de mi cabeza.
Apreté los labios con fuerza intentando tranquilizarme para no llorar, las chicas lloran, eso es de saber, y yo apenas acababa de cumplir los 18 años, seguía siendo muy joven y al haber pasado poco tiempo con hombres, no sabía realmente cómo tratar con ellos. Ni cómo podía reaccionar... Pero sabía que debía evitar romper a llorar.
Sus palabras hicieron que abriese los ojos, y entonces un miedo aún mayor se apoderó de mí, ¿sabría que yo era una princesa?¿sabría que pertenecía a los Trubetzkoy? ¿me habría encontrado con el fin de venganza por las deshonras que realizó mi hermano mayor estando en Rusia?
Cerré de nuevo los ojos respirando profundamente, sintiendo mis labios temblar. Sus dedos volvieron a acariciar con suavidad mi rostro y contuve la respiración, paralizada por el miedo, incapaz de decir nada o de simplemente moverme de la prisión en la que me había situado el Brujo entre la pared y su cuerpo.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
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Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Podía notar su temor al estar tan cerca de ella, todo esto escapaba a mi compresión y provocaba que mi calma se escapara dejándome hundido en un fango lleno de incertidumbres que me atrapaba y apenas me dejaba respirar por la ansiedad. Exactamente esa era la sensación que tenía, una opresión de la cual me era incapaz de liberar por muy duro que lo intentara y la culpable de todo una jovencita que rehusaba apreciar el calor de mi cuerpo y mis fallidas tentativas por agradarla.
Viéndome totalmente preso de ella me contradecía, no eran sólo sus encantos los que me mantenían embaucado sino sus continuos desplantes a pesar de que me hicieran sentir como un asqueroso y vulgar monstruo. Sabía a la perfección que custodiarla contra su voluntad contra aquel muro no me ayudaría a lograr su confianza pero aunque mi cabeza me gritaba con fuerza que me apartara, todo mi cuerpo escuchaba algo muy distinto siendo al final el que tomaba las riendas poseyéndome de aquella forma infernal que me hacía permanecer a su lado y cada vez dejando menos espacio entre ambos.
Sus labios me provocaban descubrir el sabor que depararían pero sin embargo era su pequeño temblor el que lo impedía. Me quedé pensativo sin dejar de lado mis caricias en su rostro que se prolongaban hacia su cuello ¿sería yo mismo el que estaría provocando todo esto? jamás había infringido en nadie sentimiento alguno que no fuera el que yo mismo dominaba pero quien sabía si era mi subconsciente el que me estaba jugando una mala pasada - ¿ha aparecido vuestro pánico de repente? - terminé por preguntarle agotando ya todas mis posibilidades pero no, definitivamente no era yo el que lo estaba haciendo, al menos no con aquellos dones pues tan sólo tenía deseos de darle seguridad a mi lado.
Atraídos casi por una fuerza mística mis labios se acercaron a su mejilla dándoles esa suave caricia con dos objetivos: el primero tratar de confortarla, dada mi rudeza no se me ocurría otra forma más que usar el cariño que todas las damas desean; el segundo afianzarme de que verdaderamente no era capaz de caer en mi embrujo lo cual se confirmó - confesadme quien sois Natasha - exigí sospechando que no se trataba de una mujer corriente aunque en el fondo su respuesta me produjera algo de temor.
Viéndome totalmente preso de ella me contradecía, no eran sólo sus encantos los que me mantenían embaucado sino sus continuos desplantes a pesar de que me hicieran sentir como un asqueroso y vulgar monstruo. Sabía a la perfección que custodiarla contra su voluntad contra aquel muro no me ayudaría a lograr su confianza pero aunque mi cabeza me gritaba con fuerza que me apartara, todo mi cuerpo escuchaba algo muy distinto siendo al final el que tomaba las riendas poseyéndome de aquella forma infernal que me hacía permanecer a su lado y cada vez dejando menos espacio entre ambos.
Sus labios me provocaban descubrir el sabor que depararían pero sin embargo era su pequeño temblor el que lo impedía. Me quedé pensativo sin dejar de lado mis caricias en su rostro que se prolongaban hacia su cuello ¿sería yo mismo el que estaría provocando todo esto? jamás había infringido en nadie sentimiento alguno que no fuera el que yo mismo dominaba pero quien sabía si era mi subconsciente el que me estaba jugando una mala pasada - ¿ha aparecido vuestro pánico de repente? - terminé por preguntarle agotando ya todas mis posibilidades pero no, definitivamente no era yo el que lo estaba haciendo, al menos no con aquellos dones pues tan sólo tenía deseos de darle seguridad a mi lado.
Atraídos casi por una fuerza mística mis labios se acercaron a su mejilla dándoles esa suave caricia con dos objetivos: el primero tratar de confortarla, dada mi rudeza no se me ocurría otra forma más que usar el cariño que todas las damas desean; el segundo afianzarme de que verdaderamente no era capaz de caer en mi embrujo lo cual se confirmó - confesadme quien sois Natasha - exigí sospechando que no se trataba de una mujer corriente aunque en el fondo su respuesta me produjera algo de temor.
Marek Vražda- Mensajes : 43
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Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Mi cabeza estaba ladeada, encarada hacia el lado contrario en el que él puso su mano contra la pared. Sentí su cuerpo ponerse finalmente contra el mío, rozándolo. Abrí los ojos girando un poco la cabeza hacia él poniendo mi mano sobre su pecho para apartarle, pero mi asqueroso cuerpo renegaba de hacer lo que yo deseaba. Quería empujarle con fuerza, apartarle de mí. Pero mi brazo no se movía, incluso mi piel disfrutaba de sentir la calidez que emanaba de su cuerpo.
Sentía mi respiración profunda y entrecortada, su mano seguía acariciándome el rostro y cuando descendió con sus dedos hacia mi cuello volví a cerrar los ojos estirando mi cuello y volviendo a girar mi cabeza hacia un lado, intentando esquivar sus caricias. Unas caricias que se me antojaban agradables y cálidas, y mi cuerpo reaccionaba a ellas, al igual que reaccionó a las caricias que inició aquel vampiro.
Mi cuerpo siempre me estaba traicionando, el ser virgen y no haber tenido momentos íntimos con hombres, hacían que yo misma no tuviese iniciativa, pero sí que mi cuerpo respondiese satisfactoriamente a cualquier estimulación. Me avergoncé de que mi propio cuerpo me traicionase de aquel modo, y el rubor se hizo presente en mis mejillas y en mis labios, los cuales se sonrosaron levemente debido al calor que sentía, un calor que no sabría entender jamás por qué lo sentía, ni por qué éste tipo de situación hacía que mi corazón se acelerase de ese modo.
Sentí los labios de él posarse con suavidad sobre mi mejilla, y entreabrí mis labios, abriendo mis ojos por la sorpresa. Cerré mi mano sobre su pecho agarrándole la ropa, como si mi cuerpo desease atraerlo más hacia mí.
Suspiré levemente- Soy… Natasha… Trubetzkoy…- susurré sintiéndome obligada a decir la verdad, temiendo que de no hacerlo, pudiese hacerme daño – Soy, … pri-princesa de… Rusia…- Concluí girando levemente mi rostro empujándole un poco para apartarle de mí, lográndolo y quedando con su rostro muy cerca del mío, demasiado, pudiendo sentir su aliento, su cálido aliento, directamente sobre mis labios.
Sentía mi respiración profunda y entrecortada, su mano seguía acariciándome el rostro y cuando descendió con sus dedos hacia mi cuello volví a cerrar los ojos estirando mi cuello y volviendo a girar mi cabeza hacia un lado, intentando esquivar sus caricias. Unas caricias que se me antojaban agradables y cálidas, y mi cuerpo reaccionaba a ellas, al igual que reaccionó a las caricias que inició aquel vampiro.
Mi cuerpo siempre me estaba traicionando, el ser virgen y no haber tenido momentos íntimos con hombres, hacían que yo misma no tuviese iniciativa, pero sí que mi cuerpo respondiese satisfactoriamente a cualquier estimulación. Me avergoncé de que mi propio cuerpo me traicionase de aquel modo, y el rubor se hizo presente en mis mejillas y en mis labios, los cuales se sonrosaron levemente debido al calor que sentía, un calor que no sabría entender jamás por qué lo sentía, ni por qué éste tipo de situación hacía que mi corazón se acelerase de ese modo.
Sentí los labios de él posarse con suavidad sobre mi mejilla, y entreabrí mis labios, abriendo mis ojos por la sorpresa. Cerré mi mano sobre su pecho agarrándole la ropa, como si mi cuerpo desease atraerlo más hacia mí.
Suspiré levemente- Soy… Natasha… Trubetzkoy…- susurré sintiéndome obligada a decir la verdad, temiendo que de no hacerlo, pudiese hacerme daño – Soy, … pri-princesa de… Rusia…- Concluí girando levemente mi rostro empujándole un poco para apartarle de mí, lográndolo y quedando con su rostro muy cerca del mío, demasiado, pudiendo sentir su aliento, su cálido aliento, directamente sobre mis labios.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
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Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
¿Qué extraño deseo era este con el que me encontraba? sólamente había contradicciones que escapaban a mi entendimiento y conseguían engañar a mi mente y mi cuerpo. Jamás se me había resistido nada que hubiera querido obtener y por eso mismo no merecían ni el más mínimo interés pero sin embargo ella a pesar de enloquecer y enervar todos mis sentidos. Con sus titubeos lograba despertar en mí ese anhelo como jamás lo había conocido dándole un nuevo significado que incluso llegaba a parecerme algo siniestro.
Podía notar como su cuerpo reaccionaba al tener a su lado el mío, aunque ni ella misma lo supiera era capaz de transmitirme su calor y el rubor de sus mejillas denotaba algo muy distinto al pavor que exteriorizaba por momentos. Su cercanía causaba estragos en mí en todos los aspectos, el tiempo pasaba con lentitud permitiéndome tener una noción de mi propio organismo hasta ese momento desconocida: el palpitar de mi corazón casi chocaba contra la caja torácica y hacía un eco en mis oídos casi ensordecedor, lo que yo intuía como calambrazos hacían posesión de mis extremidades y no me quedó más remedio que interpretarlo como pura adrenalina dando vida a un cuerpo más que marchito pero sobretodo, los nervios afincados en la boca del estómago que incluso podían hacerme llegar a temblar de la pura inquietud.
La proximidad de sus labios era lo que definitivamente me hacía perder el juicio al sentir como se llevaba mi aliento cortando de un golpe seco mi respiración. Me negaba a robarle un beso a una criatura tan bella, una diosa en la tierra que caminaba entre los míseros mortales otorgándoles aquella extraña luz que los embaucaba. Hipnotizado al mirarla me sacó de mi sopor al tirar débilmente de mi camisa, aquel gesto inconsciente me dio alas y fui remangando la falda de su vestido metiendo entre sus piernas la mía propia rozándola con lentitud sin apartar la mirada de su boca. El deseo se hacía presente mordiendo mi labio inferior y sus palabras no hicieron sino aumentar mi interés por ella - ¿princesa de Rusia? - susurré en su oído con la respiración entrecortada sin cesar ni un sólo segundo aquel cálido y sugerente roce con el muslo que provocaba mi excitación.
Por primera vez reparaba en su confesión, no osaría en desmentirla pues no era quién para juzgar sus palabras ni ella mujer que las dijera sin ningún sentido, eran más que comprometidas y peligrosas si la escuchaban oídos ambiciosos de poder aunque para su suerte no era mi caso - sois mucho más que eso, decidme que clase de embrujo me habéis hecho - su suave empujón rompió mi contacto pero hizo que la cercanía de nuestros labios se antojara mucho más peligrosa. Me acerqué a ella posando mi frente sobre la suya con delicadeza pudiendo notar aún más su inquietud, metí mi mano entre sus cabellos buscando acariciar su cuello y humedecí mis labios un segundo... después apenas un roze en los suyos, simplemente una caricia que aunque para otros resultara imperceptible para mí era más que suficiente - no soy digno de vos - murmuré más para mis adentros que diciéndoselo a ella y finalmente salvaguardando las distancias.
Podía notar como su cuerpo reaccionaba al tener a su lado el mío, aunque ni ella misma lo supiera era capaz de transmitirme su calor y el rubor de sus mejillas denotaba algo muy distinto al pavor que exteriorizaba por momentos. Su cercanía causaba estragos en mí en todos los aspectos, el tiempo pasaba con lentitud permitiéndome tener una noción de mi propio organismo hasta ese momento desconocida: el palpitar de mi corazón casi chocaba contra la caja torácica y hacía un eco en mis oídos casi ensordecedor, lo que yo intuía como calambrazos hacían posesión de mis extremidades y no me quedó más remedio que interpretarlo como pura adrenalina dando vida a un cuerpo más que marchito pero sobretodo, los nervios afincados en la boca del estómago que incluso podían hacerme llegar a temblar de la pura inquietud.
La proximidad de sus labios era lo que definitivamente me hacía perder el juicio al sentir como se llevaba mi aliento cortando de un golpe seco mi respiración. Me negaba a robarle un beso a una criatura tan bella, una diosa en la tierra que caminaba entre los míseros mortales otorgándoles aquella extraña luz que los embaucaba. Hipnotizado al mirarla me sacó de mi sopor al tirar débilmente de mi camisa, aquel gesto inconsciente me dio alas y fui remangando la falda de su vestido metiendo entre sus piernas la mía propia rozándola con lentitud sin apartar la mirada de su boca. El deseo se hacía presente mordiendo mi labio inferior y sus palabras no hicieron sino aumentar mi interés por ella - ¿princesa de Rusia? - susurré en su oído con la respiración entrecortada sin cesar ni un sólo segundo aquel cálido y sugerente roce con el muslo que provocaba mi excitación.
Por primera vez reparaba en su confesión, no osaría en desmentirla pues no era quién para juzgar sus palabras ni ella mujer que las dijera sin ningún sentido, eran más que comprometidas y peligrosas si la escuchaban oídos ambiciosos de poder aunque para su suerte no era mi caso - sois mucho más que eso, decidme que clase de embrujo me habéis hecho - su suave empujón rompió mi contacto pero hizo que la cercanía de nuestros labios se antojara mucho más peligrosa. Me acerqué a ella posando mi frente sobre la suya con delicadeza pudiendo notar aún más su inquietud, metí mi mano entre sus cabellos buscando acariciar su cuello y humedecí mis labios un segundo... después apenas un roze en los suyos, simplemente una caricia que aunque para otros resultara imperceptible para mí era más que suficiente - no soy digno de vos - murmuré más para mis adentros que diciéndoselo a ella y finalmente salvaguardando las distancias.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Lo que ocurrió con el vampiro en la playa, se había quedado grabado a fuego en mi memoria, y en mi cuerpo. Cada una de las sensaciones que experimenté con él, las estaba volviendo a experimentar con aquel desconocido. ¿Acaso era tan retorcida que disfrutaba con éste tipo de actos furtivos? Era totalmente deshonroso, al menos para alguien como yo, para una princesa, para una niña. Porque aunque tuviese ya 18 años, seguía siendo una niña, pura, tierna, e inexperta.
Me enervé por completo, poniéndome casi de puntillas cuando sentí sus firmes manos en mis muslos, ejerciendo presión sobre estos y empezando a subir la falda del vestido. Pegué lo máximo que pude mi espalda a la fría pared ahogando un vergonzoso gemido que salió de mi propia garganta cuando el desconocido joven interpuso su pierna entre las mías, aprisionándome por completo.
En aquel instante, viéndome obligada a separar mis piernas, sentí el aire frío colarse entre éstas haciéndome notar algo de lo que hasta ahora no me había percatado, pues estaba conservando la calidez. Se trataba de mi propia entrepierna, la cual al recibir el golpe de aire frío, me evidenció que mi ropa interior estaba humedecida, haciéndome sentir algo de frío sobre mi pudoroso sexo.
Me sonrojé gimiendo nuevamente y traté de empujar un poco a aquel brujo, interponiendo mis manos y brazos entre nuestros cuerpos, tratando por todos los medios de alcanzar mi entrepierna y sujetarme el vestido para que él no se percatase de mi humedad. Ignoré por completo cualquiera de sus palabras, ahora sólo debía centrarme en que no se diese cuenta de lo que ocurría entre mis piernas, aunque mi inocencia y pudor me delatasen por completo con mis torpes y apresurados gestos.
Sin apenas darme cuenta, su frente se puso contra la mía y me quedé petrificada, totalmente helada mirándole a los ojos, con una de mis manos luchando por bajar el vestido, y la otra cubriendo mi entrepierna sobre la ropa.
Inocente de mí, pues no sabía que el hecho de estar en aquella situación, podría avivar más el deseo de aquel desconocido. Con mis labios entreabiertos, permitiéndole sentir mis suspiros ahogados llenos de calidez sobre sus labios.
Su mano se deslizó de nuevo por mi rostro dirigiéndose hacia mi nuca, dónde me sujetó enredando sus dedos en mi pelo. Aquello hizo que me removiese entre sus brazos provocando que mi pecho rozase el de él y al mover mi cabeza, nuestras narices se rozaron unos segundos hasta que finalmente, se atrevió. Acortó el suspiro que separaba nuestros labios y terminó rozando los míos con los suyos de un modo extremadamente cálido y húmedo.
Me quedé unos segundos parada, sin saber cómo reaccionar, pero cuando mi mente se despejó, giré mi rostro tratando de nuevo de liberarme de él.
Pegué más mi cuerpo al suyo, al sujetar contra mi entrepierna la falda del vestido con fuerza y tratar de empujar con mi otra mano la pierna de él para que la apartase de entre mis piernas. Debería gritar, aunque algo me decía que de nada serviría, ya no había nadie en aquellas horas y el cénit de la noche ya estaba cayendo dejando las calles principales cada vez más oscuras y más vacías.
Gemí nuevamente en otro vano esfuerzo, y aquel gemido fue a parar directamente al oído de Marek. Sin duda fue un gemido que supo entremezclarse entre el deseo, el placer, el miedo y el desespero. Tantos sentimientos y sensaciones entremezclándose, para dar paso a algo que difícilmente se podría calificar de placer, o de placer sexual.
Me enervé por completo, poniéndome casi de puntillas cuando sentí sus firmes manos en mis muslos, ejerciendo presión sobre estos y empezando a subir la falda del vestido. Pegué lo máximo que pude mi espalda a la fría pared ahogando un vergonzoso gemido que salió de mi propia garganta cuando el desconocido joven interpuso su pierna entre las mías, aprisionándome por completo.
En aquel instante, viéndome obligada a separar mis piernas, sentí el aire frío colarse entre éstas haciéndome notar algo de lo que hasta ahora no me había percatado, pues estaba conservando la calidez. Se trataba de mi propia entrepierna, la cual al recibir el golpe de aire frío, me evidenció que mi ropa interior estaba humedecida, haciéndome sentir algo de frío sobre mi pudoroso sexo.
Me sonrojé gimiendo nuevamente y traté de empujar un poco a aquel brujo, interponiendo mis manos y brazos entre nuestros cuerpos, tratando por todos los medios de alcanzar mi entrepierna y sujetarme el vestido para que él no se percatase de mi humedad. Ignoré por completo cualquiera de sus palabras, ahora sólo debía centrarme en que no se diese cuenta de lo que ocurría entre mis piernas, aunque mi inocencia y pudor me delatasen por completo con mis torpes y apresurados gestos.
Sin apenas darme cuenta, su frente se puso contra la mía y me quedé petrificada, totalmente helada mirándole a los ojos, con una de mis manos luchando por bajar el vestido, y la otra cubriendo mi entrepierna sobre la ropa.
Inocente de mí, pues no sabía que el hecho de estar en aquella situación, podría avivar más el deseo de aquel desconocido. Con mis labios entreabiertos, permitiéndole sentir mis suspiros ahogados llenos de calidez sobre sus labios.
Su mano se deslizó de nuevo por mi rostro dirigiéndose hacia mi nuca, dónde me sujetó enredando sus dedos en mi pelo. Aquello hizo que me removiese entre sus brazos provocando que mi pecho rozase el de él y al mover mi cabeza, nuestras narices se rozaron unos segundos hasta que finalmente, se atrevió. Acortó el suspiro que separaba nuestros labios y terminó rozando los míos con los suyos de un modo extremadamente cálido y húmedo.
Me quedé unos segundos parada, sin saber cómo reaccionar, pero cuando mi mente se despejó, giré mi rostro tratando de nuevo de liberarme de él.
Pegué más mi cuerpo al suyo, al sujetar contra mi entrepierna la falda del vestido con fuerza y tratar de empujar con mi otra mano la pierna de él para que la apartase de entre mis piernas. Debería gritar, aunque algo me decía que de nada serviría, ya no había nadie en aquellas horas y el cénit de la noche ya estaba cayendo dejando las calles principales cada vez más oscuras y más vacías.
Gemí nuevamente en otro vano esfuerzo, y aquel gemido fue a parar directamente al oído de Marek. Sin duda fue un gemido que supo entremezclarse entre el deseo, el placer, el miedo y el desespero. Tantos sentimientos y sensaciones entremezclándose, para dar paso a algo que difícilmente se podría calificar de placer, o de placer sexual.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
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Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
A pesar de la extraña sensación que tenía junto a ella su timidez logró sacarme una sonrisa, jamás había conocido mujer a la que le asustaran mis caricias y mucho menos que sintiera pudor al recibirlas. Sus gestos nerviosos la delataban pues yo no le estaba haciendo ningún daño más que el que podía producirle a su alma pura ausente de pecado, era evidente que nunca unas manos o unos labios habían conseguido probar el manjar que ofrecía aquella divinidad entre los humanos.
Jamás había podido disfrutar de cautivar una dama hasta que se me entregara, pues todas me abrían sus piernas regalándome su virginidad a cambio de promesas que carecían valor alguno gracias a aquel embrujo con el que las hipnotizaba... sus creencias e ideales entonces no servían de nada pero sin embargo el que aquella muchacha conservara su decencia y decoro al ser tocada me animaba a esmerarme en cortejarla hasta que ella misma fuera quien me la otorgara. Sin embargo por mucho que fuera eso lo que yo pensara no conseguía ser dueño de mis actos, dejar de sentir el calor de su cuerpo se hacía una misión imposible y su aliento en mis labios algo totalmente irresistible.
Aunque por un momento (cuando comprendí que ella se merecía mucho más que una sucia escoria) quise dejarla marchar, fue el lenguaje de su cuerpo el que me lo impidió. No quise permitir que me abandonara y me dejara nuevamente hundido en la miseria, pues esos pequeños forcejeos con los que trataba de zafarse de su carcelero eran la chispa que había encendido la mecha hacia algo que pude definir como lo más parecido a un sentimiento. Sus intentos por huir eran inútiles, no estaba dispuesto a volver a ese vacío que ella había llenado aunque hubiera procedido de su rechazo más superficial pues podía notar como sus instintos más primarios hablaban por si solos dándome aunque tan solo fuera una mínima posibilidad.
Sus vagos intentos por deshacerse de mí se quedaban en eso, los gemidos ahogados provocaban mi deseo que ignorando aquellos esfuerzos se deshacía en caricias por su cintura - ¿por qué os resistís? se que lo deseais tanto como yo - quise dejarle unos instantes de espacio pero sus senos rozando mi pecho avivaban la llama que yo me veía incapaz de apagar. Finalmente me aparté unos centímetros de ella tan sólo para lograr capturar aquellas escurridizas manos que entrelacé con las mías a la fuerza - entended de una vez que no pretendo haceros daño mi señora, soy vuestro humilde siervo - mirándola a los ojos totalmente serio me propuse hacerle la única promesa sincera que podía presumir haber hecho - permitidme demostraroslo tan solo un segundo, juro que si después me lo pedís desapareceré tal y como vine.
Mis manos comenzaron a relajarse entre las suyas sin esperar si quiera su aprobación a mi propuesta, no me arriesgaría a que un no osara salir de su boca. Con delicadeza comenzaba a acariciar sus palmas mientras me aproximaba a su cuello el cual rozaba con mi nariz haciendo que le siguieran mis labios besando dulcemente su piel. Poco a poco lo iban recorriendo impidiendo que se moviera con el peso de mi cuerpo sobre el suyo, haciéndole sentir todo el calor que emanaba y la erección que se intuía y buscaba con desesperación estar entre sus piernas. Las manos que tanto me preocupaba en mimar fueron subidas hasta extender sus brazos contra el frío muro sosteniéndolas con tan sólo una de las mías, fue entonces cuando volví a remangar su falda pero esta vez mis dedos se colaban en su entrepierna acariciándola con sutileza pudiendo notar su humedad. Temeroso por su completo desprecio no quise atrever a rozarla debajo de aquella prenda pero lo que no reprimí fueron mis besos que por fin alcanzaban sus labios y los saboreaban primero con suavidad aunque se tornaban cada vez más intensos tratando de encontrarme con su lengua.
Jamás había podido disfrutar de cautivar una dama hasta que se me entregara, pues todas me abrían sus piernas regalándome su virginidad a cambio de promesas que carecían valor alguno gracias a aquel embrujo con el que las hipnotizaba... sus creencias e ideales entonces no servían de nada pero sin embargo el que aquella muchacha conservara su decencia y decoro al ser tocada me animaba a esmerarme en cortejarla hasta que ella misma fuera quien me la otorgara. Sin embargo por mucho que fuera eso lo que yo pensara no conseguía ser dueño de mis actos, dejar de sentir el calor de su cuerpo se hacía una misión imposible y su aliento en mis labios algo totalmente irresistible.
Aunque por un momento (cuando comprendí que ella se merecía mucho más que una sucia escoria) quise dejarla marchar, fue el lenguaje de su cuerpo el que me lo impidió. No quise permitir que me abandonara y me dejara nuevamente hundido en la miseria, pues esos pequeños forcejeos con los que trataba de zafarse de su carcelero eran la chispa que había encendido la mecha hacia algo que pude definir como lo más parecido a un sentimiento. Sus intentos por huir eran inútiles, no estaba dispuesto a volver a ese vacío que ella había llenado aunque hubiera procedido de su rechazo más superficial pues podía notar como sus instintos más primarios hablaban por si solos dándome aunque tan solo fuera una mínima posibilidad.
Sus vagos intentos por deshacerse de mí se quedaban en eso, los gemidos ahogados provocaban mi deseo que ignorando aquellos esfuerzos se deshacía en caricias por su cintura - ¿por qué os resistís? se que lo deseais tanto como yo - quise dejarle unos instantes de espacio pero sus senos rozando mi pecho avivaban la llama que yo me veía incapaz de apagar. Finalmente me aparté unos centímetros de ella tan sólo para lograr capturar aquellas escurridizas manos que entrelacé con las mías a la fuerza - entended de una vez que no pretendo haceros daño mi señora, soy vuestro humilde siervo - mirándola a los ojos totalmente serio me propuse hacerle la única promesa sincera que podía presumir haber hecho - permitidme demostraroslo tan solo un segundo, juro que si después me lo pedís desapareceré tal y como vine.
Mis manos comenzaron a relajarse entre las suyas sin esperar si quiera su aprobación a mi propuesta, no me arriesgaría a que un no osara salir de su boca. Con delicadeza comenzaba a acariciar sus palmas mientras me aproximaba a su cuello el cual rozaba con mi nariz haciendo que le siguieran mis labios besando dulcemente su piel. Poco a poco lo iban recorriendo impidiendo que se moviera con el peso de mi cuerpo sobre el suyo, haciéndole sentir todo el calor que emanaba y la erección que se intuía y buscaba con desesperación estar entre sus piernas. Las manos que tanto me preocupaba en mimar fueron subidas hasta extender sus brazos contra el frío muro sosteniéndolas con tan sólo una de las mías, fue entonces cuando volví a remangar su falda pero esta vez mis dedos se colaban en su entrepierna acariciándola con sutileza pudiendo notar su humedad. Temeroso por su completo desprecio no quise atrever a rozarla debajo de aquella prenda pero lo que no reprimí fueron mis besos que por fin alcanzaban sus labios y los saboreaban primero con suavidad aunque se tornaban cada vez más intensos tratando de encontrarme con su lengua.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Aquella situación me resultaba sucia, y denigrante, podía sentir repulsión hacia mi propio cuerpo por reaccionar de aquel modo tan vulgar ante las descaradas insinuaciones de aquel desconocido. Si al menos le conociese, quizás la situación no me resultaría tan desagradable. Aunque lo cierto era que, en aquel desagrado, existía un atisbo de agrado, de placer, de disfrute.
Le miré a los ojos cuando se separó de mí y deslizó sus manos hasta las mías entrelazando sus dedos con los míos de manera ruda y forzada. Sentí mis muñecas doblegarse a la voluntad de él, y mis dedos se inclinaron hacia su mano sujetando sus manos con firmeza. En la medida de lo posible, trataba de adoptar con mis manos una postura que no me hiciese daño en las muñecas.
Sus labios prometían no querer hacerme daño, pero, temerosa de responder con palabras, dejé que mis ojos expresasen la molestia que sentía, tratando de removerme entre su cuerpo, visiblemente incómoda por la situación.
Pude sentir sus manos aflojarse considerablemente en las mías, y sus pulgares acariciando con suavidad mi piel. Su rostro se acercó peligrosamente a mi cuello y me tensé pegando de nuevo la espalda a la pared en señal de alerta. Entonces, sentí su nariz rozar con suavidad mi cuello, de un modo que un violador cualquiera no haría. Pues de querer beneficiarse de mi cuerpo, no sería tan suave en sus gestos, sino que trataría de consumar lo más rápido posible para no ser descubierto. Marek era distinto, se tomaba su tiempo, deseaba disfrutar de mi cuerpo, de la calidez de mi piel…
Entreabrí mis labios cuando apoyó su cuerpo contra el mío, aprisionándome completamente contra la pared, permitiéndome sentir su pecho alzarse en cada respiración, contra mi pecho, oprimiéndolo. Cerré los ojos cuando empezó a besarme el cuello dejando escapar por mis labios un ahogado suspiro entrecortado, seguido de un leve escalofrío de placer que recorrió todo mi cuerpo – No siga…- susurré tan bajo, que apenas yo misma pude oírme.
Entonces avanzó con su cadera hacia la mía y sentí un prominente abultamiento haciendo presión sobre mi monte de venus, aquello me hizo abrir los ojos alarmada y soltar una bocanada de aire por mis labios, respirando entrecortadamente, sintiendo mi rostro calentarse súbitamente al enrojecerse las mejillas, llena de pudor.
Sentí sus manos tratar de alzar las mías y opuse algo de resistencia, pero él logró su cometido. Alzó mis manos sobre mi cabeza, poniéndolas contra el muro y las sujetó con una simple mano. Su fuerza era decena de veces superior a la mía y con una de sus manos podía dominar con facilidad dos de las mías.
Sentir la frialdad de la piedra del muro de aquel viejo edificio sobre mis manos me hizo gemir, aunque quizás, en mi más necesitado interior, el gemido fue provocado por aquella situación de dominación que estaba ejerciendo el Brujo sobre mi cuerpo.
Bajé la mirada y el rostro para seguir el trazo de su mano libre, la cual se afianzó de nuevo con mi falda alzándola hasta mi cadera, sus dedos cálidos, firmes y rudos se deslizaron por mi muslo de manera decidida y determinada, colándose entre nuestros cuerpos en un descenso hacia un lugar vetado para muchos.
Sentí sus dedos, cálidos, deslizarse entre mis piernas, y aunque fuesen cálidos, mi sexo estaba aún más cálido, por lo que sus dedos se me antojaron algo fríos. Aquella sensación hizo que mi cuerpo se estremeciese y gemí sobre sus labios mirándole a los ojos, justo cuando sus labios volvieron a rozar los míos.
Mis piernas reaccionaron por sí solas y las cerré todo lo que pude, atrapando entre ellas la mano de él, la cual ejerció mayor presión sobre mi sexo. Aún con los ojos abiertos y mirándole, sentí cómo sus labios se abrían y cerraban sobre los míos de un modo que me resultaba agradable, y, aunque mi mente desease escapar de aquel lugar y gritar que se detuviese, mi cuerpo reaccionó totalmente contradictorio y entreabrí mis labios dispuesta a recibir su lengua.
Y así ocurrió, cerré nuevamente los ojos respirando profundamente, sintiendo mi sexo latir contra la mano del Brujo, y mis labios siguiendo temerosamente sus labios, permitiendo que mi lengua rozase la de él de un modo muy sutil y tímido.
Le miré a los ojos cuando se separó de mí y deslizó sus manos hasta las mías entrelazando sus dedos con los míos de manera ruda y forzada. Sentí mis muñecas doblegarse a la voluntad de él, y mis dedos se inclinaron hacia su mano sujetando sus manos con firmeza. En la medida de lo posible, trataba de adoptar con mis manos una postura que no me hiciese daño en las muñecas.
Sus labios prometían no querer hacerme daño, pero, temerosa de responder con palabras, dejé que mis ojos expresasen la molestia que sentía, tratando de removerme entre su cuerpo, visiblemente incómoda por la situación.
Pude sentir sus manos aflojarse considerablemente en las mías, y sus pulgares acariciando con suavidad mi piel. Su rostro se acercó peligrosamente a mi cuello y me tensé pegando de nuevo la espalda a la pared en señal de alerta. Entonces, sentí su nariz rozar con suavidad mi cuello, de un modo que un violador cualquiera no haría. Pues de querer beneficiarse de mi cuerpo, no sería tan suave en sus gestos, sino que trataría de consumar lo más rápido posible para no ser descubierto. Marek era distinto, se tomaba su tiempo, deseaba disfrutar de mi cuerpo, de la calidez de mi piel…
Entreabrí mis labios cuando apoyó su cuerpo contra el mío, aprisionándome completamente contra la pared, permitiéndome sentir su pecho alzarse en cada respiración, contra mi pecho, oprimiéndolo. Cerré los ojos cuando empezó a besarme el cuello dejando escapar por mis labios un ahogado suspiro entrecortado, seguido de un leve escalofrío de placer que recorrió todo mi cuerpo – No siga…- susurré tan bajo, que apenas yo misma pude oírme.
Entonces avanzó con su cadera hacia la mía y sentí un prominente abultamiento haciendo presión sobre mi monte de venus, aquello me hizo abrir los ojos alarmada y soltar una bocanada de aire por mis labios, respirando entrecortadamente, sintiendo mi rostro calentarse súbitamente al enrojecerse las mejillas, llena de pudor.
Sentí sus manos tratar de alzar las mías y opuse algo de resistencia, pero él logró su cometido. Alzó mis manos sobre mi cabeza, poniéndolas contra el muro y las sujetó con una simple mano. Su fuerza era decena de veces superior a la mía y con una de sus manos podía dominar con facilidad dos de las mías.
Sentir la frialdad de la piedra del muro de aquel viejo edificio sobre mis manos me hizo gemir, aunque quizás, en mi más necesitado interior, el gemido fue provocado por aquella situación de dominación que estaba ejerciendo el Brujo sobre mi cuerpo.
Bajé la mirada y el rostro para seguir el trazo de su mano libre, la cual se afianzó de nuevo con mi falda alzándola hasta mi cadera, sus dedos cálidos, firmes y rudos se deslizaron por mi muslo de manera decidida y determinada, colándose entre nuestros cuerpos en un descenso hacia un lugar vetado para muchos.
Sentí sus dedos, cálidos, deslizarse entre mis piernas, y aunque fuesen cálidos, mi sexo estaba aún más cálido, por lo que sus dedos se me antojaron algo fríos. Aquella sensación hizo que mi cuerpo se estremeciese y gemí sobre sus labios mirándole a los ojos, justo cuando sus labios volvieron a rozar los míos.
Mis piernas reaccionaron por sí solas y las cerré todo lo que pude, atrapando entre ellas la mano de él, la cual ejerció mayor presión sobre mi sexo. Aún con los ojos abiertos y mirándole, sentí cómo sus labios se abrían y cerraban sobre los míos de un modo que me resultaba agradable, y, aunque mi mente desease escapar de aquel lugar y gritar que se detuviese, mi cuerpo reaccionó totalmente contradictorio y entreabrí mis labios dispuesta a recibir su lengua.
Y así ocurrió, cerré nuevamente los ojos respirando profundamente, sintiendo mi sexo latir contra la mano del Brujo, y mis labios siguiendo temerosamente sus labios, permitiendo que mi lengua rozase la de él de un modo muy sutil y tímido.
Natasha K. Trubetzkoy- Mensajes : 121
Fecha de inscripción : 14/09/2010
Localización : París, Rusia en mi corazón.
Re: Vistiendo a una dama (Marek Vražda)
Su débil resistencia no era un obstáculo para mi deseo que desbocado en su justa medida trataba de hacerle sentir aquello como algo placentero, que conociera lo que era tener un hombre a su disposición y cuantos secretos podía descubrirle dejando que le mostrara su cariño. Aún así su constante rechazo hacía mella en mi frágil moralidad hasta ese momento casi existente, cansado de luchar contra su constante oposición estaba dispuesto a dejarla marchar pero para mi sorpresa su tímida sumisión me lo impedió a pesar de que no hubiera dejado marchar del todo su inocencia.
Verme con la mano atrapada entre sus piernas causó en mí una disimulada sonrisa, la comisura de mis labios se alargó por su parte derecha muy sutilmente expresando ese agrado con una travesura al despegarse mi boca de la suya que parecía seguirle como si ésta estuviera equipada con la fuerza de un minúsculo imán. La miré atentamente siendo mis dedos los únicos que rompían aquella posición tan estática y embelesada aún por los estragos que causaba en mi ya de por sí quebradiza cordura. Sus brazos se vieron liberados cuando una de mis manos se abrió aunque no dejó escapar su tacto, simplemente me aferré a su izquierda una vez que los dejó caer buscando el más tibio contacto entre sus dedos jugando a acariciarlos y entrelazarlos con ellos. La otra lentamente se deslizaba entre sus piernas apenas moviéndose unos milímetros, la sensación que lograban captar era tan perfecta que no quería dejarla marchar, simplemente algo tan excepcional que me proponía guardar en mi recuerdo con asombrosa fidelidad tratando de registrar toda la variedad de sensaciones que me producía aquel simple roce.
De un modo sugerente iba retirándola mientras buscaba de nuevo sus besos con tranquilidad. Me acercaba a sus labios y los acariciaba de forma muy tenue con la punta de la lengua que poco a poco se iba abriendo paso a través de ellos para introducirse en su boca. Suavemente los saboreaba moviéndome con sinuosidad intentando conocerlos a la perfección y que ella disfrutara descubriendo los míos. Su carnosidad provocaba atraparlos y morderlos con aquella ternura que le demostraba incluso sorprendiéndome a mi mismo, su esplendor y su pureza obligaba a satisfacerlos y fascinarlos con cada pequeña caricia, el objeto de deseo más tentador que había conocido. Mis dedos la abandonaban paulatinamente pero negándose a privarla de ese placer, resbalaban obedientes entre sus piernas pero aún así no cesaban en su empeño pues lo hacían con la picardía que me caracterizaba jugando a hacer algo de presión con el corazón en su zona más delicada. Haciendo alarde de mi pillería y mi espíritu insaciable quise regocijarme unos instantes antes de lamentarme al desprenderme de su calidez, lo moví lentamente haciendo unos diminutos círculos miientras me alejaba de su boca para dirgirme a su oído. Dispuesto a susurrarle entreabrí mis labios pero éstos no pronunciaron palabra alguna permitiéndole tan sólo sentir un suspiro en ellos cuando finalmente optaba por dejar de tocarla apartando mi mano de allí.
Ambas entonces se deslizaron por su cintura a la vez que apoyaba mis labios sobre su hombro obsequiándole con un beso muy casto, podía notar su respiración agitada cuando mi pecho se pegaba al suyo haciendo que lo intuyera de la misma forma. Quizás hubiera dejado de abrumarla con mi autoridad e insolencia pero no pretendía privarla de mi calor más cuando durante unos momentos me había sentido correspondido - espero que podáis perdonarme - murmuré volviendo a admirar el verdor de sus imponentes ojos que me hacían caer en el más profundo ensueño.
A pesar de todo no estaba ni mucho menos relajado, seguro de que podía notarlo de vez en cuando sonreía con descaro preguntándome si no le llamaría ni la más mínima atención o curiosidad. Consciente de que seguramente no lo hiciera por aquel estúpido pudor que tan incompresible me había parecido siempre, cogí nuevamente una de sus manos entre la mía mientras acariciaba con la otra su mejilla depositando nuevamente un dulce beso - ¿por qué no dejáis vuestra vergüenza a un lado aunque solo sea por unos segundos? - mientras tango jugueteaba constantemente con su mano esperando que el que la dirigiera después despacio hacia el bulto prominente en mi pantalón le pasara algo más inadvertido. Finalmente hice que lo rozara superficialmente sin forzarla, simplemente sosteniendo su mano con suavidad de la que se podía zafar en cualquier instante.
Verme con la mano atrapada entre sus piernas causó en mí una disimulada sonrisa, la comisura de mis labios se alargó por su parte derecha muy sutilmente expresando ese agrado con una travesura al despegarse mi boca de la suya que parecía seguirle como si ésta estuviera equipada con la fuerza de un minúsculo imán. La miré atentamente siendo mis dedos los únicos que rompían aquella posición tan estática y embelesada aún por los estragos que causaba en mi ya de por sí quebradiza cordura. Sus brazos se vieron liberados cuando una de mis manos se abrió aunque no dejó escapar su tacto, simplemente me aferré a su izquierda una vez que los dejó caer buscando el más tibio contacto entre sus dedos jugando a acariciarlos y entrelazarlos con ellos. La otra lentamente se deslizaba entre sus piernas apenas moviéndose unos milímetros, la sensación que lograban captar era tan perfecta que no quería dejarla marchar, simplemente algo tan excepcional que me proponía guardar en mi recuerdo con asombrosa fidelidad tratando de registrar toda la variedad de sensaciones que me producía aquel simple roce.
De un modo sugerente iba retirándola mientras buscaba de nuevo sus besos con tranquilidad. Me acercaba a sus labios y los acariciaba de forma muy tenue con la punta de la lengua que poco a poco se iba abriendo paso a través de ellos para introducirse en su boca. Suavemente los saboreaba moviéndome con sinuosidad intentando conocerlos a la perfección y que ella disfrutara descubriendo los míos. Su carnosidad provocaba atraparlos y morderlos con aquella ternura que le demostraba incluso sorprendiéndome a mi mismo, su esplendor y su pureza obligaba a satisfacerlos y fascinarlos con cada pequeña caricia, el objeto de deseo más tentador que había conocido. Mis dedos la abandonaban paulatinamente pero negándose a privarla de ese placer, resbalaban obedientes entre sus piernas pero aún así no cesaban en su empeño pues lo hacían con la picardía que me caracterizaba jugando a hacer algo de presión con el corazón en su zona más delicada. Haciendo alarde de mi pillería y mi espíritu insaciable quise regocijarme unos instantes antes de lamentarme al desprenderme de su calidez, lo moví lentamente haciendo unos diminutos círculos miientras me alejaba de su boca para dirgirme a su oído. Dispuesto a susurrarle entreabrí mis labios pero éstos no pronunciaron palabra alguna permitiéndole tan sólo sentir un suspiro en ellos cuando finalmente optaba por dejar de tocarla apartando mi mano de allí.
Ambas entonces se deslizaron por su cintura a la vez que apoyaba mis labios sobre su hombro obsequiándole con un beso muy casto, podía notar su respiración agitada cuando mi pecho se pegaba al suyo haciendo que lo intuyera de la misma forma. Quizás hubiera dejado de abrumarla con mi autoridad e insolencia pero no pretendía privarla de mi calor más cuando durante unos momentos me había sentido correspondido - espero que podáis perdonarme - murmuré volviendo a admirar el verdor de sus imponentes ojos que me hacían caer en el más profundo ensueño.
A pesar de todo no estaba ni mucho menos relajado, seguro de que podía notarlo de vez en cuando sonreía con descaro preguntándome si no le llamaría ni la más mínima atención o curiosidad. Consciente de que seguramente no lo hiciera por aquel estúpido pudor que tan incompresible me había parecido siempre, cogí nuevamente una de sus manos entre la mía mientras acariciaba con la otra su mejilla depositando nuevamente un dulce beso - ¿por qué no dejáis vuestra vergüenza a un lado aunque solo sea por unos segundos? - mientras tango jugueteaba constantemente con su mano esperando que el que la dirigiera después despacio hacia el bulto prominente en mi pantalón le pasara algo más inadvertido. Finalmente hice que lo rozara superficialmente sin forzarla, simplemente sosteniendo su mano con suavidad de la que se podía zafar en cualquier instante.
Marek Vražda- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 01/01/2011
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