Consuelo Tejada Luna ID

por **Consuelo Tejada Luna** Sáb Ene 21, 2023 11:55 am

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Consuelo Miranda Tejada Luna

▲EDAD▲

20 años al momento de fallecer/ 48 años reales

▲ESPECIE▲

Fantasma

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Sin Clase Social

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Andorra

▲HABILIDADES/PODERES▲

→ Aparición/Invisibilidad: Habilidad para aparecer y desaparecer las veces que deseen y a cualquier hora del día, además de que ellos poseen la capacidad de mostrarse solo ante las personas que ellos elijan y ocultarse a ojos de los que no desean que los vean.

→ Ilusión: Capacidad de crear ilusiones ópticas a los vivos, mostrar recuerdos a través del tacto o similares.

→ Teletransportación: Habilidad para moverse de un lugar a otro sin ocupar espacio o masa en el trayecto. Traspasar superficies sólidas que un humano común no podría, como paredes, etc.

→ Telequinesis: Habilidad para mover objetos, tocar a los seres humanos que están vivos, animales, etc. En pocas palabras pueden hacerse pasar perfectamente por una persona viva y realizar las mismas actividades que un vivo haría si es que lo desean. Los objetos pueden moverlos no sólo con tocarlos, también haciendo uso solamente de su mente.

→ Permanencia: Capacidad de quedarse en el mundo de los vivos el tiempo que deseen, pero mientras lo hagan su alma no estará en paz y no descansarán como el resto de los difuntos.

→ Corporeidad: Característica de lo que tiene cuerpo o consistencia. Los Fantasmas tienen la capacidad de tener un cuerpo físico, de tocar, sentir y hacer sentir y ser tocados por otros (vivos) si lo desean; significa que pueden gozar de las mismas sensaciones de las que goza un mortal (aunque nunca será igual a como las siente un vivo) pero esto sólo será logrado si se concentra lo suficiente y solamente si desea que asi sea.

→ Posesión: Posibilidad de entrar en el cuerpo de un vivo, pero esto sólo pueden lograrlo con la ayuda de una persona que tenga conocimientos en el tema (como los hechiceros o mediums), además de que la posesión solo será momentánea (máximo un par de horas), nunca permanente.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Consuelo Miranda Tejada Luna fue una mujer de mucha carisma y personalidad. Acostumbrada a desenvolverse en las altas esferas, nunca se dejó llevar por las presiones de la emergente sociedad criolla; su espíritu indómito le destacaba sobre las otras damas pero no la volvía simpatizante de ellas. Siempre se llevó mejor con el género opuesto y, junto a su hermano, no temían meterse en problemas o vivir las más inocentes aventuras.
Una doncella delicada y femenina, muy curiosa y decidida al momento de actuar o tomar una decisión. La obediencia nunca fue bien recibida, llegando a ser incluso altiva y contestadora si siente que le faltan al respeto. Sus buenos modales combinan de forma armoniosa con su carácter fuerte y avispado, es perspicaz y muy atenta con los detalles, aunque es sencilla para vivir.
Posee un lazo único y excepcional con su hermano gemelo. Confía totalmente en él y desarrollaron un lenguaje único e íntimo; compartieron gustos, secretos y sueños, complementándose de forma fraternal como con nadie más. Por algún motivo, siente que haberse separado fue lo que debilitó su mente y su cuerpo, como si una especie de magia o maleficio les impidiera estar mucho tiempo lejos el uno del otro.
Ama profundamente a su marido y a su hijo, por quienes siempre ha velado con ojos silenciosos, pero atentos. Veces que ha visto a Íñigo en peligro a intentado interferir, pues teme que le ocurra lo mismo que a su amado José Manuel, quien desapareció de su vida y regresó totalmente cambiado e irreconocible.

HISTORIA

El linaje de los Tejada Luna se remonta a los tiempos de los reyes de Andorra, cuando la fiebre por descubrir el Nuevo Mundo empujó a valientes y ambiciosos a la conquista de la denominada América. Al igual que otras castas nobles de la Corona Española, los Tejada Luna acumularon una enorme fortuna al patrocinar dichas exploraciones y, para cuando la Conquista se hubo llevado a cabo y las nuevas ciudades se levantaron en los llamados Virreinatos, buena parte de la noble familia decidió armar las maletas y establecerse en Córdoba de Tucumán.
La llegada de los hermanos Juan Antonio y Consuelo Miranda fue motivo de sorpresa y enorme celebración. Hasta entonces no existían registros de gemelos en el linaje Tejada Luna y ambos niños nacieron sanos y fuertes, inusualmente avispados y tranquilos. El éxito al haber engendrado a una pareja aseguraba el linaje de los Tejada Luna, sin embargo, nadie habría pronosticado el trágico final que se avecinaba a los jóvenes criollos.
Habiendo tenido una infancia tranquila y una educación de primera categoría, ambos nobles eran dignos portadores del apellido. Incluso con el sol que tostaba la piel de los indígenas, Consuelo y Juan Antonio destacaban por su inusual palidez, sinónimo de pureza para algunos y de sospecha para otros. Algunos médicos temían que tarde o temprano las fuerzas de los jóvenes mermaría, pero fueron acusados de charlatanería por los nobles y varios perdieron, así, gran parte de su reputación. Pues los Tejada Luna tenían tanto poder como los mismos fundadores de Córdoba, al ser ellos los principales benefactores y patrocinadores de la Conquista de la ciudad.
Al momento de cumplir la mayoría de edad, ambos hermanos fueron prometidos con importantes personalidades de la ciudad. Juan Antonio fue comprometido con la hermosa y coqueta Amalia Villegas Miña, hija única de importantes aristócratas pertenecientes a Río de Janeiro, mientras que la mano de Consuelo fue pedida por el intrépido y apasionado José Manuel Cabrera, bisnieto del fundador de la ciudad.
Temerosos de la inminente separación, los hermanos Tejada Luna aprovecharon hasta las últimas instancias para permanecer unidos. Por suerte la prometida de Juan Antonio se hallaba de visita en la ciudad; así, incluso en aquellos momentos de coqueta galantería, ambos hermanos seguían inseparables, reforzando la relación con sus respectivas parejas. Rápidamente, los cuatro se volvieron amigos inseparables y ambas bodas fueron celebradas al mismo tiempo.
Aquello fue un hito en la historia de Córdoba de Tucumán, pues los lazos con la capital del Virreinato ahora serían irrompibles. Una semana de festejos no dejaron a nadie indiferente y durante meses, la gente habló de la belleza de las novias y la elegancia de los maridos.
Lamentablemente, llegó el momento de que los gemelos se separan y aquel fue el inicio de la tragedia.
Consuelo, pese a amar profundamente a su marido, se vio gravemente afectada por la ausencia de su hermano y tanto su estado de ánimo como su salud comenzaron rápidamente a decaer. Las pocas visitas no bastaban para llenar el vacío de Consuelo cada que volvía a casa. Sufrió la pérdida de su embarazo en tres ocasiones y recién al segundo año de casados, logró que su estado de gestación pasara de los cinco meses. Emocionados, marido y mujer esperaron felices a su primer hijo; se llamaría Íñigo y crecería junto a su futuro primo, pues a través de cartas, se enteraron de que Amalia también estaba embarazada.
Los últimos meses fueron los más difíciles. En aquel estado, Consuelo tenía estrictamente prohibido viajar y lo mismo ocurría en caso de su hermano, quien no podía abandonar a su esposa en tan avanzado estado de embarazo. Por aquel entonces, entre los criollos se rumoreaba sobre una nueva y temible enfermedad que asolaba el norte de América, la Tuberculosis, la cual inevitablemente acabó llegando a las costas de Río de Janeiro y se extendió rápidamente entre los esclavos, indígenas y criollos.
A los ocho meses, Consuelo contrajo la enfermedad y entró inesperadamente en labor de parto. Aquella fue la noche más larga y oscura, la tensión se percibía en el caserón y todo el mundo esperaba en silencio las noticias de los médicos y parteras.
El llanto del pequeño Íñigo rompió el silencio y el alivio de la familia fue inmediato. Aplausos y vítores de parte de la servidumbre, mientras Consuelo recibía en sus brazos al recién nacido. A su lado, su amado esposo, José Manuel, tan tembloroso como ella y con una sonrisa de oreja a oreja. ¡El milagro había sido posible! La felicidad sólo fue ensombrecida por la ausencia de su gemelo, a quien hubiese deseado tener también a su lado.
Aquella madrugada, Consuelo tuvo el sueño más maravilloso y luego falleció.
Cuando despertó, ya sabía que estaba muerta.
Por algunos años, rondó los alrededores de su casa viendo cómo en un parpadeo su hijo se convertía en un hombre. Era invisible para el mundo, pero escuchaba todo lo que ocurría a través de las paredes y así, supo que su hermano se marchó a París junto a su esposa, también contagiada con la temible enfermedad y con la esperanza de que la medicina moderna pudiese ayudarla. Luego de eso, no supo nada más. Con el vínculo de su gemelo roto, sentía que no podía marcharse al plano siguiente sin saber qué había sido de él.
Permaneció unida a su familia aunque ellos no pudiesen verla. Presenció en silencio los momentos más tiernos de la infancia de su hijo y les siguió de cerca cuando emprendieron el viaje a Europa, guardando la esperanza de averiguar qué ocurrió con su amado hermano.

DATOS EXTRA

→ No suele alejarse mucho de su familia e intenta permanecer siempre al lado de su hijo, más ahora que siente que le necesita. Nunca ha intentado manifestarse y comunicarse con él, pues teme asustarle o que el joven la rechace.

→ Mientras su esposo vivía, intentó en dos ocasiones comunicarse con él, sin mucho éxito. Al no saber cómo controlar sus habilidades, decidió no volverlo a intentar. No comprende del todo qué fue lo que le ocurrió y parte de sus objetivos en este plano, es averiguarlo.

→ No está del todo segura de qué es lo que la ata a este plano. Por una parte, desea averiguar qué ocurrió con su hermano y su esposo, pero tampoco desea abandonar a su hijo. Quizás unir a su familia le proporcione la paz que tanto necesita.

por **Nigel Quartermane** Vie Ene 27, 2023 9:38 pm

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