Vuelta al pasado (Fedor)

por **Dael Groen** Mar Ene 04, 2011 7:03 pm

Habían pasado cuatro años desde que ocurrió el accidente, desde que tuve que aprender a valerme por mí misma y a pesar del tiempo transcurrido, no terminaba de hacerme a la idea de no volver a verlos nunca más. Era una sensaciçon extraña la de ver la lápida con sus nombres, como si no fuera más que eso, un trozo de piedra tallada, como si sus cuerpos se encontraran aún con vida, a kilómetros de allí, disfrutando de alguno de sus viajes pues, aunque fueran por trabajo, disfrutaban de ellos. Con estos pensamientos en mi cabeza, acaricié la parte superior de la lápida mientras que mi miraba iba al cielo oscurecido el cual estaba únicamente iluminado por una menguante luna. Tenía que volver al burdel si no quería acabar yo misma enterrada en ese lugar. Conocía los múltiples peligros de las noches parisinas, más aún para una chica vestida como yo que incitaba a la lujuria, gracias a Dios llevaba esa capa encima de la vestimenta.

Se colocó de nuevo la capucha, dispuesta a salir de ese lúgubre lugar que parecía inmune al paso del tiempo, lo cual era una gran ironía pues era fruto del propio transcurso de los segundos. Eché un vistazo a mi alrededor, esperando no ver nada amenazador y pude respurar tranquila cuando solo encontré lápidas y más lápidas. Después, mi mirada fue hacia mis padres, frente a los que me santigüé derramando como siempre unas cuantas lágrimas de despedida que nunca podía evitar. Cada vez que los visitaba, era como si una parte más de ellos y mis recuerdos se quedase allí junto con las flores que dejaba, siempre las mismas. Lirios blancos, flor que mi padre le había regalado a mi madre cada día de primavera durante todos los años que estuvieron juntos. Yo quería un amor así.

Acaricié los pétalos y dejé caer el ramo sobre la tierra, girándome entonces para irme. Mis pasos silenciosos sobre la tierra me acercaban cada vez más hacia la salida hasta que me detuve para buscar un pañuelo en alguno de mis bolsillos. ¿Dónde estaba ese maldito trozo de tela blanca? Al final, decidí secarme con las manos ¿Para qué mayor finura? Todos me iban a mirar igual de mal usara mis modales de clase media o los de cortesana. Si mis progenitores me hubieran visto, se habrían sentido avergonzados de mí en todos los aspectos. ¿Dónde estaba su niña? Quizás había muerto con ellos.

por **Fedor Yefímovich** Jue Ene 06, 2011 9:10 am

Estaba cansado, había caminado segundo tras segundo todo el día y apenas con suerte realizado el trayecto que me disponía a cumplir, ahora solo restaba volver a casa, repasar cada una de las experiencias y lugares que había conocido y tomarme un buen descanso. Amaba esa palabra, un buen descanso... sonaba tan bien, que incluso mi cuerpo ya se preparaba para ello con solo oir dicha palabra. De repente me acorde... El cementerio. Que tonto, pensé mientras me dirigía a él corriendo, cuando ya estaba a escazos metros de la puerta decidí entrar como humano, la ultima vez que había entrado como pastor belga todos me habían golpeado y sacado de allí como sí fuese un delincuente. Pero ya tenía todo preparado, deje mi bolsa en el suelo y al transformame me cambie apresuradamente, aprovechando la oscuridad de la noche, pero con temor aún de llamar la atención con aquel espectáculo... odiaba llamar la atención.

Fui caminando a corto paso, tratando de recordar que ahora era bipedo, mis piernas apenas si me hacían caso, acostumbradas a llevar el paso de un perro... Pero pronto lo agarre, al final si era verdad, el ser humano es adaptable y de fácil aprendizaje, bromeé para mí mismo mientras me dirigía a la entrada del cementerio. Algo me detuvo, era una bella mujer, su capa impedía darme cuenta con seguridad a que clase social pertenecía, más suponía que era pobre o cortesana, no creía que ninguna dama de sociedad estuviere en el cementerio a tan altas horas de la noche. Es una mujer hermosa, debería ayudarle. Pensé. Luego me sentí mal, como un egoísta o un superficial , así que decidi simplemente ignorarle y seguir mi camino; ó eso quería hasta que ví su cara, estaba triste y humeda por las lagrimas. Pobre mujer, pensé y me detuve algo nervioso.

- ¿ Te pasa algo?, pregunte tratando de ser amable.

Estaba algo preocupado así que tomando mi pañuelo limpie su cara, pero más que nada era el frío el que me preocupaba, pues siempre a estas horas atacaba a todo aquel que osaba salir de casa, sin preguntarle, ni darme tiempo para pensar le coloque mi chaqueta sobre sus hombros, no quería que por mi descortesía muriera luego de frío. Tome su mano y la bese.

- Vaya modales los mios, mi nombre es Fedor, ¿ Le puedo servir en algo ?, replanteé mi anterior pregunta.

por **Dael Groen** Jue Ene 06, 2011 10:07 am

No escuché los pasos que se acercaban, ni tan si quiera percibí su presencia hasta que habló sorprendiéndome. Había sido culpa del silencioso suelo de tierra o quizás solo fuera culpa de mi distracción, el caso era que me encontraba de noche, en un cementerio y con un hombre frente a mí, preguntándome por mi estado. Supuse que ante tal cortesí de preguntar, no debía de tener malas intenciones claro que no siempre hay que dejarse llevar por las primeras impresiones así que no bajé demasiado la guardia mientras me centraba en su pregunta. ¿Me pasaba algo? Bueno, estaba llorando pero solo había sido un bajón, nada importante por lo que no tenía que preocuparse ni perder su tiempo por mí.

Pestañeé un par de veces, intentando ver a través de mis húmedos ojos. El rostro de aquel hombre ya no era borroso si no una nítida imagen. Moreno, adulto, alto, ojos azules...No lo conocía y aun así me estaba secando las lágrimas. Esto me hizo sentir como si fuera una niña pequeña, frágil la cual pudiera romperse al mínimo movimiento. Al contrario de lo que me dictaba mi sentido común, lo dejé cuidarme porque, sinceramente, en esos momentos necesitaba a alguien que se preocupara por mí, aunque fuera un siniestro desconocido. Ya tendría tiempo después de sacar carácter.
-Estoy... bien- dije una vez el dejó de usar su pañuelo en mi rostro. Seguro que ahora se le había manchado de maquillaje.

Iba a agradecérselo y marcharme cuando algo cálido envolvió mis hombros. Me había dejado su chaqueta como todo un caballero. No recordaba la última vez que me habían tratado de esa forma, quizás hubieran pasado años. Alcé incrédula la vista a sus ojos al verlo besar mi mano. No sabía si salir corriendo o irme corriendo, pero cualquiera de las dos opciones -que venían a ser la misma- quedaba anulada por la desobediencia de mis piernas.
-Gracias- susurré por los dos detalles antes de presentarme yo igualmente -Dael, encantada de conocerle pero no es necesario todo esto -dije haciendo referencia a su amabilidad.

Retiré la chaqueta de mis hombros, devolviéndosela pues, aunque tuviera frío, lo último que quería era parecer débil o dejarme engatusar por los encantos de cualquier hombre. Sabía cuidar de mí misma y a pesar de no ser orgullosa, sí era independiente y con carácter. Le agradecía mucho los detalles y no quería irme pues lo que me esperaba no era precisamente agradable.
-Pero podría...-comencé a decir en un impulso, pensando en que volver sola de noche podría tener sus peligros y consecuencias. De nuevo ganó mi lado fuerte -No importa, olvídelo

por **Fedor Yefímovich** Lun Ene 10, 2011 10:59 pm

Me acerque a la chica tratando de que nuestros cuerpos hicieran una atmosfera más calida a nuestro alrededor. Su nombre era bellisimo, Dael. Retumbaba en mi cabeza. La mire a los ojos un poco impaciente, pues no sabía si entrar al cementerio o quedarme con la joven. Queria entrar pero no sería lo correcto asi que espere y recibí la chaqueta de sus manos, me pareció de mal gusto me la devolviese pero al fin y al cabo era un extraño, ¿ qué más podía hacer ?. Su voz depronto rompió el corto silencio que se había creado y extrajo en la impecable atmosfera algunas notas, arpegios de guitarra, tan afinada y bella era su voz . Me quede algo pensativo despues de sus palabras, era obvio que era una mujer terca y algo tonta por no pedir mi ayuda, pero no podía criticar, el ego y la autoconfianza era defectos que tambien me impugnaba.

Tome su mano suavemente y la acaricie con mis dedos por un segundo, colocandole la chaqueta nuevamente sobre su frío cuerpo, esta vez practicamente la obligue, no quería que por ser tan independiente se muriese de hipotermia, aunque aquello fuese una exageración.

- Más le vale que lo acepte, yo tengo suficientes y sería un placer que usted lo utilizara. - mis palabras salieron algo cálidas a pesar de un dejo de enojo que corría por mi interior por la desconfianza que la dama profería hacía mi. - ¿ En qué le puedo servir?, no tenga miedo o vergüenza que estoy dispuesto a ayudarle...

Tome de nuevo su mano, esta vez entralaznadola con la mia. De su cuerpo emanaba un efluvio delicioso; tan inocente pero a la vez tan fuerte. Apenas la mire a los ojos para acercarla más hacía a mi, su calor me hacía sentir un poco más vivo, su inocencia aunque profunda en su interior era más que suficiente para conmover a mi corazón. Jamás pensé encontrar aquello en lo que superficialmente mis sentidos me indicaban que era una cortesana. Pero sus ojos y su aroma no podrían mentirle a un cambiaformas como yo...

- Mejor la acompañaré a su destino, estas calles son peligrosas - sonreí- y no se preocupe por mi, estoy comprometido...

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