Una tarde soleada [Luke]

por **Etháin** Dom Ene 09, 2011 2:30 pm

Era una tarde maravillosa y desde luego odiaba tener que desperdiciarla encerrada en casa. Avisé a los sirvientas para que preparan la cena a las nueve de la noche y me vestí con las mejores galas.
Tomé mi sombrilla naranja y salí con la cabeza bien alta hacia el carruaje negro que me esperaba en la entrada de mi casa. Tras indicarle al chófer el lugar al que deseaba ir, los caballos empezaron a galopar a una velocidad pausada hacia el centro de París.

La brisa cálida tostaba mi piel marfileña y golpeaba con dulzura mi cabello, haciéndolo hacia atrás o hacia un lado según su sentido.
El carruaje me dejó en el lugar perfecto. Le di las gracias al chófer y le mandé recogerme a las ocho y media de la noche en aquél mismo punto.

Cuando le vi alejarse de nuevo, y con una radiante sonrisa en mi rostro, me dispuse a caminar hacia la plaza, observando a mi alrededor, maravillada por lo hermosa que era.
No estaba cansada, pero tampoco tenía nada mejor que hacer, por ello, me senté en uno de los bancos blancos que habían dispuestos por aquella zona, cerrando el parasol y los ojos, sin dormirme, pero inspirando aquél fresco aroma a césped cortado.

por **Luke C. Petersèn** Dom Ene 09, 2011 3:25 pm

Brisa cálida, noche fría.

¿Se imagina? La tarde torpe e inusual rodeando toda la plaza, prometiendo El Sol, matarlo en cuando osara colocar un pie fuera de su guarida. El barrio de Montmartre hacía una cerca alrededor del acogedor “teatro”, la plaza, donde se maquinaba una obra magnifica de títeres y artistas. Los pintores se regaban por toda el área prometiendo a los extranjeros mostrar la parte buena de la putrefacta y misericordiosa ciudad de Paris. En el fondo, escondiéndose detrás del telón imaginario, entre todo el remolino de gente cruzando por el camino de piedra que se abriría en cada pequeña galería, alguien, algo, había inquietado su sed más temprano que de costumbre, pero Luke sabía que el crepúsculo amenazaba con llegar muy pronto. Como un santo se escondía dentro de la basílica del sagrado corazón en Montmartre, ubicada a unos cuantos metros de la gran plaza. Era un llamado de la muerte, o quizás era dios que necesitaba una vida en el paraíso, para controlar un poco más su desquiciado mundo ¿Y que mejor mano que la suya? Un asesino fiel. Crueldad no. Música. Imagino una delicada mujer peligrosamente cerca de donde estaba, pero no era imaginaria, la telepatía como otro más de sus dones fabricaba para él un primer plano de lo que sus otros sentidos ya podían apreciar, un perfume emanado por una sangre peculiar. La curiosidad. Él se encontraba sentado en el suelo, ignorando todo los secretos escondidos en cada detalle de la basílica, muy cerca de la entrada, pero protegido por una columna que se alzaba a su izquierda donde la luz era imposible de tocarlo. Con los ojos cerrados, lo suficientemente inerte para parecer un muerto, sino fuera porque sus mejillas encendidas que llenaban de color su perfecto rostro debido a la excitación que le causaba el encontrado manjar. El apetito.

Abrió los ojos lentamente, entrecerrados por la fulminante luz que emanaban las paredes de un color desgastado. Entretenido saboreo el hambre y pensó otro poco hasta decidir que ella debería acercarse mucho más. Ya lo había decidido, esa imagen perteneciente a otra mente, donde la había visto sentada en aquel banco, debía ser ahora de él. Con una sonrisa le ordeno a la doncella que viniera a rezarle a Dios. Aquí. Ven.- Sígueme. –Ella no lo sabría, pero el Duque Luke era quién ahora la controlaría. Quizás.

por **Etháin** Lun Ene 10, 2011 3:57 am

De pronto, una voz masculina, con un deje seductor y casi hipnotizante me pidió algo que no comprendía, que le siguiese.
Busqué nerviosa a mi alrededor el dueño de tan excitante voz varonil, sin encontrarlo cerca de mí. Sin embargo, mis ojos se posaron sobre un muchacho sentado en el suelo de la entrada a la Basílica. No estaba muy lejos de mí, podía divisar su rostro. Su perfecto rostro. Era casi un pecado mirarle.
Sentí mis mejillas encenderse por un extraño rubor y sin pensarlo dos veces aunque sin comprender el porqué, me alcé del banco y me dirigí hacia la basílica, pensando en entrar a echarle un vistazo, pues nunca me había preguntado sobre su decoración interior.
Caminé sin prisas, dejando que mis pasos fueran guiados. Subí las escaleras del templo y me paré unos segundos al lado del chico, mirándole con curiosidad y casi necesidad. ¿Qué hacía allí?
Mordí mi labio inferior con cierto nerviosismo y miré la puerta de la Basílica, dubitativa entre si debía o no entrar en aquél lugar, como si debiera esperar una órden suya, de aquél hombre...

por Contenido patrocinado

Una tarde soleada [Luke]

Una tarde soleada [Luke]

Re: Una tarde soleada [Luke]

Re: Una tarde soleada [Luke]

Re: Una tarde soleada [Luke]