A media luz {Luke}

Era el momento de volver al burdel. Había ido a tomar aire antes de regresar a ese lugar, podía oír mis pasos que se hacían más sonoros gracias a las gotas de lluvia que aún no cesaban del todo. Los rizos de mi cabello se encontraban rociados con pequeñas gotas de agua que más bien parecían diamantes estratégicamente colocados en forma de tocado. Hacía frío pero a decir verdad con tantas carencias las personas pobres ya eran tan amigas del frio y del hambre como los ricos de los lujos y los lugares cálidos. Las voces familiares y algunas divertidas de las personas que contaban historia sobre seres extraños de un momento a otro me llegaron a la cabeza, solté una risita de tan solo pensar en estas estupideces ¿Vampiros? De haber vampiros yo ya me habría dado cuenta ¿O no? ¡Sí, claro que si! Paris podría ser muchas cosas pero peligroso ene extremo definitivamente no lo era.

Muy en el fondo sabía que mi propia debilidad era el miedo, el miedo a muchas cosas. En un momento había estado segura de que las historias eran solo eso pero caminando por ese callejón la piel de mi espalda se había erizado cual gato enojado. Solo era el sueño y la falta de dinero, me repetí mientras avanzaba. Me había convertido de una Arianne que se burlaba de los cuentos populares a una Arianne de labios morados y pulso casi muerto por el mismo frío. Apure el paso distinguiendo olores como al de alcohol y cigarro, arrugue la nariz instintivamente mientras abrazaba mis codos contra mi abdomen. Lo peor ya había pasado, en definitiva. Mire hacia el cielo percatándome de que las gotitas ya no caían sobre mi cabello y que las luces de las luces solo titilaban. Sacudí la cabeza mientras me adentraba a una de las calles principales de Paris, era extraño que no hubiera nadie merodeando, ni siquiera un alma pero igual no era mi asunto y seguí con mi andar aburrido con la mirada fija en el piso.

Noche. Es de noche. Hambre. Tu compañera.

De día. El sueño no había podido con él, como una traición inesperada y aún así no rogaba por el sueño, simplemente no dejaba de pensar una y otra vez en una misma idiotez. Hetaira ¿Qué eres? Se había levantado de la cama a tocar en el piano. Se había bebido toda una botella de vino. En un instante sus ojos se cerraron y al otro... De noche. Él podía palpar el concepto con sus dedos, sin conocerlo, sin apreciarlo, y como de costumbre la curiosidad lo carcomía, exigiéndole que saliera de su "ratonera". Prostituta ¿Una puta? Una profesión. Quizás no quería un cuerpo inútil retorciéndose sobre él, deseaba más. Sabiduría. Abrió las pesadas cortinas con un suave deseo mental, él allí, tendido sobre la cama con el rostro hacía un lado para observar la visión nueva, dejando ver a la grandiosa ciudad de la lujuriosa vida parisina. Aquí, donde el sexo era oro, podía encontrar un hermoso conejillo de indias ¿A que sí? Se levantó. Una sonrisa surgió tan arrogante mientras entraba a las calles.

Vislumbró a una mujer. No. El olor no era el correcto. Sus pasos se escuchaban apenas debido al agua, que había sobre el suelo, proveniente de la lluvia. Y ella ¿Quién era ella? Un perfume de aceites extravagantes ¿Provocador? ¿Lo era? Un cuerpecillo metálico y curvas definidas. Una puta. Tan temprano comenzó y con exito conseguía el premio mayor, no podía ser tan fácil ¿Cierto? Ella caminaba cada vez más rápido, mientras su sonrisa se hacía más amplia, perversa y encantadora.- Deténgase... -Susurró encontrándose de pronto detrás de la mujer, y atrapándola con sus brazos cuando estos recorrieron la forma de la pequeña cintura por la espalda. Pero él también fue atrapado, ahora por la sed que deseaba el blando cuello de esa mujer. Dudo y respiro profundamente el escandaloso olor, dejándose llevar momentáneamente, volviendo en si y recordándose que tenía un experimento en mente.

Unos brazos de hombre, si eso eran, me rodearon por detrás logrando que un suspiro se escapara de mis labios sobresaltados. Sus palabras ahora pasaban a segundo término cuando s sorpresa me sorprendió, mis pestañas aletearon repetidamente mientras yo hacía lo mismo con todo el cuerpo-¡Suélteme!-encaje los dedos en la piel extrañamente más fresca de aquel hombre. Mi grito exigente sirvió para nada y para lo mismo. Tal vez después de todas las historias sobre peligros si eran ciertas y aunque el tipo que tenía atrás me sujetaba de tal forma que no podía moverme descartaba el hecho de que fuera un muerto o algo parecido. Decidí que no tenía caso pelear, si iba a morir tal vez tuviera compasión de i para no hacerlo tan doloroso. Sentía los pulmones oprimidos, no por las manos del hombre sino por la misma reacción que ocasionaba el más escondido miedo en mí-Por favor, haré…haré todo lo que me pida pero…solo…-el aire se me había ido de los labios en aquella súplica rara en mi-¡Suélteme!-demande después de que caí en cuenta de que yo no suplicaba, a mí me suplicaban y prefiera morir antes que verme reptando por compasión.

Podía sentir el borde de las varillas del corsé enterrarse ligeramente en mi piel gracias a mi respiración agitada. Cerré la boca aspirando aire por la nariz con dificultad-Ya le dije que haré lo que quiera pero suélteme-insistí una vez con tono apremiante, tal vez no era un asesino si no un simple cliente molesto. Moví los hombros de forma tan brusca logrando que uno de mis brazos se zafara de las manos de mi atacante sorpresa. Escondí un gesto de dolor al apretar los labios y quedar poco centímetros cara a cara con el joven de una extraña belleza…Tenia que admitir que tenía ganas de correr, no era un cliente, yo, yo lo reconocería, no era eso, era algo más que me hacía querer salir huyendo de aquel lugar pero dos cosas me detenían. Miedo y curiosidad, estaba paralizada, apenas respirando por instinto pero la curiosidad de aquella cara me hacía quedarme y no intentar escapar.

Debía reconocer que su rostro tan bien esculpido era atemorizante, no había visto a alguien con tales facciones excepto yo pero eso no contaba, no ahora que yo parecía minúsculo a su lado. Trague saliva, mi entrecejo fruncido solo me aseguro lo que pasaba “Algo estaba mal”-¿Qué quiere de mí?-pregunte sintiéndome como mi aliento chocaba de regreso hacia mi piel pero sin apartarme ni un solo segundo-Si quiere sexo tendrá que ir al burdel-me jale un poco más pero una vocecita me dijo que no lo hiciera así que me quede, esperando una respuesta de parte de aquel joven.

Me obligue a respirar profundamente mientras mis ojos seguían clavados en los de ese chico. Era tan abrumadoramente espeluznante que cada dos segundos miraba al piso para armarme de valor y mirarlo otra vez. La calle estaba completamente vacía, no había nadie con quien correr o fingir que estaba bien mientras caminaba a su lado discretamente, supuse que lo mejor sería cooperar aunque el momento no fuera el idóneo, aunque sintiera el corazón en la garganta y en las yemas de los dedos. Cuanto más quería correr mi cuerpo parecía quedarse tieso y querer quedarse justo ahí, en esa calle solitaria y sombría. Me encogí un poco cuando sentí su mano sobre mi mejilla, trate de ver la mano moverse de aquí para allá sobre mi piel pero solo veía un pedazo de piel. Quería distraerme y no pensar en que podía pasar después, quería salir de ese lugar y comprobar que ese hombre no era malo.

Retrocedí brevemente no acababa de gustarme la forma en que me había sorprendido pero mi ambición pocas veces conocía límites y justo en ese momento me arrepentía de que eso fuera así. Sus palabras aunque sonaban serenas y calmadas tenían cierto toque de sarcasmo que solo me erizaba la piel del cuello ¡Basta Arianne! La vocecita ya familiar se hizo presente, solo era un cliente más, si, eso era, tenía que tratarlo como a todos ¿O no? Aunque fuera extraña la forma en que me abordo tenía que calmarme. Apreté los labios, una muestra de coquetería o desagrado según fuera el momento y ese momento no iba en una clasificación conocida para mí pero se parecía a cuando examinaba algo que me llamaba la atención y me llenaba de curiosidad-Estoy bien-asegure entrelazando mis dedos índice y medio.

Volvió a rodearme con sus brazos, mi alegría callejera se había tornado en un revoltijo de emociones que no sabía distinguir. Tendría que regalarle de mi perfume a un extraño que me había sorprendido en la calle como si de un pescado en el mercado se tratara, mi camino casi sin rumbo al parecer esa noche ya tenía un camino trazado, si hacia las cosas bien me alejaría con aquel hombre y tal vez saldría con una buena ganancia de eso. Mi expresión se volvió un tanto seria-Me llamo Arianne-arrastre las palabras como si me costara trabajo mover la lengua-¿Cómo se llama usted? ¿O no debería saberlo?-enarque una ceja. Ya no era presa del miedo si no de la curiosidad que me golpea en el pecho como perro enojado-En fin, si me quiere para algo debería sacarme de aquí-demande poniendo un poco de fuerza en el cuerpo.

Yo había cedido a su extraña forma de involucrarme ahora él tenía que ceder a sacarme de ahí, ya había superado mi miedo pero no quería demorarme mucho en lo que tenía que hacer o no. Aspire su aroma pues estaba bastante cerca de él para verlo por completo, para ver su nariz y sus ojos, mis pestañeas aletearon al tiempo que mis labios se entreabrieron. Había visto a muchos hombres en mi vida pero este era diferente en muchas maneras incluso me sentí no tan bonita a su lado pero aleje este pensamiento de mi mente. Deje de mirarlo para mirar a otro lado, se supone que debía sentirme orgullosa de que muchos hombres atractivos quisieran estar conmigo pero estaba demasiado ocupada mirando alrededor y escuchando el susurro del viento que se colaba por debajo de mi cabello. Puse una mano en su pecho y empuje, solo para reiterarle que quería irme de ahí y que no pondría objeción a nada-¿Nos vamos?-.

En ese momento ya no me parecía tan encantadoramente guapo si no muy atemorizante, si en algún momento me había planteado la idea de huir y después la había descartado esta vez ni siquiera se apareció tal pensamiento, había algo amenazante en sus ojos que me mantenía pegada al lugar como abeja a la miel, sabía que si corría o trataba de huir seria el fin de mi muy miserable vida de prostituta “Escoge mejor a tus clientes” ¿Por qué nunca hacia caso? Por la razón que fuera ya no era momento de arrepentirme, estaba en una encrucijada de la que difícilmente saldría diciendo “Lo siento estoy ocupada”, ahora entendía el significado de las palabras de Magnolia, algo me decía que otra vez saldría con dolor en alguna parte de mi cuerpo, sabía que saldría con un golpe en el labio, con una irritación en las muñecas, con una cortada de navaja o con una quemadura de cigarro, cerré los ojos fugazmente arrepintiéndome de no escuchar, si salía con todas mis extremidades de esta ocasión dejaría de aceptar todo por dinero. El maldito dinero.

No me di cuenta en realidad del frio que tenía hasta que el tomo mi mano y mis dedos hicieron un movimiento brusco debido a mi cuerpo que tiritaba, a pesar de que la briza se colaba entre mis rizos castaños y rozaba el cartílago de mi oreja, los temblores controlados no eran más que por miedo. Sabía que no debía gritar, ni correr, debía ser como un títere que respondía a sus acciones, trague saliva desviando la mirada de sus ojos ¿Cómo negarme? Asentí con la cabeza agachada, como si tuviera pena pero mi mente estaba ofuscada, como si aquel chico me hiciera pasar por ondas de emociones que no paraban, horror, sumisión, enojo y muchas otras más. Si me portaba bien tal vez solo una plática fuera suficiente, le devolví la sonrisa, la mejor que pude darle pero a regañadientes en verdad no tenía ganas de sonreír en ese momento.

Amaba las miradas encima de mí, todo el mundo se queda boquiabierto al verme pasar pero en esta ocasión era yo la que no podía mantener la quijada en su lugar mientras me echaba a nadar, tenía que tomar aire por algún lado pero estaba demasiado cohibida para hacerlo por la nariz así que con los labios entreabiertos inhalaba y exhalaba cuanto aire podía. Mi mente comenzó a divagar sobre todas las posibles reacciones que el hombre tendría si me echaba correr en dirección opuesta a nuestros pasos, sacudí la cabeza para que las imágenes no me dieran de golpe en el rostro. Lo mire con cautela por el rabillo del ojo, no decía palabra alguna y eso hacía que frio se hiciera aún más insoportable.

Del acto en que sacaba su cigarrera a donde me empujaba todo paso rápido, me sobresalte al sentir que me aventaba contra la pared sin darme tiempo de interponer mi mano izquierda entre la piedra del edifico y mi espalda, el golpe fue algo estrepitoso en el interior de mi cuerpo por lo que solo pude quejarme y arrugar el ceño ¡Maldito! ¿Qué le pasaba? ¿No le había quedado claro que no huiría? Claro si había pasado por mi mente pero no me iba a arriesgar, cuando analicé toda la escena le sostuve la mirada firmemente empujando su cuerpo que me acorralaba, no podía creer que estuviera fumando tranquilamente después de haberme estrellado sin razón de importancia. Sentí como la sangre me hervía cuando sus ojos se pasearon de arriba debajo de mi persona-No gracias-moví los hombros de tal forma logrando solamente que el cabello me cayera en cascada y se impregnara del olor a cigarro, volví a moverme esperando que un rayo de luz iluminara su cabeza y me dejara libre pero solo gastaba fuerzas.

Gire la cabeza para ver por la calle ¡Gente! ¿Y si gritaba? Mejor no, rompería mi cuello en cuestión de instantes. Vi por entre sus brazos como el motín de chicos que paseaba por ahí se alejaban, dejándome invalida para hacer algo, su actuación de prometido enamorado había logrado comprar a esas personas que solo dedicaron miradas fugaces a la “tierna escena”. Seguía sin entender porque hacía solo eso, las historias de terror que contaban las personas parecían ser verdaderas, estaba siendo presa del pánico de un modo tan terrible que incluso comenzaba a creer que fantasmas y muertos vivientes. Pase una mano por afuera de su abrazo, colocándola gentilmente sobre de él, hice un impulso para asomar mi cabeza i ver allá donde mi única ayuda había desaparecido tan rápido como había llegado-Eso no era necesario…-ya muchos habían atentado contra mi belleza. Era increíble en que yo siguiera pensando en verme linda aun estando en peligro. Gire el rostro para volver a verlo-…Luke-enfaticé su nombre enojada-No iré a ningún lugar-me apresure a decir en forma agitada, sentía que me ahogaba, sí, eso era, me faltaba el aire, su forma de mantenerme pegada a la pared a muchos les parecería inofensivo pero yo solo quería espacio.

Off: No te preocupes, tu tranqui.