Nocturno...[Luke]

por Invitado Miér Sep 15, 2010 6:30 pm

La obra era una maravilla, estaba segura de ello. Probablemente era la mejor del mes, y probablemente la estaría disfrutando si le hubiera prestado un mínimo de atención, si acudiera allí a verla.

La realidad era que su pasión por el teatro, como tenía entendido su querido tío, y el resto de la nobleza parisina, nada tenía que ver con las obras representadas. No había visto una jamás, y llevaba acudiendo al lugar dos veces por semana desde que tenía edad para hacerlo.

Adoraba sentarse en el palco privado, tranquila, sola, sin ruidosas conversaciones que pretendían ser susurradas y que tenían como objeto la crítica del vestuario de la condesa quien-fuera-a-quién-le-importa, o lo movida que fue la temporada en Londres...Dios, estaba cansada.

Allí lograba relajar sus sentidos, evitar el descontrol de sus poderes, calmarse, y además, era curiosa por naturaleza, le encantaba descubrir los secretos ajenos desde allí, con aquellos binoculares tan simpáticos.

No podía evitar llamar la atención de algun extranjero que no conociera su fama, con sus vestidos negros, la cortina del palco casi completamente echada, y ella lo suficientemente detrás para no ser vista. En sociedad la consideraban una rareza simpática, algo que adoraban los nobles, un poco de "emoción" en sus vidas, toda la que pudiera proporcionarles una jovencita de luto y reservada.

Un hombre llamó su atención, debía ser un noble por su vestuario y las personas que lo rodeaban, pero desde luego ella no lo conocía. Tal vez había llegado durante su viaje en Londres. Lo observaba con los binoculares cuando algo la sobresaltó. La estaba mirando. No podía ser cierto, nadie podía ver desde tan lejos a simple vista. Pero la miraba, y se levantaba. Y salía.

Ni siquiera se lo esperaba cuando lo descubrió sentado a su lado.

por **Luke C. Petersèn** Jue Sep 16, 2010 3:41 pm

Desde un hogar inexistente salió el Joven Petersèn a la calle, a la noche, donde la oscuridad cubría su verdadera identidad. Una obra de teatro logra reunir a todos estas ratas indiferentes, donde sus únicos intereses radican en tener poder para "vivir en un mundo mejor". Un cuento terrible para todos. Los aristócratas, teniendo tanto para disfrutar de tan poco que vivir, él lo sabía mejor que nadie, en un buen tiempo de su vida humana, disfruto de la cuna de oro durante años, sin conocer nada, y ser ignorante de lo que era vivir realmente. Un traje formal, una buena pinta y era lo único que necesitabas para entrar en la élite tan electiva dentro de esa reunión especial, un gasto de dinero útil, una obra en el teatro de Paris significaba nuevas relaciones, nuevos fondos monetarios, y tal vez con mucha suerte, un buen cuello del que alimentarse, oh no, esos eran los asuntos de Luke. El ingreso a la sala era tan indecoroso, con tantos cuerpos paseando de aquí para allá, mezclando los olores de la sangre infectada con alcohol, las prostitutas vestidas con buenos harapos acompañando a un cliente de mucho prestigio, y el del propio lugar, limpio en todo sus rincones, minuciosamente conservado para ocasiones como esta. Reviso cada espacio con sus ojos de color celeste, mirando cada individuo con la curiosidad que le caracterizaba, sintiéndose atraído por cada historia, y sin embargo no interrumpiendo en mentes ajenas. Allí fue cuando la vio, una bruja tan observadora como la misma hermosura de la filosofía y la curiosidad, y tal vez, dentro de su mundo paralelo, una buena virgen servida a la mesa -Si fuera así- En ciudades como esta, los llamados "pecados" entretienen a todos como el pan de cada día, siendo una ley de vida, en vez de asuntos prohibidos. Encontrarse a una virgen era extraño ¿Y si ella lo fuera? ¿Y si ella no lo fuera? Entonces… ¿Cómo se llamaba? ¿Quién era? Las preguntas fueron formándose poco a poco, una tras otra, terminando por ser solo silencio dentro de su cabeza.

Podía ser una creatura tan rápida como lo desease, así entonces, de pronto, quedo sentado al lado de aquella mujer que había llamado su atención- Buenas noches, signorina -Dijo con la mirada al frente, acompañado con ese acento italiano característica de su procedencia. Como no extrañaba Roma, no, no lo hacía ¿Porque hacerlo? Vivir bajo el recuerdo del pasado no era algo que él pudiera hacer, cada día, mientras sus ojos se cerraban esperando el atardecer, los recuerdos eran lentamente borrados. Todos y cada uno de ellos. -Tal vez me quede sin nombre- Y no lo hubiera deseado diferente, tener en claro lo que era, y quién era, no era exactamente su mayor orgullo. Pero ¿Quién era el para discutir los designios del señor?

por Invitado Jue Sep 16, 2010 6:22 pm

El joven la sobresaltó, la asustó y la hipnotizó, en ese orden. Solía ser demasiado minuciosa en sus observaciones, tanto como para fijarse en cada gesto que había hecho él en una sola frase. El problema era que no había hecho ninguno. Había fijado sus ojos en ella, tan fríos, tan curiosos, la hizo temblar. Parecía que la mirara como a un maniquí, como algo que pudiera comprarse y utilizar, tanto que si de repente le hubiese aparecido una etiqueta, ni siquiera se habría inmutado.
Además, no entendía por qué había subido hasta ahí, y tan rápido y...Las preguntas se agolpaban en su cabeza y fue consciente de que debía responder o el extraño pensaría que padecía algún retraso mental, que comparada con la rapidez de acción de éste, bien podía ser cierto,

- Bonne nuit, monsieur... - Hizo acopio de toda su compostura para no parecer idiota. Realmente ella estaba acostumbrada a la soledad, o a los pequeños círculos de amistades. Nunca a desconocidos que irrumpían en un palco privado, con ese aire de ser el dueño de todo. Que, reconociéndolo, le molestaba tanto como le atraía. - Sabe usted que no debería estar aquí, ¿verdad? - Si alguien lo veía entrar o salir con ella, su reputación se volvería confusa, y la nobleza estaba esperando desde hacía tiempo algún escándalo.

Además, había algo oscuro, inquietante, persuasivo...Algo en él que parecía llamar, como un imán. Solía filtrear con algunos caballeros, y siempre le había parecido un juego fácil y monótono, pero, no sabía muy bien por qué, esa conversación tenía toda la pinta de no serlo.

O tal vez lo fuera, pero sin duda, si ése era un juego, llevaba las de perder.

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