AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
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Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
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Aquel día se levantó temprano por la mañana, la verdad es que la noche anterior no había podido dormir lo suficiente pues había estado girando de un lado a otro en la cama debido a la impaciencia que le provocaba la cita que tendría.
Esa mañana la dedicó completamente para él, deseaba verse completamente presentable y si que lo había conseguido. En comparación a como lucía cada día en el mercado, hoy podía pasar fácilmente como un extranjero adinerado y no como un comerciante. Y es que él si manejaba dinero, solo que no gustaba de ostentar, por juicio y precaución.
No sería muy dificil identificarle. Vestía de forma elegante como muchos en París pero con el toque que solo tendría un hombre proveniente de Oriente. Llevaba un abrigo largo con caída recta y de color verde con cuello mao, pantalones blancos, algo holgados y unas botines negros para repararse del frío. Su cabeza era cubierta por un pañuelo blanco amarrado a modo de turbante, pero que quedaba bien apegado a la figura de su cabeza, con las puntas colgando hacia atrás. Y para protegerse un poco mas del frío, usaba una pañoleta marrón en su cuello.
Estaba de pie, contemplando los pocos jazmines en flor que quedaban. Claro, con el frío que podía hacer muchas no sobrevivían, aún por mas cuidados que tuvieran.- Una flor marchita por frialdad...-Susurró mientras sus verdes ojos miraban a su alrededor buscando a la mujer que esperaba. Aquella bella flor que le parecía oprimida, sin derecho a seguir creciendo, sin ser cuidada y expuesta horriblemente al frío...claro, el frío que sentías al no tener un par de brazos que te reconfortaran.
Se inclinó un poco a las flores que quedaban para percibir su aroma y se preguntó si su dama llegaría con aquella exquisita fragancia.
Aquel día se levantó temprano por la mañana, la verdad es que la noche anterior no había podido dormir lo suficiente pues había estado girando de un lado a otro en la cama debido a la impaciencia que le provocaba la cita que tendría.
Esa mañana la dedicó completamente para él, deseaba verse completamente presentable y si que lo había conseguido. En comparación a como lucía cada día en el mercado, hoy podía pasar fácilmente como un extranjero adinerado y no como un comerciante. Y es que él si manejaba dinero, solo que no gustaba de ostentar, por juicio y precaución.
No sería muy dificil identificarle. Vestía de forma elegante como muchos en París pero con el toque que solo tendría un hombre proveniente de Oriente. Llevaba un abrigo largo con caída recta y de color verde con cuello mao, pantalones blancos, algo holgados y unas botines negros para repararse del frío. Su cabeza era cubierta por un pañuelo blanco amarrado a modo de turbante, pero que quedaba bien apegado a la figura de su cabeza, con las puntas colgando hacia atrás. Y para protegerse un poco mas del frío, usaba una pañoleta marrón en su cuello.
Estaba de pie, contemplando los pocos jazmines en flor que quedaban. Claro, con el frío que podía hacer muchas no sobrevivían, aún por mas cuidados que tuvieran.- Una flor marchita por frialdad...-Susurró mientras sus verdes ojos miraban a su alrededor buscando a la mujer que esperaba. Aquella bella flor que le parecía oprimida, sin derecho a seguir creciendo, sin ser cuidada y expuesta horriblemente al frío...claro, el frío que sentías al no tener un par de brazos que te reconfortaran.
Se inclinó un poco a las flores que quedaban para percibir su aroma y se preguntó si su dama llegaría con aquella exquisita fragancia.
Sadiq Annan- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 25/12/2010
Re: Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
Despues de lo que había pasado ayer en el castillo había dormido francamente mal. Y no tanto por aquello como por lo que iba a hacer aquella tarde, iba a volver a verle. Parecía haber pasado mas tiempo que tan solo un día, aunque la percepción del tiempo estaba sin duda distorsionada cuando ansiabas ver a alguien tanto.
Me había arreglado tanto o incluso mas que para el día de mi boda, sin el temor de que Alexei anduviera molestandome ya que por algún motivo que desconocía desaparecía sin dejar rastro durante el día, como si se lo comiera la tierra. Escogí uno de mis mejores vestidos para la ocasión, con escote cuadrado y en tonos tierra.
Y por supuesto el perfume utilizado fue el de jazmín que él mismo me había regalado el día anterior. Y asi estuve toda la mañana de un lado para otro mientras me peinaba, vestía, comía, volvía a mirarme al espejo, y si tuviera la costumbre de comerme las uñas por los nervios, lo haría.
Pero ya eran las dos y mediay debía llamar ya al cochero para que tuviera listo el carruaje que me llevaría hasta el jardín bontánico. Dentro del carruaje me retorcía las manos ¿Y si todo era una trampa? Sabía de varias personas a las que les había pasado eso, y no habían salido muy bien paradas.
Pero cuando bajé del carruaje y vislumbré a Sadiq alli solitario contemplando las flores, un sentimiento de confianza me invadió, por lo que me acerqué por su espalda lo mas sigilosamente posible, para tapar sus ojos y preguntarle:
-¿Sabes quien soy?
Me había arreglado tanto o incluso mas que para el día de mi boda, sin el temor de que Alexei anduviera molestandome ya que por algún motivo que desconocía desaparecía sin dejar rastro durante el día, como si se lo comiera la tierra. Escogí uno de mis mejores vestidos para la ocasión, con escote cuadrado y en tonos tierra.
Y por supuesto el perfume utilizado fue el de jazmín que él mismo me había regalado el día anterior. Y asi estuve toda la mañana de un lado para otro mientras me peinaba, vestía, comía, volvía a mirarme al espejo, y si tuviera la costumbre de comerme las uñas por los nervios, lo haría.
Pero ya eran las dos y mediay debía llamar ya al cochero para que tuviera listo el carruaje que me llevaría hasta el jardín bontánico. Dentro del carruaje me retorcía las manos ¿Y si todo era una trampa? Sabía de varias personas a las que les había pasado eso, y no habían salido muy bien paradas.
Pero cuando bajé del carruaje y vislumbré a Sadiq alli solitario contemplando las flores, un sentimiento de confianza me invadió, por lo que me acerqué por su espalda lo mas sigilosamente posible, para tapar sus ojos y preguntarle:
-¿Sabes quien soy?
Ione Darkfrith- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 28/12/2010
Re: Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
Ensimismado en sus pensamientos no se percato de ningun ruido alrededor, solo de la oscuridad que le invadió al ser sus ojos tapados.
¿Que quien era? Aquello no era dificil de saber. La suavidad de sus manos, el aroma a jazmin que no venia precisamente de las flores frente a el y ademas esa voz melodiosa. Era Aleksandra y habia llegado a la cita acordada. Elevo sus manos tomando las de ella mientras una sonrisa inundaba sus labios.- Lo se muy bien, Mademoiselle Romanova...-Aparto las manos de sus ojos y se dio la media vuelta para verla de frente- ¿O puedo llamarle solo Aleksandra?
Su diestra se fue de inmediato a posarse sobre la mejilla de la joven acariciándola con suavidad, haciendo aquello que habia querido hacer en el mercado, donde la situacion no se lo había permitido. Sus ojos se prendaron de los de la joven, como si uno fuera imán y el otro metal, imposibles de ser separados. ¿Qué era aquello que le atraía como mosca a la miel? No lo tenía claro, pero no le importaba, tan solo esperaba que ese día pudiera ser especial.
Deseó que todo lo que había aprendido viviendo tantos años en un palacio le sirvieran para tratar a una dama tan especial, pero además, esperaba que su propio encanto sirviera para agradarle. Extendió su brazo semi doblado para dejarla que se enganchara de él.- Quizás le gustaría dar un paseo ahora además...-De pronto es detuvo al hablar y le quedó observando, dándose un golpecito en la cabeza con su mano libre- Soy un tonto despistado, no es que no me haya fijado, pero creo que me sorprendí demasiado, el día de hoy usted se ve encantadoramente hermosa.
¿Que quien era? Aquello no era dificil de saber. La suavidad de sus manos, el aroma a jazmin que no venia precisamente de las flores frente a el y ademas esa voz melodiosa. Era Aleksandra y habia llegado a la cita acordada. Elevo sus manos tomando las de ella mientras una sonrisa inundaba sus labios.- Lo se muy bien, Mademoiselle Romanova...-Aparto las manos de sus ojos y se dio la media vuelta para verla de frente- ¿O puedo llamarle solo Aleksandra?
Su diestra se fue de inmediato a posarse sobre la mejilla de la joven acariciándola con suavidad, haciendo aquello que habia querido hacer en el mercado, donde la situacion no se lo había permitido. Sus ojos se prendaron de los de la joven, como si uno fuera imán y el otro metal, imposibles de ser separados. ¿Qué era aquello que le atraía como mosca a la miel? No lo tenía claro, pero no le importaba, tan solo esperaba que ese día pudiera ser especial.
Deseó que todo lo que había aprendido viviendo tantos años en un palacio le sirvieran para tratar a una dama tan especial, pero además, esperaba que su propio encanto sirviera para agradarle. Extendió su brazo semi doblado para dejarla que se enganchara de él.- Quizás le gustaría dar un paseo ahora además...-De pronto es detuvo al hablar y le quedó observando, dándose un golpecito en la cabeza con su mano libre- Soy un tonto despistado, no es que no me haya fijado, pero creo que me sorprendí demasiado, el día de hoy usted se ve encantadoramente hermosa.
Sadiq Annan- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 25/12/2010
Re: Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
Había llegado a tiempo y había valido la pena la enorme espera de aquella mañana, porque si bien yo sabía que estaba hermosa Sadiq estaba realmente apuesto... Sin duda alguna de haber estado ayer de ese modo en el mercado hubiese podido pasar por un noble extranjero cuando menos.
-Por supuesto que dejo que me llames Aleksandra o Sasha, como me llaman mis allegados... Siempre y cuando tu me dejes llamarte Sadiq y no tratarte de usted, tal y como estoy haciendo ahora.-sentí su mano sobre mi mejilla, gesto que denotaba ternura y que hizo que me estremeciera. Posé mi mano sobre la suya, la que tenía en mi rostro y cerré los ojos para disfrutar mas de aquel momento anhelado.
Solo me faltaba un beso suyo para subir al paraiso... Pero este no llegó, al menos no por el momento, cosa que aunque extrañe no me importó, para mi ya era un regalo el estar aquí junto a él, sin ninguna preocupación, puesto que no se veía a nadie a la vista. Cuando me ofreció su brazo lo tomé con una sonrisa tímida y algo nerviosa, en el fondo sabía que lo que estaba haciendo no era malo pues ¿Era malo el hacer caso de lo que el corazón te decía?
- Tu tambien estás guapisimo Sadiq, lo cual me parecía prácticamente imposible a decir verdad, ahora veo que los milagros existen... Me encantaría ir a dar un paseo, pero antes quiero agradecerte de la única forma que tengo el regalo que me hiciste ayer, y no me refiero precisamente a la esencia de jazmín... Pero debes cerrar los ojos-le dije advirtiendo con una mano y con una nueva sonrisa en la boca. Esperé a darle mi regalo a que cerrara los ojos.
-Por supuesto que dejo que me llames Aleksandra o Sasha, como me llaman mis allegados... Siempre y cuando tu me dejes llamarte Sadiq y no tratarte de usted, tal y como estoy haciendo ahora.-sentí su mano sobre mi mejilla, gesto que denotaba ternura y que hizo que me estremeciera. Posé mi mano sobre la suya, la que tenía en mi rostro y cerré los ojos para disfrutar mas de aquel momento anhelado.
Solo me faltaba un beso suyo para subir al paraiso... Pero este no llegó, al menos no por el momento, cosa que aunque extrañe no me importó, para mi ya era un regalo el estar aquí junto a él, sin ninguna preocupación, puesto que no se veía a nadie a la vista. Cuando me ofreció su brazo lo tomé con una sonrisa tímida y algo nerviosa, en el fondo sabía que lo que estaba haciendo no era malo pues ¿Era malo el hacer caso de lo que el corazón te decía?
- Tu tambien estás guapisimo Sadiq, lo cual me parecía prácticamente imposible a decir verdad, ahora veo que los milagros existen... Me encantaría ir a dar un paseo, pero antes quiero agradecerte de la única forma que tengo el regalo que me hiciste ayer, y no me refiero precisamente a la esencia de jazmín... Pero debes cerrar los ojos-le dije advirtiendo con una mano y con una nueva sonrisa en la boca. Esperé a darle mi regalo a que cerrara los ojos.
Ione Darkfrith- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 28/12/2010
Re: Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
Le gustó la idea de poder tratarle con mas cercanía sin tantos protocolos de por medio.-Sasha...-Repitió en un susurró que terminó en una semi sonrisa mientras le asentía- Claro, dime Sadiq no hay problema alguno en ello...el que me trates de usted solo me hace sentir mas distante y mayor.
La mano de Aleksandra sobre la suya se sentía suave y cálida, al igual que la piel de su rostro. Se sentía nervioso, al igual como podía percibir los nervios de ella. Aunque a él aquello que le hacía causar nervios eran sus cuestionamientos. Sabía bien que no tenía cualquier mujer frente suyo. Por lo mismo refrenaba el impulso de sus labios por probar los ajenos. Mas aún viéndole con los ojos cerrados. Solo era cuestión de inclinarse y besarla. Pero controló el impulso y que mejor que ir a dar un paseo.
No quería confesar que había puesto extremo cuidado en su apariencia, así que solo sonrió.- Bueno, al mercado no puedo ir luciendo así, o al menos eso creo, aunque quizás uno de estos días compre un local en París y quizás me quede ahí vendiendo, podría darme el lujo de lucir como hoy siempre...-Detuvo sus palabras al oírle hablar y le escuchó atento- ¿Regalo? ¿Además del jazmín? ¿Hablas de los tres deseos?
No preguntó mas y volvió a callarse, haciéndole caso. Cerró sus ojos respirando con tranquilidad aún cuando se sentía inquieto y algo impaciente. ¿Qué sería aquello que le regalaría?
- Podría ser que...- Acalló sus propios pensamientos y solo esperó.
La mano de Aleksandra sobre la suya se sentía suave y cálida, al igual que la piel de su rostro. Se sentía nervioso, al igual como podía percibir los nervios de ella. Aunque a él aquello que le hacía causar nervios eran sus cuestionamientos. Sabía bien que no tenía cualquier mujer frente suyo. Por lo mismo refrenaba el impulso de sus labios por probar los ajenos. Mas aún viéndole con los ojos cerrados. Solo era cuestión de inclinarse y besarla. Pero controló el impulso y que mejor que ir a dar un paseo.
No quería confesar que había puesto extremo cuidado en su apariencia, así que solo sonrió.- Bueno, al mercado no puedo ir luciendo así, o al menos eso creo, aunque quizás uno de estos días compre un local en París y quizás me quede ahí vendiendo, podría darme el lujo de lucir como hoy siempre...-Detuvo sus palabras al oírle hablar y le escuchó atento- ¿Regalo? ¿Además del jazmín? ¿Hablas de los tres deseos?
No preguntó mas y volvió a callarse, haciéndole caso. Cerró sus ojos respirando con tranquilidad aún cuando se sentía inquieto y algo impaciente. ¿Qué sería aquello que le regalaría?
- Podría ser que...- Acalló sus propios pensamientos y solo esperó.
Sadiq Annan- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 25/12/2010
Re: Embriagado del jazmín y de ti {Aleksandra Romanova}
Me encantó el sonido que producía mi nonbre saliendo de sus labios, tan dulce y tan misterioso. Si hubiera sido un gato me hubiera puesto a ronronear en cualquier instante tan solo por el mero hecho de estar junto a él en un lugar tan hermoso.
-¿Mayor? Ni que fueras un anciano decrépito que va persiguiendo jovencitas por ahí-le respondí con un tono alegre y bromista. En ese instante acudió a mi imaginación la imagen de un Sadiq encorvado y sin dientes, con una larga barba blanca mirándo con avidez a cuanto ser con faldas se le pusiera por delante. Con un esfuerzo que me pregunto como conseguí hacer reprimí la carcajada, mas no la sonrisa que iluminó mi rostro.
Seguía notando esa sensación en el estómago, como si estuviera flotando en el cielo en lugar de estar con los pies pegados a la tierra. Ese era un sueño recurrente en mis noches, el soñar que volaba y en aquellos momentos creía que lo que sentía debia de ser lo mas parecido a volar que un ser humano puede experimentar. Le dediqué una nueva sonrisa si cabe aún mas amplia:
-¿Porqué no? Venderías muchisimo mas, ya no solo por la calidad de tus productos si no por el buen aspecto del que lo vende. Piensalo, serías como un cartel publicitario se acercarían por ti y se quedarían por las telas... Aunque ya ves que en mi caso fue al revés-que poco me había esperado yo que cuando saliera a comprar me encontraría con alguien como él. Me gustaría preguntarle su edad, debía rondar la veintena un poco pasada, pero no mucho mas. Se le veía confundido cuando nombré el regalo de ayer, y no acertó en ninguno de los dos intentos. Si bien los tres deseos eran un gran regalo que pensaba cobrarme y el jazmín me había alegrado la cara, lo que me había llenado realmente había sido e´l sentir una conexión especial con una persona al momento de conocerla.
Cerró los ojos y con una sonrisa me acerqué a él, dispuesta a besarle... Pero no se si por acobardarme, porque quería que fuera él el que me besase o simplemente porque quería jugar apoyé mi mano sobre su hombro al tiempo que comenzaba a recitar unos hermosos versos, perfectos para la ocasión.
Terminé de recitar esos versos en su oido, tal y como había hecho ayer en el mercado. Lentamente me fuí separando de él. Era su turno, ahora movería ficha ¿Tendría el deseo esta vez una respuesta?
-¿Mayor? Ni que fueras un anciano decrépito que va persiguiendo jovencitas por ahí-le respondí con un tono alegre y bromista. En ese instante acudió a mi imaginación la imagen de un Sadiq encorvado y sin dientes, con una larga barba blanca mirándo con avidez a cuanto ser con faldas se le pusiera por delante. Con un esfuerzo que me pregunto como conseguí hacer reprimí la carcajada, mas no la sonrisa que iluminó mi rostro.
Seguía notando esa sensación en el estómago, como si estuviera flotando en el cielo en lugar de estar con los pies pegados a la tierra. Ese era un sueño recurrente en mis noches, el soñar que volaba y en aquellos momentos creía que lo que sentía debia de ser lo mas parecido a volar que un ser humano puede experimentar. Le dediqué una nueva sonrisa si cabe aún mas amplia:
-¿Porqué no? Venderías muchisimo mas, ya no solo por la calidad de tus productos si no por el buen aspecto del que lo vende. Piensalo, serías como un cartel publicitario se acercarían por ti y se quedarían por las telas... Aunque ya ves que en mi caso fue al revés-que poco me había esperado yo que cuando saliera a comprar me encontraría con alguien como él. Me gustaría preguntarle su edad, debía rondar la veintena un poco pasada, pero no mucho mas. Se le veía confundido cuando nombré el regalo de ayer, y no acertó en ninguno de los dos intentos. Si bien los tres deseos eran un gran regalo que pensaba cobrarme y el jazmín me había alegrado la cara, lo que me había llenado realmente había sido e´l sentir una conexión especial con una persona al momento de conocerla.
Cerró los ojos y con una sonrisa me acerqué a él, dispuesta a besarle... Pero no se si por acobardarme, porque quería que fuera él el que me besase o simplemente porque quería jugar apoyé mi mano sobre su hombro al tiempo que comenzaba a recitar unos hermosos versos, perfectos para la ocasión.
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.
Terminé de recitar esos versos en su oido, tal y como había hecho ayer en el mercado. Lentamente me fuí separando de él. Era su turno, ahora movería ficha ¿Tendría el deseo esta vez una respuesta?
Ione Darkfrith- Hechicero Clase Baja
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