AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cual vulgar ratera {LIBRE}
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Cual vulgar ratera {LIBRE}
Ya era la tercera vez que pasaba frente al parque de atracciones, y al ritmo que llevaba pronto llegarían la cuarta, la quinta... ¿Que porqué perdía mi tiempo dando vueltas frente a la entrada del parque?, pues todo tenía su razón. Desde la muerte de mis padres no había vuelto al parque de diversiones, no por estar de luto ni nada por el estilo, sino que tras la muerte de éstos me había tenido que apretar el cinturón. No es que tuviera toda una gran herencia, éramos una humilde familia por lo que no era mucho el dinero que tenía actualmente. Yo había intentado ganar dinero por mi propia cuenta, pero obviamente una chica de diecisiete años no iba a conseguir gran cosa.
Así que esa era la razón por la que caminaba frente al parque de diversiones, lanzando alguna que otra mirada de soslayo, a falta de dinero con el que comprar una simple entrada. Fue entonces cuando una fugaz idea pasó por mi mente. Una idea que hubiera preferido no tener y que no era muy común en mi. Con paso decidido caminé hacia un par de hombres de elegancia intachable que pasaban por la zona, pero sin intención alguna de ir al parque de diversiones.
- Disculpe señor...- me disculpé tras haber chocado intencionadamente con uno de esos hombres. Éste me miró frunciendo la mirada durante unos instantes, pero finalmente le quitó importancia con un gesto y prosiguió con su camino junto a su acompañante.
Bajé la mirada hacia mis manos, en las cuales se encontraban la cartera del hombre. Me dispuse a sacar el dinero para dirigirme a comprar la entrada, pero el remordimiento atormentaba a mi conciencia. Sabiendo que no podría soportar semejante carga de culpabilidad eché a correr hacia donde se encontraba el hombre.
- ¡Espere señor, se le ha caido la cartera al chocar!- el hombre se giró y vino rápidamente hacia su cartera. Comprobó que no le faltaba nada y tras lanzarme una mirada desconfiada murmuró un "gracias" apenas audible, antes de girarse y volver hasta donde le esperaba el otro hombre.
Giré sobre mi misma y lancé un suspiro al aire, volviendo a lanzar una mirada al parque de diversiones.
Así que esa era la razón por la que caminaba frente al parque de diversiones, lanzando alguna que otra mirada de soslayo, a falta de dinero con el que comprar una simple entrada. Fue entonces cuando una fugaz idea pasó por mi mente. Una idea que hubiera preferido no tener y que no era muy común en mi. Con paso decidido caminé hacia un par de hombres de elegancia intachable que pasaban por la zona, pero sin intención alguna de ir al parque de diversiones.
- Disculpe señor...- me disculpé tras haber chocado intencionadamente con uno de esos hombres. Éste me miró frunciendo la mirada durante unos instantes, pero finalmente le quitó importancia con un gesto y prosiguió con su camino junto a su acompañante.
Bajé la mirada hacia mis manos, en las cuales se encontraban la cartera del hombre. Me dispuse a sacar el dinero para dirigirme a comprar la entrada, pero el remordimiento atormentaba a mi conciencia. Sabiendo que no podría soportar semejante carga de culpabilidad eché a correr hacia donde se encontraba el hombre.
- ¡Espere señor, se le ha caido la cartera al chocar!- el hombre se giró y vino rápidamente hacia su cartera. Comprobó que no le faltaba nada y tras lanzarme una mirada desconfiada murmuró un "gracias" apenas audible, antes de girarse y volver hasta donde le esperaba el otro hombre.
Giré sobre mi misma y lancé un suspiro al aire, volviendo a lanzar una mirada al parque de diversiones.
Kathleen J. Dubois- Humano Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 33
Re: Cual vulgar ratera {LIBRE}
Llevaba un tiempo en la ciudad pero la mayoría de esos días la había recorrido con su forma humana, no había hecho mucho uso de su don, pues lo que mas le encantaba era el convertirse en tigre, pero ¿Qué haría un tigre en medio de París?. Por lo que hoy había salido a recorrer parte de la ciudad con la forma de un animal en verdad común, como un gato.
Corría por un lado, trepaba por otro, y a veces su anaranjado pelaje se llenaba de escarcha por el frío del invierno, pero nada que una sacudida no ayudara.
Cuando llegó al parque de diversiones, aquel del cual había tanto escuchado hablar, se detuvo y estuvo un momento mirando a la gente que entraba y salía, la mayoría se veía tan feliz. Y se suponía que así debían estar, pero en él llamó la atención una joven con cabello rojizo, bastante llamativo para él, y además portaba un rostro triste, algo melancólico. ¿Acaso quería entrar?
Eso le parecía, quizás no tenía dinero, quizás añoraba compañía...quizás...quizás, tantas posibilidades habrían como estrellas en el firmamento.
Se hecho en un lugar donde quedar libre de cualquier pisada de la gente y le estuvo observando con sus verdes ojos y pudo ver perfectamente el momento en que chocó con esos hombres de alta alcurnia y cunas de oro, como la cartera le era arrebatada y aquel hombre le importaba mas el ser arrogante que su propio dinero. Vaya como caía fácil esa gente tan poco precavida con sus riquezas.
-Así que es una ladrona...-Pensó el que ahora lucía como gato, pero su pensamiento cambió al verle como corría tras ese arrogante a devolverle aquello que le arrebató. Si pudiera habría sonreído.-...ladrona no. -Pensó de pronto y no le quitó la vista de encima.
Sintió que algo debía hacer. Digamos que cada mes se daba el gusto de comprar algo extraño o hacer algo fuera de lo común en lo cual invirtiera dinero. Solo por gusto, solo porque estaba todo el mes ahorrando peso a peso y trabajando como un asno por tener su dinero.
Cuando se vio libre de público volvió a su forma humano. Sacudió algunas hojas de su abrigo color azul oscuro, y arregló el pañuelo blanco que traía en su cuello y con paso veloz caminó hacia la pelirroja, apareciendo tras ella- Bello gesto el de devolver el dinero a aquel hombre que lo había extraviado...-Caminó delante de ella y con una sonrisa se reverenció- Sadiq Annan, ese es mi nombre y noté que además de ser...honrada...parece tener ganas de entrar al parque, a mi también me gustaría pero creo que solo sería algo aburrido, me haría el favor de acompañarle si yo le invito?
Corría por un lado, trepaba por otro, y a veces su anaranjado pelaje se llenaba de escarcha por el frío del invierno, pero nada que una sacudida no ayudara.
Cuando llegó al parque de diversiones, aquel del cual había tanto escuchado hablar, se detuvo y estuvo un momento mirando a la gente que entraba y salía, la mayoría se veía tan feliz. Y se suponía que así debían estar, pero en él llamó la atención una joven con cabello rojizo, bastante llamativo para él, y además portaba un rostro triste, algo melancólico. ¿Acaso quería entrar?
Eso le parecía, quizás no tenía dinero, quizás añoraba compañía...quizás...quizás, tantas posibilidades habrían como estrellas en el firmamento.
Se hecho en un lugar donde quedar libre de cualquier pisada de la gente y le estuvo observando con sus verdes ojos y pudo ver perfectamente el momento en que chocó con esos hombres de alta alcurnia y cunas de oro, como la cartera le era arrebatada y aquel hombre le importaba mas el ser arrogante que su propio dinero. Vaya como caía fácil esa gente tan poco precavida con sus riquezas.
-Así que es una ladrona...-Pensó el que ahora lucía como gato, pero su pensamiento cambió al verle como corría tras ese arrogante a devolverle aquello que le arrebató. Si pudiera habría sonreído.-...ladrona no. -Pensó de pronto y no le quitó la vista de encima.
Sintió que algo debía hacer. Digamos que cada mes se daba el gusto de comprar algo extraño o hacer algo fuera de lo común en lo cual invirtiera dinero. Solo por gusto, solo porque estaba todo el mes ahorrando peso a peso y trabajando como un asno por tener su dinero.
Cuando se vio libre de público volvió a su forma humano. Sacudió algunas hojas de su abrigo color azul oscuro, y arregló el pañuelo blanco que traía en su cuello y con paso veloz caminó hacia la pelirroja, apareciendo tras ella- Bello gesto el de devolver el dinero a aquel hombre que lo había extraviado...-Caminó delante de ella y con una sonrisa se reverenció- Sadiq Annan, ese es mi nombre y noté que además de ser...honrada...parece tener ganas de entrar al parque, a mi también me gustaría pero creo que solo sería algo aburrido, me haría el favor de acompañarle si yo le invito?
Sadiq Annan- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 25/12/2010
Re: Cual vulgar ratera {LIBRE}
Estuve unos minutos más observando a las personas que entraban en el parque, la mayoría de ellos niños, acompañados por sus padres. O quizás fueran los padres quienes iban acompañados por sus hijos, y quienes los usaban como excusa para esconder ese niño que todos conservamos dentro. Y sí, yo también lo conservaba, quizás más fuera que dentro. Finalmente me dispuse a dar media vuelta, ya que no me veía capaz de quitarle la cartera a nadie, ni de colarme en el parque. Si no era de manera honrada no iba a entrar, así que no veía porqué iba a quedarme ahí martirizándome aún más.
Giré sobre mi misma, dispuesta a emprender la vuelta a casa, pero al hacerlo di un respingo al toparme con un hombre que se encontraba detrás de mí. No es que me hubiera asustado, bueno quizás un poco, es sólo que hace unos instantes no me había parecido ver a nadie detrás. Aunque lo más probable era que me hubiera centrado demasiado en observar el parque que ni me había dado cuenta de quienes pasaban a mi alrededor.
- Lo siento, no le había…- pero antes de acabar la frase escuché lo que estaba diciendo y me ruboricé todo lo posible. Así que el chico había visto lo que acababa de hacer. ¿Qué pensaría de mi?, ¿me vería como una ladrona? Pero no, el chico denominó mis actos como un “bello gesto”, y aunque no mencionó el hecho de que yo le había quitado el dinero al hombre antes de devolvérselo, sabía que también lo había visto. Comenzó a caminar delante de mí y yo le fui siguiendo con la mirada a medida que avanzaba.
Dicen que las buenas acciones se ven recompensadas, pero sin embargo nunca llegué a pensar que sería al pie de la letra y de forma tan directa. El caso es que el chico se ofreció a pagarme la entrada a cambio de acompañarle. Si eso no era una recompensa, ¿qué lo sería? Aún así, antes de mostrar mi entusiasmo observé unos instantes más al chico, con cierta curiosidad.
- ¿Está seguro?, quiero decir… para mi sería un placer pero no quiero molestar…- en realidad más que nada no quería que el chico se viera obligado a hacerlo por pena.- Yo soy Kathleen Dubois- me presenté yo también ya que él lo había hecho con toda educación. Hice un esfuerzo por intentar parecer educada yo también, en realidad yo tendía a tutear a la gente, y prefería que me tutearan a mí también, pero sabía que no eran maneras de tratar con alguien a quién acabas de conocer.
Giré sobre mi misma, dispuesta a emprender la vuelta a casa, pero al hacerlo di un respingo al toparme con un hombre que se encontraba detrás de mí. No es que me hubiera asustado, bueno quizás un poco, es sólo que hace unos instantes no me había parecido ver a nadie detrás. Aunque lo más probable era que me hubiera centrado demasiado en observar el parque que ni me había dado cuenta de quienes pasaban a mi alrededor.
- Lo siento, no le había…- pero antes de acabar la frase escuché lo que estaba diciendo y me ruboricé todo lo posible. Así que el chico había visto lo que acababa de hacer. ¿Qué pensaría de mi?, ¿me vería como una ladrona? Pero no, el chico denominó mis actos como un “bello gesto”, y aunque no mencionó el hecho de que yo le había quitado el dinero al hombre antes de devolvérselo, sabía que también lo había visto. Comenzó a caminar delante de mí y yo le fui siguiendo con la mirada a medida que avanzaba.
Dicen que las buenas acciones se ven recompensadas, pero sin embargo nunca llegué a pensar que sería al pie de la letra y de forma tan directa. El caso es que el chico se ofreció a pagarme la entrada a cambio de acompañarle. Si eso no era una recompensa, ¿qué lo sería? Aún así, antes de mostrar mi entusiasmo observé unos instantes más al chico, con cierta curiosidad.
- ¿Está seguro?, quiero decir… para mi sería un placer pero no quiero molestar…- en realidad más que nada no quería que el chico se viera obligado a hacerlo por pena.- Yo soy Kathleen Dubois- me presenté yo también ya que él lo había hecho con toda educación. Hice un esfuerzo por intentar parecer educada yo también, en realidad yo tendía a tutear a la gente, y prefería que me tutearan a mí también, pero sabía que no eran maneras de tratar con alguien a quién acabas de conocer.
Kathleen J. Dubois- Humano Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 33
Re: Cual vulgar ratera {LIBRE}
No le fue extraño verle ruborizarse. Su propuesta había sido muy repentina, pero así tenía que ser. Si se lo pensaba mucho iba a comenzar a sacar cuentas y lo mas seguro es que con lo avaro que solía ser a veces, iba a terminar desistiendo de su idea o diciéndole a la chica un "Te pago la entrada pero luego trabajas un día completo para mi". Vamos, si haría una invitación ahora sería de corazón y por gusto...además simplemente no se podía resistir a un par de ojos que se mostraban deseosos de querer algo o estar en aprietos. Su lado caballeroso salía a flote. En su tierra los hombres solían tener varias esposas pero a cada una había que tratarla igual que a la otra y siempre mantenerlas como se debía. No es que él se quisiera hacer de un harem, pero si tenía cierto pensamiento de tratar bien a una mujer.
Negó con su cabeza y luego echó una mirada a la entrada del parque- Estaría mintiendo si digo que estoy completamente seguro ¿A poco no es una locura invitar a un extraño? Pero considerando que en esta ciudad no tengo conocidos, pues...daría igual. -Cuando escuchó el nombre de la pelirroja volteó la mirada para verle a los ojos, sonriendo- Un gusto señorita Dubois, y repito que sería un agrado el tener compañía para entrar. Si lo hiciera solo, creo que me limitaría a mirar las entretenciones, me daría algo de vergüenza andar como un niño allí a dentro a mi edad...mejor dos avergonzados que uno. -Rió ante su propio comentario mientras cruzaba sus brazos tras la espalda, volviendo a mirar la entrada del parque, con tanta gente feliz.
Aquellas familias que entraban y salían de aquel lugar. Aquello le causaba curiosidad, él había visto otros parques en sus anteriores viajes y siempre había deseado entrar a alguno, quizás imaginarse siendo un niño que disfrutaba de algún juego y no que vivía encerrado en un palacio siendo la entretención del hijo del sultán solo por poder convertirse en tigre.
- No sería ninguna molestia el invitarle, y si se presenta algo que me desagrade, simplemente se lo haré saber y me retiraré. Lo mismo para usted, si no le agrado puede dejarme cuando guste...-Medio sonrió mientras cerraba sus ojos y pasaba su mano por la barba que tenía algunos días de crecida- Nunca he visitado estos lugares y quisiera tener algo nuevo que contar cuando vuelva a Estambul, quizás decir que visite un parque de diversiones y además causar la envidia de aquellos que me conocen al mencionar que lo hice acompañado por un dama tan hermosa....-Le miró de reojo con algo de seriedad, pero en sus ojos no podía evitar mostrar lo que coqueto que solía ser, incluso sin proponerselo como lo era en ésta ocasión.
-Por favor, ante ese comentario no crea que solo he venido acá para intentar cortejarla nada mas, siendo sincero, puede que sea lo último que haga...-Habló seriamente y extendió su brazo para que ella se pudiera enganchar- Entonces ¿Vamos?...por cierto, solo digame Sadiq.
Negó con su cabeza y luego echó una mirada a la entrada del parque- Estaría mintiendo si digo que estoy completamente seguro ¿A poco no es una locura invitar a un extraño? Pero considerando que en esta ciudad no tengo conocidos, pues...daría igual. -Cuando escuchó el nombre de la pelirroja volteó la mirada para verle a los ojos, sonriendo- Un gusto señorita Dubois, y repito que sería un agrado el tener compañía para entrar. Si lo hiciera solo, creo que me limitaría a mirar las entretenciones, me daría algo de vergüenza andar como un niño allí a dentro a mi edad...mejor dos avergonzados que uno. -Rió ante su propio comentario mientras cruzaba sus brazos tras la espalda, volviendo a mirar la entrada del parque, con tanta gente feliz.
Aquellas familias que entraban y salían de aquel lugar. Aquello le causaba curiosidad, él había visto otros parques en sus anteriores viajes y siempre había deseado entrar a alguno, quizás imaginarse siendo un niño que disfrutaba de algún juego y no que vivía encerrado en un palacio siendo la entretención del hijo del sultán solo por poder convertirse en tigre.
- No sería ninguna molestia el invitarle, y si se presenta algo que me desagrade, simplemente se lo haré saber y me retiraré. Lo mismo para usted, si no le agrado puede dejarme cuando guste...-Medio sonrió mientras cerraba sus ojos y pasaba su mano por la barba que tenía algunos días de crecida- Nunca he visitado estos lugares y quisiera tener algo nuevo que contar cuando vuelva a Estambul, quizás decir que visite un parque de diversiones y además causar la envidia de aquellos que me conocen al mencionar que lo hice acompañado por un dama tan hermosa....-Le miró de reojo con algo de seriedad, pero en sus ojos no podía evitar mostrar lo que coqueto que solía ser, incluso sin proponerselo como lo era en ésta ocasión.
-Por favor, ante ese comentario no crea que solo he venido acá para intentar cortejarla nada mas, siendo sincero, puede que sea lo último que haga...-Habló seriamente y extendió su brazo para que ella se pudiera enganchar- Entonces ¿Vamos?...por cierto, solo digame Sadiq.
Sadiq Annan- Mensajes : 58
Fecha de inscripción : 25/12/2010
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