Recuerdos y un teatro (Yunuete)

Sus pequeños pies se arrastraban por las calles de la ciudad, como alma que lleva el diablo. Estaba extrañamente tranquila, algo que no conseguía desde hace mucho tiempo. Tranquila ¿Era esa la palabra? No lo sabía, tampoco le importaba. ¿Cuánto hacía que estaba en París? Un día, puede que dos...quizás algo más. No lo sabía con exactitud, no lo sabía en absoluto. El tiempo parecía algo surrealista para ella. Las horas iban pasando y para la chica el tiempo era como si se hubiera detenido, como si se hubiera detenido en dolorosos recuerdos que no la dejaban descansar apenas unos minutos al día.

Por eso el tiempo había dejado de tener sentido para ella, puesto que su vida se dirigía según sus recuerdos, es decir dependía de ellos. Si conseguía dormir unas horas, ya fuera de día o de noche era ya mucho. Despierta podía ahogar sus gritos y enterrar sus lágrimas, pero dormida no. Dormida no podía evitar que esos recuerdos volvieran a su mente, si es que alguna vez la habían abandonado. Dormida no podía evitar vivirlos como si volvieran a suceder, como si ella no pudiera evitar revivirlos una y otra vez. Y por eso apenas dormía y por eso se dedicaba a pasear, y por eso...y por eso tantas otras cosas.

Colocó uno de sus mechones tras su oreja y dirigió la mirada al suelo, como si la ciudad entera la estuviera juzgando, o tal vez era ella misma quien se juzgaba y no se atrevía a afrontarlo, pero...lo hecho hecho está ¿no? ya no podía hacer nada, sólo olvidar. Sólo eso. Olvidar... Estaba tranquila, extrañamente tranquila, quizás se podría decir que estaba triste, que ya no era esa pequeña alegre que una vez fue, pero...¿Acaso alguien podría decir eso? ¿Acaso alguien la ha conocido alegre? ¿Acaso alguien se molestó en conocerla? ¿Acaso ella ha sido alegre alguna vez en su vida? No, al menos ella no se acordaba de eso. Suspiró y elevó ligeramente la mirada, hasta encontrarse con un imponente edificio. Se quedó quieta, como paralizada.

Sus pupilas se dilataron notablemente mientras la joven contemplaba el teatro como quien contempla una obra de arte y es que para ella, en cierta forma así era. Un teatro, un edificio más para mucha gente, pero algo muy especial para ella. ¿Por qué? No lo sabía bien, quizás tuviera que ver con que su madre siempre estuviera sonriendo cuando hablaba del teatro, del teatro en general, de hermosas historias románticas que le contaba mientras acariciaba su cabello cuando estaba a punto de llorar, historias que le contaba hasta que se quedaban dormidas, historias que eran su particular refugio, historias que las apartaban de su realidad. Historias...

Y ahí estaba ella. Frente al teatro de París, recordando que una vez prometió que lo visitarían y allí estaba ella ahora, frente a ese imponente edificio, pero sola. Completamente sola. Se acercó con pasos cortos, casi tímidos hasta la escalinata principal. Acarició el mármol de las enorme columnas que ante ella se dibujaban y se sentó en los escalones, apoyando su cabeza en la ya nombrada columna, como si ésta le proporcionara el calor humano que necesitaba, como si ésta le llevara hasta su casa, hasta su madre. Se preguntó cómo estaría ella. Se preguntó si la volvería a ver y, sin poder hacer nada para evitarlo, su extraña tranquilidad se rompió en mil pedazos diferentes.

Aquella mañana me levante sin muchas ganas de la cama, mis pies tocaron el frio suelo de marmol y todo mi cuerpo sufrio un escalofrio pero rapidamente busque mis zaptaillas calientes que resguardaron mis pequeños pies del frio. Me acerque al gran ventan y descorri las cortinas, el tiempo era tipico de un dia de invierno. Un cielo encapotado amenazando con lluvia. Suspire y me quede un rato alli, mirando el cielo que se iba poniendo mas negro cada vez. Al final suspire y cuando me aleje de la ventana dos criadas entraron en mi habitacion, una de ellas me recordo que aquel dia tenia que ir al teatro. No me apetecia mucho porque era orden de mi madre pero me habia enviado un vestido color crema y tierra. Suspire y deje que me ayudaran a ponerlo. Despues desayune pero sin prisas, aquel dia me apetecia a caminar asi que rechaze la ayuda de mi cochero y segui por las calles, sabia que a mi madre no le gustaria y por alguna razon lo hacia por eso.

Cuando llegue mi madre puso el grito en el cielo por verme caminando y sin ninguna de mis criadas, mientras hacia que la escuchaba me fije en una chica apoyada contra una columna tenia el instinto de acercarme a ella pero sabia que si dejaba a mi madre alli hablando sola me ganaria una mucha mayor asi que muy a mi pesar me quede escuchando la charla de mi madre. ¿Como es que madre e hija habiamos salido tan diferentes? Aun no me lo explicaba, pero asi era. Corte a mi madre poniendo las manos en alto.

-Mama... sabes que no soy como tu. Si quiero caminar saldre a caminar y si no quiero que ninguna criada venga conmigo no vendran. Ademas sabes que tengo falta de personal en la mansion y no no voy a volver a casa no voy a hacer como hizo mi hermano. He volado del nido, asumelo ya mama. Ya no soy ninguna cria y buscare a mis criadas por mi misma.

Dije mirandola seriamente, estaba harta que decidiera mi vida, ya tenia la mayoria de edad y iba a vivir la vida como yo quisiera y sin las estupidas estipulaciones que teniamos los que habiamos nacido en la clase alta. Yo era una chica de clase alta diferente lo habia dicho y lo seguiria diciendo.