Una noche de estrellas (Privado)

por Invitado Miér Feb 02, 2011 3:55 am

Mia había viajado una semana entera desde Valencia hasta aca, habia hecho paradas continuas se habia tomado unas vacaciones no previstas, antes de eso se habia puesto dejar todo el trabajo terminado, las vacaciones que le habia dado su jefe en el café le sirvieron de mucho queria ver a su madre, le habia extrañado mucho y todo lo que pasó habia dejado algo de dolor ahi, en su hogar done creció y donde decidio que no era bueno volver, Paris le habia encantado, la habia atrapado en sus redes y la sumergia en las calles parisinas pero esta noche se habia quedado sin ganas de nada, el cochero que habia contratado era un señor ya grande el cual habia sido muy gentil en llevarla y traerla, sus ahorros sirvieron de mucho para este viaje y tambien para dejarle algo a su madre, con dos trabajos era facil ahorrar además que estos ultimos días no habia comido nada hasta llegar a casa, el desamor siempre era feo pero nada se podia hacerle y sinceramente para que molestarse en llorar más, las lagrimas de Mia se habían acabado, recuerda que jamás en su vida lo habia hecho en tanta magnitud pero es que nadie habia sido como el, ladeo la cabeza intentando quitar sus recuerdos de la mente y entonces el cochero dio un tirón algo duro que todo el carruaje dio un buen brinco, Mia de inmediato preguntó que ocurría, y nadie contestó el coche siguió su marcha y la noche se apoderaba de el lugar estaban cerca de un jardin o al menos eso podia distinguir de la penumbra. Suspiró y ordenó que parara para que el caballo tomara un poco de agua en el pequeño lago que estaba junto y ella estirara un poco las piernas y asi lo hizo adentrandose un poco en ese jardín.

por **Gilles Davignon** Vie Feb 04, 2011 10:27 pm

Flores y más flores. Unas llenas de color, las otras ya marchitas, heladas por el maldito frío que calaba en los huesos de los mortales. Sentía pena y asco por estar allí, no supo como carajo fue que llego hasta ese apestoso lugar, tanta vida le repugna. Los pétalos de las flores se mecían en el viento, cayendo lentamente muertas. Gilles se divertía con cada flor que destruían sus garras, la gente le miraba con cierto desdén y murmuraban cosas a sus espaldas. Típico en los humanos, insoportables criaturas que únicamente se la viven para juzgar, pero esa noche se toparon con el hombre equivocado. Basto una sola mirada para que comprendieran la locura en sus pupilas y sus voces se callaran. ¿Caballero? No, Gilles no pretendía ser un caballero ante las damas, no quería, no lo sentía… Sus labios fueron presa de sus colmillos, jugando, desgarrando.

La noche se cernía sobre la maldita ciudad, insoportable… El silencio del jardín se había vuelto tan jodidamente sepulcral que solo por diversión aulló en medio de la nada. Su voz resonó cual estruendo en plena tormenta, el alarido que replicaron sus labios fue tan aterrador que las aves en algunos arboles salieron volando de allí. Gente demás le mira con desprecio, el sentimiento es mutuo a Gilles nunca le gusto la humanidad, jamás la creyó necesaria solo… para comer. Estúpido ganado que se podría cosechar mientras los amos del infierno reinan eternamente, pero ¿Las mujeres? Oh delicia suficiente para satisfacer sus más bajas pasiones. Lo único que le desquebrajaba la mente es que ellas morían antes de que su libido estuviese en lo alto, elevándose como una jodida montaña en medio del océano. La fragilidad en sus cuerpos le es tan desesperante, son como el cristal, ante la más mínima presión se desquebrajan y mueren ¡Sangre cadavérica!

Sus pasos se volvieron pesados hasta que se detuvo frente a un rosal, sus espinas subían de forma majestuosa sobre una barda blanquecina. Era ver una obra, una enredadera de dolor e imagino el cuerpo de una dama crucificada en ella. Pero la pestilencia era más grande de lo que pudiese soportar, el asco llego hasta su garganta, una mueca de vomito apareció en su rostro. La mirada frenética del vampiro se clavo en las pupilas de los extraños, quienes sin ningún reparo se alejaron de él, leyendo sus intenciones en los movimientos que ejecutaba. Vacilo un par de pasillos antes de encontrar la única solución para calmar su fastidio. Entonces la miro atravesar en el silencio. Una dulce y delicada flor humana, su cuerpo era una delicia para las pupilas del lascivo hombre, su piel un adelanto a lo que obtendría por gusto, por capricho… a la fuerza. La siguió de cerca, admiro cada maldito rincón de la mujer, se relamió los labios con lujuria, trono los huesos de sus manos, de su cuello antes de poder animarse a hablarle ¿Por qué? No tiene miedo, así que esa opción queda descartada, digamos que se debía a la sutileza de un nuevo pensamiento que se le adhirió en la cabeza. Siempre ha querido saber a que sabe la sangre inocente… virgen.

por Invitado Vie Feb 04, 2011 11:30 pm

Los pasos de la humana se adentraron más en el jardín que aparecia ante sus ojos, sus manos se frotaron una a la otra por le frio que hacia y sus mejillas empezaron a tornarse rojas, cuando tenia frio su cuerpo reaccionaba de maneras raras, sus labios se curvaron para soltar un quejido, una piedra habia obstruido el paso de la chica y el tobillo se habia torcido, se levantó de nuevo y un rasguño apareció en la palma de su mano, una mueca de dolor y asco aparecieron en el rostro de la joven, la sangre no le gustaba, le producia nauseas y sinceramente olia mal, sus ropas se habían ensuciado y entonces empezó a sacudir su vestido que con la penumbra que habia pocas manchas se debian ver y cuando llegará a su casa podria cambiar todo.

Sus pasos se detuvieron antes de lo previsto su tobillo no le molestaba pero algo llamó su atención, las rosas que estaban frente a ella se parecian a las de sus sueños, esos sueños donde estaba ese que jamás podria volver a nombrar, solo se acercó hasta mirarla, la noche no le permitia ver mucho los ojos humanos no captaban demasiado y entonces la luz de la luna le ayudó, decidió que ya era buena hora de volver al carruaje, el caballo bien podría descanzar si llegaban a una localidad más cercana, pero ahora mismo el lugar estaba más tetrico que nada.-Demasiado tetrico.-Murmuró para si misma ya que era la unica que estaba en ese lugar, sus pies dieron la vuelta y emprendieron su caminata de regreso esta vez con algo más de lentitud, observaba lo poco que la luz de la luna dejaba ver, las flores estaban algo marchitas, el frio habia hecho de las suyas y habia acabado con ellas, Mia tomó una bocanada de aire frio distrayendose de su andar y llenando sus pulmones de el aire puro que habia en ese lugar.

Al abrir los ojos su vista se fijó en algo que las sombras escondian, tal vez su mente ya estaba delirando o tal vez era algun señuelo que su mente habia hecho para asustarla, tenia cosas asi desde que habia descubierto la viviencia de los vampiros, se encogió de hombros y apresuró su paso llendo al lado contrario de donde habia visto la sombra, iba con la cabeza en negativa intentando pensar que habia sido un truco de su mente.

por **Gilles Davignon** Lun Feb 07, 2011 11:39 pm

Era una bella dama, sus curvas se apreciaban desde cada maldito rincón que él pudiese mirarles. La penumbra no era un impedimento para apreciar lo que esa mujer destilaba con sus andanzas. Respiro profundamente, ahogo sus fantasías con el perfume que desprendían sus caminares, todo el sendero por el cual ella paso se inundo con su sangre. Nada más perfecto que agudizar su oído y escuchar los latidos de su corazón, nada mejor que saborearse la dulzura de esa joya que se esconde bajo la piel, Gilles no perdía el tiempo y desde el primer instante ya había visualizado una infinidad de formas par satisfacer sus más bajos instintos. Los demonios jugaban con el viento, arrastrándolo hasta la sombra que se escondía entre los árboles. Su mirada felina se clavaba en la nunca de la muchacha y esos malditos labios se bañaban con su saliva tratando de imaginar a lo que sabría su boca.

La ventisca creo un fuerte remolino con los pétalos de las flores muertas, un asqueroso efluvio que le hizo rugir en la repugnancia que le causaba. Aromático, apestaba a esa dulzura de la cual él no quería saber nada, solo le importaba una cosa sus ojos se habían posado en ella. Se carcajeo en silencio al saberse descubierto, no le quedo de otro modo que aproximarse hasta la delicada figurilla. Sus pasos eran sordos, parecía que flotaba sobre el suelo, era como ver la silueta de un ángel caído en ese lugar. Sí, ella tenía razón, todo aquello era bastante tétrico, pero era precisamente eso lo que al caballero le gustaba. A decir verdad, aún le hacía falta algo de miseria al lugar, un poco de color, algo que incitara a la fiesta, que despertara el terror y llamara a la demencia. Él era el pintor y ese estúpido jardín su lienzo.

Al fin logro encontrarse a sus espaldas, la respiración de Gilles era bastante fuerte para ser real, pero es que la sangre fresca le enloquecía y más si se trataba de algo tan jodidamente excitante como su procedencia. “oh, solo no la desangres tanto. Durará más si le tratas con cariño” Se dijo a si mismo, mientras asentía un par de veces con su cabeza y un puchero en sus labios. –Ma petite!- Exclamo con una voz amable, no pretendía asustarla y hacerla corren, aunque esto significara una cacería digna de admirarse y con un poco de aventura. Por el contrario, sintió la necesidad de tratarle con ¿benevolencia? La pregunta aquí es ¿Cuánto durará? -¿Qué hace una delicada flor como usted, en un valle tan peligroso y lleno de espinas como este? Gilles Davignon- Se atrevió a tomar la mano de la chica y atraerla hasta él para besar su dorso, no sin antes arrodillarse ante ella. Tradiciones que estaban de sobra, ademanes que aprendió en su vida y que siempre tienden a usarse en las presentaciones, lo cual no le desagrada pero tampoco es su fuerte. Su gélido vaho se impregno en la piel de su mano mientras que los labios de Gilles luchaban para esconder ese par de colmillos amenazantes y sedientos de sangre.

por Invitado Mar Feb 08, 2011 12:51 am

Mia seguía su andar por el jardín y aunque poco había visto no podía hacer mucho con la poca luz que le daba la luna, sus pasos eran lentos casi torpes, la caída le afecto un poco su andar aunque de esto se repondría pronto, sus manos se juntaron protegiendo la herida del gélido ambiente y de pronto vio demasiado lejos el lugar de donde había venido… ¿Se estaba perdiendo? Ni ella misma lo sabía, paro un poco su andar y entonces el cuerpo se estremeció desde el empezar de la cabeza hasta la punta de los pies, extraño y tenebroso se sintió pero la joven solo alcanzo a abrir la boca cuando una voz atrás de ella se escucho obligándola a girarse de inmediato quedando frente a la sombra de la cual quería pensar que no existió, el pequeño truco que había pensado para salvar esas ideas se había esfumado convirtiéndose en un presentimiento malo, uno que se haría realidad, la chica no olvidaba sus buenos modales y entonces la cabeza bajo en modo de saludo cortes, no importaba mucho su posición económica, sus buenas amistades le habían enseñado lo primordial para encajar bien en la sociedad de Paris.

La voz sonó amable con un ligero tintineo parecía que hablara cantando, una cosa realmente estremecedora, conocía pocos que hablaran así y ciertamente ninguno era realmente de su mundo. El joven continuo la charla haciendo una educada pregunta mientras se presentaba con toda cortesía colocándose de rodillas y besando el dorso de la chica que hizo que se estremeciera de nueva cuenta sintiendo el corazón latir más rápido, parecían eternos los momentos en que la fina y marmoleada piel del chico tocaron el suave dorso de Mia y esta se aclaraba la garganta para responder, el frio le había calado los huesos pero la sombra ya con vida que estaba frente a ella le había quitado el aliento.-Un pequeño inconveniente con mi transporte y un viaje largo han hecho que acabe en este lugar…-Contestó con la respiración algo entrecortada y se apresuró a responder con la cabeza algo en alto sin quitarle la vista de encima, su mano libre quito un mechón de cabello que le molestaba pasándolo detrás de su oreja y sonriéndole algo tímida al caballero.-Un placer Monsieur Davignon, soy Mia Waldorf.-Su voz era suave y algo baja pero estaba segura que él le oiría perfectamente y sus sentidos se tranquilizaron solo un poco, al menos el miedo había pasado o al menos no se hacía presente en ese instante.
La curiosidad empezó a inundar a la señorita con pequeñas preguntas para el señor sombra que había aparecido de la nada y un buen susto le había pegado, su boca se curvo en una media sonrisa y sus labios se abrieron delicadamente.- ¿Qué hace un fino caballero en este jardín?- Hizo la pregunta que tenía rondando su cabeza, a pesar de no tener mucha luz podría notar que era de clase alta, sus modales y los pocos adornos que traía su ropa decían mucho de su persona.
Las miradas se encontraron y la joven no borró la sonrisa en ningún segundo expectante a la conversación que tenia con el desconocido.

por **Gilles Davignon** Dom Feb 13, 2011 6:42 pm

La embriagadora piel que cubría su sangre sabía a rosas, nunca imagino que el sabor de una flor fuese tan exquisito, pero no podía negar la dulzura que esta mujer destilaba cada que osaba moverse frente a él. Él sabía perfectamente que la virginidad de una dama está sobreestimada a estas alturas pero ¡por todo el maldito infierno! Siempre existe un toque más dulce en las hembras que aún portan entre sus piernas el cáliz de lo pulcro. Tuvo que morderse la lengua para que sus colmillos se estuviesen quietos, querían desgarrarla de una buena vez, sin pretender tanta maldita condescendencia, sin perderse en tanto estúpido protocolo si al final de igual forma terminaría en su cama o mucho peor en su garganta.

Su pecho carraspeaba en silencio, trataba de hacerlo entrar en razón para que actuara más rápido, pero el “caballero” ya había tejido los planes de una seducción, de un juego… La voz de la dama se pierde más allá del jardín, naufraga entre los pétalos de las flores y las ramas de los árboles para caer como suicidas en los oídos de Gilles. ¡Que fortunio tan inesperado! Un accidente que el destino creo para que se alimentara el hambriento y se saciará el… Nadie más que ellos dos, tal vez la gentecilla de los alrededores se iría pronto, quizá se quedarían a esperar instrucciones de alguien más hasta que sus cuerpos no soporten más el frío que les abraza, solo ellos dos frente a frente, interpretando sus papeles.

-oh, es una pena lo que le ha ocurrido madeimoselle- Musita levantándose lentamente, un vistazo rápido a todas partes, sus pupilas se aferraban a cada rincón sombrío del lugar, escrudiñando lo invisible, probando las penumbras del jardín, asintiendo una vez cuando encontraba a alguien escondido entre la maleza. No se podía sospechar de un caballero con su porte, fácilmente puede pasar desapercibido y como un acompañante más que se engalana de una bella dama como lo era Mia, Supo su nombre, la identidad de quien le acompañaría esa noche, eso si no se le ocurría drenarla antes de tiempo. –Alguien como yo, no debería ser juzgado como caballero, nadie sabe lo que se puede esconder bajo la apariencia de mi persona- Sonríe demedio lado, esa tonta y estúpida mueca que hace cuando se mofa de si mismo, cuando piensa en lo más absurdo o cuando, como tal era este caso, saboreaba las entrañas de a quien le hablaba.

Se aproximo sin permiso un paso más hasta ella, pretendió hacer que respirara su aliento y él poder emborracharse con el suyo. Su rostro no vacilo, se encontró con el de Mia en un segundo, escasos centímetros los separaban, el pecho del vampiro gruño con una nota de lascivia ¿Qué hacer, para donde correr? No lo soporto durante mucho tiempo sus colmillos se escaparon desgarrando levemente la comisura de sus propios labios –Grrrrr- Rugió, su dedo índice paso por un mechón de cabello en la frente de Mia, una caricia que bien era la invitación a cenar –Yo, he venido a calmar mi hambre y ¿Como lo conseguiré? Tú dime, lindura…- Lame con obscenidad su mejilla.

por Invitado Dom Feb 27, 2011 1:48 am

La noche se había apoderado de cada parte del jardín, las personas alrededor comenzaban a desaparecer y ahi en ese sitio se quedaban el vampiro y la humana solos, ella tenia sus instintos bien despiertos pero de que podría servirle tenerlos?, si cuando el vampiro decidiera atacar no tendría ni una estaca para defenderse, su mirada era penetrante, sabía bien que el vampiro no le importaria tal hecho, dado que la mirada de la humana era debil a comparación de el, el aliento y tacto que le había proporcionado habían servido de principio de un miedo que pensaba estaba adormilado.

La joven esperó con interés la platica del joven, el temor rondaba cada parte de ella pero lo disimulaba o al menos eso creia, el seguramente se daría cuenta del cambio repentino del latir del corazón y de la falta de sangre en las mejillas. Las penumbras no dejaban ver mucho y a los ojos humanos solo dejaban lo que la luz de la luna permitía, mordió su labio inferior al escucharlo hablar, sabía que estaba en un peligro enorme pero las miles de formas de escapar que pasaban por su mente se desvanecían puesto si hacia cualquier cosa el se daría cuenta y acabaria con ella más rapido de lo previsto.
Asintió con debilidad y no borró la media sonrisa que estaba dibujada en sus labios, era una pena y no había nadie más que lo lamentara tanto como ella, el lio en el que se hallaba la sobrepasaba de muchas formas, todo lo que debía hacer era esperar.-Las apariencias engañan, ¿No es asi.-?Murmuró como respuesta reprimiendose después, le estaba dando la razón demasiado pronto, suspiró dejando salir una bocanada de aire que habia contenido por la espera del sonido tan sincronizado de el.
El acercamiento la pusó en alerta y cerró los ojos temerosa de lo que el hiciera, pensaba que era el fin pero no, aun tenia tiempo, dió un pequeño brinco para después abrir los ojos y encontrarse con los del demonio, la sonrisa desapareció y el frio aliento le recordó la muerte misma y el gruñido que se escuchó solo lo confirmó, Mia dio dos pasos hacia atrás intentando no desfallecer, no era momento para debilidades y las palabras del vampiro detonaron el terror, los ojos se habían puesto algo mojados sin darse cuenta y los puños se cerraron, no sabía que responder y la caricia hizo que soltará un jadeo y entonces las palabras salieron de los labios con suavidad y con un tono demasiado bajo.-No lo sé, no creo que halla algo que calme su sed monsieur.-Trató de hablar claro sin lograr mucho y entonces dos pasos más se dieron para dejar una distancia prudente, al menos para ella.

por **Gilles Davignon** Dom Mar 06, 2011 8:25 pm

Le divertía, realmente le era bastante divertido ver como los humanos se empeñaban a hacerse de la vista gorda e ignorar un hecho que se les presenta muy cerca de sus pupilas. Sí, es más fácil fingir que la muerte no les acecha, es muy prudente aparcarse del peligro que encararlo. Sus labios eran una mueca desfigurada de lo que pretendía ser una sonrisa, más bien una petulante carcajada. La dama acciono un interruptor del cual no era consiente, lástima… él si lo sabía. Aspiro profundamente el aire que les rodeaba, le calo en los pulmones encontrar la peste de las flores ¿existe algo más repulsivo que su aroma? ¿Un muerto puede sentir nauseas? Como sea, Gilles sintió unas ganas idiotas de regurgitar “No seas imbécil, ¿Qué escupirás?” Rodeo los ojos.

El sabor de Mia ya se encontraba mutilando su estomago, lacerando su garganta. Esa piel, esa maldita piel tan sedosa, apetecible y jodidamente excitante, se le antojo en medio de una charola de plata, bajo los rayos plateados de la luna, en medio de un altar al demonio de la noche, por obvias razones él. Se relamió los labios, para degustar de ella antes de cometer una estupidez. –Chère- Se acerco a ella con un par de zancadas, la distancia que ella dejo que los separará fue una invitación al juego en donde Gilles resultaría victorioso –si lo hay ¿Crees en las historias de terror?- Sonríe de medio lado, mostrando sus colmillos -¿Crees en los vampiros?- Continuo caminando a su alrededor como quien se asegura de incitar el miedo en el cuerpo ajeno, toca su cabello con una mano –Tú sangre es lo único que quiero- Sus labios depositaron un beso gélido en su nuca y la muñeca de la chica fue herida por la uña de Gilles, quien tras un movimiento rápido pretendía beber la sangre que chorreaba de ella.

{Lamento lo corto en el post, mi imaginacion está del asco ¬¬}

por Invitado Mar Mar 08, 2011 3:01 pm

Mia estaba estatica no podia mover ni un solo pelo, el miedo habia avanzado por todo su cuerpo, estaba invadiendo cada vena y rincon de la humana, los vampiros siempre le habia causado miedo pero este era diferente, incluso Dimitri no hacia que su corazón fallara, esta vez ni siquiera sentia que estaba respirando, tal vez lo habia dejado de hacer, intentó reaccionar pero lo unico que lograba era tomar bocanadas de aire, el vampiro comenzaba su juego y Mia temía lo peor, nunca habian sido su fuerte, la valentia contra ellos quedaba hecha añicos cuando veia los colmillos salir, con el unico que jamás temería era con Nico pero el jamás volvería y ella lo sabía de sobra. Sus manos se hicieron puño y miro al vampiro con miedo y furia reprimida, algo que jamás saldria de ahi y que el solo podría ver en sus pensamientos, odiaba a esos seres que querian hacer infelices a los demás solo porque ellos también lo eran, su diversión una simple humana y nada más.
Escuchó lo que dijo mientras avanzaba hacia ella, se estremeció sintiendolo acercarse y murmuro con lentitud la respuesta.-Si creo... no eres con el primero que me topo.-Murmuro sintiendo sus mejillas mojadas, las lagrimas se habian escapado de sus ojos y las ganas de correr también, no tenia muchas esperanzas contra alguien sobrenatural pero al menos lo intentaría.
Cuando se decidió la frase "Tu sangre" la tomó por sorpresa, sabía que estaba acabada al sentir la uña del vampiro cortar su muñeca, el dolor fue inmediato y el liquido color carmesí escapaba de sus venas directas a la garganta del vampiro, intentó safarse pero sus colmillos desgarraron la piel de ella haciendo que gritara de dolor, lo miraba fijamente esperando que terminara de tomar su sangre y desfallecer para no sentir más.

No te preocupes tampoco tengo mucha inspiración xD

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