Un adios ¿o sólo una despedida? (Anuar)

Recuerdo del primer mensaje :

Un par de días había sido normal. Una semana un poco extraño, dos semanas realmente muy extraño, pero ¿21 días sin que Anuar diera señales de vida? Eso si que era absolutamente aterrador. Soren se había cansado de dar vueltas como un tigre enjaulado en la sala de su casa, pensando en cientos y cientos de explicaciones para esa inesperada ausencia.

No era que Anuar tuviera que reportarse a diario como una novia, pero siempre habían estado en constante comunicación de una u otra forma (a excepción de la semana bajo tierra pero esa era otra historia) así que ese inesperado silencio le había causado una inicial curiosidad que posteriormente se convirtió en nerviosismo y que ahora desembocaba en un ataque neurótico. ¿Y si le había pasado algo malo? Lo primero que había pensado era eso, que algo le había atacado, que había sufrido de una inesperada enfermedad, que había sido capturado por unos Turcos traficantes de pintores que odian comer... Pero la verdad era mucho más simple y evidente. Sólo que Soren no quería verla.

Anuar no podía estar enfermo, ni al borde de la muerte, ni secuestrado en un país de dudosa procedencia. Si fuera algo de eso, el vampiro lo sabría inmediatamente. El vinculo que habían hecho semanas atrás en el cumpleaños del chico, le permitía 'sentir' su presencia en la ciudad, también si se esforzaba podría sentir las sensaciones o sentimientos que tenía en esos momentos. Si Anuar estuviera enfermo o herido, lo sabría, porque el sensor de peligro se activaría en él como lo haría el sensor de un animal en la selva ante la presencia de algún depredador.

No, aquella ausencia tenía otra explicación. Una que Soren se empeñaba una y otra vez en evitar. No quería tan siquiera pensar en esa posibilidad, aunque tristemente, era la única que quedaba.

No supo en que momento sus piernas le condujeron a la estación de ferrocarriles, pero una vez allí, supo con certeza que Anuar estaba en el área. Era tanto su deseo de verlo que había terminado allí de alguna forma, vestido con un chaleco viejo de color rojizo oscuro, como el vino y encima el único gabán que tenía, el que parecía mustio y estaba manchado en los puños de disparejos colores de oleo, llevaba dos medias de diferentes colores, porque en su ensimismamiento no había prestado atención a como se vestía, la cuestión era que estaba allí y necesitaba verlo o sentía que iba a explotar.

Caminó por la plataforma número 5, el tren aún no arribaba y algunos transeuntes (probablemente una familia) esperaban sentados el transporte arrunchados en las sillas por el frío. De haber sido el siglo 20, aquella escena hubiera sido digna de una película a blanco y negro de los años 30, cuando las parejas tenían despedidas trágicas en las estaciones de los trenes y se prometían amarse y esperarse hasta que el otro algún día volviera...

En ese punto, Soren se dio cuenta de que poder percibir el aura y los cambios de humor de Anuar con tanta claridad no eran tan buena idea, ahora sabía que sus palabras le habían molestado de alguna manera y el vampiro se preguntó ¿porqué demonios había comenzado la discusión en primer lugar?. Hubiera sido más fácil simplemente hacer como si nada hubiese pasado, haber fingido que no se había pasado todo ese tiempo esperando por él nerviosamente, imaginándose posibles causas a su ausencia, quizás hubiese sido mejor simplemente abrasarle, recordarle que lo quería y seguir con su camino.

¿Era de esa manera como se manifestaba el amor en las personas? ¿Volviéndolas celosas, inseguras y llenándolas de ese desagradable temor a quedarse solas? Quizas no podría responder a eso ahora, pero de algo estaba seguro, no quería convertirse en una persona dependiente, posesiva y ante todo egoísta que dudara a toda hora de su pareja.

Las palabras de Anuar le hicieron sentir como un pequeño granito de arena, perdido en la inmensidad de una playa, 'deberías irte' aquello resonó en su cabeza como una piedresilla en un tambor vacío, una cosa era pensarlo y otra muy distinta era escucharla en boca de la persona que más le importaba en ese mundo. 'volverás solo cuando estés seguro que lo has superado todo'

Oh mierda. El miedo. Mierda, mierda mierda.

El miedo se sintió como una cascada de brea negra, pegajosa y helada que resbaló por su espalda. ¿Y si era demasiado tarde? ¿Y si volvía y el chico ya no estaba? Oh dios, no podría perdonárselo nunca, Soren se quedó observándo la dura mirada de Anuar, dura como la piedra, una determinación que pocas veces había visto. El vampiro se acercó dubitativo y un movimiento rápido, atrajo el cuerpo del humano contra el suyo, apoyó su rostro en el hombro del chico y lo apretó con fuerza, como si aquella fuese la última vez que fuera a tenerlo entre sus brazos.

Y al parecer lo era.

-Te quiero – Susurró cerca a su oído – Como nunca he querido a ninguna otra criatura de este mundo, te quiero como al arte, como a los libros... tanto que te necesito aquí – Se quedó unos segundos más allí simplemente abrazándole y luego decidió que era hora de enfrentar las cosas como un hombre. O por lo menos intentarlo.

-Hasta...luego - Concluyó cuando se alejó un par de pasos, intentando sonreír, porque no quería que la última imagen fuera una mala, no quería tener un rostro oscuro, quería dedicarle una sonrisa cálida, porque no sabía cuando volvería a verlo, los labios le temblaron en las comisuras cuando lo intentó y luego de lo que pareció un gran esfuerzo la sonrisa surgió, contrastando extrañamente con su mirada triste.

Su corazón decidió detenerse en el instante mismo en que aquel gélido cuerpo de hielo le tomo en sus brazos y le llevo a la calidez que parecía no poder existir en su interior, sus lagrimas tuvieron ganas de nacer y suicidarse aquel dia, corrían vertiginosas como perlas preciadas hasta saltar por su mentón estampándose a sus pies y quebrándose como si de alguna piedra preciosa y delicada se tratara, un riachuelo de salada agua se impregno a sus mejillas y se encargo de erradicarlo con un certero manotazo pero sus lagrimas decidían nacer ahora.

Le quería, se atrevía a decirle que le quería como a nadie podia hacerlo y aun asi aquel cariño no era merecedor de su confianza y seguridad ¿se olvidaba acaso que todo aquello habia sido su culpa? Habia sido su culpa por dejarse llevar por palabras ajenas, el, quien siempre ignoraba las arrogancias y criterios ajenos se habia decidido entonces en escuchar uno, y seguir solo uno y que caro le resultaba ahora, ¿y Erkki? Se lo imaginaba ahora con aquella cínica sonrisa crispando sus labios repitiéndose hasta el cansancio y mas allá de la satisfacción que sus dudas eran certeras y sus verdades herradas.

Y sin embargo su rostro se negó a observar el ajeno y sus manos no rodearon aquella estatua de hielo porque sentía que de hacerlo quemaría y la herida atravesaría también su pecho como una daga a alta tensión –hasta luego…- susurro sonriendo de medio lado, intentando contener cualquier impulso contradictorio a sus palabras ¿y cuanto tiempo esperaría entonces? No, no podia esperar porque esperar seria igual que anhelar justicia.

¿Qué haría entonces? Seguiría con su vida y su vida debía llevarle de vuelta a el, porque no habia nada que negarse o aceptar su corazón no podia ya pertenecerle a nadie mas y a nadie mas volvería a añorar. Mordió su labio inferior observándole y sin pensarlo dos veces le abrazo, impregnándose de aquella esencia, probando su mejilla con un simple roce de labios como ultima y primera vez –no me ire jamás de piso…hay podras encontrarme- asevero en voz baja sobre su oído, estrechándole con fuerza para retroceder en la misma velocidad con que lo habia acercado y pensando el camino mas rápido para volver a casa, porque no era bueno errar penas por las calles.

No se esperó que le correspondiera el abrazo, algo en su interior le decía que, Anuar no lo haría, que se alejaría sin más, pero le sorprendió gratamente sentir como le estrechaba y percibir sus sensaciones y sentimientos gracias a la cercanía, el corazón también palpitaba con irregularidad, le pareció que se detenía por unos segundos cuando ambos cuerpos se habían estrechado. Se quedó mirándolo por última vez, reparándolo de arriba a abajo como si no estuviera acostumbrado a verle.

Que cosas de la vida, quien iba a pensar que terminaría tan queriendo a una persona como él.

-Te prometo que me convertiré en una mejor persona – Comentó y levantó un puño al aire con expresión soñadora, aunque seguía teniendo la mirada triste – Cuando volvamos a vernos... podrás estar orgulloso de mi – Agregó y quiso decir también que, así las cosas fueran distintas y ese amor que decía sentir por él, se hubiese extinguido o por alguna razón decidía no estar con él, que igual, estaría a ahí, a su lado como su amigo.

-Regresa con cuidado – Agregó, retrocediendo un par de pasos, acercándose la estación sumergida en la neblina – Si estas en peligro... lo sabré... y acudiré a ti – Le prometió, porque le pareció justo, sin importar los problemas que tuvieran ahora y las decisiones que habían tomado, debía ser coherente y responsable frente a lo que había pasado antes, había compartido con ese chico algo mucho más valioso que cualquier lazo mortal, que cualquier matrimonio humano por poner un ejemplo y para el vampiro aquel lazo carmesí invisible que los ataba, era tan sagrado como su propia palabra.

Le cuidaría como había prometido, sería algo así como su ángel guardián. (bastante torpe, para ser un ángel protector de hecho). Se giró y le dio la espalda finalmente, caminando con lentitud, como si sus pies no quisieran alejarse del todo, su cuerpo se negaba a saltar por el tejado y desaparecer rápidamente, en cambio, caminó despacio, porque quizás en su interior deseaba fervientemente que aquel chico que dejaba atrás corriera y le detuviera.

Y Soren estaba completamente seguro que, de ser así, volvería a sus brazos y se olvidaría de si mismo y del mundo sólo para vivir en el universo de sus ojos.

Soren observó al chico rebuscando por la habitación, para él la iluminación nunca era un problema así que no pensaba en ello, pero los ojos de Anuar no estarían adaptados a la oscuridad, así que la vela era más que necesaria, se acomodó en la cama, enderezando la espalda rígido como si se hubiera tragado un palo de escoba.

- Si quiero que me dibujes - Aseguró quedándose muy quieto - Lo que pasa es que... me pongo nervioso... es la primera vez que voy a ver mi rostro en décadas - Explicó entonces fue inevitable llenarse la cabeza de ideas ¿Y si se veía feo? Y si con el tiempo su rostro había perdido expresividad y se había convertido en un muñeco de cera pálida y sin vida?. Fue consciente de lo superficial que fueron aquellos pensamientos y estaba seguro de que de no haber existido Anuar, le habría importado poco el como luciera.

- Que... extraño - Murmuró con la mirada al frente, escuchando como la punta del carboncillo rasgaba el papel - Nunca me había interesado por mi físico... hasta ahora - Explicó sin moverse - Cuando estaba vivo... si que menos me importaba ¿Sabes? No salía de mi habitación o de la biblioteca... siempre me escondía cuando hacían fiestas y celebraciones en el castillo - Recordó y supuso que para su madre era mejor así, porque por lo menos de esta manera no la avergonzaba ante la sociedad.

- Mientras estuve trabajando con el Sherif de Estocolmo... tampoco importaba mucho como me viera, sólo cuando comencé a trabajar como profesor, se me exigió cierta 'etiqueta', tenía que refinar mi comportamiento teniendo en cuenta que estaría expuesto a todo tipo de personas - Continuó y contuvo un suspiro para no moverse y que Anuar no se equivocara en su dibujo - Ahora me preocupa el como... el como me veas tu... no sabes todo lo que me 'acicalé' para la cita de hoy -