Entre tumbas y pecados [Morgan]

por **Cyrille Vezier** Miér Feb 09, 2011 12:23 pm

El manto obscuro se cernía entorno a aquel lugar, saber por donde avanzaba era difícil de descifrar para sus orbes como mares y mientras sus piernas sorteaban las lapidas de piedra laja y cruces de madera sus labios pronunciaban rezos para la salvación porque las almas en pena del purgatorio merecían también conocer los cielos, aquellas animas que habían olvidado aquí en la tierra no eran menos merecedoras de un descanso digno y el podría aportar en pequeña o gran medida a aquello sucediese y asi, se encontraba caminando por la necrópolis en compañía de su voz y con un único pensamiento, ayudar a aquellos que mas nadie podia porque les habían olvidado ya.

El manantial de plata liquida que como espejo se reflejaba alla en lo alto parecía estar cubierto hoy por perezosas e inmensas nubes negras y grises y las estrellas como diamantes se escondían tímidas e inseguras en la negra inmensidad que opacaba o realizaba su belleza difiriendo los ojos que le viesen. Aquella no era época de lluvias, pero quizas si de densas brumas y rogo a los cielos que aquellas nubes negras no bajasen a los sembradíos ni se refugiaran en corazón de nadie. Sujetaba con fuerza en torno a su mano un diminuto rosario de cuentas blancas que como perlas destellaban en la obscuridad como la boquilla cromada de una escopeta y aunque en su vida habia visto solo una no podia olvidar el barbárico acto que con ella se habia cometido porque a sus pies habia caído el polluelo y sus ropas habia quedando manchadas al intentar salvarle. Por necesidad y no deporte.

-que en paz descanses- susurraba cada que pasaba frente a un sepulcro sin nombre, o con el mismo borrado por las centurias y décadas porque los duros inviernos y calurosos veranos erosionaban la piedra haciendo imposible leer lo que en antaño le había sido escrito para conmemorar. Su mirada se fijo entonces en una de aspecto humilde, o asi lucia lo poco los e insinuantes ríos de plata que manados de aquel manantial en lo alto decidían alumbrar de vez en cuando, y comprendió que seria aquella su labor del día.

Sus manos se propusieron pues en comenzar a quitar toda enredadera y hierbajo de la tumba sin preocuparse o quizás sin conocer los bichos y venenosos que se escondían en aquel lugar y en silencio comenzaron a reptar para esconderse o quizas atacar desde el refugio de la obscuridad -vamos no sean testarudas- susurro con las manos terrosas y los demonios al asecho.

por **Morgan le Fay** Jue Feb 10, 2011 9:49 pm

Tendido en el suelo, con las manos detrás de la cabeza, las piernas flexionadas y cruzadas, se encontraba un muchacho. Su porte despreocupado no iba con el tono del lugar que había elegido para su siesta de la tarde, que aparentemente se había extendido más de la cuenta. Pues al abrir de nuevo los ojos, se encontró con el cielo nocturno. Las estrellas, ya en su puestos de guardia, se colocaban al lado de la señora de la noche, resguardándola. Tan hermosa y superflua, la majestuosa esfera brillaba con una intensidad que el joven encontraba abrumante, todo un espectáculo digno de admirar, y que muy pocos se detenían a verlos. El mundo corre demasiado aprisa, cavilo para si mientras sus labios curveaban una tenue sonrisa.

Alzó la mano y la agito de lado a lado levemente en un quedo saludo, uno que sabía era correspondido. Detuvo su brazo en el aire y abrió los dedos. La luz de luna se cernía entre las delgadas extensiones, como humo vaporoso. La misma esencia de ella se regaba en estelas. Cerro el puño intentando atraparla para darse cuenta que de nuevo, solo aire corría entre su piel. Con que todavía no, la sonrisa se ensanchó más y una risa se escapo de su labios.

El castaño yergue su torso, dejando su peso descansar sobre sus brazos. Estira las piernas como su cuello, que gira para hacer tronar los huesos. El sonido solo logra a escucharlo él. Gira alrededor, viendo que el lugar estaba tan vacío como cuando llego, o al menos eso cree. Vuelve a mirar al cielo, leyendo el mismo. Por la locación de los astros ya debería estar en casa, realmente las arenas habían corrido, pero el sueño había sido demasiado bueno y reparador como para quejarse. Sabe que debe levantarse, no obstante, su flojera puede más que él. Se desploma en el suelo, dibujando una x con su cuerpo. Aún sin perder la sonrisa, se pierde en su juego, aquel en donde intenta contar cuantas estrellas llenaban el firmamento. A las cuarenta y seis sintió como de nuevo el sueño tomaba parte de él, pero inclusive él sabía que no sería del todo correcto quedarse ahí. Una figura sobresalió de la oscuridad, aunque era igual de negra, solo los destellos azules discernían entre ambas. Un cuervo se poso en el pecho del chico y tras unos graznidos le hizo entrega de un mensaje que nadie más podía entender.

- Si, si, ya lo sé. Ahora iré - dice cuando el ave toma vuelo de nuevo y va a posarse a las ramas de un árbol, sin quitarle la mirada. El castaño vuelve a intentar levantarse, sin éxito alguno por parte de su cuerpo que pedía más descanso - En diez minutos -

por **Cyrille Vezier** Vie Feb 11, 2011 1:02 am

Bajo sus uñas comenzaban a quedar restos de tierra y hierbas y en sus rodillas la tangible evidencia del acto que llevaba a cabo ¿era acaso mal visto limpiar una tumba no perteneciente? No estaba seguro y tampoco era algo que agobiase su ser, cuando terminase aquella lapida quizás iría a la siguiente y repetiría la acción hasta la salida del astro rey cuando las nubes bañadas en el color del oro y el fuego le incitaran a volver a casa donde su tío seguramente le tenía preparado un amplio sermón que había escrito durante la noche pues se había desvelado después de percatarse de su falta en aquel lugar. El reloj marcaria la media noche y su anima no haría aun acto de presencia en su nada humilde morada, el paso del tiempo y la exactitud con que el reloj la marcaba terminarían desquiciando a su pobre tío, pobre hombre, no comprendía la importancia de ayudar a otros y por ello cuando le contase las asombrosas cosas que habia hecho en el cementerio su rostro no cambiaria de expresión y sus labios pronunciarían sentencia como un juez y defensor, un verdugo y un espectador.

No supo bien cuando o como se encontraba reptando por su brazo lo que en las tinieblas se le antojaba como un alacrán o una araña, de aquellas peludas de vientres coloridos y picadura mortal. Agito la mano aterrizando de pie en el suelo húmedo aledaño a la lapida de nombre extinto, por su pierna trepaba como ponzoña una lagartija de vientre transparente y ojos inmensos que le observaron por unos instantes revolviéndole el estomago. Agito brazos y piernas alejándose con rapidez de aquel lugar, rodeando un atávico cenotafio y lapidas que más le parecían ahora farallones que impedían su desplazamiento en aquel lugar.

El rosario se engancho en unas finas y oxidadas rejillas que cubrían un hueco formado en una cruz sobre la cual yacia una vela extinta por el tiempo y el aire, la cera derretida se habia endurecido a su alrededor formando irregulares figuras que no logro descifrar temiendo que también en aquel recoveco durmiesen temibles y venenosas criaturas. Los abalorios de que estaba hecho el rosario volaron en todas y posibles direcciones y como sueños les vio caer y perderse entre la tierra y la soledad –genial- susurro y su alma conoció entonces la desesperación ¿podia acaso ir la noche en decadencia?

Y al hombre lo que pida.

por Contenido patrocinado

Entre tumbas y pecados [Morgan]

Entre tumbas y pecados [Morgan]

Re: Entre tumbas y pecados [Morgan]

Re: Entre tumbas y pecados [Morgan]

Re: Entre tumbas y pecados [Morgan]