Marginados (Liam)

por **Denna Setterfield** Lun Feb 14, 2011 9:57 am

Aunque yo no fuera consciente de ello, había pasado un mes exacto desde la última luna llena. Para una joven como yo los días no tenían sentido, eran un reto de supervivencia. Por algún motivo, supe que era una tarde importante a pesar de no saber si era Lunes o Jueves. Faltaban muchas horas para que el sol se pusiera, pero había un ajetreo extraño en el centro de París. Horas más tarde me enteré de que ese día era el elegido para que el circo ambulante que solía organizar sus espectáculos a las afueras de la ciudad, entrara en ella y aterrizara con su música estridente, chistes y colores en la plaza central. Todos los niños que tenían prohibido salir de los límites de la ciudad para acercarse al circo corrían por las calles buscando un buen sitio donde ver, y los adultos, contagiados por esa emoción tan rebosante de alegría, se apresuraban tras sus hijos y aprovechaban para codearse con las altas clases que tenían un lugar privilegiado en el teatro improvisado en la plaza.

Por mi parte, no tenía permitido asistir al circo. Los guardias municipales habían vallado todo el recinto como para dar seguridad a los nobles de que estarían a salvo de robos y estorbos de clases bajas durante la actuación. Todos los de mi clase que querían ver lo que pasaba en la plaza se habían subido a los carros aparcados en el exterior y a los muros que rodeaban la plaza junto los monumentos más destacados, por ello miles de cabecitas sucias se arremolinaban en el lugar a pesar de todo. Yo dejaba colgar mis pies descalzos desde un tejado de una casa abandonada. Cuando la hora del espectáculo empezó a acercarse cambié mi posición a un carro un tanto destartalado. Mordisqueaba una manzana robada y por una vez no llevaba el pelo oculto tras un gorro. Mi melena rojiza brillaba cuando el sol aparecía tras las nubes. No obstante, todo el mundo estaba más atento al circo que a mí. Por una vez, intenté disfrutar del espectáculo al aire libre que ofrecían sin más preocupaciones que reir con los gitanos. Más tarde recordaría que no era una noche precisamente buena para andar por ahí, porque la luna llena se alzaría en el cielo tras el espectáculo, y las heridas latentes de los lobos nocturnos me abrasarían bajo las ropas como llamando a sus dueños a encontrarme... pero para eso quedaban varias horas de cuentos y saltos imposibles frente a mis ojos.

por **Liam McDonald** Miér Feb 16, 2011 6:59 am

La gente parisina era muy excéntrica. Les encantaba las fiestas y los espectáculos estrambóticos. Eso lo había podido constatar cuando llegué aquí, hace ya dos meses. Los escoceses éramos más sencillos. No solíamos frecuentar los teatros ni los salones. Eso se lo dejábamos a los ingleses.
Los escoceses nos contentábamos con acudir todas las noches a una taberna o disfrutar del aroma del bosque frente a una fogata.

No fue mi curiosidad lo que me trajo a la plaza mayor de París. Si no más bien asuntos personales; hace un par de días cayó en mis manos, por casualidad, un panfleto que anunciaba la llegada de este circo gitano. De entre sus funciones, se anunciaba una muy especial; el hombre-bestia. Algo me dijo que se trataba de uno de los míos. Desde que había llegado a Francia, sólo había conseguido localizar a una de mi misma raza, pero andaba más perdida que yo en ese aspecto.

Comprobar si ese tal "hombre-bestia" era realmente un licántropo al igual que yo era la única razón por la que estoy aquí ahora, mezclado con las masas de gente que acudían gozosas con sus familias para pasar una soirée agradable. En los rostros de todos se dibujaba una sonrisa que se contagiaría a cualquiera. Salvo a mí, claro.

Mientras hacía cola para comprar mi entrada, mis ojos se desviarion hacia una gran cabellera rojiza. No tuve que pensar mucho para deducir de quién se trataba. No conocía a demasiada gente con un pelo como aquél. Sin saber por qué, me encontré dirigiendo una sonrisa a la muchacha. Aquello no era propio de mí, ¿será que me alegraba de verla?

Abandoné mi puesto en la cola y me acerqué a saludar a Nora. La chica se encontraba subida en un carromato para poder divisar algo de lo que pasaba dentro del recinto.
-Tu cara me suena.-Dije, medio bromeando. Por un instante tuve la sensación de que era el otro Liam quien estaba hablando. Pero aquello no podía ser, el otro Liam había muerto mucho tiempo atrás.

Deduje que la chica no podía permitirse una entrada para el circo. Aquello era un lujo reservado a la alta sociedad o las clases medias. Y a los ladrones que estafan al Estado inglés.
De un salto, me subí al carromato, sentándome a su lado.
-No se tiene buena vista desde aquí.-Comenté, como abstraído.

por **Denna Setterfield** Miér Feb 16, 2011 3:11 pm

Vi a Liam incluso antes de que él me viera a mí. El color de su pelo un tanto más oscuro que el mio seguía siendo igual de llamativo entre la multitud. No obstante contuve mis ganas de saludarle. Liam parecía distante, frío. Sus ojos fulminaban a cualquier persona que se cruzase en su camino, y por eso me sorpredió su cambio de actitud cuando me vio. Intenté recordar si le había visto simplemente sonreír en nuestro primer encuentro, pero Liam borró su sonrisa tal y como había venido y me dije a mi misma que no, que aquello era una escepción. Liam saltó ágilmente sobre el carromato donde me había acomodado y yo no pude evitar sonreír amablemente.

-Creí que no se acordaría de mí. Hace mucho tiempo que no le veía por las calles... aunque desde luego, las calles por las que yo me muevo son bastante indeseables- dije sarcástica. Después, le miré a los ojos-. Me alegro de ver que estáis bien.

Una vez más, volví a preguntarme por qué alguien como él querría dirigirme la palabra, y más, sentarse a mi lado. Si antes había logrado pasar desapercibida, ahora eramos el acontecimiento de la plaza, como una parte más del circo. Todo el mundo admiraba a los dos jóvenes que sentados en un carro brillaban como el fuego por el reflejo del sol en sus cabellos. No pude evitar reir cuando algunos niños empezaron a señalarnos, y más cuando sus madres, de trajes pomposos comenzaron a arrastrarlos hacia el interior del circo avergonzadas por la actitud de sus hijos. Nadie se fijó en mi vestido desgastado ni en mis pies tiznados de hollín, que contrastaban con el resto de mi piel, blanquecina.

-Vos sabeis mejor que nadie que no tengo derecho a quejarme. No hay buena vista. Pero si tiene alguna idea sobre cómo entrar en el circo sin que me exponga a dos semanas en prisión, azotes o multas, dejaré que me lleve a donde quiera- sonreí más mientras le daba el último mordisco a mi manzana.

No había quedado rastro de ella, solo el feo rabito por donde la sujetaba. Pasar hambre me había enseñado demasiadas cosas. No derrochar la comida era una de ellas.
Miré a Liam de reojo. Su rostro sereno había perdido parte de la rigidez que había visto hacía unos instantes... pero su figura seguía mostrando un halo misterioso e incluso peligroso. A pesar de todo me alegraba de verle, y mucho. Y no solo por el hecho de que él me hacía compañía, si no porque en cierto modo sabía que bajo esa máscara de indiferencia, me comprendía y no me juzgaría hiciera lo que hiciera.

por **Liam McDonald** Mar Feb 22, 2011 5:02 am

Bajo aquellas palabras pude intuir cierto desconsuelo. Nora no tenía una vida fácil. Eso lo pude comprobar yo mismo la primera vez que la conocí. En cierto modo, ella era como yo. Un paria. Sin hogar, sin familia y sin patria. No sabía demasiado acerca del pasado de la muchacha, y prefería que fuese así. Para gente como nosotros, era preferible no exponernos ante nadie.
-Vamos, Nora. Deja de tratarme de "vos". No soy ningún "lord"-pronuncié esa palabra con un cierto tono de burla.-al que tengas que rendir cuentas. Me sentiría mejor si me tutearas.

No sabía por qué. De nuevo aquella sensación me atrapaba. Era como si no hubiese pasado el tiempo ni el dolor por mi vida. Como si aún fuera ese chico idealista que se aferraba a la vida como a un clavo ardiente. Desenfadado y despreocupado. A veces echaba de menos a ese jóven. ¿Acaso tiene Nora el poder de resucitarlo de entre los muertos?

Extrañamente, casi había olvidado el motivo que me había traído hasta allí. Era una casualidad haberme topado con Nora, pensé que nunca más la vería. Después de todo, París es muy grande y hay demasiados peligros. ¿Quién iba a garantizarme volver a encontrarme con la pelirroja? Pero véase, bien por la casualidad o por cosas del destino, allí estábamos los dos. Hablando de nuevo. Y yo sintiéndome otra vez como el joven que una vez creyó en algo.
-Da la casualidad de que hoy me siento inusualmente generoso. ¿Qué tal si bajamos y te invito a una tarde en el circo?-Esperaba que aceptase mi invitación, aunque por otra parte prefería que no supiera ni preguntase por la razón por la que estaba aquí.

Observé como Nora prácticamente devoraba hasta el último bocado de la manzana. Y pensé que debería estar hambrienta. Yo sabía lo que era el hambre. Y no era nada agradable. Apurabas hasta la piel de las patatas con tal de llevarte algo a la boca.

Bajé del carromato con la misma rapidez con la que había subido y luego tendí la mano a Nora. Aunque no dudaba de que ella tenía la suficiente agilidad y estaba demasiado acostumbrada como para hacerlo por sí misma.

por **Denna Setterfield** Mar Feb 22, 2011 3:35 pm

Escuché la petición de Liam. En realidad no intenté protestar, me limité a sonreir levemente. Él sabía de sobra que yo estaba acostumbrada a eso, a rebajarme y tratar con respeto a todo el mundo. Infligir esa absurda norma de educación podía buscarme más de un problema, sobre todo si me cruzaba con la realeza.

- Me encantaría ir al circo contigo, pero no me gusta endeudarme con nadie. Te devolveré el dinero a base de manzanas- dije soltando una breve risa, pero el
en mis ojos se leía la perplejidad de nuevo.

¿Por qué me invitaba? ¿Por qué se tomaba tantas molestias por alguien como yo? Observé su ágil salto y me dispuse a hacer lo mismo, pero me encontré con la mano de Liam frente a mí. Le miré a los ojos un tanto desconcertada. Nadie había tenido ese simple gesto conmigo, nunca. Quizás James alguna vez, pero en mi amigo eso era algo a lo que estaba acostumbrada, por lo que no lo tenía muy en cuenta. Tomé la mano de Liam y un susurro ilegible escapó de mis labios, algo así como un "gracias". Algo me había llamado la atención más incluso que el hecho de que Liam estuviera allí y pretendiera interceder por mi ante los guardias que custodiaban el circo. Su mano. Su mano que debía de ser suave y estilizada estaba áspera y era fuerte y musculosa. No eran las manos de alguien de clase media, ni mucho menos alta como aparentaba ser Liam. Eran las manos de un trabajador, de alguien que había tenido que arañar, trepar, cultivar y sobretodo caer una y otra vez sobre los despojos de la calle.

No dije nada. Hice un esfuerzo por sonreir con la duda pintada en la cara, la duda sobre cual era exáctamente el pasado de Liam, pero la oculté mientras saltaba al suelo y ambos nos dirigíamos a las puertas del cercado. Observé sumida en mis cavilaciones cómo Liam pagaba las dos entradas para la actuación. Los guardias me observaron de arriba abajo. Supongo que me dejaron pasar únicamente porque pensaron que era una especie de criada de mi compañero. Nadie les había dado órdenes de echar a las amas de llaves o sirvientas. Liam se dirigió a una de las filas laterales. No entendí muy bien por qué, ya que había sitios libres de sobra en otras localidades más cercanas al escenario. Nuestro asiento estaba cerca de una especie de jaula enorme pero vacía. No dije nada, pero sentí escalofríos. Miré a Liam, que también parecía sumido en sus propios pensamientos.

- ¿Sabes quienes actuarán esta noche? No he tenido la oportunidad de leer los carteles que anunciaban los espectáculos a la entrada - dije buscando con la mirada algún indicio de payasos, malabares o equilibristas, pero el escenario estaba vacío.

por **Liam McDonald** Miér Mar 02, 2011 4:55 am

Lei el desconcierto de Nora cuando le extendí mi mano. Pensé de nuevo en todas las penurias que la chica debía de haber pasado para sentirse así por el sencillo gesto de ayudarla a bajar. Diablos, ¿qué le pasaba al mundo? ¿Por qué la gente buena nunca tenía una vida fácil? Supongo que el mundo no era justo. Ese hecho lo había constatado yo mismo años atrás. Los más rastreros eran los que tenían dinero y los nobles de corazón eran los que se comían el barro, así de simple.
-No te preocupes. Hoy invito yo.-Mis labios dibujaron algo que se asemejaba a una sonrisa.-En cuanto a lo de las manzanas...ya hablaremos de ello, iníon

Aunque la Revolución Francesa parecía haber suavizado la situación de los más desafortunados, lo cierto es que aún quedaba mucho por hacer. Un pensamiento cruzó mi mente en ese instante; esperaba que alguien en Escocia se hubiese levantado contra el Estado inglés. Sólo esperaba que alguien hubiese continuado con mi camino, porque ahora mi cogadh particular se había convertido en algo más personal.

Pagué las dos entradas. No se me pasó la mirada de desconfianza que los guardias dirigieron a Nora. Traté de controlar mi ira. Estaba cansado de las clases altas que se creían los dueños del mundo. Aunque, bien pensado, así era. ¿Qué nos quedaba a los demás? Los restos. Esperaba que eso cambiase algún día.

Al entrar dentro de la carpa, el calor era un tanto agobiante. La gente se amontonaba en las primeras filas; no querían perderse ningún detalle del espectáculo. Yo, por mi parte, guié a Nora hacia las gradas laterales, de forma que nos situamos muy cerca de la gran jaula de metal vacía. Justo donde quería estar. Me preguntaba dónde esconderian a ese "Hombre-bestia". Tenía que hablar con él antes de la luna llena. Es más, yo mismo tendría que salir antes de que la luna llena alcanzase su cenit si no quería provocar una masacre.

Mi rostro volvió a tensarse ante la pregunta de la pelirroja. Ella era la única persona dentro del recinto que me importaba. No quería que le sucediese nada malo. Quizá no debería haberla traído aquí.
-Supongo que lo típico. Payasos, trapecistas, domadores...-Me encogí de hombros, como si la cosa no me interesase del todo. No mencioné el número final.

El espectáculo comenzó. La carpa se llenaba de risas de niños y también adultos. Deseé que Nora estuviese disfrutando. Por mi parte, mi expresión era seria y reflexiva. Miré mi reloj de bolsillo; ya era hora de salir a investigar.
-Nora, tengo que salir un momento. ¿Te importaría quedarte aquí mientras regreso?-Esperaba que Nora no insistiese en acompañarme.

Al salir del recinto, me aventuré hacia la parte de atrás, donde estaban todas las caravanas de los artistas del circo. Me topé con un enano que andaba refunfuñando con un motón de maderos cargados en el brazo.
-Disculpe, ¿sabe donde puedo encontrar al "Hombre-bestia"?
El enano me señaló unas mesas que estaban dispuestas al aire libre donde dos hombres y una mujer se encontraban comiendo.

Sin más preámbulos, me dirigí hacia allí. Pregunté quien de aquellos era el llamado "hombre-bestia". El hombre más corpulento de todos alzó la voz.
-Soy yo, ¿quién pregunta?
Eché un vistazo hacia los demás, dando a entender que no quería que nadie más se enterase.
-Quiero hablar con usted en privado.
El hombre asintió y me condujo hacia la zona más alejada del descampado.

OFF: He escrito esto con la idea de que Nora vaya a seguir a Liam. Pero si no te parece bien o tienes pensado otra cosa, mándame un MP y lo edito, ¿ok?

por **Denna Setterfield** Jue Mar 03, 2011 2:41 pm

El espectáculo comenzó con un estruendo de música. Tambores golpeados por payasos que hacían equilibrios sobre bicicletas, trompetas de colores llamativos y violines con caras sonrientes dibujadas a témpera sobre la madera aparecieron tras un telón maltrecho. Todo era colorido en aquel escenario que de pronto se veía iluminado por miles de velas. Mi mente dejó de preocuparse por las miradas, por mi condición en París. El circo me sumergió en un estado de impresión que bloqueaba cualquier sentimiento negativo en mí.

La voz de Liam me despertó tras casi una hora de espectáculo. Debían de ser las ocho o nueve de la tarde. Faltaban varias horas para que la luna saliera y yo sintiera la necesidad de huir y refugiarme en los suburbios. Liam salió sigiloso de la carpa. No pensé en seguirle, pero algo cambió esa idea. Al parecer, en el circo solían hace un intermedio para descanso de los intérpretes y acróbatas. Un payaso rechoncho apareció entre aplausos, y éste alzó las manos para que el ruido cesara y él pudiera hacerse oír.

-Señoras y señores, quiero agradecerles su asistencia en este día tan especial. Vamos a dar unos minutos a nuestros compañeros para que descansen y se preparen para el número más impresionante de la noche. Como muchos ya sabéis... en honor de esta noche de luna llena vamos a tener a un invitado muy especial. Se trata del hombre... bestia- vi cómo el hombre sonreía, pero una gota de sudor le cruzó el rostro. Quise adjudicarlo al calor de la carpa. El hombre continuó hablando con voz fingidamente grave y la gente comenzó a reír-. Para ponerlos en antecedentes... uno de nuestros hombres se convertirá en una fiera frente a vosotros gracias a una poción ideada por nuestros brujos del circo. Es muy peligroso una vez transformado, así que para controlar este fenómeno tenemos una jaula donde se transformará y unas cadenas...

No hizo falta que mirara. Sabía que el payaso estaría señalando la enorme jaula vacía que se encontraba frente a mí. Empecé a sentir cierta inquietud. Hombres que se convertían en bestias. Hombres que se convierten en lobos. Me levanté sin poder evitarlo y eché a correr tras Liam por una puerta lateral donde los guardias habían desaparecido. Me encontré de pronto entre caravana y caravana del circo, entre jaulas donde leones dormitaban y hogueras preparadas para la noche. Tuve que callar y agudizar el oído para escuchar la voz de Liam. ¿Qué demonios buscaba allí detrás? Conforme me iba acercando, un dolor agudo empezaba a traspasarme. Cada luna llena hacía que mis heridas volvieran a abrirse. No entendía cual era el motivo, pero suponía que si un hombre lobo me había marcado, me había elegido como presa, y el olor de mi sangre era sin duda algo beneficioso para mi búsqueda. Me encogí unos segundos sobre mi misma, pero vi frente a mí a Liam, hablando con un hombre, y me esforcé en aparentar normalidad. No podía irme así como así sin avisarle, y si Liam veía que me encontraba mal, le obligaría a acompañarme de nuevo a casa. No quería que él sintiera ninguna pena por mí. Me acerqué despacio.

-Liam…- dije suavemente. Liam parecía saber perfectamente que yo estaba allí mucho antes de girarse. Vi como el hombre con el que hablaba me miraba con el ceño fruncido. Sus ojos me recordaron algo. Intenté concentrarme en lo que estaba diciendo-. Tengo que irme. Me están espe…

- ¿Nos conocemos? –me interrumpió el hombre. Tenía unos imponentes ojos negros, y su complexión era musculosa. Sentí un escalofrío mientras negaba con la cabeza.

-Tengo que irme, gracias por invitarme hoy Liam – repetí masticando las palabras, y me giré para irme. Alguien me cogió por el brazo, y me encogí de nuevo cuando una corriente abrasadora me subió por la espalda, haciéndome soltar un gemido ahogado. Un “espera, estoy seguro de que nos hemos visto antes” quedó en labios del hombre, que junto con Liam me miró desconcertado correr hacia la carpa.

Una vez allí me dirigí a la salida principal del circo. Me vi interrumpida por dos guardias que cruzaron sus escopetas frente a mí. La histeria comenzó a apoderarse de mí. Hombre bestia, dolor, luna llena. Un puzzle incompleto cuadraba en mi mente, pero al parecer mi subconsciente había entendido el problema antes que yo. Los guardias murmuraron algo sobre “otra que quiere huir de su amo”, pero no estaba como para discutir. Empujé con todas mis fuerzas hasta que me vi atrapada por los dos hombres. En ese momento, oí como alguien anunciaba la aparición del hombre bestia. Unos ojos negros me observaron, concentrados, desde el escenario. Ojos idénticos a los de un lobo que una vez vi, acechándome.

por **Liam McDonald** Mar Mar 15, 2011 5:41 am

Pude sentir la presencia de Nora detrás de mí mientras hablaba con el hombre. El tiempo se me echaba encima. Tenía que conseguir la suficiente información antes de que la luna llena hiciese aparición. Si no salía del circo antes de eso...Podría ocurrir una masacre. En cuanto a aquel hombre...¿Podría ser él también un licántropo? Si era así, el peligro sería doblemente mayor.

Antes de poder profundizar con aquel hombre el tema que me importaba, Nora irrumpió. Me giré hacia ella. No tenía buena cara. Estaba un tanto pálida y hablaba entrecortadamente, como si algo la molestase o le hiciese daño. Olvidé entonces todo por lo que había ido hoy al circo y me concentré en Nora.
-¿seguro que estás bien, muchacha? No tienes buena cara.-el hombre nos interrumpió. Parecía que conocía a la pelirroja. Le dirigí una mirada dubitativa pero no hice más preguntas. No era tiempo de eso.
Nora salió despedida en dirección a la salida.

Le dirigí una mirada al supuesto "hombre-bestia". No me cabía casi ninguna duda de que él era un licántropo como yo. En mi interior se inició una guerra civil; no estaba seguro de si quedarme allí y averiguar lo que tanto tiempo llevaba buscando o ir tras la joven. "Pero, ¿qué diablos te pasa, McDonald? ¿Desde cuando te has convertido en un tipo sin escrúpulos?" Buena pregunta. Pero no tenía tiempo para pensar mucho en ello. Y, sorprendentemente, me encontré despidiéndome del tipo y saliendo a la búsqueda de la pelirroja. En otras circunstancias, probablemente, hubiera hecho lo contrario. Pero se trataba de Nora. Maldita sea, ¿qué tenía aquella muchacha?

La encontré justo a la salida del recinto. Medio aturdida y tratando de zafarse de los dos guardas que parecían no dejarle salir.
-¡Eh,eh!-gritaba mientras me acercaba a ellos con grandes zancadas.-¿qué demonios pasa aquí, señores? ¿Por qué no dejáis salir a la muchacha?
Los dos guardas me miraron como si no supiesen bien qué decir.
-Nosotros...eh, perdón señor. Pensábamos que...
-Ya...pensábais...-me mofé de ellos. Y, sin más, pasé atravesandolos con Nora cogida de la mano.

Cuando estuvimos a una distancia prudencial del circo, me encaré a la muchacha. No parecía que su estado de salud hubiese mejorado. Tomé su rostro entre mis manos, retirando algunos mechones rojizos de pelo de su cara.
-¿Estás bien?-pregunté y, acto seguido, retiré mis manos pensando que quizá aquello la agobiaría aún más.-Estás un poco pálida.

por **Denna Setterfield** Mar Mar 15, 2011 9:48 am

Mis ojos no se despegaron del escenario hasta que sentí un tirón en la mano. Los guardias me dejaban pasar, y no entendí por qué hasta que vi a Liam frente a mi, cortándome el paso. Sentí sus manos en mi cara, y durante unos segundos se me olvidó todo, pero él las retiró, respetuoso, y mi mente viajó de nuevo al circo. No respondí a su pregunta. Miré como un conejillo asustado hacia la carpa, que quedaba a nuestras espaldas, y después a él. ¿A caso podía creerme?

- El hombre con el que hablabas... el el... el de los ojos negros...- balbuceé.

Liam tenía cara de preocupación y yo no podía evitar mirar a un lado y a otro, al cielo. Desde nuestra posición podíamos oir los aplausos de la gente. Si todo iba como pensaba, al cabo de una media hora, la luna se alzaría y en la carpa, aquel hombre bebería teatralmente de algúna botella, y se convertiría en lobo. Mientras los payasos entretenían al público hasta entonces, podíamos huir. Clavé mis ojos azules en los del joven que tenía junto a mi. No sabía qué hacer, y mi corazón comenzaba a palpitar fuerte en el corazón.

- No vas a creerme...- musité haciendo una mueca. Cogí sus manos sin preocuparme por los modales, la desconfianza y demás-. Liam, no debes acercarte al circo. Prométeme que te irás de aquí. Por favor. No es seguro... y ese hombre... yo... no me da buena espina.

Sentí que la cabeza me daba vueltas. El cuerpo me ardía y sentía ganas de tiritar, de correr y de gritar a partes iguales. Una nueva ráfaga de dolor traspasó mi piel y me encogí sobre mi misma con un gruñido. Tuve que soltar las manos de Liam brúscamente para llevármelas a la zona donde el vestido que llevaba se cerraba, con la esperanza de que eso mitigara el dolor. Todas las lunas llenas ese suplicio. ¿Cuándo se acabaría? ¿A caso había algún remedio para cicatrizar esas malditas heridas de una vez? ¿Para desligarme de aquel licántropo que me acechaba desde las sombras?

Sentí humedad allí donde la tela tocaba con los cortes. Aparté una mano y la abrí frente a mis ojos, los cuales se abrieron sorprendidos. Un tono rojizo la había teñido, y supuse que también había pasado lo mismo con toda la parte trasera del vestido. Di gracias porque mi melena tapara tanto las heridas como la sangre, y confundiera la vista con su color. Miré a Liam de nuevo. Sus ojos se habían posado en mi mano. La escondí tras la espalda apretando los labios.

-Lo siento Liam... - trastabillé hacia atrás repitiendo las mismas palabras que le había dicho una vez-. Si quieres algo... ya sabes donde encontrarme. Tengo que irme... es peligroso.

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