Justine Gaciot

-Nombre del Personaje: Justine Gaciot
-Edad: 84 años
Edad aparente: 26 años
-Especie: Vampiro
- Tipo y Nivel Social: Clase Alta
- Sexualidad: Bisexual (des de su conversión)
-Lugar de Origen: Nimes
-Fecha de Muerte: 12 de Septiembre de 1716
-Habilidad/Poder: Agilidad y reflejos sobrehumanos- Sentidos aumentados, Control mental, Sanación acelerada, sentido del peligro
-Descripción Física:

-Descripción Psicológica: Justine, cuando humana se sentía fascinada por el arte en cada una de sus expresiones, sin embargo, limitada por su estatus de mujer, no tenía el acceso a sus objetos de admiración. Aquello le molestaba en sobremanera, pues siendo una mujer fuerte y segura de si misma como era, esa situación le parecía insostenible, y es por ello mismo que acostumbraba disfrazarse de hombre para poder acceder a ellos.
Más tarde, al recibir el don de las sombras, Justine, decidió dejar de ser una espectadora pasiva y ser una parte activa en el mundo del arte. Entonces fue cuando su carácter fuerte y emprendedor tuvo su máxima expresión, y se convirtió en una mujer fuerte, seria, solitaria, pero en esos momentos de soledad es cuando libera todo el sentimentalismo que lleva dentro, reprimido cuando esta en publico.

-Historia:
Nació en el seno de una familia de clase alta de Nimes. Vivió su infancia rodeada de riqueza y placeres puesto que era la única hija que el matrimonio había conseguido mantener con vida, todos sus hermanos habían muerto al nacer o más tarde a causa de las enfermedades.
Cuando tuvo la edad suficiente, se le asigno una tutora que le dio las bases de la educación a la que podía acceder alguien de alto standing, aprendiendo así a leer, escribir, bailar, tocar el violín, costura y demás habilidades que debía tener cualquier señorita que se preciara.
Sin embargo no fueron las labores lo que la atrajeron, sino la lectura y el arte. Pronto se intereso por esa clase de temas, pero se encontró grandes obstáculos a causa de su condición femenina. Tanto sus familiares como amistades la tildaban de “mala mujer” por querer obtener ese conocimiento, así que a escondidas entraba en la biblioteca de sus familiares o amigos, vestida de chico haciéndose pasar por un sobrino lejano, también había llegado a colarse en los talleres de algunos artistas de Nimes.
Justine, fue creciendo, ya pasaba muchos años de su edad de casarse, y muchos la tomaban como “la soltera” ya que había rechazado todos los pretendientes que sus padres habían escogido para ella. Finalmente, la bondad de sus progenitores se termino, y los mimos y caprichos de la hija única de la familia Gaciot dieron su fin; la harían casar con un noble de la ciudad vecina tanto si le gustaba como si no.
De ese modo, frustrada por esa decisión de sus padres, huyó de su mansión. Esa noche recorrió las calles de Nimes, con los pies adoloridos por los adoquines de las calles y el vestido manchado y sucio de barro. Había llegado a un callejón oscuro que, lámenos de noche, no reconocía. Al fondo, podía ver una puertecita de madera vieja con una gran aldaba de hierro. Estaba entreabierta y de ella salía una tenue luz de velas que era la única fuente de luz que llegaba al callejón, a parte de la luz plateada de la luna.
Se acerco con cautela y miro que o quien había detrás de esa puerta. Pudo ver una habitación grande llena de materiales, maderas, huevos, flores, pinceles, telas y otros artilugios que ella no reconocía. Todo ese desorden hacia que la estancia pareciera mucho mas pequeña de lo que era, y en medio de todo ese caos se encontraba un hombre de mediana edad, de estatura media, con pelo blanco vestido con ropas viejas llenas de manchas. Estaba de pie con un pincel en la mano, frunciendo el ceño delante de una tela en la que había una composición pintada que Justine no podía distinguir des de donde se encontraba.
De repente, con movimientos bruscos, el hombre se giró hacia el montón de telas, y agarrando una gran sabana blanca, la aparto tirandola al otro lado de la habitación. Al hacer aquello se escucho un revoloteo nervioso; debajo de la sabana había una jaula de madera con una paloma blanca que no paraba de aletear con violencia esparciendo algunas de sus plumas por alrededor.
El hombre, abrió la jaula y agarro al pájaro que luchaba por escaparse de sus garras. Fue así como empotro al pájaro con violencia contra el lienzo y lo clavo, por las alas, aun vivo, como una santa crucifixión. La visión del pájaro agonizante aterro a la muchacha que no pudo reprimir dar un alarido de horror y así descubrir su presencia. Cayó al suelo, y se arrastro hacia el lado opuesto del callejón, tapándose la boca con ambas manos. El extraño artista abrió la puerta y vio a Justine ahí, como un gato asustado, sin embargo, al contrario de lo que ella pensaba, ese hombre no la riñó ni le hizo ningún daño, sino que la invito amablemente a entrar en su taller y contemplar sus obras.
Con resignación y miedo, acepto a entrar en aquel antro de mala muerte. Pudo ver esa “obra”, si es que así podía llamarse, en todo su esplendor, y esta vez, no le causo terror, sino admiración. La sangre de la paloma resbalaba por el lienzo cubriendo los rostros de Ángeles y la Virgen María, que arrodillada, lloraba ante la presencia del pájaro. Era una pintura sublime.

Así se convirtió en alumna de ese hombre, y no solo su alumna en artes, sino también su chiquilla, su hija vampiro que había creado a partir de su propia sangre.
No paso demasiados años allí, ya que demasiada gente la conocía y buscaba por su repentina desaparición, así que decidió irse a la capital, Paris, donde había oído rumores que un cambio importante sucedería en el mundo de las artes.
Se aposento en una casa lujosa a las afueras de Paris, sin la compañía de su sire. Allí se dedico relacionarse con los nuevos artistas que surgían en aquella época. Franceses, flamencos, ingleses y alemanes habían pasado por su casa en acogedoras noches junto al fuego, con una taza de te en las manos y un fervor ardiente por desempeñar su arte gracias a esa pálida mujer de pelo azabache.