Hello you, Lady... Rawr! [Privado]

Pasar las mañanas ignorando las tan pesadas obligaciones y dejar que la mente se inundara de buenos recuerdos y que el cuerpo se relajara lejos de todo y de todos; las calles de París no eran lo más tranquilas que digamos como para poder dejar que todo eso sucediera, pero si eran las indicadas para caminar hacia el lugar ideal que la tranquilizaría.

Abrió la puerta principal de la mansión, atravesó el jardín caminando sobre la barda de la fuerte divisando la reja blanca que resguardaba la entrada a la propiedad, a lo lejos pudo escuchar a su nana gritarle que tenía que volver...uno, dos, tres su paso se tornó apresurado, aún escuchando las reprimendas de su nana y el crujir del pasto bajo los pies de dos de sus lacayos que se disponían a cerrarle el paso... cuatro, cinco y ahora corría, estiró la mano hasta alcanzar la reja mientras una sonrisa de satisfacción iluminaba su rostro; jaló la pesada estructura de metal hasta dejarla abierta de par en para volteando para despedirse de su nona, la cual había desistido de llamarle, y se giró para correr calle abajo escapando de los insistentes lacayos.

Respirar ese aire tan pesado y espeso a causa de la inmensidad de olores mezclados en el, evitaba que sus agitados pulmones recabaran el oxígeno necesario, se recargó en una pared inhalando profundo intentando aminorar el acelerado trote de su corazón, se rió para sí misma por tal hazaña cometida sacudiendo levemente la cabeza para concentrarse en el lugar donde estaba; no reconocía ningún edificio, ningún comercio ¿desvió su camino? Había corrido calle abajo y ¿giró mal, tomó otra calle? Comenzó a respirar con normalidad se empujó con las manos para separarse de aquella pared y se posó en medio de la calle comenzando a caminar hacia atrás, seguiría sus pasos hasta encaminarse de nuevo, finalmente, no llevaba prisa alguna.

Un giro a la derecha, doblar a la izquierda, unos cuantos pasos y… la calle principal, comenzó a caminar hacia el frente sobre esa tranquila y pintoresca avenida cuyo remate visual era la Plaza du Tertre, símbolo de la cultura artística de aquel romántico país; y antemesa de lo que ella buscaba, unas cuantas calles más abajo y llegó a un precioso parque que le serviría como oasis de relajación; caminó por la terracería que marcaba un pequeño camino entre jardín y jardín, se acercó a la orilla retirándose los zapatos y comenzó a caminar sobre el pasto sonriendo por la sensación de cosquilleo que le causaba la textura de la hierba en la piel.

Iba dando pequeños saltos, girando de vez en vez mientras extendía sus brazos hacia el aire permitiendo que éste fuera su compañero del fugaz baile, inspiró profundo y buscó resguardo y apoyo en un enorme roble que extendía su ramas hacia el cielo; se sentó sobre la hierba recargando su espalda en el grueso y fornido tronco del viejo árbol sacando de su bolso tejido una carpeta de piel con hojas y una pequeña caja de madera en donde guardaba sus pedazos de carboncillo; alzó la mirada para llenarse de la armonía de aquel lugar y lo que sus ojos encontraron fue a un pequeño cachorro corgi de color blanco matizado con naranja jugueteando en la hierba y olisqueando el aire como si este le hubiera llevado una tienda completa de escencias.

-Ven pequeño… ¿qué haces ahí tan solo?
Chasqueó los dedos para llamar la atención del perro sonriéndole con ternura mientras miraba a su alrededor para ver si nadie la miraba con ojos de muerte por hablarle a su mascota; él sería el objeto de su atención ese día haría un retrato de él , claro, si el cachorro no salía huyendo antes.

Verlo tan alegre, tan tranquilo... tan libre, se le antojó estar jugueteando en la hierba justo como él, ¿y si...? agitó la cabeza negando mientras seguía llamando al pequeño con los dedos sonriendole para animarlo a acercarse.

- ¿Qué haces por aquí tan solo?
Levantó al pequeño en vilo una vez que lo tuvo junto a ella, elevandolo por arriba de su cabeza para después colocarlo en su regazo de frente a ella acariciando su lomo, su pelaje era suave apezar de estar lleno de pedazos de hierba y hojas secas; sus expresivos ojos negros no dejaban de mirarla por lo que hizo lo mismo mientras le sonreía.

-No creo que te hayas perdido, porque estas muy tranquilo para eso ¿no es así?
Juntó su nariz con la del cachorro separándose lentamente, le gustaban los animales ¿se sentía más cómoda que con las personas debido a lo que ella era? Quizás así era, al menos en este momento, en este día…si. Se recargó en el tronco del árbol que se alzaba fuerte y alto a sus espaldas dejando al pequeñín sobre su regazo, mientras tomaba la carpeta de cuero negro con hojas contrastantes ce color marfil en su interior.

-¿Te quedarás quieto un momento?
Quien la escuchara la tomaría por loca puesto que sus palabras iban al aire, quien la observara atento se reiría de la escena porque vería que su compañero de conversación se encontraba mirándola curioso, olfateándola y levantando las orejas ante lo que decía. Abrió la pequeña caja de madera para obtener un pedazo de carboncillo el cual hizo el primer trazo sobre la virgen hoja.

-Esos ojos…
El trazo iba tomando forma, el pequeño rostro del perro, la forma de aquellos ojos negros que parecían un cielo nocturno y que la inquietaban ¿la inquietaban? Había algo en ellos que la hacían pensar que los había visto en otro lado, o que sabía que se escondía detrás ¡Vamos Charleen! Está bien que creas saber como piensa un perro, pero no puedes afirmarlo, carraspeó un poco y siguió dibujando a aquel cachorro.