AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Me atacaste [Privado-Elodin]
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Me atacaste [Privado-Elodin]
"Tú no debes hacer eso, tú no estás echa para eso, regresa a la cocina y prepara algo"- Esas palabras fueron el detonante para que no quisiera seguir más en esa vida, en ese estilo de vida que me estaba consumiendo y me estaba matando por dentro. Desde chiquita fui así y nadie me va a cambiar al respecto. Amo mi manera de ver la vida, no quiero ser como mi madre, sumida, sin poder ni siquiera escoger sus ropas por que mi padre se las escoge y no hay pero que valga, eso es triste, vergonzoso, bastante denigrante. Por eso no debía volver, tal vez me costaría demasiado, tal vez no tendría las cosas que tengo, pocas pero que tengo, pero me sentiré yo misma, me sentiré feliz, me sentiré aquella mujer que siempre estaba en mi mente y que necesitaba poder hacer algo de su vida, no hacer lo que le demandara su padre. No quiero ser una esposad modelo, no quiero seguir estereotipos de esta sociedad tan perversa, simplemente quiero ser Doreen.
De repente mi cuerpo empezó a temblar, las piernas empezaron a doblarse a cada paso que daba, mi respiración se iba, pero era tan perturbante aquello que sentí que moría. Avanzaba por inercia, por instinto de supervivencia, por que necesitaba salir lo más lejos posible de ese lugar. Pero mi cuerpo no pudo más, no pudo y se desplomó en la tierra, haciendo que mi rostro se golpeara con alguna rama, pero de tanto dolor al correr no me hizo sentir aquellos golpes, así era mejor. Mucho mejor. Después de un rato de luchar con el dolor interno, de controlar mi respiración y de volver a sentir mi cuerpo, era mejor ponerme de pie y seguir la marcha, no podía parar, debería encontrar algo seguro. Aunque no sabía que, no había que, el sonido del rió llamo mi atención y me aproxime. Me quede un rato en silencio hasta que esa figura me ataco. Por un momento pensé que eran alucinaciones mías, después me di cuenta que no podría ser así.
El dolor era bastante molesto, bastante aturdidor. Me quede ahí, observando unas patas, demasiado extraño, no existían perros tan grandes. ¿O Si? No, no era posible... Después de no sé cuanto tiempo pude despertar, me dolía el cuerpo y pude ver sangre en mi vestido blanco, solloce un poco arrepentida de salir de casa. Me reincorporé como pude. Todo me daba vueltas, el olor a sangre era tanto que me dio asco. Avance dos pasos y caí encima de un hombre bastante alto. - Lo siento, lo siento - Repuse pero después me di cuenta que estaba tan inconsiente como yo lo había estado segundos antes. Acarició su rostro ¿Qué hacía ahí?. Mi cuerpo se doblo, el mareo volvió, caí al suelo de nuevo, pero ya no perdí el conocimiento.
De repente mi cuerpo empezó a temblar, las piernas empezaron a doblarse a cada paso que daba, mi respiración se iba, pero era tan perturbante aquello que sentí que moría. Avanzaba por inercia, por instinto de supervivencia, por que necesitaba salir lo más lejos posible de ese lugar. Pero mi cuerpo no pudo más, no pudo y se desplomó en la tierra, haciendo que mi rostro se golpeara con alguna rama, pero de tanto dolor al correr no me hizo sentir aquellos golpes, así era mejor. Mucho mejor. Después de un rato de luchar con el dolor interno, de controlar mi respiración y de volver a sentir mi cuerpo, era mejor ponerme de pie y seguir la marcha, no podía parar, debería encontrar algo seguro. Aunque no sabía que, no había que, el sonido del rió llamo mi atención y me aproxime. Me quede un rato en silencio hasta que esa figura me ataco. Por un momento pensé que eran alucinaciones mías, después me di cuenta que no podría ser así.
El dolor era bastante molesto, bastante aturdidor. Me quede ahí, observando unas patas, demasiado extraño, no existían perros tan grandes. ¿O Si? No, no era posible... Después de no sé cuanto tiempo pude despertar, me dolía el cuerpo y pude ver sangre en mi vestido blanco, solloce un poco arrepentida de salir de casa. Me reincorporé como pude. Todo me daba vueltas, el olor a sangre era tanto que me dio asco. Avance dos pasos y caí encima de un hombre bastante alto. - Lo siento, lo siento - Repuse pero después me di cuenta que estaba tan inconsiente como yo lo había estado segundos antes. Acarició su rostro ¿Qué hacía ahí?. Mi cuerpo se doblo, el mareo volvió, caí al suelo de nuevo, pero ya no perdí el conocimiento.
Última edición por Doreen Caracciolo el Jue Mar 03, 2011 9:33 pm, editado 1 vez
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Me atacaste [Privado-Elodin]
Estaba solo, inmerso en la oscuridad absoluta, el silencio era perturbador, pero lo era aún más la última imagen que había tenido. Un destello de luz apareció en aquella oscuridad, y se expandió rápidamente. Parpadeé varias veces hasta que mis ojos se adaptaron a aquella visión, el lugar me pareció conocido. Estaba de pie junto a la muchacha nuevamente, esta vez sentí que el tiempo se detenía, no podía moverme. Observé a la joven mujer que se hallaba en el suelo frente a mi. Debería estar en los primeros años de su adultez, entre los veinte y veintitantos. Su cabello era precioso, aún como estaba en ese momento con manchas de sangre. Su rostro mostraba la perfeccion, aunque debo admitir que el corte en su labio inferior y el cardenal del tamaño de un palmo en su sien dejaban mucho que desear. Su vestido blanco estaba desgarrado en la zona de sus costillas, y se podía ver la sangre seca sobre las heridas.
La imagen del bosque se alejó de mi rápidamente, como si tratara de huir de mi. Otras imágenes se proyectaron en aquella oscuridad, mis otras víctimas. Recordaba a cada una de ellas, había asesinado a trece mujeres y once hombres. Suponía que llegaba a cincuenta animales aproximadamente. Había pensado en entregarme y hacerme culpable de aquellos asesinatos, pero...¿Cuánto tiempo podría contenerme una celda o calabozo? Sabia la respuesta, solo hasta la proxima luna llena, donde seguramente asesinaria al guardia y a cualquiera que se cruzara en mi camino. Los rostros de mis víctimas eran siempre iguales, ensangrentados, con cardenales e incluso...no habia rostro. Había noches en las que no "despertaba" antes de dejar solo huesos, y había noches en las que el trabajo estaba por la mitad.
Repentinamente, todo volvió a ser negro. Comencé a abrir los ojos lentamente, veia todo distorsionado. Parpadee un par de veces y todo comenzó a ponerse en su lugar, cada linea quedo fija, cada sombra se intensifico y se volvio un arbol. Logre sentarme y observe todo a mi alrededor, los arboles, el pequeño rio, y a ella. Increiblemente no estaba muy lejos de donde había esperado sentado a que la luna apareciera, comence a caminar y luego de unos segundos estaba corriendo. Llegue al lugar y busque en el arbol marcado, corri algunas ramas y encontre lo que buscaba. La ropa que estaba usando la noche anterior habia quedado destrozada, y no me atrevia a volver a la ciudad completamente desnudo. Una vez que tuve las ropas puestas volvi al lugar donde estaba la muchacha, estaba conciente, pero no se movia. La cargué en brazos y comencé a caminar lo mas rapido que podia, en silencio.
La imagen del bosque se alejó de mi rápidamente, como si tratara de huir de mi. Otras imágenes se proyectaron en aquella oscuridad, mis otras víctimas. Recordaba a cada una de ellas, había asesinado a trece mujeres y once hombres. Suponía que llegaba a cincuenta animales aproximadamente. Había pensado en entregarme y hacerme culpable de aquellos asesinatos, pero...¿Cuánto tiempo podría contenerme una celda o calabozo? Sabia la respuesta, solo hasta la proxima luna llena, donde seguramente asesinaria al guardia y a cualquiera que se cruzara en mi camino. Los rostros de mis víctimas eran siempre iguales, ensangrentados, con cardenales e incluso...no habia rostro. Había noches en las que no "despertaba" antes de dejar solo huesos, y había noches en las que el trabajo estaba por la mitad.
Repentinamente, todo volvió a ser negro. Comencé a abrir los ojos lentamente, veia todo distorsionado. Parpadee un par de veces y todo comenzó a ponerse en su lugar, cada linea quedo fija, cada sombra se intensifico y se volvio un arbol. Logre sentarme y observe todo a mi alrededor, los arboles, el pequeño rio, y a ella. Increiblemente no estaba muy lejos de donde había esperado sentado a que la luna apareciera, comence a caminar y luego de unos segundos estaba corriendo. Llegue al lugar y busque en el arbol marcado, corri algunas ramas y encontre lo que buscaba. La ropa que estaba usando la noche anterior habia quedado destrozada, y no me atrevia a volver a la ciudad completamente desnudo. Una vez que tuve las ropas puestas volvi al lugar donde estaba la muchacha, estaba conciente, pero no se movia. La cargué en brazos y comencé a caminar lo mas rapido que podia, en silencio.
Elodin Biermann- Mensajes : 9
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Re: Me atacaste [Privado-Elodin]
Mi cuerpo no me respondía, era demasiado la sangre que había perdido, ni siquiera recuerdo la última vez que me había sentido tan cansada, tan desorientada, tan mal. Alce la vista un poco a la rama de los arboles. ¿Dónde estaba? No sabía, lo único que sabía era que me encontraba muy lejos de mi hogar, de los malditos ideales de mi padre, de quererme manejar a su antojo. Por eso estaba bien ahí, aunque mal herida. De pronto, sentí que estaba por desvanecerme cuando alguien me tomo en brazos, fue una sensación bastante extraña, me dio un vuelco al corazón, sentí como este se detuvo y a la vez regreso a latir con normalidad. Me giré lentamente para poder observar a aquel individuo que me estuviera ayudando. Por un momento quede sorprendida al ver a un joven que tal vez no sea mucho más grande que yo, pero si lo bastante fuerte como para llevarme como si nada, y a decir verdad, parecía ¿herido? ¿O solo tenía manchas de sangre? En ese momento no pensaba con claridad, además cada que cada grandes suspiros sentía una punzada en el abdomen querer matarme de dolor. - Gra... - No podía, no podía ni siquiera darle las gracias por levantarme de aquel lugar, de haber acudido a mi llamado, gracias por no dejarme ahí a que muriera, era mi héroe personal, y ahora le estaría eternamente agradecida. Una oleada de dolor llego a mi cuerpo, fue entonces cuando ya no pude más, me quede completamente perdida, ¿Desmayada o dormida? No lo sabía.
Mis ojos se abrieron de manera lenta, poco a poco se fueron acostumbrando a la luz que provenía de las ventanas. Me quede mirando el techo que parecía de madera pero no quise detallarlo. Me quise sentar en la cama pero no podía el cuerpo ahora me estaba dando malas jugadas. Si hubiera querido salir corriendo del mundo probablemente solo habría hecho el gran ridículo y se reirían de mi. La habitación estaba completamente sola. Quite las sabanas que estaban encima de mi. Tenía una camisa larga, pero no era mía ¿Qué le había pasado a mi vestido? No lo sabía, eso me daba escalofríos, pero la camisa a cuadros café, no se me veía tan mal, además cubría parte de mi pierna. "¿Me habrán visto desnuda?" Me pregunte a mi misma sintiendo como mis mejillas ardían de pena. Mi piel ligeramente aperlada ahora se veía blanca, como sin vida, sin falta de color. Revisé algunas partes de mi cuerpo notando los espasmos que tenía. Eso estaba mal, muy mal. Me acomodé de nuevo en la cama intentando relajar el cuerpo. Mi memoria empezó a dar vueltas y fue cuando recordé aquel par de ojos que me llevaba en brazos. Me sentí nerviosa al recordarlo, como con cierta emoción, pero pronto deseche aquello sintiendome estúpida, salir de casa me había afectado.
Después de unos momentos sentí unos pasos aproximarse, mi cuerpo se tensó. Y mi cuerpo se ladeo un poco, esta vez si había cedido ante lo que deseaba. Mi cabeza observo la entrada, la perilla de la puerta se abrió y fue entonces cuando él entro. Estaba bastante alto, test clara, cabello negro, sus facciones bastante masculinas, su mirada era tierna pero felina. En definitiva era él. El hombre que me había salvado de morir en medio de la nada. Intente sonreír - Hola - ¿Era en serio? Decir solamente hola, que tonta estaba - Gracias... por ayudarme - Musité de manera poco perceptible, esperaba que lo entendiera, pues la poca fuerza que tenía no me ayudaba a hablar demasiado. Extrañamente ese miedo a que alguien peligroso me tuviera secuestrada desapareció, me sentí segura, bastante segura, incluso me sentí en un ambiente donde pertenecía aunque no supiera por que. Quise darle un abrazo, pero no podía sin embargo mis brazos se abrieron de par en par esperando a que lo entendiera.
Mis ojos se abrieron de manera lenta, poco a poco se fueron acostumbrando a la luz que provenía de las ventanas. Me quede mirando el techo que parecía de madera pero no quise detallarlo. Me quise sentar en la cama pero no podía el cuerpo ahora me estaba dando malas jugadas. Si hubiera querido salir corriendo del mundo probablemente solo habría hecho el gran ridículo y se reirían de mi. La habitación estaba completamente sola. Quite las sabanas que estaban encima de mi. Tenía una camisa larga, pero no era mía ¿Qué le había pasado a mi vestido? No lo sabía, eso me daba escalofríos, pero la camisa a cuadros café, no se me veía tan mal, además cubría parte de mi pierna. "¿Me habrán visto desnuda?" Me pregunte a mi misma sintiendo como mis mejillas ardían de pena. Mi piel ligeramente aperlada ahora se veía blanca, como sin vida, sin falta de color. Revisé algunas partes de mi cuerpo notando los espasmos que tenía. Eso estaba mal, muy mal. Me acomodé de nuevo en la cama intentando relajar el cuerpo. Mi memoria empezó a dar vueltas y fue cuando recordé aquel par de ojos que me llevaba en brazos. Me sentí nerviosa al recordarlo, como con cierta emoción, pero pronto deseche aquello sintiendome estúpida, salir de casa me había afectado.
Después de unos momentos sentí unos pasos aproximarse, mi cuerpo se tensó. Y mi cuerpo se ladeo un poco, esta vez si había cedido ante lo que deseaba. Mi cabeza observo la entrada, la perilla de la puerta se abrió y fue entonces cuando él entro. Estaba bastante alto, test clara, cabello negro, sus facciones bastante masculinas, su mirada era tierna pero felina. En definitiva era él. El hombre que me había salvado de morir en medio de la nada. Intente sonreír - Hola - ¿Era en serio? Decir solamente hola, que tonta estaba - Gracias... por ayudarme - Musité de manera poco perceptible, esperaba que lo entendiera, pues la poca fuerza que tenía no me ayudaba a hablar demasiado. Extrañamente ese miedo a que alguien peligroso me tuviera secuestrada desapareció, me sentí segura, bastante segura, incluso me sentí en un ambiente donde pertenecía aunque no supiera por que. Quise darle un abrazo, pero no podía sin embargo mis brazos se abrieron de par en par esperando a que lo entendiera.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Me atacaste [Privado-Elodin]
Había estado leyendo "El aprendiz de herrero", una historia sobre asesinatos en serie cometidos por un herrero. Intentaba no dejarme tiempo para pensar en algo, siempre trataba de encontrar algo que hacer, ya sea arreglar algo o simplemente pasar un trapo a la pequeña barra de la cocina. Detestaba tener que pensar, ya que siempre pensaba en el pasado, y mi pasado no era algo agradable de recordar. Mis ocho años viviendo en un burdel, mis quince años viviendo en la calle, mis dos años viviendo como Hombre-Lobo. Definitivamente no era algo bueno, y a eso debia sumarsele todos los rostros de mis víctimas, y tambien el de Frank. En unas horas comenzaría a anochecer, y no quería morir de hambre, ya que no comia hacia muchas horas. Por lo que decidí que bajaría e iría a comprar algo de comida para la cena. Mi casa no era muy grande, en el piso inferior se hallaba la cocina, y un amplio comedor, luego se encontraba una sala bastante pequeña, que utilizaba como mi biblioteca privada. Subiendo las escaleras se hallaban las dos habitaciones, la mia y una para visitas, y un cuarto de baño no muy grande.
Me habia resignado a preparar la cena, al menos hasta que ella despertara, asi no tendria que comer algo frio. En su lugar, me había dedicado a limpiar cada rincon de la casa, cada esquina y borde de cada cosa. No se oía nada mas que el sonido que causaba el trapo al pasar por la madera. Luego de haberme asegurado de que no había nada que hacer, decidí que era hora de ir a ver a mi adormecida invitada. Deje el trapo humedo sobre una pequeña mesa y me encamine hacia las escaleras. El ruido de mis zapatos al subir cada peldaño de la escalera, rompía aquel silencio que dominaba la casa. Abri la puerta, esperando encontrar a aquella joven mujer aún dormida en esa cama, pero me equivoque. Me detuve unos segundos al encontrarla despierta, luego deje ver una agradable sonrisa y me acerque unos pasos. Escuche sus cumplidos y me encontre algo nervioso - Es lo menos que puedo hacer por usted luego de lo que le sucedió - Intentaba que mi tono sonara amistoso y lo más alegre posible. Vi como abrió sus brazos, quise entender que queria abrazarme o algo por el estilo. Me acerque unos pasos mas, hasta quedar junto a ella, y me sente lentamente en un pequeño banquillo de madera. Tome sus brazos y los deslice con delicadeza nuevamente a los costados de su cuerpo.
Le dediqué una agradable sonrisa y acerqué mis manos a su cintura, una mirada de sorpresa de su parte me lo recordo - Debo revisarle las heridas, tengo que saber como estan - Había olvidado pedirle permiso, claro que nunca lo habia hecho ya que ella siempre estaba en un profundo sueño. Espere a que hiciera algun gesto que me dejara avanzar, ella asintió luego de unos segundos y yo le sonreí antes de comenzar a desabrochar la camisa - He tenido que deshacerme de aquel vestido blanco, y me temo que no poseo en estos momentos ropa para una señorita, mañana a primera hora ire a comprar algo para usted - Observé sus heridas, intentando tocar su cuerpo lo menos posible, lo que menos quería era que me creyera un pervertido. Luego de esto le sonreí y volví a abotonar la camisa, volví a cubrirla con las finas sabanas y me puse de pie - Ire a preparar la cena, le pido por favor que no intente levantarse - Dicho esto le dediqué otra amable sonrisa y me volví. La cena estuvo lista en unos cuantos minutos, me apresuré a llevarle su comida y deje que la mia se enfriara, no me molestaria comerla fría un poco mas tarde. Me senté a su lado, y deposité la pequeña bandeja de madera en mis piernas, espere a que se acomodara y se la ofreci - Tenga cuidado, esta caliente...
Me habia resignado a preparar la cena, al menos hasta que ella despertara, asi no tendria que comer algo frio. En su lugar, me había dedicado a limpiar cada rincon de la casa, cada esquina y borde de cada cosa. No se oía nada mas que el sonido que causaba el trapo al pasar por la madera. Luego de haberme asegurado de que no había nada que hacer, decidí que era hora de ir a ver a mi adormecida invitada. Deje el trapo humedo sobre una pequeña mesa y me encamine hacia las escaleras. El ruido de mis zapatos al subir cada peldaño de la escalera, rompía aquel silencio que dominaba la casa. Abri la puerta, esperando encontrar a aquella joven mujer aún dormida en esa cama, pero me equivoque. Me detuve unos segundos al encontrarla despierta, luego deje ver una agradable sonrisa y me acerque unos pasos. Escuche sus cumplidos y me encontre algo nervioso - Es lo menos que puedo hacer por usted luego de lo que le sucedió - Intentaba que mi tono sonara amistoso y lo más alegre posible. Vi como abrió sus brazos, quise entender que queria abrazarme o algo por el estilo. Me acerque unos pasos mas, hasta quedar junto a ella, y me sente lentamente en un pequeño banquillo de madera. Tome sus brazos y los deslice con delicadeza nuevamente a los costados de su cuerpo.
Le dediqué una agradable sonrisa y acerqué mis manos a su cintura, una mirada de sorpresa de su parte me lo recordo - Debo revisarle las heridas, tengo que saber como estan - Había olvidado pedirle permiso, claro que nunca lo habia hecho ya que ella siempre estaba en un profundo sueño. Espere a que hiciera algun gesto que me dejara avanzar, ella asintió luego de unos segundos y yo le sonreí antes de comenzar a desabrochar la camisa - He tenido que deshacerme de aquel vestido blanco, y me temo que no poseo en estos momentos ropa para una señorita, mañana a primera hora ire a comprar algo para usted - Observé sus heridas, intentando tocar su cuerpo lo menos posible, lo que menos quería era que me creyera un pervertido. Luego de esto le sonreí y volví a abotonar la camisa, volví a cubrirla con las finas sabanas y me puse de pie - Ire a preparar la cena, le pido por favor que no intente levantarse - Dicho esto le dediqué otra amable sonrisa y me volví. La cena estuvo lista en unos cuantos minutos, me apresuré a llevarle su comida y deje que la mia se enfriara, no me molestaria comerla fría un poco mas tarde. Me senté a su lado, y deposité la pequeña bandeja de madera en mis piernas, espere a que se acomodara y se la ofreci - Tenga cuidado, esta caliente...
Última edición por Elodin Biermann el Sáb Mar 05, 2011 11:17 pm, editado 1 vez
Elodin Biermann- Mensajes : 9
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Re: Me atacaste [Privado-Elodin]
La mirada, era una de las cosas que más me gusta observar, la manera en que las expresiones se mueven, siento que eso es lo que más nos habla del cuerpo. Pude notar cierta preocupación en sus ojos. Cierto tinte de nostalgia, como si hubiera hecho algo malo. Quería preguntarle que pasaba pero no lo conocía lo suficiente como para atreverme a hacer ese tipo de preguntas. Correspondió mi abrazó, lo cual me arrebató una gran sonrisa del rostro, pero pronto se separó. Aquel joven me daba paz y una completa seguridad que incluso me sentía más a gusto que en casa. Sentí un escalofrío enorme al verle acercar sus manos a mi cuerpo, estuve a punto de darle un golpe cuando noté que aquello era a causa de mi estado de salud. Podía ver mediante el espejo que estaba frente a mi, la forma en que mis mejillas estaban tomando un color carmín, esto a causa de el despejo de la blusa, nunca le había enseñado mi cuerpo a nadie, por muy raspado que estuviera, él único que lo había visto era mi doctor y mi madre. Cerré los ojos nerviosa, su tacto era cálido y bastante suave. Solté una bocana de aire intentando mantenerme tranquila, pero él no había tardado mucho tiempo, pronto ya estaba vestida con esa camisa grande. - No, no se moleste joven, puedo sobrevivir con la camisa, no tiene que comprar nada para mi - Sonreí un poco aun con el rojo en mis mejillas - Además es un gran gesto que me este cuidando - Le sonreí de nuevo intentando calmar mi nerviosismo al tenerlo cerca. No pude objetar al respecto, se había ido antes de decirle que quería ayudarle. Solté un suspiro, cerré los ojos, sentí como su imagen estaba aun frente a mi, y me quede pensativa por unos momentos.
Desde pequeña se me había prohibido tener una amistad buena con los chicos, mi padre creía que eso era de chicas sin moral, que solo tenían derecho a entablar conversación con aquel chico que sería el único amor en su vida. ¿Qué pensaría mi padre si me viera en la cama de un joven que ni siquiera su nombre se? Probablemente me estaría dando la regañada más grande, tal vez uno que otro jalón humillandome y al final volviendo a casa. ¿Los extrañaba? A pesar de esa mala experiencia, ¿Los extrañaba? La verdad era que no, que prefería quedar tirada en aquel bosque muerta a volver a una casa donde solamente me tratan como alguien para observar y adorar, con la finalidad de servir a aquel que me escoja. Sentí una tristeza inmensa en el pecho. Y volví a la realidad. Estar en la calle tampoco era lo más indicado, nadie me aceptaría en su hogar no teniendo una familia que me apoya, no pareciendo una pordiosera. Por más que me doliera tendría que volver a casa, no molestar al joven de este lugar, estuve a punto de levantarme cuando este llego con la comida, lo mire sorprendida, sople a la cucharada antes de introducirlo a mi boca, y comience a masticar sin quitarle la mirada de los ojos. - ¿Por qué me cuida? ¿Por que no me dejo en el bosque? - Pregunté al mismo tiempo que este me daba otra cucharada de comida. Le mira con cuidado, con cierta curiosidad y emoción.
Estire mi mano al plato de comida - ¿Que le parece si yo como sola, y usted trae su comida y así nos acompañamos? - Le sonreí con torpeza esperando a que mi propuesta le gustará, al menos si me atendía sería bueno compartir un momento la comida. - ¿Cómo se llama joven? - Sonreí un poco, luego coloqué mis codos en el colchón dándome así un poco de impulso para poder mover mi cuerpo. Le miré a los ojos, parecía como sino quisiera que lo hiciera, pero con torpeza y terquedad mi cuerpo se incorporo sentandome en el borde de la cama. De manera automática mis ojos se cerraron a causa del dolor. Solté un sollozo al sentir como mi cuerpo se tensaba, mi respiración se agito y mis manos se clavaron por completo, una pequeña línea calurosa comenzó a recorrer uno de mis muslos, era un poco de sangre. Mi rostro lo miro con terror - ¿Que me paso? - Una de mis manos se coloco en mi abdomen - Joven... Lleveme a casa po favor, mi padre me cuidará y usted no tendrá que lidiar conmigo... - Me sentí avergonzada, ¿En qué momento había ocurrido esto? Una lágrima corrió mi rostro. Me daba verguenza que me viera de esa manera. Tan en mal estado, tan pálida, sin falta de vida, seguramente me veía bastante horrible y el solo abría tenido lastima de mí. El que se veía tan tranquilo, tan seguro, tan atractivo. Sentí un poco revuelto el estomago y aparte mi mirada de la de él ya no queriendo ver más su rostro de la verguenza.
Desde pequeña se me había prohibido tener una amistad buena con los chicos, mi padre creía que eso era de chicas sin moral, que solo tenían derecho a entablar conversación con aquel chico que sería el único amor en su vida. ¿Qué pensaría mi padre si me viera en la cama de un joven que ni siquiera su nombre se? Probablemente me estaría dando la regañada más grande, tal vez uno que otro jalón humillandome y al final volviendo a casa. ¿Los extrañaba? A pesar de esa mala experiencia, ¿Los extrañaba? La verdad era que no, que prefería quedar tirada en aquel bosque muerta a volver a una casa donde solamente me tratan como alguien para observar y adorar, con la finalidad de servir a aquel que me escoja. Sentí una tristeza inmensa en el pecho. Y volví a la realidad. Estar en la calle tampoco era lo más indicado, nadie me aceptaría en su hogar no teniendo una familia que me apoya, no pareciendo una pordiosera. Por más que me doliera tendría que volver a casa, no molestar al joven de este lugar, estuve a punto de levantarme cuando este llego con la comida, lo mire sorprendida, sople a la cucharada antes de introducirlo a mi boca, y comience a masticar sin quitarle la mirada de los ojos. - ¿Por qué me cuida? ¿Por que no me dejo en el bosque? - Pregunté al mismo tiempo que este me daba otra cucharada de comida. Le mira con cuidado, con cierta curiosidad y emoción.
Estire mi mano al plato de comida - ¿Que le parece si yo como sola, y usted trae su comida y así nos acompañamos? - Le sonreí con torpeza esperando a que mi propuesta le gustará, al menos si me atendía sería bueno compartir un momento la comida. - ¿Cómo se llama joven? - Sonreí un poco, luego coloqué mis codos en el colchón dándome así un poco de impulso para poder mover mi cuerpo. Le miré a los ojos, parecía como sino quisiera que lo hiciera, pero con torpeza y terquedad mi cuerpo se incorporo sentandome en el borde de la cama. De manera automática mis ojos se cerraron a causa del dolor. Solté un sollozo al sentir como mi cuerpo se tensaba, mi respiración se agito y mis manos se clavaron por completo, una pequeña línea calurosa comenzó a recorrer uno de mis muslos, era un poco de sangre. Mi rostro lo miro con terror - ¿Que me paso? - Una de mis manos se coloco en mi abdomen - Joven... Lleveme a casa po favor, mi padre me cuidará y usted no tendrá que lidiar conmigo... - Me sentí avergonzada, ¿En qué momento había ocurrido esto? Una lágrima corrió mi rostro. Me daba verguenza que me viera de esa manera. Tan en mal estado, tan pálida, sin falta de vida, seguramente me veía bastante horrible y el solo abría tenido lastima de mí. El que se veía tan tranquilo, tan seguro, tan atractivo. Sentí un poco revuelto el estomago y aparte mi mirada de la de él ya no queriendo ver más su rostro de la verguenza.
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Re: Me atacaste [Privado-Elodin]
La observé y escuché todo lo que preguntó y dijo, era un poco confuso, no alcanzaba a responder antes de que preguntara otra cosa. Cuando se enderezó y vi su mueca de dolor y su cuerpo en tensión, intenté acercarme a ella pero por unos momentos mi cuerpo no reaccionó. Me había quedado observandola, a pesar de las condiciones en que se encontraba, resultaba atractiva. Su cabello caía a los costados de su adorable rostro, dandole un toque aún más atractivo. Sus piernas, tan hermosas parecian haber sido creadas por los mismos dioses. Recordé el momento en que ella estaba en la cama, había comenzado a tomar color, su rostro mostraba una pequeña sonrisa. Parecía que por un momento hubiese sabido donde estaba, se encontraba feliz y a pesar de tener los ojos cerrados sentía que me miraba y me sonreía. Claro que esto era producto de mi imaginacion, aunque en los proximos minutos tuve una chispa de esperanza de que fuera real. Me había quedado alli sentado por unos veinte minutos mientras ella se veía tan adorable. Estaba comenzando a interesarme por ella, cosa que no iba a negar, al menos no cuando no estuviera. "Comienzo a sentirme atraido por ella...¿Debo detenerme o debo continuar?" La verdad no estaba seguro de que responderme, comenzaba a tomarle cariño a aquella joven que había estado cuidando durante las ultimas veinticuatro horas.
Sacudí un poco mi cabeza al salir de mis pensamientos, ella aún estaba con cabisbaja, en tensión por el dolor. Pose una mano en su hombro izquierdo y la otra en su pierna derecha, empujé levemente haciendo que se recostara nuevamente. Levanté un poco la camisa, apartandola de su pierna izquierda para poder apreciar la herida - Se ha vuelto a abrir, intente moverse lo menos posible - Me alejé a buscar unas tijeras e hilo para coser la herida nuevamente. Limpié la herida lo mas sutilmente que pude, y una vez mas tuve que desabotonar la camisa para que no me estorbara. Comence a cortar los hilos lentamente, intentando causar el menor dolor posible, aunque pude ver en ciertos momentos una mueca de dolor en su rostro. Luego de haber cortado y retirado el hilo anterior, tomé la aguja y el hilo nuevo y comencé con la primera punzada. - Hace demaciadas preguntas... - Me detuve y le dediqué una amable sonrisa. - Mi nombre es Elodin. Esta es mi casa, la he traido aqui luego de lo que le ocurrio en el bosque, no me parecía correcto dejarla alli...- Había respondido a sus primeras preguntas, y recien comenzaba la tercer punzada. Estaba tomando mas tiempo al intentar que no le doliera tanto, pero al parecer el hablar la distraia un poco. - La cuido porque usted necesita ayuda, al parecer la ha atacado algo, un animal salvaje quizas...La verdad es que esas heridas no son provocadas por humanos - Mi voz sonaba amable y lo mas seria que podia. Mientras hablaba, le dirijía algunas miradas entre punzadas.
Terminé de coser esa herida y comence el mismo procedimiento con otra que se hallaba en cerca de su abdomen, en su lado izquierdo. Para hacer esto, tenia que ponerme de pie y inclinarme un poco, por lo que nuestros rostros se hallaban aún mas cerca. Intenté concentrarme y no observarla, pero resultaba bastante difícil si ella estaba mirandome fijamente. Pasados unos segundos y luego de la tercer punzada volví a hablar, mi voz sono un poco mas "viva". Con "viva" me refiero a con más emoción, más sentimiento, como si cada palabra saliera de lo profundo de mi alma. - No podras irte hasta que sanes, hacer cosas como eso...- Hice un gesto con la mano, imitando el movimiento que ella hizo al intentar levantarse de la cama. - No resultara favorable en tu recuperacion.
Me detuve para observar como habia quedado la herida y me volvi hacia ella unos segundos - La buena noticia es que tengo muchos libros y cosas para hacer. Si quieres algo solo dimelo. - Le sonrei ampliamente,e hice el movimiento mas arriesgado de toda mi vida, acariciando su mejilla. Su piel estaba fria, o al menos en comparacion de la mia, que parecia estar mucho mas elevada. Me volvi hacia la unica herida que faltaba volver a coser y comence a limpiarla.
Sacudí un poco mi cabeza al salir de mis pensamientos, ella aún estaba con cabisbaja, en tensión por el dolor. Pose una mano en su hombro izquierdo y la otra en su pierna derecha, empujé levemente haciendo que se recostara nuevamente. Levanté un poco la camisa, apartandola de su pierna izquierda para poder apreciar la herida - Se ha vuelto a abrir, intente moverse lo menos posible - Me alejé a buscar unas tijeras e hilo para coser la herida nuevamente. Limpié la herida lo mas sutilmente que pude, y una vez mas tuve que desabotonar la camisa para que no me estorbara. Comence a cortar los hilos lentamente, intentando causar el menor dolor posible, aunque pude ver en ciertos momentos una mueca de dolor en su rostro. Luego de haber cortado y retirado el hilo anterior, tomé la aguja y el hilo nuevo y comencé con la primera punzada. - Hace demaciadas preguntas... - Me detuve y le dediqué una amable sonrisa. - Mi nombre es Elodin. Esta es mi casa, la he traido aqui luego de lo que le ocurrio en el bosque, no me parecía correcto dejarla alli...- Había respondido a sus primeras preguntas, y recien comenzaba la tercer punzada. Estaba tomando mas tiempo al intentar que no le doliera tanto, pero al parecer el hablar la distraia un poco. - La cuido porque usted necesita ayuda, al parecer la ha atacado algo, un animal salvaje quizas...La verdad es que esas heridas no son provocadas por humanos - Mi voz sonaba amable y lo mas seria que podia. Mientras hablaba, le dirijía algunas miradas entre punzadas.
Terminé de coser esa herida y comence el mismo procedimiento con otra que se hallaba en cerca de su abdomen, en su lado izquierdo. Para hacer esto, tenia que ponerme de pie y inclinarme un poco, por lo que nuestros rostros se hallaban aún mas cerca. Intenté concentrarme y no observarla, pero resultaba bastante difícil si ella estaba mirandome fijamente. Pasados unos segundos y luego de la tercer punzada volví a hablar, mi voz sono un poco mas "viva". Con "viva" me refiero a con más emoción, más sentimiento, como si cada palabra saliera de lo profundo de mi alma. - No podras irte hasta que sanes, hacer cosas como eso...- Hice un gesto con la mano, imitando el movimiento que ella hizo al intentar levantarse de la cama. - No resultara favorable en tu recuperacion.
Me detuve para observar como habia quedado la herida y me volvi hacia ella unos segundos - La buena noticia es que tengo muchos libros y cosas para hacer. Si quieres algo solo dimelo. - Le sonrei ampliamente,e hice el movimiento mas arriesgado de toda mi vida, acariciando su mejilla. Su piel estaba fria, o al menos en comparacion de la mia, que parecia estar mucho mas elevada. Me volvi hacia la unica herida que faltaba volver a coser y comence a limpiarla.
Elodin Biermann- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 01/03/2011
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