AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Never say never, again. [Privado]
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Never say never, again. [Privado]
La noche se despedía más temprano de lo habitual, y con aquel detalle, Jean Luc recordó que se acercaba el verano y los días serían cada vez más largos en la hermosa, pero algo lúgubre, ciudad de París. Durante aquella hora, no esperaba cruzarse con nadie en la plaza, precisamente por ese motivo, había esperado hasta las cinco de la madrugada para salir a la calle, dejando atrás su habitación en la residencia y un montón de periódicos por repartir.
-Tendré que buscar otro trabajo mañana, no creo que monsieur Leppen, acepte de nuevo mis excusas sobre el no poder conciliar el sueño. -Encogió los hombros, sintiendo una leve brisa y deslizó las manos en los bolsillos de los pantalones, a la vez que bendecía al inventor de aquel trozo de tela que mantenía calientes sus extremidades-.
Pasó junto a un árbol, y como le llevaba pasando desde hacía ya varios años, un olor que fue incapaz de identificar, llamó su atención, obligándole a casi encaramarse a la corteza. Olisqueó de forma extraña y en cuanto reaccionó, se separó bruscamente, empujándose con las manos que sacó de su refugio.
-¿Pero qué estoy haciendo? -Sacudió la cabeza, sujetándose la cara con ambas manos e intentó restarle importancia a lo sucedido. Suspiró, con los ojos cerrados, ya más calmado, y sus orejas se movieron ligeramente al escuchar un ruido no muy lejos que le hizo girar sobre sí mismo, en posición de alerta-.
-Tendré que buscar otro trabajo mañana, no creo que monsieur Leppen, acepte de nuevo mis excusas sobre el no poder conciliar el sueño. -Encogió los hombros, sintiendo una leve brisa y deslizó las manos en los bolsillos de los pantalones, a la vez que bendecía al inventor de aquel trozo de tela que mantenía calientes sus extremidades-.
Pasó junto a un árbol, y como le llevaba pasando desde hacía ya varios años, un olor que fue incapaz de identificar, llamó su atención, obligándole a casi encaramarse a la corteza. Olisqueó de forma extraña y en cuanto reaccionó, se separó bruscamente, empujándose con las manos que sacó de su refugio.
-¿Pero qué estoy haciendo? -Sacudió la cabeza, sujetándose la cara con ambas manos e intentó restarle importancia a lo sucedido. Suspiró, con los ojos cerrados, ya más calmado, y sus orejas se movieron ligeramente al escuchar un ruido no muy lejos que le hizo girar sobre sí mismo, en posición de alerta-.
Jean Luc Gravois- Licántropo Clase Media
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Re: Never say never, again. [Privado]
Volvía de una buena noche de trabajo. Cualquiera que escuchara esa frase, en un joven como él y a esas horas se sorprendería, sin embargo, no malpensaría. "Que trabajador, estar hasta altas horas de la madrugada tan dedicado" dirian si se le ocurriese comentarlo entre según que amistades. Rió. Aquello era sumamente gracioso, e inclusive, hasta parecía ironica la manera en la que cuadraban las palabras. "Ha gastado su sudor" si, lo había gastado y bien que había sudado.
Caminaba solo por las calles de París, eran las cinco de la mañana ¿quién andaría a esas horas por allí? era un punto intermedio entre la noche y la mañana, los ebrios fornicaban o bien dormian y a la gente de bien todavía le faltaría -como mínimo- una hora para despertar. El sol tardaría un par de horas en salir. Era el momento más tranquilo que podía pedirse en la noche y aquellos días -como ese- que había terminado a esa hora, le encantaba pasear tranquilamente hacia casa.
En caso de que acabara más tarde siempre podía quedarse a dormir en el burdel, no siempre estaba igual de cansado obviamente.
Mantenía los ojos cerrados mientras caminaba -pues en ese momento no sufría el peligro de chocar con nada ni con nadie- y sus oidos captaron la melodia del agua, cayendo en cascada. No podía ser otra cosa que la fuente de la plaza, pensó y efectivamente no iba mal encaminado. Sin pensarlo, se tiró de cabeza, empapandose por completo - ¡Adoro mi vida! - gritó, aunque en lo que de mañana podría considerarse la parla normal pues con el silencio que predominaba allí hasta un susurro se consideraría elevar la voz.
Caminaba solo por las calles de París, eran las cinco de la mañana ¿quién andaría a esas horas por allí? era un punto intermedio entre la noche y la mañana, los ebrios fornicaban o bien dormian y a la gente de bien todavía le faltaría -como mínimo- una hora para despertar. El sol tardaría un par de horas en salir. Era el momento más tranquilo que podía pedirse en la noche y aquellos días -como ese- que había terminado a esa hora, le encantaba pasear tranquilamente hacia casa.
En caso de que acabara más tarde siempre podía quedarse a dormir en el burdel, no siempre estaba igual de cansado obviamente.
Mantenía los ojos cerrados mientras caminaba -pues en ese momento no sufría el peligro de chocar con nada ni con nadie- y sus oidos captaron la melodia del agua, cayendo en cascada. No podía ser otra cosa que la fuente de la plaza, pensó y efectivamente no iba mal encaminado. Sin pensarlo, se tiró de cabeza, empapandose por completo - ¡Adoro mi vida! - gritó, aunque en lo que de mañana podría considerarse la parla normal pues con el silencio que predominaba allí hasta un susurro se consideraría elevar la voz.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Never say never, again. [Privado]
Oteando el horizonte por encima de las verjas que separaban las distintas zonas del parque para evitar que los canes cruzasen por en medio de los jardines, divisó una silueta que se movía ciertamente deprisa y de pronto desapareció, escuchándose un chapoteo y de pronto la voz de la persona que acababa de hundirse en la fuente.
Enarcó una ceja, y le entró la curiosidad. ¿Quién se zambullía a estas horas de la mañana? No, mejor dicho, ¿por qué no era él quien se tiraba al agua? Sonrió de medio lado y rápidamente cambió su actitud defensiva por una relajada, decidiendo acercarse con paso ligero, saltando una de las vallas metálicas y atravesando la parcela de hierba que le mantenía alejado de la diversión. Se detuvo al llegar junto a la pequeña balsa construida por el hombre con piedra pulida y mármol trabajado a conciencia.
Observó atentamente al joven que parecía realmente satisfecho y que, por su indiferencia, no debía haber percibido aún su presencia allí. Se desabotonó la chaqueta, pues a pesar de estar en primavera y los días ser bastante calurosos, a tan temprana hora, el frío era más que perceptible. Separó las solapas y dejó que la prenda cayera hasta sujetarla con las manos y la dobló, dejándola sobre un banco. Era un bruto, pero la casaca era nueva y le había costado una pequeña fortuna, había que tratarla con cuidado, por el momento.
Se acercó una vez más al estanque artificial y saltándose cualquier protocolo y formas habidas y por haber, dejó escapar un silbido al ver la camisa arraparse al torso ajeno.
-Buenos días, ninfa del lago. -Se rió y le guiñó el ojo-. ¿Dándote el primer baño de la mañana? -Se inclinó, apoyándose con una mano en el borde y miró el agua clara, volviendo a mirar al moreno y buscar sus ojos- ¿Te importa si me uno al ritual?
Enarcó una ceja, y le entró la curiosidad. ¿Quién se zambullía a estas horas de la mañana? No, mejor dicho, ¿por qué no era él quien se tiraba al agua? Sonrió de medio lado y rápidamente cambió su actitud defensiva por una relajada, decidiendo acercarse con paso ligero, saltando una de las vallas metálicas y atravesando la parcela de hierba que le mantenía alejado de la diversión. Se detuvo al llegar junto a la pequeña balsa construida por el hombre con piedra pulida y mármol trabajado a conciencia.
Observó atentamente al joven que parecía realmente satisfecho y que, por su indiferencia, no debía haber percibido aún su presencia allí. Se desabotonó la chaqueta, pues a pesar de estar en primavera y los días ser bastante calurosos, a tan temprana hora, el frío era más que perceptible. Separó las solapas y dejó que la prenda cayera hasta sujetarla con las manos y la dobló, dejándola sobre un banco. Era un bruto, pero la casaca era nueva y le había costado una pequeña fortuna, había que tratarla con cuidado, por el momento.
Se acercó una vez más al estanque artificial y saltándose cualquier protocolo y formas habidas y por haber, dejó escapar un silbido al ver la camisa arraparse al torso ajeno.
-Buenos días, ninfa del lago. -Se rió y le guiñó el ojo-. ¿Dándote el primer baño de la mañana? -Se inclinó, apoyándose con una mano en el borde y miró el agua clara, volviendo a mirar al moreno y buscar sus ojos- ¿Te importa si me uno al ritual?
Jean Luc Gravois- Licántropo Clase Media
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Re: Never say never, again. [Privado]
Se sentía como un crio en ese momento, tan a la merced de que muchos vieran lo incorrecto que hacía y a la vez tan lejos de que alguien le viera por ser las horas que eran. Le vinieron a la mente muchos recuerdos de Inglaterra, las gamberradas propias de un crio que había echo en el centro de su pueblo. La primera noche de juerga. La primera vez que estuvo despierto hasta las cinco de la mañana sin descanso alguno. No podía dejar de sonreir, eran muy buenos recuerdos. Muchas risas que nunca olvidaría, eso seguro.
Por un momento se quedo parado dentro de la fuente, observando como la cascada dejaba caer el agua. Cerró los ojos y únicamente se concentró en el sonido que hacía, era sumamente relajante ¿por qué resultaría siempre el agua tan tranquilizadora? por lo menos a él siempre le hacía ese efecto. Muchos decían que lo único que le provocaba ese sonido eran ganas de ir a hacer aguas menores. Que panda de insensibles. Teniendo en cuenta que Adam de por sí, tampoco se consideraba de lo más sensible del mundo, seguramente, habría mucha más gente que disfrutara con ese maravilloso sonido. Gente a la que le contaría lo que sentía y compartiría su opinión.
Abrió los ojos al escuchar una voz masculina proveniente de detrás de él, girandose de inmediato para observar -con sorpresa- a un hombre, aparentemente, joven. Al princpio se reflejó su sorpresa en el rostro, pero eso no duró más de un par de segundos, tras los cuales, rió por su comentario. Era una de las maneras más graciosas por las que alguien lo había llamado.
- No hacia falta ni preguntarlo - murmuró y antes de que pudiera darse cuenta ya lo había tirado a la fuente. Lo dejó tumbado sobre la superficie -la cual no cubría más de un palmo- subiendose él sobre su cuerpo, quedando a horcajadas - Deseo concedido ¿algo más que esta ninfa pueda hacer por ti? - le devolvió el guiño que le había echo él anteriormente y se echó a reir.
Acababa de conocerle no hacía ni cinco minutos pero el trato era como de alguien a quien conocía de toda la vida. Parecía recíproco.
Por un momento se quedo parado dentro de la fuente, observando como la cascada dejaba caer el agua. Cerró los ojos y únicamente se concentró en el sonido que hacía, era sumamente relajante ¿por qué resultaría siempre el agua tan tranquilizadora? por lo menos a él siempre le hacía ese efecto. Muchos decían que lo único que le provocaba ese sonido eran ganas de ir a hacer aguas menores. Que panda de insensibles. Teniendo en cuenta que Adam de por sí, tampoco se consideraba de lo más sensible del mundo, seguramente, habría mucha más gente que disfrutara con ese maravilloso sonido. Gente a la que le contaría lo que sentía y compartiría su opinión.
Abrió los ojos al escuchar una voz masculina proveniente de detrás de él, girandose de inmediato para observar -con sorpresa- a un hombre, aparentemente, joven. Al princpio se reflejó su sorpresa en el rostro, pero eso no duró más de un par de segundos, tras los cuales, rió por su comentario. Era una de las maneras más graciosas por las que alguien lo había llamado.
- No hacia falta ni preguntarlo - murmuró y antes de que pudiera darse cuenta ya lo había tirado a la fuente. Lo dejó tumbado sobre la superficie -la cual no cubría más de un palmo- subiendose él sobre su cuerpo, quedando a horcajadas - Deseo concedido ¿algo más que esta ninfa pueda hacer por ti? - le devolvió el guiño que le había echo él anteriormente y se echó a reir.
Acababa de conocerle no hacía ni cinco minutos pero el trato era como de alguien a quien conocía de toda la vida. Parecía recíproco.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Never say never, again. [Privado]
Entonces, al fin captó su atención y el joven se giró para mirarle y echarse a reír. Al parecer, había dicho algo gracioso sin querer, algo que sucedía frecuentemente, cierto era. Cuando la risa del moreno se calmó, murmuró algo y aunque tal vez esperara que no le entendiera, el fino oído de Jean Luc no dejaba escapar ni una. Sonrió al escucharle y observó que se le acercaba, pero sin tiempo a reaccionar, fue engullido por la fuente, golpeándose el coxis con la dura piedra del fondo.
-¡¿Pero qué de...?! -No tuvo tiempo de exclamar, se quedó a media frase y ya estaba empapado hasta las pestañas y con el chico encima, en una postura un tanto comprometida, y más con las ropas tan apegadas a sus cuerpos que lo dejaban ver prácticamente todo-. ...monios. -Se apoyó con ambas manos en el suelo de mármol y se medio incorporó, quedando sentado con las posaderas ajenas sobre su regazo. Le observó con detenimiento, enarcando una ceja y pasándose la lengua por el labio inferior. Subió desde la cintura hacia los ojos, descubriendo a medio camino, que tenía un botón de la camisa desabrochado, dejando a la vista una piel un tanto pálida-. ¿Las ninfas no atrapan resfriados, cierto? -Recordó entonces el dolor en una de las caderas, pero decidió obviarlo pues no tenía importancia alguna en aquel preciso instante, a fin de cuentas, no se había roto nada, de eso estaba seguro-. ¿He oído bien? ¿Vas a concederme otro deseo? ¿Puede ser cualquier cosa que yo quiera o hay restricciones sobre asesinatos, resurrecciones y amoríos? -Se echó a reír, pensando en la sarta de tonterías que acababa de soltar, como si la magia pudiera existir si quiera...-.
Se le ocurrió una gracia, esta vez premeditada, y ejerciendo presión sobre el suelo con las manos, levantó las caderas y giró ligera pero rápidamente, intentando tirarle nuevamente al agua por uno de los costados de su propio cuerpo. Lo hizo hacia el interior de la fuente, pues el borde exterior estaba demasiado cerca y no quería herir al pequeño duendecillo, ¿o era un hado? Se rió interiormente con la absurda idea y esperó a ver si lograba su objetivo, o por el contrario, el menor era lo suficientemente hábil como para sujetarse y no perder el equilibrio.
-¡¿Pero qué de...?! -No tuvo tiempo de exclamar, se quedó a media frase y ya estaba empapado hasta las pestañas y con el chico encima, en una postura un tanto comprometida, y más con las ropas tan apegadas a sus cuerpos que lo dejaban ver prácticamente todo-. ...monios. -Se apoyó con ambas manos en el suelo de mármol y se medio incorporó, quedando sentado con las posaderas ajenas sobre su regazo. Le observó con detenimiento, enarcando una ceja y pasándose la lengua por el labio inferior. Subió desde la cintura hacia los ojos, descubriendo a medio camino, que tenía un botón de la camisa desabrochado, dejando a la vista una piel un tanto pálida-. ¿Las ninfas no atrapan resfriados, cierto? -Recordó entonces el dolor en una de las caderas, pero decidió obviarlo pues no tenía importancia alguna en aquel preciso instante, a fin de cuentas, no se había roto nada, de eso estaba seguro-. ¿He oído bien? ¿Vas a concederme otro deseo? ¿Puede ser cualquier cosa que yo quiera o hay restricciones sobre asesinatos, resurrecciones y amoríos? -Se echó a reír, pensando en la sarta de tonterías que acababa de soltar, como si la magia pudiera existir si quiera...-.
Se le ocurrió una gracia, esta vez premeditada, y ejerciendo presión sobre el suelo con las manos, levantó las caderas y giró ligera pero rápidamente, intentando tirarle nuevamente al agua por uno de los costados de su propio cuerpo. Lo hizo hacia el interior de la fuente, pues el borde exterior estaba demasiado cerca y no quería herir al pequeño duendecillo, ¿o era un hado? Se rió interiormente con la absurda idea y esperó a ver si lograba su objetivo, o por el contrario, el menor era lo suficientemente hábil como para sujetarse y no perder el equilibrio.
Jean Luc Gravois- Licántropo Clase Media
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Re: Never say never, again. [Privado]
Aquel muchacho era sumamente divertido, debía reconocerlo. Muy parecido a él y eso le agradaba. Era pícaro y no parecía tener en mente tratarlo como si de un hombre de cincuenta años se tratara, es decir, con miles y una formalidades. Estaba harto de formalidades, en su vida había para dar y regalar. Y no las soportaba. Sin embargo, era el precio por que no le faltara de nada. El precio por llevar la vida que llevaba, de día, claro. De noche se volvía alguien totalmente ajeno a ese mundo. A las normas de cortesía. A las normas en general. En su propio mundo no había ninguna norma más que la de vivir la vida.
Y por el caracter de su reciente acompañante le daba la sensación de que posiblemente pensarían algo parecido, ¿o tal vez se equivocaba? no era adivino pero los presentimientos no solían fallarle. La primera impresión había sido buena. Buenísima.
Se distrajo por un momento de lo que su "oponenete" -bromeando- pudiera hacerle, perdiendo así el equilibrio con el suave movimiento de cadera que hizo. Si hubiese estado atento se habría agarrado perfectamente de sus hombros, haciendole morder el polvo de sus propias acciones, tenía buen equilibrio, después de todo, las clases de equitación no habían sido en vano. Sin embargo, el tomarle por sorpresa bajó posibilidad de mantenerse que pudiera tener.
Cayó. Cayó de espaldas, boca arriba, sobre el agua. Como instantes anteriores había echo que quedara él. Sin embargo, lo arrastro consigo. En el leve movimiento de cadera, justo antes de caer, tuvo los reflejos suficientes como para cogerlo por la camisa, llevandole así con él dentro de la cascada. Ahora estaban ocultos tras ésta y, posiblemente, nadie podria verlos con claridad dado que el agua los encubria.
- Pues mira, iba a concederte un deseo, porque soy así de "generosa" - hablaba como si de una mujer se tratara, obviamente, a modo de broma por el mote que él le habia puesto en escasos segundos - Pero me la has intentado jugar y nosotras tambien podemos ser muy rencorosas - movió el dedo indice de su mano derecha de un lado a otro, en señal de negación, manteniendo la otra mano sobre el hombro del joven, asegurandose así de que no escaparía.
- Si quieres un deseo, vas a tener que ganartelo - cerró los ojos, volteando el rostro y simulando estar muy ofendido más uno de ellos permanecia levemente abierto, atento a sus reacciones.
Y por el caracter de su reciente acompañante le daba la sensación de que posiblemente pensarían algo parecido, ¿o tal vez se equivocaba? no era adivino pero los presentimientos no solían fallarle. La primera impresión había sido buena. Buenísima.
Se distrajo por un momento de lo que su "oponenete" -bromeando- pudiera hacerle, perdiendo así el equilibrio con el suave movimiento de cadera que hizo. Si hubiese estado atento se habría agarrado perfectamente de sus hombros, haciendole morder el polvo de sus propias acciones, tenía buen equilibrio, después de todo, las clases de equitación no habían sido en vano. Sin embargo, el tomarle por sorpresa bajó posibilidad de mantenerse que pudiera tener.
Cayó. Cayó de espaldas, boca arriba, sobre el agua. Como instantes anteriores había echo que quedara él. Sin embargo, lo arrastro consigo. En el leve movimiento de cadera, justo antes de caer, tuvo los reflejos suficientes como para cogerlo por la camisa, llevandole así con él dentro de la cascada. Ahora estaban ocultos tras ésta y, posiblemente, nadie podria verlos con claridad dado que el agua los encubria.
- Pues mira, iba a concederte un deseo, porque soy así de "generosa" - hablaba como si de una mujer se tratara, obviamente, a modo de broma por el mote que él le habia puesto en escasos segundos - Pero me la has intentado jugar y nosotras tambien podemos ser muy rencorosas - movió el dedo indice de su mano derecha de un lado a otro, en señal de negación, manteniendo la otra mano sobre el hombro del joven, asegurandose así de que no escaparía.
- Si quieres un deseo, vas a tener que ganartelo - cerró los ojos, volteando el rostro y simulando estar muy ofendido más uno de ellos permanecia levemente abierto, atento a sus reacciones.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Never say never, again. [Privado]
Se vio nuevamente arrastrado por el moreno, cayendo esta vez sobre él, y no precisamente a horcajadas, sino prácticamente recostado sobre su cuerpo. Tuvo los reflejos suficientes para apoyarse con ambas manos a los lados de la cabeza ajena y se le quedó mirando con cara de sorpresa, pero notándose que ocultaba una sonrisa por lo divertido que le estaba resultando aquello. Su cabello, que llevaba recogido con un coletero hecho a base de cuerda fina trenzada, empezó a soltar algunos mechones más cortos por el peso del agua, dejando que estos cayeran hacia delante y gotearan sobre el torso del menor que ya estaba más que calado.
-Disculpe usted, bella dama... -Utilizó un tono bastante irónico al pronunciar aquellas dos últimas palabras, aumentando el tono de la broma y tentando un poco a la suerte- Tan sólo devolví lo que me fue ofrecido. como buen caballero que soy, debo corresponder ante los obsequios y ofrecer reciprocidad.
La postura era un tanto incómoda, más que nada porque la piedra mojada era considerablemente resbaladiza, pero ante todo, era demasiado arriesgada, o lo sería a plena luz del día, en el centro de París. Alzó un instante la vista, sin levantar la cabeza y observó que el sol amenazaba con salir, mostrando una sonrisa ladina momentánea. Volvió a fijar la mirada en las orbes ajenas y sacudió la cabeza, salpicándole, a pesar de no tener tanta gracia como si el otro estuviera seco.
-¿Y cómo me debo ganar el deseo? Hay algún protocolo a seguir o pretende que haga uso de mi ingenio para sorprenderla gratamente. -Le guiño nuevamente el ojo, esta vez con algo más de picardía-.
-Disculpe usted, bella dama... -Utilizó un tono bastante irónico al pronunciar aquellas dos últimas palabras, aumentando el tono de la broma y tentando un poco a la suerte- Tan sólo devolví lo que me fue ofrecido. como buen caballero que soy, debo corresponder ante los obsequios y ofrecer reciprocidad.
La postura era un tanto incómoda, más que nada porque la piedra mojada era considerablemente resbaladiza, pero ante todo, era demasiado arriesgada, o lo sería a plena luz del día, en el centro de París. Alzó un instante la vista, sin levantar la cabeza y observó que el sol amenazaba con salir, mostrando una sonrisa ladina momentánea. Volvió a fijar la mirada en las orbes ajenas y sacudió la cabeza, salpicándole, a pesar de no tener tanta gracia como si el otro estuviera seco.
-¿Y cómo me debo ganar el deseo? Hay algún protocolo a seguir o pretende que haga uso de mi ingenio para sorprenderla gratamente. -Le guiño nuevamente el ojo, esta vez con algo más de picardía-.
Jean Luc Gravois- Licántropo Clase Media
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Re: Never say never, again. [Privado]
Mantuvo el semblante de ofendido en todo momento más enseguida volteo su rostro, posando sus chocolates orbes en las del moreno. Mientras hablaba recorrió su rostro, sus labios, su cuello y así disimuladamente hasta donde la vista le permitió llegar. Tal vez, resultó algo descarado pues los ojos de él no se apartaron en ningún momento más no le importó demasiado, debía importarle el descaro cuando trataba con aquellos que se ofenderían por un simple roce, por una simple mirada, más con aquel muchacho podía ser tal y como era realmente. Podía ser simplemente, Adam.
Sonrió. Ya se estaba empezando a sentir como una verdadera muchacha, no en muchas ocasiones le habían tratado de aquella manera aunque, obviamente, fuera dentro en el contexto de una simple broma. Quien lo confundiera con una mujer debía estar muy ciego o, en su caso, sordo. Nada de su aspecto le hacía parecerse a una mujer.
- Qué hombre tan adulador, creo que me hará sonrojar - se acarició suavemente una de sus mejillas, entrecerrando sus ojos y simulando ese gesto que tantas veces le había visto hacer a una mujer, cuando se ruborizaban por un cumplido. De echo, todo lo que actuaba era deacuerdo a las experiencias que había tenido. Había visto tantos rostros femeninos, tantas expresiones. Y se acordaba perfectamente de casi todas, porque aunque tuviera una muy buena memoría, seguro que de alguna ya se habría olvidado. Siendo realistas.
- ¿Qué tal si me sorprende? - preguntó, aun manteniendo su mano sobre la mejilla - Veamos si es algo más que una bonita cara - murmuró en un tono algo pícaro sin apartar la vista de su trayectoria. Alzó esa misma mano hasta el mechón que se le escurrió hacia delante, el joven tenía el pelo, al parecer, medianamente largo. - Y un bonito pelo - acabó por concluir la frase en un susurro, tironeando del cabello acompañando a la picardía de sus palabras.
¿Qué se proponían con aquello? ni él mismo acertaba a saberlo pero de lo que estaba seguro era de que pasarían un buen rato.
Sonrió. Ya se estaba empezando a sentir como una verdadera muchacha, no en muchas ocasiones le habían tratado de aquella manera aunque, obviamente, fuera dentro en el contexto de una simple broma. Quien lo confundiera con una mujer debía estar muy ciego o, en su caso, sordo. Nada de su aspecto le hacía parecerse a una mujer.
- Qué hombre tan adulador, creo que me hará sonrojar - se acarició suavemente una de sus mejillas, entrecerrando sus ojos y simulando ese gesto que tantas veces le había visto hacer a una mujer, cuando se ruborizaban por un cumplido. De echo, todo lo que actuaba era deacuerdo a las experiencias que había tenido. Había visto tantos rostros femeninos, tantas expresiones. Y se acordaba perfectamente de casi todas, porque aunque tuviera una muy buena memoría, seguro que de alguna ya se habría olvidado. Siendo realistas.
- ¿Qué tal si me sorprende? - preguntó, aun manteniendo su mano sobre la mejilla - Veamos si es algo más que una bonita cara - murmuró en un tono algo pícaro sin apartar la vista de su trayectoria. Alzó esa misma mano hasta el mechón que se le escurrió hacia delante, el joven tenía el pelo, al parecer, medianamente largo. - Y un bonito pelo - acabó por concluir la frase en un susurro, tironeando del cabello acompañando a la picardía de sus palabras.
¿Qué se proponían con aquello? ni él mismo acertaba a saberlo pero de lo que estaba seguro era de que pasarían un buen rato.
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