Grazia di Sforza, reina de Italia

El carácter de Grazia se forjó a base de las tragedias de su vida, y a la venganza, motor que la movió en más de una ocasión. Seria, de carácter fuerte, fría, calculadora, silenciosa, prefiere mirar que hablar, aunque cuando lo hace no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa, por muy cruel que sea. Se fija en todo aunque no lo parezca, cada detalle es importante para ella, ya que cree que en eso se encuentra la clave del éxito. Tan vengativa al extremo de que no olvida, sin embargo cuando se tiene su confianza es una buena persona, y puede llegar a demostrar que en el fondo tiene un gran corazón. Fiel y leal con los suyos, quien tenga su confianza y su cario puede considerar que tiene un tesoro, eso si uno que debe ser cuidado muy bien.

Aunque tenga un carácter complicado no se puede decir nada de ella como reina, es justa, inteligente, excelente estratega y hábil en las artes de la política y la diplomacia. No se deja mandar por nadie, es algo que odia de sobre manera y una de las tantas cosas que la llevan a tomar las decisiones que toma. Decidida, no cambia de opinión fácilmente, se le podría llamar terca u obstinada, pero ella tiene la experiencia necesaria como para no dejarse corromper por lo que digan los demás.

La vida de esta mujer es un misterio, nadie sabe a ciencia cierta cuál es su historia, mucho se especula, pero existen pocas certezas. Quizás por los sucesivos cambios de nombre que tuvo a través de los siglos, la historia perdió todo rastro de su existencia, o que ella misma se encargó de borrarse de la historia, lo único que se sabe solo existe un guardián de los secretos de su vida y de su muerte, y ese es nada más ni nada menos que el rey de Italia, Zarek di Sforza.

Lo cierto es que ella nació en la ciudad de Roma hacia el año 204 d. C. bajo el nombre de Lucia Septimia, como primogénita y finalmente única hija de cierto emperador romano, que es mejor no nombrar, pero que pasó a la historia como aquel que extendió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del imperio, ¿pillas la importancia de esta niña? Fue el fruto de un matrimonio por conveniencia pactado por sus abuelos, donde primó todo antes que el amor, ya que sus padres apenas se soportaban. Lucia se enteró de todo aquello luego por boca de su madre, ya que ella apenas llegó a conocer a su padre, porque su vida en la corte imperial fue corta, producto de las intrigas palaciegas, un año después de su nacimiento su abuelo materno fue mandado a ejecutar por el emperador acusándolo de traición, con aquello se firmaba también la sentencia sobre la emperatriz y su pequeña hija. Fueron exiliadas a Sicilia y tratadas con dureza inusitada, en aquel ambiente hostil y lleno de rencores fue en que creció, pero su trágica existencia continuaría ensañándose con ella.

Su padre, quien dicen una vez fue un hombre agradable y de buen corazón, se había convertido un tirano, cruel y vengativo, a quien nadie le importaba demasiado, las envió a matar a la edad de 8 años. No tuvo respeto y consideración por su propia sangre, estaba obsesionado con acabar con los traidores y posibles conspiradores, su hija para nada le importaba. Pero los dioses si se apiadaron de ella, haciendo que su verdugo no se pudiese matarla, el soldado encargado de esa tarea era el mismo que las había resguardado a ella y a su madre, quien inevitablemente se había encariñado con la pequeña.

Unas cuantas artimañas fueron necesarias para salvarla, mientras su madre era asesinada, Lucia era llevada lejos, hasta la ciudad de Patavium. Su salvador, aquel soldado, estaba casado y no tenía hijos, perteneciente a una modesta familia de clase media, no dudó en adoptarla, cambió su nombre por Aelia, para evitar que fuese encontrada, esa sería la primera vez, más no la última vez que ella cambiaría su nombre. Su vida hasta ese momento trágica, triste y carente de cariño, cambió radicalmente con aquella familia amorosa, que si bien no tenía demasiados lujos, la amaban y ellas los amaba, como nunca llegó a amar a sus padres biológicos. Creció en un ambiente amoroso, donde ella era el centro de atención de sus padres adoptivos, por primera vez supo lo que era el cariño, más aquello no curó las heridas y los rencores que ya se habían gestado en el corazón de la chica, más de una vez se encontró a si misma planificando vengarse de su padre. La sed de venganza no es algo que se olvide con facilidad y la niña tuvo que crecer conviviendo con ello, aunque pareciera ser que el destino estaba en su contra.

Pero la suerte no estuvo de parte de su venganza, su padre el emperador fue asesinado por un conspirador en medio de una campaña militar cuando ella tenía tan solo 13 años, antes de pudiese llegar a consumar su venganza. Su padre pensó que aquello le daría paz a su hija, la vida de todos siguió luego de eso, estaban convencidos que se avecinarían tiempos mejores. Cuando Aelia cumplió los 14 años, era ya una hermosa y encantadora mujer que ya estaba condiciones de casarse, fue comprometida en matrimonio con un afamado militar 20 años mayor que ella, siendo aquel hombre el mejor partido al que podía aspirar una chica de su condición social. Ella no se opuso a aquella unión, ya que por sobre todas las cosas deseaba enorgullecer a sus padres.

Su vida de casada fue inestable, aunque bastante feliz, su esposo la respetaba y la quería, pero se ausentaba por largos lapsos de tiempo mientras estaba en campaña, con la lúgubre sombra del miedo a que muriese en batalla metida en el corazón, poco a poco se había ido enamorando de él, haciendo que el miedo a la muerte se incrementara proporcionalmente con su amor. Aun así fue madre de dos varones y una mujecita, tuvo su primer hijo a la edad de 15 años, el niño se llamó Septimius Aelium, mientras que Septimius Marcus, nació cuando ella cumplió 17 años y finalmente a los 20 años nació la menor de sus hijos, Aemilia. Dos años más tarde la tragedia ser cerniría nuevamente sobre su vida, para no volverse a alejar, cuando ella daba por superada la etapa más obscura de su vida, su esposo murió por una traición en el campo de batalla, tal como había muerto su padre biológico varios años antes. Con esto Aelia volvió a llenarse de odio y rencor… aquello que se volvería una constante en su vida.

Había quedado sola y con 3 niños, y con el corazón destrozado, se juró a su misma no volver a enamorarse de alguien como lo había amado a él, no quería volver a sufrir una perdida como aquella, y se refugió en sus hijos y en sus padres, eran todo lo que tenía. Le costó bastante tomar la decisión de dejar aquel lugar, pero sentía que si no lo dejaba no sería capaz de superar la muerte de su esposo. Fue por eso mismo que decidió volver a Roma, ciudad en la cual había nacido, acompañada de toda su familia. Este sería el último viaje que Aelia haría en vida y bajo ese nombre, ella y su familia encontraron la muerte camino a Roma a manos de unos asaltantes de caminos, les quitaron todo lo que tenían, pero no se conformaron con ello, mataron a su familia , dejándola a ella malherida y desangrándose a la orilla del camino.

Eso es lo último que recuerda de su vida mortal, lo cierto es que cuando despertó ya no era más una mortal. Había sido encontrada por un vampiro que se había visto atraído por ella, Anther era el nombre del hombre que le otorgó una nueva oportunidad para existir, una oportunidad para cobrar venganza. Su vida estaba llena de sucesos recurrentes, nuevamente llegaba a su vida un militar a rescatarla de su destino, ese vampiro salvador era un soldado espartano, cruel y algo malicioso, dispuesto a ayudarla. Una vez volvió a abrir los ojos, sintió que aquello era lo que desde hace mucho tiempo debería haber sido, un monstruo un depredador, era fuerte, lo suficiente para acabar con aquellos que habían destrozado su vida mortal.

Por segunda vez tenía una nueva oportunidad de recomenzar, esta vez no solo con un nuevo nombre, Chryssa, sino que también con una nueva naturaleza. Una vez instruida en los secretos esenciales de su nueva naturaleza y de la noche, con la ayuda de su maestro fue capaz rastrar rápidamente a aquellos de quien se quería vengar, nada la detuvo, sus existencia giró en torno a ello. Partió por los asaltantes que habían matado a su familia, siguiendo por el asesino de su esposo, para finalizar con aquellos que le había arrebatado la posibilidad de vengarse de su padre. Allí donde el derecho floreció, ella fue un azote de justicia tomada por su propia mano, fue cruel e implacable, ninguno logró salvarse de ella…

¿Qué ocurrió luego de eso? Una vez la venganza estuvo concretada ella decayó a un estado silencioso, apático, como si pretendiera encontrarle un nuevo sentido a su existencia. Es casi imposible saber cuanto tiempo así, a menos que se recurriese a los diarios que comenzó a llevar por aquella época, aunque aquello es imposible, ya que los guarda con mucho recelo. Mientras viajaban recorriendo todo el mundo conocido, era instruida en literatura, política y en las artes militares por su mentor, quien le enseñó las bases de la guerra, y la formó como esplendida estratega, ya que pretendía convertirla en el soldado perfecto, ella estaba hecha para aprender aquello.

Descubrió que el tiempo transcurría distinto para ellos, los días parecían minutos, mientras que los años parecían días, así como que se sentía ligada fuertemente a Roma, que cada cierto tiempo necesariamente debía volver al hogar. Siguieron viajando juntos por Europa sin cambios aparentes, hasta mediados de la Edad Media, durante todo ese tiempo ella se nutrió de los conocimientos de él, hasta que no quedó nada que mas que pudiese enseñarle. Cuando aquello ocurrió pensó en dejarlo, más no llegó a hacerlo, antes de que tuviese el valor para siquiera intentarlo, aprendió una última lección de su maestro… ser en extremo cuidadosa. En algún momento Anther había dejado de lado las precauciones y en esta época tan compleja despertó las sospechas de un pueblo ubicado al sur de Francia, fue capturado una noche cuando volvían a su refugio poco antes de despuntar el alba, acusándolo de brujería. Ella con suerte alcanzó a huir, sin poder hacer nada para ayudarlo, su maestro y amigo murió bajo los rayos de sol, mientras una turba intentaba quemarlo.

A la noche siguiente algo había despertado en ella, nuevamente la sed de venganza se encendía en ella, quemándola por dentro, primando por sobre la sed de sangre… La venganza dio un brillo de nuevo a su existir, nadie se salvó de su ira, nadie se salvó de la masacre, por que si bien es cierto ella había querido dejarlo, nunca lo había querido ver muerto. La venganza la alimentaba, eso era cierto, pero estaba segura de no querer más golpes como ese, así que volvió a emprender camino, viajando nuevamente por Europa, esta vez sola…

Las noticias en el mundo inmortal vuelan más rápido de lo que los mortales pudiesen llegar a esperar, pronto la noticia de la muerte de Anther llegó a oídos de un viejo a amigo suyo, otro antiguo militar, Zarek… ¿Por qué debería importarle eso a ella? Simplemente porque su mentor le había escrito hacia ya mucho tiempo pidiéndole que la cuidara en caso de que él muriese, asunto del que ella no estaba enterada. Zarek la envió a buscar, pero ella no quiso saber nada de él, no quería volver a tener a alguien tan cerca, era lo suficientemente autosuficiente para poder cuidarse sola, sin necesitad de tener un hombre al lado. Lo evitó, por ello mismo sus siguientes destinos fueron menos comunes, África, Medio Oriente y Asia, todo aquello que pudiese llegar a deslumbrarla de algún modo, con sus pensadores, con su cultura, todo aquello que la distrajera de si misma.

No fue sino hasta que las primeras luces del Renacimiento comienzan a iluminar las ciudades italianas, que ella sintió la necesidad de volver a su tierra, atraída por las artes y el humanismo, lo que la mantuvo por varios siglos anclada la península itálica. El ambiente de esta época las fascinó, haciéndola sentir más viva que nunca, se codeó con políticos, artistas e intelectuales, fue mecenas y la musa de varios de ellos, aun así la historia no guardó vestigios de su existencia, fue la modelo desconocida de muchos cuadros. Seguía afanada en ser testigo de la historia sin figurar en ella. Fue en esta época que un afamado pintor le puso por nombre Grazia, nombre que sigue usando en la actualidad.

Aquella fue una de las estadías mas prolongadas en algún lugar, fue en este mismo viaje a su tierra en que finalmente conoció a aquel a quien pretendía evitar, Zarek di Sforza, quien se suponía que debía cuidarla y protegerla, no pudo hacer nada para evitarlo. Poco a poco comenzaron a conversar, ella se quiso mantener lejana y distante, pero muy a su pesar aquel hombre, nuevamente un ex soldado, se ganó rápidamente su confianza y su cariño, a pesar de ser totalmente opuesto a ella se convirtió en aquel hermano protector que nunca tuvo así lo vio, declarándolo para si mismo como alguien prohibido, a pesar que siempre hubo entre ellos cierta atracción. No pasó demasiado tiempo en que se convirtieran en compañeros de viajes, de aventuras y para que Grazia adoptase el apellido de él, convirtiéndose finalmente en Grazia di Sforza. Desde ese momento ha sido la acompañante incondicional de Zarek, mientras que él se convirtió en su confidente. Cuando él ascendió al trono de Italia, ella lo acompañó como su reina, todo lo aprendido de Anther y durante el renacimiento finalmente tenía un sentido y una aplicación.