Otro frío despertar {Cyrille}

por **Nikolai Novikov** Mar Mar 08, 2011 3:51 pm

Corría por verdes llanuras formadas por hierbas altas que me llegaban a la altura de las rodillas, a veces me producían cosquilleos a causa del roce de las mismas con mis piernas; iba vestido como siempre, una simple camisa, pantalones hasta las rodillas, una boina vieja y unas zapatillas desgastados, pero había algo nuevo,estaba todo limpio, la camisa era de un blanco impoluto perfecto y mis cabellos estaban perfectamente peinados, incluso podría llegar a pasar por alguien de la clase media.

''Muy guapo, Niko''- Me dije a mi mismo, observándome en el arroyo de aguas cristalinas que había surgido de la nada, llevando en sus aguas felices pececillos.
Por primera vez en mucho tiempo sonreía, y no, no era una mueca, era una sonrisa real de felicidad, me sentía tan bien, tan....vivo, incluso sentía ganas de gritar lo feliz que era y pregonárselo a todo el mundo que pasara por delante mía.

''Un momento...Y la gente?''

Y entonces me di cuenta de todo, no era más que un simple y estúpido sueño, yo mismo me lo demostré al abrir los ojos y ver la calle Parisina, mojada por la lluvia y ver mis ropas y pies sucios de barro, como buena ropa de pobre. No era la primera vez que me pasaba, tenía un sueño perfecto y de repente me sacaba a empujones de él, despertando sin más, con la cara rígida, sin expresión, avergonzándome de haber pensado que yo podría ser feliz.
Palpé el suelo de piedra bajo mi, estaba frío, hacía frío, la humedad reinaba en el ambiente, era un día lluvioso en París, como todos los demás, la única sorpresa era que aún seguía vivo y no me había muerto de frío.
Eché rápidamente una mirada a donde debería estar mi platito de las propinas, un trozo de cerámica viejo y sucio, normalmente lleno de monedas, 2 o 3 como máximo, pero que me servían para ir sobreviviendo, vacío, vacío como, al parecer, lo estaba mi cerebro ¿Cómo demonios era capaz de dormirme en plena calle mientras mendigaba?, sabía con certeza que ese plato estaba lleno hacía unas horas, pero claro, ¿Quién se podría resistir?
Sin quererlo dejé caer unas lágrimas que mojaron mi cara, era estúpido y últimamente no soportaba la presión de ser así, el odio que, si existía, me tenía Dios.
Me froté la cara y me quedé mirando al suelo, envolviéndome las rodillas con los brazos, intentando calmar el frío y dejar la mente en blanco.

por **Cyrille Vezier** Mar Mar 08, 2011 10:56 pm

Salió de la catedral envuelto en un jubón lívido y pantaloncillos caquis, sus pies vistiendo alguna especie de extraños huaraches o sandalias que ajustadas en sus tobillos le resultaban cómodas y fáciles de andar, era casi, como sentir las piedras bajo sus pies. Había pasado la mayor parte del día dedicándole rezos y plegarias a las ánimas olvidadas del purgatorio quienes, sin su ayuda y sus rezos no podrían salir jamás de aquel lugar libradas de sus pecados y a la absolución, porque todo ser merecería una oportunidad y todo ente un momento de piedad, habia rezado por mas de medio día sin descanso, con los labios secos y la mirada cansada salió de la colosal construcción.

Avanzaba ya en dirección a su hogar o quizas el cementerio, podría asistir también al orfanato o sanatorio mental, quedaba demasiado día como para desperdiciarlo en casa de su tío donde seria ignorado como lo habia sido también en su infancia. Y como recuerdo doloroso y fantasma tormentoso asi como las memorias ensuciaban su pecho el agua que primero como melodiosas gotas comenzó a cerrarse entorno a el, adhiriendo sus cabellos al cráneo y las ropas a su cuerpo.

Observo, a las personas salir del camino, refugiándose bajo techos o dentro de puestos ¿era acaso aquel algún maleficio? ¿morirían de ser tocados por ella? Era un milagro, si un milagro “gracias Dios” susurro con los parpados entrecerrados para resguardar sus azulados orbes de las densas gotas que azotaban con fuerza y decisión su aniñado rostro, colándose por entre sus prendas hasta llegar a la medula y resbalar a través de la piel, caer como rio de plata sobre él.

Palpó sus bolsillos descubriendo que estos yacían varias monedas de oro metidas en un a diminuta bolsa de cuero viejo, el dinero parecía no tener fin pues diariamente entregaba bolsas como aquellas y diariamente volvían a aparecer en su pertenencia, porque al ser el único heredero de viñedos tan importantes podia ayudar a cuantas personas le placiese por día, aquel, solo una seria necesaria.

Avanzó pues, sobre el empedrado chapoteando en los charcos, agitando entre sus dedos la bolsa de cuerpo vieja y húmeda que exponía entre sus prendas, una protuberancia que salía de su cadera censurada por la camisa –que tenga un buen día- murmuro inclinándose sobre un hombre que encontró en su camino, depositando la bolsa sobre un balde de propinas y no logro descifrar si en aquel rostro reinaba la lluvia o la tristeza se cernía ante sus ojos. Le observo por lo que le parecieron largos minutos que fueron más bien efímeros.

-señor- llamo en voz baja ubicando encima de sus ojos una especie de sombrilla con las palmas de sus manos -¿se encuentra usted bien?-

por **Nikolai Novikov** Miér Mar 09, 2011 10:58 am

Todavía seguía inmerso en mis pensamientos que repasaban, uno a uno, todos los desgraciados acontecimientos que habían ocurrido a lo largo de mi vida; desde cuando apenas era un niño y mi familia cayó en la bancarrota hasta cuando me vendieron y tuve que pasar unos años de esclavitud, todavía seguía pensando como era posible que mi padre, que tanto me había querido, me vendiera por unas sucias monedas.
''Ah claro, todos me odian, por eso nadie se acerca a hablar conmigo.''

Me recordé a mi mismo cuan desgraciado era una vez más, quizás lo correcto sería hacerse fuerte y luchar por una vida mejor, pero ya me había cansado de aparentar estar bien y creer que tenía una vida normal, en los primeros días desde el comienzo de mi calvario se podía pensar eso ''sólo era una etapa de mi familia que pronto superaríamos, todos unidos''. Ahora, sin embargo, me encontraba solo, cansado, pobre, sin ninguna posesión material excepto el colgante de mi madre y al borde de una enfermedad.

Las gotas de lluvia, aunque escasas, empezaron a caer sobre las calles parisinas, como si fueran lágrimas, quitando la suciedad de mi cara y camuflándose con mis lágrimas, cada vez hacía más frío y mi cuerpo temblaba cada vez más, pero no me importaba, me gustaba la lluvia, era como si me aislara, como si purificara mi cuerpo, aún así, no tenía razones para sonreír, así que me quedé mirando fijamente al suelo, sintiendo como poco a poco, las gotas caían amablemente sobre mi.

Alguien echó un saco de monedas en mi modesto platillo, intenté decir gracias, por educación, pero lo único que pude fue morderme la lengua para no dejar escapar un gemido de angustia.
Para mi sorpresa el hombre, joven, quizás de mi edad o quizás mayor, seguía delante de mi, observándome, intenté ignorarle, aunque en el fondo quería conversar con él, pero....¿Que pensarían de él? seguramente estaría pensando si recoger el saco de monedas y llevárselo a casa.

''¿Se encuentra usted bien?''

Me hablaba, alguien se estaba dirigiendo a mi, y no de forma despectiva, intentaba ser amable.
El nerviosismo me invadió y mi corazón empezó a latir con efusividad, por mi cabeza pasaban miles y miles de respuestas más no era capaz de escoger ninguna, no sabía que efecto causarían en el joven.

Lo único que pude hacer fue sonreír y asentir, intentando no ahuyentarle con frases sin sentido.
Pasaron unos minutos, en los que estuve incómodo ¿Por qué seguía ahí, acaso no tenía nada mejor que hacer?
-Le agradezco que hable conmigo, es reconfortante ver que alguien me dirige la palabra- lo único que daba con ese comentario era pena, aunque me sentía así, agradecido hacía esa persona a la cual no conocía.

por **Cyrille Vezier** Miér Mar 09, 2011 11:31 am

Le observaba bajo la lluvia en un silencio que la contrario de parecerle tormentoso se le antojo como aquellos días en silencio y soledad que pasaba en la abadia, en aquel diminuto cuatro donde los novicios y padres debían pasar algunos días a meses en paz consigo mismos, aquel lugar donde las dudas se disipaban y daban paso a la fortaleza, aquellos días en que como aquel invertía tiempo en los olvidados, en las animas desagraciadas que no habiendo sido queridas en vida lo eran tampoco en muerte, aquellos que pasaban centurias en el purgatorio ¿pasaria eso con el cuando muriese? Esperaba que algun alma bondadosa se acordase de rezar por el.

La voz del hombre del cual ahora se percataba su edad le planto los pies en la tierra nuevamente obligándole a olvidar el pasado que anhelaba como un presente porque en las calles parisianas todo parecía tentador, pasar frente a cantinas y burdeles, juegos de azar y apuestas…era tan fácil caer en la tentación y a veces era la simpleza de las cosas la que hacia caer a las persona. Más habia pagado penitencia por pensamientos tan negativos, el se encontraba en aquella ciudad para salvar y no para ser condenado.

-seguramente no es tan extraño que eso ocurra- asevero observando a ambos lados de la calle, no era buena idea que el joven se quedase en aquel lugar pues y aunque a el mismo la lluvia no le incomoda sabia bien la clase de enfermedades que podría sufrir de permanecer en aquel lugar, sobre todo si se quedaba con aquella ropa húmeda adherida al cuerpo. Se levanto con el agua goteando por la punta de su perfilada nariz y diminuta barbilla -¿cómo te llamas?- le cuestiono a fin de cuentas extendiendo su mano hacia el, quizás la acción no debía terminar en otorgarle unas cuantas monedas quizás los cielos lo habían ubicado en su camino para acompañar su día, quizás un chocolate caliente y algo de ropa o un cobijo para el alma en una amena charla.

por **Nikolai Novikov** Jue Mar 10, 2011 12:40 pm

El joven seguía hablando y parecía tener intención de quedarse un buen rato, tenía pinta de ser una persona humilde de carácter, que no juzgaba a nadie, y eso me hizo sonreír, al mundo le hacía falta más gente como él.
Me quedé un momento con la mente en blanco, mirándole y sonriendo, tan joven y tan educado y amable, no era como los demás de -mi- edad que lo único que hacían era burlarse de un ''pobretón'' como yo y pegarme para sentirse importantes, yo, por mi parte, no podía hacer nada contra eso, sólo empeoraría las cosas más, seguro que me acusarían de haber hecho algo más que defenderme y todo iría de mal en peor, y consideraba que ya tenía suficiente como para soportar más presión.

La calle estaba desierta a excepción de algunos viandantes ajetreados que no se detenían ni para recobrar el aliento y de, por supuesto nosotros, el misterioso chico que se había parado a conversar conmigo sin segundas intenciones -al menos, eso parecía- y yo, el chico pobre y con cara de tristeza que le gusta hacerse la víctima y asume sus desgracias sin mediar palabra alguna.

-Lo dudo, hay demasiada gente que me considera inferior y...bueno-no pude más que tartamudear, lo último que quería era aburrirle con mis penas-Mi nombre es Nikolai Novikov, mucho gusto-me quité la boina e hice un saludo con ella-¿Podría ahora preguntar por su nombre?-sonreí, claro que me lo diría, siempre con una sonrisa en su boca y tratándome de igual a igual, a parecer no estaba todo perdido y no era tan desgraciado como podía llegar a parecer, acababa de hacer un amigo, o al menos en eso pensaba que se convertiría de ahora en adelante, aunque nuestra relación sería extraña, no podría invitarle a tomar el té en mi casa, principalmente, porque no tenía.

Reí para mis adentros, eso era, todo iba a mejor, me reía de mis desgracias, ignoraba mis creencias pesimistas y mi síndrome de inferioridad, incluso, a pesar de los nubarrones grises que amenazaban con descargar litros y litros de agua parecía que el solo brillaba como nunca, y las gotas de agua cayendo sobre mi piel se me hacían más acogedoras.
Por primera vez en mucho tiempo, me sentía bien.

por **Cyrille Vezier** Sáb Mar 12, 2011 9:55 am

-hay gente que jamás lograra comprender que todos somos iguales- asevero en voz baja más para si mismo que para su acompañante porque en la abadia el abad se esmeraba en hacerles comprender que ahí dentro y fuera de aquella altas paredes de piedra cada persona sobre la faz de la tierra merecía un trato justo y digno que ninguno otro humano podia negarle. Suponia que lo que a las personas les hacia falta era un guía igual de piadosa y comprensivo que el abad, aquel hombre de sienes nevadas y rostro alegre aunque en el contorno de sus ojos se apreciaban la cantidad de aquellos que cargaba en aquella espalda erguida y de perfecta posición.

-Nikolai Novikov- repitió el nombre y su lengua pasó la mayor parte de la pronunciación cerca de los dientes frontales, le pareció que solo en las ultimas letras había ido más allá de la parte media de su paladar ¿de dónde veía aquel joven? Pues su nombre y apellido divergían bastante de lo que hasta entonces conocía ¿y cuanto podía conocer? Si una había salido de Francia y mucho menos de la abadía, Burdeos y París. Tanto por conocer.

-claro…yo me llamo Cyrille Vezier- elimino cualquier posible titulo que podría adjuntar a su nombre ¿novicio?¿heredero único que una importante compañía de vinos? ¿huérfano? ¡Simplezas! Las tristezas debían tragarse jamás profesarse como verdades pues en dichas verdades su vida decaería hasta volverse miserable, los pobres en su desnudez debían ser felices y en su dolor conocerían la alegría, o eso le gustaba pensar la tratar con tanta gente humilde creía que podía aprender cosas buenas de ellos.

-¿podrías aceptar una invitación?- le cuestiono esperando no sonar demasiado comprometedor, un café quizás tampoco planeaba consumir todo su día, quizás tenia hijos, hermanos o padres enfermos a los cuales alimentar y con quienes era más importante pasar tiempo que con el. Rió observando la ropa de ambos, la propia no denotaba su estatus social porque asi lo prefería el –aunque dudo que con esta ropa húmeda nos dejen entrar en ningún lado- extendió su mano hacia el joven, quizás se tendrían que limitar a caminar.

por **Nikolai Novikov** Sáb Mar 12, 2011 5:05 pm

''Cyrille Vezier, suena importante''-pensé para mis adentros, claro que, Nikolai Novikov también sonaba igual de bien, y aquí teníamos al poseedor de ese nombre de aspecto importante, un pobre bajo las húmedas calles de París, en el suelo, con los pies fríos y el corazón congelado, no todo son las apariencias, eso ya lo sabía yo.

Me abracé mientras permanecía en el suelo, por muy impasible que fuera a ciertas cosas seguía sintiendo físicamente, y el frío me azotaba en la cara, dejándome las mejillas rojas, haciendo que el más mínimo toque en ellas me provocara una mueca de dolor; las demás partes de mi cuerpo tampoco se salvaban, mis extremidades temblaban, mis dientes castañeaban y la piel de la espalda se me ponía de gallina, hacía tiempo que no sufría tanto con el frío. Este era el peor invierno que había pasado en mi vida, ni siquiera cuando era un niño y dormía en un simple cobertizo lo había pasado tan mal.

Mis ropas ligeramente humedecidas tampoco ayudaban mucho a la hora de calentarme, más bien al contrario, se me hacían pesadas, estúpidas e innecesarias, una pena que no pudiera cambiarlas por otras nuevas, no solía pensar en mi, pero tampoco me desentendía de mis necesidades básicas, si tenía que morir, que sea como Dios quiera, pero, por favor, rápido, odiaba el dolor prolongado, ya había estado expuesto a bastante dolor emocional durante años para que, además, un dolor físico se sumara a la ''fiesta''.

Me sorprendió la supuesta invitación de Cyrille, alguien a quién conocía desde hacía escasos minutos, sabía con certeza que no quería aprovecharse de mi ni hacerme pasar un mal rato, cierto era que en este mundo nadie se podía fiar de nadie, pero Cyrille era diferente, en su misma mirada podías observar como todo lo que hacía lo realizaba con la mejor intención del mundo.

Después de unos momentos de duda e incertidumbre, tampoco quería importunar a Cyrille, no me debía de aprovechar de su persona.
-Me encantaría aceptarla, pero tampoco quiero molestarle ni ocupar su tiempo, seguro que tiene cosas mejores que hacer que conversar con un pobre, su estatus social se lo agradecería mucho-sonreí, sabía que aún así no se iba a echar atrás-Aunque si insiste me encantaría pasar un rato con usted, parece una persona interesante, y muy culta, a pesar de su corta edad, similar a la mía, por cierto

Envidié un poco a Cyrille por eso, si había algo que odiaba de ser pobre era no poder permitirme saber más, culturizarme, leer libros y estudiar algo, desde siempre había fantaseado con poder ser médico, típico, sin duda, pero por desgracia nunca lo sería, aunque hacía unos cuantos años que tenía esa fantasía escondida en algún lugar de mi mente e intentaba no pensar mucho en ella, para no sufrir más de lo indicado.

por **Cyrille Vezier** Sáb Mar 12, 2011 9:44 pm

¿Mejores cosas que hacer? Además de pasar el día orando y asistiendo a asilos, orfanatos y reclusorios no tenia mucha vida, en general sus días giraban entorno a aquellas actividades más bien a favor de los necesitados, porque en ellas habia aprendido a encontrar su propia felicidad y el motivo de su existencia, el hombre que lograba descubrir su esencia y su motivo podia llegar a ser y existir. A diferencia de lo que muchos suponían existir no era solo estar sino salir de uno mismo e influir en la vida de los demás.

-no te preocupes no es ni será nunca una molestia- asevero quitando con el dorso de su mano las densas gotas de lluvia que comenzaban a estancarse en su rostro -¿mi estatus social?...si por mi fuera viviría de lo minimo, tampoco esque me importe como me ve la sociedad…no si con eso hago un bien mayor- asintió animadamente, debía importarle solo la manera en que el altísimo le viese desde su trono, porque al final de la jornada no cuestionaría sobre cuando dinero tenia sino, cuanto dinero habia compartido con sus iguales.

-¿culta? ¡oh Dios nada de eso!- ¿Cuánto acerca del mundo sabia? Nada ¿Cuánto acerca de matemáticas, geografía o historia? Habia recibido educación hasta los doce años, después de aquello el claustro había sido su única enseñanza y la palabra de Dios toda verdad conocida, la biblia el único libro leído y la ayuda la única vocación impartida, culto, le falta mucho para poderse hacerse decir y llamar a si mismo una persona culta, le faltaba demasiado para poder asegurar haber conocido el mundo, porque entre los hombres andaba y al hombre ayudaba y sin embargo no conocía de sus pecados o excesos y le aterraba pensar que podía perecer ante ellos.

- tengo dieciocho años …si de algo ayuda la información- le indico haciendo un gesto con la cabeza antes de comenzar a andar bajo la cerrada lluvia. Pensó unos instantes en que pregunta serie prudente -¿cómo llegaste a París-? le cuestiono entonces avanzando con los hombros flojos, el frío que pasado en las noches de invierno en la abadia le habian fortalecido ante las adversidades.

por **Nikolai Novikov** Mar Mar 15, 2011 6:23 am

Cyrille me sorprendía cada vez más, no sólo era la única persona en mucho tiempo que se había prado a conversar conmigo sin importarle quien fuera, conforme pasaban los minutos me iba demostrando su carácter justo y noble, le daban igual los estamentos, le daba igual la ropa que llevaras, si estabas sucio o limpio, sólo le importaba que fueras una buena persona, y, al parecer, el creía que yo lo era, aunque no compartía el mismo pensamiento, si, nunca había hecho daño físico a nadie y no tenía pensado hacerlo, odiaba la violencia, y nunca juzgaba a nadie sin al menos haber hablado con él, ni siquiera pensaba mal de las personas que me despreciaban, pero robaba y no hacía ningún bien por nadie, al contrario que Cyrille, al parecer le gustaba solucionar los problemas de la gente y sentirse útil.

''Útil...
Hacía tiempo que yo no me sentía así, casi un año, un año en el que me había dedicado a mendigar porque no tenía otra opción, un año en el que nadie quería darme trabajo, aunque sólo pedía lo mínimo, las apariencias eran lo primero, y se oponían a tener a alguien como yo en algún establecimiento.

-dieciocho años.....al igual que yo, nunca había conocido a alguien con mi misma edad..-eso era cierto, es más, nunca había tenido amigos, era el primer contacto que tenía con alguien de mi edad, y, sencillamente, me sentía bien, por fin alguien se había parado a hablar conmigo y había ignorado cualquier norma social, haciendo caso omiso de las miradas de la gente.

Nunca nadie me había preguntado por mi llegada a París, ni yo mismo la recordaba al máximo, sólo algunos detalles sueltos que me contó mi madre.
-Mis padres sólo me contaron que se mudaron de Rusia hasta aquí por negocios, y que no todo salió como ellos querían-a veces detestaba saber tan poco sobre eso, pero no tenía a nadie que me explicara más....

por **Cyrille Vezier** Mar Mar 15, 2011 1:27 pm

-¿de verdad?- su voz resonó en la sorpresa de la afirmación, porque el no conocía muchas mujeres pero hombres de su edad, en la abadía debía haber por lo menos una decena más de novicios, algunos más jóvenes y otros tanto más grandes –eso es extraño…espero no haber decepcionado tus estándares- sonrio de medio lado, porque seguramente ideaba e imaginaba a la persona con la cual llegaría a hablar y quizás aquellos pensamientos distaban demasiado del ser que el era, podría ser demasiado callado o con una locuacidad hilarante, podría haber esperado a un ávido artista y no un novicio, un conocedor y no un inculto, en Dios confió que su persona no fuese deplorable y un contradictorio de lo que el joven esperaba.

Entonces el joven tenia familia, por lo menos aquello era un avance –ya veo…seguramente las cosas comenzaran a mejorar, solo es cuestión de jamás quedarse de brazos cruzados- asintió repetidas veces hasta que comenzó a marearse en silencio y comenzó a buscar y rebuscar algun lugar al cual podrían entrar para comer algo y resguardarse de la lluvia que si bien no incomoda podría llegar a ser un acontecimiento negativo de su día. El mismo podría asegurar que después de vivir entre cuatro altas paredes de piedra, con un lecho de madera y una cobija para seis, después de morir de calor y hambre caminar bajo una cerrada lluvia no imponía mayor esfuerzo y el enfermar no le preocupaba, mas desconocía la condición de su acompañante y era por el, por quien debía buscar un refugio.

-¿tienes hambre?- le cuestiono con tranquilidad agitando su cabello para despedir perladas gotas de lluvia en todas direcciones, agradecía que aquel dia no llevaba entre sus prendas importantes papeles ni libros de la biblioteca, que no llevaba consigo su biblia ni ningun artefacto al cual debería estar resguardando del torrente –quizás si intentamos convencernos quieran otorgarnos una mesa cerca de la entrada…¿o esperabas ir a otro lugar?- le cuestiono virando su rostro para observarle con aquella afable sonrisa crispando sus labios.

por **Nikolai Novikov** Sáb Mar 19, 2011 7:16 am

Por supuesto que Cyrille no había decepcionado mis estándares, es más, aunque sonara muy exagerado estaba orgulloso de que él fuera la primera persona con la misma edad que yo que conocía y me ofrecía su buen hacer, los únicos jóvenes que había conocido anteriormente eran despreciables, estaba mal que alguien como yo lo dijera, pero había días en los que les deseaba lo peor, deseaba que el mundo entero se volviera contra ellos y que pagarán por todo lo que me hacían constantemente, porque siempre eran los mismos, dos o tres jóvenes bien vestidos, de clase media o más quizás, que se creían los reyes del mundo por el mero hecho de poseer un hogar una ''familia''-lo más probable es que sus padres se hubieran desentendido de ellos y les concedieran todos sus caprichos- en definitiva, había días en los que esos personajes sacaban lo peor de mi, aunque, en vez de sacar mi furia interior y plantarles cara me quedaba callado, llorando, como un sucio muñeco de trapo sin personalidad alguna.

-Bueno, eso espero, aunque hace tiempo ya que dejé de confiar en la benevolencia de la vida, aunque de momento me las arreglo, incluso tengo ahorrado un poco de dinero, escondido, por si acaso
Quizás no debería haber dicho nada, pero sabía con certeza que él no diría nada, igualmente, no le había dicho el lugar exacto, además, era uno de esos sitios en los que pocos buscarían, quizás un poco peculiar, pero era suficientemente bueno como para alejar a los miedosos o a los supersticiosos.
El cementerio, no en el cementerio propiamente dicho, sino en los alrededores, en el bosque, cerca de donde mi madre estaba enterrada, siempre hacía lo mismo, iba, la visitaba y seguía en línea recta-cerciorándome antes de que nadie me seguía- hasta llegar a un claro del bosque, y, justo en el centro, en frente de una roca, se encontraba ahí, enterrada, una bolsita roja de terciopelo, bastante llena, de vez en cuando usaba algo del dinero que recogía de ahí, pero no siempre, prefería ahorrarlo, quizás algún día me haría verdadera falta.

Un escalofrío me recorrió la espalda al oír la invitación de Cyrille, comer, claro que quería, pero no estaba seguro de si quería ir, no por él, ni mucho menos, sólo que no quería que la gente se burlara de él también, era demasiado bueno como para que le pasara nada.
-Bueno, no estaría mal, aunque con semejante aspecto.....¿en serio que no le importa que la gente le vea así?, conmigo, perdón por decir siempre lo mismo, pero tengo baja autoestima.-sonreí, al final me llevaría a rastras a cualquier sitio, como un verdadero amigo, porque...¿lo era, no?
-Y tranquilo, no tengo prisa, nadie me espera.....

OFF: Perdón por la tardanza en contestar Very Happy

por **Cyrille Vezier** Sáb Abr 09, 2011 1:00 pm

-podrás entonces guardar lo que te e dado junto a ese monto que ya tenias, quizas después puedas comprar una casa o algo parecido- asevero sonriendo de medio lado y aquello le dio una idea, quizás debería ir al orfanato del lugar a ver si en algo podia contribuir, quizás donando juguetes y alimentos o asistiendo todos los sábados a impartir catequesis ¡si! Le hablaría a esos niños quien era su padre, el que todo lo veía desde los cielos, los haría aprender a leer la biblia y asi contribuiría en la medida de lo posible a que en un futuro esa ciudad de nombre París fuese un poco mejor, un poco menos impía.

-¿qué?...ah no, claro que no es un orgullo en verdad- ¿un orgullo? Quizás no habia utilizado la palabra adecuada más sabia bien a que se quería referir, a que se sentía bien al estar compartiendo aquellos instantes de su día con una persona tan interesante como el, si algo habia aprendido era que las mejores personas pasaban usualmente desapercibidas a ojos de la sociedad, los ricos, médicos y científicos resultaban ser siempre mas fascinantes, bueno…para el no.

-deberíamos ir primero a buscar otras ropas y buscar un lugar cercano para comer, no queremos mojarnos nuevamente- observo en derredor intentando ubicarse en aquella calle, no llevaba demasiado en París y no podia pretender saber demasiado –por aquí- susurro doblando en una esquina en camino a una tienda que conocía bien pues el señor que elaborada tan exquisitos trajes, además de baratos por venir de cuna humilde, era un viejo conocidos de su difunto padre.

Sus ultimas palabras derrumbaron su anterior pensamientos, aquel en el cual se habia figurado que su acompañante tenia familia…estaban solos –lamento mucho escuchar eso…- susurro moviendo su mano en una señal que formo una cruz sobre su cuerpo, su frente, su vientre, su pecho.

off. me disculpo yo!! en verdad que pena.

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