Samael Paymon

Nombre del Personaje:
En la actualidad se hace llamar Samael Paymon

Edad Real:
1500 años

Edad de Conversión:
25 años.

Especie:
Vampiro

Tipo y Nivel Social:
Extranjero de Clase Alta

Sexualidad:
Heterosexual

Lugar de Origen:
Roma, año 300 d.C. (Imperio Romano)

Fecha de Muerte:
Calendas de Enero de 325 d.C. (1 de Enero)

Habilidad/Poder:
- Agilidad y reflejos sobrehumanos: Habilidad para moverse con más soltura por un sitio, utilizando brazos y piernas reaccionando mas rápido que un humano normal.
- Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
- Ilusión: Capacidad para alterar la relativamente la realidad por medio de alguna ilusión, algo no real para confundir a las personas.
- Telepatía: Habilidad para comunicarse mentalmente con otros, rompiendo las barreras de la distancia. Leer las mentes de los demas.
- Control de emociones: Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o de cualquier otra manera a la persona poseedora del poder. Como por ejemplo intentar hacer que en todo momento esa persona esté contenta como si de un hijo o algún pariente muy estimado se tratara.
Descripcion Fisica:

Spoiler:

Descripcion Psicologica:
Tratar de entender las corrientes de pensamiento de un ser de más de mil años de antigüedad es cuanto menos, complicado. Las incontables noches que ha vivido han erosionado los aspectos más particulares y llamativos de su personalidad tal y como el agua erosiona una roca puntiaguda hasta tornarla en lisa. Samael siempre luce unos impecables modales y la más alta educación, incluso en situaciones insólitas, optará por un porte tranquilo y elegante ajeno a un entorno siempre cambiante. Tal vez es por eso por lo que ha conseguido sobrevivir tanto tiempo, por su habilidad para enmascarar sus verdaderos pensamientos y emociones bajo esa máscara de imperturbabilidad que en ciertas ocasiones adquiere tintes irónicos.

También cabe resaltar el papel que ha asumido en el mundo, tras intentar moldear el mundo a su antojo en el pasado y fracasar, ha optado por situarse como mero espectador de los hechos más relevantes sin intervenir. Un inmortal muy observador que no actúa nunca por impulso, sus acciones están permanentemente sujetas a la lógica y a su deseo de permanecer vivo. Y mientras el tiempo pasa, Samael llena su existencia vacía con todos los placeres que los mortales pueden ofrecer, sangre, compañía y diversión. Ha pasado décadas aterrorizando pueblerinos, drenándoles la sangre y también ha pasado décadas entre el gentío anónimo de cualquier urbe como si de un mortal cualquiera se tratase, nadie sabe como se comportará en un futuro, de hecho ni él mismo lo sabe, sus caprichos le guiarán en la dirección que deseen. Es un ser que otorga gran valor a la experiencia y que sabe usarla para reaccionar de manera inesperada y poder salir airoso de situaciones comprometidas, imposible de predecir.

Y hablando de un vampiro tan antiguo, es lógico pensar que al contemplar como tantas vidas humanas son arrancadas sin piedad, ha hecho que el valor de una vida humana para Samael sea insignificante. Sin embargo no matará sin pensarlo dos veces, ya que la propia muerte suele traer consecuencias en la mayoría de los casos no deseadas.

Historia:
Nacido en el seno de una familia de acaudalados patricios en una antigua Roma en decadencia, bajo el nombre de Máximo Cornelius. El primogénito de dos hermanos y una hermana, su madre biológica murió en el parto de la pequeña Julia cuando el joven máximo tenía 9 años. La muerte no supuso cambio alguno en el estilo de vida del joven, su padre pronto encontró otras mujeres con las que satisfacer sus deseos carnales pero nunca repuso el lugar que había dejado su fallecida mujer, haciendo que sus hijos, Máximo entre ellos, se criaran en un ambiente claramente varonil.

Desde pequeño, Máximo destacó por su inusual madurez y sentido de la responsabilidad. Mientras otros niños aprovechaban el tiempo para jugar, él pasaba las horas con su tutor leyendo clásicos y completando a pasos agigantados su educación. Esto hizo que su trato con sus hermanos no fuera especialmente cercano, cosa diametralmente opuesta a lo que ocurría con la pequeña Julia quien era el ojito derecho de Máximo. El tiempo pasó y nuestro joven protagonista creció hasta convertirse en uno de los notables de una Roma donde las intrigas y traiciones acechaban en cada esquina, donde el antiguo esplendor había degenerado en decadencia, donde los antiguos dioses eran poco a poco sustituidos por un dios judío y su mesías.

Una existencia plácida hasta que en una recepción brindada por unos de los nobles de la ciudad en honor al emperador, Máximo conoció a un carismático comerciante griego. Esa noche fue la primera de las muchas que pasó en compañía de aquel tipo con fuerte acento y aspecto paternal. Desatendió sus deberes como notable, como hermano, como hijo debido al atrayente comerciante Marcus (como se hacía llamar en latín). Miles de historias, de vivencias salían cada noche de los labios del griego y eran absorbidas por la mente del joven Máximo. Como muchos sospechareis, Marcus era un vampiro que al ver a Máximo habia contemplado la viva imagen de un hijo perdido en la batalla en el pasado. Sus anécdotas e historias tenían como finalidad, sembrar la mente del joven de ansias de ver el mundo y así recuperar algo similar a su relación con el hijo perdido. Y hay que decir que funcionó.

Era la calenda de Enero cuando al joven Máximo le fue mostrado el don de la inmortalidad junto con la elección de aceptarla o tomarla. A Máximo no le costó aceptar el don, en una época de dioses y mitos, donde el ser humano vagaba sin rumbo, la inmortalidad le daría el poder necesario para forjar su propio rumbo ajeno a una sociedad cada vez mas traicionera y decadente. Se despidió de su familia y en especial de su hermana, nunca los volvería a ver, y partió rumbo a Grecia con Marcus su sire. Durante el viaje en un barco especialmente acondicionado, Máximo fue instruido acerca de los secretos de ser un vampiro, de como sobrevivir y de como resistir el magnetismo que provocaba la sangre.

A partir de aquí, Máximo se transformó en un trotamundos junto a su maestro Marcus. Su primer destino fue Constantinopla, en un deseo por contemplar una sombra de los dias de esplendor del imperio romano pero la urbe no era ni eso. La política inundaba cada adoquín, cada esquina. No obstante, los dos vampiros se quedaron unas valiosas décadas que a Máximo le valieron para aprender todos los entresijos de la política y poder navegar sin problemas en esas aguas repletas de tiburones. Hubo mujeres, amantes esporádicas que se fueron sucediendo a lo largo de su vida hasta el presente, a algunas las llegó a amar y a otras simplemente desear.

Y la inmortalidad de Máximo transcurrió sin hechos relevantes más allá de cambios de residencia, muertes, sangre y riquezas. Pequeños hechos cotidianos que sirvieron de enseñanzas a Máximo. Y puesto que de hechos cotidianos en la vida de un vampiro se trataban, daremos un salto en el tiempo hasta el siglo VIII, en plena edad media. Marcus y Máximo se hicieron con la posesión de un castillo y sus terrenos circundantes en la actual Rumanía. Docenas de siervos y plebeyos trabajaban al son de los mandatos de los Señores del lugar. Tierras fértiles junto con un trato cercano y afable por parte de Marcus y Maximo con la plebe hicieron que las riquezas de estos aumentaran y les canjearon una reputacion de nobles señores.

Sin embargo este idílico panorama tenía ciertos problemas, una comunidad licántropa que habitaban en los bosques limítrofes de las tierras de los dos inmortales. Una noche en la que los dos vampiros salieron a cazar venados para preparar un banquete en honor de unos nobles que les visitarían, se produjo la tragedia para Máximo. El encuentro fue breve y brutal, la luna llena fue el único testigo. Una jauría de licántropos se lanzó sobre sus monturas y sobre ellos, dando como resultado la muerte de Marcus. Máximo consiguió huir y guarecerse en el castillo.

Por primera vez en su vida, Máximo se vió sin guía ni mentor. Pasó unos meses de aislamiento, llorando en silencio por el aciago destino de su mentor, rumiando odio hacia el mundo. De aquellos meses nació un nuevo Máximo, se entregó por completo a sus ansias de sangre, a su naturaleza vampírica y se hizo llamar Samael Paymon. El idílico castillo se transformó en pesadilla para los siervos, a diario desaparecía gente de las aldeas vecinas, muchachas sirvientas eran tomadas por la fuerza por el vampiro. Se empezó a hablar en susurros sobre el tenebroso señor del castillo, su fama y maldad empezó a cruzar fronteras, a los condados vecinos. Su secreto de inmortal empezó a correr peligro pero el trastornado Samael vivía en su particular orgía de sangre y violencia ajeno al exterior, era cuestión de tiempo que su situación llegara a oidos de otros inmortales.

Dos vampiros se presentaron en sus dominios y exigieron hablar con él. Samael nunca ha contado nada de lo que le dijeron esos dos Antiguos pero de algún modo le hicieron entrar en razón y convencerle para que tomara un papel pasivo o al menos no tan agresivo. Samael dejó sus posesiones y recomenzó una nueva vida. Sus pasos lo guiaron a través de ciudades tales como Alejandría, Pekín y varias más hasta llegar de vuelta a una Italia que vivía el esplendor del Renacimiento. Una época dorada de la que Samael fue testigo, para después viajar a Francia hasta el inicio de la Revolución Francesa.

Durante el tiempo que duró se afincó en Londres bajo la identidad de un Lord. Las riquezas de Samael eran incalculables, llevaba más de un milenio amasando tal fortuna y no le costó comprar el título. Cuando la revolución llegó a su fin, Samael decidió volver a París a su vieja mansión parisina allá por el 1800.

Datos Extras:
- Aficionado a los juegos de manos con monedas y pequeños objetos.
- Es capaz de tocar varios instrumentos entre ellos el piano.
- Tiene una ligera obsesión por el orden y la limpieza.