AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
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La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Una hermosa noche en París, la primera para mí. Después de un largo viaje recorriendo el mundo, había decidido instalarme aquí, un hermoso lugar, digno de la hermosa Condesa que solo busca aventuras. Mandé a preparar todo para mi llegada, inclusive reserve un palco para ir al teatro que estaba de moda y en el que solo la cream de la cream se reunía.
Soy millonaria así que el dinero no es problema para mi y si lo puedo gastar en algo que me entretenga mejor. Quería que todo el mundo supiera que la Gran Condesa Cassandra estaba en París, así que digamos que pague por algo de escándalo, mande hacer un reportaje en la primera plana de los diarios anunciando mi llegada ‘’La Gran Condesa estaba en la ciudad’’ era tan divertido llamar la atención de los mortales.
Compre una de las mansiones mas lujosas de París y para esa noche compré un hermoso vestido color borgoña, con una delicados guantes de seda que me llegaban hasta los codos, unas preciosas sandalias del mismo color y con un tacón alto, utilicé mis mejores rubíes para la ocasión, total estaba celebrando mi llegada. Pronto el carruaje llegó por mi y me dirigí al teatro, el cual me pareció que tenía un nombre un tanto extraño ‘’El Teatro de los Vampiros’’. Otros vampiros me habían advertido que París era una ciudad peligrosa para un vampiro, pero que puedo decir peligro es mi segundo nombre.
Al llegar al lugar me percaté de la presencia de auténticos vampiros, se mezclaban entre los humanos con mucha naturalidad. Me puse un poco nerviosa al percibir la presencia de tantos inmortales, pues por el mundo a decir verdad no son muchos los que encuentras, pero en París parecía algo muy común. Hice que abrieran espacio entre la multitud unos guardaespaldas que había contratado y mandé a que me anunciaran. Todos miraron cuando el joven anunció a la ‘’Gran Condesa’’. Baje con aires de nobleza, cuando otro joven me tendió la mano y me ayudó. Con ínfulas de reina caminé hacia la entrada y llegue a mi palco, entonces empecé a reflexionar
-¿qué clase de obra puede mostrar un sitio llamado el lugar de los vampiros?-.Soy millonaria así que el dinero no es problema para mi y si lo puedo gastar en algo que me entretenga mejor. Quería que todo el mundo supiera que la Gran Condesa Cassandra estaba en París, así que digamos que pague por algo de escándalo, mande hacer un reportaje en la primera plana de los diarios anunciando mi llegada ‘’La Gran Condesa estaba en la ciudad’’ era tan divertido llamar la atención de los mortales.
Compre una de las mansiones mas lujosas de París y para esa noche compré un hermoso vestido color borgoña, con una delicados guantes de seda que me llegaban hasta los codos, unas preciosas sandalias del mismo color y con un tacón alto, utilicé mis mejores rubíes para la ocasión, total estaba celebrando mi llegada. Pronto el carruaje llegó por mi y me dirigí al teatro, el cual me pareció que tenía un nombre un tanto extraño ‘’El Teatro de los Vampiros’’. Otros vampiros me habían advertido que París era una ciudad peligrosa para un vampiro, pero que puedo decir peligro es mi segundo nombre.
Al llegar al lugar me percaté de la presencia de auténticos vampiros, se mezclaban entre los humanos con mucha naturalidad. Me puse un poco nerviosa al percibir la presencia de tantos inmortales, pues por el mundo a decir verdad no son muchos los que encuentras, pero en París parecía algo muy común. Hice que abrieran espacio entre la multitud unos guardaespaldas que había contratado y mandé a que me anunciaran. Todos miraron cuando el joven anunció a la ‘’Gran Condesa’’. Baje con aires de nobleza, cuando otro joven me tendió la mano y me ayudó. Con ínfulas de reina caminé hacia la entrada y llegue a mi palco, entonces empecé a reflexionar
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Aquella noche, por alguna razón, el teatro estaba abarrotado. Me hallaba como un espectador más en el teatro de los vampiros, sentado en el palco que había reservado mi amigo, y también rival Armand exclusivamente para mí luego de nuestra conversación antes que iniciara el espectáculo.
Una vampira a quien le gusta llamar la atención como tú, Lestat – recordé como se había burlado de mi Armand mientras me comentaba sobre una publicación en algunos de los periódicos más vendidos en Paris-
Me entretenía observando el vino de color rojo intenso con matices violáceos que contenía la copa de cristal en mi mano a la espera de que cerraran las puertas y la obra diera comienzo. Un alboroto en la entrada del teatro llamo mi atención. Entre la multitud un joven de aspecto belicoso apartaba la muchedumbre y otro anunciaba la llegada de la “Gran Condesa”.
En la mente del joven pude dilucidar un nombre antes que la mujer a quien anunciaban se presentara ante todos los ahí presentes.
Cassandra –susurre-
Apareció en el teatro una de las criaturas mas encantadoras que había visto jamás. Su rostro era angelical, poseía una larga cabellera rubia que en graciosos rizos caían por su espalda, de belleza tierna y melancólica su mirada de un azul cielo, sus ojos salvajes y cargados de misterio; Boca roja de labios sensuales y mezquinos, piel de seda y blanca como el mármol. Estaba desconcertado y lleno de ansiedad.
La Gran Condesa Cassandra, no era ella la vampira de quien me hablo Armand? Sin duda, no podría ser otra persona.
La observe dirigirse a su palco y mirar el lugar con altanería, estaba algo nerviosa quizás, pero lo ocultaba bastante bien. Una perfecta mascara de arrogancia y confianza. Algo en ella llamaba mi atención, más allá de su belleza, tenía la extraña sensación de haberla conocido.-
Una vampira a quien le gusta llamar la atención como tú, Lestat – recordé como se había burlado de mi Armand mientras me comentaba sobre una publicación en algunos de los periódicos más vendidos en Paris-
Me entretenía observando el vino de color rojo intenso con matices violáceos que contenía la copa de cristal en mi mano a la espera de que cerraran las puertas y la obra diera comienzo. Un alboroto en la entrada del teatro llamo mi atención. Entre la multitud un joven de aspecto belicoso apartaba la muchedumbre y otro anunciaba la llegada de la “Gran Condesa”.
En la mente del joven pude dilucidar un nombre antes que la mujer a quien anunciaban se presentara ante todos los ahí presentes.
Cassandra –susurre-
Apareció en el teatro una de las criaturas mas encantadoras que había visto jamás. Su rostro era angelical, poseía una larga cabellera rubia que en graciosos rizos caían por su espalda, de belleza tierna y melancólica su mirada de un azul cielo, sus ojos salvajes y cargados de misterio; Boca roja de labios sensuales y mezquinos, piel de seda y blanca como el mármol. Estaba desconcertado y lleno de ansiedad.
La Gran Condesa Cassandra, no era ella la vampira de quien me hablo Armand? Sin duda, no podría ser otra persona.
La observe dirigirse a su palco y mirar el lugar con altanería, estaba algo nerviosa quizás, pero lo ocultaba bastante bien. Una perfecta mascara de arrogancia y confianza. Algo en ella llamaba mi atención, más allá de su belleza, tenía la extraña sensación de haberla conocido.-
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Escuché mi nombre en aquel teatro, era normal que las personas hablaran de mi, pero esta voz era diferente, no era la voz de un mortal sino de un inmortal. No le concedí mucha importancia en un principio puesto que tanto mortales como inmortales, habían escuchado el anuncio y si eran lo suficientemente astutos sabrían mi nombre antes del anuncio.
En medio de mis reflexiones sobre el teatro, me sentí observada, era una mirada que me recorrió de arriba abajo en menos de un segundo. Inmediatamente supe que se trataba de un inmortal, pero no de cualquiera. Aquel inmortal se encontraba en un palco que se ubicaba justamente frente al mío, debo confesar que se trataba de un hermoso inmortal, su caballera rubia y larga, me encantaba, sus profundos ojos azules mostraban arrogancia y misterio, si era un hermoso ejemplar, sentado de forma desinteresa.
Aparté mi mirada enseguida, pues no quería que supiera que él también había llamado mi atención. Pero que osadía, mirar y detallar a la condesa de esa forma tan descarada, si pensó que no me percaté de su mirada, pues estaba equivocado, inmediatamente cerré mi mente, no quería que un vampiro atrevido estuviera husmeando en mis pensamientos.
Pedí una copa del mismo vino que tomaba el vampiro del palco de en frente, al llegar esta a mis manos me deleité con su color violáceo, a veces podía distraerme con mucha facilidad, observé detalladamente su cuerpo y su color, luego pasé mis dedos de forma delicada por el borde de la copa, pensé en aquel vampiro y me propuse saber su nombre pues había despertado mi curiosidad.
A mi mente de forma inmediata llego el nombre de Armand, solo sabía que él era el dueño del lugar, lo había averiguado con anterioridad, tal vez el dueño supiera quién era aquella persona, así que escribí una nota a uno de mis guardaespaldas pidiéndole que trajera ante mi a esta persona, me levanté y dirigí a la parte trasera del palco, donde se hallaban las cortinas y entregué la nota, antes de que leyera le pedí que lo hiciera cuando se encontrara un poco lejos, sabía que la distancia no es importante para un vampiro, pero no quería ser muy umm como diría obvia.
Armand no pudo venir, no se la razón, pero me envió a otro encargado, me percaté inmediatamente de que era un vampiro, parecía un niño. Cuando me preguntó que se me ofrecía, le escribí una nota, pidiéndole que se mantuviera en silencio y que continuara manteniendo su mente cerrada a los demás. El vampiro hizo caso sin mayor preocupación, entonces le pasé una nota preguntándole si podía contar con su discreción si le hacía un pequeña pregunta. El vampiro asintió, entonces me atreví a escribirle y preguntarle quién era el vampiro que se encontraba en el palco de enfrente, mentalmente el joven me obsequió su nombre se llamaba Lestat De Lioncourt.
Creo que Lestat se percató del mensaje mental que me envió el vampiro, no estoy segura, pero volteó y me miró de nuevo. Yo lo miré y le dirigí una sonrisa con arrogancia y un poco de diversión, después de todo creo que esta noche no sería aburrida o igual a las demás.
En medio de mis reflexiones sobre el teatro, me sentí observada, era una mirada que me recorrió de arriba abajo en menos de un segundo. Inmediatamente supe que se trataba de un inmortal, pero no de cualquiera. Aquel inmortal se encontraba en un palco que se ubicaba justamente frente al mío, debo confesar que se trataba de un hermoso inmortal, su caballera rubia y larga, me encantaba, sus profundos ojos azules mostraban arrogancia y misterio, si era un hermoso ejemplar, sentado de forma desinteresa.
Aparté mi mirada enseguida, pues no quería que supiera que él también había llamado mi atención. Pero que osadía, mirar y detallar a la condesa de esa forma tan descarada, si pensó que no me percaté de su mirada, pues estaba equivocado, inmediatamente cerré mi mente, no quería que un vampiro atrevido estuviera husmeando en mis pensamientos.
Pedí una copa del mismo vino que tomaba el vampiro del palco de en frente, al llegar esta a mis manos me deleité con su color violáceo, a veces podía distraerme con mucha facilidad, observé detalladamente su cuerpo y su color, luego pasé mis dedos de forma delicada por el borde de la copa, pensé en aquel vampiro y me propuse saber su nombre pues había despertado mi curiosidad.
A mi mente de forma inmediata llego el nombre de Armand, solo sabía que él era el dueño del lugar, lo había averiguado con anterioridad, tal vez el dueño supiera quién era aquella persona, así que escribí una nota a uno de mis guardaespaldas pidiéndole que trajera ante mi a esta persona, me levanté y dirigí a la parte trasera del palco, donde se hallaban las cortinas y entregué la nota, antes de que leyera le pedí que lo hiciera cuando se encontrara un poco lejos, sabía que la distancia no es importante para un vampiro, pero no quería ser muy umm como diría obvia.
Armand no pudo venir, no se la razón, pero me envió a otro encargado, me percaté inmediatamente de que era un vampiro, parecía un niño. Cuando me preguntó que se me ofrecía, le escribí una nota, pidiéndole que se mantuviera en silencio y que continuara manteniendo su mente cerrada a los demás. El vampiro hizo caso sin mayor preocupación, entonces le pasé una nota preguntándole si podía contar con su discreción si le hacía un pequeña pregunta. El vampiro asintió, entonces me atreví a escribirle y preguntarle quién era el vampiro que se encontraba en el palco de enfrente, mentalmente el joven me obsequió su nombre se llamaba Lestat De Lioncourt.
Creo que Lestat se percató del mensaje mental que me envió el vampiro, no estoy segura, pero volteó y me miró de nuevo. Yo lo miré y le dirigí una sonrisa con arrogancia y un poco de diversión, después de todo creo que esta noche no sería aburrida o igual a las demás.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Apenas unos segundos después de haber pronunciado su nombre, me di cuenta de mi insensatez, posiblemente me escucho y le habría entregado el lugar exacto donde me ubicaba, sin embargo, no pretendía ocultar mi presencia a nadie esta noche.
Como gozo asistir a las representaciones de ballet y teatro, en cuanto la obra dio comienzo, preste la mayor parte de mi atención al esplendor del escenario teatral, a la lustrosa armonía de un centenar de violines, a la destreza de unos actores que recitaban en verso y representaban alegres y poéticas pantomimas. Esa noche Armand no estaría sentado en su habitual palco de terciopelo observando la función, tenía unos asuntos que tratar con un torpe inmortal que los había puesto en riesgo, tanto a los vampiros como al local.
Escuche, o mas bien, alguien parecía llamarme o pronunciar mi nombre mentalmente. De manera inconsciente, casi por instinto gire mi rostro hacia el lugar de donde provenía aquel pensamiento. Mi mirada se encontró con aquellos ojos melancólicos y salvajes que me contemplaban con una arrogante sonrisa. Incline levemente mi cabeza y sonreí. Mi nombre no provenía de aquella joven, sino del muchachito que estaba junto a ella. Le mire con el ceño fruncido y me indico rápidamente que aquella señorita le había solicitado tal información. De nuevo, desvíe mi mirada hacia Cassandra quien se había percatado de mi interrogatorio mental al chico. Me volví hacía ella sosteniendo la copa de cristal en mi mano alzándola en un ademán de brindis y junto a un cordial saludo dirigido a la “Gran Condesa”
Como gozo asistir a las representaciones de ballet y teatro, en cuanto la obra dio comienzo, preste la mayor parte de mi atención al esplendor del escenario teatral, a la lustrosa armonía de un centenar de violines, a la destreza de unos actores que recitaban en verso y representaban alegres y poéticas pantomimas. Esa noche Armand no estaría sentado en su habitual palco de terciopelo observando la función, tenía unos asuntos que tratar con un torpe inmortal que los había puesto en riesgo, tanto a los vampiros como al local.
Escuche, o mas bien, alguien parecía llamarme o pronunciar mi nombre mentalmente. De manera inconsciente, casi por instinto gire mi rostro hacia el lugar de donde provenía aquel pensamiento. Mi mirada se encontró con aquellos ojos melancólicos y salvajes que me contemplaban con una arrogante sonrisa. Incline levemente mi cabeza y sonreí. Mi nombre no provenía de aquella joven, sino del muchachito que estaba junto a ella. Le mire con el ceño fruncido y me indico rápidamente que aquella señorita le había solicitado tal información. De nuevo, desvíe mi mirada hacia Cassandra quien se había percatado de mi interrogatorio mental al chico. Me volví hacía ella sosteniendo la copa de cristal en mi mano alzándola en un ademán de brindis y junto a un cordial saludo dirigido a la “Gran Condesa”
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
La obra ya había dado comienzo, así que me dispuse a verla y disfrutarla. Dedique mi atención en aquellos violines, la melodía que proferían era algo hermoso y perfecto, pero como no iba a serlo si eran tocados por vampiros. Ningún humano creo yo que tendría la capacidad para tocar las notas, tan perfectas como lo podía hacer un vampiro. Sonaban y sonaban de forma armoniosa, como lo disfruté
Luego observé a los actores, me resultaba un tanto osado y extraño ver a vampiros, haciéndose pasar por humano que imitan a vampiros, era algo irónico. Contemplé a los humano con fascinación, pues ninguno parecía percatarse de que estaban en la boca del lobo, rodeados de demonios que se alimentaban de sangre, específicamente la de ellos. Aspiré profundamente y me deleité con aquel olor exquisito de sangre humana, cálida, húmeda con ese sabor incomparable, se me hacía agua la boca de solo imaginarlo.
Hice un pequeño brindis con Lestat, quien parecía estar disfrutando bastante de la obra. Empecé a distraer mi mente, pues no era conveniente que una vampira pensara en sangre, cuando estaba en un lugar pequeño, cerrado y rodeada por mortales, que sabia que estarían dispuestos a irse con ella si se los ordenaba y complacidos la dejarían beber solo por sentir sus labios contra su piel, su cercanía además de todos los encantos que poseen los de nuestra especie.
Entonces, una idea vino a mi mente. Quería divertirme un rato, sabía que estaba rodeada también por vampiros, todos con un olfato muy delicado. Y lestat ¿qué haría aquel vampiro? Con una de mis garras me hice un pequeño corte en el pecho, sin que algún mortal se diera cuenta, entonces pasé mi dedo por esta sangre, la mezcle con un poco de vino y la pasé por mis labios. Era algo provocador para un vampiro, rápidamente mi herida cicatrizó, por un momento la obra pareció detenerse, los vampiros habían percibido el olor a sangre. Por fin, la obra se había puesto más interesante.
Luego observé a los actores, me resultaba un tanto osado y extraño ver a vampiros, haciéndose pasar por humano que imitan a vampiros, era algo irónico. Contemplé a los humano con fascinación, pues ninguno parecía percatarse de que estaban en la boca del lobo, rodeados de demonios que se alimentaban de sangre, específicamente la de ellos. Aspiré profundamente y me deleité con aquel olor exquisito de sangre humana, cálida, húmeda con ese sabor incomparable, se me hacía agua la boca de solo imaginarlo.
Hice un pequeño brindis con Lestat, quien parecía estar disfrutando bastante de la obra. Empecé a distraer mi mente, pues no era conveniente que una vampira pensara en sangre, cuando estaba en un lugar pequeño, cerrado y rodeada por mortales, que sabia que estarían dispuestos a irse con ella si se los ordenaba y complacidos la dejarían beber solo por sentir sus labios contra su piel, su cercanía además de todos los encantos que poseen los de nuestra especie.
Entonces, una idea vino a mi mente. Quería divertirme un rato, sabía que estaba rodeada también por vampiros, todos con un olfato muy delicado. Y lestat ¿qué haría aquel vampiro? Con una de mis garras me hice un pequeño corte en el pecho, sin que algún mortal se diera cuenta, entonces pasé mi dedo por esta sangre, la mezcle con un poco de vino y la pasé por mis labios. Era algo provocador para un vampiro, rápidamente mi herida cicatrizó, por un momento la obra pareció detenerse, los vampiros habían percibido el olor a sangre. Por fin, la obra se había puesto más interesante.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Aquella vampira había provocado una herida en la parte superior de su pecho. El aroma de su sangre inmortal atrajo la atención de varios camaradas, pero ningún mortal pudo percatarse de aquello. Todo sucedió demasiado rápido, como para que un ser humano, reparara en la pequeña distracción que había ocasionado la joven en los actores interrumpiendo el espectáculo. Volví mi mirada hacia Cassandra y abrí mi mente a ella, invitándola, solo permitiéndole ver lo que yo deseaba. No en vano poseo un don de la mente ilimitado.
Usted si sabe divertirse, mademoiselle -susurre tanteando su mente mientras una amplia sonrisa se dibujaba en mis labios. Su osadía me había divertido al punto de querer reírme a carcajadas-Su forma de llamar la atención es bastante peculiar –bromee descaradamente para luego agregar con un tono serio- y peligrosa.
Al contemplarla, tenía sus ojos muy abiertos y fijos en mi, llenos de mil y un fragmentos de colores que absorbían del lugar. Vi claramente en sus ojos melancólicos y colmados de misterio, que no le tenía miedo a nada. Los dos éramos idénticos seres aterradores y mortíferos que vagábamos por el Jardín Salvaje. Ella solo deseaba experimentar, vivir aventuras… como si no creyese de veras que viviría eternamente, sino que pensara que debía conocer y llevar a cabo todas las cosas antes de que la muerte viniera a reclamarla.
Ya no le prestaba demasiada atención a la obra, jugueteaba elegante y sensualmente con la copa de vino en mi mano, mientras observaba a la joven vampira en el palco que se hallaba frente a mí. <<Cassandra Albrioni ese era su nombre ¿no? Albrioni ¿Por qué su apellido me es tan familiar?>> -pensé al tiempo que advertí que aquella vampira había oído mi pregunta y personal interrogatorio-
Suspire y reí muy suavemente, para luego cambiar de tema y volver a entablar una conversación mas entretenida con mi interlocutora.
¿Su progenitor no le advirtió lo que sucede al provocar a un vampiro, perdón, varios vampiros… –me corregí- de tal forma?
Usted si sabe divertirse, mademoiselle -susurre tanteando su mente mientras una amplia sonrisa se dibujaba en mis labios. Su osadía me había divertido al punto de querer reírme a carcajadas-Su forma de llamar la atención es bastante peculiar –bromee descaradamente para luego agregar con un tono serio- y peligrosa.
Al contemplarla, tenía sus ojos muy abiertos y fijos en mi, llenos de mil y un fragmentos de colores que absorbían del lugar. Vi claramente en sus ojos melancólicos y colmados de misterio, que no le tenía miedo a nada. Los dos éramos idénticos seres aterradores y mortíferos que vagábamos por el Jardín Salvaje. Ella solo deseaba experimentar, vivir aventuras… como si no creyese de veras que viviría eternamente, sino que pensara que debía conocer y llevar a cabo todas las cosas antes de que la muerte viniera a reclamarla.
Ya no le prestaba demasiada atención a la obra, jugueteaba elegante y sensualmente con la copa de vino en mi mano, mientras observaba a la joven vampira en el palco que se hallaba frente a mí. <<Cassandra Albrioni ese era su nombre ¿no? Albrioni ¿Por qué su apellido me es tan familiar?>> -pensé al tiempo que advertí que aquella vampira había oído mi pregunta y personal interrogatorio-
Suspire y reí muy suavemente, para luego cambiar de tema y volver a entablar una conversación mas entretenida con mi interlocutora.
¿Su progenitor no le advirtió lo que sucede al provocar a un vampiro, perdón, varios vampiros… –me corregí- de tal forma?
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
No me sorprendió que aquel vampiro me abriera su mente, de forma limitada casi exclusivamente para entablar una conversación conmigo. Al percatarme de aquella apertura, posé mis ojos sobre él y en seguida escuché aquellas palabras mentales.
Sonreí divertida ante sus palabras, pero por supuesto que me sabía divertir… a mi manera claro está. De pronto, sentí cómo intentó entrar a mi mente, la cual aún continuaba cerrada. -¡qué osadía!- pensé – que descaro intenta entrar a la mente de otra persona sin autorización, que falta de educación-.
Yo también poseía aquel don, para poder abrir mi mente dejando ver solo lo que yo deseaba. Debía tener cuidado, este vampiro tenía ventajas en cuanto al terreno. París era su ciudad, los vampiros de aquel establecimiento lo conocían. Respondí a sus palabras: -qué le puedo decir, monsieur odio aburrirme- dije en un tono que expresaba un poco mi diversión, por aquella travesura que había hecho, pero al mismo tiempo atenta – peligro es mi segundo nombre- le susurre a aquel vampiro en un tono sensual.
- Es natural que le resulte conocido mi apellido my lord, después de todo como usted dijo me gusta llamar la atención y el apellido Albrioni tiene un largo linaje y creo que en los últimos años ha tenido una gran reputación, gracias a mi persona- respondí siendo un poco petulante, pues yo era la Gran Condesa y mi apellido, el cual valoraba mucho no porque se asociara con fama, fortuna y poder sino por algo personal, no era cualquier cosa.
Respondí a su sonrisa con una sonrisa que espetaba arrogancia, pero al mismo tiempo diversión. La obra continuó, pues como dicen esta siempre debe continuar. En seguida, escuché cuando monsieur De Lioncourt habló nuevamente y le respondí: -lamentablemente, mi progenitor como usted lo denomina no tuvo mucho tiempo, para enseñarme eso. Si teme por mí, no tiene porque hacerlo pues sé defenderme sola- dije en un tono arrogante. Si aquel vampiro planeaba hacerme algún daño, tendría que empezar a ingeniar una forma de defenderme, pues no sería presa de nadie.
Sonreí divertida ante sus palabras, pero por supuesto que me sabía divertir… a mi manera claro está. De pronto, sentí cómo intentó entrar a mi mente, la cual aún continuaba cerrada. -¡qué osadía!- pensé – que descaro intenta entrar a la mente de otra persona sin autorización, que falta de educación-.
Yo también poseía aquel don, para poder abrir mi mente dejando ver solo lo que yo deseaba. Debía tener cuidado, este vampiro tenía ventajas en cuanto al terreno. París era su ciudad, los vampiros de aquel establecimiento lo conocían. Respondí a sus palabras: -qué le puedo decir, monsieur odio aburrirme- dije en un tono que expresaba un poco mi diversión, por aquella travesura que había hecho, pero al mismo tiempo atenta – peligro es mi segundo nombre- le susurre a aquel vampiro en un tono sensual.
- Es natural que le resulte conocido mi apellido my lord, después de todo como usted dijo me gusta llamar la atención y el apellido Albrioni tiene un largo linaje y creo que en los últimos años ha tenido una gran reputación, gracias a mi persona- respondí siendo un poco petulante, pues yo era la Gran Condesa y mi apellido, el cual valoraba mucho no porque se asociara con fama, fortuna y poder sino por algo personal, no era cualquier cosa.
Respondí a su sonrisa con una sonrisa que espetaba arrogancia, pero al mismo tiempo diversión. La obra continuó, pues como dicen esta siempre debe continuar. En seguida, escuché cuando monsieur De Lioncourt habló nuevamente y le respondí: -lamentablemente, mi progenitor como usted lo denomina no tuvo mucho tiempo, para enseñarme eso. Si teme por mí, no tiene porque hacerlo pues sé defenderme sola- dije en un tono arrogante. Si aquel vampiro planeaba hacerme algún daño, tendría que empezar a ingeniar una forma de defenderme, pues no sería presa de nadie.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Mostraba mis diminutos colmillos cada vez que sonreía. Estuve a punto de lanzar una carcajada cuando me llamo la atención por mi imprudencia. Luego de controlar mis emociones, continúe divertido con mi charla silenciosa con la Gran Condesa.
Pero debe admitir que la he sorprendido con tal atrevimiento y el que usted averiguara mi nombre en lugar de preguntarme directamente, tampoco fue algo muy cortes –bromee y me dirigí amablemente a ella para disculparme por mi osadía- Le ofrezco mis disculpas, madame.
Ella era conciente de mi superioridad en cuanto a aquel poder, sin embargo, el don de la mente no es uno de mis favoritos y la telepatía no es un medio seguro para comunicarse. Al igual que yo, abrió su mente y me permitía ver solo lo que ella deseara. Podría haber indagado más e insistir en conocer sus deseos, sueños y más íntimos recuerdos. Pero aquello no seria fácil y tampoco me parecía divertido.
El tono sensual con que acaricio mi mente podría acabar con las defensas de cualquier hombre. Pero yo no era un hombre, era un ser sobrenatural y mucho menos podían hacerme perder la razón con un truco así, sin embargo, aquella joven me había fascinado al instante, en cuanto ingreso al teatro, y ésa era una sensación que no me agradaba.
Peligro es su segundo nombre… -repetí en silencio- Pues yo no le temo a nada, ni a nadie y no puedo evitar preguntarme ¿Qué tan peligrosa podría llegar a ser? –sonreí inocentemente mirándola directo a los ojos-
Atentamente preste atención a la respuesta a mi personal interrogante sobre su apellido. Si, es natural que me parezca conocido, si imaginamos que sus entradas son tan esplendorosas como la acontecida en el teatro de los vampiros. Pero fue Armand quien me había hablado de aquella inmortal que rompía las reglas tan perfectamente como yo. Aun así ese no era el motivo real por el cual su apellido me era tan familiar.
Sinceramente, me preocupaba más la reacción del dueño del teatro ante su conducta –envíe un mensaje silencioso y rápido a su mente- No le haré daño, jamás lo haría y no dudo que pueda defenderse por si misma –sonríe y guiñe un ojo- Peligro es su segundo nombre ¿no? –la mire de forma socarrona-
Trataba de descifrarme. No había nada en mí que la atemorizara ni repeliera. A mí me parecía guapísima. y sus ojos reflejaban una infinita melancolía. Pero había algo en ella que no me agradaba, era tan o mas arrogante que yo, era caprichosa e impulsiva, a pesar de eso, me sentía fascinado y no podía apartar mis ojos de Cassandra. Sentí que un escalofrío me recorría la espalda. ¿Ella estaba creando esta tensión?
Pero debe admitir que la he sorprendido con tal atrevimiento y el que usted averiguara mi nombre en lugar de preguntarme directamente, tampoco fue algo muy cortes –bromee y me dirigí amablemente a ella para disculparme por mi osadía- Le ofrezco mis disculpas, madame.
Ella era conciente de mi superioridad en cuanto a aquel poder, sin embargo, el don de la mente no es uno de mis favoritos y la telepatía no es un medio seguro para comunicarse. Al igual que yo, abrió su mente y me permitía ver solo lo que ella deseara. Podría haber indagado más e insistir en conocer sus deseos, sueños y más íntimos recuerdos. Pero aquello no seria fácil y tampoco me parecía divertido.
El tono sensual con que acaricio mi mente podría acabar con las defensas de cualquier hombre. Pero yo no era un hombre, era un ser sobrenatural y mucho menos podían hacerme perder la razón con un truco así, sin embargo, aquella joven me había fascinado al instante, en cuanto ingreso al teatro, y ésa era una sensación que no me agradaba.
Peligro es su segundo nombre… -repetí en silencio- Pues yo no le temo a nada, ni a nadie y no puedo evitar preguntarme ¿Qué tan peligrosa podría llegar a ser? –sonreí inocentemente mirándola directo a los ojos-
Atentamente preste atención a la respuesta a mi personal interrogante sobre su apellido. Si, es natural que me parezca conocido, si imaginamos que sus entradas son tan esplendorosas como la acontecida en el teatro de los vampiros. Pero fue Armand quien me había hablado de aquella inmortal que rompía las reglas tan perfectamente como yo. Aun así ese no era el motivo real por el cual su apellido me era tan familiar.
Sinceramente, me preocupaba más la reacción del dueño del teatro ante su conducta –envíe un mensaje silencioso y rápido a su mente- No le haré daño, jamás lo haría y no dudo que pueda defenderse por si misma –sonríe y guiñe un ojo- Peligro es su segundo nombre ¿no? –la mire de forma socarrona-
Trataba de descifrarme. No había nada en mí que la atemorizara ni repeliera. A mí me parecía guapísima. y sus ojos reflejaban una infinita melancolía. Pero había algo en ella que no me agradaba, era tan o mas arrogante que yo, era caprichosa e impulsiva, a pesar de eso, me sentía fascinado y no podía apartar mis ojos de Cassandra. Sentí que un escalofrío me recorría la espalda. ¿Ella estaba creando esta tensión?
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Sus colmillos…. Aquellas diminutas y afiladas perlas blancas, le conferían un aspecto peligroso a su rostro, que parecía en un principio bastante angelical. Cada vez que sonreía no podía evitar observarlo y quedarme profundamente fascinada, por aquel rostro angelicalmente peligroso que me miraba. En cierto momento, me recordó a… a él. En cierta ocasión, creí ver a Alexander frente a mí, riendo como lo solía hacer.
Cerré mi menta repentinamente y sacudí levemente la cabeza. No podía ser, mi mente de nuevo me jugaba bromas. Él no era mi Alexander, él jamás volvería a sonreír para mí. Sentí como poco a poco esa tristeza, que sentía al recordarlo, me iba invadiendo. No, no podía permitirlo, no en este momento, no en este lugar. Oculté mis sentimientos, muy dentro de de mi mente y trate de que mi rostro fuera la mascara más perfecta de frialdad.
Las bromas y las sonrisas de monsieur De Lioncourt, lograron que me distrajera y olvidara del peligro que minutos antes pensaba correr estando frente a su persona. Cuando ya pude recuperarme de ese pequeño momento de debilidad y de que me aseguré de que mis sentimientos y pensamientos sobre Alexander, estarían a salvo de cualquiera le conteste: -Acepto sus disculpas, monsieur. Si sé que la forma en que averigüé su nombre no fue la más idónea, pero usted tampoco fue capaz de preguntarme directamente mi nombre, sino que tuvo que averiguarlo por terceros, así que pienso que estamos a mano- bromeé yo también con él.
Después de un rato, desvié la mirada hacia la obra, haciendo como si la estuviera viendo. Todo para no volver a caer en aquellos pensamientos, que me ocasionaban su sola sonrisa. – el peligro no lleva directamente al temor, creo que usted me comprenderá perfectamente en ese sentido. Pienso que el peligro puede causar emoción…..- dejé la frase inconclusa, para dejarlo a la imaginación de mi interlocutor.
De pronto caí en cuenta de algo, ¿por qué había peleado yo contra licántropos y vampiros, exponiéndome al peligro continuamente? Mis palabras me contestaron. Lo había hecho simplemente por buscar una emoción, después de que Alexander desapareció, para mi ya nada tuvo sentido, pero cuando el me pidió que viviera yo me había refugiado en el peligro como única fuente de emoción. Probablemente, este fue otro motivo para que Lestat llamara mi atención, su apariencia inocente, pero peligrosa.
Sentí un leve escalofrío y no se por qué sentí que el gesto que hizo provocó que un poco de rubor, que hace muchos años no sentía, llegara a mis mejillas. ¿El dueño del teatro? Abrí nuevamente mi mente, contestando a lo último que había dicho el vampiro: - El dueño del teatro no tuvo la amabilidad de venir a verme cuando lo solicité, entonces ¿por qué habría de hacerlo ahora, cuando no lo hago? Además cualquiera puede sufrir un accidente ¿no es así monsieur? Y no creo que eso sea un delito, además esa persona no tiene ningún poder sobre mi- le espete en un tono que expresaba bastante seguridad.
Nuevamente me dirigí hacia él y respondí: - agradezco sus palabras, por lo menos ahora sé que no debo temer, porque usted piense hacerme una emboscada- sonreí divertida – pero no por sus palabras, me confiaré. No se puede confiar en un demonio al cual a parte de todo denominan ‘’El Príncipe de las Mentiras’’ – volví a sonreírle ¿cómo un desconocido me había sacado sonrisas sinceras, que hace tiempo no se dibujaban en mi rostro? Además, lo hacía sin que le costara ningún esfuerzo.
Cerré mi menta repentinamente y sacudí levemente la cabeza. No podía ser, mi mente de nuevo me jugaba bromas. Él no era mi Alexander, él jamás volvería a sonreír para mí. Sentí como poco a poco esa tristeza, que sentía al recordarlo, me iba invadiendo. No, no podía permitirlo, no en este momento, no en este lugar. Oculté mis sentimientos, muy dentro de de mi mente y trate de que mi rostro fuera la mascara más perfecta de frialdad.
Las bromas y las sonrisas de monsieur De Lioncourt, lograron que me distrajera y olvidara del peligro que minutos antes pensaba correr estando frente a su persona. Cuando ya pude recuperarme de ese pequeño momento de debilidad y de que me aseguré de que mis sentimientos y pensamientos sobre Alexander, estarían a salvo de cualquiera le conteste: -Acepto sus disculpas, monsieur. Si sé que la forma en que averigüé su nombre no fue la más idónea, pero usted tampoco fue capaz de preguntarme directamente mi nombre, sino que tuvo que averiguarlo por terceros, así que pienso que estamos a mano- bromeé yo también con él.
Después de un rato, desvié la mirada hacia la obra, haciendo como si la estuviera viendo. Todo para no volver a caer en aquellos pensamientos, que me ocasionaban su sola sonrisa. – el peligro no lleva directamente al temor, creo que usted me comprenderá perfectamente en ese sentido. Pienso que el peligro puede causar emoción…..- dejé la frase inconclusa, para dejarlo a la imaginación de mi interlocutor.
De pronto caí en cuenta de algo, ¿por qué había peleado yo contra licántropos y vampiros, exponiéndome al peligro continuamente? Mis palabras me contestaron. Lo había hecho simplemente por buscar una emoción, después de que Alexander desapareció, para mi ya nada tuvo sentido, pero cuando el me pidió que viviera yo me había refugiado en el peligro como única fuente de emoción. Probablemente, este fue otro motivo para que Lestat llamara mi atención, su apariencia inocente, pero peligrosa.
Sentí un leve escalofrío y no se por qué sentí que el gesto que hizo provocó que un poco de rubor, que hace muchos años no sentía, llegara a mis mejillas. ¿El dueño del teatro? Abrí nuevamente mi mente, contestando a lo último que había dicho el vampiro: - El dueño del teatro no tuvo la amabilidad de venir a verme cuando lo solicité, entonces ¿por qué habría de hacerlo ahora, cuando no lo hago? Además cualquiera puede sufrir un accidente ¿no es así monsieur? Y no creo que eso sea un delito, además esa persona no tiene ningún poder sobre mi- le espete en un tono que expresaba bastante seguridad.
Nuevamente me dirigí hacia él y respondí: - agradezco sus palabras, por lo menos ahora sé que no debo temer, porque usted piense hacerme una emboscada- sonreí divertida – pero no por sus palabras, me confiaré. No se puede confiar en un demonio al cual a parte de todo denominan ‘’El Príncipe de las Mentiras’’ – volví a sonreírle ¿cómo un desconocido me había sacado sonrisas sinceras, que hace tiempo no se dibujaban en mi rostro? Además, lo hacía sin que le costara ningún esfuerzo.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Pude notar que algo estaba perturbando a Cassandra, meneo levemente su cabeza de un lado a otro dejándome por completo fuera de sus pensamientos. Una tristeza inmensa inundo su rostro, quería abrazarla, cruzar el abismo que nos separaba y estrecharla fuertemente entre mis brazos. Aquel rostro angelical, inocente de ojos melancólicos. Sentí un leve pellizco en mi corazón al verla hacer acopio de toda su voluntad para volver a convertir su rostro en la mascara perfecta de frialdad y arrogancia con la que me ha mirado durante el transcurso de la noche. Bromee y continúe con mi silenciosa charla en un intento de recuperar su atención. Sonreí complacido cuando volvió a abrir su mente para mí.
¿Como no averiguar vuestro nombre? Le aseguro que si yo hubiera ingresado de manera tan esplendorosa al teatro habría hecho lo mismo–reí suavemente en mi mente mientras mi rostro mostraba una amplia sonrisa-
Al parecer algo en mi persona le incomodaba, desvío su mirada en cuanto volví a sonreírle. ¿Qué será lo que tanto perturba a aquella hermosa vampira? Suspire. Estaba preocupado… por ella, por aquella joven desconocida ¿Por qué me hacia sentir de esta forma? Que fastidio. Le mire con afecto por unos minutos.
Le entiendo perfectamente madame, sin embargo, por más emocionantes o peligrosas que puedan llegar a ser ciertas situaciones, algunas no podremos sobrellevarlas y terminamos inevitablemente, heridos… –al terminar pose la palma de mi mano sobre mi corazón y le contemple mirando a sus ojos fijamente en un absurdo intento de descubrir en aquella mirada, aquel secreto que guardaba tan fervientemente-
De nuevo le vi vagar en sus recuerdos, dejándome otra vez fuera de ellos. Respete su silencio, su intimidad, por el momento me dedicaba a observar de vez en cuando la obra o el lugar. Miraba a mí alrededor, jugueteaba con la copa en mi mano, pero como si de un hechizo se tratase, al ver como la sangre subía lentamente a sus mejillas, volví a posar mi vista sobre Cassandra.
Armand no se encuentra, querida –dije dejando mi copa a un lado y poniéndome de pie apoyando mis manos en la barandilla del palco en que me hallada- Si me permite compartir junto a usted y observar la obra desde su palco, le diré porque no asistió a su llamado. –hice una pausa y luego agregue- Yo le temía ¿Por qué usted sin conocerle no sentiría temor de mi viejo amigo, el querubín de 500 años?
Nadie reparaba en mí, los mortales estaban fascinados y estupefactos con la obra. Mis camaradas, aquellos vampiros actores y acróbatas ya me conocían perfectamente.
Claudia, mi pequeña traidora, mi muñeca francesa, mi hija, mi musa… ese apodo me lo había otorgado al no querer compartir con ella toda la información que poseía sobre los de nuestra especie. Finalmente me creyó un farsante, un vulgar vampiro ignorante.
Créame, no soy capaz de lastimarla–module las palabra perfectamente con mi peculiar acento suave y seductor- Pero no me provoque, no corramos ese riesgo–dije de súbito y sonreí con travesura-
¿Como no averiguar vuestro nombre? Le aseguro que si yo hubiera ingresado de manera tan esplendorosa al teatro habría hecho lo mismo–reí suavemente en mi mente mientras mi rostro mostraba una amplia sonrisa-
Al parecer algo en mi persona le incomodaba, desvío su mirada en cuanto volví a sonreírle. ¿Qué será lo que tanto perturba a aquella hermosa vampira? Suspire. Estaba preocupado… por ella, por aquella joven desconocida ¿Por qué me hacia sentir de esta forma? Que fastidio. Le mire con afecto por unos minutos.
Le entiendo perfectamente madame, sin embargo, por más emocionantes o peligrosas que puedan llegar a ser ciertas situaciones, algunas no podremos sobrellevarlas y terminamos inevitablemente, heridos… –al terminar pose la palma de mi mano sobre mi corazón y le contemple mirando a sus ojos fijamente en un absurdo intento de descubrir en aquella mirada, aquel secreto que guardaba tan fervientemente-
De nuevo le vi vagar en sus recuerdos, dejándome otra vez fuera de ellos. Respete su silencio, su intimidad, por el momento me dedicaba a observar de vez en cuando la obra o el lugar. Miraba a mí alrededor, jugueteaba con la copa en mi mano, pero como si de un hechizo se tratase, al ver como la sangre subía lentamente a sus mejillas, volví a posar mi vista sobre Cassandra.
Armand no se encuentra, querida –dije dejando mi copa a un lado y poniéndome de pie apoyando mis manos en la barandilla del palco en que me hallada- Si me permite compartir junto a usted y observar la obra desde su palco, le diré porque no asistió a su llamado. –hice una pausa y luego agregue- Yo le temía ¿Por qué usted sin conocerle no sentiría temor de mi viejo amigo, el querubín de 500 años?
Nadie reparaba en mí, los mortales estaban fascinados y estupefactos con la obra. Mis camaradas, aquellos vampiros actores y acróbatas ya me conocían perfectamente.
Claudia, mi pequeña traidora, mi muñeca francesa, mi hija, mi musa… ese apodo me lo había otorgado al no querer compartir con ella toda la información que poseía sobre los de nuestra especie. Finalmente me creyó un farsante, un vulgar vampiro ignorante.
Créame, no soy capaz de lastimarla–module las palabra perfectamente con mi peculiar acento suave y seductor- Pero no me provoque, no corramos ese riesgo–dije de súbito y sonreí con travesura-
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Escuché un suspiro proveniente de mi interlocutor ¿qué le pasará? Me pregunté. Probablemente había notado ese fugaz cambio y lo había incomodado. Justamente mi mirada coincidió con la suya, me observaba, pero algo me sorprendió aquel vampiro me miraba con afecto. Me resultaba algo muy extraño, hace tiempo que nadie me miraba de esa forma. Estaba acostumbrada a miradas de odio, de deseo etc. Pero no a miradas afectivas.
Su melodiosa y encantadora voz invadió de nuevo mi mente, luego contesté: - ¿lo dice por experiencia monsieur?- lo oí reír mentalmente y vi una sonrisa en su rostro, en realidad era muy hermoso y más cuando hacía esos gestos. Sus ojos se posaron sobre los míos en una mirada intensa y profunda, como si aquellos ojos azules pretendieran ver mi alma desnuda, pero si de algo estaba segura era que con solo eso no lo lograría.
Aquel vampiro volvió a sorprenderme, cuando sin previo aviso se puso de pie y apoyo sus manos en el palco. Este vampiro atrevido hizo algo que no creo q ningún mortal haría, pues como decía mi padre ¿qué diría la sociedad? Ese viejo… había sido mi padre, pero aún así le guardaba un profundo rencor, por todo lo que me había hecho. Disfruté tanto el día de su muerte.
Me habló de Armand, pero en realidad me tenía sin cuidado alguno esa persona. Lestat me había pedido compartir el palco, eso me dejo muy asombrada. No sabía que hacer, así que lo medite por un momento, cerré mis ojos y pensé. En verdad, no creía que fuera hacerme algo públicamente. A continuación musité: - monsieur debo admitir que me sorprende un poco su petición- hice una breve pausa en donde me prometí, que por esta noche, intentaría olvidar aquel singular parecido que había entre Lestat y Alexander.
Proseguí diciendo: - adelante monsieur, lo invito a que me haga compañía esta noche, aunque creo que lo que menos haremos será mirar la obra-le sonreí amablemente. Debía concentrarme para no hacer pasar un mal rato a mi invitado. Sus últimas palabras me hicieron mirarlo y preguntar casi con ingenuidad: - ¿qué pasa si le tiento?
Su melodiosa y encantadora voz invadió de nuevo mi mente, luego contesté: - ¿lo dice por experiencia monsieur?- lo oí reír mentalmente y vi una sonrisa en su rostro, en realidad era muy hermoso y más cuando hacía esos gestos. Sus ojos se posaron sobre los míos en una mirada intensa y profunda, como si aquellos ojos azules pretendieran ver mi alma desnuda, pero si de algo estaba segura era que con solo eso no lo lograría.
Aquel vampiro volvió a sorprenderme, cuando sin previo aviso se puso de pie y apoyo sus manos en el palco. Este vampiro atrevido hizo algo que no creo q ningún mortal haría, pues como decía mi padre ¿qué diría la sociedad? Ese viejo… había sido mi padre, pero aún así le guardaba un profundo rencor, por todo lo que me había hecho. Disfruté tanto el día de su muerte.
Me habló de Armand, pero en realidad me tenía sin cuidado alguno esa persona. Lestat me había pedido compartir el palco, eso me dejo muy asombrada. No sabía que hacer, así que lo medite por un momento, cerré mis ojos y pensé. En verdad, no creía que fuera hacerme algo públicamente. A continuación musité: - monsieur debo admitir que me sorprende un poco su petición- hice una breve pausa en donde me prometí, que por esta noche, intentaría olvidar aquel singular parecido que había entre Lestat y Alexander.
Proseguí diciendo: - adelante monsieur, lo invito a que me haga compañía esta noche, aunque creo que lo que menos haremos será mirar la obra-le sonreí amablemente. Debía concentrarme para no hacer pasar un mal rato a mi invitado. Sus últimas palabras me hicieron mirarlo y preguntar casi con ingenuidad: - ¿qué pasa si le tiento?
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Así es mi estimada Condesa Albrioni –respondí silenciosamente- Tengo experiencia en cuanto a situaciones riesgosas se refiere. –declaré sin entrar en más detalles-
Como algo normal cerré mi mente a ella al recordar mis contratiempos. Como explicarle lo sucedido con Claudia ¿Qué pensaría de mí al saber que por egoísmo y desesperación convertí en vampira a una niña inocente? Y que luego esta misma niña intento asesinarme. Como me duele el corazón recordar la traición de Louis y Claudia. No los culpo, probablemente yo habría hecho lo mismo que mi pequeña muñeca estando en su lugar.
La sorpresa en su rostro ante mis movimientos me causó un extraño placer. No pretendía presumir frente a ella. No tenía porque hacerlo. Aquella acción fue algo muy natural para mi, sin embargo, para ella fue algo inesperado. Note como la duda y un sutil reproche se reflejaba en sus ojos. Eso me hizo sonreír.
Se debatía ante mis palabras, percibí aquel sutil gesto que me revelo su particular controversia cuando escucho mi petición. Nuevamente le había sorprendido.
Contemplé las abarrotadas galerías, los palcos separados por mamparas, las filas y filas de espectadores hasta la pared del fondo. Esta vez si se sorprendía seria en un audaz gesto presumido, buscando nuevamente aquella sensación de placer que me causo el asombro en su rostro. Saltaría a su palco como si me tratara de un acróbata más, ante los ojos de algún espectador.
Sabe usted... –Dije dando unos pasos hacia atrás sin dejar de contemplarla fijamente a los ojos y luego continué- …Yo también disfruto llamando la atención en ciertas ocasiones o tomando algunos riesgos. Me resulta extrañamente apasionado. –declaré con un tono cautivador-
Le miré con una gran sonrisa traviesa en mis labios. Sin previo aviso y de un salto cruce el local sobre algunas de las cabezas del lugar. En un instante, rocé las vigas y volví a caer sobre las tablas del palco en el que se hallaba la joven Cassandra, grácilmente y sin hacer ruido. En la mente de algunas personas de la audiencia percibí mi imagen apenas imperceptible, una fugaz sombra de un joven acróbata entre los asistentes. Gire mi rostro e hice una leve reverencia al muchacho que me observaba y había seguido mi peripecia con expectación en su rostro. Me respondió con un silencioso aplauso.
Volví mi rostro hacia Cassandra, una bella vampira sin lugar a duda, me observaba con aquella mirada penetrante y llena de misterios. Me destino una sincera sonrisa dejándome vislumbrar una sutil queja y complicidad en su rostro angelical. Una extraña sensación me invadió, me sentí levemente avergonzado o tal vez ¿Aquella mirada y sonrisa era su forma de tentarme?
No lo intenté. – susurré con voz suave- ¿Por qué querría provocarme?
Como algo normal cerré mi mente a ella al recordar mis contratiempos. Como explicarle lo sucedido con Claudia ¿Qué pensaría de mí al saber que por egoísmo y desesperación convertí en vampira a una niña inocente? Y que luego esta misma niña intento asesinarme. Como me duele el corazón recordar la traición de Louis y Claudia. No los culpo, probablemente yo habría hecho lo mismo que mi pequeña muñeca estando en su lugar.
La sorpresa en su rostro ante mis movimientos me causó un extraño placer. No pretendía presumir frente a ella. No tenía porque hacerlo. Aquella acción fue algo muy natural para mi, sin embargo, para ella fue algo inesperado. Note como la duda y un sutil reproche se reflejaba en sus ojos. Eso me hizo sonreír.
Se debatía ante mis palabras, percibí aquel sutil gesto que me revelo su particular controversia cuando escucho mi petición. Nuevamente le había sorprendido.
Contemplé las abarrotadas galerías, los palcos separados por mamparas, las filas y filas de espectadores hasta la pared del fondo. Esta vez si se sorprendía seria en un audaz gesto presumido, buscando nuevamente aquella sensación de placer que me causo el asombro en su rostro. Saltaría a su palco como si me tratara de un acróbata más, ante los ojos de algún espectador.
Sabe usted... –Dije dando unos pasos hacia atrás sin dejar de contemplarla fijamente a los ojos y luego continué- …Yo también disfruto llamando la atención en ciertas ocasiones o tomando algunos riesgos. Me resulta extrañamente apasionado. –declaré con un tono cautivador-
Le miré con una gran sonrisa traviesa en mis labios. Sin previo aviso y de un salto cruce el local sobre algunas de las cabezas del lugar. En un instante, rocé las vigas y volví a caer sobre las tablas del palco en el que se hallaba la joven Cassandra, grácilmente y sin hacer ruido. En la mente de algunas personas de la audiencia percibí mi imagen apenas imperceptible, una fugaz sombra de un joven acróbata entre los asistentes. Gire mi rostro e hice una leve reverencia al muchacho que me observaba y había seguido mi peripecia con expectación en su rostro. Me respondió con un silencioso aplauso.
Volví mi rostro hacia Cassandra, una bella vampira sin lugar a duda, me observaba con aquella mirada penetrante y llena de misterios. Me destino una sincera sonrisa dejándome vislumbrar una sutil queja y complicidad en su rostro angelical. Una extraña sensación me invadió, me sentí levemente avergonzado o tal vez ¿Aquella mirada y sonrisa era su forma de tentarme?
No lo intenté. – susurré con voz suave- ¿Por qué querría provocarme?
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Escuché las palabras de mi interlocutor, quien segundos después cerró su mente hacia mí. Eso fue una lástima ¿qué tantas aventuras habría vivido aquel vampiro? ¿Qué tantos secretos guardaba? ¿Qué habías hecho Lestat? Pregunté para mi misma. Entonces, lo vi algo pensativo ¿qué estarías recordando?
Al parecer, la sorpresa que se reflejaba en mi rostro le causa gracia, pues luego de esto lo observe mientras sonreía. Contempló todo el lugar, lo miré con curiosidad ¿qué se proponía? De pronto comenzó a hablar de nuevo, pero esta vez caminaba hacia atrás. Por un momento adivine lo que pretendía hacer, era algo osado, hasta cierto punto diría que loco y muy atrevido. No podía hacer eso ¿o sí?
Lestat me dirigió una sonrisa traviesa, la cual tenía cierta complicidad inmersa. El vampiro saltó de forma sorprendente, cruzando el lugar de forma grácil y elegante. Me inmiscuí en la mente de los presentes, para ver si alguien había visto aquel acto. En muchas mentes vi una figura borrosa, otras no prestaron atención, los vampiros del sitio no se sorprendieron, pero un joven si había seguido la peripecia de mi atrevido compañero.
Me causó gracia el atrevimiento y el asombro del joven. No pude evitar reír suavemente y mirarlo con una sonrisa en los labios y una mirada divertida, mientras hacia una negativa con la cabeza. Resultaba mucho más hermoso de cerca, los vampiros somos hermosos por naturaleza, pero él resultaba excesivamente encantador.
En ese momento aplaudí suavemente y le hablé a mi acompañante: - Monsieur que osadía… - volví a reír y continué- tal vez para llamar su atención – le guiñé un ojo - o simplemente por curiosidad-.
Al parecer, la sorpresa que se reflejaba en mi rostro le causa gracia, pues luego de esto lo observe mientras sonreía. Contempló todo el lugar, lo miré con curiosidad ¿qué se proponía? De pronto comenzó a hablar de nuevo, pero esta vez caminaba hacia atrás. Por un momento adivine lo que pretendía hacer, era algo osado, hasta cierto punto diría que loco y muy atrevido. No podía hacer eso ¿o sí?
Lestat me dirigió una sonrisa traviesa, la cual tenía cierta complicidad inmersa. El vampiro saltó de forma sorprendente, cruzando el lugar de forma grácil y elegante. Me inmiscuí en la mente de los presentes, para ver si alguien había visto aquel acto. En muchas mentes vi una figura borrosa, otras no prestaron atención, los vampiros del sitio no se sorprendieron, pero un joven si había seguido la peripecia de mi atrevido compañero.
Me causó gracia el atrevimiento y el asombro del joven. No pude evitar reír suavemente y mirarlo con una sonrisa en los labios y una mirada divertida, mientras hacia una negativa con la cabeza. Resultaba mucho más hermoso de cerca, los vampiros somos hermosos por naturaleza, pero él resultaba excesivamente encantador.
En ese momento aplaudí suavemente y le hablé a mi acompañante: - Monsieur que osadía… - volví a reír y continué- tal vez para llamar su atención – le guiñé un ojo - o simplemente por curiosidad-.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
De entre sus labios broto una melodía, como el canto de las mitológicas sirenas que hechizaban a los marineros. Su voz era el murmullo de un ángel envolviendo mi corazón en una dulce armonía. Me quede contemplando su rostro seriamente con atención y en respuesta a su silencioso aplauso, hice una sutil reverencia. En mi interno debate, sabia a la perfección que debía apresurarme a empezar a hablar. Yo no deseaba que Cassandra, advirtiera lo que estaba causando en mí, que por lo demás, ni yo mismo entendía. Algunos vampiros poseemos cierta habilidad para que alguien se sienta atraído hacia nosotros, además de nuestra eterna belleza… ¿Podría ser esa la razón de mi inestabilidad emocional frente a ella?
Me sentiría muy honrado si usted quisiera llamar mi atención o sencillamente sintiera curiosidad por mi –le dije sonriendo afablemente-
No podía apartar la vista de esa mujer. Sus ojos me tenían hipnotizado. Por fortuna, cuando uno de los empleados del teatro entro al palco ofreciéndonos otra copa de vino, logré desviar mi mirada con indiferencia. Luego de rechazar gentilmente el vino, posé mis ojos en los actores y acróbatas sobre la tarima que con gráciles y absurdos movimientos divertían a los espectadores. Al percibir que el joven se había marchado, camine elegantemente hacia mi acompañante y me instale de pie junto a ella. Extendí mi mano, en un íntegro ademán, solicitando la suya y posteriormente besé el dorso de su mano durante unos breves, pero maravillosos instantes. La miré fijamente a los ojos y me presenté como correspondía.
Je m'appelle Lestat De Lioncourt – susurré apartando mi rostro, pero aun sosteniendo su mano- Enchanté de vous connaître.
Cuando volví a oír la armoniosa voz de Cassandra y percibir su mirada contemplándome, me sentí insólitamente complacido. En aquella velada, traía una levita negra que me favorecía bastante, al igual que el cuello y puños de encaje y mi cabello estaba elegantemente atado con una cinta negra. Sabía que en aquel placer que me ocasionaba mi hermosa interlocutora, había un punto de vanidad. ¿Y que importaba? Siempre he sido vanidoso.
Al compartir el palco y estar mas próximo a ella, quizá lograra averiguar la fuente del poder que ella ejercía sobre mí. Quizá pudiera neutralizarlo… y dejar de sentirme fascinado con su presencia.-
Me sentiría muy honrado si usted quisiera llamar mi atención o sencillamente sintiera curiosidad por mi –le dije sonriendo afablemente-
No podía apartar la vista de esa mujer. Sus ojos me tenían hipnotizado. Por fortuna, cuando uno de los empleados del teatro entro al palco ofreciéndonos otra copa de vino, logré desviar mi mirada con indiferencia. Luego de rechazar gentilmente el vino, posé mis ojos en los actores y acróbatas sobre la tarima que con gráciles y absurdos movimientos divertían a los espectadores. Al percibir que el joven se había marchado, camine elegantemente hacia mi acompañante y me instale de pie junto a ella. Extendí mi mano, en un íntegro ademán, solicitando la suya y posteriormente besé el dorso de su mano durante unos breves, pero maravillosos instantes. La miré fijamente a los ojos y me presenté como correspondía.
Je m'appelle Lestat De Lioncourt – susurré apartando mi rostro, pero aun sosteniendo su mano- Enchanté de vous connaître.
Cuando volví a oír la armoniosa voz de Cassandra y percibir su mirada contemplándome, me sentí insólitamente complacido. En aquella velada, traía una levita negra que me favorecía bastante, al igual que el cuello y puños de encaje y mi cabello estaba elegantemente atado con una cinta negra. Sabía que en aquel placer que me ocasionaba mi hermosa interlocutora, había un punto de vanidad. ¿Y que importaba? Siempre he sido vanidoso.
Al compartir el palco y estar mas próximo a ella, quizá lograra averiguar la fuente del poder que ella ejercía sobre mí. Quizá pudiera neutralizarlo… y dejar de sentirme fascinado con su presencia.-
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Ahí estaba un vampiro ni tan joven, pero que aparentaba una edad muy inferior a la que en verdad poseía. Me miraba con seriedad, quién sabe que esperaba conseguir. Parecía como si buscara algo en mí o como si tratara de resolver un misterio, era un tanto gracioso la forma en que me observaba.
De pronto, aquella figura marmolada que se encontraba conmigo habló. Sonreí ante la sola idea de que aquella criatura se sintiera fascina por el hecho de que yo pretendiera llamar su atención. Me llamó la atención que mi nuevo acompañante me miraba con insistencia, no esperaba aquello, pero me hacía sentir bien. Un ambiente extraño se producía entre nosotros, él me observaba y yo a él. Aquel instante fue interrumpido abruptamente.
Un mortal entró al palco, me daba igual lo que quería. Mi interlocutor le rechazó lo que este le ofreció y yo hice lo mismo. Entonces, pidió mi mano y se la ofrecí educadamente, en ese momento plantó un cortes beso sobre ella. Aquel gesto produjo un extraño, pero maravilloso, sentimiento en mi. Sus labios sobre mi piel era algo sumamente divino.
El caballero se presentó en un perfecto francés, pero no soltó mi mano y por alguna extraña razón no quería que lo hiciera. Me mantuve seria como siempre y respondí también en francés: - tu connais mon nom, mais je vais répéter. Je suis une grande comtesse Cassandra Albrioni – le sonreí con amabilidad y agregué - pour moi c'est un plaisir de vous rencontrer monsieur- entonces hice un ademán con mi mano para que Lestat se sentara junto a mi.
De pronto, aquella figura marmolada que se encontraba conmigo habló. Sonreí ante la sola idea de que aquella criatura se sintiera fascina por el hecho de que yo pretendiera llamar su atención. Me llamó la atención que mi nuevo acompañante me miraba con insistencia, no esperaba aquello, pero me hacía sentir bien. Un ambiente extraño se producía entre nosotros, él me observaba y yo a él. Aquel instante fue interrumpido abruptamente.
Un mortal entró al palco, me daba igual lo que quería. Mi interlocutor le rechazó lo que este le ofreció y yo hice lo mismo. Entonces, pidió mi mano y se la ofrecí educadamente, en ese momento plantó un cortes beso sobre ella. Aquel gesto produjo un extraño, pero maravilloso, sentimiento en mi. Sus labios sobre mi piel era algo sumamente divino.
El caballero se presentó en un perfecto francés, pero no soltó mi mano y por alguna extraña razón no quería que lo hiciera. Me mantuve seria como siempre y respondí también en francés: - tu connais mon nom, mais je vais répéter. Je suis une grande comtesse Cassandra Albrioni – le sonreí con amabilidad y agregué - pour moi c'est un plaisir de vous rencontrer monsieur- entonces hice un ademán con mi mano para que Lestat se sentara junto a mi.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Que extraña sensación fue la causada solo con tomar nuestras manos en un simple y respetuoso saludo. Un gesto sencillo, algo habitual y muy formal. Dejando a un lado las emociones que pueda provocarme el besar la mano de alguna criatura mortal solo con sentir su calor y sangre correr por sus venas. Esta nueva sensación que me obligaba a experimentar Cassandra fue totalmente diferente a lo que mi mente trataba de entender.
Me libre de esa sensación, enojado durante unos instantes de que aquella vampira causara tales sentimientos en mí. Luego de oírla pronunciar aquellas palabras en un excelente francés, volví a sonreírle con amabilidad y me instale a su lado aceptando su invitación. Para sentarme junto a ella, me vi obligado a soltar su mano. Era algo que realmente no deseaba hacer aún. Era una mujer de pocas palabras, no parecía tener alguna intención de hablar conmigo. Siempre suelo tener algún tema de conversación, pero por primera vez, no sabia como comportarme frente a alguien. Estaba nervioso con su presencia y ese poder sobre mí que poseía comenzaba a intimidarme de alguna manera. Cassandra pareció advertir mi insistente mirada, pensé que esta insolencia la había ofendido al igual como la importuné con mi don de la mente al querer dirigirme a ella por medio de la telepatía. Desvíe mi rostro, fijando los ojos en la obra que para mi desgracia finalizaba y daba paso al intermedio, donde los presentes podían dispersarse ya sea para beber alguna copa de vino o acercarse a algún conocido.
Debo confesar, que con algo de timidez volví a girar mi rostro en dirección a aquella vampira. Era hermosa, sin lugar a dudas. Pero… ¿Por qué su belleza me parecía tan provocativa y amenazadora? ¿Qué tenia aquella vampira que me llamaba tan poderosamente la atención? Deseaba con todas mis fuerzas escrutar su alma, pero ella era demasiado inteligente para permitir que lo hiciera. Sin embargo, intuí que ocultaba un secreto, un montón de secretos, y sentí, además de otras cosas, una monstruosa conexión entre ambos. De pronto comprendí que aquella mujer ocultaba un dolor terrible. Era ese dolor que suavizaba la expresión en su semblante y reflejaba en sus ojos una inmensa tristeza. Desee apoderarme de aquello que ocultaba, conocerlo y formar parte de eso siquiera un momento, sentirme cómplice de ella. Hubiera dado cualquier cosa para…
Al darme cuenta que Cassandra aparto los ojos de mi, la idea se desvaneció como si esa conexión que había descubierto se perdiera. Había estado mirándola fijamente sin darme cuenta y me pareció ver que trataba de recobrar la compostura ¿O esto solo había sido producto de mi imaginación? Decidí romper el silencio y aquel extraño ambiente que se estaba formando inexplicablemente entre nosotros…
Espero que mi pregunta no le moleste. Tampoco se sienta obligada a responderme. –le aclare antes para no terminar la noche solo en un palco el cual no era el mío. Desconocía cual seria su reacción.-
Usted no es de Francia. ¿Qué la ha traído a París?
Me libre de esa sensación, enojado durante unos instantes de que aquella vampira causara tales sentimientos en mí. Luego de oírla pronunciar aquellas palabras en un excelente francés, volví a sonreírle con amabilidad y me instale a su lado aceptando su invitación. Para sentarme junto a ella, me vi obligado a soltar su mano. Era algo que realmente no deseaba hacer aún. Era una mujer de pocas palabras, no parecía tener alguna intención de hablar conmigo. Siempre suelo tener algún tema de conversación, pero por primera vez, no sabia como comportarme frente a alguien. Estaba nervioso con su presencia y ese poder sobre mí que poseía comenzaba a intimidarme de alguna manera. Cassandra pareció advertir mi insistente mirada, pensé que esta insolencia la había ofendido al igual como la importuné con mi don de la mente al querer dirigirme a ella por medio de la telepatía. Desvíe mi rostro, fijando los ojos en la obra que para mi desgracia finalizaba y daba paso al intermedio, donde los presentes podían dispersarse ya sea para beber alguna copa de vino o acercarse a algún conocido.
Debo confesar, que con algo de timidez volví a girar mi rostro en dirección a aquella vampira. Era hermosa, sin lugar a dudas. Pero… ¿Por qué su belleza me parecía tan provocativa y amenazadora? ¿Qué tenia aquella vampira que me llamaba tan poderosamente la atención? Deseaba con todas mis fuerzas escrutar su alma, pero ella era demasiado inteligente para permitir que lo hiciera. Sin embargo, intuí que ocultaba un secreto, un montón de secretos, y sentí, además de otras cosas, una monstruosa conexión entre ambos. De pronto comprendí que aquella mujer ocultaba un dolor terrible. Era ese dolor que suavizaba la expresión en su semblante y reflejaba en sus ojos una inmensa tristeza. Desee apoderarme de aquello que ocultaba, conocerlo y formar parte de eso siquiera un momento, sentirme cómplice de ella. Hubiera dado cualquier cosa para…
Al darme cuenta que Cassandra aparto los ojos de mi, la idea se desvaneció como si esa conexión que había descubierto se perdiera. Había estado mirándola fijamente sin darme cuenta y me pareció ver que trataba de recobrar la compostura ¿O esto solo había sido producto de mi imaginación? Decidí romper el silencio y aquel extraño ambiente que se estaba formando inexplicablemente entre nosotros…
Espero que mi pregunta no le moleste. Tampoco se sienta obligada a responderme. –le aclare antes para no terminar la noche solo en un palco el cual no era el mío. Desconocía cual seria su reacción.-
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Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Como aquellos actores que interpretan a la perfección su papel, Lestat y yo en este momento simplemente estábamos interpretando los papeles de dos nobles que apenas comienzan a conocerse, con aquella cortesía que en momentos es fría. Sin embargo, mi acompañante y yo éramos seducidos de vez en cuando por sentimientos particulares. La curiosidad creo que era la protagonista de esta noche, sentimiento que en su mayoría rige a los vampiros.
Muchas veces, mi insaciable curiosidad me había metido en un sin fin de problemas ¿acaso esta noche sería igual? ¿Terminaría en una situación enigmática? Por ahora, sentía una extraña e inexplicable conexión con monsieur De Lioncourt era algo fascinante, pero al mismo tiempo era algo aterrador sentir tal conexión con un vampiro desconocido.
Su mirada insistente me hacía sentir halagada, pues desde que soy una vampira errante me encanta llamar la atención y esto me demostraba que para él yo era más interesante que la obra que se presentaba en el teatro, esta sola idea hizo que una sonrisa arrogante se dibujase en mi rostro. Dejé la nostalgia a un lado, aparté aquellos sentimientos que me hacían débil, pues no permitiría que este inmortal percibiera tal debilidad en mi, aunque por alguna razón sospechaba que ya lo había hecho, aun así podía hacerle cambiar de idea.
Cuando mi compañero apartó su mirada de mí, para mirar la obra, esta ya estaba en el intermedio. Después de un breve momento dirigió una de sus tantas interrogantes hacía mí. En ese momento respondí: - Monsieur no considero conveniente que entablemos una conversación digna en un lugar donde hay tantos oídos, atentos y deseosos de escucharnos ¿Le apetecería ir a otro sitio conmigo? Le prometo que volveremos para el final, claro a no ser que usted desee ver el resto de la obra- mi voz era totalmente calmada y un tanto seductora, pues mi propósito era convencer a mi acompañante, ya que él no era el único que tenía preguntas que hacer.
Por otro lado, sabía que los vampiros que se encontraban en el lugar, sentían particular interés por mi persona, pues yo era la vampira nueva, la intrusa que se encontraba en territorio ajeno.
Muchas veces, mi insaciable curiosidad me había metido en un sin fin de problemas ¿acaso esta noche sería igual? ¿Terminaría en una situación enigmática? Por ahora, sentía una extraña e inexplicable conexión con monsieur De Lioncourt era algo fascinante, pero al mismo tiempo era algo aterrador sentir tal conexión con un vampiro desconocido.
Su mirada insistente me hacía sentir halagada, pues desde que soy una vampira errante me encanta llamar la atención y esto me demostraba que para él yo era más interesante que la obra que se presentaba en el teatro, esta sola idea hizo que una sonrisa arrogante se dibujase en mi rostro. Dejé la nostalgia a un lado, aparté aquellos sentimientos que me hacían débil, pues no permitiría que este inmortal percibiera tal debilidad en mi, aunque por alguna razón sospechaba que ya lo había hecho, aun así podía hacerle cambiar de idea.
Cuando mi compañero apartó su mirada de mí, para mirar la obra, esta ya estaba en el intermedio. Después de un breve momento dirigió una de sus tantas interrogantes hacía mí. En ese momento respondí: - Monsieur no considero conveniente que entablemos una conversación digna en un lugar donde hay tantos oídos, atentos y deseosos de escucharnos ¿Le apetecería ir a otro sitio conmigo? Le prometo que volveremos para el final, claro a no ser que usted desee ver el resto de la obra- mi voz era totalmente calmada y un tanto seductora, pues mi propósito era convencer a mi acompañante, ya que él no era el único que tenía preguntas que hacer.
Por otro lado, sabía que los vampiros que se encontraban en el lugar, sentían particular interés por mi persona, pues yo era la vampira nueva, la intrusa que se encontraba en territorio ajeno.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Dignidad, elegancia, vanidad, altanería. Todas aquellas emociones eran emanadas de mi nueva acompañante. Estaba seguro, que esta noche seria inolvidable, pues la vampira poseía ciertas cualidades que jamás pasaría por alto. Y aquel encanto que me causaba, no me permitiría olvidarla jamás. Su contestación fue razonable, era evidente que no deseaba que otros vampiros conocieran los asuntos que venia a tratar en Paris. Sin embargo, fue muy estupido de mi parte, no pensar en lo que después de escuchar a Cassandra, era tan evidente. Me sorprendió el tono sensual en su voz, realmente deseaba salir del local, pues que otra razón existiría para que se dirigiera a mi de esa forma. La mire con naturalidad, ya no permitiría que mis emociones me hicieran actuar de forma irracional.
Acepto su propuesta mademoiselle –dije modulando perfectamente cada palabra mientras con elegancia volvía a ponerme de pie-
Me dirigí hacia el lugar donde se encontraba sentada cómodamente la vampira y le ofrecí mi mano para que juntos camináramos a un sitio mas apartado. Salimos del palco en el cual nos habíamos reunido y le permití guiarme hacia el lugar donde pudiera contestar y aclarar mis interrogantes. Recorrimos el recinto tomados del brazo, advertí en la mente de algunas personas lo que parecíamos ante sus ojos, éramos dos grandes amigos disfrutando de la obra para algunos y un par de amantes en busca de privacidad para otros más cotillas. Decidí ignorar la gente a mí alrededor y me pregunte si continuaríamos hasta salir del teatro, y si aquello seria suficiente, para que cualquier criatura que estuviera interesada en nuestra conversación no pudiera oírnos.
Cassandra me detuvo súbitamente cuando considero que el sitio en el cual nos hallábamos era el apropiado para retomar nuestra conversación. Sentí sus dedos clavarse sutilmente en mi antebrazo para indicarme con una adorable sonrisa en sus labios, que estaba lista para responder a mi pregunta. Al tener su rostro mas cerca, observe anonadado la profundidad en sus ojos y mas que nunca desee saber, aquel secreto que tan arduamente ocultaba tras la mascara de indiferencia que era su semblante. Tratando de no parecer descortés, con delicadeza volví a marcar la distancia entre ambos liberando con amabilidad su mano, no sin antes, depositar un beso en el dorso de esta.
Acepto su propuesta mademoiselle –dije modulando perfectamente cada palabra mientras con elegancia volvía a ponerme de pie-
Me dirigí hacia el lugar donde se encontraba sentada cómodamente la vampira y le ofrecí mi mano para que juntos camináramos a un sitio mas apartado. Salimos del palco en el cual nos habíamos reunido y le permití guiarme hacia el lugar donde pudiera contestar y aclarar mis interrogantes. Recorrimos el recinto tomados del brazo, advertí en la mente de algunas personas lo que parecíamos ante sus ojos, éramos dos grandes amigos disfrutando de la obra para algunos y un par de amantes en busca de privacidad para otros más cotillas. Decidí ignorar la gente a mí alrededor y me pregunte si continuaríamos hasta salir del teatro, y si aquello seria suficiente, para que cualquier criatura que estuviera interesada en nuestra conversación no pudiera oírnos.
Cassandra me detuvo súbitamente cuando considero que el sitio en el cual nos hallábamos era el apropiado para retomar nuestra conversación. Sentí sus dedos clavarse sutilmente en mi antebrazo para indicarme con una adorable sonrisa en sus labios, que estaba lista para responder a mi pregunta. Al tener su rostro mas cerca, observe anonadado la profundidad en sus ojos y mas que nunca desee saber, aquel secreto que tan arduamente ocultaba tras la mascara de indiferencia que era su semblante. Tratando de no parecer descortés, con delicadeza volví a marcar la distancia entre ambos liberando con amabilidad su mano, no sin antes, depositar un beso en el dorso de esta.
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Aquel vampiro parecía diestro en el antiguo arte de fingir y esconder las emociones. Pues su rostro, casi siempre, se mostraba impasible ante mi forma de actuar, era interesante tener en contacto con un ser que no pretendía hacer cantos de sangre, que no pretendía vivir oculto como una rata. Podría decirse que aquel vampiro, como yo, tenía el don para mezclarse con los humanos, con suma naturalidad, además de aquel encanto y elegancia que emanaba de su persona.
Tomé la mano del vampiro o debería decir del noble francés que me la ofrecía, para salir de aquel palco. Le guié por los estrechos pasillos que nos rodeaban. Mientras caminábamos, me deleitaba con el reflejo que nosotros a través de los ojos humanos que nos observaban, después de todo yo era la Gran condesa, así que la mirada de nobles y personas de estratos inferiores se encontraban sobre mi. En este momento podía parecer una mujer excéntrica, la cual tenía como capricho a un noble francés, muy hermoso que había caído en su trampa o tal vez sería al revés.
Me detuve y le indique al vampiro que hiciera lo mismo. Le sonreí educadamente y llamé a mi cochero. Este apareció de inmediato junto con el carruaje y me dirigí a mi acompañante: -Monsier le daré a escoger y usted elegirá lo que le parezca más apropiado - hice una pausa y proseguí con un tono serio pero cordial- tanto usted como yo sabemos que yo no tengo el deber de responder lo que usted quiera saber de mi, de la misma forma usted no esta obligado a seguirme sino lo desea. Mi coche está confeccionado con corcho, por lo cual el sonido se mantiene aislado, por esta razón pondríamos conversar sin inconveniente alguno, mientras mi cochero nos de vueltas por parís. Ahora bien, si usted decide no aceptar mi propuesta puede quedarse aquí y yo me marcharé, después de todo la obra ha dejado de captar mi atención – hice otra pausa para fingir que reflexionaba y proseguí- aunque lo último sería una total lastima.
Hice un gesto coqueto y arreglé mi cabello, aunque este se encontraba en perfecto orden, luego miré nuevamente a mi interlocutor y pregunté: - ¿y bien? ¿qué decide?-.
Tomé la mano del vampiro o debería decir del noble francés que me la ofrecía, para salir de aquel palco. Le guié por los estrechos pasillos que nos rodeaban. Mientras caminábamos, me deleitaba con el reflejo que nosotros a través de los ojos humanos que nos observaban, después de todo yo era la Gran condesa, así que la mirada de nobles y personas de estratos inferiores se encontraban sobre mi. En este momento podía parecer una mujer excéntrica, la cual tenía como capricho a un noble francés, muy hermoso que había caído en su trampa o tal vez sería al revés.
Me detuve y le indique al vampiro que hiciera lo mismo. Le sonreí educadamente y llamé a mi cochero. Este apareció de inmediato junto con el carruaje y me dirigí a mi acompañante: -Monsier le daré a escoger y usted elegirá lo que le parezca más apropiado - hice una pausa y proseguí con un tono serio pero cordial- tanto usted como yo sabemos que yo no tengo el deber de responder lo que usted quiera saber de mi, de la misma forma usted no esta obligado a seguirme sino lo desea. Mi coche está confeccionado con corcho, por lo cual el sonido se mantiene aislado, por esta razón pondríamos conversar sin inconveniente alguno, mientras mi cochero nos de vueltas por parís. Ahora bien, si usted decide no aceptar mi propuesta puede quedarse aquí y yo me marcharé, después de todo la obra ha dejado de captar mi atención – hice otra pausa para fingir que reflexionaba y proseguí- aunque lo último sería una total lastima.
Hice un gesto coqueto y arreglé mi cabello, aunque este se encontraba en perfecto orden, luego miré nuevamente a mi interlocutor y pregunté: - ¿y bien? ¿qué decide?-.
Cassandra Albrioni- Vampiro Clase Alta
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Re: La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)
Escuche atento su oferta; dar un paseo por París en el interior de aquel elegante carruaje y acompañado de tan magnifica mujer parecía ser una propuesta bastante interesante. Reflexione la situación por unos momentos, unos escasos segundos para ser exacto. Contemple a mi acompañante, paciente a la espera de mi respuesta mientras yo en mi mente me debatía. ¿Qué me impedía continuar y aceptar la invitación? ¿Por qué era tan precavido con aquella vampira? Me sentí inexplicablemente nervioso ante tal gesto inocente y seductor al mismo tiempo. Desvíe mi mirada y finalmente respondí.
Ciertamente vuestro ofrecimiento me ha tomado por sorpresa, sin embargo, estaré contento de aceptar y disfrutar de una grata conversación mientras paseamos por Paris –dije encantado y con un ligero gesto solicitaba su mano para ayudarla a subir al carruaje-
Me voltee, dándole la espalda a mi interlocutora para contemplar el teatro por última vez aquella noche. Pensé en Nicolás y en la presencia tan familiar que he sentido desde que llegue a París. Creí que tal vez mi inmortal juicio me estaba jugando una mala broma, pero aquel vampiro de la taberna me aseguro que mi hermoso violinista seguía con vida. ¿Qué se supone que espero al venir cada noche a este lugar? ¿Por qué siempre busco la oportunidad de volver a encontrarme con él, a pesar que nuestra reunión podría ser desastrosa? Suspire profundamente, dejando aquellos pensamientos atrás y subí al carruaje junto a Cassandra. Me senté frente a ella y le obsequie la más sincera y dulce sonrisa de toda la noche.
Estoy ansioso por oír su respuesta… -confesé cuando la carroza inicio su trayecto- Cassandra –pensé ocultando mi deseo por pronunciar su nombre en voz alta- Cassandra, Cassandra…-volví a pensar modelando su nombre lenta y detenidamente, como si de un beso se tratara.-
"La que es hermosa", aquel era el significado de su nombre. Sin lugar a dudas este le quedaba perfectamente a aquella vampira. No solo su esplendorosa entrada llamo la atención de los actores y espectadores, sino también su peligrosa belleza. Sin darme cuenta me había quedado prendido nuevamente de ella, la observaba con intensidad. Avergonzado, desvíe el rostro lentamente tratando de parecer lo mas indiferente posible, y clave la mirada en el paisaje imponente de mi amada París.
Ciertamente vuestro ofrecimiento me ha tomado por sorpresa, sin embargo, estaré contento de aceptar y disfrutar de una grata conversación mientras paseamos por Paris –dije encantado y con un ligero gesto solicitaba su mano para ayudarla a subir al carruaje-
Me voltee, dándole la espalda a mi interlocutora para contemplar el teatro por última vez aquella noche. Pensé en Nicolás y en la presencia tan familiar que he sentido desde que llegue a París. Creí que tal vez mi inmortal juicio me estaba jugando una mala broma, pero aquel vampiro de la taberna me aseguro que mi hermoso violinista seguía con vida. ¿Qué se supone que espero al venir cada noche a este lugar? ¿Por qué siempre busco la oportunidad de volver a encontrarme con él, a pesar que nuestra reunión podría ser desastrosa? Suspire profundamente, dejando aquellos pensamientos atrás y subí al carruaje junto a Cassandra. Me senté frente a ella y le obsequie la más sincera y dulce sonrisa de toda la noche.
Estoy ansioso por oír su respuesta… -confesé cuando la carroza inicio su trayecto- Cassandra –pensé ocultando mi deseo por pronunciar su nombre en voz alta- Cassandra, Cassandra…-volví a pensar modelando su nombre lenta y detenidamente, como si de un beso se tratara.-
"La que es hermosa", aquel era el significado de su nombre. Sin lugar a dudas este le quedaba perfectamente a aquella vampira. No solo su esplendorosa entrada llamo la atención de los actores y espectadores, sino también su peligrosa belleza. Sin darme cuenta me había quedado prendido nuevamente de ella, la observaba con intensidad. Avergonzado, desvíe el rostro lentamente tratando de parecer lo mas indiferente posible, y clave la mirada en el paisaje imponente de mi amada París.
Lestat De Lioncourt- Vampiro Clase Alta
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