La Condesa y el Príncipe Malcriados (Lestat)

por **Cassandra Albrioni** Jue Mar 24, 2011 3:40 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Una hermosa noche en París, la primera para mí. Después de un largo viaje recorriendo el mundo, había decidido instalarme aquí, un hermoso lugar, digno de la hermosa Condesa que solo busca aventuras. Mandé a preparar todo para mi llegada, inclusive reserve un palco para ir al teatro que estaba de moda y en el que solo la cream de la cream se reunía.

Soy millonaria así que el dinero no es problema para mi y si lo puedo gastar en algo que me entretenga mejor. Quería que todo el mundo supiera que la Gran Condesa Cassandra estaba en París, así que digamos que pague por algo de escándalo, mande hacer un reportaje en la primera plana de los diarios anunciando mi llegada ‘’La Gran Condesa estaba en la ciudad’’ era tan divertido llamar la atención de los mortales.

Compre una de las mansiones mas lujosas de París y para esa noche compré un hermoso vestido color borgoña, con una delicados guantes de seda que me llegaban hasta los codos, unas preciosas sandalias del mismo color y con un tacón alto, utilicé mis mejores rubíes para la ocasión, total estaba celebrando mi llegada. Pronto el carruaje llegó por mi y me dirigí al teatro, el cual me pareció que tenía un nombre un tanto extraño ‘’El Teatro de los Vampiros’’. Otros vampiros me habían advertido que París era una ciudad peligrosa para un vampiro, pero que puedo decir peligro es mi segundo nombre.

Al llegar al lugar me percaté de la presencia de auténticos vampiros, se mezclaban entre los humanos con mucha naturalidad. Me puse un poco nerviosa al percibir la presencia de tantos inmortales, pues por el mundo a decir verdad no son muchos los que encuentras, pero en París parecía algo muy común. Hice que abrieran espacio entre la multitud unos guardaespaldas que había contratado y mandé a que me anunciaran. Todos miraron cuando el joven anunció a la ‘’Gran Condesa’’. Baje con aires de nobleza, cuando otro joven me tendió la mano y me ayudó. Con ínfulas de reina caminé hacia la entrada y llegue a mi palco, entonces empecé a reflexionar
-¿qué clase de obra puede mostrar un sitio llamado el lugar de los vampiros?-.

por **Cassandra Albrioni** Dom Oct 30, 2011 9:17 pm

Seducir a un humano, hacer que siga tus proposiciones y hasta tus ordenes es bastante fácil, pero confiar en un vampiro y que este acepte alguna propuesta que implique alejarlo de sus “aliados” eso si es toda una hazaña.

Lestat había confiado en mí y yo en él. Yo al proponerle que estuviera a solas conmigo, pudiendo percibir el gran poder que poseía y corriendo el riesgo de ser destruida y él al aceptar venir conmigo dejando en cierta forma su territorio y yendo con una desconocida que podría tener otros planes. Entre los vampiros en quien menos se debe confiar es en otro vampiro, pero por alguna razón este vampiro y yo decidimos confiar.

Como todo un caballero me ofreció su mano, para ayudarme a subir al carruaje. Esto más que nada era un gesto de cortesía que nos hacía pasar por humano a ambos, pues los dos sabíamos que no era necesario. El vampiro se volteó y contempló el teatro, lo que a mi parecer era una muestra de que aun no estaba totalmente seguro de que fuera buena idea venir conmigo.

Me tomó por sorpresa que me sonriera de esa forma que parecía tan sincera. Lestat se quedaba de a ratos observándome con detalle, cosa que a veces me avergonzaba y otras hacía que la curiosidad por saber que pensaba se hiciera insoportable. Cuando apartó su mirada de mi, le respondí con voz un tanto decadente–monsieur , ¿por qué habría de responderle algo? – intenté no reír, pues era una pregunta un tanto irónica considerando lo mucho que había avanzado la situación y considerando además que yo fui la que le dijo que viniera conmigo para que pudiéramos conversar.

por **Lestat De Lioncourt** Vie Dic 16, 2011 6:52 pm

Otra vez el impredecible comportamiento de aquella vampira me tomaba por sorpresa. Sin embargo, no estaba equivocada. ¿Qué la obligaba a responder a mis preguntas? Con cierta elegancia cubrí ligeramente mi boca mientras una sutil carcajada rompía el silencio.

Nunca antes había tenido el placer de conocer a una criatura tan peculiar, Cassandra no sabía nada sobre mí y yo desconocía por completo su existencia. Tal vez jamás la habría conocido, de no asistir al teatro esta noche. A pesar que otra vez no logre conseguir dar por hecho las palabras de Asagi en cuanto a Nicolás, después de todo, este imprevisto encuentro resultaba excitante.

Abandone las risas mientras me inclinaba levemente hacia ella para volver a acomodarme en el asiento del carruaje. Fije mis ojos en los suyos, advirtiendo otra vez los secretos que aquella vampira ocultaba a la perfección.

Ciertamente madame, no esta forzada a responder ninguna de mis preguntas… -admití manteniendo una sonrisa en mi rostro- ¿Pero acaso no fue usted querida mía, quien me ha invitado a conversar mientras disfrutamos de este inesperado paseo en vuestro carruaje?

Un mechón de su cabello caía hermosamente por su mejilla, apreté las manos formando un puño para desaparecer el impulso por querer acariciar su rostro y acortar la distancia que existía entre ambos. Jamás me había detenido demasiado a pensar en mis actos, sin embargo, con Cassandra todo parecía ser tan difícil. No lograba comprender porque me preocupaba tanto agradarle o no, porque mi interés por no ofenderla y apartarla. Nada tenía sentido en estos momentos, ni siquiera el hecho que ahora me encontrara en su carruaje sin saber donde me llevaría. Acepte su invitación sin pensarlo dos veces, me embarque en una nueva aventura olvidando por completo mi seguridad o bienestar. ¿Acaso no fue Armand quien me dijo que Cassandra era exactamente igual a mí? Sin duda fue una burla de aquel vampiro. Pero estaba en lo cierto. Aquella vampira era tan impredecible como yo. Pensándolo minuciosamente, debería desconfiar de ella, no obstante, eso no seria así. Sin conocerla, podía confiar en Cassandra sin temor alguno.

Spoiler:

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