¡¿Te han dejado solo? (Christian Taylor)

por **Yulianna Fiódorovna** Dom Abr 17, 2011 5:37 am

20.00. Hora de la cena.

Nos encontramos en un restaurante muy frecuentado de la ciudad, al que suelen asistir tanto personas de clase alta, como de media y de baja. Eso se debe a que las personas de clase alta, como la señorita Yulianna, van muy a menudo por reuniones, fiestas, celebraciones, o simplemente como en esta ocasión para pasar el tiempo, y quizás conocer a alguien de interés. En cuanto a la gente de clase media suele estar por los alrededores, es decir, en las mesas menos privilegiadas, ya bien sea con personas de la clase alta o con miembros de su grupo. Y por último, las personas de la clase baja está ahí sobretodo a la hora de cerrar para pedir alimentos sobrantes y así poder sobrevivir. Y eso es lo que a Yulianna le gusta del restaurante. Su gentileza.

Mesa con mantel rojo. Cucharas de plata. Copa de cristal. Plato de sopa y llano, ambos de porcelana fina y decorada en tonos dorados. Silla tapizada en rojo y dorado, y en ella lady Yulianna, tomándose una ensalada como aperitivo. Sola. En una mesa con a penas dos sillas, dos velas y ella. Pero sonreía, siempre lo hacía, aunque le faltase compañía.
Vestía un hermoso vestido negro, elegante y sencillo, y su melena recogida con un moño en forma de trenza. Sencilla y preciosa.

Al cabo de unos minutos, se dio cuenta de que el chico en el que se había fijado al entrar seguía solo. No comía. Parecía esperar. Y también desistir. Ella pensaba que le ocurriría. ¿Le habría dejado plantado su pareja?, ¿Quizás alguien del trabajo?... Lo que sabía, y era visible es que el muchacho vestía bien. Era elegante, alto, con buen porte y bastante atractivo para su gusto. Esperó unos instantes y ya no pudo más. Bebió un poco más de su vino "Cháteau" le pidió al camarero que le estaba atendiendo que le llevase al chico una copa de esa botella. Y así lo hizo. Cuando se la entregaron y se quedó perplejo, Yulianna solo sonrió y alzó levemente su copa. Después bebió. Y esperó.

por **Christian Taylor** Lun Abr 18, 2011 4:20 pm

Las ocho de la noche y un minuto. Otro negocio que se escapaba de mis manos.

No soy demasiado exigente con la puntualidad si se trata de amistades, ya que conozco perfectamente lo que cada uno hace antes de cada reunión; además de ser comprensivo y por lo general bastante paciente, ya que sé que la espera valdrá la pena posteriormente a causa de los buenos momentos que logramos crear y hacer perdurar en nuestras mentes por el mayor tiempo posible. Pero en los negocios es algo completamente distinto. Es como si mi personalidad cambiara bruscamente y, la verdad, se justifica. Un negocio no se puede tomar a la ligera, tanto en los acuerdos como en la formación de los mismos. ¿Cómo era posible que la persona que estaba interesada en unirse al Imperio Taylor como distribuidor llevase más de media hora de retraso? Cuando llegué y noté que la hora pasaba y no llegaba me dije a mi mismo " Christian, si en media hora no aparece, lo dejas plantado como él a ti " Dicho y hecho.

Me disponía a levantarme tras ver una vez más mi reloj cuando repentinamente, sin petición previa de mi parte, recibí una copa de vino. Pregunté al camarero evidentemente sorprendido el motivo de este servicio y me señaló con sutileza que una dama era la persona que habia planificado aquel suceso. Le observé rápidamente y sonreí, para luego agradecerle al camarero y levantarme, sin decir nada en cuanto a la posible cancelación de la comida. Quizás todo se volvería más interesante....

Me acerqué a ella sonriendo cortésmente con la copa en mi mano y pregunté, con el respeto y la sonrisa de siempre:

- ¿Me permite acompañar tan delicioso brebaje con su encantadora presencia?

por **Yulianna Fiódorovna** Lun Abr 18, 2011 4:38 pm

Ocho y dos minutos. Aparece una buena compañía.

Nota que el enfado del chico va en aumento, pero aún así no le impide al camarero que le entregue la copa, y eso parece agradecerle, pues segundos después estaba en frente de ella, pidiéndole compañía.

-Por su puesto, ¿Señoooor? -dijo Yulianna con una encantadora sonrisa.

Observaba al joven. Ropa elegante, cabello bien peinado, de color negro, ojos profundos. Manos cuidadas, piel tensa y cálida. ¿Cómo sería su tacto? Tenía curiosidad, pero eso ella no lo conocería.

Bebió un poco más de vino, no sin antes pedirle al camarero que trajese comida para los dos y más vino. De postre habría champagne, pero eso él no lo sabía. No por el momento.

-Por lo que he podido observar ha quedado solo. ¿Una dama? ¿Negocios? -dijo ella de manera espontánea. Pues ella era así, ¿qué le íbamos a hacer? Aunque se dio cuenta de que se había apresurado. Carraspeó y sonrió. Estaba colorado. -Perdone la indiscreción. -añadió y la comida llegó. -¿Sería tan amable de acompañarme? La soledad me apena. -dijo mirándole finalmente.

Había pescado y carne. Dorada y solomillo de cerdo. También verdura. Ella escogió empezar por el pescado. Desgarró con delicadeza y educación un pedazo, lo mojó en limón y antes de comerlo recordó algo.

-Mi nombre es Yulianna. -dijo sensualmente, con su habitual acento Ruso. -Que aproveche. -dijo y cerró un instante los ojos mientras degustaba el exquisito pescado. -Delicioso. -"Como tu sonrisa", pensó ella.

por **Christian Taylor** Lun Abr 18, 2011 5:19 pm

Ocho y tres minutos. Las cosas mejoran.

- Taylor. - respondí con tono cordial, y un marcadísimo inglés..- Christian Taylor, My Lady.

Miré su sonrisa y no pude evitar contagiarme más de ella. Debido a la cercanía aproveché de analizarla mejor, y ahora era mi interior el que sonreía. Era una mujer hermosa, bien vestida, de facciones suaves y bellísimos ojos, además de unos labios llamativos.

Bebí también un poco de vino al verla hacerlo (más que nada por respeto) y menos mal que bebí con relativa rapidez, ya que su interrogante me tomó levemente por sorpresa. ¿Me había estado observando?

Miré de reojo al camarero que me había atendido y le hice un gesto para que se acercara. Mientras el susodicho se desocupaba negué con la cabeza para que no se preocupara por la supuesta indiscreción y respondí con una sonrisa lastimera pero no por mí, sino por quien había perdido la oportunidad de unirse al mayor imperio joyero de Inglaterra - Lamentablemente hay algunas personas que no saben lo valioso de la puntualidad para el cierre de un negocio.

También noté su mirada fija y gustoso me senté a la vez que decía con una sonrisa algo seductora .- Encantado, no puedo permitirme dejar a una dama como usted en soledad.- Finalmente llegó el camarero y le hice un gesto para que posteriormente arreglásemos el tema de mi comida que finalmente nunca se produjo. La que sí se produjo fue la que la señorita que estaba ante mí solicitó, apareciendo al rato un plato de los que estaba más acostumbrados a comer, típicos de mi condición.. Esperé que ella probara el primer bocado y una agradable sensación me invadió cuando escuché su nombre. Era algo casi armónico.

- Es un bello nombre, Lady Yulianna. - respondí mientras tomaba los cubiertos de la forma establecida y comenzaba por la carne, que después de todo, era uno de mis platos favoritos por ser mitad animal. Corté un trozo y sonreí una vez más .- Gracias por la comida... - susurré lo suficientemente bajo para que sólo nosotros escuchásemos y comí. En verdad estaba exquisito.

por **Yulianna Fiódorovna** Mar Abr 19, 2011 6:13 am

Ocho y cinco minutos. Yulianna se siente bien.

Dijo su nombre. Christian. Christian Taylor. Y ella sabía quien era.

Yulianna se atragantó y tuvo que beber un poco de agua que había en la copa que tenía en frente. Ya había pasado.

Miraba al espléndido joven que tenía delante. Traje negro, camisa blanca y corbata negra. Sonrisa deslumbrante, ojos encantadores, pero mirada apagada.
Ella, aún sabiendo que acababa de conocer al joven, de nuevo tuvo un impulso y acercó su mano a la de él, cogiéndola. Con delicadeza.

-Sé quien era su padre. -dijo Yulianna con tristeza. -Lamento sacar este melancólico tema de conversación, pero me gustaría que lo supiese. No quiero mentirle. -agregó ella, sinceramente. -Yo tengo mi propia empresa textil, y cuando llegaba la hora de hacer desfiles aquí, en París, importaba joyas de su país de origen, de la empresa Taylor. Maravillosas. -Y le mostró un anillo que llevaba en la mano izquierda, la cual cogía su mano derecha. Era de oro, con un rubí en el centro. Era sin duda una de las piezas más queridas y apreciadas por Yulianna, y la última que recibió de esa empresa.-Siento lo que ocurrió. Pero... seguramente han pasado cosas positivas, ¿te has casado ya con la hermosa Diana? -finalizó Yulianna soltando su mano para no ser más indiscreta, dejándola a centímetros de su mano, y cuando volvió a mirarlo, pudo observar su rostro aún más triste y apagado. -Lo siento. -dijo ella sabiendo que ahora sí que se había equivocado mencionándola. Se notaba que Christian tenía heridas mal curadas, que una mujer de un simple burdel no sabe tratar. Él necesitaba a una dama de verdad. Alguien que le quisiese y fuese honrada con él. Pero... quizás ya existía esa persona.

Yulianna se quedó entonces pensativa. Deseando volver a rozar su piel, sin saber por qué.

por **Christian Taylor** Mar Abr 19, 2011 10:28 pm

Ocho y seis minutos. No todo podía ser perfecto, ¿no?

Yo tenía algo de hambre, así que continué comiendo a pesar de que ella se detuviera; después de todo, llevaba bastante tiempo sin comer a causa de que mi última comida había sido hace bastantes horas, todo por esperar al incompetente que nunca llegó.

Estaba terminando de degustar un enésimo bocado limpiándome con un lujoso paño como indicaba toda regla de buena mesa, con el doblez perfecto y un movimiento relativamente pausado cuando ella me tomó la mano de manera sorpresiva y comenzó a hablar, mirándome de manera algo extraña.

¿Sabía sobre mi padre? Eso no lo esperaba, ya que yo a ella no la recordaba. Una empresa textil...y joyas usadas para desfiles...seguramente eso sucedía bajo el amparo de mi progenitor, mientras yo estaba enredado entre los brazos de ella.. Miré su anillo y sonreí ligeramente (ya que me había puesto un poco más serio), ese tipo de joyas eran de las más "populares" entre mis clientes y eso en parte me había hecho sentir orgulloso, tanto de mi trabajo como el del realizado por James Taylor, mi padre.

Todo iba bien, hasta que tuvo que mencionar "eso".

Cerré los ojos de inmediato, más que dolido, más que triste, más que furioso, aunque esto último no era tan notorio. La rabia más que nada era por mi propia reacción cada vez que ese tema tan delicado como un hilo de seda se tocaba. Entreabrí los ojos y luego los abrí completamente, demostrando que el tema no estaba para nada superado a pesar de los años. Escuché sus disculpas y negué con la cabeza: ella no lo sabía, no tenía culpa, no tenía culpa de que unos malditos ambiciosos me embobaran con el amor de una mujer para matar a mi padre.

- No se...preocupe. - dije lentamente, tratando de no hacer mi voz más temblorosa de lo que ya estaba, demostrando fortaleza.- Diana y yo...tuvimos un final...muy abrupto. - murmuré finalmente, bebiendo de inmediato la copa del vino que habían traído casi por completo. A ver si eso me tranquilizaba un poco, porque entre la verguenza y la pena...poco podía hacer para mantenerme estoico; prácticamente no podía hacer nada.

por **Yulianna Fiódorovna** Miér Abr 20, 2011 9:01 am

Ocho y ocho minutos. Yulianna está afligida.

Él no se esperaba que Yulianna le hablase de su padre, seguramente no se habría fijado en el anillo que llevaba hasta que ella se lo había dicho.

Hasta ese momento todo iba bien, pero cuando mencionó a Diana se notaba que el tema le molestaba, le incomodaba; estaba más apagado, más triste... las heridas aún no habían sido curadas. Y ella se arrepentía de haber sacado ese tema, ¿por qué no le había hablado sobre literatura, o sobre sus gustos, incluso de teatro...? No lo sabía, pero el amor no había sido el mejor tema de conversación. De eso no había duda.

Al ver que él no reaccionaba, ella decidió quitar su mano. No necesitaba su apoyo, al menos por el momento. O eso parecía. Lo cierto era que el joven parecía fuerte, lleno de vitalidad y de fuerza, pero por dentro, y eso Yulianna se lo había notado en cuanto lo vio por primera vez, cuando miró fijamente sus ojos. Pero no podía hacer nada. Y estaba segura de que él no quería hablar del tema. Y no lo iba a incomodar más.

Entre unas cosas y otras, a ella se le había quitado el hambre. No quería comer más. Y era la hora del postre.

Christian estaba intentando mantener la compostura, parecer liviano, pero ella notaba que se sentía incómodo.

El camarero llegó y nos ofreció el postre, no sin antes retirarnos los platos. Yulianna se limpió con la hermosa y elegante servilleta que había en la mesa, junto al cuchillo de pescado, y el de la carne, además de los tenedores.
Ella eligió dulce de manzana, aventurándose a pedir lo mismo para los dos. Él no hablaba, pero ella no iba a quedarse callada. Esta situación la había provocado ella.

-Sir Taylor -dijo mirándole fijamente a los ojos -Comeré el postre, por no faltarle al respeto,pagaré y me iré de manera cortés. No quiero estropearle más la velada. Aun así, me ha encantado conocerle.

En ese momento el postre llegó. Yulianna se sentía mal. Ese chico le gustaba, sobretodo su sonrisa, pero ahora por su culpa ésta había desaparecido. Estaba afligida, descontenta consigo misma. La velada se había venido abajo, y todo por su culpa.

[Chris, cuando me cnt avísame donde pone cronología: Post de Yulianna, porque nse ke pasa que no me llega la notificación al correro. Gracias]

por **Christian Taylor** Vie Abr 22, 2011 5:11 pm

Las ocho y nueve minutos. Una súplica.

La angustia recorría cada centímetro de mi ser, los recuerdos tanto de su amor como de su posterior desprecio revivieron en mi cabeza tan repentinamente como un disparo de un arma; las noches de soledad se intercambiaban con mis noches en burdeles y tabernas como quien maniobra con cartas antes de un juego de póker. Todo gracias a un desafortunado comentario, que pareció desanimar también a Yulianna según pude notar, ya que había pedido postre sin siquiera terminar los platos principales.

Le miré una vez que la petición había sido realizada y sin poder yo detenerla, escuché sus proximos comentarios, percibiendo el dolor y el arrepentimiento que la verdad, podía notarse a kilómetros de distancia. No me gustaba verla así, y a nadie le hubiera gustado ver ese rostro tan delicado y puro repleto de tristeza. Me incorporé apoyándome en la silla y le miré con mi rostro algo más compuesto, listo para esforzarme y conseguir que esa velada no terminara ahí.

- Por favor, le suplico que no se vaya, Lady Yulianna... - dije ahora tomando yo sorpresivamente su mano, la misma que ella había usado hace minutos atrás. La presioné suavemente y continué con (a esas alturas) mi súplica.- Quédese conmigo...si desea vamos a otro lugar...pero por favor...no me deje aquí... - dije mirándole a los ojos, viéndome como un pobre perro que agachaba sus orejas y dejaba de mover la cola para gimotear lastimeramente al hacer una maldad. Pero no era una maldad lo que precisamente había hecho, y no precisamente había sido yo...

por **Yulianna Fiódorovna** Sáb Abr 23, 2011 6:04 am

Ocho y diez minutos. Te necesito.

Yulianna tomaba su postre calmadamente, intentando no mostrarte apagada, o triste, pero Christian, que la observaba insaciablemente, parecía haberse dado cuenta de que ella sentía profundamente su anterior comentario. No quería hacerle daño.

Pero él no le dejó tiempo a acabar, y rápido cogió su mano. Le pidió que se quedase, que si quería irían a otro lugar, que no le dejase solo. Y ella... ¿cómo iba a negarse ella? Si con observarle... tan solo con mirar a sus ojos podía ver la pureza de su ser. Podía saber que su corazón estaba dolido, había sido dañado... y todo por culpa de una mujer, pero... ¿quién había podido dejar escapar a una persona como Christian Taylor? Yulianna desconocía los detalles, solo sabía el nombre de la muchacha, pero era consciente de que se había comportado como un ser completamente irracional, como alguien que sencillamente no había apreciado la cristalina alma que a ella se quería unir, el corazón sincero y rebosante de amor hacia ella que luchaba por unirse completamente a su ser. Y no estoy hablando de otro, sino de Chris. Y yo allí, sentada en mi silla, en ese restaurante, con ese hombre mirándome, rogando que me quedase a su lado. ¿Cómo iba a negarme? Quizás no hiciese lo correcto, pero necesitaba hacerlo. Le necesitaba a él. Quería pasar esa noche con él. No me importaba el lugar, ni el tiempo que hiciese ahí fuera, ni la gente que nos viese... Solo lo quería a él. Lo quería a mi lado. Solo para mi. Aunque solo fuese por una noche.

-¿A donde deseas llevarme? -preguntó ella en su oído, depositando después, quizás comportándose como una descarada, un beso en la mejilla de él. -Te necesito esta noche. -admitió ella.

por **Christian Taylor** Sáb Abr 23, 2011 12:28 pm

Ocho y once. Decisiones.

Seguro que si Fenrir me hubiera visto cómo estaba en ese momento me hubiera matado en el acto con sus artimañas mentales y físicas; y es que muy pocas veces yo me mostraba tan sensible, en público, y con mayor razón aún, con una mujer. Pero él hubiera tenido que entender la situación en que me encontraba: me conocía demasiado bien a mí y a mi historia, y seguro hubiera detenido el escándalo mental que de seguro habría hecho. Pero bueno, tenía que estar levemente contento porque Fenrir no estuviera allí, aunque me afectaba bastante no tener su compañía.

Esas palabras...ese beso, ese susurro. Realmente no esperaba que hiciera eso, pero no era que me molestase; eso demostraba que era una señorita muy particular, y que por supuesto era aún más de mi agrado..Algo sonrojado decidí responder - Si tanto me necesita, entonces no me apartaré de usted por el resto de este día...no voy a dejar a una damisela como usted sola en las noches tan impredecibles de Paris, sabe? - dije dándole la confianza que quizas ella ya tenía, para luego acariciar delicadamente su mano con mi dedo pulgar y decir.- La llevaré donde usted desee, yo sólo soy un hombre avocado a cumplir los deseos de quienes me acompañan. - de una manera inesperadamente seductora, ya bastante más recompuesto a causa del impasse. Su compañía sería un gran remedio para curar al menos por esa noche las heridas de mi pasado.

por **Yulianna Fiódorovna** Sáb Abr 23, 2011 4:06 pm

Ocho y doce minutos. Quiero disfrutar de ti.

Yulianna sin decir nada se levantó. Tuvo que soltar su mano para ello, un poco arrepentida por haberlo echo, pero esperaba volver a tener la ocasión de sentir esas caricias.
Dejó de pensar en eso. No quería distraerse. Se levantó y solo miró atrás para saber si Christian la seguía. Así era. Cogió su abrigo de recepción, y le pidió a la damisela que le cargase la cuenta a su nombre, pues ella habitualmente frecuentaba ese lugar. Dio las gracias por la cena. De nuevo miró atrás. Como si tuviese miedo a perder de vista a Chris, como si este fuese a irse de su lado. Como si le hubiese engañado. Y mientras pensaba se paró en la puerta. Ya estaba en la calle, con su abrigo en la mano. Se giró y allí estaba él. Respiró hondo. No la había dejado tirada, pero... ¿por qué iría con ella? ¿Por pasar un buen rato? Entonces se arrepintió de haber pensado eso. Christian no parecía el típico chico que rondaba los burdeles en busca de una mujer para pasar un buen rato pero... ¿quién sabe?

Esperó a que estuviese a su lado. Ella misma se colocó el abrigo y entonces le miró.

-Lléveme a donde desee. -pidió ella. En ese momento quería estar con él, pero no sabía dónde, en realidad le daba igual, solo quería su compañía. -Quiero disfrutar de usted. Aunque solo sea por esta noche. -Cogió su mano, inesperadamente, y deseó que eso no ocurriese; quería verle todos los días. Y a penas hacía unos minutos que se habían conocido pero.... El señor Christian Taylor era especial para Yulianna Fiódorovna, y a eso nadie podía darle explicación, ni tampoco había por qué buscarla, pues era así y no había vuelta de hoja.

por **Christian Taylor** Dom Mayo 01, 2011 12:13 pm

FDR: Perdona la tardanza...

Ocho y trece minutos. ¿Sorpresa?

La vi levantarse y, sin dudarlo la seguí. Miraba constantemente hacia donde estaba yo, temerosa, dudosa. Y me extrañaba esa actitud. ¿No que quería estar conmigo? Entonces...¿por qué desconfiaba tanto de que yo supuestamente no me iba a acercar a ella? Igualmente ayudé a despejar sus dudas acercándome y quedándome a su lado justo en la puerta.

Si no tuviera las vestimentas que ella tenía, perfectamente pude haber interpretado esas palabras como las de las mujeres que solían arrodillarse ante mí por unos cuantos billetes; pero ella parecía no ser así, ni tampoco parecía ser como las típicas señoritas sofisticadas de clase alta que le hacían el quite a todo lo que no fuera acorde a sus propios intereses. Escondía pasión, y podía percibirla perfectamente.

- ¿Disfrutar? -interrogué mientras le tomaba de la mano con delicadeza para llevarla a caminar en los primeros metros fuera de aquel restaurant. - ¿Qué cosa quiere disfrutar de mí...exactamente? - volví a preguntarle con seducción oculta, tratando de que mi intuición no me fallara demasiado. Con las mujeres del burdel era más fácil adivinar, pero una mujer del tipo de Yulianna no podía tomarse a la ligera. ¿Y si quería otra cosa? No podía quedar como un casanova cualquiera...aunque bueno, ya soy conocido como uno de esos.

por **Yulianna Fiódorovna** Miér Mayo 04, 2011 3:47 pm

Ocho y quince minutos. ¿Casanova?

Al fin salieron. Él finalmente la acompañó. Sí. Así era. Estaba a su lado.

En ese mismo momentos, ambos se encontraban caminando. Yulianna no sabía a donde iban. La verdad era que no se había parado a pensarlo. Sencillamente había salido del restaurante. Y estaba sonriendo. Aunque por un momento dejó de hacerlo. Entonces el joven interrogó: "¿Disfrutar?". Y Yulianna no contestó. No. Se quedó callada. Entonces continuó caminando. Como si no escuchase sus palabras. ¿Con quién creía él que estaba tratando?
Lo cierto era que Yulia era conocida como una persona culta, extrovertida, divertida, humilde y sí: elegante. Eso era lo que más la caracterizaba. Y es que Yulianna siempre hacía las cosas con elegancia.

Se encontraban en el medio del camino. Noche. Una hermosa noche llena de estrellas, alzó la mirada al cielo. Disfrutó del aire que chocaba contra su pelo, de la luna llena. Del brillo de esa velada. Maravilloso. Entonces se volvió. Allí estaba Christian. Se encontraba a penas a un metro de distancia.

Yulianna avanzó. No se lo pensó. Llegó hasta él. Se quedó a centímetros de sus labios. Sentía su respiración. Iba a besarle cuando se desvió a su mejilla. Y ya está. Punto y final. Un segundo. A penas un segundo había durado ese beso, pero lo suficiente como para que él desease más. ¿O no? Quizás ella se creyese mejor en el amor de lo que realmente era...

Se acercó a su oido y habló. -Y usted... ¿desea disfrutar de mi esta noche? - No dijo nada más. Solo le miró.

por **Christian Taylor** Sáb Mayo 07, 2011 10:32 am

Ocho y dieciséis minutos. Contacto.

Me quedé un poco "de piedra" al no obtener respuesta inicialmente ante mis interrogantes. Su decisión de no hablar me dejó todavía más intrigado y ahora desorientado por no saber cómo actuar. Seguía con las mismas dudas de cómo actuar, y el silencio de nuestros labios se estaba apoderando de la conversación; prácticamente encomendándome al ruido de nuestros pasos sobre la acera y al sonido de todo lo externo a nosotros para que aquella salida no se convirtiera en un ensayo de funeral...aunque por la poca gente que había perfectamente podíamos estar dentro de un cajón y no encontrar diferencias.

El tiempo siguió corriendo y llegamos a la esquina de una plaza, cuya posición estratégica nos permitía mirar la luna llena y las estrellas, las cuales adornaban el oscuro cielo haciendo todo muy romántico como si les hubieramos dicho qué hacer y cómo hacerlo en el momento preciso. En ese momento casi planeado Yulianna se me acercó, y yo "de piedra" otra vez con sus reacciones. Mis palpitaciones y respiraciones subieron de ritmo instantáneamente cuando nuestros labios estuvieron a pocos centímetros de tocarse, y se mantuvieron así cuando mi mejilla fue besada por esos labios increíblemente suaves.

Luego me miró, analizándome, revisando todas y cada de mis reacciones con aquellos ojos tan inquisidores y encantadores al mismo tiempo. Yo también la miré, y vi también cómo se me acercaba y me susurraba al oído si quería disfrutar de ella. Abrí los ojos ampliamente y allí fue cuando caí en cuenta de a lo que se refería. Una sonrisa leve pero triunfante se formó en mi rostro y fui yo quien se acercó desafiando su vista, quedando a milímetros de sus labios. Aspiré delicadamente el aire que aquellos despedían y dejé que mi cuerpo hablara.

Un contacto. Delicado, pero lleno de pasión. Corto, pero que me pareció eterno. Era el primero, pero parecía que los había besado por semanas. Me separé de ella e hice lo mismo que había hecho antes, sólo mirarla fijamente. Ya no había vuelta atrás.

por **Yulianna Fiódorovna** Dom Mayo 08, 2011 4:54 am

Ocho y diecisiete minutos. Tan solo un instante bastó para darse cuenta...

La noche continuaba, esa tranquila, templada, y acogedora noche. Con sus estrellas, su luna, con la ciudad iluminada, con las personas en sus casas, los niños durmiendo, los padres amándose. Con los jóvenes brindando, los trabajadores hartos, con algunos paseando, pero otros descansando. ¿Y yo? Yo no podía estar mejor.

Un escalofrío recorrió mi piel. No hacía frío. No había viento. Era primavera. ¿Qué estaba ocurriendo?

Mis sentidos habían reaccionado, cada uno de ellos. Podía escuchar un coche de caballos a lo lejos y podía oler un perfume intenso, pero lo que si podía era ver los ojos de Christian, sentir sus labios, y sobretodo, saborearlos. Me había besado.

Y yo, inmóvil. Como si de una niña a la que un caramelo acabasen de regalar, como si jamás hubiese tenido esa sensación, como si el tiempo se hubiera parado, pero tan solo un instante. Y entonces fue cuando me dí cuenta de lo que me estaba pasando.

Continuaba frente a él, el cual parecía esperar una respuesta, el cual me miraba constantemente, el cual era perfecto, maravilloso, tranquilo, sencillo... pero esa daba igual. Solo me importaba el roce de sus labios con los míos, aunque tan siquiera había rozado su piel con ninguna otra parte de su cuerpo. Pero entonces fue cuando me decidí. Le miré. Fijamente, para después cerrar los ojos, tomar una de sus manos, delicadamente, y después acariciar su mejilla, a la vez que le besaba. Pero esta vez con intensidad, como sino pudiese parar de hacerlo. Y no me separé de él. Me quedé mirándolo. Buscando una respuesta.

por **Christian Taylor** Mar Mayo 10, 2011 10:02 am

Ocho y diecinueve minutos. Pasión.

Me sentí en una realidad completamente distinta cuando nuestros labios hicieron contacto nuevamente. Una realidad sin día y sin noche, una realidad sin frío y sin calor: sin estrellas, sin luna, sin silencio. Sólo éramos ambos en un contacto sutil pero pasional, sintiendo yo por el momento la delicadeza de sus manos sobre mi piel. Pero no era justo. Me separé unos instantes de aquel bello contacto volviendo a la vida común y corriente que nos acompañaba y sonreí mientras la mano que ella tenía atrapada con la suya se soltaba para ahora yo sostenerla y acariciar su dorso con mis dedos. Le miré y, tomándome algunas licencias la tomé por la cintura delicadamente con mi otro brazo, acercándola peligrosamente hasta mí...aún más.

Parecía que el silencio me hablaba, y a Yulianna también. Parecía que la noche nos iluminaba a ambos y nos motivaba a dar un siguiente paso; un paso que al menos yo, estaba dispuesto a dar. Presioné cintura, mano y posteriormente labios. Un nuevo beso se había producido. Pero este no era como el primero, ni tampoco como el segundo. Era uno completamente pasional a pesar de los lentos movimientos que realizaban mis labios sobre los de ella, una lentitud que hacía notar mi deseo por hacer las cosas bien. Lo prolongué por un par de minutos hasta que se me acabó el aire que tenía guardado y le miré nuevamente a los ojos, intrigado a más no poder por la incertidumbre de no saber cómo iba a reaccionar.

por **Yulianna Fiódorovna** Mar Mayo 10, 2011 10:22 am

Ocho y veinte minutos. Incontrolable.

Yulianna vibraba. Se sentía incontrolablemente querida. Jamás había sentido algo así. Nunca la habían besado con esa dulzura, y por supuesto nadie había rozado su piel de esa manera.

Parecía que el tiempo acabase de pararse, como si solo existieran ellos. Sólos. Juntos. Apasionados. Y llegó un tercer beso. Largo, entrañable, inesperado, deseado. Le besó mientras acariciaba su cabello. Estaba en las nubes, así se sentía, como si pudiese volvar. Y acababa de despegar. Pero en el peor de los momentos, cuando más estaba disfrutando, el beso terminó. Y ella, esta vez decidida no pudo dejar de acariciar a Christian. Así pues, se acercó más a él si cabía, es decir, todo lo que su vestido le permitía y le besó. De nuevo. Un cuarto beso. No sabía si el mejor o el peor, pero en él expresaba amor. Quería que fuese como un poema, totalmente dedicado a él, por todo lo que hacía que sintiese, por la calma que le transmitía. Por el cariño. Por esa pasión que le había otorgado. Por lo que estaba naciendo dentro de Yulianna. Eran sentimientos, pues... ¿acaso es un delito entregarse al amor?

Y ella ya no tenía miedo a amar.

Miedo a amar.¿Qué puede haber más hermoso?¿Qué riesgo mayor vale la pena correr?Con lo bonito que es entregarse a la otra persona,confiar en ella y no pensar en nada más que en verla sonreír.
El amor más hermoso es un cálculo equivocado, una excepción que confirma la regla,aquello para lo que siempre habías utilizado la palabra "nunca".Qué tengo que ver yo con tu pasado,yo soy una variable enloquecida de tu vida.Pero no voy a convencerte de ello.El amor no es sabiduría,es locura...

Y Yulianna estaba locamente entregada a él.

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¡¿Te han dejado solo? (Christian Taylor)

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