AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Estrella Roja [Christian Taylor]
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Estrella Roja [Christian Taylor]
Finalmente había conseguido dar con el lugar, su sentido de orientación necesitaba desarrollarse un poco más, quizás vagar un poco más por París le ayudaría. Pero no ahora, ya había llegado a la famosa Joyería del señor Taylor, de la cual muchos años antes había visitado en su casa matriz en Inglaterra.
Admiró primero las elegantes vitrinas, llenas de preciosas obras de arte, pero sin duda como era la costumbre en la antigua joyería Taylor, las verdaderas excentricidades estaban guardadas en un salón apartado, y si les mostraban solo a los clientes que se consideraban aptos para ellas.
- Buenas noches – dijo mientras aun el sonido de la campañilla de la entrada no dejaba de sonar - ¿Debe ser usted el señor Taylor? ¿O me equivoco?
Obviamente no se equivocaba, lo había investigado profundamente, como heredero de uno de los más importantes imperios en el rubro de la joyería, Taylor era la persona perfecta con quien hacer negocios a gran escala, pero esas intenciones se revelarían después. Por ahora, lo que buscaba era algo especial, algo que lucir en la recepción que estaba planeando para la apertura de su mansión en las afueras de la ciudad.
- Estoy buscando algo especial – dijo con una sonrisa, mientras miraba con curiosidad las estanterías y vitrinas interiores – y desde luego, el dinero no es problema –
Unos preciosos pendientes de zafiro habían cautivado su atención, pero desgraciadamente no contrastaban para nada con el precioso vestido azul que acababa de comprar hace unos días. Así que al recordar esto, no se molestó en ocultar la decepción que se marcó en su rostro.
- De todos modos, los compraré – dijo casi para sí misma – quizás combinen con otros conjuntos – dice nuevamente ignorando deliberadamente al dueño de la tienda.
Admiró primero las elegantes vitrinas, llenas de preciosas obras de arte, pero sin duda como era la costumbre en la antigua joyería Taylor, las verdaderas excentricidades estaban guardadas en un salón apartado, y si les mostraban solo a los clientes que se consideraban aptos para ellas.
- Buenas noches – dijo mientras aun el sonido de la campañilla de la entrada no dejaba de sonar - ¿Debe ser usted el señor Taylor? ¿O me equivoco?
Obviamente no se equivocaba, lo había investigado profundamente, como heredero de uno de los más importantes imperios en el rubro de la joyería, Taylor era la persona perfecta con quien hacer negocios a gran escala, pero esas intenciones se revelarían después. Por ahora, lo que buscaba era algo especial, algo que lucir en la recepción que estaba planeando para la apertura de su mansión en las afueras de la ciudad.
- Estoy buscando algo especial – dijo con una sonrisa, mientras miraba con curiosidad las estanterías y vitrinas interiores – y desde luego, el dinero no es problema –
Unos preciosos pendientes de zafiro habían cautivado su atención, pero desgraciadamente no contrastaban para nada con el precioso vestido azul que acababa de comprar hace unos días. Así que al recordar esto, no se molestó en ocultar la decepción que se marcó en su rostro.
- De todos modos, los compraré – dijo casi para sí misma – quizás combinen con otros conjuntos – dice nuevamente ignorando deliberadamente al dueño de la tienda.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Aquel día había tenido un conjunto de situaciones que podían interpretarse como coincidencias preocupantes, de no ser porque éstas eran absolutamente positivas para mi persona en todo sentido. Y si hubiera tenido la habilidad de saber el futuro, sin embargo, no la hubiera usado para predecir tan fabuloso encuentro que ocurriría en las dependencias de mi Joyería, tomando por protagonista a una agradable e intrigante señorita de cabello de fuego. - Al fin la suerte me sonríe un poco. - pensé minutos antes de ese encuentro casi predestinado mientras revisaba con paso vigilante la actuación de mis trabajadores, llevando el control de las ventas y las atenciones que no eran pocas a pesar del horario tardío en que se atendía, eso por supuesto para privilegiar a los hijos de la noche que buscaban y gustaban de un buen set de accesorios para sus ostentosas vestimentas que nada tenían que envidiar a los humanos comunes. Eran pequeños sacrificios que dejaban de llamarse así con las ventajas que yo daba a mis trabajadores, eso sin hablar de los beneficios y de lo que al final les movía a acudir a mí: el dinero
Se escuchó la campanilla y la señorita de ojos y piel clara apareció. Sonreí ante su amabilidad y como me buscaba a mí, no había otra respuesta más que acercarse con respeto y amabilidad. - Buenas noches, My Lady. Así es, Christian Xavier Taylor a su completo servicio. - dije presentándome, alardeando levemente, pero no lo suficiente para que llegase a ser ofensivo o algo similar. Le di tiempo y espacio para que revisara sus preferencias, para luego ante sus palabras responder .- Estoy seguro que aquí encontrará lo que busca, la variedad es parte de las características de mi joyería - con franqueza y más orgullo, viniéndoseme a la cabeza un poco de los inicios de aquel negocio, cuando mi padre era el exitoso en Inglaterra. - Me aseguraré de que siga sin serlo, My Lady. - respondí amable ante su comentario respecto al dinero; sonreí de nuevo ya que me agradaba bastante su forma de ser.
Se fijó en uno de mis pares de pendientes, y pareció casi hipnotizarse por ellos. Y no era para menos, toda mi joyería era cautivante y de muy buen gusto. Llevé mis manos atrás y le di todo el tiempo del mundo, no era bueno presionar a los clientes futuros y en esta ocasión no habrían excepciones; incluso di un par de órdenes con movimientos de mis ojos ante unos requerimientos, pero no desvié mi atención de la señorita que parecía murmurar ciertas cosas que no me molesté en desear saber de manera efectiva, aunque no podía negar que el interés estaba. Le dejé pensar unos segundos más y me acerqué un par de metros para quedar a su lado, observando la pieza de joyería como si yo fuera el cliente que la iba a comprar.- ¿Ha encontrado lo que buscaba? - finalicé preguntando, intrigado por los pensamientos de la joven.
Se escuchó la campanilla y la señorita de ojos y piel clara apareció. Sonreí ante su amabilidad y como me buscaba a mí, no había otra respuesta más que acercarse con respeto y amabilidad. - Buenas noches, My Lady. Así es, Christian Xavier Taylor a su completo servicio. - dije presentándome, alardeando levemente, pero no lo suficiente para que llegase a ser ofensivo o algo similar. Le di tiempo y espacio para que revisara sus preferencias, para luego ante sus palabras responder .- Estoy seguro que aquí encontrará lo que busca, la variedad es parte de las características de mi joyería - con franqueza y más orgullo, viniéndoseme a la cabeza un poco de los inicios de aquel negocio, cuando mi padre era el exitoso en Inglaterra. - Me aseguraré de que siga sin serlo, My Lady. - respondí amable ante su comentario respecto al dinero; sonreí de nuevo ya que me agradaba bastante su forma de ser.
Se fijó en uno de mis pares de pendientes, y pareció casi hipnotizarse por ellos. Y no era para menos, toda mi joyería era cautivante y de muy buen gusto. Llevé mis manos atrás y le di todo el tiempo del mundo, no era bueno presionar a los clientes futuros y en esta ocasión no habrían excepciones; incluso di un par de órdenes con movimientos de mis ojos ante unos requerimientos, pero no desvié mi atención de la señorita que parecía murmurar ciertas cosas que no me molesté en desear saber de manera efectiva, aunque no podía negar que el interés estaba. Le dejé pensar unos segundos más y me acerqué un par de metros para quedar a su lado, observando la pieza de joyería como si yo fuera el cliente que la iba a comprar.- ¿Ha encontrado lo que buscaba? - finalicé preguntando, intrigado por los pensamientos de la joven.
Christian Taylor- Cambiante Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
No pudo aguantarse la risa después de aquel comentario del señor Taylor sobre el dinero, así que colocó dos dedos sobre sus labios para tratar de contenerse, aunque resultó del todo infructuoso; muchas de las piezas que exhibían en las vitrinas eran inalcanzables para el común de la gente pero había una enorme diferencia entre el poder adquirirlas y el hecho de que le sentaran bien a su dueño, ya que muchos presumiendo de su poder y dinero, terminaban por recargar su apariencia con joyas y ropajes caros sin lucirlos con la prestancia que requería, las joyas eran para todos, pero se debía saber cómo y cuándo usarlas.
- Quiero esos pendientes de zafiro – dijo sin más preámbulo al oír que le preguntaban si había encontrado lo que buscaba – pero son más bien un capricho, señor Taylor, son bellos pero no son lo que estoy buscando –
Siguió mirando el resto de las vitrinas viendo las hermosas piezas para ver si encontraba aquello que tenía el presentimiento de que estaba por ahí escondido, esperando que ella llegase para lucirlo. Miró en un pequeño espacio dedicado a los relicarios, uno fabricado con oro envejecido que tenía una elegancia digna de un caballero, a ella no le sentaría pada nada pero… a otra persona que tenía en mente sí.
- ¿A estos relicarios se le pueden grabar nombres? – preguntó mientras seguía pensando en aquel joven al que se lo daría como presente – Si es así, quiero ese de la derecha, el de oro envejecido, y necesito que le graben el nombre del que será su nuevo dueño – dijo acercándose a Taylor con una sonrisa y tratando de evitar sonrojarse frente a él.
Tampoco era lo que estaba buscando, así que suspiró algo decepcionada de no haber encontrado aún aquello tan especial que buscaba, pero no compraría nada más hasta oír la opinión de Taylor y su consejo, para así conocer un poco más de su gusto y saber hasta qué punto podría confiar en él si es que se decidía finalmente a hacer negocios a mayor escala con él.
- ¿Podría mostrarme algo más… exclusivo o raro? – dijo mientras se tomaba del brazo de Taylor para que le enseñase la tienda personalmente, sería una clienta frecuente desde ahora en adelante, así que sería bueno que se conocieran mejor – No quiero sonar presumida y excéntrica, bueno quizás eso ultimo sí –
El instinto le decía que había algo más, algo que estaba esperando por ella. Desde que había salido, escapado, de Londres, había traído consigo menos que lo indispensable, solo aquello que con la prisa consiguió meter a un baúl. Muchas de sus joyas se quedaron en Inglaterra, pero al menos había traído sus favoritas, que si bien eran bastantes no eran lo suficiente para satisfacer a su vanidad, así que comenzaría una nueva vida y una nueva colección, ambas cosas aquí en París.
- Quiero esos pendientes de zafiro – dijo sin más preámbulo al oír que le preguntaban si había encontrado lo que buscaba – pero son más bien un capricho, señor Taylor, son bellos pero no son lo que estoy buscando –
Siguió mirando el resto de las vitrinas viendo las hermosas piezas para ver si encontraba aquello que tenía el presentimiento de que estaba por ahí escondido, esperando que ella llegase para lucirlo. Miró en un pequeño espacio dedicado a los relicarios, uno fabricado con oro envejecido que tenía una elegancia digna de un caballero, a ella no le sentaría pada nada pero… a otra persona que tenía en mente sí.
- ¿A estos relicarios se le pueden grabar nombres? – preguntó mientras seguía pensando en aquel joven al que se lo daría como presente – Si es así, quiero ese de la derecha, el de oro envejecido, y necesito que le graben el nombre del que será su nuevo dueño – dijo acercándose a Taylor con una sonrisa y tratando de evitar sonrojarse frente a él.
Tampoco era lo que estaba buscando, así que suspiró algo decepcionada de no haber encontrado aún aquello tan especial que buscaba, pero no compraría nada más hasta oír la opinión de Taylor y su consejo, para así conocer un poco más de su gusto y saber hasta qué punto podría confiar en él si es que se decidía finalmente a hacer negocios a mayor escala con él.
- ¿Podría mostrarme algo más… exclusivo o raro? – dijo mientras se tomaba del brazo de Taylor para que le enseñase la tienda personalmente, sería una clienta frecuente desde ahora en adelante, así que sería bueno que se conocieran mejor – No quiero sonar presumida y excéntrica, bueno quizás eso ultimo sí –
El instinto le decía que había algo más, algo que estaba esperando por ella. Desde que había salido, escapado, de Londres, había traído consigo menos que lo indispensable, solo aquello que con la prisa consiguió meter a un baúl. Muchas de sus joyas se quedaron en Inglaterra, pero al menos había traído sus favoritas, que si bien eran bastantes no eran lo suficiente para satisfacer a su vanidad, así que comenzaría una nueva vida y una nueva colección, ambas cosas aquí en París.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Ni bien escuché su respuesta hice un gesto con una de mis manos para que uno de la importante cantidad de trabajadores que estaba en el lugar se encargase de tener aquellos pendientes en óptimas condiciones de entrega. Sonreí para mis adentros al ser informado de que era un simple capricho, lo que me daba a entender bastante de las condiciones económicas de aquella joven que pude reconocer como no humana gracias a la costumbre de estar con Fenrir.
Le seguí con atención y prudencia mientras intentaba dilucidar en mi mente qué era lo que tanto deseaba, hasta que llegamos a los relicarios, joyas tan antiguas como fascinantes, y escasas; y por ende valiosas. Escuché su pedido, asintiendo ante su consulta relativa a la grabación de nombres, y respondí - Efectivamente. ¿Cuál es el nombre del destinatario de tan magnífica joya? - preguntando para comenzar rápidamente con aquella solicitud, haciendo otro gesto para que otro empleado se pusiera a mi lado para escuchar atentamente el nombre, y partir raudo a confeccionar el afectuoso presente. Sin embargo, ella todavía parecía disconforme, o insatisfecha, mejor dicho.
Se tomó de mi brazo tratando de manifestar confianza, y sus palabras me dejaron más intrigado aún, por lo que a la vez que empezábamos a caminar por las distintas secciones de la tienda y, tras una especie de mini tour por las instalaciones, decidí preguntar.- ¿Qué cosa tiene en mente? Cuénteme, y así podré poner a disposición todo mi ingenio y elegancia para satisfacer el exquisito gusto que usted sin duda posee.
Creo que ni leyendo mentes habría podido adivinar lo que ella estaba pensando...
Y también creo que debería dejar de ser tan exagerado para algunas cosas.
Le seguí con atención y prudencia mientras intentaba dilucidar en mi mente qué era lo que tanto deseaba, hasta que llegamos a los relicarios, joyas tan antiguas como fascinantes, y escasas; y por ende valiosas. Escuché su pedido, asintiendo ante su consulta relativa a la grabación de nombres, y respondí - Efectivamente. ¿Cuál es el nombre del destinatario de tan magnífica joya? - preguntando para comenzar rápidamente con aquella solicitud, haciendo otro gesto para que otro empleado se pusiera a mi lado para escuchar atentamente el nombre, y partir raudo a confeccionar el afectuoso presente. Sin embargo, ella todavía parecía disconforme, o insatisfecha, mejor dicho.
Se tomó de mi brazo tratando de manifestar confianza, y sus palabras me dejaron más intrigado aún, por lo que a la vez que empezábamos a caminar por las distintas secciones de la tienda y, tras una especie de mini tour por las instalaciones, decidí preguntar.- ¿Qué cosa tiene en mente? Cuénteme, y así podré poner a disposición todo mi ingenio y elegancia para satisfacer el exquisito gusto que usted sin duda posee.
Creo que ni leyendo mentes habría podido adivinar lo que ella estaba pensando...
Y también creo que debería dejar de ser tan exagerado para algunas cosas.
Christian Taylor- Cambiante Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Ya casi había olvidado el gusto de ir a una joyería y encontrarse con aquellos delicados trabajos hechos por la mano del hombre, en la mayoría de los casos claro, era impresionante si se ponía a pensar en ello. Criaturas tan frágiles, pero a la vez tan aguerridas, creando con sus propias manos pequeños artilugios para el placer de la vista. En el fondo, esto último se le antojaba un poco triste, ya que con el valor de uno de los anillos de la vitrina, una familia completa podría vivir con comodidad quizás por meses. Pero con su creador había aprendido a no preocuparse por aquellas cosas. Él…
La voz del dueño de la joyería la sacó de ese estupor, para hacerla caer en otro, quizás más agradable. El destinatario… Suspiró buscando un poco de valor para pronunciar su nombre, pues comenzaba a pensar en su intento de relación, cuando en realidad el señor Taylor no buscaba interrogarla sobre ello, sino que solo le pidió un nombre.
- Victorio Lambert – dijo con un poco de nerviosismo en la voz –
Esperaba verlo de nuevo, aunque en el fondo quisiera no tener que separarse de él y así no tener que esperar verlo. No era la clase de persona que llevaba ese tipo de detalles, pero al menos lo intentaría.
Escuchaba a Taylor tratar de encaminar sus pensamientos, claro, debió haberlo pensado antes, no podía llegar a una tienda y decir “quiero algo especial” sin saber ella misma que era aquello tan especial. En estos momentos de lo único que estaba segura era que debía ser algo de color rojo el color favorito de él. Aunque el verdadero uso de la joya fuese para una recepción en su casa.
- No lo sé, señor Taylor – dijo suspirando apunto de resignarse - ¿Cree usted en los presentimientos? Pues presiento que debe ser algo rojo, aunque quizás sea un mero capricho –
Habló con total sinceridad, mientras sus ojos seguían explorando las vitrinas de la tienda, algunas por segunda vez. Pero no, lo que buscaba no estaba a simple vista, y aunque siempre cabía la posibilidad de que ni siquiera estuviese y no fuese más que un sentimiento mal encaminado, no estaba demás fortalecer lazos para así poder hacer negocios algún día.
La voz del dueño de la joyería la sacó de ese estupor, para hacerla caer en otro, quizás más agradable. El destinatario… Suspiró buscando un poco de valor para pronunciar su nombre, pues comenzaba a pensar en su intento de relación, cuando en realidad el señor Taylor no buscaba interrogarla sobre ello, sino que solo le pidió un nombre.
- Victorio Lambert – dijo con un poco de nerviosismo en la voz –
Esperaba verlo de nuevo, aunque en el fondo quisiera no tener que separarse de él y así no tener que esperar verlo. No era la clase de persona que llevaba ese tipo de detalles, pero al menos lo intentaría.
Escuchaba a Taylor tratar de encaminar sus pensamientos, claro, debió haberlo pensado antes, no podía llegar a una tienda y decir “quiero algo especial” sin saber ella misma que era aquello tan especial. En estos momentos de lo único que estaba segura era que debía ser algo de color rojo el color favorito de él. Aunque el verdadero uso de la joya fuese para una recepción en su casa.
- No lo sé, señor Taylor – dijo suspirando apunto de resignarse - ¿Cree usted en los presentimientos? Pues presiento que debe ser algo rojo, aunque quizás sea un mero capricho –
Habló con total sinceridad, mientras sus ojos seguían explorando las vitrinas de la tienda, algunas por segunda vez. Pero no, lo que buscaba no estaba a simple vista, y aunque siempre cabía la posibilidad de que ni siquiera estuviese y no fuese más que un sentimiento mal encaminado, no estaba demás fortalecer lazos para así poder hacer negocios algún día.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Sí, era una clienta muy especial, sin duda alguna.
- Efectivamente, desde siempre he creído en los presentimientos. Es más, me han ayudado en más de una ocasión. Y creo que en esta ocasión le ayudarán a usted. - Expliqué con total calma mientras la observaba tan reflexiva e indecisa. Yo no tenía apuros, y tampoco tenía la intención de tomar la iniciativa. Es más, era ella la que tenía que especificar lo que quería por motivos obvios. Ella era la que requería mis servicios, y ella era la que pagaba por ellos.
¿Algo rojo, eh? Estaba dentro del promedio de los colores que pedían o deseaban tener, junto con el azul. Creo que deberé solicitar una nueva encuesta para saber si hay nuevas tendencias... pero eso sería después. Mi presente era esa señorita y allí estaba yo, tratando de adivinar prácticamente que quería.
- ¿Un capricho? Acá estamos para resolver caprichos y necesidades, My Lady. Dígame que tipo de joya pasa por su mente y le prometo que no se decepcionará con lo que tenemos a disposición. - dije con total tranquilidad.
- Efectivamente, desde siempre he creído en los presentimientos. Es más, me han ayudado en más de una ocasión. Y creo que en esta ocasión le ayudarán a usted. - Expliqué con total calma mientras la observaba tan reflexiva e indecisa. Yo no tenía apuros, y tampoco tenía la intención de tomar la iniciativa. Es más, era ella la que tenía que especificar lo que quería por motivos obvios. Ella era la que requería mis servicios, y ella era la que pagaba por ellos.
¿Algo rojo, eh? Estaba dentro del promedio de los colores que pedían o deseaban tener, junto con el azul. Creo que deberé solicitar una nueva encuesta para saber si hay nuevas tendencias... pero eso sería después. Mi presente era esa señorita y allí estaba yo, tratando de adivinar prácticamente que quería.
- ¿Un capricho? Acá estamos para resolver caprichos y necesidades, My Lady. Dígame que tipo de joya pasa por su mente y le prometo que no se decepcionará con lo que tenemos a disposición. - dije con total tranquilidad.
Christian Taylor- Cambiante Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Si sintió aliviada de que el señor Taylor no la tratara como una loca excéntrica, cosa que dedujo de su respuesta frente a la interrogante de si creía en los presentimientos. Y es que aquello era una pésima carta de presentación si quería concretar algo más que una pequeña compra, aunque en realidad los negocios no fuesen algo indispensable para ella, si constituían parte importante de su mundo, un mundo que tuvo que arrebatarle a la muerte de sus mismas garras.
A cada paso que daban en la tienda Carmmine comenzaba a perder las esperanzas en encontrar aquello tan especial que estaba buscando, tanto que ya se había olvido del propósito que la joya tendría en su colección y en su cuerpo, para volverse un desafío a de paciencia. El que por cierto estuvo a punto de perder, sino hasta que el señor Taylor comenzó a reconducirla a ella con sus preguntas.
- No lo sé, señor Taylor, quizás no sea una joya sino un conjunto. Sí sería más apropiado un conjunto – dijo algo ilusionada de haber encontrado una segunda pista, pero al posar su vista sobre los diversos conjuntos formados por collares, anillos, pulseras, broches y pendientes a juego, le devolvieron los pies a la tierra – Pero aquí tiene tantos, pero ninguno es el que busco – dijo nuevamente decepcionada mientras se señalaba las vitrinas en que éstos se encontraban.
Suspiró algo cansada de aquel juego del escondite, sabía que iba a perder como si estuviese jugando con el mundo entero como límite. Quizás sería mejor resignarse y volver a casa, a acabar los preparativos que parecían más importantes que lo que a primera vista parecía un mero lujo.
- Discúlpeme, señor Taylor, creo que solo le he hecho perder su valioso tiempo – dijo soltándose finalmente de su brazo para ubicarse frente a él – Será mejor que llevé los pendientes de zafiro y el relicario, y regrese otro día con mis ideas más claras –
Ahora empezaba a avergonzarse por haber llegado de forma tan infantil a su tienda, con una imagen borrosa en su cabeza, como si fuese una pintura al óleo aun fresca que era asediada por una torrencial lluvia, haciéndole perder la claridad, hasta que más figuras en él se mezclaran en un grotesco lodo.
A cada paso que daban en la tienda Carmmine comenzaba a perder las esperanzas en encontrar aquello tan especial que estaba buscando, tanto que ya se había olvido del propósito que la joya tendría en su colección y en su cuerpo, para volverse un desafío a de paciencia. El que por cierto estuvo a punto de perder, sino hasta que el señor Taylor comenzó a reconducirla a ella con sus preguntas.
- No lo sé, señor Taylor, quizás no sea una joya sino un conjunto. Sí sería más apropiado un conjunto – dijo algo ilusionada de haber encontrado una segunda pista, pero al posar su vista sobre los diversos conjuntos formados por collares, anillos, pulseras, broches y pendientes a juego, le devolvieron los pies a la tierra – Pero aquí tiene tantos, pero ninguno es el que busco – dijo nuevamente decepcionada mientras se señalaba las vitrinas en que éstos se encontraban.
Suspiró algo cansada de aquel juego del escondite, sabía que iba a perder como si estuviese jugando con el mundo entero como límite. Quizás sería mejor resignarse y volver a casa, a acabar los preparativos que parecían más importantes que lo que a primera vista parecía un mero lujo.
- Discúlpeme, señor Taylor, creo que solo le he hecho perder su valioso tiempo – dijo soltándose finalmente de su brazo para ubicarse frente a él – Será mejor que llevé los pendientes de zafiro y el relicario, y regrese otro día con mis ideas más claras –
Ahora empezaba a avergonzarse por haber llegado de forma tan infantil a su tienda, con una imagen borrosa en su cabeza, como si fuese una pintura al óleo aun fresca que era asediada por una torrencial lluvia, haciéndole perder la claridad, hasta que más figuras en él se mezclaran en un grotesco lodo.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Escuché todos sus comentarios con total atención, con la misma atención que empleé en seguir sus movimientos. Realmente parecía que tenía que usar mi oculto y casi obsoleto instinto animal para intuir lo que ella deseaba. Aún así ella me dejaba pistas que yo podría utilizar en mi favor, o más bien en el de ella, ya que ella era la clienta y no yo.
Parecía que mis artículos "comunes" no le provocaban interés, o más bien dicho, no le producían satisfacción. ¿Desde siempre los vampiros eran así de indecisos o impredecibles? Fenrir tenía mucho de lo segundo...pero era de las personas que te llegaba a inspirar con sus palabras. Pero mejor era centrarme en el presente y, precisamente, en aquella joven que buscaba desesperadamente algo...algo que se presentó en mi mente con un chispazo y una sonrisa en el rostro. Otra de mis buenas ideas en acción. Con rapidez hice una seña a uno de mis empleados y rodeé con mayor firmeza el brazo de la señorita, invitándola a acompañarme.
- Creo tener lo que busca...pero es sólo un presentimiento. - comenté con una amplia sonrisa y la invité a pasar a un lugar un tanto más privado, y muchísimo más lujoso que el propio salón principal. Esa habitación parecía relucir entera sólo por el brillo de los metales que allí se encontraban. Le solté suavemente para que pudiera observar la nueva habitación que ahora era cerrada por mi empleado y posé mis manos en mis caderas, posando mis ojos en la joven con una gran sonrisa.- Esta es la área más exclusiva que tengo...son joyas que no enseño al público...común, por así decirlo. - expliqué.-
Parecía que mis artículos "comunes" no le provocaban interés, o más bien dicho, no le producían satisfacción. ¿Desde siempre los vampiros eran así de indecisos o impredecibles? Fenrir tenía mucho de lo segundo...pero era de las personas que te llegaba a inspirar con sus palabras. Pero mejor era centrarme en el presente y, precisamente, en aquella joven que buscaba desesperadamente algo...algo que se presentó en mi mente con un chispazo y una sonrisa en el rostro. Otra de mis buenas ideas en acción. Con rapidez hice una seña a uno de mis empleados y rodeé con mayor firmeza el brazo de la señorita, invitándola a acompañarme.
- Creo tener lo que busca...pero es sólo un presentimiento. - comenté con una amplia sonrisa y la invité a pasar a un lugar un tanto más privado, y muchísimo más lujoso que el propio salón principal. Esa habitación parecía relucir entera sólo por el brillo de los metales que allí se encontraban. Le solté suavemente para que pudiera observar la nueva habitación que ahora era cerrada por mi empleado y posé mis manos en mis caderas, posando mis ojos en la joven con una gran sonrisa.- Esta es la área más exclusiva que tengo...son joyas que no enseño al público...común, por así decirlo. - expliqué.-
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Estaba resignada y se sentía algo estúpida por la forma en que había llegado a su tienda, buscando algo que desconocía. Más aún porque aquel excéntrico espectáculo había sido presenciado por un potencial socio comercial, era demasiado importante y ella probablemente lo había echado a perder a causa de un mero capricho ¡Si hasta se había olvidado del motivo por el que quería encontrar ese “algo” especial! Tenía que irse antes que su desvarío llegase a darle una pésima impresión al señor Taylor. Pero no pudo.
Él mismo la había detenido tomando nuevamente su brazo, con algo de fuerza, cosa que la hubiese sorprendido, quizás hasta hacerla sentir incomoda, de no ser porque en su rostro había aparecido una pequeña chispa que se tradujo en una sonrisa. No pudo evitar fruncir el ceño, confundida.
La sacó a ella también una sonrisa cuando usó la palabra presentimiento, por supuesto que confiaba en su criterio, y aquella expresión le parecía extremadamente familiar, como si antes ya se hubiese encontrado con él, pero no recordaba haberlo visto antes. Quitó esos pensamientos de su cabeza cuando fue conducida a otra habitación…
Aquellos deslumbrantes destellos que se le presentaron la sorprendieron gratamente, y cuando el señor Taylor la soltó, fue libre para explorar el lugar, con una curiosidad y ánimos algo infantiles, que seguramente le sacarían un par te risas al dueño de la joyería, pero que dado lo que sabía de él, contendría para no parecer irrespetuoso, aunque en ese momento nada similar la molestaría.
- Entiendo el por qué – dijo casi desinteresadamente mientras observaba las vitrinas – Muchas de estas obras serían inaccesibles incluso para muchas personas de clase alta – dijo mientras evaluaba fríamente los posibles costos de los conjuntos que se mostraban a su alrededor – Casi hubiese deseado que me lo enseñara antes, aunque tal vez no hubiese tenido el mismo efecto – dijo más que nada halagando su capacidad de sorprenderla, y claro, la forma en que publicitaba su tienda.
Deslizó la yema de uno de sus dedos por los bordes de las vidrieras, con los ojos cerrados, pero asegurándose de que él no viese ese gesto. Quería sentir, quizás usar el azar… No lo sabía, quería que su cuerpo se detuviese por sí mismo frente a alguna de las piezas, aunque no fuese más que una autosugestión ridícula.
De pronto se detuvo… sin saber por qué… sin querer abrir los ojos.
Él mismo la había detenido tomando nuevamente su brazo, con algo de fuerza, cosa que la hubiese sorprendido, quizás hasta hacerla sentir incomoda, de no ser porque en su rostro había aparecido una pequeña chispa que se tradujo en una sonrisa. No pudo evitar fruncir el ceño, confundida.
La sacó a ella también una sonrisa cuando usó la palabra presentimiento, por supuesto que confiaba en su criterio, y aquella expresión le parecía extremadamente familiar, como si antes ya se hubiese encontrado con él, pero no recordaba haberlo visto antes. Quitó esos pensamientos de su cabeza cuando fue conducida a otra habitación…
Aquellos deslumbrantes destellos que se le presentaron la sorprendieron gratamente, y cuando el señor Taylor la soltó, fue libre para explorar el lugar, con una curiosidad y ánimos algo infantiles, que seguramente le sacarían un par te risas al dueño de la joyería, pero que dado lo que sabía de él, contendría para no parecer irrespetuoso, aunque en ese momento nada similar la molestaría.
- Entiendo el por qué – dijo casi desinteresadamente mientras observaba las vitrinas – Muchas de estas obras serían inaccesibles incluso para muchas personas de clase alta – dijo mientras evaluaba fríamente los posibles costos de los conjuntos que se mostraban a su alrededor – Casi hubiese deseado que me lo enseñara antes, aunque tal vez no hubiese tenido el mismo efecto – dijo más que nada halagando su capacidad de sorprenderla, y claro, la forma en que publicitaba su tienda.
Deslizó la yema de uno de sus dedos por los bordes de las vidrieras, con los ojos cerrados, pero asegurándose de que él no viese ese gesto. Quería sentir, quizás usar el azar… No lo sabía, quería que su cuerpo se detuviese por sí mismo frente a alguna de las piezas, aunque no fuese más que una autosugestión ridícula.
De pronto se detuvo… sin saber por qué… sin querer abrir los ojos.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Me mantuve silente y sonriente al tiempo que observaba fijamente a la joven que parecía brillar con luces propias y revitalizantes al estar en aquel lugar sinónimo de exclusividad y respeto. - Hubiera comenzado por allí, My Lady. Si deseaba lo mejor de lo mejor, sólo tenía que pedirlo. Aunque...creo haber actuado bien, considerando sus tan nobles y halagadores comentarios de su persona. - respondí con tranquilidad y orgullo, dando un par de pasos alrededor para que mis sentidos y mi memoria recordasen la sensación de estar allí y, por supuesto, recordar los costos de semejantes obras de arte de la joyería de la época. La mayoría eran creaciones de mi padre, conservadas o reconstruidas a lo largo de los años con una calidad superior a la que ya tenían. En defiintiva, como se dice acá en Francia...era la créme de la créme de la joyería.
De repente, mi clienta se detuvo como si le hubieran puesto una barrera. Alcé una ceja por un par de segundos entre extrañado e intrigado y decidi acercarme nuevamente, dejando una distancia prudente entre nosotros más que nada por cortesía. Desconocía lo que pasaba por su mente, y no tenía intenciones de interrumpir lo que estuviera pensando. Sin embargo, me vi obligado a preguntar lo que le sucedía. - ¿Ocurre algo, My Lady?
De repente, mi clienta se detuvo como si le hubieran puesto una barrera. Alcé una ceja por un par de segundos entre extrañado e intrigado y decidi acercarme nuevamente, dejando una distancia prudente entre nosotros más que nada por cortesía. Desconocía lo que pasaba por su mente, y no tenía intenciones de interrumpir lo que estuviera pensando. Sin embargo, me vi obligado a preguntar lo que le sucedía. - ¿Ocurre algo, My Lady?
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Tuvo que hacer algo de esfuerzo para concentrarse en las palabras del señor Taylor, estaba bastante entretenida en el lugar, como una niña en una dulcería en la que tenían miles de muñecas para admirar. No iba reprocharle que ya le había dicho que buscaba algo especial, ya que él era claramente un hombre cauteloso, y no iba a mostrarle semejante espectáculo de brillos y esplendor a cualquiera, pues como había dicho, seguramente muchos de aquellos que consideraba clientes habituales no podían permitirse la más pequeña de las piezas de aquí.
Apenas se dio cuenta de que se había movido de su lugar para ubicarse junto a ella cuando se quedó quieta frente a una vitrina. El motivo, tan solo vio el destello, uno conocido. No podía creer que luego de tantos años se encontrara de nuevo con aquellas joyas que otrora también le habían pertenecido, en una vida diferente, habían sido un regalo de cumpleaños que su padre había encargado fabricar para ella, más precisamente del día en que había cumplido los dieciséis, un año antes de que todo acabase por romperse, conjunto que llevaba en su cajita musical durante ese fatal viaje.
- ¿Tienen la costumbre de recuperar y restaurar joyas, verdad? – dijo con seguridad sin abrir los ojos aún – Son diseños especiales de su padre, podría reconocer esos acabados tan finos a metros de distancia –
Trató de imaginar el camino que habían tomado esas joyas que ahora estaba a un paso de recuperar. Lo más probable fuese que el día en que fue capturada en el Victoire hubiesen revisado las habitaciones de los pasajeros en búsqueda de los pequeños tesoros que cargaran consigo en el viaje, luego debieron haberlas revendido, empeñado, tal vez pasando por incontables manos hasta que viniesen a volver a las manos de la familia Taylor.
- Podría apostar que el anillo aún tiene mis iniciales en el borde interior – dijo entusiasmada sin darse cuenta de que se estaba delatando, mientras abría los ojos para mirar al dueño de la tienda - ¿Podría enseñarme ese conjunto? – dijo luego señalándolo en la vitrina.
Era un conjunto compuesto por un anillo, los pendientes y un collar de un oro purísimo, con incrustaciones de rubíes y diseños al estilo barroco. Tal vez demasiado elegantes para una niña tan pequeña, pero ya no lo era, y tampoco iban a ser un regalo del desgraciado y déspota de su padre.
Los iba a adquirir ella, por sus propios medios, como si con ello quisiera demostrarle que no lo necesitaba, que realmente nunca lo necesitó.Apenas se dio cuenta de que se había movido de su lugar para ubicarse junto a ella cuando se quedó quieta frente a una vitrina. El motivo, tan solo vio el destello, uno conocido. No podía creer que luego de tantos años se encontrara de nuevo con aquellas joyas que otrora también le habían pertenecido, en una vida diferente, habían sido un regalo de cumpleaños que su padre había encargado fabricar para ella, más precisamente del día en que había cumplido los dieciséis, un año antes de que todo acabase por romperse, conjunto que llevaba en su cajita musical durante ese fatal viaje.
- ¿Tienen la costumbre de recuperar y restaurar joyas, verdad? – dijo con seguridad sin abrir los ojos aún – Son diseños especiales de su padre, podría reconocer esos acabados tan finos a metros de distancia –
Trató de imaginar el camino que habían tomado esas joyas que ahora estaba a un paso de recuperar. Lo más probable fuese que el día en que fue capturada en el Victoire hubiesen revisado las habitaciones de los pasajeros en búsqueda de los pequeños tesoros que cargaran consigo en el viaje, luego debieron haberlas revendido, empeñado, tal vez pasando por incontables manos hasta que viniesen a volver a las manos de la familia Taylor.
- Podría apostar que el anillo aún tiene mis iniciales en el borde interior – dijo entusiasmada sin darse cuenta de que se estaba delatando, mientras abría los ojos para mirar al dueño de la tienda - ¿Podría enseñarme ese conjunto? – dijo luego señalándolo en la vitrina.
Era un conjunto compuesto por un anillo, los pendientes y un collar de un oro purísimo, con incrustaciones de rubíes y diseños al estilo barroco. Tal vez demasiado elegantes para una niña tan pequeña, pero ya no lo era, y tampoco iban a ser un regalo del desgraciado y déspota de su padre.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Simplemente increíble. La joven estaba más informada sobre mis negocios de lo que yo había imaginado, dándose el gusto incluso de halagar el trabajo que mi difunto padre realizó en el rubro antes de que yo asumiera el liderato de esta enorme empresa. No aparentaba mentalmente los años que su cuerpo reflejaba. ¿Acaso era uno de los congéneres de Fenrir? No me había fijado en ella en aquel sentido, dándola por sentado como una simple joven de condición muy acomodada que parecía capaz de comprar los artículos más caros de la tienda; pero una vez más pequé de ingenuo y lo dejé pasar. Pero no a partir de ahora...aunque su raza me daba exactamente lo mismo: yo convivía con todas las razas existentes sin ningún problema, y ese era uno de los muchos motivos por los cuales se me respetaba.
Asentí ante su respuesta al tiempo que le respondía - Sí, en efecto. Mi padre elaboró estas joyas hace décadas, y por el paso del tiempo consiguieron mucho más valor, encargándome actualmente de su mantenimiento y restauración según el caso. Son joyas con muchísimo significado para mí, y estoy orgulloso de su posesión. - Sonreí y le vi mirar de manera casi obsesiva un precioso conjunto, muy fino por cierto. Quizás era de los objetos más finos de todas mis tiendas. Dejé que las acciones hablaran por mis palabras y saqué yo mismo el conjunto, el cual reposaba cómodamente en una base de terciopelo con colores azulados, y lo dejé en el mostrador, colocándome detrás de él para "formalizar" la situación.
- Adelante. - dije invitándola, y esperé.
Asentí ante su respuesta al tiempo que le respondía - Sí, en efecto. Mi padre elaboró estas joyas hace décadas, y por el paso del tiempo consiguieron mucho más valor, encargándome actualmente de su mantenimiento y restauración según el caso. Son joyas con muchísimo significado para mí, y estoy orgulloso de su posesión. - Sonreí y le vi mirar de manera casi obsesiva un precioso conjunto, muy fino por cierto. Quizás era de los objetos más finos de todas mis tiendas. Dejé que las acciones hablaran por mis palabras y saqué yo mismo el conjunto, el cual reposaba cómodamente en una base de terciopelo con colores azulados, y lo dejé en el mostrador, colocándome detrás de él para "formalizar" la situación.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Eran increíbles los azares del destino que después de tantos años le devolvían aquel pequeño tesoro del que nunca quiso separase, porque solía pensar que aquello… era una muestra de aprobación de su padre, una muestra de cariño que realmente nunca estuvo ahí, que no era más que una forma que él tenía de demostrar el status de su familia, y de… adornarla para venderla como si no fuese más que una trozo de carne o una cortesana. ¿Ese era el motivo no? Demostrar su poderío económico para cerrar un compromiso con un sujeto al que ella ni siquiera conocía. Pero fue algo que solo descubrió tiempo después, el día en que se le avisó de aquel viaje.
¿Le cargaba la culpa a esas joyas? ¿A su padre? A todo. Porque si reconducía las cosas, aquel conjunto había sido la herramienta para que las cosas acabaran como lo hicieron, con ella convertida en… esto. Si no se las hubiese puesto no habría llamado la atención de aquel sujeto con que la prometieron, entonces no hubiese tenido que estar aquel día en el Victoire. Por otro lado, de no haber pasado no hubiese conocido a Victorio, ni a ninguna persona de las que ahora en París ella podía llamar amigos, cosa que nunca tuvo mientras era una mortal.
- Tengo mucho que agradecerle… – dijo en un susurro, sin prestar atención a que el señor Taylor se encontraba ahí a su lado, ya que no se refería a él sino al conjunto – Estará orgulloso hasta ahora, porque ya encontré lo que buscaba – dijo con una sonrisa.
Tomó el anillo con delicadeza, pero si fuese del más frágil de los cristales, y cerró los ojos cuando sintió el frío de su tacto, dudosa de si debía encajarlo en su dedo. Se resistió. Comenzó a pasar la yema de uno de sus dedos por el borde interior hasta que sintió perfectamente aquel grabado “Carmmine”, podía distinguir perfectamente cada una de las letras. Pero ataviarse con aquellas joyas debía hacerlo en privado, porque era un momento íntimo, un momento para superar parte de sus pequeños traumas, y debía hacerlo en casa, cuando estuviese sola y nadie la viese llorar.
- Bueno, misterio resuelto – dijo con una sonrisa mientras dejaba en anillo en su lugar, no hacía falta que se lo probara para saber si se ajustaba al diámetro de sus dedos, pues había sido hecho para ella, años atrás, justo cuando su cuerpo se estancó para siempre – Lamento mucho si sonaba un poco extraña al principio – se disculpó, por la forma en que había entrado buscando un “algo” sin saber que era.
¿Le cargaba la culpa a esas joyas? ¿A su padre? A todo. Porque si reconducía las cosas, aquel conjunto había sido la herramienta para que las cosas acabaran como lo hicieron, con ella convertida en… esto. Si no se las hubiese puesto no habría llamado la atención de aquel sujeto con que la prometieron, entonces no hubiese tenido que estar aquel día en el Victoire. Por otro lado, de no haber pasado no hubiese conocido a Victorio, ni a ninguna persona de las que ahora en París ella podía llamar amigos, cosa que nunca tuvo mientras era una mortal.
- Tengo mucho que agradecerle… – dijo en un susurro, sin prestar atención a que el señor Taylor se encontraba ahí a su lado, ya que no se refería a él sino al conjunto – Estará orgulloso hasta ahora, porque ya encontré lo que buscaba – dijo con una sonrisa.
Tomó el anillo con delicadeza, pero si fuese del más frágil de los cristales, y cerró los ojos cuando sintió el frío de su tacto, dudosa de si debía encajarlo en su dedo. Se resistió. Comenzó a pasar la yema de uno de sus dedos por el borde interior hasta que sintió perfectamente aquel grabado “Carmmine”, podía distinguir perfectamente cada una de las letras. Pero ataviarse con aquellas joyas debía hacerlo en privado, porque era un momento íntimo, un momento para superar parte de sus pequeños traumas, y debía hacerlo en casa, cuando estuviese sola y nadie la viese llorar.
- Bueno, misterio resuelto – dijo con una sonrisa mientras dejaba en anillo en su lugar, no hacía falta que se lo probara para saber si se ajustaba al diámetro de sus dedos, pues había sido hecho para ella, años atrás, justo cuando su cuerpo se estancó para siempre – Lamento mucho si sonaba un poco extraña al principio – se disculpó, por la forma en que había entrado buscando un “algo” sin saber que era.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Fiel a mis principios y a mis enseñanzas, dejé a la señorita interactuar con la joya que había escogido. Me mantenía intrigado el hecho de que le pareciera tan familiar, eso reflejado en los gestos de ella que parecían estar reencontrándose con algo. Eso reafirmaba mi teoría de que fuese una inmortal como Fenrir, y por ello una serie de preguntas se me ocurrieron para hacerle, sin embargo ese no era el momento para empezar a bombardearla con interrogantes de un simple curioso. De hecho también dudaba si las iba a hacer realmente.
Sonreí ampliamente ante su satisfacción manifestada en palabras llenándome de orgullo por dentro al haber ayudado a otro cliente a conseguir sus deseos hechos realidad. - Lo que importa es que ha conseguido lo que buscaba, al menos para mí eso es lo más valioso. - comenté con naturalidad .- Si me permite comentarlo, al parecer aquel conjunto tiene un gran significado para usted, ¿me equivoco? - terminé preguntando y siendo vencido al mismo tiempo por mi propia curiosidad animal, sintiéndome como un perro moviendo la cola ante la incertidumbre de algo que no conoce.
Sonreí ampliamente ante su satisfacción manifestada en palabras llenándome de orgullo por dentro al haber ayudado a otro cliente a conseguir sus deseos hechos realidad. - Lo que importa es que ha conseguido lo que buscaba, al menos para mí eso es lo más valioso. - comenté con naturalidad .- Si me permite comentarlo, al parecer aquel conjunto tiene un gran significado para usted, ¿me equivoco? - terminé preguntando y siendo vencido al mismo tiempo por mi propia curiosidad animal, sintiéndome como un perro moviendo la cola ante la incertidumbre de algo que no conoce.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Esperaba que esa amabilidad que mostraba el dueño de la joyería no fuera una fachada, y así lo sentía en parte, porque había vivido lo suficiente como saber lo que las personas podían aparentar para ganar algo a cambio, o a veces por el mero placer de sentirse superior. En el fondo, quería confiar, porque aunque ella no quisiera admitirlo era un momento complejo y sentimental, en el que podía derrumbarse de un momento a otro si el delgado hilo que la mantenía atada a su compostura se cortaba.
“¡Demonios!” pensó para luego morderse la lengua, que fue el modo en que se regañó a si misma por haberse dejado en evidencia. Ni siquiera había considerado lo extraña de la situación, y aún más, de alguien de su naturaleza fuese de compras como si fuera una mujer normal. Podría tener una amable practica sobre aquel asunto con el señor Taylor, pero no podría soportar hablar de eso u otra cosa más profunda, ya que acabaría trastabillando y hablando de más, cosa que no le convenía en absoluto si quería cerrar negocios a mayor escala.
- Sí, la verdad no me creería la enorme coincidencia – dijo con una sonrisa tranquila – Son joyas que han estado en mi familia por bastante tiempo, pero en algún momento se les perdió el rastro, hace mucho tiempo – “Mucho, mucho tiempo” acabó la frase para ella misma, y si tenía razón en depositar su confianza en él, seguramente ninguno de los dos iba a indagar más en él – Debo reconocer que soy muy aficionada al trabajo de su padre –
Claro, lo había conocido en persona en una de sus joyerías en Londres, y su hijo era sin duda parte de su viva imagen, pues era de ahí de donde había reconocido esa amable sonrisa. Volvió a suspirar profundamente para relajarse y comenzar a hablar de los aspectos prácticos que la devolverían a la realidad al menos por unos instantes más, hasta que pudiese arreglar todo para irse a casa.
- Bueno… - dijo entrecerrando un poco los ojos, de forma divertida – El dinero, tema difícil – dijo casi riendo, aunque no era nada de otro mundo, no encontraba una manera apropiada de decirlo.
“¡Demonios!” pensó para luego morderse la lengua, que fue el modo en que se regañó a si misma por haberse dejado en evidencia. Ni siquiera había considerado lo extraña de la situación, y aún más, de alguien de su naturaleza fuese de compras como si fuera una mujer normal. Podría tener una amable practica sobre aquel asunto con el señor Taylor, pero no podría soportar hablar de eso u otra cosa más profunda, ya que acabaría trastabillando y hablando de más, cosa que no le convenía en absoluto si quería cerrar negocios a mayor escala.
- Sí, la verdad no me creería la enorme coincidencia – dijo con una sonrisa tranquila – Son joyas que han estado en mi familia por bastante tiempo, pero en algún momento se les perdió el rastro, hace mucho tiempo – “Mucho, mucho tiempo” acabó la frase para ella misma, y si tenía razón en depositar su confianza en él, seguramente ninguno de los dos iba a indagar más en él – Debo reconocer que soy muy aficionada al trabajo de su padre –
Claro, lo había conocido en persona en una de sus joyerías en Londres, y su hijo era sin duda parte de su viva imagen, pues era de ahí de donde había reconocido esa amable sonrisa. Volvió a suspirar profundamente para relajarse y comenzar a hablar de los aspectos prácticos que la devolverían a la realidad al menos por unos instantes más, hasta que pudiese arreglar todo para irse a casa.
- Bueno… - dijo entrecerrando un poco los ojos, de forma divertida – El dinero, tema difícil – dijo casi riendo, aunque no era nada de otro mundo, no encontraba una manera apropiada de decirlo.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Una suave risa de complicidad se desprendió de mis labios al escuchar su explicación, y es que sólo criaturas inmortales como ella podían traer tan buenas situaciones a colación, teniendo una evidente e indiscutible ventaja de vida por la obviedad de su condición. ¿Así que había estado conservando joyas familiares perdidas, eh? Nada mal para un joyero "común" como yo.
¿Aficionada al trabajo de mi padre? Eso me llamó la atención...y no pude evitar preguntar con un dejo de nostalgia.- ¿Conoció a mi padre?.- Fue algo impulsivo, algo que no solía hacer siempre...pero fue algo que no pude dejar pasar; el pasado me había tomado por sorpresa y el hecho de que me conociera tan bien me daba lugar a la posibilidad de que ella y James hubieran intercambiado palabras. De inmediato carraspeé tratando de recuperar la compostura y le miré con rostro arrepentido, cual cánido que acaba de hacer algo malo.- Lo lamento... - dije simplemente y negué con la cabeza, irguiéndome un poco más de lo normal para conservar mi actitud recta. Boté un poco de aire para distraerme de aquello y retomar el hilo original de la conversación, y me mantuve observándole con una sonrisa.
- Considerando los pendientes y el relicario, puedo hacerle muy buen precio por los tres objetos. Me ha agradado mucho compartir con usted, y realmente me siento orgulloso de haber podido ayudarle a reencontrarse con parte de su pasado.
Dicho esto, saqué unos cálculos en una hoja y se la dejé frente a ella en el mostrador, con el precio final rodeado en un círculo de tinta negra. Era una verdadera ganga, considerando los precios que yo objetivamente imponía a mis clientes. Pero ella se había ganado una rebaja importante, era muy especial.
¿Aficionada al trabajo de mi padre? Eso me llamó la atención...y no pude evitar preguntar con un dejo de nostalgia.- ¿Conoció a mi padre?.- Fue algo impulsivo, algo que no solía hacer siempre...pero fue algo que no pude dejar pasar; el pasado me había tomado por sorpresa y el hecho de que me conociera tan bien me daba lugar a la posibilidad de que ella y James hubieran intercambiado palabras. De inmediato carraspeé tratando de recuperar la compostura y le miré con rostro arrepentido, cual cánido que acaba de hacer algo malo.- Lo lamento... - dije simplemente y negué con la cabeza, irguiéndome un poco más de lo normal para conservar mi actitud recta. Boté un poco de aire para distraerme de aquello y retomar el hilo original de la conversación, y me mantuve observándole con una sonrisa.
- Considerando los pendientes y el relicario, puedo hacerle muy buen precio por los tres objetos. Me ha agradado mucho compartir con usted, y realmente me siento orgulloso de haber podido ayudarle a reencontrarse con parte de su pasado.
Dicho esto, saqué unos cálculos en una hoja y se la dejé frente a ella en el mostrador, con el precio final rodeado en un círculo de tinta negra. Era una verdadera ganga, considerando los precios que yo objetivamente imponía a mis clientes. Pero ella se había ganado una rebaja importante, era muy especial.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Suspiró profundamente luego de que hizo aquella pregunta ¿Acabaría por responderle? Eso dejaría en evidencia su condición, y aunque creyese en la ingenuidad del dueño de la joyería en lo que respectaba a los seres sobrenaturales, no podía dejar pasar algo que hacía que su presencia se volviera extrañamente misteriosa, aunque tal vez no fuera más que el shock de reencontrarse con su pasado le hiciera sentir y pensar cosas que no eran.
Estuvo a punto de abrir la boca para excusarse cuando el señor Taylor se disculpó y volvió el tema de conversación a su cauce normal. Pero fueron apenas esos instantes en los que le pareció ¿Frágil? Bueno, tal vez no frágil en el sentido de debilidad, pero como si el tema de su padre fuese una puerta que aún no conseguía cerrar. “No debo entrometerme en eso” pensó para ella misma.
Siguió escuchándolo atentamente, pero sin quitar aquel semblante algo extrañado de su rostro, ni siquiera cuando dejó de hablar para concentrarse en lo que deberían ser los cálculos referente al precio de los pequeños tesoros que había adquirido hoy. Sí, en este caso el silencio era la mejor opción.
No fue necesario coger la hoja de papel entre sus manos para ver el cálculo final, bastó con darle una mirada de reojo, que la hizo extrañarse aún más, porque sabía bastante de joyas, y cualquier otra persona sin escrúpulos, al ver el sentimental interés que ella tenía en el conjunto estilo barroco, habría aprovechado de sacarle el mayor dinero posible a lo que parecía “una joven caprichosa e incauta”.
- ¡Vaya! ¿Está usted seguro? – preguntó tal vez con algo de confusión en el rostro – Creo conocer bastante bien en avaluó de las joyas, y creo que una rebaja demasiado importante –
Estuvo a punto de abrir la boca para excusarse cuando el señor Taylor se disculpó y volvió el tema de conversación a su cauce normal. Pero fueron apenas esos instantes en los que le pareció ¿Frágil? Bueno, tal vez no frágil en el sentido de debilidad, pero como si el tema de su padre fuese una puerta que aún no conseguía cerrar. “No debo entrometerme en eso” pensó para ella misma.
Siguió escuchándolo atentamente, pero sin quitar aquel semblante algo extrañado de su rostro, ni siquiera cuando dejó de hablar para concentrarse en lo que deberían ser los cálculos referente al precio de los pequeños tesoros que había adquirido hoy. Sí, en este caso el silencio era la mejor opción.
No fue necesario coger la hoja de papel entre sus manos para ver el cálculo final, bastó con darle una mirada de reojo, que la hizo extrañarse aún más, porque sabía bastante de joyas, y cualquier otra persona sin escrúpulos, al ver el sentimental interés que ella tenía en el conjunto estilo barroco, habría aprovechado de sacarle el mayor dinero posible a lo que parecía “una joven caprichosa e incauta”.
- ¡Vaya! ¿Está usted seguro? – preguntó tal vez con algo de confusión en el rostro – Creo conocer bastante bien en avaluó de las joyas, y creo que una rebaja demasiado importante –
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Parecía que la señorita no creía el precio que le había puesto en el papel, a juzgar por su mirada y su posterior comentario. Yo no hice más que ampliar mi sonrisa y asentir con lentitud, dando a entender que mi propuesta era de seriedad absoluta.
- Pocas veces he estado tan seguro, My Lady. – respondí con completa tranquilidad, tratando de transmitir aquella a mi cliente.- En efecto, es una rebaja bastante importante…pero usted, con su simpatía y su peculiar situación, se ha ganado este descuento. Dígame loco, si gusta…pero no soy de los que buscan aprovecharse de estos sucesos para sacar un beneficio tan vacío como el dinero. De hecho, mi principal retribución es ver una sonrisa en el rostro de quien viene aquí, sin importar el tipo de compra o acción que realice. - expliqué con sinceridad, bastante relajado. Y eso era cierto, yo no era como los demás comerciantes, que buscan ganancias a cualquier precio. Seguro eso le llamó la atención a la joven…el hecho de que yo no fuera como los demás, lo que me producía un gran orgullo y al mismo tiempo la necesidad de continuar siendo así. Me gustaba serlo.
- Pocas veces he estado tan seguro, My Lady. – respondí con completa tranquilidad, tratando de transmitir aquella a mi cliente.- En efecto, es una rebaja bastante importante…pero usted, con su simpatía y su peculiar situación, se ha ganado este descuento. Dígame loco, si gusta…pero no soy de los que buscan aprovecharse de estos sucesos para sacar un beneficio tan vacío como el dinero. De hecho, mi principal retribución es ver una sonrisa en el rostro de quien viene aquí, sin importar el tipo de compra o acción que realice. - expliqué con sinceridad, bastante relajado. Y eso era cierto, yo no era como los demás comerciantes, que buscan ganancias a cualquier precio. Seguro eso le llamó la atención a la joven…el hecho de que yo no fuera como los demás, lo que me producía un gran orgullo y al mismo tiempo la necesidad de continuar siendo así. Me gustaba serlo.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Aun algo perpleja Carmmine se quedó escuchándolo y poniendo atención en aquella tranquilada que tenía su rostro al hablar de aquella manera tan apasionada respecto a su trabajo. Si, sin duda no era como otros joyeros que había conocido a lo largo de su vida, y eso era lo que en cierto modo le transmitía una confianza extraña que nunca había sentido cuando se trataba de relaciones de negocios, ya que si en algo podía ser fría era en ello, calculando exactamente el riesgo que había en cada movimiento. Pero no esta vez, ahora sentía que podía dejar todo en manos de él, teniendo una infundada certeza de que todo saldría bien.
No pudo más que sonreírle tal vez con la ilusión con que un niño ve a una persona ejemplar dándole una importante lección de vida. Fue en ese momento en que decidió que era una persona lo suficientemente confiable como para tratar asuntos de negocios, no tenía más vueltas que darle a aquel asunto.
- Bueno, usted dirá donde firmo los documentos bancarios – dijo aun con una tierna sonrisa en los labios, que acabó por volverle algo ladina – Incluso podríamos hacer negocios a una escala un poco mayor, porque la verdad me ha impresionado la visión que tiene usted de su trabajo –
Era algo inusual que Carmmine tuviese confianza con una persona de manera tan rápida que le parecía incluso abismante, pero si lo veía de otro modo… ¿Por qué no aprovechar? ¿Por qué no confiar en él para negocios a gran escala? Sí, lo tenía completamente decidido, ya que si en alguien podía fiarse en París, era él.
No pudo más que sonreírle tal vez con la ilusión con que un niño ve a una persona ejemplar dándole una importante lección de vida. Fue en ese momento en que decidió que era una persona lo suficientemente confiable como para tratar asuntos de negocios, no tenía más vueltas que darle a aquel asunto.
- Bueno, usted dirá donde firmo los documentos bancarios – dijo aun con una tierna sonrisa en los labios, que acabó por volverle algo ladina – Incluso podríamos hacer negocios a una escala un poco mayor, porque la verdad me ha impresionado la visión que tiene usted de su trabajo –
Era algo inusual que Carmmine tuviese confianza con una persona de manera tan rápida que le parecía incluso abismante, pero si lo veía de otro modo… ¿Por qué no aprovechar? ¿Por qué no confiar en él para negocios a gran escala? Sí, lo tenía completamente decidido, ya que si en alguien podía fiarse en París, era él.
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Re: Estrella Roja [Christian Taylor]
Alcé las cejas sutilmente, lo suficiente para que mi rostro manifestara una mezcla de sorpresa e interés completamente justificados por su proposición. No sólo me había llamado la atención tal propuesta, sino que también me había sorprendido el hecho de que alguien como ella tuviera negocios o algo por el estilo. No, no era discriminación…simplemente me tomó por sorpresa, y realmente costaba que eso sucediera.
Saqué un par de papeles destinados para la ocasión y escribí unas cuantas cosas al mismo tiempo que conversaba con ella .- Agradezco sus palabras, My Lady.¿Qué clase de negocios le gustaría entablar con este servidor? – le pregunté con toda la cortesía enseñada hasta el hartazgo. Esperando su respuesta terminé mi parte y le entregué los papeles y la pluma que había usado hace segundos atrás.- Tenga la bondad de leer y firmar sin sospecha alguna. – sonreí sincero, esperando que ella actuase.
Saqué un par de papeles destinados para la ocasión y escribí unas cuantas cosas al mismo tiempo que conversaba con ella .- Agradezco sus palabras, My Lady.¿Qué clase de negocios le gustaría entablar con este servidor? – le pregunté con toda la cortesía enseñada hasta el hartazgo. Esperando su respuesta terminé mi parte y le entregué los papeles y la pluma que había usado hace segundos atrás.- Tenga la bondad de leer y firmar sin sospecha alguna. – sonreí sincero, esperando que ella actuase.
Christian Taylor- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 30/01/2011
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