AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Maullando a Paris...
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Maullando a Paris...
Recuerdo del primer mensaje :
El amanecer no era más que el comienzo de un nuevo día, la suave briza de la mañana comenzó a mecer mi pelaje anaranjado cada pelo que cubría mi cuerpo se erizo cuando el olor a leche fresca llego a mi pequeña y rosada nariz, aun con los ojos cerrados pude prever que la leche era recién ordeñada, mas estaba embotellada de aquellas botellas de vidrio transparente. Al final me deje llevar y mis ojos terminaron por abrirse eche mi cola hacías atrás y mis patas delanteras lo más adelante posible para estirar cada musculo de mi pequeño cuerpo estirando y contrayendo todo a su paso de cabeza hasta la misma cola, termine por sacudir mi cuerpo y dejar que todo volviera a su lugar ya estaba completamente despierta y pude notar la soledad que me acogía en ese momento, el pintor no estaba había emprendido un viaje y ver aquel lugar así hizo que un escalofríos recorriera de punta a punta. Camine en silencio hasta la pequeña cocina hay a la vita estaba un cuenco de porcelana amarillenta sonde solía dejar, por las noches, llena de agua para que el despertar fuera fresco y sin la necesidad de transformarme en humana para un desayuno. Comencé a beber agua y así hidratar mi cuerpo, pero a pesar de tomar agua seguía sintiendo el vacío en mi estómago.
Fui hasta el balcón en completo silencio, el olor a leche seguía latente conjugado con otros aromas un verdadero deleite para mis sentidos felinos, ¿Qué podía hacer? Mientras pensaba en qué hacer para llenar mi estómago empecé a maullar al viento, cantando a Paris por este hermoso día que se avecinaba, mi maullido se escuchaba triste, lleno de dolor, hambre y angustia, pero aquel era solamente una manera de llamar la atención de algún transeúnte.
Me encontraba en el tercer piso de una vieja casa, en uno de los lugares más pobres de todo parís. Donde los perros y gatos callejeros abundan, mi cantico se envolvía con el viento y así se alejaba del balcón. Con cuidado y siempre mirando a todo mi alrededor me subí al barandal de madera, este al sentir mi peso se tambaleo de lado a lado hasta que logre encontrar el punto donde dejo de moverse cuando eso pase senté mi cuerpo en ese pequeño espacio, sintiendo como los primeros rayos de sol comenzaban acariciar tiernamente mi brillante pelaje, con destellos más oscuro asemejando a los mismos rayos de sol. Volví a maullar pero esta vez con otro tono un canto de alegría por aquel nuevo día – Meeeeaaaaw….-
Fui hasta el balcón en completo silencio, el olor a leche seguía latente conjugado con otros aromas un verdadero deleite para mis sentidos felinos, ¿Qué podía hacer? Mientras pensaba en qué hacer para llenar mi estómago empecé a maullar al viento, cantando a Paris por este hermoso día que se avecinaba, mi maullido se escuchaba triste, lleno de dolor, hambre y angustia, pero aquel era solamente una manera de llamar la atención de algún transeúnte.
Me encontraba en el tercer piso de una vieja casa, en uno de los lugares más pobres de todo parís. Donde los perros y gatos callejeros abundan, mi cantico se envolvía con el viento y así se alejaba del balcón. Con cuidado y siempre mirando a todo mi alrededor me subí al barandal de madera, este al sentir mi peso se tambaleo de lado a lado hasta que logre encontrar el punto donde dejo de moverse cuando eso pase senté mi cuerpo en ese pequeño espacio, sintiendo como los primeros rayos de sol comenzaban acariciar tiernamente mi brillante pelaje, con destellos más oscuro asemejando a los mismos rayos de sol. Volví a maullar pero esta vez con otro tono un canto de alegría por aquel nuevo día – Meeeeaaaaw….-
Última edición por Sophia D`Luca el Miér Mayo 11, 2011 12:21 pm, editado 1 vez
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Maullando a Paris...
Lo que le causaba admirable a mí me aterraba cada noche en mis sueños aparecían esas imágenes desgarradores y fuertes podría decir que constantemente estaba viviendo aquella noche donde el grito del dolor era más fuerte que cualquier otra cosa. Pero no lo culpaba tenía el placer de conocer a muy pocos cambiaformas y aunque en un principio creí que solo podíamos ser felinos con el tiempo termine por sorprenderme en la cantidad de subespecies {por llamarlo de algún modo} habíamos bajo un mismo nombre cambia formas.
Suena extraño pero si un doctor vampiro – pensé en el nombre de aquel vampiro mientras le escuchaba perfectamente a lo que decía - Erkki Aliranta asi se llama – musite tomando el vaso con la leche un gracias se escapó de mis labios y antes de que el dijera alguna otra palabra di un sorbo de aquel liquido blanquecino que tanto me gustaba. – Danil, puedes preguntarme lo que desees sobre mi… “especie” – enfaticé en la palabra especie ya que no sabía cómo llamarles del todo. Tanto como el yo también tenía una serie de preguntas para el pero todo a su tiempo al final de cuentas recién prácticamente comenzábamos nuestra charla. – En cuanto a mi trasformación yo tengo dos, conozco a algunos que llegan a tres pero la segunda es solo un intermedio y a decir verdad creo que yo reprobé la transformación intermedia – era una broma tonta así que la deje pasar – Conozco a cambiaformas caninos, de aves y reptiles… - fruncí el ceño pensando en que todos éramos diferentes de alguna forma u otra.
Volví a beber de la leche terminándola por completo, algo así no se despreciaba ni en un millón de años. – Cuando necesites ayuda estaré para ti, un toque femenino le vendría muy bien a este lugar – mis ojos parecieron brillar con la idea de ayudar al vampiro doctor, me gustaba ayudar cuando las personas me trataban bien y el había sido un caballero en todas sus formas. – Sabes yo también siento curiosidad sobre los… vampiros – termine por añadir dejando el vaso sobre la repisa junto al recipiente más grande. - ¿Qué se siente… o que sientes tú al beber sangre?- la pregunta de algún punto de vista sonaba bizarra pero al mío era lo más lógico si se le preguntaba a un vampiro. – Hagamos algo, tu preguntas yo respondo luego yo pregunto y tu respondes. Claro si no te molesta – le sonreí ampliamente, era como un juego extraño pero parecía una manera divertida de pasar una buena platica.
Suena extraño pero si un doctor vampiro – pensé en el nombre de aquel vampiro mientras le escuchaba perfectamente a lo que decía - Erkki Aliranta asi se llama – musite tomando el vaso con la leche un gracias se escapó de mis labios y antes de que el dijera alguna otra palabra di un sorbo de aquel liquido blanquecino que tanto me gustaba. – Danil, puedes preguntarme lo que desees sobre mi… “especie” – enfaticé en la palabra especie ya que no sabía cómo llamarles del todo. Tanto como el yo también tenía una serie de preguntas para el pero todo a su tiempo al final de cuentas recién prácticamente comenzábamos nuestra charla. – En cuanto a mi trasformación yo tengo dos, conozco a algunos que llegan a tres pero la segunda es solo un intermedio y a decir verdad creo que yo reprobé la transformación intermedia – era una broma tonta así que la deje pasar – Conozco a cambiaformas caninos, de aves y reptiles… - fruncí el ceño pensando en que todos éramos diferentes de alguna forma u otra.
Volví a beber de la leche terminándola por completo, algo así no se despreciaba ni en un millón de años. – Cuando necesites ayuda estaré para ti, un toque femenino le vendría muy bien a este lugar – mis ojos parecieron brillar con la idea de ayudar al vampiro doctor, me gustaba ayudar cuando las personas me trataban bien y el había sido un caballero en todas sus formas. – Sabes yo también siento curiosidad sobre los… vampiros – termine por añadir dejando el vaso sobre la repisa junto al recipiente más grande. - ¿Qué se siente… o que sientes tú al beber sangre?- la pregunta de algún punto de vista sonaba bizarra pero al mío era lo más lógico si se le preguntaba a un vampiro. – Hagamos algo, tu preguntas yo respondo luego yo pregunto y tu respondes. Claro si no te molesta – le sonreí ampliamente, era como un juego extraño pero parecía una manera divertida de pasar una buena platica.
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Re: Maullando a Paris...
Aprendí el nombre de ese otro doctor vampiro, no siempre te enterabas que había otro con tu misma profesión y tu misma maldición deambulando por ahí, en París o donde fuera, luego de aquel lapsus la miré cuando dijo mi nombre, asentí sonriendo, era la puerta abierta para dejar libre mi curiosidad. Me quedé observándola como quien mira una pintura y trata de descifrar que era lo que el autor quería decir, todo era interesante, no sólo había seres como ella que tenía transformaciones felinas, sino había de todo, me pregunté qué tan herméticos serían como para averiguar más.
-Pero debe ser útil -reí cuando dijo que no tenía una transformación intermedia-, ser gato para andar por ahí y guepardo para defenderte -reflexioné, parecía que hablaba conmigo mismo, un deseo casi infantil de poder hacerlo me invadió, deseé tener una habilidad así-, ¿y tú... -alargué la "u"-, ...decides en que quieres transformarte o naces con la habilidad de transformarte en eso y ya? -es que eran demasiadas preguntas las que se agolpaban en mi cabeza, vi como dejaba el vaso junto al recipiente de leche, lo tomé y serví más, no sé si quería más pero podía tomar la que quisiera.
-Entonces tenemos un trato -le dije guiñándole un ojo cuando confirmó que estaba dispuesta a ayudarme, siempre venía bien una mano, pero luego me preguntó aquello y fue como si perdiera el equilibrio mientras trataba de cruzar un desfiladero en la cuerda floja, alcé ambas cejas sorprendido.
-Yo... bueno... -tartamudeé -pues es complicado a decir verdad -porque lo era, me puse a pensar en un modo adecuado de ponerlo en palabras -siento... placer, y como si mi cuerpo se llenera de energía, aunque después me siento culpable por lo que hago -reí con amargura y negué con la cabeza -esos son traumas que yo tengo, pero sí, eso... es mi fuente para seguir fuerte y lúcido -concluí, no supe qué más decir, si describir el sabor de la sangre, o qué.
-Me parece un trato justo -sonreí cuando ella propuso aquello, recompuesto del breve momento que tuve antes ante su pregunta-, bueno, mi pregunta ha sido lanzada -hacía un par de momentos-, ¿tú eliges o naces transformándote en un animal en particular? -repetí la pregunta.
-Pero debe ser útil -reí cuando dijo que no tenía una transformación intermedia-, ser gato para andar por ahí y guepardo para defenderte -reflexioné, parecía que hablaba conmigo mismo, un deseo casi infantil de poder hacerlo me invadió, deseé tener una habilidad así-, ¿y tú... -alargué la "u"-, ...decides en que quieres transformarte o naces con la habilidad de transformarte en eso y ya? -es que eran demasiadas preguntas las que se agolpaban en mi cabeza, vi como dejaba el vaso junto al recipiente de leche, lo tomé y serví más, no sé si quería más pero podía tomar la que quisiera.
-Entonces tenemos un trato -le dije guiñándole un ojo cuando confirmó que estaba dispuesta a ayudarme, siempre venía bien una mano, pero luego me preguntó aquello y fue como si perdiera el equilibrio mientras trataba de cruzar un desfiladero en la cuerda floja, alcé ambas cejas sorprendido.
-Yo... bueno... -tartamudeé -pues es complicado a decir verdad -porque lo era, me puse a pensar en un modo adecuado de ponerlo en palabras -siento... placer, y como si mi cuerpo se llenera de energía, aunque después me siento culpable por lo que hago -reí con amargura y negué con la cabeza -esos son traumas que yo tengo, pero sí, eso... es mi fuente para seguir fuerte y lúcido -concluí, no supe qué más decir, si describir el sabor de la sangre, o qué.
-Me parece un trato justo -sonreí cuando ella propuso aquello, recompuesto del breve momento que tuve antes ante su pregunta-, bueno, mi pregunta ha sido lanzada -hacía un par de momentos-, ¿tú eliges o naces transformándote en un animal en particular? -repetí la pregunta.
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Re: Maullando a Paris...
Cuando me sirvió más leche sentí como mis ojos no podían quitarle la vista de encima a ese vaso y mojándome suave los labios me incline un poco y tome el vaso para llevarlo a mis labios y saborearme de aquella leche que tanto me gustaba. Mire a Daniil y al escuchar su respuesta en verdad me sorprendí, nunca había imaginado que un vampiro podría sentirse así con el solo hecho de beber sangre, un escalofríos recorrió por mi cuerpo y moví la cabeza lentamente mientras seguía saboreándome. – Tenemos un trato – sonreí asintiendo.
Bueno cada cambiaforma nace con su transformación hecha, ninguno puede elegir en que convertirse lo llevamos en la sangre o mejor dicho nacemos con aquello, mi primera transformación ocurrió cuando tenía trece años – rodee con los ojos, otro mal recuerdo, no quería molestarle por mis altos y bajos así que bloquee aquellas imágenes. Y seguí mirándole con curiosidad.
Bueno creo que es mi turno – dije con un tono juguetón - ¿Cómo siendo vampiro, puedes ser Doctor? – en realidad, si la sangre era su fuente de poder era lo más lógico sentir una debilidad por la misma. Puse cara de pensativa mientras pensaba en la misma pregunta. ¿Cuál era mi debilidad? Aquella duda salto en mi mente y me deje guiar por todo lo que me gustaba y por lo que no, lo más seguro que ahí podría encontrar algo.
Volví a dejar el vaso sobre la repisa, ya había tomado la suficiente leche y ya no quería más, o quizás si… de igual forma no quería parecer mal educada. – Sabes algo ser una gata tiene sus ventajas – no sabía el por qué había dicho aquella frase pero, algo tenia de cierto, siempre conseguía lo que necesitaba siendo una felina.
Bueno cada cambiaforma nace con su transformación hecha, ninguno puede elegir en que convertirse lo llevamos en la sangre o mejor dicho nacemos con aquello, mi primera transformación ocurrió cuando tenía trece años – rodee con los ojos, otro mal recuerdo, no quería molestarle por mis altos y bajos así que bloquee aquellas imágenes. Y seguí mirándole con curiosidad.
Bueno creo que es mi turno – dije con un tono juguetón - ¿Cómo siendo vampiro, puedes ser Doctor? – en realidad, si la sangre era su fuente de poder era lo más lógico sentir una debilidad por la misma. Puse cara de pensativa mientras pensaba en la misma pregunta. ¿Cuál era mi debilidad? Aquella duda salto en mi mente y me deje guiar por todo lo que me gustaba y por lo que no, lo más seguro que ahí podría encontrar algo.
Volví a dejar el vaso sobre la repisa, ya había tomado la suficiente leche y ya no quería más, o quizás si… de igual forma no quería parecer mal educada. – Sabes algo ser una gata tiene sus ventajas – no sabía el por qué había dicho aquella frase pero, algo tenia de cierto, siempre conseguía lo que necesitaba siendo una felina.
- Spoiler:
- Lamento mi mala respuesta :/
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: Maullando a Paris...
Después de estar un rato ahí parado frente a ella decidí sentarme, si yo me mantenía de pie daría una señal no verbal que no quería, de superioridad o algo así me había dicho un psicólogo en alguno de mis viajes, y desde luego esa no era mi intención, ni con ella ni con nadie. Regresé al sofá en el que previamente estaba sentado y la escuché con atención. Lo que me decía era algo parecido a los licántropos, pero no igual, asentí con entendimiento aunque a mi cabeza llegaban cada vez más y más preguntas.
-Entonces debo suponer que tienes que aprender a controlar este don tuyo -dije, era mi duda, aunque había más en la fila esperando saltar al vacío desde mi boca-. ¿Tu primera transformación fue un gato? -no quería imaginarme el impacto de ser un guepardo, aunque en cualquier caso debía ser un shock muy grande si nadie te advertía que eso periódicamente te pasaría en la adolescencia.
Reí un poco ante su pregunta, era muy común que cuando mencionaba las dos cosas que era (doctor y vampiro, en ese orden) formularan esa pregunta en específico y era comprensible.
-Fui doctor antes que vampiro -siempre valía la pena aclarar-, la profesión se me complicó cuando fui transformado, desde luego, pero mi sentido del deber rivaliza con mi sed de sangre y puedo controlarme... por muy poco pero lo hago -sonreí aunque mi gesto era más bien sombrío -a veces parece que el Daniil vampiro le gana al Daniil doctor, pero la gente se acerca a mi en busca de ayuda, y ayuda es lo que quiero darles, no puedo permitirme una debilidad como esa, no digo que sea fácil... -las palabras se detuvieron ahí, me callé pensando en todo eso, mirando a la señorita D'Luca y a la nada, con la mirada perdida, parpadeé y recobré el sentido de la realidad, regresé a estar con ella.
Arqueé una ceja ante lo que de pronto me dijo, sonreí pero esta vez había diversión en mi sonrisa.
-Me imagino, pero me gustaría que me dijeras algunas -tal vez para fantasear que yo tenía la misma capacidad que ella y podía acceder a cosas que siendo humano, o vampiro, no puedo.
-Entonces debo suponer que tienes que aprender a controlar este don tuyo -dije, era mi duda, aunque había más en la fila esperando saltar al vacío desde mi boca-. ¿Tu primera transformación fue un gato? -no quería imaginarme el impacto de ser un guepardo, aunque en cualquier caso debía ser un shock muy grande si nadie te advertía que eso periódicamente te pasaría en la adolescencia.
Reí un poco ante su pregunta, era muy común que cuando mencionaba las dos cosas que era (doctor y vampiro, en ese orden) formularan esa pregunta en específico y era comprensible.
-Fui doctor antes que vampiro -siempre valía la pena aclarar-, la profesión se me complicó cuando fui transformado, desde luego, pero mi sentido del deber rivaliza con mi sed de sangre y puedo controlarme... por muy poco pero lo hago -sonreí aunque mi gesto era más bien sombrío -a veces parece que el Daniil vampiro le gana al Daniil doctor, pero la gente se acerca a mi en busca de ayuda, y ayuda es lo que quiero darles, no puedo permitirme una debilidad como esa, no digo que sea fácil... -las palabras se detuvieron ahí, me callé pensando en todo eso, mirando a la señorita D'Luca y a la nada, con la mirada perdida, parpadeé y recobré el sentido de la realidad, regresé a estar con ella.
Arqueé una ceja ante lo que de pronto me dijo, sonreí pero esta vez había diversión en mi sonrisa.
-Me imagino, pero me gustaría que me dijeras algunas -tal vez para fantasear que yo tenía la misma capacidad que ella y podía acceder a cosas que siendo humano, o vampiro, no puedo.
- Spoiler:
- Estuvo bien!, y perdón por la tardanza.
Invitado- Invitado
Re: Maullando a Paris...
Sonreí al verlo sentarse nuevamente en su sofá, en realidad si no fuera por mi desnudes yo andaría de aquí para allá, no era de quedarme sentada en un solo lugar, mi alma me pedía que me moviera pero que caso había, las preguntas que me hacía algún tiempo también me las había planteado pero creo que nunca me di el tiempo para darme una respuesta para mí, y este parecía ser el momento que por fin tendría respuestas que nunca había formulado antes. Mis dedos juguetones comenzaron a acariciar la tela como si de un pelaje se tratara ciertamente era divertido. Por momentos lo mejor era la compañía…
En realidad aprender, aprender no creo que sea tan así, ya que las primeras transformaciones solo son de noche y duran unas cuantas horas, el cuerpo desgasta mucha energía en cada transformación. Con el paso de los años te vas acostumbrando porque primero es una necesidad de todas las noches ser algo diferente y luego ya no… te acostumbras y lo puedes hacer a cualquier hora del día- no sabía, si lo que había dicho se entendía o no, pero era algo así uno no aprendía hacer cambiaforma porque estaba en nuestra sangre desde el momento que habíamos nacido. – Y si… luego de… un accidente que tuvimos con mis padres… - En ese momento me di cuenta que mi vida era desgracia tras desgracia todo lo que tenía que contar iba ligado a alguna tragedia – un golpe me dejo inconsciente y cuando desperté era ¡un gato! – sonaba fácil y aunque no tenía idea como había sido para mí fue fácil en cierta medida.
Escucharle hablar de verdad era interesante un doctor, que tenía que luchar contra sus instintos de verdad admirable, si aquello pensaba de él, Daniil era mucho más que un simple doctor según los instintos, mis instintos felinos él era bueno una buena persona. Por un segundo pensé que esto que estábamos teniendo era una especia de autoayuda para ambos, a veces era difícil hablar de uno mismo… pero… Di un suspiro y cuando me dijo que le nombrara alguna de mis ventajas una leve sonrisa se posó en mis labios, no sabía por cual empezar y por cual no.
Que siempre en los restaurant nos dan comida, si las sobras pero para alguien de escasos recursos como yo eso es un verdadero manjar – en realidad no sé qué tal sonara aquello para el, pero unca había comido nada malo de aquellos lugares es mas siempre me esperaban con un buen plato de atun, o pescado, mis caprichos no me permitían comer otra cosa que no fuera algo de buena mano. – Que a la mayoría de los niños les simpatizamos y recibimos caricias gratis de varias personas. – levante mis hombros de manera inocente en realidad como amaba ser acariciada. – Y que… puedo saber muuuchas cosas que nadie mas lo sabe… digamos que puedo servir como espía secreto – mi vos sonó así como misteriosa pero simpática a la vez.
Luego de terminar mi gran sonrisa le quede mirando - ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser un vampiro?- mi pregunta ya estaba lanzada.
En realidad aprender, aprender no creo que sea tan así, ya que las primeras transformaciones solo son de noche y duran unas cuantas horas, el cuerpo desgasta mucha energía en cada transformación. Con el paso de los años te vas acostumbrando porque primero es una necesidad de todas las noches ser algo diferente y luego ya no… te acostumbras y lo puedes hacer a cualquier hora del día- no sabía, si lo que había dicho se entendía o no, pero era algo así uno no aprendía hacer cambiaforma porque estaba en nuestra sangre desde el momento que habíamos nacido. – Y si… luego de… un accidente que tuvimos con mis padres… - En ese momento me di cuenta que mi vida era desgracia tras desgracia todo lo que tenía que contar iba ligado a alguna tragedia – un golpe me dejo inconsciente y cuando desperté era ¡un gato! – sonaba fácil y aunque no tenía idea como había sido para mí fue fácil en cierta medida.
Escucharle hablar de verdad era interesante un doctor, que tenía que luchar contra sus instintos de verdad admirable, si aquello pensaba de él, Daniil era mucho más que un simple doctor según los instintos, mis instintos felinos él era bueno una buena persona. Por un segundo pensé que esto que estábamos teniendo era una especia de autoayuda para ambos, a veces era difícil hablar de uno mismo… pero… Di un suspiro y cuando me dijo que le nombrara alguna de mis ventajas una leve sonrisa se posó en mis labios, no sabía por cual empezar y por cual no.
Que siempre en los restaurant nos dan comida, si las sobras pero para alguien de escasos recursos como yo eso es un verdadero manjar – en realidad no sé qué tal sonara aquello para el, pero unca había comido nada malo de aquellos lugares es mas siempre me esperaban con un buen plato de atun, o pescado, mis caprichos no me permitían comer otra cosa que no fuera algo de buena mano. – Que a la mayoría de los niños les simpatizamos y recibimos caricias gratis de varias personas. – levante mis hombros de manera inocente en realidad como amaba ser acariciada. – Y que… puedo saber muuuchas cosas que nadie mas lo sabe… digamos que puedo servir como espía secreto – mi vos sonó así como misteriosa pero simpática a la vez.
Luego de terminar mi gran sonrisa le quede mirando - ¿Qué es lo mejor y lo peor de ser un vampiro?- mi pregunta ya estaba lanzada.
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Re: Maullando a Paris...
Por lo que podía entender no era sencillo ser como ella era, pero sonaba todo fascinante, tal vez nunca alcanzaría a comprenderlo del todo, porque ni ella misma parecía hacerlo, o al menos le era complicado ponerlo en palabras, podía entenderla, a mi me sucedía lo mismo con mi condición, más considerando que tengo que explicar a los vampiros en general y luego hacer las aclaraciones referentes a mi cada vez que me preguntaban, aclarar que yo no seducía mujeres, que no profesaba el estilo de vida que la mayoría de mi estirpe seguían, que no quiero atemorizar, que me aferro a la humanidad, todo eso me era complicado, y supongo que para ella también lo es explicar cómo de un momento a otro pasas de ser una hermosa joven a un gato.
Conforme sus palabras avanzaban mi sonrisa se acentuaba más, tengo 500 años y aún así hay situaciones como esta que aún me sorprenden y fascinan, no erré en haber elegido continuar con esta travesía, aún encuentro personas como la señorita D'Luca que me hacen ver que todo vale la pena, que me enseñan algo nuevo.
-Entonces fue la situación extrema la que la hizo transformarse -dije, era una afirmación aunque mi tono fue de pregunta, no quise ahondar en lo del accidente, era algo personal, supuse y respetaría eso. Pero lo que sobrevino no sólo me hizo sonreír, sino que me arrebató una risa divertida, aunque por lo que decía, su situación económica no era la mejor, quizá cuando venga a ayudarme a poner orden pueda pagarle, no le estaría dando limosna, le estaría pagando por un servicio dado. Alcé ambas cejas cuando dijo "espía", no sabía cómo tomar eso, aunque era claro que podía enterarse de muchas cosas, yo mismo le estaba contando mi vida cuando creí que era un gato ordinario.
La pregunta que me hizo ni yo mismo me la había hecho en la intimidad de mis pensamientos, nunca había sopesado ambos lados de mi inmortalidad. Me quedé en silencio meditando al respecto.
-Empecemos por lo bueno -sonreí... -me ha dado oportunidad de conocer muchas cosas, lugares y personas, de leer, ver, saborear, sentir cosas que en una vida... mortal no sería capaz, mi meta es acumular conocimiento y la vida eterna me da una oportunidad de acercarme a ello, tal vez nunca obtendré todo el conocimiento del mundo, es imposible porque siempre se está generando nuevo, pero tener los años que tengo me ayuda a estar muy cerca de hacerlo -suspiré, eso era, cuando me resigné a mi nuevo yo lo tuve claro, quería saber por el saber, de cualquier tema, de cualquier cosa-, y... -pausé, venía lo malo -y bueno, tiene muchas desventajas, extraño poder salir de día -señalé la ventana cerrada -extraño poder relacionarme de un modo más convencional -lo que quería decir era que extrañaba amar, pero siempre busco como darle la vuelta a ese tema, sabía que no había perdido la capacidad, es sólo que no quiero condenar a una persona a mi maldición-, que la sangre me ponga mal, que tenga que matar para vivir, todo eso... no me gusta -así de llano y simple, odio esa parte, odio la nausea de la culpa trepando por mi garganta cada vez que tomo una vida para poder continuar con mis días que se cancelaban en el calendario sin cesar.
Me quedó callado, sintiéndome el vampiro más estúpido del mundo por sentir todo eso, por no ser frío y calculador como los demás, por ser tan humano. Alcé la mirada, era mi turno de preguntar, el momento ideal para apartar esos pensamientos de mi mente.
-¿Te gusta ser un gato?, estamos claros que tiene sus ventajas, pero... ¿hubieras preferido otro avatar animal para ti? -mi pregunta sonó cándida, conseguí regresar al sendero de la conversación y no quedarme estancado en mi miseria.
Conforme sus palabras avanzaban mi sonrisa se acentuaba más, tengo 500 años y aún así hay situaciones como esta que aún me sorprenden y fascinan, no erré en haber elegido continuar con esta travesía, aún encuentro personas como la señorita D'Luca que me hacen ver que todo vale la pena, que me enseñan algo nuevo.
-Entonces fue la situación extrema la que la hizo transformarse -dije, era una afirmación aunque mi tono fue de pregunta, no quise ahondar en lo del accidente, era algo personal, supuse y respetaría eso. Pero lo que sobrevino no sólo me hizo sonreír, sino que me arrebató una risa divertida, aunque por lo que decía, su situación económica no era la mejor, quizá cuando venga a ayudarme a poner orden pueda pagarle, no le estaría dando limosna, le estaría pagando por un servicio dado. Alcé ambas cejas cuando dijo "espía", no sabía cómo tomar eso, aunque era claro que podía enterarse de muchas cosas, yo mismo le estaba contando mi vida cuando creí que era un gato ordinario.
La pregunta que me hizo ni yo mismo me la había hecho en la intimidad de mis pensamientos, nunca había sopesado ambos lados de mi inmortalidad. Me quedé en silencio meditando al respecto.
-Empecemos por lo bueno -sonreí... -me ha dado oportunidad de conocer muchas cosas, lugares y personas, de leer, ver, saborear, sentir cosas que en una vida... mortal no sería capaz, mi meta es acumular conocimiento y la vida eterna me da una oportunidad de acercarme a ello, tal vez nunca obtendré todo el conocimiento del mundo, es imposible porque siempre se está generando nuevo, pero tener los años que tengo me ayuda a estar muy cerca de hacerlo -suspiré, eso era, cuando me resigné a mi nuevo yo lo tuve claro, quería saber por el saber, de cualquier tema, de cualquier cosa-, y... -pausé, venía lo malo -y bueno, tiene muchas desventajas, extraño poder salir de día -señalé la ventana cerrada -extraño poder relacionarme de un modo más convencional -lo que quería decir era que extrañaba amar, pero siempre busco como darle la vuelta a ese tema, sabía que no había perdido la capacidad, es sólo que no quiero condenar a una persona a mi maldición-, que la sangre me ponga mal, que tenga que matar para vivir, todo eso... no me gusta -así de llano y simple, odio esa parte, odio la nausea de la culpa trepando por mi garganta cada vez que tomo una vida para poder continuar con mis días que se cancelaban en el calendario sin cesar.
Me quedó callado, sintiéndome el vampiro más estúpido del mundo por sentir todo eso, por no ser frío y calculador como los demás, por ser tan humano. Alcé la mirada, era mi turno de preguntar, el momento ideal para apartar esos pensamientos de mi mente.
-¿Te gusta ser un gato?, estamos claros que tiene sus ventajas, pero... ¿hubieras preferido otro avatar animal para ti? -mi pregunta sonó cándida, conseguí regresar al sendero de la conversación y no quedarme estancado en mi miseria.
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Re: Maullando a Paris...
La curiosidad mato al gato, pero que gato mas curioso, aquel en parte era mi lema aunque agradecía que aún me quedaban vidas y una infinidad por cosas nuevas por conocer y experimentar, sonaba raro pero aun no experimentaba todo en este mundo y tan solo me preguntaba que había del vampiro que tenía en frente… su edad no la podía calcular pero de seguro tenía una gran cantidad mas que los míos. Me moví en el asiento que estaba afirmando el cortinaje que me cubría dando lugar para que mis pies, tocaran el cojín que tenía aquel asiento donde yacía mi cuerpo. El juego de preguntas cada vez se intensificaba aun mas y tenía que admitirlo ambos sentíamos ese “querer saber mas”, aun me preguntaba ¿Por qué nunca había conversado con Soren como lo hacía con Daniil? Me mordí la lengua entre mi pensamiento llevando mis manos a mi boca y haciendo una mueca de dolor abrí mis ojos bien grandes cuando el termino de hablar.
¡Ay! ¡ay! Me modi da dengua - dije frunciendo el ceño, mientras mis palabras salían como un infante que aún no podía hablar, escasos segundos pasaron para que el dolor se viera opacado y algo avergonzada me reí de lo que había hecho. Ya el dolor había pasado aunque sentía ese sabor a sangre en mi boca – Creo que ya paso – trague un buen de saliva y tome el vaso para que la leche se mezclara en mi boca dejando otro sabor en la misma cavidad.
No, no… me encanta ser gato… amo a los gatos y si tuviera que convertirme en otra cosa seria ammmm un ¡Tigre! Pero siempre ligados a los felinos – llegue a saltar de mi asiento con la emoción de aquellas palabras, estaba claro todo mi interior amaba ser un felino, ser una mujer, ser un cambiaformas; y por muchas veces que sentí que era ANORMAL ahora con el tiempo ya era lo mejor que me había pasado en la vida. – Daniil, ¿Cuántos años en realidad tienes? Y ¿a qué edad te convirtieron? – dos preguntas, esperaba que no le molestara pero a mi parecer ambas iban de la mano, yo tenía más años de los que aparentaba pero de igual forma envejecería alguna vez…
¡Ay! ¡ay! Me modi da dengua - dije frunciendo el ceño, mientras mis palabras salían como un infante que aún no podía hablar, escasos segundos pasaron para que el dolor se viera opacado y algo avergonzada me reí de lo que había hecho. Ya el dolor había pasado aunque sentía ese sabor a sangre en mi boca – Creo que ya paso – trague un buen de saliva y tome el vaso para que la leche se mezclara en mi boca dejando otro sabor en la misma cavidad.
No, no… me encanta ser gato… amo a los gatos y si tuviera que convertirme en otra cosa seria ammmm un ¡Tigre! Pero siempre ligados a los felinos – llegue a saltar de mi asiento con la emoción de aquellas palabras, estaba claro todo mi interior amaba ser un felino, ser una mujer, ser un cambiaformas; y por muchas veces que sentí que era ANORMAL ahora con el tiempo ya era lo mejor que me había pasado en la vida. – Daniil, ¿Cuántos años en realidad tienes? Y ¿a qué edad te convirtieron? – dos preguntas, esperaba que no le molestara pero a mi parecer ambas iban de la mano, yo tenía más años de los que aparentaba pero de igual forma envejecería alguna vez…
- Spoiler:
- ¡¡Siento la demora!! tengo tantos pj's que he tenido que re-organisarme con las respuestas ._.
A demas mi respuesta quedo horrible ._. prometo que la proxima sera buena
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Re: Maullando a Paris...
Repasando nuestro juego de preguntas me quedé un momento meditabundo, momento que se rompió cuando ella exclamó aquello, primero la miré sobresaltado pero luego aclaró lo que había pasado y una carcajada se me escapó, era como si la señorita D’Luca tuviera una capacidad nata por romper los momentos tensos o incómodos y esa era una habilidad valiosa, estuve a punto de preguntar si estaba bien pero ella sola lo confirmó y lo que fuera una risa ahora se convertía en una sonrisa sobre mi rostro.
Pensé en su respuesta, bueno, al menos le gustaba lo que era y se identificaba con los gatos, me pregunté si sería gracias al tiempo que había vivido bajo su condición o si era un amor que le venía de antes, como fuera era una suerte para ella poder convertirse en eso que le gustaba; muy contrario a mí, que aunque no renegaba de lo que era, si tuviera que elegir no elegiría un vampiro… reí mentalmente ante la cantidad de disparates que estaba diciendo y me concentré en mi acompañante.
-Tengo… 500, 500 años –dije en medio de un suspiro, saberlo era una cosa, decirlo lo ponía en perspectiva, 5 siglos, medio milenio, era bastante aunque conocía a vampiros más viejos, mi propio mejor amigo me doblaba la edad y un poco más, sin embargo eso no quitaba el hecho que era una cantidad de años considerable, ¿y qué había hecho?, no había ni conseguido la mitad de mis propósitos, tal vez tenía las expectativas muy altas y ahí radicaba mi fracaso-, y tenía 40 cuando me transformaron –eso me hizo transportarme a esa época, entonces y ahora, mi destino era ser un perdedor, un perdedor con corazón de oro me atrevería a decir, en aquel entonces un hombre de mi edad, soltero y relativamente apuesto (me lo han dicho, yo no me considero tal cosa) era motivo de sospechas, si tan sólo hubiera podido ir casa por casa a explicarles el por qué de mi soltería, pero era ridículo, para el mundo era un pobre diablo, posiblemente condenado al infierno, y para mi mismo un remedo de ser humano, no era bonito ser yo en ese entonces-, ¿de cuántos me veo? –bromeé, estoy seguro que los 40 los aparento, tal vez más por mi semblante que a ratos se cansa, pero los 500… no estoy seguro, peco de ingenuidad y bondad, cosas que los años debieron arrancarme ya y no lo habían conseguido aún, quizá era algo bueno, quizá no.
Todo eso me hizo reflexionar sobre ella, lucía joven pero era difícil darle una edad exacta, sería como los licántropos que envejecen de forma más lenta, a saber.
-¿Qué edad tienes tú? –pregunté impulsado por curiosidad pura y luego me arrepentí-, sé que las mujeres guardan celosamente ese dato, pero… me gustaría saber –sonreí con aire cándido y a la vez travieso, había cometido esa imprudencia pero ya estaba hecho, sólo quedaba esperar su reacción, además que la señorita D’Luca no lucía vana como para ocultar su edad y en todo caso no tendría motivos porque la edad que tuviera, era hermosa y eso no se podía negar.
Pensé en su respuesta, bueno, al menos le gustaba lo que era y se identificaba con los gatos, me pregunté si sería gracias al tiempo que había vivido bajo su condición o si era un amor que le venía de antes, como fuera era una suerte para ella poder convertirse en eso que le gustaba; muy contrario a mí, que aunque no renegaba de lo que era, si tuviera que elegir no elegiría un vampiro… reí mentalmente ante la cantidad de disparates que estaba diciendo y me concentré en mi acompañante.
-Tengo… 500, 500 años –dije en medio de un suspiro, saberlo era una cosa, decirlo lo ponía en perspectiva, 5 siglos, medio milenio, era bastante aunque conocía a vampiros más viejos, mi propio mejor amigo me doblaba la edad y un poco más, sin embargo eso no quitaba el hecho que era una cantidad de años considerable, ¿y qué había hecho?, no había ni conseguido la mitad de mis propósitos, tal vez tenía las expectativas muy altas y ahí radicaba mi fracaso-, y tenía 40 cuando me transformaron –eso me hizo transportarme a esa época, entonces y ahora, mi destino era ser un perdedor, un perdedor con corazón de oro me atrevería a decir, en aquel entonces un hombre de mi edad, soltero y relativamente apuesto (me lo han dicho, yo no me considero tal cosa) era motivo de sospechas, si tan sólo hubiera podido ir casa por casa a explicarles el por qué de mi soltería, pero era ridículo, para el mundo era un pobre diablo, posiblemente condenado al infierno, y para mi mismo un remedo de ser humano, no era bonito ser yo en ese entonces-, ¿de cuántos me veo? –bromeé, estoy seguro que los 40 los aparento, tal vez más por mi semblante que a ratos se cansa, pero los 500… no estoy seguro, peco de ingenuidad y bondad, cosas que los años debieron arrancarme ya y no lo habían conseguido aún, quizá era algo bueno, quizá no.
Todo eso me hizo reflexionar sobre ella, lucía joven pero era difícil darle una edad exacta, sería como los licántropos que envejecen de forma más lenta, a saber.
-¿Qué edad tienes tú? –pregunté impulsado por curiosidad pura y luego me arrepentí-, sé que las mujeres guardan celosamente ese dato, pero… me gustaría saber –sonreí con aire cándido y a la vez travieso, había cometido esa imprudencia pero ya estaba hecho, sólo quedaba esperar su reacción, además que la señorita D’Luca no lucía vana como para ocultar su edad y en todo caso no tendría motivos porque la edad que tuviera, era hermosa y eso no se podía negar.
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Re: Maullando a Paris...
Aun seguía con la lengua resentida, más las cosas seguían su curso natural, todo fluía como tenía que ser, nuestro juego de preguntas cada vez se hacía más interesante a decir verdad más de lo que en un principio pude creer cuarenta años, aquello me había tomado por sorpresa, con esa edad cualquiera tenía una vida ya armada, con 40 años… ese número daba vueltas en mi cabeza yo tenía casi esa edad…
Alce la mirada y fije mis ojos en él, entrecerré los mismos e hice una mueca – mmm yo diría que tienes unos treinta y tantos en verdad te conservas bastante bien – levante mis cejas mirándolo de arriba hacia abajo, claro era cierto solo esperaba que no mal interpretara mis palabras, le sonreí y volví a jugar con la tela que tenía entre mis manos y me quede pensando en mis treinta y nueve años el tiempo había pasado muy rápido, desde el accidente hasta ahora todo pareció volar, el cuidado de la gitana, crecer y aprender a vivir con estas transformaciones, los dolores que había sentido las primeras veces, las batallas que había tenido, los desgarros y los momento en que la muerte casi me ha llevado con su manto. He recorrido gran parte de Europa, con un solo fin que ahora ultimo había dejado de lado… encontrar mi historia… mi verdad…
Bueno… mi edad, de verdad que a mi no me importa decirla tengo treinta y nueve años casi lo mismo que tu – bromee con una sonrisa pequeña en mis labios – Pero normalmente digo que tengo veintitrés años – di un suspiro levantando mis hombros - ¿crees que me veo muy de edad? – abrí mis ojos bien abiertos y luego – no, no esa no es una pregunta del juego… - le mostré mis dientes en una sonrisa, así como mostrando el error que había cometido. - ¿te has enamorado? – si aquella sique era mi pregunta con quinientos años lo más probable que haya experimentado aquel sentimiento. O tal vez no, como vivía bajo esa oscuridad, las sombras de la noche… y si… por amor era vampiro, las preguntas comenzaron a rebosar mi mente y no podía prever que caras tenía porque entre pensamiento y pensamiento me llegaba a sorprender sola.
Sin siquiera pedir permiso me levante de mi lugar y serví mas leche, necesitaba calmar mi interior que parecía rugir por aquella toneladas de pensamientos que había traído tras aquella simple pregunta, ¿acaso era simple? Negué a mi pensar claro que no… se trataba de amor… el sentimiento más complejo del mundo.
Alce la mirada y fije mis ojos en él, entrecerré los mismos e hice una mueca – mmm yo diría que tienes unos treinta y tantos en verdad te conservas bastante bien – levante mis cejas mirándolo de arriba hacia abajo, claro era cierto solo esperaba que no mal interpretara mis palabras, le sonreí y volví a jugar con la tela que tenía entre mis manos y me quede pensando en mis treinta y nueve años el tiempo había pasado muy rápido, desde el accidente hasta ahora todo pareció volar, el cuidado de la gitana, crecer y aprender a vivir con estas transformaciones, los dolores que había sentido las primeras veces, las batallas que había tenido, los desgarros y los momento en que la muerte casi me ha llevado con su manto. He recorrido gran parte de Europa, con un solo fin que ahora ultimo había dejado de lado… encontrar mi historia… mi verdad…
Bueno… mi edad, de verdad que a mi no me importa decirla tengo treinta y nueve años casi lo mismo que tu – bromee con una sonrisa pequeña en mis labios – Pero normalmente digo que tengo veintitrés años – di un suspiro levantando mis hombros - ¿crees que me veo muy de edad? – abrí mis ojos bien abiertos y luego – no, no esa no es una pregunta del juego… - le mostré mis dientes en una sonrisa, así como mostrando el error que había cometido. - ¿te has enamorado? – si aquella sique era mi pregunta con quinientos años lo más probable que haya experimentado aquel sentimiento. O tal vez no, como vivía bajo esa oscuridad, las sombras de la noche… y si… por amor era vampiro, las preguntas comenzaron a rebosar mi mente y no podía prever que caras tenía porque entre pensamiento y pensamiento me llegaba a sorprender sola.
Sin siquiera pedir permiso me levante de mi lugar y serví mas leche, necesitaba calmar mi interior que parecía rugir por aquella toneladas de pensamientos que había traído tras aquella simple pregunta, ¿acaso era simple? Negué a mi pensar claro que no… se trataba de amor… el sentimiento más complejo del mundo.
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Re: Maullando a Paris...
Solté una risa cuando me dijo que me veía bien, incluso me había dicho que de un poco menos, la mayoría de las veces me siento de más, más de los 40 y más de los 500, no por poseer demasiada sabiduría, porque no la tengo, sino por lo cansado que a veces me resulta todo, el deseo de dejar de vagar por el mundo, la tristeza que me ataca sin piedad, pero al menos, a ojos de esta joven me veo bien y es de esas pequeñas cosas que me hacen querer seguir en sinsentido de mi existencia.
La miré incrédulo cuando me dijo su edad, ella sí que aparentaba menos, me quedé observándola unos momentos tratando de asimilar lo que me había dicho, era similar a lo que pasaba con los licántropos entonces.
-Vaya, eso sí que no me lo esperaba –sonreí y boqueé un par de veces sin decir nada-, sí, 23 es lo que aparentas –finalmente las palabras salieron de mi boca, admitiendo lo evidente, debía ser toda una ventaja comer años de ese modo y conservar la juventud por tanto tiempo, más para alguien como la señorita D’Luca que era hermosa de una manera obvia.
La siguiente pregunta me tomó desprevenido, me quedé en esa especie de mini shock por unos momentos mientras la observaba ponerse de pie y servirse más leche, ¿por qué tenía leche yo en todo caso?, pues para ocasiones como esta me respondí a mí mismo.
-Esa es una pregunta difícil… -dije tratando de prolongar el momento de responder-, y la respuesta puede ser muy tramposa –los ingleses tenían una palabra para esto: tricky. Suspiré, supuse que no había más opción que responder, ese era el trato-, sí, lo estuve –finalmente dije –cuando era mortal, estoy seguro que lo estuve –en dos ocasiones pero no ahondé en eso-, siendo vampiro no lo sé, he sentido atracción por más de una mujer a lo largo de los siglos, pero etiquetarlo de amor… -hice un ademan con las manos indicando que era complicado saberlo –no lo sé –repetí, esa era la verdad, no lo sabía, no podía darle una certeza, reí taimado –es algo que me he impuesto con los años, algo a lo que renuncié cuando dejé también mis días de mortal, a lo mejor estoy mal y soy muy severo conmigo mismo –me encogí de hombros, quizá por eso no había podido volver a amar como se debe, porque yo mismo me lo impedía, pero así debía ser, así tenía que ser.
-¿Y tú?, siendo tan joven y hermosa no dudo que tengas éxito en ese terreno –le dije, aunque lo de joven era relativo ahora que sabía su edad, y la experiencia me había enseñado que ser joven y hermoso no es la clave del triunfo en ese menester, pero una parte de mi quería creer que la señorita D’Luca era más afortunada que yo en ese ámbito.
La miré incrédulo cuando me dijo su edad, ella sí que aparentaba menos, me quedé observándola unos momentos tratando de asimilar lo que me había dicho, era similar a lo que pasaba con los licántropos entonces.
-Vaya, eso sí que no me lo esperaba –sonreí y boqueé un par de veces sin decir nada-, sí, 23 es lo que aparentas –finalmente las palabras salieron de mi boca, admitiendo lo evidente, debía ser toda una ventaja comer años de ese modo y conservar la juventud por tanto tiempo, más para alguien como la señorita D’Luca que era hermosa de una manera obvia.
La siguiente pregunta me tomó desprevenido, me quedé en esa especie de mini shock por unos momentos mientras la observaba ponerse de pie y servirse más leche, ¿por qué tenía leche yo en todo caso?, pues para ocasiones como esta me respondí a mí mismo.
-Esa es una pregunta difícil… -dije tratando de prolongar el momento de responder-, y la respuesta puede ser muy tramposa –los ingleses tenían una palabra para esto: tricky. Suspiré, supuse que no había más opción que responder, ese era el trato-, sí, lo estuve –finalmente dije –cuando era mortal, estoy seguro que lo estuve –en dos ocasiones pero no ahondé en eso-, siendo vampiro no lo sé, he sentido atracción por más de una mujer a lo largo de los siglos, pero etiquetarlo de amor… -hice un ademan con las manos indicando que era complicado saberlo –no lo sé –repetí, esa era la verdad, no lo sabía, no podía darle una certeza, reí taimado –es algo que me he impuesto con los años, algo a lo que renuncié cuando dejé también mis días de mortal, a lo mejor estoy mal y soy muy severo conmigo mismo –me encogí de hombros, quizá por eso no había podido volver a amar como se debe, porque yo mismo me lo impedía, pero así debía ser, así tenía que ser.
-¿Y tú?, siendo tan joven y hermosa no dudo que tengas éxito en ese terreno –le dije, aunque lo de joven era relativo ahora que sabía su edad, y la experiencia me había enseñado que ser joven y hermoso no es la clave del triunfo en ese menester, pero una parte de mi quería creer que la señorita D’Luca era más afortunada que yo en ese ámbito.
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Re: Maullando a Paris...
Mi edad, no era algo que precisamente me gustara decir ya que nunca me creían, claro decir tengo 39 años luego me miraban y se largaban a reir pero el era diferente ya que solo había que ver que si que era un tipo extraño, primero es un vampiro, segundo es un médico, tercero alimenta a gatos de la calle { si me considero de la calle} cuarto me acepto a mi y quinto… todo eso y mucho más, quise largarme a reír en ese mismo momento pero no lo hice ya que mi siguiente pregunta al parecer si era difícil de responder, pero era tan solo amor. Di un suspiro y centre toda mi concentración en las palabras que decía Daniil.
¿Cómo alguien podía renunciar al amor? Aquello no cabía en mi cabeza por el hecho de que todos sentían amor era como lo había escuchado un sentimiento universal no se podía vivir sin amor, aunque el amor no te alimentaba, ni te daba dinero, ni… me quede pensando en aquello, y quise largarme a reír ante todo lo que estaba pensando realmente era una estupidez, me quede en silencio, nada mas escuchando e intentar pensar en una respuesta. – La pregunta es más interesante cuando no se sabe la respuesta…. La respuesta como tu lo dijiste es una verdadera trampa, pero uno ve si cae o no en ella. – trague un poco de saliva y acomode mis cabellos detrás de la oreja, no tenía una respuesta clara y tampoco quería dar una muy simple.
El amor y yo… nunca alguien había revolucionado mi interior como lo hizo un hombre hace escasos días atrás, no puedo decir si es amor o no… por que no se lo que es, soy caprichosa, me gustan todos pero no quiero a ninguno… enamorarme no está en mi lista de prioridades. – quede en silencio y me lleve el dedo índice a la frente dándome pequeños golpecitos – he tenido suerte con los hombres, aun nadie me ha roto el corazón… pero creo que el hombre que conocí… podría decir que me gusta, que me encanta… que me hace sentir en el cielo tan solo con su mirada – la emoción en mis palabras era clara, y hasta me sorprendí al sentir como mi corazón se aceleraba cada vez que decía o pensaba en el… en el desconocido que le había llamado pasión.
Me sumergí en mis pensamientos a medida que recordaba aquella noche de lluvia, suspire y sentí como regresaba aquella habitación llena de libros, con el vampiro ahí mirándome y yo cubierta con la tela de la cortina, sentí el calor típico de cuando uno se sonroja y no pude evitarlo, desvié la vista algo avergonzada y luego de tranquilizarme logre hablar - ¿Te hubiera gustado tener hijos? – sinceramente tenía que salir de mi vergüenza y aquella pregunta tan solo salió de mis labios, no la había pensado ni menos medí la magnitud de la misma, quizás me estaba ahogando en un vaso de agua o tal vez no…
¿Cómo alguien podía renunciar al amor? Aquello no cabía en mi cabeza por el hecho de que todos sentían amor era como lo había escuchado un sentimiento universal no se podía vivir sin amor, aunque el amor no te alimentaba, ni te daba dinero, ni… me quede pensando en aquello, y quise largarme a reír ante todo lo que estaba pensando realmente era una estupidez, me quede en silencio, nada mas escuchando e intentar pensar en una respuesta. – La pregunta es más interesante cuando no se sabe la respuesta…. La respuesta como tu lo dijiste es una verdadera trampa, pero uno ve si cae o no en ella. – trague un poco de saliva y acomode mis cabellos detrás de la oreja, no tenía una respuesta clara y tampoco quería dar una muy simple.
El amor y yo… nunca alguien había revolucionado mi interior como lo hizo un hombre hace escasos días atrás, no puedo decir si es amor o no… por que no se lo que es, soy caprichosa, me gustan todos pero no quiero a ninguno… enamorarme no está en mi lista de prioridades. – quede en silencio y me lleve el dedo índice a la frente dándome pequeños golpecitos – he tenido suerte con los hombres, aun nadie me ha roto el corazón… pero creo que el hombre que conocí… podría decir que me gusta, que me encanta… que me hace sentir en el cielo tan solo con su mirada – la emoción en mis palabras era clara, y hasta me sorprendí al sentir como mi corazón se aceleraba cada vez que decía o pensaba en el… en el desconocido que le había llamado pasión.
Me sumergí en mis pensamientos a medida que recordaba aquella noche de lluvia, suspire y sentí como regresaba aquella habitación llena de libros, con el vampiro ahí mirándome y yo cubierta con la tela de la cortina, sentí el calor típico de cuando uno se sonroja y no pude evitarlo, desvié la vista algo avergonzada y luego de tranquilizarme logre hablar - ¿Te hubiera gustado tener hijos? – sinceramente tenía que salir de mi vergüenza y aquella pregunta tan solo salió de mis labios, no la había pensado ni menos medí la magnitud de la misma, quizás me estaba ahogando en un vaso de agua o tal vez no…
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Re: Maullando a Paris...
Me quedé meditando en lo que le había dicho y a la espera de una respuesta, miré un punto en el suelo y luego alcé la mirada cuando ella comenzó a hablar, sonreí de lado cuando ella contestó con tanta convicción, alcé el índice y lo sacudí en el aire.
-Eso es muy cierto –apunté tratando de grabarme sus palabras para usarlas como enseñanza posterior. Soy de la idea que cualquier persona, no importando su estatus social o raza en este caso, puede enseñarte algo valioso, he aquí la muestra más irrefutable de ello. Ella continuó hablado y coloqué ambos brazos en los costados de la silla, descansándolos a modo que luciera como un rey en su trono, claro que yo no era un rey y esta sencilla silla no era un trono.
Alcé ambas cejas divertido al escucharla, me gustaba saber que la gente joven aún encontraba hora para amar y ser feliz, era mi consuelo al haber yo renunciado a tales regalos de la vida. Otra cosa que me produjo alegría fue saber que nunca había sufrido las hieles de un corazón roto, materia en la que yo era experto.
-Ha corrido con suerte –le dije, era como una felicitación por tal logro –y que no esté en sus prioridades espero que no signifique que se cierra a la posibilidad –era extraño que yo le dijera y recomendara eso, cuando unos minutos antes yo había aceptado que prefería ya no amar, en parte por lo que soy, y en un sentido más egoísta, para ya no volver a padecer el calvario de un corazón apaleado-. Y este hombre… -sonreí curioso como un niño al que se le ha dado una llave maestra para abrir todas las puertas de un palacio -¿le corresponde? –me gustaba visualizarla al lado de un gallardo caballero capaz de hacerla feliz, era una imagen hermosa, algo que sentía yo ella merecía más que nadie, tenía pocas horas de conocerla pero había demostrado ser poseedora de un corazón valioso.
Definitivamente me estaba haciendo muchas preguntas que nunca nadie me había formulado, ni yo mismo, y era interesante darles respuesta por más acre que fuera su sabor.
-No te voy a mentir… -pausé y suspiré –estaba en mis planes –asentí –estuve comprometido un par de veces y por supuesto que me veía al lado de esa persona con hijos de por medio –una imagen ideal, una estampa de postal, pero quién era yo para decidir que así habría de ser, bien dicen que si quieres hacer reír a Dios le cuentes tus planes-, siempre quise una niña –acepté luego, era algo que nunca le había dicho a nadie, pero que ahora no importaba, porque era sólo una idealización frágil y sólo eso-. ¿Y tú? –traté de salir avante -¿te ves con hijos?, ¿esta condición tuya se hereda? –eran dos preguntas, lo sabía, pero esperaba que la señorita D’Luca no lo tomara a mal.
-Eso es muy cierto –apunté tratando de grabarme sus palabras para usarlas como enseñanza posterior. Soy de la idea que cualquier persona, no importando su estatus social o raza en este caso, puede enseñarte algo valioso, he aquí la muestra más irrefutable de ello. Ella continuó hablado y coloqué ambos brazos en los costados de la silla, descansándolos a modo que luciera como un rey en su trono, claro que yo no era un rey y esta sencilla silla no era un trono.
Alcé ambas cejas divertido al escucharla, me gustaba saber que la gente joven aún encontraba hora para amar y ser feliz, era mi consuelo al haber yo renunciado a tales regalos de la vida. Otra cosa que me produjo alegría fue saber que nunca había sufrido las hieles de un corazón roto, materia en la que yo era experto.
-Ha corrido con suerte –le dije, era como una felicitación por tal logro –y que no esté en sus prioridades espero que no signifique que se cierra a la posibilidad –era extraño que yo le dijera y recomendara eso, cuando unos minutos antes yo había aceptado que prefería ya no amar, en parte por lo que soy, y en un sentido más egoísta, para ya no volver a padecer el calvario de un corazón apaleado-. Y este hombre… -sonreí curioso como un niño al que se le ha dado una llave maestra para abrir todas las puertas de un palacio -¿le corresponde? –me gustaba visualizarla al lado de un gallardo caballero capaz de hacerla feliz, era una imagen hermosa, algo que sentía yo ella merecía más que nadie, tenía pocas horas de conocerla pero había demostrado ser poseedora de un corazón valioso.
Definitivamente me estaba haciendo muchas preguntas que nunca nadie me había formulado, ni yo mismo, y era interesante darles respuesta por más acre que fuera su sabor.
-No te voy a mentir… -pausé y suspiré –estaba en mis planes –asentí –estuve comprometido un par de veces y por supuesto que me veía al lado de esa persona con hijos de por medio –una imagen ideal, una estampa de postal, pero quién era yo para decidir que así habría de ser, bien dicen que si quieres hacer reír a Dios le cuentes tus planes-, siempre quise una niña –acepté luego, era algo que nunca le había dicho a nadie, pero que ahora no importaba, porque era sólo una idealización frágil y sólo eso-. ¿Y tú? –traté de salir avante -¿te ves con hijos?, ¿esta condición tuya se hereda? –eran dos preguntas, lo sabía, pero esperaba que la señorita D’Luca no lo tomara a mal.
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Re: Maullando a Paris...
Poco sabia de amor, mis años solo se pasaban de ser ayudante de cocineros tratando de juntar las monedas para poder pagarme un piso y para tener que comer, sinceramente no creí a en el amor, porque nunca lo he vivido pero, algo recordaba cada noche antes de dormir, el amor que se tenían mis padrastros ellos se amaban y me demostraban día a día que aquel amor era para los tres, si éramos una familia feliz aun ahora sabiendo que ellos me escondieron aquel secreto no me importaba sentía la gracia que una vez alguien me amo más que su vida misma. Trague saliva cuando le vi tan emocionado por mi respuesta, aquello causo satisfacción para mí misma. No estaba en mis planes sufrir por amor, pero el destino de una persona con mi estatus social era tan incierto que muchas cosas podrían ocurrir en tan solo un día. Ya tenía que ver cómo había comenzado este mismo, llorando por que no tenía que comer y luego una ventana se abrió en la que encontré no solo un buen desayuno si no alguien con quien poder compartir, y así apaciguar una soledad que me había autoimpuesto… -¿ Corresponderme? – di un suspiro y cerré mis ojos – creo que ahí aun un pequeño problema – sentí como mi rostro cambiaba de una sonrisa a quedar casi en la tristeza por el recuerdo abrí los ojos y pronuncie como si saber aquello me doliera de verdad – El hombre en cuestión es Rey… y yo… bueno yo soy esto – dije tragando saliva poniendo aquella barrera en mi corazón para que no doliera el hecho de que yo no tenía nada más que una vida por la cual luchar diariamente.
Deje pasar los segundos como si se escaparan de mí en ese momento y seguí escuchando lo que decía aquel vampiro que tanto me ayudaba a liberar lo que en realidad había en mi interior, pensándolo bien nunca me había sentado con alguien así a conversar, a seguir un juego de preguntas que ayudaban a liberar lo que uno tenía dentro sin siquiera darse cuenta – Tu, tienes cara de que pudiste ser un buen padre – no sabía más de él que lo que habíamos conversado, pero sinceramente su rostro, actitud y trato me ayudaban a relajar mi cuerpo y mi alma.
¿Dos preguntas? – sonreí de lado y me puse a pensar en la primera – Creo que un hijo es una gran responsabilidad, no tengo los medios ahora para cuidar de uno, si apenas me puedo cuidar sola – alce los hombros como una niña ingenua – pero si me gustaría tener un niño y una niña – sonreí si, tener dos para hacerme compañía el tiempo que ellos quisieses estar junto a mí. – Tengo que admitir que no sé si se hereda ciertamente, no conozco a mis padres biológicos, no podría decir si por mi parte. Pero he conocido a otros cambia formas y al parecer si se hereda. – dije como respuesta.
¿Cómo hubieras llamado a tu hija?- pregunte mientras mi mente seguía buscando ciertos puntos en mi vida - ¿te has vuelto a enamorar ahora ultimo? – y ahí seguía con aquel tema del amor, pero quería saber aquel tenía muchos años vividos y muchos más por vivir, tener una pareja para su soledad no sería tan malo, pensé.
Deje pasar los segundos como si se escaparan de mí en ese momento y seguí escuchando lo que decía aquel vampiro que tanto me ayudaba a liberar lo que en realidad había en mi interior, pensándolo bien nunca me había sentado con alguien así a conversar, a seguir un juego de preguntas que ayudaban a liberar lo que uno tenía dentro sin siquiera darse cuenta – Tu, tienes cara de que pudiste ser un buen padre – no sabía más de él que lo que habíamos conversado, pero sinceramente su rostro, actitud y trato me ayudaban a relajar mi cuerpo y mi alma.
¿Dos preguntas? – sonreí de lado y me puse a pensar en la primera – Creo que un hijo es una gran responsabilidad, no tengo los medios ahora para cuidar de uno, si apenas me puedo cuidar sola – alce los hombros como una niña ingenua – pero si me gustaría tener un niño y una niña – sonreí si, tener dos para hacerme compañía el tiempo que ellos quisieses estar junto a mí. – Tengo que admitir que no sé si se hereda ciertamente, no conozco a mis padres biológicos, no podría decir si por mi parte. Pero he conocido a otros cambia formas y al parecer si se hereda. – dije como respuesta.
¿Cómo hubieras llamado a tu hija?- pregunte mientras mi mente seguía buscando ciertos puntos en mi vida - ¿te has vuelto a enamorar ahora ultimo? – y ahí seguía con aquel tema del amor, pero quería saber aquel tenía muchos años vividos y muchos más por vivir, tener una pareja para su soledad no sería tan malo, pensé.
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Re: Maullando a Paris...
Vi su rostro cambiar de la alegría a un gesto triste en unos segundos, me pregunté si era algo que yo había dicho o un recuerdo que de pronto la había atacado, de cualquier forma era el riesgo que ambos estábamos tomando al tener esta conversación. Me había puesto a pensar, a reflexionar, a detenerme en momentos y lugares donde raramente me ponía a observar los detalles, no dudaba que yo estuviera provocando en ella algo similar. A veces no es grato recorrer esos sitios dentro de la historia personal, que por algo son los más desolados y raramente revisados, pero de vez en cuando, como este día, es bueno recapitular, contestarse preguntas que de no ser porque otra persona te las formula, jamás hubieras intentado buscarles una respuesta.
Alcé ambas cejas, mis dos grandes cejas que son el trauma de mi vida, al escucharla decir que aquel afortunado receptor de su cariño era un rey. ¿Un rey?, sí, había escuchado bien, en un acto reflejo me puse de pie y me acerqué, me agaché frente a ella y le sonreí.
-¿Esto? –dije con ironía refiriéndome a cómo se había llamado a sí misma-, yo veo a una hermosa e interesante mujer –sonreí con gentileza –no sé los detalles, y no te los pediré, pero tengo la firme creencia que el amor gana más batallas que la espada –porque si estaba dispuesta a luchar por ese amor insipiente, debía estar preparada para la guerra. Me puse de pie pero no me moví, llevé ambas manos a las bolsas de mis pantalones, llevaba las mangas remangadas causa de los arreglos que estaba haciendo cuando la encontré de equilibrista por los tejados, mi imagen me hizo pensar en un contador.
Reí con sinceridad y me imaginé fugazmente cómo hubiera sido mi vida si… si no hubiera tomado este camino, si no me hubieran roto el corazón y me hubiera casado como era mi plan. Viviendo a orillas del Vóljov, en una casa pequeña pero suficiente, con Anya a mi lado, con una hija como hace tan sólo unos minutos había admitido que me hubiera gustado tener, y un enorme perro de ojos azules que nos cuidara a todos. Suspiré, una imagen que sin duda se veía deslavada con el tiempo, en tono sepia, con los rostros borrosos y más como una ensoñación que como algo que pudo ser en verdad.
Asentí cuando respondió mis preguntas y la miré con especial interés cuando aceptó querer tener dos hijos, pero saber que ahora no era el momento de tenerlos.
-¿Has pensado cómo te gustaría llamarlos? –pregunté curioso, qué clase de nombre les pondría.
Luego me removí en mi lugar, sin alejarme observando un punto aleatorio en ese lugar donde pronto instalaría un consultorio para ayudar al escalón más vulnerable de la escalera de la sociedad, pero mis ojos regresaron a ella cuando me preguntó eso, precisamente eso.
-Sofiya –respondí en automático, sin pensarlo dos veces, como si esa respuesta hubiera estado esperando que le abrieran la puerta para salir corriendo y yo ni siquiera me había dado cuenta, sonreí con melancolía recordando a aquella que portaba ese nombre: mi hermana-. Es la versión rusa de tu nombre –sonreí sacudiendo un poco la tristeza, dándome cuenta de aquella coincidencia.
Luego suspiré y reí. El amor era un concepto completamente abstracto para mí, un lugar al que no quería ir, un momento que no quería revivir. Negué con la cabeza.
-No lo sé –dije y aunque quería responder con un contundente “no”, no podía mentirle, la verdad era que no lo sabía-, pasé años en completa soledad negándome a la posibilidad, pero a penas pisé París fue como si todo hubiera confabulado a mis espaldas –reí otra vez de las tonterías que estaba diciendo –he conocido mucha gente en esta ciudad en un periodo relativamente corto y desde luego, las calles tramposas me hicieron toparme con alguien pero… -un suspiro otra vez –no estoy seguro de tener oportunidad de verla otra vez –me encogí de hombros pensando en la torre solitaria de Saint Denis, y esa noche en que le enseñé la ubicación de las estrellas y Venus. Seguramente mi expresión era de adolescente enamoradizo, torpe y primerizo, añorando ver a la chica de sus sueños, pero no era más que un viejo vampiro sin esperanza y con la fe demacrada.
Alcé ambas cejas, mis dos grandes cejas que son el trauma de mi vida, al escucharla decir que aquel afortunado receptor de su cariño era un rey. ¿Un rey?, sí, había escuchado bien, en un acto reflejo me puse de pie y me acerqué, me agaché frente a ella y le sonreí.
-¿Esto? –dije con ironía refiriéndome a cómo se había llamado a sí misma-, yo veo a una hermosa e interesante mujer –sonreí con gentileza –no sé los detalles, y no te los pediré, pero tengo la firme creencia que el amor gana más batallas que la espada –porque si estaba dispuesta a luchar por ese amor insipiente, debía estar preparada para la guerra. Me puse de pie pero no me moví, llevé ambas manos a las bolsas de mis pantalones, llevaba las mangas remangadas causa de los arreglos que estaba haciendo cuando la encontré de equilibrista por los tejados, mi imagen me hizo pensar en un contador.
Reí con sinceridad y me imaginé fugazmente cómo hubiera sido mi vida si… si no hubiera tomado este camino, si no me hubieran roto el corazón y me hubiera casado como era mi plan. Viviendo a orillas del Vóljov, en una casa pequeña pero suficiente, con Anya a mi lado, con una hija como hace tan sólo unos minutos había admitido que me hubiera gustado tener, y un enorme perro de ojos azules que nos cuidara a todos. Suspiré, una imagen que sin duda se veía deslavada con el tiempo, en tono sepia, con los rostros borrosos y más como una ensoñación que como algo que pudo ser en verdad.
Asentí cuando respondió mis preguntas y la miré con especial interés cuando aceptó querer tener dos hijos, pero saber que ahora no era el momento de tenerlos.
-¿Has pensado cómo te gustaría llamarlos? –pregunté curioso, qué clase de nombre les pondría.
Luego me removí en mi lugar, sin alejarme observando un punto aleatorio en ese lugar donde pronto instalaría un consultorio para ayudar al escalón más vulnerable de la escalera de la sociedad, pero mis ojos regresaron a ella cuando me preguntó eso, precisamente eso.
-Sofiya –respondí en automático, sin pensarlo dos veces, como si esa respuesta hubiera estado esperando que le abrieran la puerta para salir corriendo y yo ni siquiera me había dado cuenta, sonreí con melancolía recordando a aquella que portaba ese nombre: mi hermana-. Es la versión rusa de tu nombre –sonreí sacudiendo un poco la tristeza, dándome cuenta de aquella coincidencia.
Luego suspiré y reí. El amor era un concepto completamente abstracto para mí, un lugar al que no quería ir, un momento que no quería revivir. Negué con la cabeza.
-No lo sé –dije y aunque quería responder con un contundente “no”, no podía mentirle, la verdad era que no lo sabía-, pasé años en completa soledad negándome a la posibilidad, pero a penas pisé París fue como si todo hubiera confabulado a mis espaldas –reí otra vez de las tonterías que estaba diciendo –he conocido mucha gente en esta ciudad en un periodo relativamente corto y desde luego, las calles tramposas me hicieron toparme con alguien pero… -un suspiro otra vez –no estoy seguro de tener oportunidad de verla otra vez –me encogí de hombros pensando en la torre solitaria de Saint Denis, y esa noche en que le enseñé la ubicación de las estrellas y Venus. Seguramente mi expresión era de adolescente enamoradizo, torpe y primerizo, añorando ver a la chica de sus sueños, pero no era más que un viejo vampiro sin esperanza y con la fe demacrada.
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Re: Maullando a Paris...
A veces pensaba que mis emociones iban en una montaña rusa, podía pasar de un estado a otro con bastante facilidad, si me ponía a pensar seriamente en todo aquello, al final encontraría una respuesta, la tenía pero no quería darla; habían cosas, acciones que me estaban afectando más de la cuenta… Este juego de ingenuidad que estábamos teniendo cavaba un profundo hoyo en mis recuerdos y al parecer en los del Doctor también. Pero algo bueno había, por cada respuesta que dábamos de alguna forma ambos nos quitábamos un peso de encima, ¿o no? Le quede mirando con cierta curiosidad ante las palabras que el pronunciaba.
Esto, si esto era yo, una mujer que no tenía donde caerse muerta, que cada día trabajaba para salir adelante pero, al final de todo, nunca llegaría a la altura de él, en donde se ha visto que un rey ande con una, ¿plebeya? Sonreí desviando mis ojos a cualquier lado de aquel lugar, trague saliva e intente ponerme seria, pensar en mi próximo encuentro… en lo que le diría, y que no. Zarek, aquel me estaba quitando el sueño…
Mientras pensaba en su pregunta mi piel se erizo al escuchar mi nombre, había recorrido gran parte de Europa y había oído todos los derivados del mismo, levante mi vista y le sonreí – Lindo nombre – no pude más que decir aquello Sofía, Sophia, Sofiya y una infinidad más que al final todos eran lo mismo. Infle mi pecho buscando en mi interior aquellos nombres que a mí me gustaban, que me gustaría que algún día lo tuvieran mis hijos.
Yo les pondría Saray a mi hija y a mi hijo… Zarek, creo que esos nombres son los perfectos – una punzada en mi corazón hizo que sintiera como una adrenalina diferente recorriera por mi cuerpo al tiempo que pronunciaba el nombre de, aquel rey de mis sueños.
Tengo algo que decir… tú dices que el amor puede con batallas… pero… que hay de las tuyas… Hablas del amor y aun así continuas viviendo en soledad… Deberías luchar Daniil, no se puede estar solo una eternidad… amantes hay por montones pero uno solo es aquel que te puede completar… Yo creo en el amor, soy esto… una mujer que no tiene nada… pero aun así puedo amar… - no sabía cómo sonarían mis palabras, quizás eran como un insulto quizás no… al final ya las había dicho y no podía ya dar paso atrás…
¿Qué se siente morir? – era un cambio drástico, pero había que dejar el amor atrás….
Esto, si esto era yo, una mujer que no tenía donde caerse muerta, que cada día trabajaba para salir adelante pero, al final de todo, nunca llegaría a la altura de él, en donde se ha visto que un rey ande con una, ¿plebeya? Sonreí desviando mis ojos a cualquier lado de aquel lugar, trague saliva e intente ponerme seria, pensar en mi próximo encuentro… en lo que le diría, y que no. Zarek, aquel me estaba quitando el sueño…
Mientras pensaba en su pregunta mi piel se erizo al escuchar mi nombre, había recorrido gran parte de Europa y había oído todos los derivados del mismo, levante mi vista y le sonreí – Lindo nombre – no pude más que decir aquello Sofía, Sophia, Sofiya y una infinidad más que al final todos eran lo mismo. Infle mi pecho buscando en mi interior aquellos nombres que a mí me gustaban, que me gustaría que algún día lo tuvieran mis hijos.
Yo les pondría Saray a mi hija y a mi hijo… Zarek, creo que esos nombres son los perfectos – una punzada en mi corazón hizo que sintiera como una adrenalina diferente recorriera por mi cuerpo al tiempo que pronunciaba el nombre de, aquel rey de mis sueños.
Tengo algo que decir… tú dices que el amor puede con batallas… pero… que hay de las tuyas… Hablas del amor y aun así continuas viviendo en soledad… Deberías luchar Daniil, no se puede estar solo una eternidad… amantes hay por montones pero uno solo es aquel que te puede completar… Yo creo en el amor, soy esto… una mujer que no tiene nada… pero aun así puedo amar… - no sabía cómo sonarían mis palabras, quizás eran como un insulto quizás no… al final ya las había dicho y no podía ya dar paso atrás…
¿Qué se siente morir? – era un cambio drástico, pero había que dejar el amor atrás….
Offroll: lamento mi fea respuesta ._. creo que ando muy acelerada y me jugo una mala pasada... ><
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Re: Maullando a Paris...
Regresé a mi sitio frente a ella mientras escuchaba su respuesta, “lindo nombre” había dicho y yo no podía estar más de acuerdo, cómo no iba a serlo si aquella que lo portó en el pasado, hace más de 400 años, era mi hermana y mi amiga, esa que a pesar del tiempo arrasando con todo no dejaba de ser mi pequeña hermana, tardé más en girarme y encararla porque no quería que me viera con aquel gesto tan sombrío, definitivamente esa conversación era una cabalgata que a ratos se calmaba y luego de pronto emprendía la carrera, las emociones cambiaban tan rápido que no nos daban tiempo a bien asimilarlas. Finalmente me giré, tomé asiento y le sonreí cuando ella dijo los nombres que elegiría para sus hijos.
-Hermosos nombres-, asentí –Zarek… -repetí –es un nombre fuerte –me atreví a apuntar luego, para después suspirar y mirarla mientras ella, de pronto, comenzaba a darme una lección, una muy valiosa.
Yo iba por la vida, o la no vida, como fuera, en pos del amor, con la firme creencia de que ese sencillo sentimiento podía conquistarlo todo, cada vez que podía pregonaba aquello como una verdad indiscutible y sin embargo, me negaba yo mismo a la oportunidad de amar, demasiado tirano conmigo mismo como para considerar la opción siquiera. Iba a responderle qué cómo un ser como yo podía amar, y ser amado, que eso era imposible, y que si el escenario llegara a presentarse, ¿después qué?, yo estaba condenado a ver las estaciones pasar una tras otra hasta el infinito y esa persona podía morir, porque claro, ni siquiera volteo a ver la opción de enamorarme de una mujer como yo. Todo era demasiado complicado como para imprudentemente jalar a alguien dentro de mi propia agua turbia en la que nada se podía ver. Negué ante mis propias conclusiones pero no abrí la boca, no dije nada de eso, eran demonios personajes, cuyo destino estaba entrelazado con el mío, para luchar hasta que mis días inmortales acabaran a manos de un cazador o del astro rey.
-Tal vez… tengas razón –susurré sin embargo, porque eso también era verdad, ella tenía razón y de nada valía pretender lo contrario.
La siguiente pregunta era más peculiar aún, sus palabras llegaron a mi pero no estuve seguro de comprenderlas del todo, me tomé unos segundos hasta captarlas y asimilarlas bien. Reí, de todas las reacciones que pude tener en ese momento, simplemente reí víctima de los nervios. Su cuestión era completamente válida, algo que definitivamente se le preguntaría a un ser como yo, pero ahí era donde todo se torcía, yo incluso siendo mortal, no fui normal respecto a la muerte, mi relación con ella siempre ha sido como caminar por la cuerda floja.
-Se siente… -comencé a armar en mi mente una respuesta satisfactoria y que no la asustara –un descanso, sí… eso, ya no hay preocupaciones, ni angustia, ni dolor –porque dolor era lo que había sentido desde siempre, mi voz se alejó como si hablara desde un recuerdo lejano y ajeno-, claro que eso depende de la muerte que te den, la mía fue muy pacífica –iba a agregar que también por voluntad propia, pero no lo hice. Al final de mis días cumplí el capricho de toda mi vida mortal, morir por voluntad propia. Me quedé pensando en eso y olvidé por completo formular la siguiente pregunta.
-Hermosos nombres-, asentí –Zarek… -repetí –es un nombre fuerte –me atreví a apuntar luego, para después suspirar y mirarla mientras ella, de pronto, comenzaba a darme una lección, una muy valiosa.
Yo iba por la vida, o la no vida, como fuera, en pos del amor, con la firme creencia de que ese sencillo sentimiento podía conquistarlo todo, cada vez que podía pregonaba aquello como una verdad indiscutible y sin embargo, me negaba yo mismo a la oportunidad de amar, demasiado tirano conmigo mismo como para considerar la opción siquiera. Iba a responderle qué cómo un ser como yo podía amar, y ser amado, que eso era imposible, y que si el escenario llegara a presentarse, ¿después qué?, yo estaba condenado a ver las estaciones pasar una tras otra hasta el infinito y esa persona podía morir, porque claro, ni siquiera volteo a ver la opción de enamorarme de una mujer como yo. Todo era demasiado complicado como para imprudentemente jalar a alguien dentro de mi propia agua turbia en la que nada se podía ver. Negué ante mis propias conclusiones pero no abrí la boca, no dije nada de eso, eran demonios personajes, cuyo destino estaba entrelazado con el mío, para luchar hasta que mis días inmortales acabaran a manos de un cazador o del astro rey.
-Tal vez… tengas razón –susurré sin embargo, porque eso también era verdad, ella tenía razón y de nada valía pretender lo contrario.
La siguiente pregunta era más peculiar aún, sus palabras llegaron a mi pero no estuve seguro de comprenderlas del todo, me tomé unos segundos hasta captarlas y asimilarlas bien. Reí, de todas las reacciones que pude tener en ese momento, simplemente reí víctima de los nervios. Su cuestión era completamente válida, algo que definitivamente se le preguntaría a un ser como yo, pero ahí era donde todo se torcía, yo incluso siendo mortal, no fui normal respecto a la muerte, mi relación con ella siempre ha sido como caminar por la cuerda floja.
-Se siente… -comencé a armar en mi mente una respuesta satisfactoria y que no la asustara –un descanso, sí… eso, ya no hay preocupaciones, ni angustia, ni dolor –porque dolor era lo que había sentido desde siempre, mi voz se alejó como si hablara desde un recuerdo lejano y ajeno-, claro que eso depende de la muerte que te den, la mía fue muy pacífica –iba a agregar que también por voluntad propia, pero no lo hice. Al final de mis días cumplí el capricho de toda mi vida mortal, morir por voluntad propia. Me quedé pensando en eso y olvidé por completo formular la siguiente pregunta.
Última edición por Daniil Stravinsky el Jue Ago 11, 2011 12:40 am, editado 1 vez
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Re: Maullando a Paris...
Tenía razón con aquello que Zarek era un nombre fuerte, para mi aquel nombre ya significaba más de lo que en lo que me podía imaginar, el por qué era demasiado evidente, pero aquella evidencia solo cabía en mi cabeza, ya que aún no sabía en que quedaría mi “relación con aquel hombre” todo en este momento era muy incierto, no estaba acostumbrada a los lujos ni mucho menos a las familias, al menos no como humana, ya que como Lit había enviado varias familias y unas muy amables… pero como yo Sophia… solo una y fue destrozada hace ya muchos años atrás… Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me encontraba pensando en aquello… ¿Yo con una relación? No estaba en contra de aquello pero uno nunca sabia como podrían suceder las cosas… Suspire y le quede mirando, sabía que mis palabras algo de verdad tenían, no era un profeta pero intentaba de practicar lo que predicaba y aquello mismo me gustaría que los demás pudieran hacer.
En fin le había hecho una pregunta y esperaba respuesta de aquello… su respuesta era difícil de entender, fácil de confundir y tenía que admitir que era muy extraña… demasiado a mi parecer… - Sabes, yo lo más cercano que tuve a la muerte fue hace… algunos meses atrás… según en primera instancia las bru… las damas que me ayudaron mi corazón estaba casi apagado pero… no sé qué habrán hecho… pero aquí estoy… tengo que decir, que el dolor mismo cegó todos mis sentidos nunca en mi vida había experimentado tanto dolor – dije moviendo mi cabeza como auto produciéndome un escalofríos, aquellos recuerdos no eran precisamente los mejores pero algo sabia ese había sido mi encuentro con la muerte misma, me había percatado que iba a delatar a las pelirrojas si eran brujas pero el mundo no tenía que saber que lo eran.
Creo que si me dieran la elección de cómo sería mi muerte… - dije llevando mi mano al mentón – seria en el sueño, no me gusta el dolor… - dije lo último entre dientes, al menos el dolor físico era lo peor para cualquier persona, no sabía de vampiros y no sabía cómo ellos podían sentir dolor, el caso era que a veces me encontraba en blanco, no sabía nada de nada. – No me has hecho pregunta alguna – ladee el rostro para quedar mirándole - o… ¿no tienes más preguntas? – quede muy pensativa con mi última ¿pregunta?... pero en realidad no lo creía aquel hombre se notaba que tenía más curiosidad que el gato más perezoso… - Te gustaría ver mi – ¿ver mi? Pensé idiotamente en mis siguientes palabras… -¿Te gustaría verme como guepardo? – no sería la primera vez que alguien me ve transformándome, pero quería mostrarle otra parte de mi vida, o mejor dicho de mi orgullo.
En fin le había hecho una pregunta y esperaba respuesta de aquello… su respuesta era difícil de entender, fácil de confundir y tenía que admitir que era muy extraña… demasiado a mi parecer… - Sabes, yo lo más cercano que tuve a la muerte fue hace… algunos meses atrás… según en primera instancia las bru… las damas que me ayudaron mi corazón estaba casi apagado pero… no sé qué habrán hecho… pero aquí estoy… tengo que decir, que el dolor mismo cegó todos mis sentidos nunca en mi vida había experimentado tanto dolor – dije moviendo mi cabeza como auto produciéndome un escalofríos, aquellos recuerdos no eran precisamente los mejores pero algo sabia ese había sido mi encuentro con la muerte misma, me había percatado que iba a delatar a las pelirrojas si eran brujas pero el mundo no tenía que saber que lo eran.
Creo que si me dieran la elección de cómo sería mi muerte… - dije llevando mi mano al mentón – seria en el sueño, no me gusta el dolor… - dije lo último entre dientes, al menos el dolor físico era lo peor para cualquier persona, no sabía de vampiros y no sabía cómo ellos podían sentir dolor, el caso era que a veces me encontraba en blanco, no sabía nada de nada. – No me has hecho pregunta alguna – ladee el rostro para quedar mirándole - o… ¿no tienes más preguntas? – quede muy pensativa con mi última ¿pregunta?... pero en realidad no lo creía aquel hombre se notaba que tenía más curiosidad que el gato más perezoso… - Te gustaría ver mi – ¿ver mi? Pensé idiotamente en mis siguientes palabras… -¿Te gustaría verme como guepardo? – no sería la primera vez que alguien me ve transformándome, pero quería mostrarle otra parte de mi vida, o mejor dicho de mi orgullo.
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Re: Maullando a Paris...
Su expresión ingenua no era algo que te toparas con facilidad, menos en esta época, y era de considerarse, de apreciarse la rara criatura que en verdad era, y no por esa maravillosa habilidad que posee, sino por esa pureza que cada vez es más difícil de encontrar. Me estaba haciendo preguntas que ni yo mismo me había contestado, pero que ahora, gracias a ella, sabía sus respuestas. Sin embargo, no estaba listo para encarar muchas de esas mismas cuestiones que ella me hacía, no estaba listo y nunca lo estaré, como hablar de mi muerte, de lo que me llevó a ser vampiro, de mi vida mortal, todo aún me sabe a sal y óbito.
La miré cuando comenzó a hablar de nuevo, dejando atrás el repentino bache en el que torpemente me dejé caer, porque ese soy yo, me caigo una y otra vez y me cuesta levantarme. Me han dicho hasta el cansancio lo débil que soy, tanto que lo creo y lo asumo. Aquello que me decía sonaba terrible, iba a preguntar que cómo se sentía como si ese danzar suyo cerca de la muerte acabara de suceder, pero no lo hice porque era obvio que había salido bien librada y airosa. Asentí a cada palabra que me decía.
-¿Fue ese ataque del hombre lobo del que hablaste antes? –pregunté porque si habían sido cosas distintas demostraba que la señorita D’Luca estaba hecha de un material parecido al acero al haber derrotado a la muerte en más de una ocasión, algo digno de admirarse, no sabía duda. Luego me habló de cómo le gustaría morir, muy pocas personas en el mundo están dispuestas a tratar un tabú como ese, sin embargo, es un tema que me ha intrigado desde que tengo memoria, es un romance peligroso que mantengo con la sola idea de dejar de existir en este plano, tragué saliva y la observé detenidamente.
-Supongo que es la aspiración de muchos –la muerte tranquila, sin dolor, sin sufrimiento, simplemente ya no despertar un día. Recuerdo el día que fallecí, la duquesa me pidió vestir con elegancia y me dio a beber un té, lo siguiente que recuerdo fue el despertar, el pacto demoniaco que había firmado, el inmenso poder que sentí recorrer mi cuerpo; no puedo quejarme, fue sutil y apacible, incluso agradable, dejé de sentir dolor por un instante, aunque éste regresó a mí de a poco hasta que se volvió a instalar en mi corazón.
Parpadeé sorprendido ante el ofrecimiento y sonreí, definitivamente era algo que debía ver, algo que saciaría mi curiosidad. Sonreí como un niño pequeño ante tan emocionante oferta y asentí.
-Claro –dije y luego reflexioné-, sólo una cosa, no es peligroso, ¿verdad? –entorné los ojos y dije con franca preocupación, es decir, iba a tener un felino de aquel tamaño en mi futuro consultorio, quizá no podría hacerme daño a mí, considerando mi naturaleza, pero no quería imaginarme si las cosas se salían de control-, ¿pierdes la noción de quién eres cuando te transformas? –esa era mi pregunta ahora que era mi turno y me había olvidado de formular una.
La miré cuando comenzó a hablar de nuevo, dejando atrás el repentino bache en el que torpemente me dejé caer, porque ese soy yo, me caigo una y otra vez y me cuesta levantarme. Me han dicho hasta el cansancio lo débil que soy, tanto que lo creo y lo asumo. Aquello que me decía sonaba terrible, iba a preguntar que cómo se sentía como si ese danzar suyo cerca de la muerte acabara de suceder, pero no lo hice porque era obvio que había salido bien librada y airosa. Asentí a cada palabra que me decía.
-¿Fue ese ataque del hombre lobo del que hablaste antes? –pregunté porque si habían sido cosas distintas demostraba que la señorita D’Luca estaba hecha de un material parecido al acero al haber derrotado a la muerte en más de una ocasión, algo digno de admirarse, no sabía duda. Luego me habló de cómo le gustaría morir, muy pocas personas en el mundo están dispuestas a tratar un tabú como ese, sin embargo, es un tema que me ha intrigado desde que tengo memoria, es un romance peligroso que mantengo con la sola idea de dejar de existir en este plano, tragué saliva y la observé detenidamente.
-Supongo que es la aspiración de muchos –la muerte tranquila, sin dolor, sin sufrimiento, simplemente ya no despertar un día. Recuerdo el día que fallecí, la duquesa me pidió vestir con elegancia y me dio a beber un té, lo siguiente que recuerdo fue el despertar, el pacto demoniaco que había firmado, el inmenso poder que sentí recorrer mi cuerpo; no puedo quejarme, fue sutil y apacible, incluso agradable, dejé de sentir dolor por un instante, aunque éste regresó a mí de a poco hasta que se volvió a instalar en mi corazón.
Parpadeé sorprendido ante el ofrecimiento y sonreí, definitivamente era algo que debía ver, algo que saciaría mi curiosidad. Sonreí como un niño pequeño ante tan emocionante oferta y asentí.
-Claro –dije y luego reflexioné-, sólo una cosa, no es peligroso, ¿verdad? –entorné los ojos y dije con franca preocupación, es decir, iba a tener un felino de aquel tamaño en mi futuro consultorio, quizá no podría hacerme daño a mí, considerando mi naturaleza, pero no quería imaginarme si las cosas se salían de control-, ¿pierdes la noción de quién eres cuando te transformas? –esa era mi pregunta ahora que era mi turno y me había olvidado de formular una.
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Re: Maullando a Paris...
Al pasar de las preguntas y cada respuesta que ambos dábamos había una cosa que se plantaba en mi cabeza mi vida era mucho más fácil que la de cualquier otro ser en la tierra, me gustaba ser libre, correr por los campos, cazar uno que otro animal para alimentarme, tenía un techo el cual me cubría por las noches, tenía la capacidad de hacerme de muchos amigos, más cuando era una simple gatita, siempre había alguien por las calles parisinas que le gustaban los gatos, suspire mientras sacaba recuerdos de mi cabeza y los mandaba a un rincón oscuro de mi cabeza, cuando pregunto aquello del hombre lobo cerré los ojos y asentí varias veces, casi quedándome pegada en todo lo que había pasado esa noche fatídica. – Si aquello ocurrió cuando me enfrente con el hombre lobo – volví hacer una mueca de desagrado llevando una de mis manos para acomodar mis cabellos que caían por mis hombros.
Creo que aquella es una buena forma de morir – levante mis hombros ingenuamente, a mi parecer cualquier ser humano en este planeta le gustaría morir de una forma fácil, sin dolor y que mejor que morir en un sueño donde todo se detenga en un momento inesperado. Le sonreí al doctor mientras mis ojos daban vueltas por toda la habitación buscando un lugar donde poder llevar a cabo mi transformación aun esperaba que el me diera una respuesta no quería asustarle ni nada por el estilo. Me levante del lugar de donde me encontraba y sonreí misteriosamente – No es peligroso a menos que este hambrienta, y ahora no tengo hambre – el rugir de mi estómago se hizo presente y abrí los ojos muy muy grandes no pude contenerme y me largo a reír – lo siento, lo siento – dije afirmando la cortina que cubría mi cuerpo y mirando al doctor – No pasa nada, llevo muchos años… transformándome y no pierdo la noción de lo que pasa a mi alrededor… digamos que sigo siendo la misma pero en otro cuerpo – termine con una sonrisa mostrándole los dientes – Te aconsejo eso sí que me llame por el nombre de Leis – le guiñe un ojo y me cubrí enteramente por aquella cortina.
¡No temas si escuchas algún grito o rugido! – advertí aunque lo hacía más de broma que de cualquier otra cosa, me gustaba transformarme pero siempre corría el peligro de romper algo o que los que estuvieran a mi alrededor se asustaran, era por esa razón que NUNCA tenia espectadores y ocultaba lo que en realidad era y me hacía pasar como una simple humana. Cubierta de pies a cabeza cerré los ojos , estire mi cuerpo de pies a cabeza primero tenía que asegurarme que cada hueso estuviera en su lugar luego de eso comencé a respirar lenta y profundamente controlando los latidos de mi corazón haciendo que todo en mi cuerpo estuviera en armonía, me recosté en el suelo aun cubierta por la cortina y enseguida mi corazón comenzó acelerarse como si estuviera corriendo, la sangre comenzó a fluir con gran rapidez aumentando la presión arterial de mi cuerpo, mis oídos se agudizaron podía escuchar todo con más detalle, mi piel comenzó a tener pelaje el característico de un guepardo, con mi olfato podía sentir los aromas de todo Paris mis uñas salieron y rajaron la tela rojiza ya en cuatro patas mi cuerpo se estiro automáticamente mis ojos se tornaron amarillos y un rugido salió desde lo más profundo de mi interior. Ya esta era un guepardo, sacudí mi cuerpo para que la cortina cayera y claro para dejar ver mi hermoso pelaje, mi corazón retumbaba en mi pecho, como una fiera en cautiverio gire mi cabeza hasta ver al vampiro, si mi sonrisa se pudiera ver creo que a él le encantaría, su cara de sorpresa era para un cuadro. Comencé a caminar lentamente hasta llegar frente al Doctor y como cualquier otro felino comencé a ronronear, claro ya no era un suave sonido si no era más fuerte que cualquier otro sonido en aquella habitación.
Creo que aquella es una buena forma de morir – levante mis hombros ingenuamente, a mi parecer cualquier ser humano en este planeta le gustaría morir de una forma fácil, sin dolor y que mejor que morir en un sueño donde todo se detenga en un momento inesperado. Le sonreí al doctor mientras mis ojos daban vueltas por toda la habitación buscando un lugar donde poder llevar a cabo mi transformación aun esperaba que el me diera una respuesta no quería asustarle ni nada por el estilo. Me levante del lugar de donde me encontraba y sonreí misteriosamente – No es peligroso a menos que este hambrienta, y ahora no tengo hambre – el rugir de mi estómago se hizo presente y abrí los ojos muy muy grandes no pude contenerme y me largo a reír – lo siento, lo siento – dije afirmando la cortina que cubría mi cuerpo y mirando al doctor – No pasa nada, llevo muchos años… transformándome y no pierdo la noción de lo que pasa a mi alrededor… digamos que sigo siendo la misma pero en otro cuerpo – termine con una sonrisa mostrándole los dientes – Te aconsejo eso sí que me llame por el nombre de Leis – le guiñe un ojo y me cubrí enteramente por aquella cortina.
¡No temas si escuchas algún grito o rugido! – advertí aunque lo hacía más de broma que de cualquier otra cosa, me gustaba transformarme pero siempre corría el peligro de romper algo o que los que estuvieran a mi alrededor se asustaran, era por esa razón que NUNCA tenia espectadores y ocultaba lo que en realidad era y me hacía pasar como una simple humana. Cubierta de pies a cabeza cerré los ojos , estire mi cuerpo de pies a cabeza primero tenía que asegurarme que cada hueso estuviera en su lugar luego de eso comencé a respirar lenta y profundamente controlando los latidos de mi corazón haciendo que todo en mi cuerpo estuviera en armonía, me recosté en el suelo aun cubierta por la cortina y enseguida mi corazón comenzó acelerarse como si estuviera corriendo, la sangre comenzó a fluir con gran rapidez aumentando la presión arterial de mi cuerpo, mis oídos se agudizaron podía escuchar todo con más detalle, mi piel comenzó a tener pelaje el característico de un guepardo, con mi olfato podía sentir los aromas de todo Paris mis uñas salieron y rajaron la tela rojiza ya en cuatro patas mi cuerpo se estiro automáticamente mis ojos se tornaron amarillos y un rugido salió desde lo más profundo de mi interior. Ya esta era un guepardo, sacudí mi cuerpo para que la cortina cayera y claro para dejar ver mi hermoso pelaje, mi corazón retumbaba en mi pecho, como una fiera en cautiverio gire mi cabeza hasta ver al vampiro, si mi sonrisa se pudiera ver creo que a él le encantaría, su cara de sorpresa era para un cuadro. Comencé a caminar lentamente hasta llegar frente al Doctor y como cualquier otro felino comencé a ronronear, claro ya no era un suave sonido si no era más fuerte que cualquier otro sonido en aquella habitación.
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Re: Maullando a Paris...
Al parecer aquel ataque del hombre lobo había sido más fatídico de lo que sus palabras me querían decir, pero lo dejé pasar por ahora, porque ahora era momento de presenciar algo que nunca me imaginé, la transformación de un mortal en un animal, sonaba descabellado pero así era, después de todo antes fue una inofensiva gata.
-Leis –repetí cuando me dijo aquello, más para mí mismo que otra cosa, para memorizar el nombre, no quería imaginarme que sucedería si no le dijera así, iba a ser un guepardo, por todos los cielos. Reí ante sus palabras no muy seguro si reír era la reacción adecuada, era más de nervio de otra cosa. Me tranquilizó saber que a pesar que su forma fuese otra ella iba a continuar siendo Sophia, dentro, aunque no pudiera decírmelo. Debo aceptar que como vampiro podía hacerle frente a un animal de aquel tamaño, pero para qué arriesgarse, a ella sobre todo, pero si no fuera seguro no lo hubiera propuesto en primer lugar. O eso quiero creer al menos.
Observé con atención sus movimientos, pero más allá de lo que mis ojos captaban estaba lo que mis otros sentidos percibían, de inmediato escuché como la presión de su sangre aumentaba y el ritmo de su respiración se hacía más agitado, sin embargo aquellos síntomas no eran nada a comparación de lo que prosiguió. El pelaje que vino de ningún sitio, como su postura cambiaba radicalmente y luego, de pronto, ahí estaba frente a mí ese gato enorme, la miré con los ojos abiertos como platos por qué cómo más podía observarla, quise decir algo pero no se me ocurrió nada.
Me quedé pasmado sin moverme un ápice, un poco por la impresión y bastante por el temor, como quiera que fuera un animal de ese tamaño imponía mucho. Se acercó a mí y traté de no moverme mucho, aunque ella había aclarado que dentro seguía siendo la misma, la observé, la miré a los ojos y esas orbes amarillas me decían que sí, que seguía siendo la misma encantadora chica con la que estaba conversando apenas unos minutos atrás. Me agaché un poco para acariciar su lomo.
-Leis –dije aquel nombre con el que me había pedido me refiriera a ella-, es una maravillosa habilidad la que tienes –le dije, sabía que no me iba a responder pero estaba consciente que me escuchaba y entendía.
-Sería genial poder salir a pasear contigo de este modo –seguí acariciando –pero no puedo salir de día –dije con tristeza –y no sería bueno para la pobre gente de París darles un susto de este tamaño –reí para mí mismo, aún sin poder creer lo que mis ojos veían aunque las pruebas ahí estaban y sobraban, este enorme guepardo era Sophia.
-Leis –repetí cuando me dijo aquello, más para mí mismo que otra cosa, para memorizar el nombre, no quería imaginarme que sucedería si no le dijera así, iba a ser un guepardo, por todos los cielos. Reí ante sus palabras no muy seguro si reír era la reacción adecuada, era más de nervio de otra cosa. Me tranquilizó saber que a pesar que su forma fuese otra ella iba a continuar siendo Sophia, dentro, aunque no pudiera decírmelo. Debo aceptar que como vampiro podía hacerle frente a un animal de aquel tamaño, pero para qué arriesgarse, a ella sobre todo, pero si no fuera seguro no lo hubiera propuesto en primer lugar. O eso quiero creer al menos.
Observé con atención sus movimientos, pero más allá de lo que mis ojos captaban estaba lo que mis otros sentidos percibían, de inmediato escuché como la presión de su sangre aumentaba y el ritmo de su respiración se hacía más agitado, sin embargo aquellos síntomas no eran nada a comparación de lo que prosiguió. El pelaje que vino de ningún sitio, como su postura cambiaba radicalmente y luego, de pronto, ahí estaba frente a mí ese gato enorme, la miré con los ojos abiertos como platos por qué cómo más podía observarla, quise decir algo pero no se me ocurrió nada.
Me quedé pasmado sin moverme un ápice, un poco por la impresión y bastante por el temor, como quiera que fuera un animal de ese tamaño imponía mucho. Se acercó a mí y traté de no moverme mucho, aunque ella había aclarado que dentro seguía siendo la misma, la observé, la miré a los ojos y esas orbes amarillas me decían que sí, que seguía siendo la misma encantadora chica con la que estaba conversando apenas unos minutos atrás. Me agaché un poco para acariciar su lomo.
-Leis –dije aquel nombre con el que me había pedido me refiriera a ella-, es una maravillosa habilidad la que tienes –le dije, sabía que no me iba a responder pero estaba consciente que me escuchaba y entendía.
-Sería genial poder salir a pasear contigo de este modo –seguí acariciando –pero no puedo salir de día –dije con tristeza –y no sería bueno para la pobre gente de París darles un susto de este tamaño –reí para mí mismo, aún sin poder creer lo que mis ojos veían aunque las pruebas ahí estaban y sobraban, este enorme guepardo era Sophia.
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