Entre sátiras, burlas y verdades [Wyatt]

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 07, 2010 3:11 am

Era uno de esos sábados típicos de Paris. Y era también uno de esos lugares típicos de una noche de sábado en la ciudad de las luces. El teatro, era un lugar que Soren solía frecuentar siempre y cuando la obra fuera de su agrado, en aquella ocación se trataba de una comedia satírica a la frívola alta sociedad. Los personajes representaban estereotipos de los burgueses y altos cortezanos, recreando historias irónicas y mofándose de sus terribles problemas dentro de sus mundos adinerados y perfectos.

Por primera vez en mucho tiempo, Soren reía con ganas. Tuvo que taparse la boca con sus manos enguantadas avergonzado de su propia risa alocada como la de los humanos a su alrededor. No quería que nadie notara sus colmillos, pero más allá de eso, no le gustaba que la gente le viera reír.

Como profesor en la colegiatura y gracias a la pequeña tienda de antiguedades, Soren tenía suficiente dinero como para pagar un asiento preferencial como los demás miembros de la clase alta, pero él disfrutaba el contacto con el ploretariado, nunca le había gustado ser el centro de atención y entre la gente común se sentía más seguro.

Entonces durante el intermedio, sintió cierta vibración en la atmosfera que le hizo herizar los vellos de la nuca, se giró con disimulo y observó cauteloso el lugar, plagado de humanos. Aquella presencia era sobre natural, lo sabía de algún modo y finalmente sus ojos se encontraron con una figura oscura en uno de los palcos, entre el mejor pedigree de la ciudad. Que tipo de creatura, no estaba seguro, pero humano no podía ser, pensó, se quedó mirándole, como su rostro parecía perderse en algún legano lugar al que nadie podía acceder y se pregunto si, aquel rico caballero, estaría sintiéndose humillado o quizás reflejado en los estereotipos que los actores mostraban en el escenario...

por Invitado Lun Jun 07, 2010 3:39 am

El ambiente festivo del teatro humano un sábado noche se mostraba irresistible para un vampiro capaz de no enloquecer con ese aroma. Le gustaba ocupar las más altas zonas del palco para observar como esos humanos representaban comedias, dramas y tragedias a cual más carente de sentido. Esa noche se había vestido con una secilla camisa blanca, unas mayas negras ajustadas y altos botines de cuero reluciente. Como complemento llevaba un pañuelo rojo en el cuello que caía ondulado como sangre de una yugular malherida. Ocupaba uno de sus frecuentados asientos y observaba de forma muda e impasible el escenario, o al menos allí era donde enfocaba su mirada, luego su atención estaba centrada en mucho más.

Esos ojos negros con destellos color rubí reseguían una y otra vez los movimientos efectuados por los protagonistas de la escena, con maquillaje exagerado, pero no le pasaban desapercibidos detalles como la mirada de envídia que una mujer le echaba al anillo de compromiso de otra, o la de uno de los mozos de la orquestra al que se le resistía algo tan simple como pasar la hoja del librito de partituras. Él seguía serio, elegante e imponente como de costumbre. A su lado yacían acomodadas dos damas de la alta cuna que, de vez en cuando, hablaban entre ellas o dejaban comentarios al aire para que el misteriosamente mudo caballero tomara parte en las valoraciones sobre lo poco acertados que eran los estereotipos reflejados en la obra.

Wyatt observó como al acabar el acto alguien lo examinaba con mirada atónita. Estaba acostumbrado a ese tipo de miradas donde fuera que su suerte lo llevara, pero esa no tenía la característica esencia de la ignorancia humana. Se trataba de una mirada inmortal, si no le engañaba su felina intuición. Ladeó un poco la cabeza y peinó la zona hasta encontrar esos ojos teñidos de color mar infinito. Entrecerró los suyos, un tanto más oscuros, y centró toda su atención en aquél que consideraba digno de merecerla más allá de estúpidas escenas humanas cargado de un satirismo que fuera del teatro ninguno de ellos osaría materializar. Hipocresía humana, irresistible la idea de pagarles con la misma moneda, pero otro día sería; luego esa noche ya tenía planes.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 07, 2010 4:40 am

Al notar la mirada oscura del misterioso caballero, Soren sintió que un frío helado le recorría la espalda. Aquella era la mirada de un asesino, de una bestia que sabía lo que quería y conseguía dominar a su presa fácilmente. Encontrarse a otros seres sobrenaturales en un lugar tan lleno de humanos no era algo común, Soren había aprendido por experiencia que, generalmente los demonios de su clase preferían moverse en lugares silenciosos para poder atacar con fácilidad sin ser vistos. Pero también sabía de la existencia de algunos que preferían ser el centro de atención de las miradas y disfrutaban de la curiosidad y pasión que los mortales mostraban hacía ellos.

En cualquier otra situación Soren habría simplemente apartado la mirada, para evitar la suya, pues no era muy bueno enfrentando a las personas, pero esta vez, quizás aún ebrio por la calidez de las bromas y las risas cantarinas de las sencillas señoritas de clase baja a su alrededor, Soren se sintió con la confianza suficiente para mantener la mirada al desconocido.

- ¿Cual de ellos eres usted mi lord? - Se encontró susurrando, pensando en voz alta, refiriéndose a las grotescas parodias de los actores, obviamente no esperando que el otro le escuchara, y sin pensar tan siquiera en la posibilidad de que el otro supiera leer los labios.

Soren se permitió burlarse un poco de ese burgues misterioso, sintiendose protegido entre los débiles mortales a su al rededor. Una protección que por supuesto era solamente simbólica, pero que le hacía sentir bien de momento.

por Invitado Lun Jun 07, 2010 5:20 am

En su mente retumbaban las joviales risotadas antiestéticas de esos humanos que parecían pasárselo bien con la representación de teatrillo barato. Wyatt, como el resto de los procedentes de la más alta esfera social, restó en silencio mirando cómo se desenvolvía el guión malintencionadamente escrito por un autor al que no tardarían en linchar, seguro. Cruzó las manos, entrelazando los dedos mientras la mujer de su izquierda se inclinaba hacia su oreja para sisear que no tenía ninguna gracia esa burlesca interpretación de su distinguida realidad y su idealizado estatus. El vampiro la miró de soslayo y la mujer humana tuvo la suerte o desgracia de quedar atrapada en esos agujeros negros que tenía por ojos el varón de pañuelo color sangre en el cuello. Alzó una mano y se acomodó las mangas de la ancha camisa blanca antes de regalar una última mirada a ese vamprio.

En esa última mirada apreció esa sonrisa socarrona y divertida, más propia de un mortal que no de un ser místico como los de su naturaleza. El puente de su nariz se arrugó suavemente y se limitó a parpadear una sola vez, veloz como el batir de alas de un pequeño colibrí. El telón hizo amago de volver a abrirse y la orquestra siguió acompañando las escenas con la precisión requerida para la ocasión. Wyatt no aguardó a que terminara el acto, su mente ya maquinaba algo de mayor embergadura que esa obra de bajo presupuesto y altas pero peligrosas ideas revolucionarias. Eso confirmaba sus sospechas, estaba al caer una revolución de las clases. Se puso en pie, ante la atenta mirada del acomodador y de cuantos le rodeaban. Las mujeres se miraron entre ellas y algunos hombres murmuraron que ese varón tenía la suficiente valentía a arriesgarse a marcharse a media obra sin reparar en que eso podría generar revuelo o rumores hacia su persona.

¿Pero qué más le daban al varón de ojos negros dichos rumores infundados si nadie tendria el valor de dejarlos nacer ni nadie tendría el valor de tratar de descubrir cual era su mitseriosa identidad? Agarró su capa negra y se la colocó mientras daba la espalda al escenario y echaba a andar veloz entre los diversoas asientos del palco. Su capa lo seguía fiel como un cachorro, ondeando por la velocidad y precisión de sus andares elegantes. Salió del lugar y se dispuso a bajar las escaleras que daban al vestíbulo de entrada del teatro, desolado debido a que la obra seguía en pie. Acabó por acomodar la espalda en una de las columnas de marmol blanco y observó en silencio la situación que acababa de vivir y que había memorizado sin esfuerzo alguno. ¿A quién podían pertenecer esos divertidos ojos azules que osaron mover los labios en dirección a él, a sabiendas de que el mayor de los dos vamprios sería incapaz de comprender dicho susurro?

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 07, 2010 5:43 am

El telón se abrió anunciándo el nuevo acto y entre nuevas risotadas, el caballero misterioso pareció intercambiar un par de palabras con la distinguida doncella y luego, con una indecifrable expresión huyó del lugar.

Soren se quedó mirándo atónito como la capa ondeaba al viento siguiéndolo por la puerta del palco hasta perderse de nuevo en la oscuridad. Aquel hombre con tan intimidante semblante ¿Estaría huyendo de una realidad que quizás no quería aceptar?.

Curioso.

Reflexionó, no sólo los débiles temen enfrentar la verdad. Soren sintió ganas de reír, pero esta vez no una risotada histérica como los humanos a su alrededor, sino más bien una confidencial risita, de esas que te hacen pensar que hay un secreto allí que compartes pero que no quieres decir en voz alta.

Y contra todo pronóstico, se encontró así mismo, levantándose en mitad del último acto, pidiendo disculpas educadamente a los mugrosos obreros que ocupaban las sillas a su alrededor y saliendo del teatro hacía los desolados corredores y posteriormente al vestíbulo. Debía escribir algo sobre lo que acababa de ocurrir, quizás podría servirle de tema para la próxima charla en la universidad.

- El miedo a la verdad - Exclamó en voz alta, totalmente sumido en sus pensamientos y sin notar la figura recostada en la columna - ¿Pero que es la verdad queridos alumnos? - Agregó moviendo un brazo en forma de arco como si estuviera hablando a un imaginario publico, su gaban negro se ondeó ligéramente dejando ver un fino traje azul oscuro bajo él, no muy común en la normalmente desaliñada vestimenta de Soren, pero el teatro era teatro y como tal implicaba vestirse de gala...

por Invitado Lun Jun 07, 2010 6:04 am

Su mirada seguía fija en una abstracta nada mientras sus dedos jugaban a reseguir su propio labio inferior de forma distraída y relfexiva. No mentiría si, del milenio vivido, dijera que había pasado la mitad sumido en esa especie de trance ensimismado que le permitía escrutar lo inescrutable; es decir, sus propios pensamientos. Recreaba una y otra vez la escena protagonizada, mientras aguardaba que ocurriera aquello menos esperado para algunos pero más predecible por el antiguo vampiro. Las pisadas no se hicieron esperar y pudo observar como pasaba de largo de su columna aquél que había osado retarle con una sonrisa fuera de lugar. No se movió por el momento. No saltó a su yugular para desgarrar su dura piel al son de la música de la orquestra. No lo agarró del cuello y lo estampó contra una columna como solo en la imaginación de los más fantasiosos valientes sucedía. Aquello era la realidad. Su vampírica realidad.

Se limitó a entrecerrar más los ojos, bajando los párpados hasta aproximadamente la mitad de sus irises negros como la noche con destellos carmín como la sangre fresca. Evidentemente, y como era de esperar, el otro individuo inmortal no reparó en su presencia dado que estaba justo detrás de la columna. Wyatt siguió con sigilosa mirada las pisadas elegantes del vampiro vestido de azul. Ladeó ligeramente la cabeza y no retiró las yemas de sus pálidos dedos de sus entreabiertos labios, entreteniéndose con el inferior mientras soltaba un carraspeo para llamar su atención. Todo salía según lo previsto, siempre lo hacía. - La verdad es algo tan simple como que no logré entender el comentario que formulasteis allí abajo, ¿seriais tan amable de repetirlo? - Siseó viperinamente a su espalda, con una atrayente voz inmortalmente gélida. Sus labios siguieron ligeramente entrabiertos, dejando ver unos dientes blancos como la nieve. Unos dientes que, si no vigilaba, acabarían por jugar con su cuello sin miramiento alguno.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 07, 2010 6:31 am

Si Soren hubiera sido humano, la expresión 'Un susto de muerte' hubiera sido perfecta para la ocación. En su condición vampirica, digamos que el susto fue casi tan grande como para sacarle el alma del cuerpo. Dio un saltito ridículo como los gatos cuando son sorprendidos por el amo al otro lado de la pared y herizan la espina dorsal.

Soren se maldijo así mismo en un segundo infinito por ser tan descuidado y sumirse en pensamientos estúpidos, cosa que ocurría muy a menudo cuando algún tema le interesaba, el mundo a su alrededor solía desaparecer.

Se giró lentamente y observó avergonzado al portador de aquella voz. Con las mejillas coloradas, cosa no muy común en los de su especie, no pudo evitar notar cuan amenazador e intimidante el caballero misterioso del palco se veía a pocos metros de distancia, su mirada era aún más pesada y profunda, al mismo tiempo que, su complexión parecía crecer con cada segundo o quizás era sólo la impresión de Soren gracias a la sorpresa inicial, de cualquier forma, las palabras del otro, resonaron en su cabeza despertándolo del embrujo.

- Yo... este... yo - Tartamudeó, nada coherente llegaba a su cerebro y ni siquiera recordaba lo que había dicho en el teatro - Yo...umm - Vaciló y desvió la mirada no pudiendo sostener la del otro hacía el interesante suelo grisaseo - Me preguntaba... que tipo de lord es usted - Finalizó y luego se arrepintió de su propia estupidez pero ya era demasiado tarde.

por Invitado Mar Jun 08, 2010 9:04 am

Wyatt siguió con esa impenetrable mirada clavada en esa pequeña espalda bien vestida con sus caras telas hasta que lo vió sobresaltarse cuando su viperina voz aterrizó de forma animal en su fino oído de inmortal. Probablemente una de las cosas que más destacaran del vampiro adulto era que su voz parecía surcar el aire cual pájaro y siempre se posaba en el hombro de su interlocutor como si de un duende susurrante se tratara. Los párpados del moreno permanecieron medio caídos mientras lo observaba voltearse con una expresión medio aterrorizada medio vergonzosa.

En sus ojos negros brilló un macabro destello letal, como si de dos pozos sin fondo condenados a la perdición se trataran. Todo él transmitía autoridad, frialdad, elegancia y sofisticación, sin olvidarnos de ese deje de inevitable atracción física. Una utópica belleza con la que habían sido bendecidos todos aquellos a los que, a su vez, se les maldijo a vagar por las sombras cuales seres de la noche a los que aterra la luz del gran astro. En consecuencia, de tener todos los vampiros dicha belleza inhumana, el jóven de mejillas encendidas no iba a ser una excepción. El halo de misterio que ondeaba a su alrededor al son de las risotadas humanas y del bamboleo de su capa mientras el jóven trataba de encontrar las palabras, balbuceando sonidos a los que Wyatt no atribuyó significado alguno.

Finalmente, pareció que el suelo grisáceo le susurró la respuesta, dado que no tardó en lograr formular aquella misma pregunta que instantes antes había soltado al aire a sabiendas de que el misterioso vampiro del palco no podría hacerse cargo de la misma. Arrugó el puente de la nariz y siguió jugueteando con su labio inferior usando las yemas de los dedos para ello, pensativo. - ¿Acaso es capaz usted de hacer distinciones de individuos en dicha clase social, monsieur? - Comentó, interesado en el tema. O no. Lo había vuelto a susurrar sin necesidad de alzar la voz. En sus ojos negros pudo verse reflejado un pequeño vampiro de rostro atractivamente aniñado, con unas mejillas casi en ebullición, cosa que lo volvía de lo más deseable. Carraspeó y se dejó en paz el labio inferior para acercarse andando de su modo habitual, es decir, elegante. Lo volteó y lo observó desde todos los ángulos, aguardando.

¿Su educación? Impecable. ¿Sus modales? Envidiables. ¿Sus palabras? Dignas de ser temidas.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Jun 08, 2010 11:02 pm

La pregunta lo desconcertó. De por si, su propia pregunta ya era irrelevante y tonta. Reflexionó por unos instantes, después de todo él era un profesor de literatura y un filosofo por naturaleza, reflexionar en torno al comportamiento humano era uno de sus pasatiempos favoritos. Pero el hombre que le interrogaba era claramente un ser más allá de la naturaleza humana. Con su andar gatuno y elegante, más bien parecía un ser salido de un cuento de terror y al mismo tiempo, una creatura de fina belleza, como las idealizaciones de los griegos en sus mitologías antiguas.

¿Distinciones de individuos en la clase alta? Por supuesto que podía acerlas, había estudiado a esas creaturas por años. Sintiéndose un poco más seguro de entrar en un territorio que conocía, suspiró profundamente y con una expresión muy propia de profesor, se acomodó las gafas y se llevó una mano a la cintura.

- Los hay arrogantes y altivos por su cuna noble, como también los hay dignos y orgullosos, al parecer el dinero y las poseciones físicas hacen al individuo convencerse de que no existe nada más en el mundo, por lo que, el objeto se convierte en algo de culto y el espiritu deja de tener importancia - Explicó llevándose un dedo a los labios con ensoñación, su imaginación volaba una vez comenzaba a hablar y se sumía por completo - Pero por encima de todo esta... la frivolidad, el culto al placer -

Y sólo fue en ese momento que se percató de que su interlocutor se había acercado a él y lo recorría de un lado a otro como un auténtico depredador. La seguridad del maestro experimentado en temas de antropología de segundos antes se esfumó por competo, dándo paso a la inseguridad y consigo la expresión ingenua.

- ¿Entonces... que clase es usted mi lord? - Finalizó.

Estaba jugando con fuego y lo sabía. Pero quizás era el teatro, las risotadas de los plebeyos y la música burlesca que llegaban a sus oídos o quizás simplemente la curiosidad, de cualquier forma ahí estaba, tentando al diablo.

por Invitado Miér Jun 09, 2010 2:26 am

Alrededor del vampiro moreno todo se silenció. En realidad se podían apreciar carcajadas tras las puertas que daban a las graderías, llamadas vomitoriums en caso de que fuera un circo romano. El caso es que Wyatt se limitó a desatender a todo cuanto sucedía a su alrededor para concentrarse en unos mudos latidos de un inerte corazón vampírico. ¿El suyo? ¿El del jóven? Realmente carecía de importancia dado que ambos parecían haber enmudecido del todo para escuchar la conversación carente de dinamismo.

Ya parecía haber olvidado qué se sentía cuando su cuerpo era recorrído por una fina sacudida electrizada y sus manos sudaban ligeramente al acelerársele el corazón. Eso formaba parte de un pasado que yacía tan o más muerto que su infancia, y no parecía decidido a echarlo en falta. Lo siguió mirando fijamente, centrando todos sus agudizados sentidos en el mismo, escuchando la pertinente explicación que fluía de los entreabiertos y balbuceantes labios de él con una firmeza envidiable que no dudó en desaparecer gradualmente, de un modo directamente proporcional a la distancia que había entre ambos.

A más cerca, más nervioso. Eso habría hecho sonreír al vampiro, mas su expresión permaneció elegantemente ensombrecida, enmascarando todo sentimiento tras capas y capas de frialdad inmortal. Sus ojos negros centelleaban reflejando la luz de las lámparas de araña que colgaban del alto techo del prestigioso teatro humano. Cuando el muchacho, de palidez envidiada por la gente de alta cuna, dió por finalizado su pregunta lo indicó volviendo a la pregunta inicial. ¿Qué tipo de monsieur o noble era él? Parpadeó muy lentamente, recreándose en dicha acción, pensativo. - ¿Qué voy a saber yo, monsieur? Sólo soy un humilde vampiro condenado a cohabitar con tan distinguidos seres de excesivas emociones y cálido metabolismo. - Entreabrió los labios y siseó viperinamente esa simple respuesta tal vez no deseada, ni demasiado interesante, pero suya. Eso nadie lo ponía en duda.

Prosiguió. - Su sonrisa en el interior de la sala me pareció que rebelaba algo como que usted mismo podría darse la respuesta que busca. Parece un jóven listo y despierto. ¿Por qué no lo intenta, a ver si acierta? - Comentó con despreocupación bien finjida. Se llevó una mano al mentón y lo meseó mientras se detenía a la espalda del muchacho, observando su cuello. Su gélido pero hipnotizante aliento no tardó en adherirse al mismo.

por **Soren Kaarkarogf** Miér Jun 09, 2010 10:43 pm

¿humilde? un momento... ¿En realidad esa elegante creatura que tenía frente así se estaba llamando así mismo humilde?, definitivamente aquella era la noche de las sátiras y bromas. De nuevo habló, con una confianza tal en si mismo que podía haber convencido a alguien de que la sangre era azul y no roja. Parpadeó entre confuso y excitado por la última pregunta.

¿Le estaba retando?. Pocas veces Soren recibía un reto. De hecho no recordaba haber estado tan emocionado en mucho tiempo, la sensación de una adrenalina que creía haber olvidado de aquellos días en los que era mortal, ahora recorría su cuerpo ante el eminente peligro que podría significar no acertar a la respuesta. Pero por alguna extraña razón, que ni siquiera él entendía, quizo jugar.

Se quedó mirándole y ladeó la cabeza ligéramente, aún sonrojado, algo que definitivamente no podía evitar. Se llevó un dedo a los labios y luego de fingir que lo pensaba detenidamente se atrevió a decir.

- Podrías ser del tipo que, aunque está rodeado de riqueza y belleza, sufre en silencio la agonía del que lo tiene todo, dinero, poder, un desquiciante atractivo físico... y vienes a este tipo de eventos, para mantener la imagen que todos esperan de ti, el tipejo rico que de vez en cuando se digna a mezclarse con los plebeyos, para recordar que sigue vivo -

Hizo una pausa y esta vez, fue él quien comenzó a caminar lentamente rodeándolo como un tigre a una presa, aunque irònicamente su rostro no mostrara mucha seguridad.

- O podrías ser... simplemente una de esas creaturas que disfruta el intimidar y provocar sin estar muy seguro de lo que quiere conseguir - Finalizó.

- ¿He acertado en algo mi lord? -

por Invitado Vie Jun 11, 2010 6:16 am

El vampiro más joven pareció excitarse como un niño con un juguete nuevo en cuanto el reto le fue planteado. Siguió andando a su alrededor mientras él hacía ver que se lo pensaba, con andares elegantes y persemoniosos. Llevaba un brazo a la espalda, como los varones en los bailes, y con la otra seguía toqueteándose el labio inferior de forma distraída, clavando la oscuridad eterna que reflejaban sus hipnóticos ojos en la expresión del muchacho. Al escuchar su respuesta ladeó la cabeza y se detuvo justo delante de él, mirándolo a los ojos fijamente. Dejó que un silencio, supuestamente incómodo para muchos pero de lo más delicioso para el vampiro moreno, engullera la escena dándole a entender al otro que a lo mejor debería haber pensado más en su respuesta. - Creo que sólo habéis acertado en la palabra criatura. - Se limitó a sisear. - Aunque, de hecho, habéis captado la esencia de mi disfraz, enhorabuena. Très bien. - Apuntó esbozando una media sonrisa casi forzada que rebelaba unos poderosos colmillos blancos como la nieve y afilados como estacas, unas mismas estacas que algún día perforarían su marmórea piel, estaba seguro de ello. Miró de nuevo ese rubor que adornaba las mejillas del vampiro y pensó que tenía un algo cautivador, tal vez esa erudita expresión ingenua.

Retomó la caminata y ahora se meseó el mentón, dejando su poderosa mirada perdida en un azaroso punto mientras ordenaba las ideas mentalemente. - En la primera os desviásteis demasiado y erguísteis una teoria en torno a un pilar erróneo, monsieur. Carece de importancia o significado alguno, a mis ojos, lo que los demás puedan sentir, ver, pensar o hacer respecto a mi persona. - Se detuvo y lo miró fijamente con un seriedad intrigante pero a la vez atrayente. Entreabrió más los labios y se pasó la lengua por el labio superior, de forma indiferente antes de proseguir con su tesis doctoral sobre una persona a la que, contra todo pronóstico, conocía más de lo que desearía. - Y en la segunda ibais mejor encaminado, lástima de eso último que tan firmemente apuntásteis. Yo sé perfectamente lo que busco en cada uno de los imperceptibles movimientos que hago. De lo contrario no andaría a vuestro alrededor para intimidaros, no iría vestido con nobles atuendos para seducir jóvenes humanas ni tampoco habría acudido en busca de futuras víctimas. ¿No cree? - Terminó por rebelar qué le había traído aquí, demostrando que era un ser bastante más listo que los tópicos que se referían a los atractivos como ignorantes superficiales. Lo miró, expectante a su contraataque verbal.

por **Soren Kaarkarogf** Vie Jun 11, 2010 1:55 pm

Disfraz. Que aterradora sonaba esa palabra en sus labios. El disfraz era la única manera que Soren conocía para sobrevivir. Hasta el momento no conocía a ningún vampiro que fuera completamente honesto con sus intenciones, siempre se estaba mintiéndo de alguna manera: se hablaba con la gente sólo para no destacar demasiado, se hacían amigos sólo por conveniencia, se fingía amor para recibir favores... todo hacía parte del juego o más bien de la realidad de un vampiro.

Sobrevivir era una palabra que le molestaba bastante. Porque había una clara diferencia entre sobrevivir y 'vivir'. Soren había sobrevivido más de 300 años y se preguntaba si algún día comenzaría a 'vivir'.

Se quedó mirándo a su interlocutor, cada gesto en él, una extraña mezcla de apatía y seguridad. Sentía que si se descuidaba se lo comería vivo en cuestión de segundos. Era casi como la sensación que le provocaban los hombres lobo. De repente quizo salir corriendo de allí y esconderse, siempre era más fácil huír y olvidar a tener que pretender y usar de nuevo el disfraz que tenía que llevar para sobrevivir.

Las últimas palabras le dejaron frío. En cuestión de segundos su mente pareció entender el significado de aquella cuartada. Y aunque lo lógico hubiera sido intentar averiguar cuales eran las intenciones del depredador. De su boca salió una pregunta sincera.

- ¿Por qué yo? - Se quedó unos segundos mirándolo y pareció reaccionar y ser consciente de la estupides que acababa de decir, Maldición pensar en voz alta era definitivamente su peor defecto y el que más problemas acarreaba - Quiero decir... este... yo... - Se quedó de nuevo sin palabras y comenzó a retroceder un par de pasos.

La salida estaba cerca. No había necesidad de esperar y recibir una respuesta ¿verdad?. Escapar era mucho más fácil, aunque patético.

por Invitado Dom Jun 13, 2010 5:31 am

Al parecer, el ansiado contraataque verbal no quiso llegar en jamás de los jamases. Wyatt frunció el ceño y siguió andando delante de él, ahora en un movimiento pendular y reflexivo pero sin despegar esos ojos negros -entre los cuales centelleaban reflejos color rubí- del vampiro que ocultaba la mirada tras unas translúcidas gafas que lo hacían parecer ciertamente intelectual. Una mano a su espalda y otra en su mentón, no se movieron, pareciendo de mármol. De repente, y contra todo pronóstico se detuvo. Unas palabras de él lo hicieron hacerlo. ¿Por qué él? Realmente no acababa de vislumbrar la verdadera pregunta que se ocultaba tras la misma, por lo que no pudo regalarle otra de sus descaradas respuestas elocuentes disfrazadas de una malfingida humildad.

El vampiro de apariencia menos corpulenta retrocedió un paso mientras su labio inferior temblequeaba balbuceando cosas incomprensibles y carentes de sentido alguno. Los ojos del moreno se estrecharon hasta convertirse en la mirada de un depredador y se movió con una sorprendente agilidad cuando dió una larga zancada hacia delante y lo agarró, con serenidad y elegancia, del pañuelo que adorbaba el cuello de ese traje azulado. Lo acercó, o si más no, le complicó la retirada. Odiaba los cobardes, de todas todas. Lo miró fijamente a los ojos, esos hermosos ojos teñidos de un infinito celeste, y siseó con acento afrancesado - ¿Quién habló de que mi presa fuerais vos, monsieur? Me decepciona ingratamente ver tal indicio de egocentrismo en alguien como usted. - Dejó caer sin más. No pestañeó ni un momento, evitando romper el contacto visual. El extremo derecho de sus labios se sintió tentado a curvarse hacia arriba en una media sonrisa, mas eso no ocurrió. Se mantuvo serio, autoritario y firme.

por **Soren Kaarkarogf** Dom Jun 13, 2010 6:01 am

¿Como había llegado a tal situación? no estaba seguro, de repente se encontraba acorralado literalmente. Aquel lord desconocido, de un momento a otro le había halado del pañuelo y sin realmente ser consciente de como ni en que momento, se encontraba demasiado cerca de su cuerpo. Se quedó mirándole a los ojos, unos ojos que, por supuesto eran los de una bestia, el demonio que realmente era, peligroso y aterrador.

Soren intentó ignorar que sus piernas parecían haberse convertido en algo muy parecido a la gelatina y escuchó las palabras del otro. Un intenso rubor, si es que era posible el estar más sonrojado, adornó sus mejillas inmediatamente. Aquello era una locura, había tentado al diablo y estaba recibiendo las consecuencias, había pretendido que podía jugar el mismo juego y ahí estaba, acorralado, avergonzado al darse cuenta de que había entendido todo mal desde el principio.

Sueles entender las cosas como quieres ¿verdad Soren?, sólo para no aceptar lo patético que eres. Su consciencia habló por él y Soren no pudo más que sonreír vagamente, humillado.

- Entonces... no soy digno de usted mi lord - Concluyó, más como una afirmación que como una pregunta, aunque en realidad hubiese querido preguntarlo.

por Invitado Dom Jun 13, 2010 6:19 am

El vampiro de ojos negros como dos pozos sin fondo siguó con una mano a la espalda, cual baile de época, y la otra bien aferrada a ese pañuelo listo e impecable que adornaba un cuello al que no renunciaría morder alguna que otra velada. Retiró la mano de su espalda y la acercó al mismo pañuelo para aflojar un poco el agarre a ese pequeño cuello de cisne, cual mujer que arregla la corbata a su marido, y así lo liberó de algo de presión. ¿Qué fue lo siguiente que hizo el vampiro? Lo que su mente ya había previamente trazado. Todo tenía que salir como su macabra pero lucida mente planeaba en cada momento, la sensación de ir un paso por delante lo excitaba enormemente. Dejó que su mirada paralizara de miedo al otro vampiro y se posicionó a su espalda, sin soltar la coletilla del pañuelo, de modo que el mismo se vió obligado a deslizarse circularmente sobre esa pálida y dura piel del vampiro de gafas, acariciándolo con esa tela placentera. Algo sensual, sin lugar a dudas.

Una vez quedó a su espaldas, se valió de que el otro no podía prever sus movimientos y acercó sus colmillos al oído del rubio para sisear en dicha parte de su cuerpo. - Eso lo juzgaré yo, monsieur. Aún así, ahora que lo dice, tal vez sí sea digno de ser presa de Wyatt Romanov. - Se presentó del mejor modo que se le ocurrió, apretando su cuerpo a la espalda del otro para dejar salir la viperina lengua de entre sus labios y lamer lentamente el borde de la oreja del otro, humedeciéndosela sin miramientos. Sabía bien lo que estaba haciendo, por lo que mordió suavemente con los colmillos esa misma zona erógena y siguió forzando a que el pañuelo rozara ese desnudo y extremadamente sensible cuello. Pero todo lo bueno tiene un final y, de un momento a otro, llegó en de esa escena cuando un gélido aliento recorrió la nuca del jóven para desaparecer cual fantasma en medio de la noche.

Sus planes se habían cumplido.
Sus deseos se habían materializado.
Esa noche, el vampiro podría descansar en paz.

por **Soren Kaarkarogf** Dom Jun 13, 2010 6:48 am

Entonces su interlocutor lo recorrió, aún sin soltar el pañuelo, permitiendo que este acariciara la piel de su cuello mientras se posicionaba a su espalda. Muchas experiencias previas habían enseñado a Soren que jamás debía dársele la espalda a un desconocido, especialmente a otro vampiro. La confianza no era algo que existiera en su diccionario personal. ¿Entonces porqué se quedaba quieto permitiendo que el extraño acercara sus labios a su oreja?

Ahí estaba un vampiro acercando una de sus más poderosas armas a su oreja y el seguía petrificado como un idiota. Como si el mundo se hubiera detenido por unos segundos o quien sabe, como si sus sentidos estuvieran completamente enfocados en la voz, aliento y olor de esa boca.

Wyatt Romanov. El nombre vibró en su cabeza por unos instantes, finalmente sabía su nombre. Ahora aparte de eso sabía que también podría ser una digna presa.

Y esa humeda sensación... ¿aquello era su lengua? Soren tragó saliva, su cerebro sin poder procesar tal atrevimiento. Si, una lengua y posteriormente unos colmillos mordían su oreja para completar el cuadro. Un escalofrío le recorrió por completo, algo que comunmente no sentía, es más no recordaba sentir. Y entonces sin aviso previo, desapareció. Se desvaneció de la misma manera en como había llegado a su vida.

Soren se quedó allí mirándo a la nada, sin entender lo que había sucedido. Sólo seguro de algo:

Nunca antes había deseado tanto ser devorado.

[Fin del tema]

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