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¿Cuanto puede durar la tranquilidad? [ Priv. Lucian] 2WJvCGs


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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lydia Sforza Dom Abr 24, 2011 3:01 pm

El día había transcurrido con una inusitada calma, desde temprano habíamos ido a la Misa de todos los días, y después recibido la visita de un embajador de Rumania que nos había amenizado el resto de la tarde con la excentricidad siniestra muy propia de su nacionalidad. Ningún soberano se había aparecido ni siquiera a la hora del desayuno o la merienda, de hecho venían dejando esa costumbre desde hacia días, solo en las noches era cuando podía visitar a Jean en sus aposentos e informarme de todo lo que estuviese ocurriendo. Sabia que estaban pasando con determinadas crisis, pero positivas eran las expectativas a solucionarlo pronto.

Desde la ventana del salón de los espejos note como el sol descendía por el cielo en una gama de colores calidos, y aprovechando que la encantadora visita rumana mantenía distraída a la reina y al resto de la nobleza, fingí padecer de migraña y me despedí cuanto antes. No sabia en realidad si la carta hacia Lucían ya hubiera sido leído y de ser así, desconocía si podría hacer semejante visita tan repentina. De cualquier forma, no perdía nada con esperarle un poco, los establos siempre habían sido mi refugio y después de tanto encierro, de verdad necesitaba abandonar toda ley y protocolo por un rato…

Marche fuera del palacio en base a la astucia oculta de los pasadizos, y justo cuando llegue a los establos suspire, deseando de verdad que a ningún guardia se le ocurriera venir a vigilarme. ¿Habría llegado ya?, ¿Llegaría?

Con la duda danzando en mis pensamientos percibí el silencio del lugar, di un paseo por entre las caballerizas, buscando a Antonieta quien seguramente debía estar muy molesta y aburrida, hacia semanas que tampoco me alentaba a montarla. Me acerque a los postes donde la mantenían y le sonreí cansina.

--- ¿Podrás perdonarme por el abandono? --- Le pregunte gentil, extendiendo mi mano sin guante, para tocar su melena.
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Mensaje por Lucien Greymark Lun Abr 25, 2011 3:18 pm

El palacio real de Versalles. Se decía que de los grandes palacios de Europa era el que más destacaba, incluso más que el palacio del papa en Sicilia, y eso que aquel no era poca cosa, pero evidentemente todos los palacios, por esplendorosos que fuesen, siempre tenían el mismo problema: la gente que había dentro. En cuanto recibí la carta de Dominique pidiéndome que nos viésemos en los establos de la zona sur de los recintos del castillo di gracias porque me hubiese leído el pensamiento, hacia días que quería hablar con ella de un par de cosas pero habían varios asuntos que me habían tenido con una mano atada a la espalda, por no decir las dos. El entrar en el palacio, sin embargo, era una acción que requeriría de todas mis habilidades, no podía entrar como mi vieja amiga me lo había pedido, como si fuese un invitado mas, eso solo llamaría la atención de porque un conde extranjero y la princesa de Francia tienen asuntos que hablar en privado, básicamente era como colocar un cartel con focos pidiendo a gritos que nos espiasen, y eso era lo último que podía permitirme.

Faltaban solo un par de horas para que anocheciese, era el momento perfecto para salir y llegar al castillo sin ser visto. Abrí la ventana de mi habitación del hotel, había dejado claro que no quería ser molestado en toda la noche, y sin más, Salí a la intemperie agarrándome por los faldones del edificio hasta llegar al tejado y luego deslizándome por la pared del callejón hasta el nivel del suelo. En menos de media hora de camino a paso ligero llegue a los territorios del castillo, siempre rodeados por su gran muralla y la única puerta de acceso al publico controlada por medio regimiento de guardias. “Ignorantes.” Corrí por un lateral de muralla descubierta hasta llegar a una con arboles cercanos, con rápidos movimientos agiles subí hasta la copa y salte al otro lado de la muralla. Una vez al otro lado resulto fácil moverse, resultaba increíble como los humanos podían ser tan ciegos ante la presencia de un ser oscuro, prácticamente podía pasar por delante de sus narices sin que me detectasen. Ya en los establos de la zona sur, escale la pared que daba de espaldas al sol, ya casi a punto de ponerse, y entre por una de las ventanas del pajar que había encima de las cuadras, si había algún mozo no me arriesgaría a que diese la voz de alarma, una vez allí solo tendría que esperar a que la princesa llegase.

Pasaron aproximadamente veinte minutos hasta que aquel sutil olor me llego, por fin había llegado, y muy puntual además. Permanecí en lo alto del establo hasta estar seguro de que venía sola, aunque con su capacidad para escaquearse de las normas me sorprendería mucho que esta fuese una excepción. – Puede que ella te lo perdone, pero no sé si yo hare lo mismo. – Dije cuando por fin estuve seguro. Con la misma di un par de pasos hasta el borde del pajar y me deje caer al suelo, era un salto de más de dos metros pero fue como bajar un escalón. – Sabes, la incompetencia de la seguridad real empieza a resultarme cargante. Meterme aquí dentro ha sido más fácil que encontrar una prostituta en los barrios bajos. – Camine despacio y con las manos metidas en los bolsillos del abrigo largo que llevaba, sin poder evitar sonreír por ver a aquella chica, nunca pensé que volver a tener noticias suyas me agradaría tanto. – Me alegro de verte Nique.
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Mensaje por Lydia Sforza Lun Abr 25, 2011 5:12 pm

Desprendí un breve suspiro ante el movimiento sutil de mi yegua respondiendo a la caricia que le prodigaba y justo cuando estaba considerando la posibilidad de montarla una voz interrumpió el acontecer de mis acciones... Una voz autoritaria y ligeramente melancólica, una que seguramente reconocería hasta en el mismo infierno. Me gire sobre mis talones buscando su familiar figura, fue el mero instinto quien me hizo alzar la mirada y allí estaba en lo alto del establo, dejándose caer con una gracia aterradora. El gusto apenas saboreado por tenerlo cerca dio paso al susto mientras presenciaba el espectáculo y aunque ese tipo de agilidades eran naturales para alguien de su raza, me costaba acostumbrarme a ello. Sabía que iba a percibir ese gusto y progresivo pasmo, también mi frustración al saber que toda reacción iba a ser detectada y analizada… sin embargo ya era un escudo perpetuo el de mi expresión osada y tranquila.

--- No tendría que pedirte disculpas, yo no soy quien se desaparece siempre --- Contradije mas no era una queja como tal. Tenía muy claro lo problemática y ocupada que debía ser su vida, la mía aun y con todo también lo era. Solo podía permitirme esos momentos robados y con una sonrisa ladina agradecí también robárselos a él. Me acerque unos pasos, riéndome con su queja sobre el sistema de seguridad ---. Y eso que no vives aquí… me ha tocado que un vampiro entrara a mi balcón sin ningún problema... creo que a mi mascota me la encontré unas cuantas hectáreas más atrás. Ni siquiera recuerda ella como entro. ---. Me detuve cuando ya estaba frente a sí---. Por eso mismo la seguridad personalizada nunca está de más...

Los últimos rayos de luz mantenían iluminada el área donde nos encontrábamos, la calidez del atardecer y el desenfado de su trato hacia ver a Lucían más ameno, ligeramente menos imponente de lo que normalmente era. Me hacia mas fácil la tarea de imaginarlo mejor como me habia asegurado que fue y no todo el personaje que la vida y si mismo se habian creado. Lo cual era agradable, sin embargo, por mucho que me hiciera feliz volver a verlo… tenía un mal presentimiento. Quizas fuera la tranquilidad tensa a la que me habia sometido estas ultimas semanas, o quizas solo fuera la costumbre: cuando se trataba de Lucian nada era estable.

--- Yo también me alegro de verte, Lucían. --- Reconocí, deslizando una sonrisa más genuina de las que estaba acostumbrada a regalar---. ¿Has estado muy ocupado estos días? Me imagino que nunca hay descanso para los heroicos condes.
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Mensaje por Lucien Greymark Miér Mayo 04, 2011 4:49 pm

Solté una pequeña risa al ver como se sorprendía por mi agilidad sobrehumana, la verdad es que el poder utilizar mis poderes con total libertad delante de alguien resultaba tranquilizador, incluso liberador diría yo. Durante los muchos años que me había carteado con Dominique nunca había dudado que ella comprendería cualquier cosa que le contase por escandalosa o ilógico que fuese. Por alguna razón siempre creí que la verdad sobre mi condición sería distinta en ese aspecto, pero supo asimilarlo y creerlo con toda realidad sin siquiera llamarme loco ni una vez. – Tal vez desaparezca, pero esperaba que a estas alturas ya tuvieses claro que siempre vuelvo. – Eso era verdad, a pesar de marcharme volví, y siempre lo haría mientras pudiese disfrutar de la compañía de Dominique.

Su seguridad era otro tema, había soltado ese comentario con la esperanza de que se dedicase a mejorar la que tenía, aunque siempre haría lo que quisiese por supuesto. Desde el intento de asesinato de hace unos meses las cosas habían estado tensas, y por lo menos no se había aventurado a salir del castillo sin la debida protección, ahora me temía que todas las precauciones que había tomado para mantenerla a salvo no sirviesen de absolutamente nada. En cuanto menciono al vampiro no supe que decir. - ¿Qué un vampiro entro en tu habitación? ¿Y has esperado hasta ahora para contármelo? – Dije subiendo un poco el tono de voz, yo me preocupaba de mantenerla con vida y ahora me soltaba algo como esto como si fuese lo más normal del mundo, es que daban ganar de gritarle. - Suponía que el que un vampiro hubiese intentado matarte te habría echo ser más… cauta con respecto a ellos. – Eso era un forma suave de decir que debería haber dormido con una estaca debajo de la almohada. – A partir de ahora quiero saberlo todo Nique, aunque sea solo una impresión. Por favor…

Por lo menos a partid de ahora tendría a Donimique mas controlada, puede que le pidiese un favor a alguno de los míos para que la mantuviste vigilada en caso de problemas, sobre todo teniendo en cuenta lo que se avecinaba. Sonreí sin demasiada alegría con su último comentario. – No soy ningún héroe, es más puede que dentro de poco ni siquiera pueda ser conde. Esa es una de las razones por las que quería venir a verte, las cosas se han complicado más de lo que te podrías imaginar. – Empezar a contarle esto sin más podía ser un poco violento pero tampoco me quedaban más opciones, a saber cuánto tardarían los guardias en preguntarse dónde estaba la princesa y por qué no aparecía por ninguna parte. – Ven… - Sin previo aviso la alce en brazos y di un salto hasta la parte de arriba del establo. – Así no nos interrumpirán por sorpresa.

Cogí un montón de paja para que tuviese un sitio donde sentarse, ahora venía la parte importante que tenía que contarle, algo que posiblemente podía cambiar muchas cosas en el futuro. – Dominique… ¿Qué sabes a cerca de un tal Darcy Trudeau?
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Mensaje por Lydia Sforza Jue Mayo 05, 2011 4:06 pm

Y el ocio o la arrogancia de mis palabras quedo eclipsado con la sencillez de su comentario acerca de su constante regreso. Lucían jamás había necesitado una elocuencia rebuscada o el imponerse para, de vez en cuando, dejarme callada, sencillamente tenia que ser el mismo. En mis labios apareció una sonrisa que se esforzó en mantenerse discreta y tuve que voltear mi rostro en un intento por huir de esa mirada llena de afecto que me dedicaba. A veces ese tipo de momentos me producían ligera incomodidad al no saber como reaccionar, me resultaba mucho más fácil entrenarme contra el enfado de la corte o la mirada hambrienta de un vampiro antes de desgarrarme. Al menos en esos momento mi “adversario” no era alguien que me profesara un cariño del cual yo confiara, ¡Y peor aun! Al menos en esos momentos yo no apreciaba con tanta intensidad al contrincante.

Volví a sopesar su mirada una vez vino a reclamarme con ese tonito aristócrata que le salía tan natural pese a su desparpajo cotidiano. Era una bofetada con guante blanco los afilados comentarios envueltos en jerga educada y sarcástica.

---
¿”Qué sea mas cauta respecto a ellos”?--- Entorne la mirada y me cruce de brazos, adoptando una postura defensiva. ¡Mon dieu! ¿Es que me creía tonta? No era como si yo hubiese dejado las puertas abiertas con un camino de sangre para que el vampiro entrara a buscarme, las cosas se habían dado siniestras y absurdas.---. Soy lo más cauta que puedo ser. Además, ¿Cómo iba a contártelo? Con trabajo pude averiguar tu dirección de residencia sin levantar sospechas y enviar los últimos recados, no hubo momento ni lugar para hacerlo. Y me he encargado muy bien de alejar los colmillos de las serpientes pese a que duermo con ellas ---. El color subía a mis mejillas a causa de la indignación y justo cuando estuve apunto de soltarle un “Te lo contare, pero habrá cosas que serán secretos. Debo tenerlos.” Muy parecido al que el me dijo una vez en la taberna, me quede callada. Había un tono de suplica implícita en su “por favor” que me hizo dar un suspiro---. Ya tome las medidas suficientes, tengo un vampiro que vigila los alrededores de mis aposentos casa noche y además un hechicero autentico al servicio de cualquier cosa.

Era verdad. Todos tenían que aprovechar las habilidades que poseían y en vista de que yo no era inmortal ni tampoco tenía la fuerza de una bestia dormida debía ingeniármelas. Note la expresión derrotada que desfiguro a Lucían y me acerque mas a el haciendo una mueca.

--- ¿Qué vas a perder tu titulo?, ¿Porque? --- Pregunte de forma ligeramente escandalizada. Lance una mirada cautelosa a nuestro alrededor, temiendo que algún guardia llegara a descubrirnos, y como si este leyera mi mente me alzo en vilo otorgándome la solución. Rodee su cuello con fuerza liberando un grito ahogado contra su oído por el movimiento repentino, dudando un poco cuando me bajo de si, permitiéndome tocar nuevamente algo semejante al suelo---. A la próxima, querido, podrías avisarme

Gire sobre mis talones para observar desde lo alto el paisaje real, jamás había estado en un lugar tan alto de mis propios terrenos y verlo así en aquella puesta de sol a punto de extinguirse sonreí con orgullo. Comencé a caminar en retorno a mi estimado, arqueando la ceja al notar el improvisado asiento de paja del que seguramente esperaba que me sentara, me acerque únicamente al detalle por puro compromiso.

--- ¿Darcy? ---- La infantil euforia, la irritación, el enfado, el cariño, la preocupación ¿’y ahora la incredulidad? Lucían se estaba luciendo esa tarde ---. Es mi primo, hijo de Marcus. Fue exiliado de Francia poco antes de que se declarara culpable de traición a mi tío. Hoy, 4 años después pidió el indulto y al no tener pruebas suficientes de una conspiración con su difunto padre el rey se lo concedió. Se supone que quiere expandir su pequeño negocio de joyería --- hice un ligero ademan despectivo. Estaba lejos de creerle su actitud de hombre bueno que llegaba besándome los pies y asegurando no guardar ningún rencor con el pasado. Conocía a Darcy como conocía mis malas costumbres, sencillamente no podía creérmelo ---. ¿Qué tienes que ver tu con el?
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Mensaje por Lucien Greymark Dom Mayo 08, 2011 1:44 pm

Resultaba muy cómodo poder dejarla callada de vez en cuando, es más creo que era precisamente lo que alguien como ella necesitaba, competitividad, desafío y verse rodeada de una contestación que no podía imaginarse. Las personas como ella, que llevaban toda su vida recibiendo un si por respuesta y creyendo que sus pensamientos eran imposibles de ser contradichos no porque tuviese lógica lo que decía, sino porque simplemente era algo que decía la princesa. El que no la tratase con la deferencia que implicaba su posición social era algo que nos convenía tanto a mí como a ella, por lo menos si algún día esperaba ser la reina que siempre había visto en ella, y que esperaba que fuese.

- No esperaba que te lo tomases con parsimonia ni nada. – Evidentemente que no se habría quedado esperando a que un vampiro la pillase. – Aun así, has sido descuidada. Lo que yo hago, lo que me has visto hacer, no es distinto de lo que es capaz de hacer cualquiera de ellos. Algunos pueden provocarte dolor solo con mirarte. – No es que quisiese asustarla pero aun así era mejor que estuviese preparada para cualquier cosa que pudiese ocurrir. Había sido cauta, pero solo en el nivel que se espera de una humana, y no eran humanos los seres de los de debía preocuparse. – JA! – Era la única expresión que se me ocurría después de que comentase lo de su nueva seguridad. – ¿Pretendes que un vampiro te cubra? Lo del brujo puedo entenderlo, por lo menos si es lo bastante competente. – Dios sabía que las brujas solo miraban por sus intereses, y el dinero no siempre incluía esos intereses.

Mi título era realmente lo de menos, pero de una forma u otra si lo perdía podía tener significar muchos problemas, no solo para mí, sino también para Erin y para otros que dependían de mi por el hecho de que soy de la realeza, o algo así. – Olvida eso ahora, lo que importa es que nos centremos en lo que pasa con Trudeau. – Sonreí por el grito de susto al subir a la parte de arriba, es cierto que podría haberla avisado pero, qué demonios tenía su punto de divertido. – Hace años cuando te levantaba no te asustabas, así que supuse que ahora tampoco lo harías. - La información sobre Darcy no me era desconocida, más bien todo lo contrario, me había asegurado de conseguir toda la información posible sobre el en el College y los archivos reales como para saber su posición en Dinamarca y los Países Bajos, era lo que pensaba hacer con Paris lo que me preocupaba. – Quiere expandirse no te lo niego, pero no creo que sea la joyería lo que le interese, por lo menos no la joyería que ves hoy en día.

La idea que me había planteado Darcy era tentadora, no solo tentadora sino también suponía un cambio, un verdadero cambio en la historia, algo que yo había buscado desde hacía años, la oportunidad del pueblo de tener voz por primera vez desde que el mundo era mundo, y posiblemente la idea de tener un aliado que no beneficiase a los vampiros solo por su número más amplio sino por su inmortalidad. – No tengo nada que ver con él, aunque puede que llegue a tenerlo… eso depende de ti. – En vista de que no iba a sentarse en el improvisado montón de heno, aproveche y me senté yo. – Me escribió hace un par de días pidiéndome… colaboración. No fue demasiado discreto en lo que pretende, quiere una rebelión, un alzamiento contra los Fontaine y contra toda la clase alta. No lo dijo con esas palabras pero estoy seguro de que es lo que pretende. Ahora bien, quizás el por qué puedas decírmelo tú.

Los motivos por los que quiera deshacerse de los Fontaine me traían sin cuidad, es más podía hacer lo que quisiese con ellos, siempre y cuando no tocase a una Fonataine en particular. Apoye ligeramente la espalda y entorne los ojos pensativo, en su carta había hecho hincapié en Jean, Abelard y Geraldine, pero a Nique nunca la menciono. ¿Significaba eso que tenía planes particulares para ella? ¿Cómo sabía que el intento de asesinato de hace un mes no había tenido nada que ver con él? Dimitri nunca menciono a nadie como Trudeau cuando lo interrogue, pero si había sido obra suya y había fracasado, en parte por mi culpa, ¿Por qué me pediría ayuda?
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Mensaje por Lydia Sforza Lun Mayo 09, 2011 2:15 am

Volví a entornar mis ojos, ofendida por el peso de las acusaciones. Había pasado seis años desde que no lo veía y durante esos años había sabido cuidarme muy bien. Pese a mi condición de humano, joven y además mujer había paseado por las calles de Francia más siniestras, intentaron abusar alguna vez de mí, vampiros caprichosos habían intentado clavar sus colmillos en mi carne y licántropos furiosos me habían amenazado. Había corrido el riesgo y había logrado salir ilesa, sin siquiera el rasguño de todos los peligros. Y ahora Lucian llegaba menospreciando todas mis prevenciones y acusándome de insensata desde el principio.

Es verdad que algunas veces solo había sido la suerte quien me había salvado, pero no siempre y había aprendido a que la única persona en la que podía confiar para que estuviera “siempre” ahí para protegerme, tenia que ser yo misma. Me encantaba poder contar con Lucian y en estas ultimas semanas se había convertido, de nuevo y sin necesidad de hacer mucho, en una de las personas que mas espacio y tiempo ocupaban en mis preocupaciones y afectos, sin embargo no podía tolerar esa clase de menosprecios.

---
Que jamás hayan mordido mi cuello, ni lanzando miradas mortales es prueba que hasta ahora he sabido manejar las cosas, Lucian. --- Alegue buscando sus ojos para encararle del todo y justo cuando encontré su mirada, suspire---.Deberías dejar de ver a tu niña para que puedas ver mejor lo que puedo llegar a hacer. --- Pese al progresivo enfado me acerque a el y trate de controlarme. Era asombroso como lograba venir a romper el autodominio que siempre me gobernaba ¿Qué tenia de especial el para incitarme siempre a ir de un extremo a otro?

Atendí a sus palabras acerca de Darcy y poco a poco el color de mi rostro fue desapareciendo, ya ni siquiera la ira o la indignación tenían cabida para el instante de lucidez que me provocaron sus palabras. Ahí estaba la respuesta. Quise dar un paso atrás o incluso tomar asiento pero me prohibí siquiera tambalear. ¿Derrocar la monarquía?, ¿Darcy buscando aliados?, ¡Por supuesto! Había tenido razón en no confiar en ninguna de sus gentiles palabras. De pronto me vino a la mente su aparición en la mascarada, el vals que habíamos compartido y sus comentarios acerca del perdón, de querer limar las viejas asperezas, el último encuentro y sus invitaciones. De la nada me eche a reír, llevando la palma de mi mano derecha a mis labios para demitir el acceso de risa que me gobernó. Observe a Lucian que me miraba analítico y trate de serenarme sin poder obtener muchos frutos.

--- ¿Motivos?--- Repetí aun en el acceso hilarante---. ¿Qué motivos podría decirte que no hayas visto tu? Es un traidor, al igual que su padre. Seguramente después del exilio y de que le quitáramos su titulo de príncipe quedo muy herido. Venganza es todo lo que vino a buscar --- Eso si que encajaba mucho mejor con mi querido Darcy, ahora absolutamente todo tenia sentido ---. ¿Qué les promete, Lucian?, ¿Derrocar a la corona e implementar que?, ¿Ha el como rey? Es una ridiculez--- Deje de reír pero mi sonrisa sarcástica permaneció inmutable---… y todavía mi padre se atrevió a perdonarlo… a darle otra oportunidad a su torcida familia – Sacudí mi cabeza tratando de no darle vueltas---. Entrégame esa carta que dices y yo misma me encargare de el. Sea lo que sea que promulgue para convencerlos es una excusa absurda, nace del odio y el resentimiento. No debe seguir esparciéndose.

Me sorprendió a mi misma como ni siquiera me tembló la voz al momento de demandar esa carta. Con ese papel y mis palabras la cabeza de Darcy estaría rodando en el próximo amanecer. Lo peor de todo es que hasta ese momento me di cuenta de que yo había deseado de verdad confiar en Darcy, con todas mis fuerzas lo desee. Que estupidez, habia sido igual de ingenua que el rey.
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Mensaje por Lucien Greymark Dom Mayo 15, 2011 3:08 pm

Ese cuchillo dolía. No es que no respetase las previsiones que había tomado, es más me parecía que para ser humana se las arreglaba bastante bien, mucha gente habría muerto antes que lograr la mitad de lo que ella había conseguido, pero no podía dejar de preocuparme por eso, tal vez algún día sus previsiones no fuesen suficiente para frenar la amenaza, como por ejemplo cuando intentaron matarla en aquella ocasión. Mi deseo era que estuviese a salvo, y lo más importante, que no tuviese que estar preocupándose por ser previsora, a veces me arrepentía de haberle contado todo sobre este mundo ajeno a los humanos. – Tienes razón, he sido desconsiderado y te pido disculpas. Solo quiero que estés bien nada más… - Me levante de mi improvisado asiento hasta quedar justo delante de ella, por lo menos antes de que me dejase paralizado con el siguiente comentario.

Ese tema siempre había sido un tanto espinoso para mí. Es cierto que había visto a Dominique crecer, la había visto convertirse en una mujer adulta y con la capacidad de pensar por si misma, pero me temía que de vez en cuando seguía forzándome a mirarla como lo habría hecho hacia seis años. – Te veo tal y como eres Nique, siempre lo he hecho, es solo que las cosas son un poco más complicadas de lo que tú crees. – Alce una mano acariciando su mejilla, esa piel suave y sedosa que siempre cuyas sensaciones se intensificaban junto con todos mis sentidos, aquellas mismas que me habían acelerado el pulso cuando había vuelto a verla. – Solo hago lo que creo que es mejor para ti… No quiero… - Con la misma aparte la mano, por una vez me había permitido no mirarla como si fuese su padre o su hermano, sino como la mujer hermosa y fantástica que era. – Lo siento, pero siempre hay cosas que son difíciles de cambiar.

Por suerte el asunto de la conversación estaba más centrado en Trudeau, por lo visto su aprensión de por si natural hacia el conde había aumentado con la información disponible, pero seguía sin saber porque se molestaba tanto en dejar a Dominique al margen de todo. No había dudado en nombrar a Abelard y a Jean pero a ella ni si quiera la mencionaba de pasada, ¿significaba eso que resultaba irrelevante para él? En mi opinión no, más bien parecía todo lo contrario. “Pues claro grandísimo estúpido. Como no se te había ocurrido antes…” No es que la princesa significase poco, más bien es que lo significaba todo. Un matrimonio entre Trudeau, que promovía el cambio para el pueblo, un salvador lo llamarían sin duda, y la legitima princesa pondría calmar la hostilidad de los demás países de Europa. Los países aliados de Francia podrían ponerse en pie de guerra si había un golpe de estado, pero habiendo un matrimonio real de por medio en el que, al menos en teoría, la monarquía seguiría siendo mandataria, haría que enterrasen el hacha de guerra y se hiciesen los suecos. “Tengo que admitirlo Darcy, has pensado en todo. Te felicitaría si no fuese a Dominique a quien quieres utilizar.”

- No creo que la venganza sea su móvil. Es más creo que es todo lo contrario, no creo que guarde ningún rencor excesivo a tu familia, sobre todo a ciertos miembros. – Era mejor que no le contase mis sospechas sobre lo que tenía pensado hacer con ella hasta que tuviese pruebas, y cuando las tuviese me aseguraría de que esa parte del plan de Trudeau no estuviese tan bien calculada. – No es lo que promete, es más parece que, de momento, no quiere el puesto de rey. Su plan consiste en instaurar un parlamento republicano popular, un lugar en el que el pueblo decidiese si una ley era excesiva o no para aprobarse. – Oh el ocuparía un puesto clave por supuesto, puede que esa fuese la parte oscura de su personalidad, la que ansiaba por lo menos una fracción del poder que creía que debía de corresponderle por haber llevado al pueblo a la libertad y su autogobierno, pero al menos era un cambio que incluía al pueblo.

Dominique estaba inquieta, y también furiosa. Se paseaba por ahí como si quisiese pegarle a alguien, o mejor, estrangular a Darcy, sus acciones suponían una traición para ella que no podía tolerarse, así la habían educado, otro de los errores de la monarquía. – No voy a entregarte esa carta Nique. – Levante un dedo antes de que protestara. – Déjame acabar por favor. Es cierto que no conozco todos los motivos de Trudeau, al menos de momento, pero eso no significa que no piense que tiene algo de razón. – Por no decir que en cierto modo la tenía toda. – No te entregare un arma con la que puedas ejecutarle. Siento decírtelo pero me temo que en cuanto a su visión de gobierno, estoy de acuerdo con él.

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Mensaje por Lydia Sforza Miér Mayo 18, 2011 12:01 am

¡Esto no era justo! Yo tenía todo el derecho a estar ofendida por tanta subestimación, una que casi rayaba en el menosprecio, muy gentil, si, pero menosprecio al fin y al cabo…. Sin embargo esa mirada de Lucian, tan melancólica, afectiva y culposa en complot con la noble disculpa de sus labios dejaban a mi temperamento desarmado. Haciéndome sentir como si mis desplantes fueran exagerados, injustos y quizás crueles, daban ganas de ser a el a quien consolaran de todo. Lo mire ponerse de pie y me acerque en un paso, obligándome ante la diferencia de alturas a alzar mis ojos en la búsqueda de los suyos. Iba a obligarme a tolerar esa expresión hasta que pudiera ser inmune a ella. Aunque muy en el fuero interno, sabia que eso nunca iba a pasar, por mas que me costara aceptarlo… El era mi absoluta debilidad.

---
Estoy bien, Lucian --- Fue lo único que pude decir y mis ojos se cerraron a la caricia prodiga de su mano siempre tan cálida, sintiendo estremecerme y preguntándome cuantas veces iba a seguir repitiendo ese “Te veo tal y como eres ahora” para que yo llegara a creerle de verdad. Bien dicen que después de repetir tanto una mentira puede convertirse en verdad. Mis labios se curvaron en una sonrisa resignada, al menos esta vez estaba siendo mas sincero con ambos... y no podía negar la sensación de seguridad y paz que me provocaba su presencia. Me hacia demasiado feliz tenerlo conmigo aun cuando el precio de eso fueran las tormentas, por el... no me importaba pagarlo ---. Al menos lo intentas, supongo que esa será mi ganancia ---. Se notaba bastante pensativo y mortificado, como si sus comentarios apenas pronunciados fueran la antesala a un palacio repleto de misteriosos laberintos, quise apremiarlo a hablar pero preferí esperar, a estas alturas ya me quedaba bastante claro que la visita no era únicamente por la añoranza de verme, algo estaba sucediendo y Lucian se sentía con la obligación de esclarecerme y continuar con su ya decidido proceder.

¿Por qué estaba más que claro que solo estaba informándome, no?

---
No tienes ni la menor idea de con quien estas aliándote --- Negó con la cabeza, resistiéndome, por mi propio bien, a no dejar acceder los arranques de rabia que amenazaban con dominarme---. ¿Qué va a importarle a Darcy el pueblo o las injusticias? Un derrocamiento a la monarquía es solo una forma de destruirnos, a todos nosotros… es rencor puro, Lucian! ¿Cómo no lo puedes ver?

Me negué a seguir mirándolo y quise huir, el lugar pese a ser abierto me parecía demasiado pequeño y cerrado. La carcajada anterior había sido un ataque de nervios que me había dejado con la dificultad de respirar y fue el mismo Lucian quien apretó la soga para dejarme sin aire por completo. La mano que había extendido para que me entregare el papel se tenso en un puño, dejando que la incredulidad me dejara sin palabras. ¿Cómo podía estar sorprendida? Desde el principio de la charla era evidente la posición de mi querido Conde, el, cuyos ideales se alzaban en la búsqueda de la justicia, la igualdad, al desprecio sobre la nobleza vampirica. Lucian Greymark, un usurpador de titulo que lo había tomado no por ambición, sino por su afán heroico de defender una causa justa… ¿Cómo pude haber considerando por un segundo que quizás solo por mi haría una excepción a sus principios y me ayudaría a proteger a mi familia?,Porque los Fontaine antes de soberanos eran las personas que amaba y Lucian lo sabia. Mis labios se tensaron con finura contemplándolo en el silencio ¿Qué era yo para el salvo una niña a quien habían criado de mala manera y debía ser corregida?

---
¿Y a esto viniste?---. Con frialdad me aparte---. Fuiste muy amable al informarme que acompañas a los rebeldes, y también en advertirme sobre las traiciones de mi primo. Amable y muy mal estratega, no esperes que me quedare con los brazos cruzados mientras ustedes se mueven.
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Mensaje por Lucien Greymark Dom Mayo 29, 2011 2:48 pm

Siempre con ese fuerte temperamento, parecía que su carácter estaba estrechamente ligado con la idea de autoimponerse y declarar que su opinión era la única que valía y servía. En ciertos momentos y viniendo de otras personas ese tipo de actitud me resultaría bastante irritante, por no decir insoportable. Sin embargo con Dominique todo debía mirarse desde un punto de vista distinto, no porque ella fuese princesa ni nada por el estilo, sino porque simplemente era una persona a la que no podía despreciar, y por muchos defectos que tuviese o desarrollase como humana que era, me sería imposible cambiar mi forma de pensar al respecto. Aunque eso no implicaba que de vez en cuando me enfadase con ella por el rumbo que tomaban sus acciones.

Su respuesta me dejaba un poco desconcertado, es cierto que ella jamás me había negado nada y no me había ocultado nada, del mismo modo que mi actitud hacia ella había sido la misma. El tacto de su rostro resultaba tan familiar, como si debiese ser algo que reconociese, pero al mismo tiempo era completamente desconocido. Sé que ella no me creía cuando decía que la miraba como era, pero era cierto, por desgracia. Dominique había sido una niña en la que había visto algo especial, pero por entonces era precisamente eso, una niña. Ahora mismo, en aquel momento, veía no a la niña especial que se había cabalgado sobre mis rodillas y que me pedía historias, sino a una mujer incluso más especial, única en todos los sentidos y que, lo más sorprendente de todo, deseaba acariciar como haría con una dama adulta. – Créeme, no tienes ni idea de cuanto lo intento. – Lo intentaba, y mucho. Desde que había vuelto a verla me obligaba a verla como debía ser, y era como una princesa, una joven que perfectamente podría ser mi hija, aunque no lo pareciese. – Puede que algún dia entiendas mis decisiones y creas de verdad lo que pienso.

¿Sería posible que tuviese razón? Si todo lo que estaba haciendo Darcy era por pura venganza entonces le estaba sirviendo la victoria en bandeja, es más el esperaba que hablase con Dominique, espera que tenga esta conversación con ella y que mis convicciones la convenzan a ella. ¿Hasta qué punto está enterado de nuestra relación? Desgraciadamente aunque conociese todo sobre nosotros y todo esto formase parte de su plan eso no quitaba el hecho de que su plan de gobierno era justo lo que necesitaba el país, tal y como yo lo veía podía darle a Trudeau la revancha que esperaba y así conseguir que el pueblo tuviese lo que se merece, destruyendo a Nique por el camino; o bien, podía ponerme en contra de Trudeau, condenando al pueblo a un estado de lamentable situación, pero al menos ella estaría a salvo. – ¿Crees que no he considerado las opciones que tengo? Si resulta que esto es una venganza mucho me temo que nada de lo que yo haga impedirá que la lleve a cabo. – Una persona que significaba para mi más que muchas otras, una de mis mejores amigas, o el pueblo. Mucho me temo que tenía la respuesta demasiado clara para mi gusto. – Lo siento mucho Nique, pero hago lo que creo que es mejor para el pueblo y una monarquía no es precisamente algo que encaje en ello. Si para ello tu familia debe ser derrocada, aunque eso signifique una victoria para Trudeau, debería dársela. – Alce los brazos para colocarlos sobre sus hombros y luego hacerlos descender por los ante brazos, por encima de su vestido. – Se que como princesa que eres, eres consciente de que tu deber es hacer lo mejor para el pueblo. ¿Vas a ignorar ese deber solo porque implique una victoria mínima de Darcy?

Al ver lo alterada que estaba, el cómo se movía por la zona del pajar como si estuviese buscando algo que romper me daba a entender que no sería fácil que lo comprendiese. Ya era del todo consciente de que en realidad la intención de su queridísimo primo era casarse con ella, que mejor manera de terminar de humillar a los Fontaine que tomar a la heredera de la corona y convertirla en un jarrón decorativo plantado a su lado, siempre cerca del poder que le correspondía por derecho pero sin poder tocarlo. Debía de sentirse traicionada por mí, por alguien que debería haberla apoyado. – Escúchame, sé que esto ahora no resulta nada fácil, pero tienes que creerme: nunca, jamás en la vida, haría nada que pudiese ponerte en peligro. No he venido a informarte de una traición, vengo para que entiendas que no permitiré que le ocurra nada a tu familia. Ya me he encargado de todo eso y te aseguro que todo saldrá bien. – Me acerque un poco más a ella acariciando aquel rostro que ahora me miraba con ira y, en cierto modo, decepción, algo que me dolía muchísimo más que cualquier insulto o replica mordaz que pudiese objetar. – ¿Cuantas veces te he fallado? ¿Cuántas he hecho algo que pudiese ponerte en una mala situación? Sé que ahora no lo parece, pero si tienes aunque sea una milésima parte del cariño que siento por ti, por favor, hazme caso… se lo que estoy haciendo.

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Mensaje por Lydia Sforza Lun Mayo 30, 2011 5:24 pm

--- Deberé entender, no podrá ser de otra forma ¿Verdad?

Si bien cada que estaba con Lucian era muy fácil que mis nervios se estresaran y acabara perdiendo el control de mis emociones y por ende las acciones que pudiera realizar, eso era un talento que podía concedérselo únicamente a el, pues para el mundo no dejaba mostrar ni una minúscula parte de debilidad o descontrol. Una experta en los antifaces, una actriz… solía decirme Darcy, sin embargo para esas alturas estaba perdiendo el impulso de asesinar a alguien, o de gritar, o de cualquier otra exageración. Los grados de enojo, decepción, e indignación eran tan altos que estaban comenzando a dejarme en blanco. Me enfoque en descifrar los gestos del amable rostro de mi querido Conde, había extremada firmeza en el, pero sus ojos o las ligeras muecas fugaces de tristeza y devoción que hacia cada tanto me daban a entender lo difícil que le resultaba la situación. Debería compadecerme por la encrucijada que el maldito de Darcy nos había forzado a tomar y aunque una parte de mi si lo hacia, no era suficiente como para moverme de mi posición.

--- No es “si se trata de una venganza” es una total venganza. Perfectamente ensayada y maquillada de algo muy “noble” --- Aclare en un tono de voz mucho mas frio y modulado, ya ni siquiera dejaba espacio a mi ironía natural ---. ¿Lo mejor para el pueblo?, ¿Quién te asegura que su república sea mejor de lo que es nuestra monarquía teniendo al líder que tienen? Lucian, por muy fuerte y astuto que seas derrocar un imperio e implementar otro es demasiado, no podras con eso y ademas luchar internamente por el poder, como es obvio que sucedera --- Aunque tuviera el enorme deseo de irme, deje que me tocara y me acerque a su cuerpo cuando me abrazo, dejando las palmas de mis manos en su pecho y manteniendo mi expresión severa encarando a la suya. Iba a hacer todo lo posible para que el no pudiera ver la tristeza que me gobernaba---. ¿Mínima Victoria? Seria el único verdadero triunfo de toda su pútrida existencia y el fin de nosotros, Como Princesa de Francia te aseguro que mi padre es un buen rey, por más vampiro que sea mantiene el orden y hace todo lo que esta en su mano por la nación. Nació para hacer lo que hace, como todos nosotros…

Sonreí muy apenas a la caricia que me dedicaba y deslice mis manos para tomar su rostro entre las mías, inclinando su rostro y atrayéndolo un poco a mi lo forcé con delicadeza a ser lo único que mirara y viceversa. Fue inevitable que mi expresión se suavizara apenas lo contemplara, nuevamente ese magnetismo… ese influjo tan poderoso de su persona. Con sus promesas tan devotas de pronto todo parecía sutilmente menos terrible.

--- Lucian, no tienes ni idea de lo mucho que te quiero, no tienes ni pizca de cuan importante e influyente eres en mi vida --- Le asegure con convicción, a estas alturas ya había podio aceptar cuan enamorada estaba de el, por mas que luchara contra ello---, sin embargo en la misma medida tampoco pareces tener en cuenta de lo que me estas pidiendo. ¿Qué quieres que haga?, ¿Qué me quede callada mientras espero a que ustedes derroquen a mi familia?, ¿Qué los traicione así?, ¿A esperar a que me quiten mi corona y mandar al diablo todas las enseñanzas, todo el esfuerzo por el que ha pasado mi vida? --- Con los pulgares acaricie ligeramente sus pómulos, un poco nerviosa por la cercanía a la que me forzaba pero sin moverme un ápice---. Podrás asegurarme que nos protegeras, que no dejaras que maten a ningun Fontaine suponiendo que puedan lograr ganar, pero nos condenaras a algo peor… una vida mucho más deshonrosa donde los Fontaine viven demostrando que no podían gobernarse ni siquiera a si mismos, no seria la única de nosotros que preferiría estar muerta antes de eso. --- Cerre los ojos por un segundo, buscando la lucidez suficiente para no dejarme gobernar por alguna emocion --- Yo no te estoy pidiendo que dejes tus convicciones, acepto tu lucha pero tu no estas permitiendo que acepte la mía.
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Mensaje por Lucien Greymark Sáb Jun 11, 2011 4:13 pm

- No, me temo que no podra ser de otra manera. – Es cierto que las cosas no estaban saliendo exactamente como las había planeado, pero eso era exactamente lo primero que se debía aprender de los planes, que nunca salía nada exactamente igual a lo que habías pensado. En realidad, la verdadera maravilla no eran los planes en si, sino el ser capaz de anticiparse a los posibles fallos de este para que las cosas no te saliesen demasiado desorientadas, esa era la clave para sacar ventaja. No diría ganar, porque las victorias perfectas eran completamente imposibles, eso solo la experiencia podía demostrarlo. Y eso era precisamente lo que tenía en mente en ese momento. Era consciente de que Nique no abandonaría su idea de que Trudeau estaba en su contra y que hacia todo esto por venganza, y era probable que uno de sus motivos fuese ese, Dominique tenia buen instinto para ser tan joven y sabia ver a la gente, tenía instinto, demasiado como para ignorarlo.

- En cualquier caso, sea por la razón que sea, mi objetivo es conseguir que el pueblo tenga lo que necesita, no es una cuestión personal. – En momentos como aquel era cuando más me gustaría ser egoísta, decirle que el mundo me importaba poco y que sería capaz de dar hasta mi vida porque ella estuviese a salvo, que estaría dispuesto a traerle el corazón de Darcy en una bandeja, e incluso a hacer arder a Paris si hacía falta. – Sé que será mejor porque me ha hablado de lo que piensa hacer, y sabe que si no cumple con esa palabra no será de los Fontaine precisamente de los que deberá tener miedo. – La única razón por la que Darcy contaba con mi apoyo era precisamente por eso, porque confiaba en mantendría su palabra. En cuanto al otro asunto… no era tan simple. - ¿Crees que tengo que hacer esto solo? En esto hay mucha más gente implicada de lo que tú te crees. Darcy se ha dedicado estos años a conseguir amigos, seguidores, y te aseguro que todos le apoyan, incluyendo miembros del ejército. – Que existirían problemas en el poder, es posible, eso no podía ignorarlo, especialmente si él seguía en su empeño de casarse con Dominique. En cuanto a que pudiese ser una victoria más que personal, pues si, lo seria, pero siempre había de todo en el mundo, y como bien sabía desde el principio, ninguna victoria era perfecta, ni siquiera para Darcy. – No niego que tu familia hace lo que puede, y que tu hermano seria un buen rey, pero esa no es la cuestión. La obligación de todo monarca es hacer lo mejor para sus súbditos, aunque eso implique un mal para si mismo. – Sonreí un poco al ver su cara, sabia como reaccionaria a esto, en ciertos aspectos Nique era como un libro abierto para mí, y no se daría por vencida, lucharía contra Trudeau hasta que no le quedase la más mínima posibilidad. - Sé que esto es mucho para ti, y por eso precisamente no estoy aquí para convencerte. Si crees que tu deber es oponerte a esto hazlo, yo jamás te hare daño, ni ahora ni nunca.

Adaptación, esa era la clave. Era curioso como cambiaban las cosas, sobre todo estando ella presente, en un momento estaba enfadada y frustrada y de repente volvía a ser la maravillosa mujer que era, siempre con aquella sonrisa capaz de bloquear a cualquiera, y esos ojos azul profundo, era como mirar un lago, resultaba hipnótico. Sentí un cosquilleo recorrerme la espalda al contacto con sus manos, aquellas palabras me provocaban más dolor que la propia decisión que me veía obligado a tomar por el bien de muchos otros, y también por el hecho de que no podía ocultar cuanto me mortificaba no poder estar a su lado como tanto deseaba. – Solo quiero que seas tú misma, haz las cosas exactamente como si te hubieses enterado de esto por alguien que no fuese yo, y te aseguro que todo irá bien. – Me costaría muchísimo conseguirlo, pero al menos tenía la seguridad de que todos acabaríamos ganando si todo salía remotamente parecido como lo esperaba. Adaptación. – Si hicieses todo eso que acaba de decir, no serias tu misma, y si no lo fueses no te querría tanto. – Incline un poco la cabeza para depositar un suave beso en su mejilla, más que un beso fue un roce, algo que no debía pasar de ahí. Una mano aparto los mechones de cabello oscuro que le cubrían el rostro, dándome una vez más el tacto de aquella piel de seda, aun mas intensificada por su cercanía. – Eso es precisamente lo que debe ocurrir, piensa que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Harás lo que debes, eso lo sé, pero cuando acabe todo, es posible que me lo agradezcas.

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Mensaje por Lydia Sforza Miér Jun 15, 2011 3:07 am

Mi sarcasmo pareció tomárselo con mucha seriedad, incluso creo que llego a escuchar en el una supuesta resignación y sumisión a sus designios que solo en su imaginación iba a existir. Me erizaba la sola idea de saber que seguramente eso era lo que había estado esperando para finalizar esa discusión que maquillada estaba de una charla tierna entre los dos y volvió a erizarme cada vez que repetía su “Debo hacer y luchar por el bien del pueblo” mas allá de los celos que me provocaba su postura totalmente leal hacia este susodicho “pueblo”, radicaba el detalle que el ni siquiera era Francés. Su titulo engolaba la bandera del Sacro imperio Romano y en su sangre corría el furor de los ingleses. En cuanto a Darcy había dejado de ser Francés en el momento en que su patria le dio la espalda, ninguno de los dos tenía nada que ver con la nación y aun así ambos se alzaban como si tuviesen un verdadero derecho, cada uno por sus propias posturas personales.

.---
Claro que si es una cuestión personal --- Contradije encarando su mirada. Y aunque erizada, los accesos de cólera se habían difuminado en el blanco de mi sentir. Era un caos totalmente de emociones e intensidades que ya lo único que podía hacer uno es encerrarlas a la espera de un momento mejor para poder reconocerla y digerirlas todas. --- No le debes nada al Pueblo de Francia, pero si le debes demasiado a tu conciencia. Debe haber una forma de tenerla tranquila… ¿Y que mejor que haciendo el “bien mayor”? --- Trataba de no ser lo suficientemente sarcástica o hiriente con el y resulto interesante porque no necesitaba esforzarme mucho con el, siempre lograba sacar mi lado mas vulnerable, mas atento… en cierta postura inocente, incluso podría decir que mas “humano”.

La idea de alejarme de su influjo daba vueltas y vueltas dentro de mi cabeza, pero el apego con el que me sostenía y esa mirada de mortificación que me recordaba constantemente lo difícil que le resultaba darme, a un modo muy metafórico, la espalda. El calor de su piel era tan familiar y acogedor que me ponía más difícil la intención de huir. No quería hacerlo, no quería dejarlo, pero tampoco quería apoyarlo… así como el tenia sus ideales, sus afectos y sus deberes, yo tenía los míos. Apenas en ese momento me daba cuenta de cuan diferentes éramos en todo, tanto en identidad como en los mundos que vivíamos y aspirábamos a vivir. Había sido un absurdo mío el querer salir de mi mundo, más absurdo aun creer que podía ser un poco parte del suyo.

---
¿Hasta en el ejercito…? --- Hice una ligera mueca que no pude reprimir cuando me señalo que era un movimiento bastante grande. Para ser sincera mis corajes y preocupaciones no estaban en esa revolución, toda mi vida había escuchado de insurrectos que se levantaban contra la monarquía intentando destruirla. Los había visto alzarse en fama y luego ver como sus cabezas rodaba en el patíbulo. Los revolucionarios y sus movimientos solo me daban risa… toda mi alteración se debía a que eran Lucian y Darcy los involucrados. Porque me habian traicionado y yo les había permitido lo suficiente de mi para que eso representara una herida.---.Siempre ha habido movimientos revolucionarios fuertes, no dudo que Darcy allá logrado algo, mas aun viendo que hasta a ti te tiene de aliado, pero nos sabremos ocupar --- Le mirándole de forma significativa, deslizando las manos que sostenían sus mejillas hasta su cuello--- Mi padre no es solo un rey de adorno, tiene sus medios y su fortaleza. No les va a resultar enemigo fácil.

Menos ahora que iba a tenerlo al tanto de todo, y que esa guerra no iba a ser nada mas “la guerra” sino una donde hasta yo iba a involucrarme y hacer todo lo posible por ella, evitando a toda costa también manchar el nombre de Lucian y buscando la manera de mantenerlo a salvo. No sabia como, pero iba a tratar de hacerlo y tan segura estaba como lo estaba que tendría a Darcy tras las rejas apenas pudiera. Que nos volveríamos a ver y que entonces, la verdadera guerra comenzaría.

---
Tu no quieres a la princesa, quieres a Dominique ---- Le recordé, esbozando una ligera sonrisa resignada y luego me estremecí de pies a cabeza cuando sus labios acariciaron muy mejilla, trate de disimular el gesto deslizando mis manos para rodear su cuello y gire mi rostro para besar su mentón con cuidado--- Y yo no se que tanto exista la segunda sin la primera… puede que no exista, y entonces mi “yo misma” que dices querer seria solo esto.... me pregunto que pasaría si un día te dieras cuenta de eso---. Añadí sobre su piel, entrecerrando ligeramente la mirada a su último comentario… A una manera extraña, parecía decirme que no importa cuanto luchara porque al final su lado iba a ganar y entonces vería que todo seria mejor para todos excepto para mi familia, pero que aun así, debía verle el lado positivo. Me estaba casi… consolando ¿Verdad?, ni siquiera pude enojarme o reirme, aun era muy pronto para cantar victoria.
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Mensaje por Lucien Greymark Mar Jul 05, 2011 8:31 am

Las cuestiones personales de la gente siempre influían. A fin de cuentas ¿que era el hombre sin los motivos personales? En realidad siempre se había pensado que las cosas se hacían por una obligación o por un deber concreto, yo era el primero que pensaba de esa manera. Para mí, la idea de que el pueblo tuviese libertad para decidir su propio destino era algo que debía ocurrir pero, ¿ciertamente era así? Desde un punto de vista lógico parece que si, pero en realidad solo se trataba de mi pensamiento e ideales personales, definidos y diseñados por mi carácter y cuyo objetivo era hacer realidad esa creencia o pensamiento independientemente de que fuese mi responsabilidad o no. Por primera vez en mucho tiempo me daba cuenta de la actitud egoísta de mi pensamiento, pues intentaba que las cosas fuesen como yo quería, aunque para ello tuviese que forzar las situaciones y obligar a otros a aceptarlo. ¿Quedaba justificado porque mi pensamiento supusiese el bien general? Evidentemente la respuesta era no.

- Es cierto… No tengo la conciencia tranquila. – Y es verdad, habían pasado años, había hecho incontables cosas para sentirme mejor conmigo mismo, había ayudado a todo aquel que podía, y aun así, las pesadillas seguían mutilándome, y los rostros de las personas a las que había matado me perseguían sin la menor compasión. Solo habría un momento en que pudiese acabar con todo eso, y es cuando muriese. - Pero aun así, le debo muchísimo a Francia. Tal vez parezca ridículo pero aquí he encontrado algo que no he tenido en mucho tiempo, he encontrado algo de paz. Sé que es una tontería pero es como me siento. – Inglaterra solo me daba recuerdos malos, recuerdos de perdida, tanto de mi humanidad como de la familia que pude haber tenido y tuve, una familia de la que ahora solo quedan cenizas. ¿Y el imperio? El imperio no era más que un nido de vampiros, un lugar donde solo había sangre y dolor. Intentaba arreglar eso con todas mis fuerzas, pero no resultaba nada sencillo. - Francia me dio una oportunidad de ser humano en parte, me dio tu compañía… ¿Qué otra cosa puedo hacer salvo intentar mejorarla?

En mi mente no podía sino felicitarla, es cierto que su actitud con respecto a la rebelión nos ponía las cosas más difíciles, y eso me preocupaba, pero por otro lado había una parte de mí que se sentía orgulloso de que no se dejase doblegar, que luchase por aquello que creía correcto a pesar de que algunos de sus rivales fuesen personas por las que sentía un cierto afecto, eso la hacía más reina que cualquier otro gobernante que hubiese visto. Desde el momento en que comenzó esta conversación esperaba que esa fuese precisamente su actitud, que se comportase de esa manera era lo que se debía esperar de ella, sobre todo para que mi plan tuviese éxito y que la republica pudiese existir. – Tu padre es alguien que se esta volviendo obsoleto por momentos. Es cierto que tiene sus recursos pero no olvides que ahora que es un vampiro sus posibilidades de movimiento están limitadas. – Sabia que Darcy no era tonto, y si, nuestro trato implicaba que la familia Fontaine saldría ilesa del conflicto, pero dentro de ese trato no entraba Abelard, y Trudeau preferiría mil veces eliminarlo antes que tener a un vampiro entre bambalinas como una amenaza.

El tacto que estaba teniendo por su parte, aquella falta de… recato resultaba extraña, pero no por ello desagradable, el tacto de su piel solo hacía que el pensar me costase más. Los sentimientos que tenía por Dominique siempre habían estado controlados, pues sabia de sobra que ella y yo no teníamos nada que ver en ese aspecto, se merecía muchísimas cosas antes que a alguien como yo por eso siempre había mantenido un control sobre lo que podía pasar con ella. Sin embargo, su beso no era el de una niña, ni tampoco el de una amiga, no era parecido a nada de lo que hubiésemos tenido antes. – No pido que seas solo una de las dos, quiero a Dominique sí, pero también sé que la princesa esta con ella. No es que rechace a la princesa, quiero a la princesa, porque la princesa sigue siendo Dominique. – Era la primera vez, la primera vez en años que perdía el control de semejante manera, pero lo hice. En aquel momento la proximidad entre nosotros se redujo hasta dejar de existir, y por primera vez mis labios rozaron los suyos hasta que el contacto fue total, no como un padre dándole un beso a su hija, sino como a una mujer fuerte y hermosa.

Off: NIQUE!!!!!!!! Lo siento por el retraso guapisima pero los examenes me matan, ya dentro de poco sere libre y podre venir mas seguido. Smile
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Mensaje por Lydia Sforza Dom Jul 10, 2011 2:14 am

Francia, Paris, Versalles… Eran los tesoros más brillantes que le habían pertenecido a mi familia generación tras generación, y que incluso ahora ostentábamos con orgullo. De todo el continente Europeo era considerado el lugar más hermoso y con justa razón, cada callejuela poseía un toque particular, casi artístico tanto en su lujo como en su decadencia. Halagarle era como recibir un halago hacia mi persona, de igual manera cualquier desprecio hacia mi imperio representaba algo personal… aunque el tiempo me había enseñado a notar que la mayoría de las críticas que recibía la nación, nacían de la envidia o la rivalidad.

Quizás si en otro momento o circunstancia Lucian me hubiera contando su sentir hacia Francia, posiblemente me hubiera maravillado. Desde que había vuelto a verle y logrado comprender el anima tortuosa de mi querido Conde, encontrar al David olvidado entre los modos rígidos de Lucian Greymark… empeñada había estado en ponerlo de frente al espejo para que pudiera verse con claridad, todas mis discusiones hacia sus principios y acciones eran para eso. El saber que de alguna manera el hubiese encontrado cierto consuelo en la belleza de mi imperio, que incluso mi compañía había logrado despertar en el la humanidad que creía olvidada representaba una recompensa enorme, una respuesta positiva a todos mis esfuerzos. Sin embargo a estas alturas no me era posible saborear con todo el deleite que debería mi pequeño triunfo, la sombra de sus intenciones cubría todo intercambio de palabras o maniobres que pudiésemos tener. Mis labios seguían curvos en una sonrisa templada, aun con la resignación suavizando la destemplanza de mi faz. Baje la mirada pensativa… y suspire.

---
Hacerle mejoras por las mejoras que te hicieron a ti… ¿Oyes tus ilustres intenciones? No es posible que puedas seguir considerándote un monstruo cuando logras expresarte con semejante nobleza --- Señale con un gesto mas entretenido, dejándole una vez mas en evidencia. Uno de mis defectos era que no sabia perder, ganar era algo que siempre pasaba en todas mis jugadas y solo podía apostar y acostumbrarme a lo mismo, sabia bien que Lucian también poseía tal defecto, por lo mismo cada charla consigo era una lucha elegante de palabras… jamás perdía oportunidad para dejarlo en evidencia. --- ¿Te das cuenta que estas hablando de mi Padre? será vampiro, el rey y tu enemigo, pero no olvides eso. Es mi familiar y soberano, a el le debo la vida y a el le sirvo--- Advertí con el énfasis en las palabras.

Los Fontaine podíamos ser muchas cosas, sobre todo orgullosos, pero al menos entre los integrantes de la familia real, mi familia… éramos leales los unos con los otros. Con mi mirada sosteniendo la suya escuche como hablaba de otro de los tantos dilemas que nos separaban y provocaban controversia… acaricie su mejilla con mi mano y pude notar la tensión que mantenía, y una incomodidad quizás semejante a la mía… su cercanía era algo que me turbaba, pero que no evitaba. Al contrario, cada una de mis acciones parecía una invitación a mantenerlo cerca. Me reí ligeramente con sus tiernos comentarios, ya esperaba una respuesta semejante.

---
Es muy… --- Una presión tibia reclamo la atención de mis labios impidiéndome acabar la oración que como murió en voz, se extinguió en el pensamiento. Entrecerré mi mirada y tarde unos segundos en asimilar lo que estaba haciendo. Normalmente la reacción instantánea a tales atrevimiento era una bofetada digna de no olvidarse, sin embargo esta vez fue diferente… un estremecimiento me recorrió y mi propio cuerpo me traiciono sin vacilación alguna, mis ojos se cerraron por completo y mis labios respondían a los suyos imitándoles en movimiento. Fue su aliento más aturdidor que su sencillo toque y las manos que sujetaban su rostro se deslizaron hasta su cuello donde lo atrajeron. ¿Qué demonios estaba haciendo…? Se suponía que pese a lo bien que pudiésemos quedar, éramos adversarios de batalla… se suponía que estábamos hablando de guerras y de la amistad que respetábamos, se suponía que esas libertades no podían permitírseme, mon dieu, se suponía que ya debería estarme apartando!… logre hilar el pensamiento y me aparte con una reticencia que no me era propia, temiendo que aquel roce pudiese delatar algo que debía ser delatado --- Si prometes no hacer preguntas, prometo no pedirte explicaciones --- asevere en un susurro sobre sus labios apenas rompí el roce, bajando la mirada evitando el encontrarme con su expresión.
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Mensaje por Lucien Greymark Dom Jul 24, 2011 3:43 pm

No lo entendía, y no era para menos. Durante mucho tiempo, desde que me había introducido en este mundo de etiqueta, rigidez y sobre todo supervivencia, me había visto obligado a mentir muchas veces, a engañar, adoptando un papel que solo pocas personas eran capaces de entrever. Todo había tenido siempre el mismo objetivo: conseguir que el pueblo tuviese lo que se merecía, una libertad de escoger y de conseguir una independencia como jamás había tenido nunca. Lo más curioso de todo es que se me daba bien, resultaba convincente ante todo el mundo… nunca creí que eso me llegase a desagradar tanto. Sabía muy bien que mis palabras no servirían de consuelo a Dominique, jamás lo harían y por mucho que le demostrase cuanto significaba para mí sería insuficiente, siempre seria el amigo que traiciono su confianza y hundió a su familia. Aquella expresión que ponía la conocía muy bien, era la expresión que ponía siempre que no sabía como actuar, como si su cerebro estuviese dividido entre alegrarse por lo que le decían y seguir decepcionada por que no era excusa suficiente. De todas maneras aunque no lo hubiese dicho mis sentidos no me engañaban, su olor cambiaba constantemente y su pulso variaba tanto como su humor ahora mismo.

- No se trata de ser noble o no Nique. Las personas hacen cosas malas y monstruosas y no por ello son malos, yo no soy un monstruo por lo que piense o por lo que diga, sino por lo que soy, por lo que viste la noche en intentaron matarte. Y me guste o no… ese monstruo siempre está ahí. – Siempre intentaba ver esa parte de mi, la parte humana a la que había enterrado hace muchísimo tiempo, cuando mi nombre dejo de ser el mío para convertirme en la persona que los demás conocen ahora, y en cierto modo me alegro de haber dejado atrás a esa parte de mí, aquel hombre se había desmoronado desde el principio, creyendo que la única salida a su dolor era la muerte y lo único que hacía era buscarla desesperadamente sin éxito. Eso me hizo reír bastante, aquella parte de mi quería la muerte y nunca la encontraba, y sin embargo la mía no quiere morir hasta acabar lo que debe hacer y no para de meterse en problemas. La vida puede resultar muy irónica. – Yo le debo la vida a mi madre y no por ello podía evitar que se equivocase. De hecho, como hijo mi misión era proteger a mi familia de que cometiesen errores que podían llevarles a una situación pero que una simple discusión conmigo.

Las discusiones con Nique siempre habían sido duras, no porque discutiésemos acaloradamente, sino porque ninguno de los dos daba su brazo a torcer. A medida que había ido creciendo el ganar se me había vuelto más complicado, tanto por sus conocimientos adquiridos como su terquedad, que parecía que crecía de forma proporcional al resto de su cuerpo. De todas maneras había ciertos temas en los que jamás nos pondríamos de acuerdo, y me temo que ella misma sabía que no servía de nada que intentase provocarme con ellos porque por mucho que dijese había tomado una decisión con respecto a ellos, una decisión que se había mantenido firme durante muchísimo tiempo, desde antes incluso de que nos conociésemos. Como había dicho antes, mentir se me daba muy bien, y también hacer que las cosas ocurriesen de una determinada manera, y precisamente por el bien de todos, Darcy debía conseguir instaurar la república, para bien o para mal.

El momento en que la bese supe que aquello seguramente no era una buena idea. Qué demonios, no tenía nada de “seguramente”. Sin embargo su reacción no fue ni por asomo lo que yo me esperaba, que venía siendo una bofetada, sino que por alguna razón me correspondió tras una breve pausa por la sorpresa. “¿Qué estás haciendo idiota? ¿Se supone que esta es la forma que tienes de protegerla? Pues menuda idea más buena que tienes.” Sin embargo el roce de sus labios resultaba irresistible, Dominique siempre había sido una mujer increíble, eso lo tenía claro, pero jamás había pensado que pudiese resultar tan deseable como en aquel momento. Cada momento que saboreaba sus labios, su piel joven, era como un incentivo para seguir y seguir. “Una muy mala idea.” Cuando por fin uno de los dos consiguió la fuerza de voluntad suficiente como para cortar el contacto no sabía bien cómo reaccionar o que decir para que la situación no fuese demasiado violenta. – No te preguntare nada que no quieras. Te pido disculpas si te he ofendido por esto. – Me separe un poco más interrumpiendo el contacto entre los dos de forma total. – Tienes derecho a enfadarte si quieres.
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Mensaje por Lydia Sforza Miér Ago 03, 2011 12:47 am


La palabras de Lucian hacían eco en mi interior mas de lo que el mismo podría comprender un día. Era como si todos y cada uno de mis sentidos no supiesen hacer otra cosa mas que atenderle esperando como reaccionar ante el más pequeño estimulo. Sencillamente cuando el aparecía, toda mi atención recaía en su persona... y el precio por ello era que no dejaba pasar ningún detalle, por bueno o malo que fuera. Trate de reprimir una mueca cuando me afirmo con convicción lo monstruoso que era… para quien supiera ver, no hacia falta darle muchas vueltas para entender todo ese odio, dolor y resentimiento que Lucian cargaba sobre si mismo. No era una sorpresa para mí, ni tampoco era tan necesario que me explicara sus motivos para apoyar las ridículas mentiras de Darcy, estos estaban claros… los habían estado siempre. Para Lucian había muchas deudas que pagar, tantas y tan elevadas que semejante movimiento iba a representar un abono tan razonable que prometía la esperanza de un poco de paz. ¿Quien podría rechazar semejante oferta?

---
La monstruosidad, la maldad, el pecado… tienen muchas facetas y matices, Lucian --- Respondí sin dejar de mirarle con cierta complicidad --- Tu eres en algunas cosas, mucho mas humano de lo que yo soy, porque lo creas o no… Todos tenemos algo de monstruo en el interior… --- Reprimí un suspiro y solo hice una mueca, quizás un poco obstinada --- Lo importante no es eso, porque es apenas una pequeña parte de lo que somos, mientras nosotros permitamos que así sea. Ya depende de ti y de lo que hagas, que tu madre haya o no cometido un error al concebirte--- Me atreví incluso a sonreírle. Siempre habría creído que la lucha del licántropo con su humanidad y la bestia no era únicamente suya. Es cierto que podía ser mucho más evidente, quizás mucha mas literal, cruel y radical, pero todos los seres humanos luchaban con lo mismo… pero dudaba que mis palabras pudiesen tener un efecto real en la conciencia de Lucian. Una parte de mi afirmaba que debía estar conforme con que me otorgara atención, afectos y que asegurara que mi persona le provocaba un poco de consuelo, sin embargo no podía estar completamente satisfecha… nunca quedaba conforme con una victoria a medias.

Siendo franca conmigo misma, nunca en mi vida me había sentido tan vulnerable, tan expuesta como en ese momento, el abandono con el que me había rendido al seductor roce de los labios de Lucian había sido total, ni siquiera pude, aun cuando había terminado, controlar el acelerado pulso de mi corazón y el azoramiento que creía gobernaba mis gestos. Y lo peor de todo es que por mucho esfuerzo que pusiera en alzar de nuevo el rostro y enfriar el semblante, sabia que el sentiría el nerviosismo, el deseo, el coraje y la turbación de mis pretensiones.

Ante la situación, el conocer mi posición y escuchar las respuesta de Lucian, trate de asimilar sus palabras y luego, casi por inercia desprendí una risa ligera. ¿De que me reía?, ¿de su remordimiento?, ¿de mi misma? Posiblemente de eso y de todo. Cada vez me quedaba mas claro la inmensidad, la profundidad del abismo entre el y yo, la única forma de alcanzar al otro era perdiéndome a mi misma, dejándome caer, y eso…. eso era algo que no tenia posibilidad alguna, sin embargo me empeñaba en seguir ahí sin poder marcharme de la peligrosa orilla del desfiladero.

---
Creo que después de esa reacción, no tengo cara para fingirme la dama ofendida, ¿No te parece? --- Pese a que el había cortado todo contacto, fui yo quien volvió a acercarse, pasando mis manos por sus antebrazos y evitando por unos momentos el contacto con sus ojos. Ya tenia suficiente con que me delataran mis instintos, para que ahora lo hicieran mis ojos… que aunque siempre demostraban frialdad, podían llegar a ser muy expresivos para quienes me conocían de verdad ---. Creo que es hora que ambos volvamos a casa.
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Mensaje por Lucien Greymark Vie Ago 12, 2011 10:31 am

Las interpretaciones se existían por un simple motivo, y ese motivo era la gente. De una forma u otra, todo el mundo veía el mundo desde un determinado punto de vista, dependiendo de su mente, de cómo entendiese el mundo o de cómo le gustaría que fuese. Visto de esa manera podía entender porque Darcy tenía tanto empeño en crear esa revolución de la que hablaba. Existía la posibilidad de que realmente lo hiciese por venganza, si se parecía en lo más mínimo a Dominique, como parientes que eran, obviamente el orgullo sería una faceta de su personalidad bastante arraigada, mejor disimulada que mi hermosa princesa sin duda, pero no por ello menos inexistente. A pesar de eso a mí me había dado un nuevo punto de vista, una perspectiva de cómo eran las cosas y de cómo podían llegar a ser si se hacía de la manera correcta. Solo esperaba que algún día Dominique pudiese perdonarme por abandonarla de la forma en que lo había hecho, ella había contado conmigo, me había dado su confianza y un cariño que pocas veces había tenido, y mi única contribución había sido abandonarla cuando me necesitaba no una, sino en dos ocasiones, y encima aprovecharme de unos sentimientos que posiblemente no deberían haber existido nunca entre los dos.

- Ha veces me impresionas con esa manera de hablar… casi hasta pareces la reina. – El que me viese de esa manera solo me hacía sentir más culpable, no porque me lo dijese, sino porque realmente lo hacía con una sinceridad que me hacía sentir bien, que me hacía creérmelo. – Sé que lo que te pido es mucho, pero una vez más debo suplicarte que confíes en mí. La última vez que me marche te dije que siempre podías contar conmigo… y siempre cumplo con mi palabra. – Sus palabras casi parecía que hubiesen salido de mi boca, pues eso exactamente le habría dicho yo de haber estado en la situación contraria, así que una de dos: o me conocía demasiado bien, o es que le había enseñado demasiado bien el cómo responder ante situaciones complicadas. De una forma o de otra, siempre había tenido claro que Dominique no era una persona normal, ella era cualquier cosa menos un ser del monto y representaba todas las distintas gamas que un ser humano podía tener, cada una de ellas mejor que la anterior.

No sabía si su reacción de reírse era porque estaba nerviosa por lo que había pasado o era por algo que había dicho. En cualquier caso me daba la impresión de que ahora lo que había hecho implicaba una vergüenza que le impedía mirarme, pues mantenía la cabeza gacha sin atreverse a alzar la vista. – No… supongo que no es esa la clase de reacción que se debería esperar. Lo que siento es haberte puesto en esa situación. – Cuando volvió a acercarse a mí no pude evitar alzar la mano hasta su rostro, levante su barbilla hasta poder mirar esos ojos de nuevo. – No siento lo que he hecho… siempre has significado mucho para mí y lo sabes, solo he escogido un momento muy estúpido para demostrártelo. – Una parte de mi quería creer que lo que veía en sus ojos no era nada, pero en el fondo creo que siempre había sabido que era lo que ella pensaba de mí, solo que no me había atrevido a darlo a entender hasta el momento. “Como siempre lo estoy haciendo todo mal.” - Si quieres irte puedes hacerlo. No te retendré aquí si no es lo que quieres. – Estaba siendo injusto con ella, pero en cierto modo me daba igual, a pesar de que lo que hacía en ese momento no era lo más correcto, lo más apropiado, no podía evitar pensar que quizás esta era la última oportunidad de pasar un momento con ella, antes de que todo esto acabase.
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Mensaje por Lydia Sforza Jue Sep 01, 2011 3:33 am

Yo conocía esa mirada… Una de mis favoritas, si se me permite añadir. Era esa misma contemplación ensimismada que revelaba la superficie de una marea profunda pero templada. Todas las ideas atacándose como navíos en guerra, los vientos fuertes del azoramiento y los relámpagos de la intensidad habían provocado una tempestad interna que pareciera haberse marchado al fin a otros océanos y dejando en tranquilidad la mente de Lucian. Ya había dicho lo que tenía que decir, visto lo que tenía que ver y con eso… con eso sería suficiente para que comprendiera más de lo que hubiera esperado comprender. Por supuesto, la toma de decisiones importantes antes del encuentro no cambiaría una vez este diera su fin, como quedaba demostrado ya. Verdaderamente nunca había dependido de mi si Lucian aceptaba o no el “lado revolucionario”, solo requería de mi un poco de información que lo ayudara a no ir ciego por la senda que ya había elegido. Tenía que hacerme a la idea de eso, tenía que aceptar no solo de palabra sino de convicción las razones que llevaban a mi querido Lucian a las acciones que defendía y cometería después. Solo así podríamos hacer que nuestra amistad, o el afecto que afirmábamos compartir perdura después de la posible beligerancia próxima. Solo aceptándolo de verdad lograría que dejara de verlo como una traición y esa molesta y nueva opresión en el pecho dejaría de doler.

---
Nunca insinué que fuera una ironía la confirmación que por mis cartas te concedí --- Afirme con arrogante tono, entre más me acostumbraba y reconocía mi posición podía recuperar el dominio y la actitud natural ---. Y aunque así hubiera sido… toda la educación que ha llevado mis pasos hasta ahora, inicia y termina en una corona. --- Reprimí cuanto pude el suspiro que amenaza con delatar mi desconsuelo y pude alzar en escudo de defensa una sonrisa sencilla… su cercanía representaba un consuelo momentáneo y aunque al principio quería negarme deje que alzara mi mentón y pudiera encontrarme con sus palabras. --- Siempre eliges los momentos más inesperados para hacer las cosas, es parte de tu persona, aunque… --- Me alce de puntillas acercando mi rostro al suyo en un gesto tentativo, mis ojos no perdieron de atención los suyos y fueron mis palabras quienes llegaron a acariciar sus labios --- ¿Declararme la guerra y luego besarme? Esta vez te has lucido – añadí en un comentario sarcástico y fui yo esta vez quien corto la distancia. El juego se estaba tornando peligroso, pero por más que me sobrecogiera en confusiones su presencia, sus confesiones y el inesperado roce, no iba a permitir que me amedrentara. Que fueran las acciones quienes restaran de importancia a las emociones y acusaran a los atrevimientos de ser solamente eso, un acto insignificante llevado por el impuls osado de los deseos prohibidos. Además… había un tinte de despedida en la situación que me incitaba a retenerle a mi lado, por única y ultima vez.

Mis emociones oscilaban provocándome un dolor de cabeza, fruncí delicadamente el ceño y entorne la mirada ante su deliberado abuso de poder. Era precisamente por ese tipo de cosas que no solía demostrar a las personas cuanto me interesaban: luego abusaban de ello, de disimulada o abierta manera. Ese comentario suyo aparentemente inocente, era un chantaje para que no precipitara la huida tan pronto, ignorando así a la siniestra luna que estaba próxima a coronar el cielo… quizás el también presentía lo mismo yo, a fin de cuentas… que otra cosa podría esperarse?

---
No vas a hacerme decir u delatar más de lo que ya has logrado, Lucian, como yo tampoco espero hacerlo contigo. En este pequeño tiempo excedimos la dosis de sinceridad de la semana --- Añadí mirándole con elevado capricho y luego negué con la cabeza, sonriendo de manera burlona y sutil--- Me es encantador tenerte siempre conmigo pero deberías estar mas apurado en marchar, tienes una conspiración que atender y yo debo… --- hice un ligero mohín buscando una expresión adecuada --- bueno, encargarme de la familia. Tú me entenderás


[ Off: Lamento la demora, amore mio! los malditos blokeos y el deber!, para la proxima sera mas fluido! adieu!]
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